Читать книгу Novelas ejemplares y amorosas - María de Zayas y Sotomayor - Страница 17

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NOCHE TERCERA.

Tenían tan picado el gusto todos aquellos señores y señoras de las dos sabrosas noches que habían pasado que apenas llegó la tarde de la tercera, cuando ya empezaron a juntarse en casa de la hermosísima Lisis, la cual los recibió a todos con su acostumbrada cortesía, y haciendo señal a los músicos cantaron este soneto, cuyo asunto fue el rey don Felipe IV:

Sol que en la cuarta esfera al sol le quita

Valor, grandeza, luz y resplandores;

Perla que tuvo ser en los amores

Del sol Felipe, y nácar Margarita;

Fénix que en nuestra España resucita

Para darle más ser, glorias mayores;

Jardín de hermosas purpúreas flores,

Pues que tal flor de lis en ella habita;

Júpiter que gobierna el sacro coro,

Y en dulce ambrosía en luz le baña,

Siendo a sus ninfas músico sonoro;

Y si la vista a la verdad no engaña,

Tierno Cupido con arpones de oro,

Es Felipe sol nuestro y rey de España.

De industria la hermosa Lisis quiso, como ya desengañada de don Juan y agradecida a don Diego, mudar de estilo en sus versos porque no causase el tratar de amor ni desamor más disgusto en los dos competidores, los cuales se miraron a lo falso; si bien Lisarda tenía tomada la palabra a don Juan de que, gustando a don Diego, serían amigos: pues viendo Nise que le tocaba a ella la quinta maravilla en esta tercera noche, ocupando el asiento que para este caso estaba prevenido, empezó así:

—La fuerza del amor ninguno hay que la ignore, y más si se apodera de nobles pechos: porque amor es como el sol, que hace los efectos conforme por do pasa. En mi maravilla se verá claro, la cual es de esta suerte:

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