Читать книгу Derechos humanos y justicia en Chile: Cerro Chena campo de prisioneros - Manuel Ahumada Lillo - Страница 9

Оглавление

PRÓLOGO

El 29 de septiembre de 1973, una veintena de prisioneros del Cerro Chena,1 en San Bernardo, pudieron por primera vez conversar entre ellos. Todos estaban destrozados física y psíquicamente después de largos días de maltrato, torturas y humillaciones increíbles. Las vendas aún apretaban y cegaban sus ojos pero, a diferencia de los días anteriores, al quitárselas, podían ver los rostros difusos de sus compañeros.

Entre estos prisioneros se encontraban once dirigentes sindicales ferroviarios, quienes recordaban con nostalgia antiguas anécdotas y vivencias. Ellos, antes de morir, como presagiaban, querían trasmitir un postrer mensaje hacia las futuras generaciones de trabajadores y para sus propias familias. Sus palabras se dirigían, con especial ternura, a un joven prisionero de apenas diecisiete años, hijo también de un antiguo trabajador de la Maestranza de Ferrocarriles de San Bernardo. «Tú –le dijo El Conejo muy emocionado– serás quien tome con decisión nuestras banderas, nuestro sacrificio no debe ser olvidado».

Aquel joven prisionero es quien hoy, a través de estas páginas, cumple con el postrer deseo de quienes, como temían, fueron ejecutados siete días después, sin proceso judicial ni justificación alguna.

El relato de Manuel Ahumada Lillo es impactante, conmovedor, sincero, profundamente humano, veraz, plenamente coincidente con muchas otras vivencias de sobrevivientes de ese campo de prisioneros.

Por otra parte, el libro, muy bien escrito, tiene pasajes de gran fuerza y belleza literaria, lo cual no deja de ser sorprendente tratándose de quien no es escritor profesional, sino un luchador social autodidacta que, siendo muy joven, debió vivir una situación límite.

Entiendo que no dejará de extrañar que el autor haya cumplido solo después de treinta años con lo que él visualizó como un imperativo moral. Sin embargo, él mismo explica la tardanza con humildad: «tardamos varios años en volver a hacer ondear las banderas… teníamos miedo, yo tenía miedo».

Ese miedo, los traumas paralizantes que provoca, el terror generalizado durante diecisiete años es, posiblemente, uno de los aspectos menos recordados de lo que fue la dictadura.

Ese terror que permitió destruir la organización sindical, enriquecer a unos pocos y diseñar unas instituciones políticas y económicas al servicio de minorías privilegiadas.

Es esta otra reflexión, no menor, que surge del libro, pues si la crueldad vivida es éticamente intolerable, no lo es menos que algunos pretendan conservar íntegramente lo que construyeron sobre la base del temor y de la sangre del pueblo.

Muchos otros aspectos podemos destacar del libro Testimonio, Cerro Chena, un Campo de Prisioneros. Por lo menos queremos referirnos a uno que nos ha emocionado y llenado de recuerdos. Manuel Ahumada rememora lo que fue la amistad cívica que unió históricamente, en San Bernardo, al pueblo con las Fuerzas Armadas. Esa misma amistad que se destruyó cuando Augusto Pinochet puso a estas últimas al servicio de la derecha política y económica.

Finalmente, algo más sobre el autor. Manuel Ahumada no solo ha cumplido, a través de este libro, con el compromiso moral de revivir un episodio triste de nuestra historia reciente. Además, ha entregado su vida al servicio de la organización sindical. Hoy es el secretario general de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Industria Alimenticia, Turismo, Comercio y Servicios.

Es triste que lo que se relata en este libro haya sucedido. Pero también es esperanzador que algunas personas, como es el caso del autor, tengan la capacidad de transformar el dolor en conductas emancipadoras. Y en una creación literaria que contribuye a iluminar un futuro donde la fuerza bruta y la crueldad estén ausentes como instrumentos para diseñar la historia.

Andrés Aylwin Azocar 2

Noviembre de 2002


Foto 1: Familiares de ferroviarios ejecutados en Cerro Chena. Fuente: Archivo Mónica Monsalves.

1 En el cerro Chena, en la localidad de San Bernardo, el ejército creó un cuartel que denominó «Cuartel de infantería n.º 2 Cerro Chena», por ello cuando en el texto se aluda al cuartel se dirá Cerro Chena. Cuando el texto se refiera únicamente al lugar geográfico se dirá cerro Chena (N. del E.). Nota: A menos que se indique lo contrario, todas las notas de pie de página que aparecen en este libro corresponden a notas del editor.

2 Andrés Aylwin Azocar. Diputado de la Democracia Cristiana por las Comunas de la Región Metropolitana de Santiago: San Bernardo, Buin, Paine y Calera de Tango. En la época previa al golpe de estado de 1973, Andrés Aylwin se caracterizaba por un estrecho contacto con sus electores, en su mayoría obreros y campesinos. Rechazó, desde el primer momento, el golpe de estado y fue uno de los firmantes de un manifiesto que condenaba el golpe de estado y manifestaba total adhesión a la libertad. Como abogado interpuso centenares de recursos de amparo en favor de obreros, profesionales, mujeres y estudiantes víctimas de la represión. Denunció los crímenes de la dictadura ante organismos nacionales e internacionales, lo que le valió ser relegado a la aldea de Guallatiera, en la frontera con Bolivia. A su regreso, continuó denunciando asesinatos, torturas, campos de concentración, prisiones secretas y la siniestra impunidad con que actuaban los aparatos de represión de la dictadura.

Derechos humanos y justicia en Chile: Cerro Chena campo de prisioneros

Подняться наверх