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II. MERCEDES SANZ-BACHILLER Y ONÉSIMO REDONDO (1931-1936)

En Valladolid, Mercedes y Onésimo empezaron a organizar la boda. Onésimo ya había encontrado el que sería su piso, contiguo al que compartía con su hermano Andrés en el edificio Mantilla.1 Con todo preparado, se casaron el 11 de febrero de 1931 ante el juez municipal, y al día siguiente se celebró la ceremonia religiosa en la capilla del Palacio Arzobispal de Valladolid.2 Los testigos fueron, por parte de Mercedes, Jesús de la Fuente y Millán Alonso Lasheras y, por parte de Onésimo, Agustín Íscar y Luis Martín Alonso.3 Mercedes llegaba a la boda con diecinueve años y medio; a Onésimo le quedaban cinco días para cumplir los veintiséis. Ofició la boda el arzobispo monseñor Remigio Gandásegui, a quien Mercedes conocía porque ya había recibido de él la Primera Comunión y la Confirmación durante su etapa estudiantil en las dominicas francesas. La novia llevaba un vestido «color rosa claro, precioso, de muaré [sic por moirée]».4 Después de pasar los primeros días de luna de miel en Madrid, iniciaron su viaje de bodas por Andalucía. Visitaron Córdoba, Málaga y Sevilla, y fue allí, estando en Sevilla, cuando Onésimo recibió un telegrama para que volviera a Valladolid, ya que tenía que representar a su padre en un pleito en la Audiencia. A su regreso del viaje, Mercedes ya estaba embarazada de su primer hijo.

Mientras tanto, la monarquía agonizaba. Alfonso XIII había ofrecido a José Sánchez Guerra la formación de gobierno, a lo que se negó. Eran ya mediados de febrero y a toda la oposición política se añadió la Agrupación al Servicio de la República. Como última alternativa, el rey ofreció al almirante Juan Bautista Aznar la presidencia del que sería el último Gobierno de la monarquía. A las pocas semanas, en marzo, se celebró el juicio a los responsables de la sublevación de diciembre, y para el 12 de abril quedaron convocadas las elecciones municipales. Políticamente, el año 1931 iba a ser un año decisivo para el país, sin duda, pero también para la vida de Mercedes y Onésimo. Veamos.

Aunque la vida profesional de Onésimo transcurría entre el sindicato y el ejercicio de la abogacía,5 las circunstancias políticas por las que atravesaba España a principios de 1931 le empujaban a implicarse cada vez más en los asuntos políticos. La ocasión se presentó con el inicio de la campaña electoral para las elecciones municipales del 12 de abril colaborando con los monárquicos de Valladolid y participando en los actos públicos de propaganda a favor de Acción Nacional, como el que se realizó en la Casa Social Católica.6 Llegó el día 12 de abril y, una vez realizado el escrutinio, se desencadenaron los hechos que llevaron, dos días después, a la proclamación de la República.7 Así pues, el 14 de abril, a primera hora, la República fue proclamada en Éibar y, por la tarde, Niceto Alcalá Zamora, presidente del Gobierno provisional, hacía lo propio desde el balcón del Ministerio de Gobernación, en la madrileña Puerta del Sol. El rey Alfonso XIII abandonó la capital ese mismo día. En Valladolid,8

a las ocho de la noche una imponente manifestación, encabezada por la bandera tricolor, se dirige hacia el Ayuntamiento, consiguiendo algunos invadir la sala principal. Desde el balcón, el antiguo republicano Eustaquio Sanz Pasalodos proclama la República y declara la República en Valladolid.

Esa misma noche quedó constituido el nuevo Ayuntamiento, resultando elegido alcalde de la ciudad el socialista Federico Landrove.

Al día siguiente de la proclamación de la República, el 15 de abril, Onésimo y otros muchos monárquicos se concentraron en la estación de ferrocarril de la capital vallisoletana para despedir a la reina Victoria Eugenia y sus tres hijos, que pasaban por allí de camino hacia Irún. Cuando el tren partió, muchos de los allí congregados se marcharon a la Casa Social Católica, donde Onésimo Redondo les arengó para defender los valores tradicionales que para él representaban el campo y la monarquía. Allí fue donde anunció la creación de un semanario que, cuando salió a la calle a mediados de junio, llevó por título Libertad.9 Para Mercedes empezaba a hacerse meridianamente claro que su matrimonio con Onésimo no iba a ser una unión convencional y que, si quería a aquel hombre, debía acostumbrarse a esta cotidianidad acelerada que la política empezaba a imprimir en su vida.

El Gobierno provisional de la República,10 presidido por Niceto Alcalá Zamora, empezó a tomar las primeras medidas, como la aprobación de la Ley de Reforma Militar, impulsada por el ministro de Guerra, Manuel Azaña, y la Ley de Términos Municipales y el Decreto de Laboreo Forzoso, ambos del ministro de Trabajo, Francisco Largo Caballero. La Iglesia católica se mostró cauta al principio, aunque muy pronto el cardenal Pedro Segura tensó las relaciones con el Gobierno provisional y con el propio Vaticano. Un mes después de la proclamación republicana, la explosión anticlerical, con el incendio de edificios religiosos, empezó a fracturar las relaciones entre los católicos y la República. Así estaban las cosas cuando se convocaron las elecciones a Cortes constituyentes, que debían celebrarse el 28 de junio. Los socialistas y republicanos se presentaron en coalición, no así las derechas, que intentaban organizarse a través de Acción Nacional. Onésimo se dispuso a hacer campaña por este nuevo partido recorriendo los pueblos de Valladolid11 y, el 13 de junio, salió a la luz el primer número de Libertad. Pasadas las elecciones, tras ganar la coalición republicano-socialista y una vez constituidas las Cortes, se formó el primer Gobierno de la República.

