Читать книгу Mayo del 68 - Volumen I - María Lacalle Noriega - Страница 10
ОглавлениеDEL INDIVIDUO-REY A LA MUERTE DEL HOMBRE
El pensamiento del 68 triunfó en su faceta desnormativizadora y de denuncia de instituciones y tradiciones.107 No, ciertamente, en su faceta marxista-clásica y anticapitalista.108 Los Gramsci, Marcuse, Althusser o Foucault habrían quedado muy decepcionados al comprobar con qué facilidad el capitalismo supo absorber y aprovechar la componente individualista-libertaria del 68 mientras neutralizaba su dimensión socialista. Sí, la izquierda se hizo con la cultura y completó su larga marcha gramsciana por las instituciones, pero el resultado no fue la revolución comunista. Sí, la izquierda, con la identity politics, se pareció cada vez más a una coalición marcusiana de minorías sexuales y raciales, y se abrió paso una (también marcusiana) sensibilidad posproductivista que valoraba cada vez más el ocio, la naturaleza y la creatividad…, pero todo ello fue pacíficamente digerido por el capitalismo, bajo la forma del turismo de aventura o los productos ecológicos. Sí, la pedagogía al uso incorporó componentes bourdieanos de rechazo del aprendizaje clásico y alergia a los exámenes y la selección, pero ello no dio al traste con el sistema de mercado, sino solo con la excelencia en las escuelas.
El verdadero legado del 68 ha sido la era del individuo-rey. Como ha escrito Jean-Pierre le Goff: «Se afirma la figura de una individualidad que no debe nada a nadie, ni a las generaciones anteriores ni a las futuras. Ni deuda ni deber hacia otros, sino solamente la afirmación de una autonomía radical que se sitúa más allá de todo anclaje y todo límite».109 La revolución cultural de los sesenta y setenta no destruyó el capitalismo (al menos, no lo destruyó inmediatamente), pero sí dejó heridas de muerte a la familia, las iglesias, las naciones y la natalidad.
El giro cultural del 68 ha sido interpretado por algunos, incluso, como una oportuna maniobra del capitalismo para asegurar su autoperpetuación. Por ejemplo, descubriendo un nuevo mercado juvenil y encontrando un nuevo nicho de negocio en los productos contraculturales (moda hippy en El Corte Inglés, venta de anticonceptivos, etc.).110 Régis Debray, revolucionario en los sesenta y compañero del Che Guevara en la guerrilla boliviana, habló después (1978) de una «armonía natural, aunque no preestablecida, entre las rebeliones individualistas de Mayo y las necesidades políticas y económicas del gran capitalismo liberal»;111 por ejemplo, el feminismo había puesto a disposición del mercado un enorme contingente de mano de obra femenina. Y el individualismo anarcoide del 68 habría terminado de disolver las dos referencias colectivas que todavía obstaculizaban la globalización del capital: la clase obrera y la nación.112
Daniel Bell, por su parte, analizaba en 1977 la contradicción latente en el capitalismo entre la figura del empresario-productor (con sus virtudes características de laboriosidad, emprendimiento, ahorro, etc.) y el consumidor-disfrutador:
Por un lado, la empresa capitalista quiere un individuo que trabaje duramente, siga una carrera, acepte el postergamiento de la gratificación […]. Sin embargo, en sus productos y su propaganda, el capitalismo promueve el placer, el goce del momento, la despreocupación […]. Se debe ser recto de día y juerguista de noche».113
Mayo del 68, como estamos viendo, comportó no la superación del capitalismo, sino la victoria de su componente hedonista, el triunfo del juerguista nocturno sobre el productor diurno. Otra cosa es que el propio capitalismo pueda sobrevivir en el largo plazo al presentismo y la exigencia de gratificación inmediata.114 Eso lo habremos de comprobar en las próximas décadas.
Ferry y Renaut hablan de una astucia de la Razón115 mediante la cual la fusión comunitaria en las barricadas de Mayo y el lenguaje socializante de los eslóganes a lo Marx-Mao-Marcuse habrían terminado resolviéndose en todo lo contrario: la desmovilización de la esfera pública y un gran repliegue sobre el espacio privado (que ya no es familiar —pues la familia queda muy fragilizada por la revolución de las costumbres—, sino individual).
En Mayo de 1986 recuerdo haber visto en Francia la publicidad de una empresa de mobiliario doméstico: «1968: ¡Vamos a cambiar el mundo!; 1986: Vamos a cambiar la cocina». Tres años antes había publicado Gilles Lipovetsky la obra de referencia en lo que se refiere a la interpretación del legado del 68 en clave individualista-privatizadora: La era del vacío.
Frente a las interpretaciones que presentan al 68 como una revolución posmoderna, una ruptura superadora de la modernidad, Lipovetsky enfatizará, por el contrario, la continuidad de los valores del 68 respecto a una dinámica de individualización que habría comenzado precisamente con la modernidad y el liberalismo clásico. Con esto se sitúa en la estela de Jacques Barzun, quien señaló que la revolución cultural de los últimos sesenta había sido prefigurada por la de los felices veinte también hedonistas y liberados. La dinámica de relajación de costumbres habría sido interrumpida por una sucesión de catástrofes y situaciones excepcionales: depresión económica de los treinta, guerra mundial, esforzada reconstrucción de 1945-65. Superado el paréntesis, la generación de 1968 retomó las cosas donde habían quedado en 1929. Se reanuda el proceso de «ruptura con la fase inaugural de las sociedades modernas, democráticas-disciplinarias, universalistas-rigoristas». El cambio social apunta siempre en la dirección de «el mínimo de coacciones y el máximo de elecciones privadas posible, con el mínimo de austeridad y el máximo de deseo, con la menor represión y la mayor comprensión posible».116 Y todo ello no es más que la extensión de la libertad del terreno económico-político al de la vida privada (lo que Lipovetsky llama segunda revolución individualista):117
El derecho a la libertad, en teoría ilimitado pero hasta entonces circunscrito a lo económico, a lo político, al saber, se instala en las costumbres y en lo cotidiano. Vivir libremente sin represiones, escoger íntegramente el modo de existencia de cada uno: he aquí el hecho social y cultural más significativo de nuestro tiempo, la aspiración y el derecho más legítimos a los ojos de nuestros contemporáneos.118
El individuo total de la modernidad llegada a plenitud se libera tanto de las tradiciones y vínculos que lo ataban al pasado como de los compromisos u obligaciones que miran al futuro:
Hoy vivimos para nosotros mismos, sin preocuparnos por nuestras tradiciones o nuestra posteridad: el sentido histórico ha sido olvidado».119 «Se disuelven la confianza y la fe en el futuro, ya nadie cree en el porvenir radiante de la revolución y el progreso, la gente quiere vivir enseguida, aquí y ahora, conservarse joven y no ya forjar el hombre nuevo.120
Los ideales y valores públicos solo pueden declinar, únicamente queda la búsqueda del ego y del propio interés, el éxtasis de la liberación “personal”, la obsesión por el cuerpo y el sexo.121
El fin de la Historia, según parece, era esto: «Cuidar la salud, preservar la situación material, desprenderse de los “complejos”, esperar las vacaciones: vivir sin ideal, sin objetivo trascendente resulta posible».122 Lipovetsky enfatiza el carácter cool y desdramatizado del hedonismo presentista-individualista que preside nuestra sociedad; el vacío en el que finalmente nos hemos sumido no es la náusea o la angustia de los existencialistas, o el vértigo del Zaratustra nietzscheano tras la muerte de Dios, o la nostalgia del marxista que se ha quedado sin su gran proyecto histórico y su gran tarea revolucionaria:
Dios ha muerto, las grandes finalidades se apagan, pero a nadie le importa un bledo: esta es la alegre novedad […]. El vacío del sentido, el hundimiento de los ideales, no han llevado, como cabía esperar, a más angustia, más absurdo, más pesimismo. Esa visión todavía religiosa y trágica se contradice con el aumento de la apatía de las masas.123
La propia necesidad de sentido ha sido barrida y la existencia indiferente al sentido puede desplegarse sin patetismo ni abismo.124
Esta visión desdramatizada del vacío postmoderno no parece compadecerse muy bien con el creciente consumo de ansiolíticos o los altos índices de suicidio de los países desarrollados. En todo caso, la forma de vida que nos ha legado Mayo del 68 probablemente no resultará sostenible más allá de unas décadas. Decíamos antes que la vertiente consumista-hedonista del capitalismo había triunfado sobre la inver-sora-productiva; ahora bien, dicho desfase no puede prolongarse indefinidamente. La gran crisis de 2008 fue, en buena parte, una crisis de sobreendeudamiento, individuos y familias se sobrendeudan porque, como decía Lipovetsky, «la gente quiere vivir enseguida, aquí y ahora»; los gobernantes sobrendeudan al Estado porque quieren «ganar enseguida, aquí y ahora» las próximas elecciones, y para conseguirlo no les importa prometer más y más prestaciones estatales, engrosando el déficit público y una losa de deuda soberana que se hace cada vez más asfixiante. Por otra parte, el occidental hedonista que vive pensando en las vacaciones tiene ahora que competir con chinos, hindúes y coreanos que todavía se encuentran en la fase de capitalismo heroico de esfuerzo, disciplina, ahorro y aplazamiento de la gratificación. Es fácil entender quién lleva las de ganar en esa competición.
