Читать книгу Lo incierto - María Florencia González - Страница 3
Introducción: Lo incierto y la incertidumbre
ОглавлениеEste libro reúne distintos ensayos y artículos que en su mayoría han sido publicados en diversos medios como Página 12, Revista Paco, Revista Ensayos y Escritores por Escritores. Advertí que en todos había un hilo conductor, algo que de base conformaba lo central, una temática que, a mi entender, poco entendemos –valga la redundancia– ya sea porque cada vez que nos topamos con eso nos despierta en lo afectivo una serie de emociones que no podemos controlar o porque simplemente nos negamos a creer que es eso lo que en definitiva constituye el arquetipo de nuestra existencia.
Eso que no nombro es lo incierto. Eso que es lo incierto no es lo mismo que la incertidumbre. Desde que era niña me gustaba ir a buscar las definiciones de las palabras al Diccionario. Mi viejo, un hombre de clase media trabajadora, había traído un diccionario a nuestra antigua casa de Munro. Era el antiguo diccionario Karten, ilustrado. Un diccionario enorme, gordo, de tapa dura, donde se decía que “estaban todas las palabras del mundo”. Dicho esto, me interesa poder realizar una distinción entre lo incierto y la incertidumbre.
Cuando voy al diccionario a buscar ambas definiciones me encuentro con que lo incierto es algo “impreciso o borroso”. Por su parte, la incertidumbre es “falta de seguridad, de confianza o de certeza sobre algo, especialmente cuando crea inquietud”.
De manera tal que la incertidumbre nos remite a una falta de seguridad que genera “inquietud”. Estamos hablando de algún tipo de estado ansioso, a veces ligado con la desesperación, el desborde, confluyendo en estados muy potentes para sujetos que quedan prendidos en los rodeos del Otro (sí, hablo del Otro con mayúscula y sin barra). En cambio, lo incierto se diferencia de la incertidumbre haciendo de ella casi un sinsentido. Quiero decir, lo incierto ya es definido como lo impreciso, lo que no tiene “la posta”. No hay “la fija” de eso. Nadie podría decir que sabe a ciencia cierta sobre algo tan contundente como la existencia, el ser, el amor, el deseo, etcétera porque la definición por excelencia de estas palabras es incierta. Hay un film de Woody Allen que me gusta mucho, se llama Melinda and Melinda y sobre el final de la película, uno de los actores dice que la vida termina, con electrocardiograma o sin electrocardiograma, de un instante a otro, chau. Ese chau es representado por un chasquido de dedos y la pantalla en negro.
Si la existencia queda basada erróneamente en la incertidumbre (con la inquietud y los distintos estados de nerviosismo que eso acarrea), siempre vendrá lo incierto a reírse en su cara. Es aquí donde lo incierto es más cercano a lo contingente que a la incertidumbre. En algún punto lo incierto es contingente por lo impreciso y poco palpable en su configuración y sin embargo tampoco es contingencia porque en tal caso, la misma contingencia tiene también como estructura a lo incierto.
Este libro trata, entre otras cosas, de esa matriz esencial de la existencia humana, del mundo que habitamos, de nosotros y nosotras como seres vivos, de la vida como parte de la muerte y la muerte como límite a la vida. Así es que se fue articulando lo incierto, reuniendo distintos ensayos y artículos escritos.
Cosiendo este libro y albergada en la alegría de la producción de un saber-hacer con lo incierto me preguntaba ¿por qué escribo? ¿para qué? ¿para quién? Fue en ese instante que recordé a Marguerite Duras, a quien admiro profundamente, y me dio alguna respuesta: “Escribir no es contar historias. Es lo contrario de contar historias. Es contarlo todo a la vez. Es contar una historia y la ausencia de esa historia. Es contar una historia que ocurre por su ausencia”.