Mientras tanto, en Valladolid, las inquietudes políticas del marido de Mercedes Sanz-Bachiller acabaron tomando forma en otra formación política. Los hermanos Onésimo y Andrés Redondo y los hermanos Jesús y Francisco Ercilla fundaron las Juntas Castellanas de Actuación Hispánica. Era el 9 de agosto de 1931, y para entonces Mercedes ya lucía un avanzado embarazo. La fundación de las JCAH y la dedicación de Onésimo a esta nueva y minúscula formación política12 imprimieron un nuevo carácter en la cotidianidad de la pareja, puesto que las primeras reuniones de las JCAH se celebraban en el domicilio conyugal;13 sin embargo, pronto empezaron a reunirse en lugares más apartados de la capital.14 Las JCAH representaban el ultraderechismo más radical, legitimaban el uso de la violencia como instrumento de lucha contra el marxismo, el anarquismo, el regionalismo, el laicismo y el judaísmo que, según Onésimo y las JCAH, ponían en peligro la España nacida de la Castilla católica y rural, con sus valores tradicionales, y que tenía en sus juventudes la punta de lanza.15 Además, a finales de agosto, mientras se debatían los artículos de la constitución, Onésimo fue denunciado por injurias contra Marcelino Domingo, acusación que fue llevada hasta el Tribunal Supremo, y progresivamente «se convirtió en un interlocutor incómodo para las autoridades, además de ser señalado por los ambientes izquierdistas como un nuevo enemigo a quién combatir».16

Durante el verano de 1931, mientras en Madrid se debatía el proyecto constitucional, las JCAH y el grupo «La Conquista del Estado», liderado por Ramiro Ledesma Ramos, entraron en contacto. Fruto de ello nacieron, el 3 de octubre de 1931, las JONS, dirigidas por un triunvirato formado por Ramiro Ledesma Ramos, Onésimo Redondo y Francisco Giménez, este último sustituido por Bermúdez Cañete. Las JONS adoptaron como símbolos el yugo y las flechas de los Reyes Católicos, y lemas como «Arriba España», «Por la Patria, el Pan y la Justicia» o «España: Una, Grande y Libre», y tomaron la bandera roja y negra, de inspiración anarquista, como propia. En cuanto a las ideas políticas,17 el fascismo del grupo de Ledesma Ramos acabó por predominar en las JONS, quedando como algo más residual el ultraderechismo y el ultracatolicismo de Onésimo Redondo. Los 18 puntos programáticos de las JONS confluían en las ideas de patria, nación, imperio, catolicismo, antiparlamentarismo, antimarxismo, nacionalsindicalismo, repudio de lo extranjerizante, juventud, dignidad y justicia para el pueblo, así como fomento de la explotación comunal y familiar de la tierra. Sin embargo, después de la fusión, las JONS continuaban siendo una minúscula formación con muchísimos problemas económicos, que intentaban salvar con la financiación de los monárquicos, como José María de Areilza, y de Renovación Española, el partido de los alfonsinos.

Además de todo lo dicho, pronto se cruzó la desgracia en la vida de Mercedes y Onésimo, puesto que el 9 de noviembre de 1931, Mercedes dio a luz un niño que murió al nacer, enredado en el cordón umbilical. Mercedes parió sola en su piso de Valladolid, ya que tanto Onésimo como el ginecólogo que debía asistirla en el parto estaban en Palencia, muy probablemente asistiendo al mitin revisionista de las derechas que se celebró el 8 de noviembre. Así lo recogió Carolina Isasi Vicondoa en las memorias de Mercedes Sanz-Bachiller:

Al poco tiempo, Mercedes ya estaba embarazada de su primer hijo que nació muerto, estrangulado por el cordón umbilical, el 9 de noviembre de 1931. El día anterior del nacimiento de este niño, se celebraba en Palencia el mitin de la CEDA y el ginecólogo de Mercedes también había acudido a él.18

Lógicamente, en esa fecha la CEDA no se había fundado, pero en dicho mitin19 intervino José María Gil Robles, lo cual pudo confundirse en la memoria de Mercedes Sanz-Bachiller, al identificar este acto con un acto de la todavía inexistente CEDA. A este mitin revisionista de las derechas asistieron muchos vallisoletanos, entre los que estaría Onésimo Redondo, quien, a pesar de haberse fundado ya las JCAH, todavía seguía colaborando con Acción Nacional.20 También estuvo en este mitin el bilbaíno Javier Martínez de Bedoya, quien, a partir de entonces, empezó a colaborar con el semanario Libertad, que dirigía Onésimo Redondo.21

El 9 de diciembre de 1931, con la ausencia de los diputados de derechas no republicanos, las Cortes aprobaron la Constitución y eligieron a Alcalá Zamora como presidente de la República, que encargó a Manuel Azaña la formación de gobierno. Este nuevo Gobierno tenía importantes reformas22 que acometer. La reforma agraria, aprobada en septiembre de 1932, permitió la expropiación de los latifundios y el asentamiento de los campesinos en ellos. La religiosa englobó varias medidas que pretendían, entre otras cosas, la separación entre la Iglesia y el Estado, la libertad de culto, el divorcio, la secularización de los cementerios o la disolución de la Compañía de Jesús en enero de 1932. Además, la Ley de Congregaciones Religiosas, aprobada en mayo de 1933, contempló el cierre de los centros educativos religiosos o la obligatoriedad para las órdenes religiosas de inscribirse en un registro del Ministerio de Justicia, entre otras medidas. El Gobierno de la República incrementó el presupuesto en educación y logró construir, entre 1931 y 1933, unas 10.000 escuelas y habilitar a unos 7.000 maestros. En relación con la cuestión territorial, se aprobó el estatuto de Cataluña en septiembre de 1932, que permitía su autonomía, su propio gobierno, la Generalitat, y su propio parlamento. El 12 de abril de 1932, además, se decretó la prohibición de utilizar el apelativo «nacional» en los partidos, con lo que Acción Nacional, partido con el que había colaborado Onésimo Redondo en 1931, pasó a llamarse Acción Popular.