El hedonista pos-68, por otra parte, también dejó de perpetuar la especie: las tasas de natalidad occidentales caen de forma notable precisamente a partir de finales de los sesenta, y a finales de los setenta quedan ya por debajo del índice de remplazo generacional.125 Este medio siglo de infranatalidad le está pasando ya factura a Occidente en forma de peso asfixiante de las pensiones de jubilación. Y ese envejecimiento de la sociedad —con desequilibrio creciente entre la población activa y la pasiva— se va a agravar cuando se jubile la enorme masa de baby boomers nacida en lás décadas de 1950 y 1960. La tasa de natalidad sigue sin repuntar ni los Gobiernos —también instalados en el presentismo— se preocupan mayormente por reanimarla. Vamos hacia un probable colapso social por escasez de jóvenes y exceso de ancianos. Es paradójico que la revolución juvenilista del 68 nos haya traído una sociedad senil.
Más allá de los problemas de insostenibilidad económica y demográfica, la revelación que nos ha traído el post-68 es que al final del camino de la afirmación absoluta de la autonomía individual lo que esperaba era… el vacío y la desintegración del sujeto. Lipovetsky habla de un vacío cool y relajado, pero reconoce que se trata de una disolución del Yo («todo lo que supone sujeción o disciplina austera se ha desvalorizado en beneficio del culto al deseo») y habla de «la pérdida de un centro de gravedad que lo jerarquiza todo».126 Liberado de toda norma, exento de compromisos, exonerado de cualesquiera deberes sociales o familiares, el sujeto no es más que un manojo de pulsiones y deseos en permanente y absurda ebullición. Su voluntad es cada vez más incapaz de marcarse objetivos a largo plazo que requieran la renuncia a placeres inmediatos. Su atención, solicitada por una sobreabundancia de estímulos a través de las televisiones e Internet, se dispersa cada vez más en centros de interés inconexos y efímeros. El hombre pos-68 es cada vez menos capaz de concentrarse mucho tiempo en nada.127 Los artículos de los medios digitales tienen que comprimirse cada vez más porque nadie aguanta un texto de más de quinientas palabras sin saltar a alguna otra noticia.
Parece, pues, que la libertad, para tener sentido, necesitaba ser invertida en la persecución de fines arduos y objetivamente valiosos. La pos-modernidad nos ha dejado sin criterios de valor y sin metas valiosas. Y la libertad por la libertad, convertida en un fin en sí misma, se autodestruye y se reduce al absurdo. Los mejores exégetas del 68 terminan en conclusiones de ese tipo. Jean-Pierre le Goff, por ejemplo, dijo que, a fuerza de suprimir cualesquiera resistencias heterónomas, hemos dejado que la libertad se disuelva por carencia de límites: «La autonomía no puede formarse más que por oposición e identificación. Le hace falta un contrapolo [Il lui faut un vis-à-vis]. Sin oposición, la autonomía se vuelve desestructurante».128 También Ferry y Renaut sugieren que no puede considerarse verdadero sujeto a un yo que es juguete de sus deseos y pulsiones:
El Yo pulverizado en tendencias que ya no buscan integrarse en un proyecto construido por una voluntad que se impone fines [a largo plazo, distintos de los caprichos instantáneos], ese Yo al que se invita significativamente a “gozar a tope” [en francés s’éclater, que también significa “estallar”], ¿constituye verdaderamente una persona?».129
Por lo demás, vimos antes cómo el pensamiento del 68, al tiempo que reclamaba la libertad personal absoluta, negaba la sustancialidad del sujeto al que se intenta liberar: de Althusser a Foucault, de Lacan a Derrida, hay consenso en que el hombre no vive, sino que es vivido por estructuras socioeconómicas, neurológicas o lingüísticas no personales. «Yo es otro», dijo el poeta Rimbaud, en una frase muy celebrada por los estructuralistas. En ello convergen con toda una corriente de pensamiento materialista-cientificista (Dawkins, Dennett, Monod, etc.) que asegura que la mente humana no es más que una asamblea de algoritmos bioquímicos (ya Hume en el siglo XVIII había afirmado que nuestro yo no es más que un puñado de percepciones o un río de conciencia). La libertad que reclamaba el pensamiento del 68 en el plano moral y social es negada, sin embargo, en el plano ontológico-metafísico.130 Pero ¿tiene sentido reclamar libertad para un autómata neuronal?131
Bajo el hedonismo y la trivialidad cool a lo Lipovetsky parece abrirse paso la más seria convicción de que la especie humana ha sido un error, un callejón sin salida de la evolución. Existe ya un voluntary human extinction movement que predica la extinción voluntaria de la humanidad para que el planeta descanse de la excepción humana y Gaia recupere su equilibrio edénico. Importantes organismos internacionales abogan por la reducción de la población humana sobre el planeta. Y los transhumanistas postulan no ya la extinción, sino la superación de la humanidad, que será sucedida por el superhombre genéticamente mejorado (enhanced), el cyborg o la inteligencia artificial. Los toscos cerebros de carbono serían reemplazados por indestructibles cerebros de silicio. La historia de la vida sobre la Tierra no habría sido más que un largo desvío a través del cual la materia inorgánica-mineral consigue acceder por fin al pensamiento. Pero, una vez subida a la azotea, puede tirar la escalera.
1 «Pero, aunque el palacio del Elíseo ha sido abandonado por el mismísimo jefe supremo de los ejércitos [De Gaulle], no ocurre nada, porque de lo que se trata no es de tomar el poder» (Jacques Baynac, et al. (1998). Mai 68, Le Débat. Gallimard, París, p. 138). (Traduciré al español todas las citas de obras en lengua extranjera).
2 Ibídem, p. 108.
3 Como señala Richard Vinen, los estudiantes idealistas que, a mediados de los sesenta, se inscribían como voluntarios en los programas de guerra contra la pobreza del presidente Johnson todavía pertenecían a la izquierda clásica. Solo unos años más tarde, los hippies van a cultivar un estilo de vida que, a fuerza de posmaterialista y precario, se parecía en realidad mucho al de esos pobres a los que antes se intentaba promover: «Parecían haber abrazado la pobreza como estilo de vida» (RICHARD VINEN. The Long ’68: Radical Protest and Its Enemies. ALLEN LANE (2018). Londres, p. 107).
4 «La clase obrera ha dejado de constituir un mundo aparte dentro de la sociedad. Su nivel de vida, sus aspiraciones de confort, la han sacado del gueto en el fue confinada en los comienzos de la industrialización» (Serge Mallet. (1978). «Une classe ouvrière en devenir». Arguments 4: Révolution/classe/parti, Union Générale d’Éditions, París, p. 256).
