Читать книгу La esencia de la masculinidad - María Eugenia Chagra - Страница 10

Оглавление

Para ejemplo de amor maternal, el de mi tía Teresa; cómo envidiaba yo a su hijo, alimentado de manera exquisita y devota, mientras a mí me conformaban con cualquier bocado preparado a último momento por la empleada de turno que trabajara en mi casa.

Fue un bebé redondo,

como esos bebotes de cerámica que se usaban cuando era chica. Redondo. Redondísimo. La cabeza, los rulos, los ojos, la boca, los brazos, piernas, manos, pies. La lengua. De bebé, un encanto.

De niño, en la escuela, la burla de los compañeros. En casa, la alegría de mamá, que lo atiborraba de cremitas, pastas, dulces y carnes nutritivas. Placer de mamá que desde la panza le decía de las cositas ricas que le iba a preparar. El bebé me come. Mamita lo ama. Mamita lo come.

El bebé me come, me hace caquita, qué rica caquita que me hace el bebé. El bebé me duerme y me vuelve a comer. El bebé me mira y me come a besitos. Mamita se come al lindo bebé.

Pobre papá que gastaba fortunas en colchones de plaza y media, dos, y media y qué más. Como era de esperar, ropas de talles especiales. Ni modo.

De adulto, los espacios todos chicos. Imposible compartir con nadie, a pesar de la casa hecha a medida y el colectivo en lugar del auto familiar.

Las mujeres, terror de ser aplastadas en el instante de amor. La vida, un infierno de frustraciones.

Pero dejar de comer, jamás.

El bebé le come a mamá. Asados, guisos, polentas, postres, tortas, chocolates. Recetarios de cocina. Despensa especial para guardar provisiones. Ollas enormes y pulidas para guisar a cualquier hora, día, noche o madrugada.

El bebé me come, qué rico bebé, mamita lo come y lo vuelve a comer.

Mamita no coma al bebé. Que el bebé no puede ni un poquito más.

El bebé es sabroso, mamá lo mastica, lo traga, lo asfixia, lo escupe y lo engulle, por una vez más.

El bebé la quiere, la cubre y la calma, el bebé le da la satisfacción total.

El bebé la come enterita, completa, asada una parte, hervidos los muslos, las nalgas, los dedos, fritados crocantes. El resto a los perros; perdona, mamá. Las sobras grasosas me caen muy mal.

El bebé te come. Te tiene en su panza. El bebé te ama. ¿Sos feliz, mamá?

La esencia de la masculinidad

Подняться наверх