Bien pronto, sin embargo, empezaron las protestas, huelgas e insurrecciones, a las que se respondió con la acción represiva de las fuerzas del orden, principalmente la Guardia Civil y los Guardias de Asalto, unas acciones que empezaron a ser noticia y a poner entre las cuerdas al Gobierno de la República. Los sucesos de Castilblanco y Arnedo, entre finales de 1931 y principios de 1932, fueron los más graves por el número de víctimas mortales y por la acción desmesurada de las fuerzas del orden, hechos por los que el general Sanjurjo, director general de la Guardia Civil, fue destituido.

A los pocos meses, el 10 de agosto de 1932, y desde Sevilla, el general Sanjurjo dio un golpe de estado que fracasó, pero que tuvo consecuencias muy importantes para la vida de Mercedes y Onésimo. Entre otras cosas, el semanario Libertad fue suspendido, y Onésimo, de quien las autoridades sospechaban que había participado en la sublevación, avisado de su probable detención, decidió marchar a Portugal. Recordaba su hermano Andrés que

Se fue a la finca de Eduardo Calero, en el monte de Torozos. Allí pasó cinco días [...]. Lo que más le decidió a Onésimo a cruzar la frontera fueron los doce años de prisión que habían ido acumulando los fiscales en sus procesos contra él por artículos en Libertad y que ahora, en medio de este ambiente, les tocaba ya sustanciarse. Fue el propio Eduardo Calero el que le propuso entrar en Portugal. En Puebla de Sanabria (Zamora) tenía un amigo agricultor. [...] Con motivo de una romería, de las que se celebran alrededor de la Virgen de Agosto, en el pueblo fronterizo portugués de Franca, este agricultor, conocido por todos los de la pequeña aduana, le llevó en su coche, en plan de jarana local con otros labradores vecinos, todos descamisados y con buenas botas de vino. Nadie anotó los que iban, así que Onésimo continuó viaje para Braganza y Oporto mientras los demás regresaban.23

Probablemente el 12 de agosto ya había salido de la ciudad.24 Cabe imaginar en qué situación personal quedaba Mercedes: embarazada de nuevo y exiliado su marido sin fecha de retorno. Debió de sentir que ella misma estaba en peligro y, con el objetivo de seguir a Onésimo,

estuve viviendo ocho días en una finca de los Calero. Era una finca de secano a la que se accedía por un camino de tierra. Si venía un automóvil, levantaba mucho polvo y se veía de lejos. Entonces me escondían en la buhardilla.25

Después de estos ocho días, a principios de octubre se reunió con Onésimo en Curia, donde se habían establecido numerosos jesuitas desde que, en enero de 1932, había sido disuelta la Compañía. Allí se instalaron en una de sus habitaciones y, a finales de octubre, pudieron trasladarse a Oporto. En esta misma ciudad nació su hija Mercedes el 13 de noviembre de 1932,26 en una pensión de la calle Firmeza. Fue un parto duro, «con fórceps y sin anestesia»,27 aunque, pasado el parto, el principal problema al que se tuvieron que enfrentar fue el económico, una situación precaria que empeoró con el nacimiento de la pequeña. Onésimo seguía recibiendo algún ingreso del sindicato remolachero, pero era insuficiente, por lo que, según Mercedes: «Vivíamos fundamentalmente de las rentas de unas tierras que eran de mi propiedad [...]. No tuvimos el apoyo económico que recibieron otras familias que estaban en circunstancias similares».28

En efecto, Mercedes tuvo que vender unas tierras en Montemayor como medida de urgencia, para lo que volvió a Valladolid con la pequeña Mercedes en abril de 1933. Fue entonces cuando29 «Onésimo vuelve a Curia. Dos meses más tarde [junio], yo vuelvo a Portugal y nos trasladamos los tres a Praia das Rosas hasta octubre de 1933».30

En paralelo a todo lo relatado, hay que decir que, con el inicio de 1933, la situación política en España se fue radicalizando cada vez más. Los sucesos de Casas Viejas, acaecidos en los primeros días de enero, originaron una tromba de críticas y presiones sobre el Gobierno de la República por la excesiva crueldad con la que se había reprimido el levantamiento anarquista en aquella localidad. Con estos sucesos recientes, el 28 de febrero de 1933 la derecha se organizó en torno a la CEDA, bajo la presidencia de José María Gil Robles. Por otra parte, algunos jonsistas vallisoletanos y algunos redactores del semanario Igualdad tuvieron que hacer frente a procesos judiciales, entre ellos Javier Martínez de Bedoya y Luciano de la Calzada.31 Con la vista puesta en las elecciones municipales que se tenían que celebrar en abril, los jonsistas vallisoletanos hicieron campaña a favor de la Unión de Derechas, incluyendo en las listas a algún jonsista como independiente, sobre todo en los pueblos, no así en la ciudad de Valladolid. Fue en Alaejos, durante esta campaña electoral, donde se dio a conocer Rosario Pereda, por entonces estudiante de magisterio, pero llamada a ser una figura muy relevante del jonsismo femenino vallisoletano. A principios de septiembre, Alcalá Zamora destituyó a Azaña y encargó a Lerroux la formación de un Gobierno que apenas consiguió alcanzar un mes de vida y al que sustituyó Diego Martínez Barrio hasta la víspera de las elecciones generales del 19 de noviembre. En este contexto de crisis de gobierno, y a un mes de la celebración de las elecciones generales, Onésimo estaba convencido de que obtendría la amnistía una vez entrara, aunque ilegalmente, en España, así que prepararon el viaje y, a mediados de octubre de 1933, ya estaban en Valladolid.