5 Perdón por la autocita: «El baby boom no fue un mero rebote, pues de hecho empezó —¡oh, sorpresa!— en plena guerra. En Francia la natalidad tocó fondo en 1941 y repuntó vigorosamente a partir de 1942, pasando de 1.8 hijos/mujer a 3.1 en solo nueve años (después se quedaría rondando los 2.8 hasta mediados de los 60). En Gran Bretaña, tras tocar fondo en 1943 (1.75 hijos/mujer), también se eleva abruptamente en plena guerra, manteniéndose muy próximo a los tres hijos/mujer hasta finales de los 60. En EE.UU., la fecundidad se elevaría desde los 2.2 hijos/mujer de 1937 a unos increíbles 3.7 hijos/mujer en 1957 (una tasa hoy solo alcanzada por algunos países de Africa central). Sí, en el país más rico del mundo las familias tenían casi cuatro hijos en promedio hace no tanto tiempo. Una revolución muy seria tuvo lugar en los valores de Occidente en la segunda mitad de los años 60: se abrió entonces un ciclo en el que seguimos inmersos. Por cierto, dentro de unos meses celebraremos el cincuentenario de Mayo del 68. De allí venimos». (FRANCISCO J. CONTRERAS. «Se busca milagro demográfico», Actuall.com).
6 CHARLES MURRAY. (2012). Coming Apart: The State of White America, 1960-2010. Random House, Nueva York, p. 154.
7 JEAN PIERRE le GOFF (1998). Mai 68, l´héritage impossible. Éditions La Découverte, París, p. 43.
8 Buchanan apunta una pista interesante: precisamente porque habían conocido tiempos tan duros, tendían a ser indulgentes y sobreprotectores con sus hijos (o sea, los boomers que protagonizarán el 68): «Los padres que habían atravesado la Depresión y la guerra estaban decididos a que “mi hijo no lo tenga tan difícil como yo”. Por tanto, los baby boomers fueron educados de otra forma, pasando casi tantas horas frente a la TV como en la escuela. […] Y el mensaje que llegaba de la TV, especialmente en los anuncios, era la gratificación instantánea». (PATRICK J. BUCHANAN. (2002). The Death of the West. St. Martin’s Press, Nueva York, p. 29).
9 «[E]l hombre vulgar, al encontrarse con ese mundo técnica y socialmente tan perfecto, cree que lo ha producido la naturaleza, y no piensa nunca en los esfuerzos geniales de individuos excelentes que supone su creación. Menos todavía admitirá la idea de que todas estas facilidades siguen apoyándose en ciertas difíciles virtudes de los hombres, el menor fallo de los cuales volatilizaría rápidamente la magnífica construcción». (JOSÉ ORTEGA Y GASSET. (1986). La rebelión de las masas [1930]. Espasa Calpe, Madrid, p. 101).
10 «Hubo una “cultura juvenil” que acompañó a [la revolución] de 1968. Resultaba en parte del simple [gran] número de jóvenes, pero también del hecho de que la prosperidad y los nuevos medios de comunicación habían creado un nuevo sentido de lo que significaba “ser joven”. [...] Muchos asociaron juventud con rebelión y vinieron a definir a “los jóvenes” como si fueran una nueva entidad política, una que pudiera ser una alternativa a la [aburguesada] clase trabajadora». (RICHARD VINEN. (2018). Op. cit., p. 325).
11 R. VINEN. Op. cit., p. 31.
12 «[En los sesenta] se produce un retraso de la entrada en la vida profesional, y un alargamiento del periodo de ensayo y experimentación [vitales]. El estatuto de adolescente se extiende de unas decenas de millares de individuos a varios millones, y tendencialmente a toda una cohorte de edad» (JACQUES BAYNAC et al., op. cit., p. 114).
13 R. VINEN. Op. cit., p. 33. «A la edad a la que Alejandro Magno conquistaba el mundo, Napoleón ganaba sus batallas y Einstein y Planck hacían sus primeros descubrimientos, la mayoría de los estudiantes alemanes siguen sentados en sus aulas, escribió un periodista alemán crítico con el movimiento juvenil». (Op. cit., p. 171).
14 J. P. le GOFF. Op. cit., p. 37.
15 «[Los situacionistas] prepararon Mayo del 68 patrocinando un discurso público de raíces románticas y ácratas que encumbraba la autonomía del yo, pronosticando un futuro social utópico en el que el deseo individual fuera la norma». (JOSEMARÍA CARABANTE (2018). Mayo del 68: Claves filosóficas de una revuelta posmoderna, Rialp, Madrid, p. 67).
16 J. P. le GOFF. (1998). Op. cit., p. 41.
17 Y una de las obras más leídas de los situacionistas del proto-68 había sido De la miseria en el entorno estudiantil, considerada bajo todos sus aspectos económicos, políticos, psicológicos, sexuales y especialmente intelectuales, de MUSTAPHA KHAYATI (1966).
18 «El polo cultural-libertario interpreta Mayo del 68 ante todo como una revolución cultural que pone radicalmente en cuestión los modos de vida, los valores y las instituciones de las sociedades desarrolladas. Sus militantes conceden un lugar central a la lucha contra el moralismo mediante el humor y la ironía, y consideran la libre expresión de la subjetividad y del deseo como las armas esenciales de la subversión del orden social. La liberación sexual, la denuncia de los métodos educativos tradicionales, la valoración de los comportamientos de desviación y rebelión en todos los ámbitos… constituirán sus temas predilectos. Su perspectiva es la de cambiar ya la vida sin esperar al gran día de la revolución. Se trata de continuar la revolución cultural de mayo experimentando comportamientos y estilos de vida nuevos a partir de los deseos individuales. […] El polo neo-leninista es el de las organizaciones de extrema izquierda (trotskistas y maoístas) para las que Mayo del 68 solo encuentra su sentido a través del esquema de la lucha de clases, el enfrentamiento entre la burguesía y el proletariado. La perspectiva sigue siendo la de una revolución que incluya la toma del poder estatal y la instauración de una sociedad nueva dirigida por la clase obrera y sus aliados». (J. P. le GOFF. (1998). Op. cit., p. 132).
19 Las interrupciones de clases obedecían más o menos a este modelo, según reconstrucción de Le Goff:
— Viejo carcamal, ¿condenas el imperialismo?
— Pero, señores, les prohíbo tutearme; y además, ¿qué relación tiene el imperialismo con la lección de hoy?
— Ninguna, precisamente. Es asqueroso que nos des el coñazo con las lenguas muertas, mientras que el imperialismo…».
20 J. P. le GOFF. (1998). Op. cit., p. 65.
21 «Durante un par de semanas, el país parecía estar al borde de una especie de revolución, pero nadie sabía muy bien de qué tipo» (R. VINEN. (2018). Op. cit., p. 122).
22 Perdón por la autocita: «Aquellos bobos (“burgueses bohemios”) quemaron parte del edificio de la Bolsa y asaltaron tres comisarías. […] El 24 de Mayo se produce el primer muerto: un comisario de policía arrollado por un camión con el que unos manifestantes embistieron en el pont Lafayette de Lyon contra las fuerzas del orden. Mayo del 68 —extendido ya de París a las provincias— se cobraría otras cuatro vidas (un estudiante de ultraderecha abatido por los maoístas, otro de ultraizquierda que se ahogó en el Sena cuando huía de una carga policial y dos obreros de Sochaux contra los que disparó la policía)». (F. J. CONTRERAS, «Ambivalencia del 68, de Praga a París», Actuall.com, 14 mayo 2018 [https://www.actuall.com/criterio/democracia/ambivalencia-del-68-praga-paris/]).