En efecto, el 16 de octubre de 1933, Onésimo y Mercedes, junto a la pequeña Merche, regresaron a España.32 Para entonces, la niña estaba a punto de cumplir un año y Mercedes estaba de nuevo embarazada. Se dirigieron a Quintanilla de Abajo, a la casa de los padres de Onésimo, para después trasladarse a Valladolid. Se instalaron en el n.º 1 de la plaza de la Libertad, cerca del Teatro Calderón, donde sin dejar de trabajar para el sindicato remolachero, Onésimo instaló su despacho de abogado. Sin embargo, a los pocos días de su regreso a la capital, fue detenido por su implicación en la «sanjurjada». Poco duró el presidio, ya que consiguió salir en libertad vigilada a los dos días.

Onésimo esperaba poderse presentar a las elecciones formando parte de la candidatura cedista, a lo que Gil Robles se opuso. Fue entonces cuando decidió presentarse como independiente, aunque poco antes de las elecciones retiró su candidatura por temor a que el voto derechista quedara dividido. Así pues, el 19 de noviembre se celebró la primera vuelta de las elecciones generales,33 y el 3 de diciembre la segunda, en la que la CEDA obtuvo la mayoría de votos, seguida por el Partido Radical. El presidente de la República, Alcalá Zamora, propuso a Alejandro Lerroux que formara gobierno. Empezaba así el bienio radical-cedista, en el que se iba a revisar el bienio reformista anterior. Así, una de las primeras medidas que tomó el Ejecutivo radical fue paralizar la Ley de Confesiones y Congregaciones de junio de 1933.

El jonsismo, por su parte, trabajaba por reforzar su organización creando el Consejo Nacional de las JONS y realizando una campaña de propaganda para difundir su ideario y conseguir incrementar la afiliación. Sin embargo, desde octubre de 1933 existía ya otro partido fascista, FE, liderado por José Antonio Primo de Rivera, quien, además, había conseguido un diputado en las elecciones de noviembre. FE no solo superaba en número de afiliados a las JONS, sino que además algunos jonsistas empezaban a afiliarse a Falange. El grupo de José Antonio, además, contaba con importantes fuentes de financiación. Ante tales circunstancias, Ramiro Ledesma Ramos empezó a gestionar el acercamiento entre ambos partidos y a diseñar su unificación. En la reunión del Consejo Nacional de las JONS que se celebró los días 11 y 12 de febrero de 1934, en Madrid, se decidió la fusión con FE, con lo que nació FE-JONS.34 La dirección del partido pasó a estar en manos de un triunvirato formado por dos falangistas, José Antonio Primo de Rivera y Julio Ruiz de Alda, y por un jonsista, Ramiro Ledesma Ramos. Como secretario general fue designado Raimundo Fernández-Cuesta y Onésimo Redondo fue incluido en la Junta de Mando, donde también predominaban los falangistas. Las JONS, por lo demás, aportaron sus símbolos y lemas, así como una mayor preocupación por lo social, en general, y por el nacionalsindicalismo, en particular. Así las cosas, Onésimo tenía que organizar el mitin de presentación de FE-JONS en Valladolid. El mitin en cuestión se celebró el domingo 4 de marzo de 1934 por la mañana, en el vallisoletano Teatro Calderón, al lado de su domicilio familiar, pero al acabar el acto y abrir las puertas del teatro

se oyeron algunos tiros de los marxistas vallisoletanos apostados a distancia. Ya lo teníamos previsto y los primeros que salieron fueron los grupos de Girón y González Vicent [sic], que despejaron las calles necesarias para el desalojo, pero, al poco tiempo aparecieron los Guardias de Asalto y ya, al dividirse los frentes, no quedaron tan claras cuáles eran las calles seguras. Onésimo, que vivía al lado del teatro, subió un momento a ver a Mercedes, su mujer, que la tarde anterior –tres de marzo– había dado a luz a su segunda hija, Pilar.35

Además, el 20 de abril se aprobó la ley que amnistiaba a todos los implicados en la «sanjurjada» y, a los pocos días, Lerroux dimitió y asumió la presidencia del Gobierno Ricardo Samper.