23 La carencia de un programa fijo o definitivo era, precisamente, una seña de identidad del espíritu sesentayochista, caracterizado por el cuestionamiento permanente y la crítica infinita: «Ya Cohn-Bendit había afirmado que era preciso evitar los programas, pues podrían paralizar el torbellino. Sartre, en sus conversaciones con el jovencísimo líder, elogió precisamente esa táctica de llevar “la imaginación al poder”, la intransigencia de los jóvenes a los compromisos, su negativa a aceptar medidas que amansaran el rapto anárquico y su vigor libertario». (JOSEMARÍA CARABANTE (2018). Op. cit., p. 27).
24 Perdón por la autocita: «El periódico Hara-Kiri, precursor de Charlie Hebdo (con los mismos dibujantes, algunos muertos en el atentado de 2015: Cabu, Wolinski, Gébé, etc.) y órgano humorístico oficioso de la doctrina sesentayochista, se especializó en la caricatura del francés medio, representado como un ser iletrado e imbécil, ovinamente sometido al “sistema”, satisfecho con su pisito, su autocaravana y su mujercita que ya tiene lavadora y va a la peluquería: “les ploucs illettrés”, “la chienlit vacancière”, o simplemente “les cons”». (F. J. Contreras. «Mayo del 68, o el triunfo de los niñatos». Disidentia. com, 4 mayo 2018 [https://disidentia.com/mayo-del-68-o-el-triunfo-de-los-ninatos/]).
25 RICHARD VINEN (2018). Op. cit., p. 142.
26 J. P. le GOFF. Op. cit., p. 97.
27 Y añade: «El subjetivismo, la importancia concedida a la diferencia, la tendencia individualista, el recelo ante la verdad, hacia los criterios normativos o las jerarquías, constituyen parte del capital cultural y psicológico que ha dejado el 68 en las formas de vida vigentes» (JOSEMARÍA CARABANTE, (2018.) op. cit., p. 21).
28 «Los jóvenes sensatos de la Primavera de Praga fueron aplastados por los tanques; los niños malcriados de París, en cambio, triunfaron al inocular en la sociedad el virus de la revolución sexual, el rechazo de la familia, el culto al deseo y la execración de la tradición y del principio de autoridad. Los ejércitos de Breznev, sin embargo, solo consiguieron ganar tiempo. Veinte años después, el socialismo real colapsaba sin apenas resistencia. Derribado, no por los misiles de la OTAN, sino por los vaqueros Levis, las zapatillas Nike […] y las guitarras Stratocaster, como ha escrito Niall Ferguson. […] El sistema socialista podía sostenerle el pulso al capitalista en materia de carros de combate y producción siderúrgica, pero no en artículos de consumo. Dani el Rojo y los suyos, al proclamar el imperio del deseo, desataron una onda de choque que iba a acabar con los rojos de verdad» (F. J. CONTRERAS, «Ambivalencia del 68, de Praga a París»Actuall.com, 14 Mayo 2018). La Primavera de Praga no era en sentido estricto salida del comunismo, sino apuesta del Gobierno de Dubcek por el socialismo de rostro humano, con mayor espacio para las libertades. Cuando Gorbachov aborde un experimento similar a partir de 1985 en la URSS, los hechos mostrarán que el comunismo no era humanizable, sino solo destruible.
29 Testimonio citado por J. P. le GOFF. (1998). Op. cit., p. 272.
30 «Los Peter Pan del 68 parecen haber creído sinceramente que la escasez de los recursos y la necesidad de trabajar eran siniestras imposiciones capitalistas o expresión de la falta de imaginación de unos antepasados ignorantes. […] En 1973, Jacques Doillon estrena la película “Año 01”, basada en un cómic de Gébé, dibujante de Charlie Hebdo. El paraíso está al alcance de la mano, y basta sacudirse los prejuicios burgueses para alcanzarlo (“vamos a poder, vamos a poder, por fin vamos a poder…”, dice uno de los personajes, presintiendo a Obama y Pablo Iglesias)». La revolución ha triunfado: «Todos los lugares son declarados públicos. Los franceses podrán circular libremente por todas partes y hacer uso de todo». El trabajo es reducido a un 10% del exigido en la era capitalista: «Les digo a todos los esclavos de una producción superflua en su 90%: ¡parad ya! Nos relevaremos para hacer el 10% restante. Así dejaremos de envenenar el planeta. Y además, por fin tendremos tiempo para la curiosidad, para la reflexión, para el deleite y el deseo, para preguntarse lo que es realmente importante y lograrlo entre todos». (F. J. CONTRERAS. «Peter Pan en la Sorbona», Disidentia.com, 3 junio 2018 [https://disidentia.com/la-inmadurez-de-1968-peter-pan-en-la-sorbona/]).
31 LUC WILLETTE. Longo Maï: Vingt ans d’utopie communautaire (citado por J. P. le GOFF. (1998). Op. cit., p. 273.
32 Citado en J. P. Le GOFF, op.cit., p. 277.
33 «La famille, c’est porno», Tout!, n.º 14, Junio 1971 (citado en J. P. le GOFF. (1998). Op. cit., p. 278).
34 «En 1970 surge el topless en las playas de Saint-Tropez: “Sea, sex, and sun”, canta Serge Gainsbourg. En 1971 es creado el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria. […] En 1975, la Seguridad Social ofrece anticonceptivos gratuitos a las menores de edad. […] Aparecerá después [1977] un manifiesto que reclama la despenalización de las relaciones sexuales con los menores; el texto es firmado por Louis Althusser, Roland Barthes, Simone de Beauvoir, Jacques Derrida, Jean-Paul Sartre […]. El 5 de abril de 1971 explota una bomba en el cielo de las ideas. En el Nouvel Observateur, 343 firmas desafían al escándalo: “Declaro haber abortado. […] Reclamamos el aborto libre”. […] [Entre las firmantes figuran] Simone de Beauvoir, Catherine Deneuve, Marguerite Duras, Ariane Mnouchkine, Jeanne Moreau, Françoise Sagan […]. El 17 de enero de 1975, la ley [del aborto] presentada por Simone Veil es aprobada por la Asamblea Nacional, contra la mayoría política del momento, con los votos de los diputados de la izquierda. […] [En definitiva] En los años setenta la sociedad digiere el legado de 1968. Transgresión de los límites y de las jerarquías, debilitamiento de la autoridad, rechazo de las tradiciones, relativismo moral: las referencias, comportamientos y actitudes introducidas por Mayo, erigidas ya en normas, se institucionalizan». (JEAN SÉVILLIA (2004). «Il est interdit d’interdire». En Le terrorisme intellectuel. Perrin, París, pp. 91-98).
35 «Le steak d’un révolutionnaire est aussi long à cuire que celui d’un bourgeois». (citado por J. P. le GOFF. (1998). Op. cit., p. 299).
36 Folleto citado por Hervé Hamon. Patrick Rotman. (1988). Génération: Les années de poudre. Seuil, París, p. 223.
37 En algunos casos, la militancia feminista es vivida como sucedáneo de una vida personal fracasada: «Me he deshecho de mi novio, ya no vivo más que para el Movimiento desde que conocí el MLF [Mouvement de Libération de la Femme]. Estoy angustiada porque, si el grupo se deshace, no me quedará nada», relata una activista a Naty García Guadilla (citado por le Goff. (1998). Op. cit., p. 314).
38 «Le torchon brûle». L’Idiot liberté, n.º 1, diciembre 1970; Anne Leclerc. (1974). Parole de femme. Grasset, París, p. 19 (ambos citados en J. P. Le GOFF, op. cit., p. 321).
39 El empleo del sacaleches hace que la mujer recién parida se parezca «a una oveja del Larzac». Las flores y regalos ofrecidos a la parturienta significan: «¡Ha cumplido usted bien su papel de gallina ponedora! ¡La patria y la familia le felicitan!» (Les Chimères. (1975). Maternité esclave. Union Génerale d’Editions, París, p. 154).
40 ELENA GIANINI BELOTTI (1973). Du côté des petites filles. Des Femmes, París.
41 «Detrás de los estudiantes se encontraba una élite cultural, una intelligentsia universitaria que, desde bastante tiempo atrás, había comenzado a emplear las cátedras para transmitir el radicalismo que los jóvenes adoptarían». (Josemaría Carabante, (2018), op. cit., p. 21).
42 FRANÇOIS FURET (1996). El pasado de una ilusión: Ensayo sobre la idea comunista en el siglo XX. Fondo de Cultura Económica, México, p. 13.
43 «El “informe secreto” de febrero de 1956 trastorna de un solo golpe, en cuando se da a conocer, la posición de la idea comunista en el universo. La voz que denuncia los crímenes de Stalin ya no proviene de Occidente, sino de Moscú, y lo que es más, del sanctasanctórum de Moscú, el Kremlin. Ya no es la voz de un comunista que ha roto con su bando, sino la del primero de los comunistas del mundo, la del jefe del Partido de la Unión Soviética. […] Por ello esa voz adquiere una fuerza universal, tanto entre comunistas como entre no comunistas». (F. FURET (1996). Op. cit., p. 509).
44 «En 1968, el mundo parecía más izquierdista que nunca y fue más izquierdista de lo que sería ya en el futuro. Pero este izquierdismo era el de la Nueva Izquierda: presentaba, o acabó presentando, la revolución como un juego. La clase “redentora” no se encontraba ya en las minas y en las fábricas; se encontraba en las bibliotecas y en las aulas universitarias». (MARTIN AMIS (2004). Koba el Temible: La risa y los Veinte Millones. Anagrama, Barcelona, p. 20).
45 «Such a philosophy is extremely useful to the intellectual […] and it is the natural philosophy of student revolution». (ROGER SCRUTON (2015). Fools, Frauds, and Firebrands: Thinkers of the New Left. Bloomsbury, Londres, p. 205).
46 Ibídem. p. 208.
47 «Freud […] no se sintió llamado a formular terapias generales revolucionarias, pues consideraba insuperables los males e insuficientes todas las terapias». (JOSÉ TABERNER; CATALINA ROJAS (1985). Marcuse, Fromm, Reich: El freudomarxismo. Cincel, Madrid, p. 133).
48 SIGMUND FREUD (2004). El malestar en la cultura y otros ensayos. Alianza, Madrid, p. 30.
49 Ibídem. Op. cit., p. 33. De la misma forma, el alargamiento de la esperanza media de vida conseguido por la medicina moderna no es sinónimo de más felicidad: «¿De qué nos sirve una larga vida, si es tan miserable, tan pobre en alegrías y rica en sufrimientos […]?». (S. FREUD (2004). Op. cit., p. 34).
50 S. FREUD (2004). Op. cit., p. 28.
51 Ibídem, p. 43.
52 Citado en DAVID A. NOEBEL (1982). The Legacy of John Lennon: Charming or Harming a Generation? Thomas Nelson, Nashville (Tenn.), p. 53.
53 SIGMUND FREUD (2004). Op. cit., p. 49. La argumentación de Freud tiene, además, un matiz hoy muy políticamente incorrecto, pues da por supuesto que el sexo culturalmente creativo es el masculino, y que la mujer, en cambio, es una rémora que ancla al hombre en el instinto: «La obra cultural […] se convierte cada vez más en tarea masculina, imponiendo a los hombres dificultades crecientes y obligándoles a sublimar sus instintos, sublimación para la que las mujeres están escasamente dotadas. […] [Se hace necesaria] una adecuada distribución de la libido. La parte que [el hombre] consume para fines culturales la sustrae, sobre todo, a la mujer y a la vida sexual». (op. cit., p. 48).
54 WILHELM REICH (1972). La psychologie de masse du fascisme. Petite Bibliothéque Payot, París, p. 108.
55 «Así como Marx criminalizó a la clase capitalista, la Escuela de Fráncfort criminaliza a la clase media» (PAT BUCHANAN (2002). Op. cit., p. 81).
56 «Para despertar el interés de los niños por los asuntos sociales debemos apelar a su curiosidad sexual positiva y a su sed de conocimientos. […] Así conseguiremos su adhesión masiva en todos los países, los inmunizaremos contra las influencias reaccionarias y los vincularemos sólidamente al movimiento de liberación revolucionaria» (W. REICH. Op. cit., p. 180).
57 «Bajo el impacto de la Teoría Crítica, muchos de los miembros de la generación de los 60, la más privilegiada de la historia, se convencieron de que estaban viviendo en un infierno insoportable» (PAT BUCHANAN (2002) op. cit., p. 81).
58 HERBERT MARCUSE (1994). El hombre unidimensional: Ensayo sobre la ideología de la sociedad industrial avanzada [1964]. Ariel, Barcelona, p. 24.
59 «Falsas [son] aquellas [necesidades] que intereses sociales particulares imponen al individuo para su represión: las necesidades que perpetúan el esfuerzo, la agresividad, la miseria y la injusticia. Su satisfacción puede ser de lo más grata para el individuo, pero esta felicidad no es una condición que deba ser mantenida y protegida […]». Ibídem, p. 35.
60 H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 38.
61 «Mientras se les mantenga en la incapacidad de ser autónomos, mientras sean adoctrinados y manipulados (hasta en sus mismos instintos), su respuesta a esta pregunta [¿cuáles son mis verdaderas necesidades?] no puede considerarse propia de ellos». (H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 36).
62 Esto «refleja el elitismo de los maestros de la sospecha, en la medida en que únicamente el intelectual comprometido, el visionario o terapeuta, es quien se halla inmune y a salvo de la tentación totalitaria, y el que muestra arrestos suficientes para resistir a las fraudulentas gratificaciones del capitalismo» (Josemaría Carabante. (2018). Op. cit., pp. 52-53).
63 H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 35.
64 H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 32.
65 H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 34.
66 «Si el trabajador y su jefe se divierten con el mismo programa de TV y visitan los mismos lugares de recreo; si la mecanógrafa se viste tan elegantemente como la hija de su jefe; si el negro tiene un Cadillac […], esta asimilación indica, no la desaparición de las clases, sino la medida en que las necesidades y satisfacciones que sirven para la preservación del sistema establecido son compartidas por la población subyacente». (H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 38).
67 H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 32. «La completa automatización en el reino de la necesidad abrirá la dimensión del tiempo libre, como aquel en el que la existencia privada y social del hombre se constituirá a sí misma». (p. 67).
68 H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 37.
69 «El dominio de tal realidad unidimensional no significa que reine el materialismo y que desaparezcan las preocupaciones espirituales y metafísicas. Por el contrario, hay mucho de “oremos juntos esta semana” […]. Pero estos modos de protesta y trascendencia ya no son contradictorios del statu quo, ni tampoco negativos. Son más bien la parte ceremonial del behaviorismo práctico, su inocua negación, y el statu quo los digiere prontamente como parte de su saludable dieta». (H. Marcuse, op. cit., p. 44). En un sentido similar: «[Mi propuesta de una sociedad alternativa] no implica el resurgimiento de “valores” espirituales o de otro tipo que deberán suplementar la transformación científica y tecnológica del hombre y la naturaleza» (MARCUSE (1994). Op. cit., p. 260).
70 En la última página de El hombre unidimensional, Marcuse parece reconocer que no tiene alternativa, y que la teoría crítica se queda en la negación pura: «La teoría crítica de la sociedad no posee conceptos que puedan tender un puente sobre el abismo entre el presente y su futuro: sin sostener ninguna promesa, ni tener ningún éxito, sigue siendo negativa. Así, quiere permanecer leal a aquellos que, sin esperanza, han dado y dan su vida al Gran Rechazo». (H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 286). Como el Mefistófeles de Fausto, la izquierda es «el espíritu que siempre niega». Lo malo es cuando algunos, como Pol Pot en Camboya, se toman en serio la destrucción social total.
71 H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 50.
72 H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 12.
73 H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 10. “Los trabajadores ya no aparecen como la contradicción viviente para la sociedad establecida», (p. 62).