Aunque la financiación de FE-JONS seguía llegando a través de los alfonsinos, e incluso ya se había creado la Sección Femenina,36 el partido no conseguía afianzarse como fuerza política. Es más, se había organizado en milicias, protagonizaba enfrentamientos violentos con los socialistas y el Gobierno había cerrado temporalmente los centros falangistas y sus órganos de prensa. Todos estos problemas y las discrepancias con la estrategia política de la formación estaban originando las primeras disensiones dentro del partido. Este fue el motivo por el que se convocó el I Consejo Nacional de FE-JONS para el 5 de octubre en el palacete de la madrileña calle Marqués de Riscal. Aquel día, además, Lerroux volvió a formar gobierno, incluyendo en él a tres ministros de la CEDA, se rebeló el Gobierno de la Generalitat de Cataluña y estalló la huelga general revolucionaria en Asturias. El día 6, José Antonio fue proclamado jefe nacional de FE-JONS y, por la noche, el general Domingo Batet dominó la revuelta catalana y provocó la rendición de la Generalitat, al final de la cual hubo cuarenta y seis víctimas mortales. En Madrid, el día 7 los falangistas salieron del palacete del Marqués de Riscal y, con una pancarta y la bandera nacional tricolor, se fue formando una manifestación espontánea que desembocó en el Ministerio de la Gobernación. Allí José Antonio se reunió con Lerroux, le ofreció su apoyo y le pidió armamento, a lo que este último se negó. José Antonio se subió a unos andamios y pronunció unas palabras de agradecimiento al Gobierno por la actuación en Cataluña, una actuación que se prolongó con la detención de Manuel Azaña, el día 9 de octubre, en Barcelona. Azaña permaneció en un buque prisión hasta el 28 de diciembre, acusado del delito de rebelión, aunque fue liberado por el Tribunal Supremo en esa misma fecha. La cuestión catalana se zanjó, el 14 de diciembre de 1934, con la suspensión del Estatuto de Cataluña. La huelga general asturiana, que había empezado la noche del 5 al 6 de octubre, se desarrolló de manera muy diferente a como había acontecido en Cataluña. Para acabar con ella, el Gobierno recurrió a la Legión y a los Regulares de Marruecos, poniendo al frente de todas las operaciones al general Francisco Franco. El 18 de octubre se rindió el comité revolucionario. Hubo 34 víctimas de la violencia revolucionaria, unas 1.100 ejecuciones sumarias bajo la ley marcial y unos 300 muertos entre las fuerzas de seguridad y del ejército.37

Dadas las circunstancias excepcionales por las que había pasado España recientemente, Ramiro Ledesma consideraba que había llegado el momento de tomar el poder por las armas, pero José Antonio se oponía. Al mismo tiempo, el programa político de FE-JONS tomó forma definitiva en los «27 puntos».38 En él se incluía la definición de España como una «unidad de destino en lo universal», se afirmaban los conceptos de patria e imperio y se fijaba como objetivo la anulación de la Constitución republicana y la lucha contra el «separatismo». En manos de un ejército fuerte y numeroso estaría la consecución del imperio español; el Estado sería totalitario, se abolirían los partidos políticos y el Parlamento y los órganos de representación de los españoles serían la familia, el municipio y el sindicato. El Estado sería, en lo económico, nacionalsindicalista, y se organizaría en sindicatos verticales, eliminando así la lucha de clases; el capitalismo y el marxismo serían los enemigos que combatir; se haría compatible la propiedad privada con la nacionalización de la banca y los servicios públicos; el trabajo tendría consideración de derecho y deber, y se buscaría la potenciación del sector económico primario. El Estado y la Iglesia estarían separados, aunque se respetaría la tradición religiosa de España. Finalmente, la aspiración máxima de FE-JONS sería la revolución nacional.

Con el programa clarificado, FE-JONS se negó a sumarse al Bloque Nacional, liderado por José Calvo Sotelo, perdiendo así parte de su militancia derechista y primorriverista, y la financiación de los alfonsinos, que sí se habían sumado a este. Además, Ramiro Ledesma Ramos, en claro desacuerdo con la estrategia del partido, planteó su salida junto a otros miembros como Javier Martínez de Bedoya, que se mostraba hastiado del servilismo y del señoritismo de la Falange madrileña. José Antonio acabó expulsándolos. Onésimo Redondo prefirió consultar a las JONS de Valladolid, avanzando que, fuera cual fuera la decisión del grupo vallisoletano, él la secundaría.39 El 15 de enero se dio publicidad a la escisión, pero Onésimo permaneció a las órdenes de José Antonio.

En paralelo, la situación política en España estaba condicionada por la estrategia de la CEDA40 de ir provocando crisis de gobierno para conseguir que Gil Robles ocupara la presidencia del Gobierno. Dichas crisis, desarrolladas entre noviembre de 1934 y abril de 1935, no consiguieron su objetivo. De hecho, a principios de abril de 1935, Alcalá Zamora nombró otro Gobierno presidido por Lerroux, pero sin la CEDA. Así estaban las cosas cuando la CEDA amenazó con disolver las Cortes, y el 23 de abril las JAP organizaron una concentración en Madrid con la finalidad de conseguir todo el poder para Gil Robles. El resultado se vio el 6 de mayo, cuando Lerroux formó un nuevo Gobierno en el que la CEDA ocupaba ya cinco carteras ministeriales; Gil Robles obtuvo el Ministerio de la Guerra y nombró inmediatamente al general Francisco Franco como jefe del Estado Mayor Central.

Dadas las circunstancias, Onésimo Redondo pensaba en la posibilidad de constituir un grupo político de apoyo al Ejército que estuviera liderado por Calvo Sotelo y José Antonio Primo de Rivera,41 aunque seguía preocupado porque el falangismo vallisoletano seguía a José Antonio y él se vio obligado a cerrar su semanario el día 20 de mayo de 1935 por una orden del jefe nacional.42 Los sinsabores que la política proporcionaba a Onésimo, que sin duda revertirían en la vida familiar, fueron compensados en el plano personal durante aquellos días. Mercedes dio a luz, en mayo de 1935, al pequeño Onésimo.43

Mientras tanto, en los primeros días de junio, Lluís Companys y los miembros de su Gobierno fueron condenados a 30 años de prisión por rebelión militar. FE-JONS consiguió, a mediados de 1935, la financiación del fascismo italiano y, con el incremento de los actos propagandísticos y mítines, pudo ampliar lentamente sus efectivos. A principios de julio, se aprobó la contrarreforma agraria. El 25 de septiembre Joaquín Chapaprieta44 formó gobierno y, un mes después, dimitieron los miembros del Gobierno del Partido Radical por la trama de corrupción Strauss-Perl. Días después dimitió Chapaprieta y Manuel Portela Valladares formó gobierno con independientes y liberal demócratas.