74 H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 61.
75 H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 9.
76 H. MARCUSE (1994). Op. cit., p. 285.
77 «En algunos aspectos, el movimiento de los derechos civiles fue un movimiento conservador. Tenía objetivos claramente definidos. Sus militantes se preocupaban por instituciones concretas: escuelas, tribunales de justicia, el censo electoral». (RICHARD VINEN (2018). Op. cit., p. 80). Esta concreción y aceptación del marco institucional contrastan con la radicalidad gaseosa del sesentayochismo, que ya no pedirá reformas en instituciones determinadas, sino que rechazará el sistema en su totalidad.
78 El prólogo de Sartre —muy leído también por los jóvenes del 68— lanza un mensaje resumible en «venid y matadnos, que nos lo merecemos». Sartre parte de una interpretación distorsionada de la colonización europea del resto del mundo como puro expolio y masacre, olvidando que los españoles sacaron a los aztecas de los sacrificios humanos, los ingleses a los hindúes de la quema ritual de viudas (sati) y los franceses aportaron a los vietnamitas un alfabeto anamita mucho más funcional. Como Marcuse, Sartre se extasía con la violencia de africanos y asiáticos contra los blancos (que sea en el Vietnam o la Argelia franceses o en la Kenia británica asolada por el Mau Mau): «No os engañéis: son hombres gracias a esa ira loca, a esa bilis y esa vesania, a esa contractura permanente de los músculos poderosos que temen descargarse. […] El torrente de la violencia derriba todas las barreras. En Argelia, en Angola, se masacra a los europeos a plena luz del día. Es el momento del retorno del bumerán, el tercer tiempo de la violencia, que se vuelve contra nosotros, que nos golpea, sin que, como las otras veces, entendamos que es nuestro propio bumerán […]. Fanon muestra perfectamente que esta violencia irreprimible no es una tempestad absurda, ni siquiera es mero resentimiento: es el hombre mismo recomponiéndose. […] Cuando estalla su rabia, el descolonizado reencuentra su transparencia perdida […]. Desde lejos, su guerra nos parece el triunfo de la barbarie, pero en realidad está operando la emancipación progresiva del combatiente y liquidando, en él y fuera de él, las tinieblas coloniales. […] Con el último colono matado, reembarcado o asimilado, la especie minoritaria desaparece, dejando paso a la fraternidad socialista […]. Todo hombre, en Francia, es cómplice, ya que todos nos hemos beneficiado de la explotación colonial […]. Como los otros se hacen hombres contra nosotros, resulta que somos los enemigos del género humano; la élite revela su verdadera naturaleza: una banda de forajidos. Nuestros queridos valores pierden sus alas; vistos de cerca, no encontraremos ninguno que no esté manchado de sangre». (JEAN-PAUL SARTRE (2004). «Préface», En FRANTZ FANON, Les damnés de la terre [1961]. La Découverte, París.).
79 «Es después del fracaso de la Comuna estudiantil de Mayo que estos autores van a ver crecer su audiencia en el entorno universitario» (JACQUES BAYNAC et al. (1998). Op. cit., p. 80).
80 JOSEMARÍA CARABANTE (2018). Op. cit., p. 82.
81 Como señala Roger Scruton, cuando se ve en toda institución una estructura de dominación, el trabajo de liberación implica el arrasamiento de la sociedad civil: «[La nueva izquierda] significa emancipación de las “estructuras”: de las instituciones, costumbres y convenciones que configuraron el orden “burgués” y que establecieron un sistema compartido de normas y valores en el corazón de la sociedad occidental. […] Gran parte de su literatura está dedicada a deconstruir instituciones como la familia, la escuela, el Derecho y el Estado-nación. […] Esta literatura, de la que los escritos de Foucault son la expresión más fértil, representa como “estructuras de dominación” lo que otros ven simplemente como instrumentos del orden civil». (R. SCRUTON (2015). Op. cit., p. 3). La diferencia principal entre izquierda y derecha, afirma Scruton, estriba en que la primera ve conflicto y dominación allí donde la segunda ve instituciones civiles que, precisamente, evitan el conflicto y el imperio de la fuerza: «Al ver la sociedad en términos de [conflictos de] clases, [la izquierda] está programada para encontrar antagonismo en el corazón de todas las instituciones a través de las cuales la gente ha intentado, precisamente, limitar el antagonismo. Nación, ley, fe, tradición, soberanía: estas ideas denotan las cosas que nos unen. Intentamos articular en términos de esas ideas el estar-juntos [togetherness] fundamental que mitiga las rivalidades sociales». (R. SCRUTON (2015). Op. cit., p. 27).
82 «La Ilustración, que pretendía emancipar a los hombres, se habría tornado en su contrario: el universalismo habría engendrado el etnocentrismo o el eurocentrismo, y el racionalismo habría conducido a la irracionalidad absoluta de un mundo enteramente dominado por esa razón irracional que es la razón instrumental o técnica». (LUC FERRY; ALAIN RENAUT (1988). La pensée 68: Essai sur l’anti-humanisme contemporain. Gallimard, París, p. 16). Como es sabido, estas ideas sobre fracaso de la Ilustración y crítica de la razón instrumental habían sido expuestas por los francfortianos Horkheimer y Adorno en su Dialéctica de la Ilustración (1944).
83 «Para Foucault, el saber es discurso, un objeto del que se puede hacer la “arqueología”, encontrar el “espacio de orden” en el cual se inscribe y al cual obedece inconscientemente. El hombre ya no puede considerarse como un sujeto soberano que pretendería que esos saberes nazcan de él. […] El desarrollo de las ciencias humanas marca [según Foucault] […] la “muerte del hombre”. […] El inconsciente, según Lacan, estaría también “estructurado como un lenguaje”. “El lenguaje habla” a través del sujeto […]. El análisis marxista de la economía ¿no es también una ciencia que saca a la luz, a través de las relaciones de producción, una estructura específica en la que se insertan los agentes y los objetos, formando como un “teatro sin autor”? […] ¿El hombre, por tanto, no sería más que un peón en una lógica cuyas reglas no conoce, o una “figura del saber” en un “fondo de pensamiento anónimo”?». (JEAN-PIERRE LE GOFF (1998). Op. cit., pp. 29-30). «De la proclamación foucauldiana de “la muerte del hombre” con la que se cierra Las palabras y las cosas hasta la afirmación lacaniana del carácter radicalmente anti-humanista del psicoanálisis […] se afirma la misma convicción: la autonomía del sujeto es una ilusión». (LUC FERRY; ALAIN RENAUT (1998). Op. cit., p. 29).
84 «Al reputar toda norma, todo encauzamiento racional, todo significado, como opresor y desencadenante de patologías, se disipan los puntales de referencias que permiten al hombre descubrir el significado de la realidad y guiarse por él […], y el sujeto queda abandonado al albur de sus caóticos deseos, forzado a vagar sin criterio». (Josemaría Carabante (2018). Op. cit., p. 49). El plus que añaden los posestructuralistas es que esos caóticos deseos ni siquiera son realmente suyos, pues el sujeto no existe.
85 «Un lenguaje nuevo y hermético, en el que no puede plantearse ninguna pregunta, ni ofrecerse ninguna respuesta, si no es términos que resultan apenas inteligibles a cualquiera que no haya renunciado a su capacidad de pensar fuera de ellos. […] Una neolengua que pone el poder en el lugar previamente ocupado por la verdad». (R. SCRUTON (2015). Op. cit., p. 160). «Althusser fue entusiásticamente apoyado por sus contemporáneos parisinos, que estaban entonces ensamblando una máquina del sinsentido que pudiera eliminar la posibilidad de argumentación racional». (Op. cit., p. 174).
86 Este paroxismo queda ilustrado por la comparación entre Freud y Lacan. Aunque Freud haya revelado el mar oscuro del subconsciente, su perspectiva sigue siendo racionalista, en el sentido de que intenta proporcionar explicaciones racionales del funcionamiento del subconsciente. Y el psicoanálisis consiste precisamente en traer a la conciencia traumas que han sido relegados a lo inconsciente: iluminar con la luz de la razón el sótano oscuro de nuestra psique. La interpretación lacaniana del psicoanálisis conduce, en cambio, a la primacía de lo inconsciente sobre lo consciente.
87 «Toda exigencia de un discurso regido por las simples exigencias del principio de identidad y el de no contradicción denota decididamente [para los pensadores del 68] una ingenuidad casi provinciana. […] [El suyo es] un discurso que se resiste a la prueba de la elucidación (el gusto de la transparencia resulta, por definición, sospechoso). […] Los filósofos del 68 alcanzaron su mayor éxito haciendo creer a sus lectores y oyentes que la ininteligibilidad era signo de grandeza […]» (LUC FERRY; ALAIN RENAUT, La pensée 68, cit., pp. 52-53).
88 «El pensamiento 68 es el resultado de una utilización, según combinaciones más o menos complejas, de temas y tesis tomados prestados de filósofos alemanes, a saber, en lo esencial, Marx, Nietzsche, Freud y Heidegger. […] Los temas que le toma a la filosofía alemana, el pensamiento francés parece radicalizarlos, y de tal radicalización parece haber nacido su anti-humanismo» (L. FERRY; A. RENAUT, La pensée 68, cit., p. 60).
89 Por cierto, el propio Althusser trazó una comparación entre la inspiración anti-humanista del psicoanálisis y la del materialismo histórico: mientras aquel ponía en cuestión la noción de sujeto autónomo y de la conciencia transparente a sí misma, este concibe la Historia como un proceso sin sujeto: vid. LOUIS ALTHUSSER, «Freud et Lacan» [1965], en Écrits sur la psychanalyse, Stock/IMEC, París, 1993, p. 47.
90 «No puede conocerse algo sobre los hombres más que a condición de reducir a cenizas el mito filosófico (teórico) del hombre. Por tanto, todo pensamiento que se reclame de Marx para restaurar de una manera u otra una antropología o un humanismo teóricos no sería más que ceniza teórica». (LOUIS ALTHUSSER (1965). Pour Marx. Maspero, París, p. 236).
91 LOUIS ALTHUSSER (1982). «Sur le rapport de Marx et de Hegel». En Lénine et la philosophie [1968]. Maspero, París, p. 84.
92 MICHEL FOUCAULT. Nietzsche, Freud, Marx, p. 189.
93 «[Para Althusser] las marcas de la “ideología dominante” y la “opresión de clase” están por todas partes. Los individuos están controlados y sometidos, bien por el método “directo” del fascismo, bien por el método “indirecto” de la democracia parlamentaria (o, mejor dicho, “democracia”)» (R. SCRUTON. Fools, Frauds…, cit., p. 172).
94 LOUIS ALTHUSSER (1998). Op. cit., p. 46.
95 MICHEL FOUCAULT (1971). Las palabras y las cosas: una arqueología de las ciencias humanas. Siglo XXI México, pp. 373-375.
96 «El parentesco con la ideología anti-normativista de 1968 es sorprendente: en ambos casos, parece considerarse evidente que bastaría con abolir las normas para disolver los problemas que esas normas han creado» (L. FERRY; A. RENAUT (1998). Op. cit., p. 138).
97 «Todo está organizado para que el loco se reconozca en un mundo que le juzga y le rodea por todas partes; debe saberse vigilado, juzgado y condenado; de la falta al castigo, el vínculo debe ser evidente, como una culpabilidad reconocida por todos». (MICHEL FOUCAULT (1970). Histoire de la folie à l’age classique. Union Genérale d’Édition, París, p. 278).
98 Para poder asociar la represión de los enfermos mentales con el racionalismo y el capitalismo, Foucault tiene que embellecer una Edad Media que supuestamente habría respetado la otredad del loco: «Su odio contra el orden existente convertía a Foucault involuntariamente en un ultraconservador contrariado, porque de sus enfoques se derivaba que en la Edad Media sus protegidos marginales vivían mucho mejor». (Agustín Laje; Nicolás Márquez (2016). El libro negro de la nueva izquierda. Unión Editorial, Madrid, p. 177).
99 MICHEL FOUCAULT (1970), op.cit. p. 79.
100 «¿Quién podría negar que el aislamiento, observación y tratamiento selectivo [de los pacientes] permitió una mejor comprensión de las enfermedades? ¡Pero qué verdad más simple, y qué hecho más inocente! No puede ser: debe ser desenmascarado como un aspecto más de la ubicua conspiración burguesa. […] [Caracteriza a Foucault] la misma suspicacia respecto a todas las decencias humanas que habita las páginas de El ser y la nada [de Sartre]. Nos dice que no nos dejemos engañar, que no creamos que nada se emprende o se consigue si no es en interés del poder». (R. SCRUTON (2015). Op. cit. p. 105).
101 MICHEL FOUCAULT. Surveiller et punir (citado por R. SCRUTON (2015). Op. cit. p. 107).
102 PIERRE BOURDIEU; JEAN-CLAUDE PASSERON. La Reproduction, p. 253.
103 «A los sociólogos de la educación no suele interesarles el rendimiento escolar; más bien, se concentran en el estudio de los alumnos como miembros de una u otra clase social. Prefieren no hablar de malas costumbres en relación al alumno, sino de injusticia social, y normalmente suelen absolver al alumno de toda responsabilidad si obtiene malos resultados». (INGER ENKVIST (2009). «La influencia de la nueva pedagogía en la educación: El ejemplo de Suecia»).
104 Con el pretexto de que «los conocimientos poseen menos importancia hoy que antes a causa de la velocidad con que cambian las cosas», el alumno debe, por tanto, «aprender técnicas para manejar un ordenador, encontrar información y presentarla», «aprender a aprender». No importa el producto, sino solo el proceso. El método usurpa el lugar de los saberes. Cf. INGER ENKVIST (2010). La educación en peligro, Eunsa, Pamplona.
105 Perdón por la autocita: «El ataque sistemático a todo lo que implique selección y excelencia académicas —sea en la enseñanza media (la malhadada LOGSE), sea en la superior— supone quizás la peor traición de la izquierda contemporánea a sus esencias originarias. El sistema de oposiciones públicas representó en su momento una conquista progresista: la selección por la cuna o la clase social era desplazada por la selección meritocrática; la jerarquía intelectual prevalecía sobre la socio-económica. En cuanto tal, era mirado con sospecha por los pudientes; en 1873, el filósofo Charles Renouvier defendió el sistema de concursos frente a “esos burgueses, poco amigos de una igualdad de oportunidades que elevaría a los obreros a su propio nivel”. La izquierda actual, desnortada, parece empeñada en demoler sus más limpias conquistas de antaño. Su referencia intelectual ya no es Renouvier, sino Pierre Bourdieu, que considera que las oposiciones —y, en general, los mecanismos meritocráticos— no son sino tapaderas ideológicas de la “reproducción” del orden social (según él, la jerarquía meritocrática se limita a replicar la estratificación económica: las oposiciones existen para que las ganen los ricos). Bourdieu desprecia toneladas de estadísticas que muestran que —mientras fueron exigentes y selectivas (es decir, mientras la izquierda no las devastó con leyes como la LOGSE o la LRU)— la escuela y la universidad públicas funcionaron como eficaces “ascensores sociales”. La izquierda ya no cree en el mérito: es su mayor tragedia». (F. J. Contreras (2007). «Golpe a la universidad». Diario de Sevilla).
106 Jean-François Revel (2000). La grande parade: Essai sur la survie de l’utopie socialiste. Plon, París, pp. 298-299.
107 «La influencia cultural del 68 fue permeando poco a poco, de un modo paulatino, a medida que la generación rebelde del baby boom y su individualismo ideológico reemplazaba los valores de la generación anterior». (Josemaría Carabante (2018). Op. cit., p. 34). «Las ideas de Mayo impregnan a toda la sociedad, sin que esta parezca darse cuenta. Hay una herencia inconsciente que atraviesa las generaciones e incluso las familias políticas».(Jacques Baynac et al. (1998). Op. cit., p. 82).