Para entonces, a principios de enero de 1936, el presidente Alcalá Zamora firmó el decreto de disolución de las Cortes y encargó a Manuel Portela Valladares la tarea de organizar nuevas elecciones. A mediados de enero se hizo oficial el pacto de izquierdas del Frente Popular.

El 16 de febrero de 1936 se celebraron las últimas elecciones generales de la República, en las que resultó ganadora la coalición del Frente Popular.

FE-JONS no alcanzó siquiera el 1 % de los sufragios. Manuel Azaña volvió a desempeñar la presidencia del Gobierno y formó un ejecutivo exclusivamente republicano, mayoritariamente con miembros de Izquierda Republicana. A los pocos días de las elecciones se aprobó una amnistía general para todos los presos políticos y sociales, entre los que estaban Lluís Companys y los miembros de su Gobierno, y se restituyeron el Estatuto y la Generalitat de Cataluña, que volvió a presidir Companys. Prácticamente desde el principio, la CNT y la UGT empezaron a reivindicar el aumento de los salarios, la reducción de la jornada laboral y el control sobre las contrataciones y los despidos, lo que originó no pocos conflictos en los lugares de trabajo. La cuestión del reparto de la tierra volvió a situarse en el primer plano político y, así, el Ministerio de Agricultura volvió a autorizar al Instituto de Reforma Agraria para que iniciase la ocupación de fincas para resolver el problema agrario, tal cual había sucedido durante el primer bienio republicano. Al tiempo que esto sucedía, la Federación Española de Trabajadores de la Tierra organizó la ocupación de unas dos mil fincas en Badajoz desde mediados de marzo. Este fenómeno se repitió en Cáceres, Jaén, Córdoba, Sevilla y Toledo.45

La CEDA, por su parte, se acercó definitivamente a las posiciones autoritarias. Sus juventudes empezaron a afiliarse a FE-JONS, aunque los japistas no fueron los únicos, ni tan siquiera la mayoría de nuevos afiliados a Falange. De hecho, la mayoría de nuevos afiliados no tenían militancia política anterior.46 También el perfil socioeconómico mayoritario de los falangistas se transformó, como sucedió en la Falange andaluza a partir de febrero de 1936, es decir, que lo que había sido una «tertulia de señoritos» se convirtió en «una organización de masas donde predominaba la clase trabajadora», un fenómeno creciente con el estallido de la Guerra Civil, que se dio en el conjunto de la España sublevada.47

Desde febrero de 1936, la polarización política y la violencia se fueron adueñando de las calles de España. En las de Valladolid, FE-JONS, Renovación Española, la Asociación Escolar Tradicionalista y las JAP, por un lado, y el PSOE, las Juventudes Socialistas, la CNT, el PCE y las Juventudes Comunistas, por otro, protagonizaban enfrentamientos constantes.48 Este era el ambiente en las calles vallisoletanas cuando José María de Areilza visitó, poco tiempo después de las elecciones de febrero de 1936, a Onésimo y a Mercedes:

Me pidió que fuera a verle en Valladolid para cambiar impresiones sobre la tremenda tensión política que se adivinaba después de las elecciones últimas. Fuimos juntos a Quintanilla de Abajo, donde había nacido, y me mostró el sugerente paisaje vallisoletano que lo circundaba. Saludé también a su mujer, bellísima y acogedora. Me habló largamente del futuro inmediato. Tenía la preocupación de que el golpe militar que los filtrajes indiscretos de las conspiraciones presagiaban como inminente tuviera un carácter ultraconservador, olvidando el componente social agrario, mayoritario en aquella España que vivía en ínfimos niveles de renta por habitante. «Me detendrán en seguida, con cualquier pretexto».49

En efecto, el momento de la detención lo propició, el 12 de marzo, el intento de asesinato del diputado socialista Jiménez de Asúa y la muerte de su escolta. Dos días después fueron detenidos José Antonio y otros dirigentes falangistas, que fueron procesados e ingresaron en prisión. Onésimo también fue detenido el día 14, pero fue puesto en libertad a las pocas horas. También se procedió al cierre de todas las sedes de FE-JONS, convirtiéndose a partir de entonces en un partido clandestino.50 A los tres días, mientras estaba en el Café Cantábrico, Onésimo fue arrestado de nuevo por el ataque con bombas a la comisaría central de Valladolid, e inmediatamente ingresó en la prisión provincial vallisoletana.51

A los pocos días de su ingreso en prisión, Mercedes supo que estaba embarazada.52 Durante todo el tiempo en el que Onésimo estuvo preso en Valladolid, Mercedes le visitaba a diario. Quería que Onésimo viera a los niños, pero, además, organizaba la correspondencia de su marido con su hermano Andrés y con otros falangistas, y atendía sus consejos para que, en su ausencia, se apoyara en Andrés Redondo, su cuñado.53 El hecho de que Onésimo fuera el jefe de los falangistas vallisoletanos ocasionaba que Mercedes recibiera insultos y abucheos en sus visitas a la prisión, aunque, fiel a su fortaleza natural, seguía adelante. La tristeza, sin embargo, la llevaba a pedir a Onésimo que abandonara la política, un desánimo que se acentuaba a medida que algunos presos eran puestos en libertad, mientras que Onésimo seguía en la cárcel. A medida que iban pasando las semanas, y la situación política se agravaba, Onésimo pidió a Mercedes que cogiera a los niños y se trasladaran, en un primer momento, a casa de Andrés, y más tarde, a Quintanilla de Abajo, a casa de sus padres. Eran ya mediados de mayo de 1936.

La prisión provincial de Valladolid, donde ya había presos comunes, empezó a llenarse de falangistas, entre los que ya estaba Onésimo Redondo, y de frente populistas. Estando todos en la misma prisión, era natural que entre ellos se produjeran constantes refriegas e incluso hechos de especial gravedad. Todo ello motivó que, liderados por Onésimo, los presos falangistas iniciaran una huelga de hambre a mediados de junio y que se produjese la destitución del gobernador civil de Valladolid, el valenciano Mariano Campos Torregrosa, y el posterior nombramiento de Luis Lavín Gautier. A partir de ahí, los hechos se sucedieron con rapidez, ordenándose el traslado de Onésimo Redondo y de otros presos falangistas a la prisión de Ávila el 25 de junio.54

Las semanas previas a la sublevación militar, en la ciudad de Valladolid se respiraba una calma tensa, y la violencia en las calles entre falangistas e izquierdistas era moneda corriente. Onésimo continuaba en la cárcel de Ávila y Mercedes, estando embarazada de cuatro meses y con tres hijos pequeños, iba y venía a la prisión siempre que podía. En cada visita aprovechaba para poner en contacto a Onésimo con el resto de líderes falangistas, como José Antonio, con el cual mantenía correspondencia,55 o con el joven jonsista y antiguo colaborador de Onésimo, Javier Martínez de Bedoya.56 En una ocasión, «fue con cuatro falangistas y rompieron la luna de la casa de un izquierdista local [...] por ser la esposa de Onésimo Redondo creía que su propia casa estaba en peligro de ataque».57

Desde la cárcel, José Antonio buscaba el concurso del Ejército para acabar con la República por la fuerza de las armas. A principios de mayo, estando Falange en la clandestinidad y él mismo en la cárcel, escribió un manifiesto58 dirigido a la oficialidad en el que pedía al Ejército unir sus fuerzas a las de los falangistas para conseguir tal objetivo. Sin embargo, los preparativos de la sublevación militar se habían iniciado ya desde principios de marzo por parte de los generales Mola, Orgaz, Ponte, Varela y Franco.59 A finales de junio, José Antonio ordenó a los falangistas que se pusieran a las órdenes de los militares,60 y Onésimo, desde la prisión de Ávila, se aseguró de que las consignas que llegaban desde la prisión de Alicante fueran comunicadas y llevadas al efecto por los falangistas vallisoletanos. Mercedes Sanz-Bachiller fue clave en esta tarea, tal y como quedó reflejado en la primera biografía de Onésimo Redondo:

Fué [sic] en estos momentos en los que alejaban al jefe castellano de Valladolid cuando se notó más la influencia de Merceditas, la mujer de Onésimo Redondo, en la organización. Ella alentaba, transmitía órdenes y ayudaba resueltamente a la preparación del movimiento. Semanalmente visitaba, acompañada de algún jefe, a Onésimo en su prisión de Avila [sic].61

En una de las ocasiones en las que visitó a Onésimo, el 13 de julio, día del asesinato de José Calvo Sotelo, tuvo que huir de Ávila ante la amenaza de una detención.62 A pesar de la cercanía del golpe y del peligro que suponía para su propia vida, Mercedes seguía implicándose en la preparación de la sublevación.

1 M. Tomasoni: Onésimo Redondo..., p. 114.

2 Certificado del acta de matrimonio entre Mercedes Sanz-Bachiller y Onésimo Redondo Ortega (9 de octubre de 1939), APMSB.

3 M. Tomasoni: Onésimo Redondo..., p. 112.

4 C. Isasi Vicondoa: «Recuerdos y emociones...», p. 14. 43

5 Matteo Tomasoni: «Fascismo agrario y proselitismo revolucionario en el pensamiento de Onésimo Redondo», en Miguel Ángel Ruiz Carnicer (ed.): Falange. Las culturas políticas del fascismo en la España de Franco (1936-1975), Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2011, vol. 1, pp. 578-592.

6 J. L. Mínguez Goyanes: Onésimo Redondo..., pp. 23-24.

7 M. Cabrera Calvo-Sotelo: «Proclamación de la República...», pp. 8-12; J. Casanova: «República...», pp. 15-20.

8 J. M. Palomares Ibáñez: La Segunda República en Valladolid..., p. 11.

9 J. Martínez de Bedoya: Memorias..., pp. 30-31.

10 M. Cabrera Calvo-Sotelo: «Proclamación de la República...», pp. 12-25; J. Casanova: «República...», pp. 20-37.

11 P. Preston: Palomas..., p. 27; J. M. Palomares Ibáñez: La Segunda República en Valladolid..., pp. 77 y 79.

12 Stanley G. Payne: Falange. Historia del fascismo español, París, Ruedo Ibérico, 1965, p. 14; Joan Maria Thomàs: Los fascismos españoles, Barcelona, Planeta, 2011, p. 72; M. Tomasoni: El caudillo olvidado..., pp. 53-63.

13 M. Tomasoni: Onésimo Redondo..., p. 131.

14 J. L. Mínguez Goyanes: Onésimo Redondo..., p. 31.

15 J. M. Thomàs: Los fascismos..., p. 73.

16 M. Tomasoni: Onésimo Redondo..., pp. 135 y 136.

17 J. M. Thomàs: Los fascismos..., pp. 74-77; véanse también Sheelagh Ellwood: Historia de Falange Española, Barcelona, Crítica, 2001, p. 34; José Luis Rodríguez Jiménez: Historia de Falange Española de las JONS, Madrid, Alianza Editorial, 2000, pp. 102-107; M. Tomasoni: El caudillo olvidado..., pp. 64-72.