108 Así lo reconoce el marxista Eric Hobsbawm: «¿Y si la “gran cosa” que iba a hacer el 68 no fuera el derribo del capitalismo, […] sino precisamente la destrucción de las pautas tradicionales de relación entre la gente y de comportamiento personal dentro de la sociedad existente?». (Eric Hobsbawm (2001). Interesting Times: A Twentieth Century Life. Pantheon Books, Nueva York, p. 251).
109 J. P. le Goff (1998). Op. cit., p. 318.
110 «Qué error el haber pregonado precipitadamente el fin de la sociedad de consumo, cuando está claro que el proceso de personalización no deja de ensanchar sus fronteras. […] Estamos destinados a consumir, aunque sea de manera distinta, cada vez más objetos e informaciones, deportes y viajes, formación y relaciones, música y cuidados médicos. Eso es la sociedad posmoderna: no el más allá del consumo, sino su apoteosis». (GILLES LIPOVETSKY (1987). La era del vacío: Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Anagrama, Barcelona, p. 10).
111 RÉGIS DEBRAY (1978). Modeste contribution aux cérémonies officielles du dixième anniversaire. Maspero. París.
112 Ibídem p. 41.
113 DANIEL BELL (2006). Las contradicciones culturales del capitalismo [1977]. Alianza, Madrid, pp. 77-78.
114 Perdón por la autocita: «Los individuos y las familias se endeudan porque han perdido la capacidad de aplazamiento de la gratificación; no solo eso: también exigen a sus gobernantes que se endeuden hasta el infinito, para seguir percibiendo las “prestaciones sociales” a las que dicen tener derecho. Resulta elocuente la indignación con que la mayor parte de la ciudadanía europea ha acogido los tímidos recortes —muy inferiores a los que serían necesarios— del gasto público. Una sociedad que ha abandonado las virtudes tradicionales exige a sus gobernantes que las abandonen también; ciudadanos que ya no son capaces de fundar y administrar un hogar elegirán a políticos que no sabrán gestionar la Hacienda» (F. J. CONTRERAS (2018). «Una defensa del liberalismo conservador», en La fragilidad de la libertad: Cómo se desgastan los fundamentos de la sociedad abierta. Homo Legens, Madrid,p. 320).
115 «Los protagonistas [de Mayo del 68] tenían por objetivo la esfera pública, [pero] privatizaron la existencia; criticaban el deseo de consumo, [pero] han desarrollado y consolidado el proceso de consumo, etc. En definitiva, han hecho historia, pero no la que ellos pensaban» (L. Ferry, A. Renaut, La pensée 68, cit., p. 100).
116 GILLES LIPOVETSKY (1987). Op. cit., pp. 6-7.
117 «El individualismo sufre un aggiornamento que llamamos aquí […] narcisista: el narcisismo, consecuencia y manifestación miniaturizada del proceso de personalización, símbolo del paso del individualismo “limitado” al individualismo “total”, símbolo de la segunda revolución individualista». (G. Lipovetsky (1987). La era del vacío. Op. cit., p. 12).
118 G. LIPOVETSKY (1987). Op. cit., p. 8.
119 G. LIPOVETSKY (1987). Op. cit., p. 51.
120 G. LIPOVETSKY (1987). Op. cit., p. 9.
121 G. LIPOVETSKY (1987). Op. cit., p. 42.
122 G. LIPOVETSKY (1987). Op. cit., p. 51.
123 G. LIPOVETSKY (1987). Op. cit., p. 36.
124 G. LIPOVETSKY. Op. cit., p. 38.
125 «Occidente se está muriendo. Sus naciones han dejado de reproducirse; sus poblaciones han dejado de crecer, y empiezan a reducirse. Desde la Peste Negra del siglo XIV, que se llevó a un tercio de la población, no se enfrentaba la supervivencia de Occidente a una amenaza de este calibre. Hoy, en 17 países europeos, hay más entierros que nacimientos, más ataúdes que cunas. [...] "Si tuviera un niño", dijo Jane, una alta ejecutiva, "no podría hacer la mitad de las cosas a las que estoy acostumbrada. Cada sábado, a las 10.30 de la mñaana, todavía en la cama, mi marido y yo nos miramos y decimos: gracias a Dios que no tenemos un mocoso que nos estaría incordiando desde las 5". […] La cultura popular, en su jerarquía de valores, pone las alegrías del sexo muy por encima de las de la maternidad. Las revistas femeninas [tipo "Cosmopolitan"], las series de TV, las novelas románticas, etc. celebran todas ellas a la mujer profesionalmente brillante, sexualmente liberada y soltera. [...] ¿Cuántas series o reality shows de la TV celebran la maternidad? [...] "El matrimonio", escribe Andrea Dworkin, "es una institución que se desarrolló a partir de la práctica de la violación" [o sea, es violación institucionalizada]. [...] La conclusión lógica que se sigue es que "la familia nuclear debe ser destruida", como dijo la feminista Linda Gordon. [...] "El matrimonio ha existido para beneficio de los hombres: ha sido un método legalmente sancionado de control sobre las mujeres. [...] El fin de la institución del matrimonio es una condición necesaria para la liberación de las mujeres", escribieron en 1973 Nancy Lehmann y Helen Sullinger [...]. "El colapso del matrimonio y de la fecundidad marital, dice el demógrafo belga Ron Lesthaeghe, se debe a un desplazamiento del sistema ideacional occidental desde los valores afirmados por el cristianismo —sacrificio, altruismo, sacralidad de los compromisos— hacia un individualismo secularizado centrado en el yo"». (PAT BUCHANAN (2002). Op. cit., pp. 8-9, 25-37, 42-48).
126 G. LIPOVETSKY (1987). Op. cit., p. 56.
127 Ya en 1983 constataba esto Lipovetsky (el síndrome no ha hecho sino agudizarse en la era de Internet): «La falta de atención de los alumnos, de la que todos los profesores se quejan hoy, no es más que una de las formas de esa nueva conciencia cool y desenvuelta, muy parecida a la conciencia telespectadora, captada por todo y nada, excitada e indiferente a la vez, sobresaturada de informaciones, conciencia opcional, diseminada, en las antípodas de la conciencia voluntaria, “intra-determinada”» (G. LIPOVETSKY (1987). Op. cit., p. 57).
128 JACQUES BAYNAC et al. (1998). Op. cit., p. 94.
129 L. FERRY; A. RENAUT. Op. cit., p. 122.
130 «[El liberalismo cree] que cada votante, cliente y espectador debería usar su libre albedrío para crear sentido, no solo para su vida, sino para todo el universo. [Pero] Las ciencias de la vida socavan el liberalismo y aducen que el individuo libre es solo un cuento ficticio pergeñado por una asamblea de algoritmos bioquímicos. En cada momento, los mecanismos bioquímicos del cerebro dan lugar a un destello de experiencia, que desaparece de inmediato. Después aparecen y desaparecen más destellos, en rápida sucesión. Estas experiencias momentáneas no suman para dar una esencia duradera. […] Los humanos somos maestros de la disonancia cognitiva, y nos permitimos creer algo en el laboratorio y algo totalmente diferente en el tribunal o el Parlamento». (YUVAL NOAH HARARI (2017). Homo Deus: Breve historia del mañana. Debate, Madrid, pp. 216-217).
131 «El “yo” se ha convertido en el shiboleth definitorio de las aspiraciones espirituales más altas de la modernidad precisamente en el punto de la historia en que la mayoría de los filósofos y psicólogos niegan su misma existencia. Valoramos la autorrealización, el autodescubrimiento, la auto-expresión, la autenticidad (es decir, el actuar en consonancia con el “yo verdadero”) y la autonomía (actuar por razones internas, y no como resultado de influencias externas) precisamente cuando el concepto mismo de “yo interno” está fuertemente cuestionado». (JOHN LAWRENCE HILL (2016). After the Natural Law: How the Classical Worldview Supports Our Modern Moral and Political Values. Ignatius Press, San Francisco, p. 145).