18 C. Isasi Vicondoa: «Recuerdos y emociones...», p. 14. Paul Preston señaló que este primer niño nació un 13 de noviembre y que tanto Onésimo Redondo como el ginecólogo estarían en Plasencia en un acto político (P. Preston: Palomas..., p. 29). Así lo afirmó también Matteo Tomasoni, concretando que estaría en una reunión del sindicato (M. Tomasoni: Onésimo Redondo..., p. 145). Sin embargo, hay que concretar que Mercedes Sanz-Bachiller sí dio a luz a una niña, Mercedes Redondo Sanz-Bachiller, un 13 de noviembre, pero de 1932, dato que puede haber creado confusión.

19 Domingo García Ramos: «Las derechas en Palencia durante la IIª República», Investigaciones Históricas, 21, 2001, p. 250.

20 J. M. Palomares Ibáñez: La Segunda República en Valladolid..., pp. 78-79.

21 J. Martínez de Bedoya: Memorias..., pp. 37-39.

22 M. Cabrera Calvo-Sotelo: «Proclamación de la República...», pp. 44-56; J. Casanova: «República...», pp. 39-53.

23 J. Martínez de Bedoya: Memorias..., p. 49.

24 M. Tomasoni: Onésimo Redondo..., p. 162.

25 S. Moro: Ellos..., p. 206.

26 Certificado de nacimiento de María de las Mercedes Redondo Sanz Bachiller (4 de septiembre de 1944), APMSB.

27 S. Moro: Ellos..., p. 206.

28 C. Isasi Vicondoa: «Recuerdos y emociones...», p. 15.

29 J. L. Mínguez Goyanes: Onésimo Redondo..., p. 49; P. Preston: Palomas..., p. 32.

30 C. Isasi Vicondoa: «Recuerdos y emociones...», p. 15; J. L. Mínguez Goyanes: Onésimo Redondo..., p. 47.

31 J. Martínez de Bedoya: Memorias..., pp. 54-57; M. Tomasoni: Onésimo Redondo..., p. 202.

32 M. Tomasoni: Onésimo Redondo..., pp. 207-208.

33 Octavio Ruiz-Manjón: «La vida política en el segundo bienio republicano», en Santos Juliá (coord.): República y guerra en España (1931-1939), Madrid, Espasa-Calpe, pp. 77-91; J. Casanova: «República...», pp. 113-120.

34 Véanse Joan Maria Thomàs: Lo que fue la Falange: la Falange y los falangistas de José Antonio, Hedilla y la Unificación. Franco y el fin de la Falange Española de las JONS, Barcelona, Plaza & Janés, 1999, pp. 37-40; M. Tomasoni: El caudillo olvidado..., pp. 97-109.

35 J. Martínez de Bedoya: Memorias..., p. 69.

36 J. M. Thomàs: Lo que fue la Falange..., pp. 40-43.

37 J. Casanova: «República...», pp. 130-138; O. Ruiz-Manjón: «La vida política...», pp. 103-110.

38 J. M. Thomàs: Lo que fue la Falange..., pp. 277-281.

39 Ibíd., pp. 49-50.

40 J. Casanova: «República...», pp. 140-142; O. Ruiz-Manjón: «La vida política...», pp. 108-119.

41 J. Martínez de Bedoya: Memorias..., p. 94.

42 Ibíd., p. 80.

43 P. Preston: Memorias..., p. 36.

44 J. Casanova: «República...», pp. 148-151; O. Ruiz-Manjón: «La vida política...», pp. 118-128.

45 Ibíd., pp. 153-173; véase también Santos Juliá: «El Frente Popular y la política de la República en guerra», en Santos Juliá (coord.): República y guerra en España (1931-1939), Madrid, Espasa-Calpe, 2006, pp. 129-150.

46 Alfonso Lazo: Una familia mal avenida. Falange, Iglesia y Ejército, Madrid, Síntesis, 2008, pp. 46-48; José Antonio Parejo Fernández: Las piezas perdidas de la Falange: el sur de España, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2008, pp. 50 y 498.

47 Alfonso Lazo: Historias falangistas del sur de España. Una teoría sobre vasos comunicantes, Sevilla, Espuela de Plata, 2015, pp. 203-204.

48 Ignacio Martín Jiménez: La Guerra Civil en Valladolid (1936-1939). Amaneceres ensangrentados, Valladolid, Ámbito, 2000, p. 26.

49 José María de Areilza: A lo largo del siglo. 1909-1991, Barcelona, Planeta, 1993, pp. 70-71.

50 J. M. Thomàs: Lo que fue la Falange..., p. 60.

51 M. Tomasoni: Onésimo Redondo..., p. 282.

52 P. Preston: Palomas..., p. 37.

53 M. Tomasoni: Onésimo Redondo..., pp. 285-289; íd.: El caudillo olvidado..., pp. 133-153.

54 Ibíd., pp. 296-298; I. Martín Jiménez: La Guerra Civil en Valladolid..., pp. 27-30.

55 Ian Gibson: En busca de José Antonio, Madrid, Aguilar, 2008, p. 138.

56 J. Martínez de Bedoya: Memorias..., pp. 90-91.

57 P. Preston: Palomas..., p. 38.

58 El manifiesto era la «Carta a los Militares de España», del 4 de mayo de 1936, reproducido en S. Ellwood: Historia de Falange..., pp. 77-78.

59 J. M. Thomàs: Lo que fue la Falange..., pp. 58-62.

60 S. Ellwood: Historia de Falange..., pp. 78-79; S. G. Payne: Falange..., p. 94.

61 Onésimo Redondo, Caudillo..., p. 197; M. Tomasoni: Onésimo Redondo..., p. 299.

62 J. L. Mínguez Goyanes: Onésimo Redondo..., p. 87.

Mercedes Sanz-Bachiller

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