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ОглавлениеPRÓLOGO por LAURA CANEDO
La presente edición me brinda la ocasión de trasmitirles algunas reflexiones que no pronuncié in situ por una buena razón: la participación que suscitó en el público nos hizo priorizar el tiempo para sus intervenciones. Fueron unas jornadas en las que constatamos con gran satisfacción la respuesta a nuestra convocatoria por parte de un público numeroso, hasta completar el aforo, de disciplinas diversas, entre el cual hubo numerosos jóvenes. Así se hizo evidente el interés que despierta el psicoanálisis al abordar los temas por los que se siente concernida la sociedad.
Un tema que, por otra parte, nunca ha dejado de estar presente en el psicoanálisis. De hecho, hablar de «Mujeres y discursos» fue una nueva manera de poner en juego la pregunta que Freud formuló: «¿Qué quiere la mujer?», y que aún hoy tiene toda su vigencia en tanto enigma. Incluso el psicoanálisis, podríamos decir, inició su andadura a partir de los decires de las mujeres, justamente en el punto en el que estos no cuadraban en el discurso de la ciencia de su época, que tildaba a las mujeres de grandes simuladoras. Que Lacan pudiera avanzar ubicando del lado de la mujer un goce Otro, suplementario, extraño, enigmático…, más allá del fálico, fue una nueva invitación, dirigida especialmente a las mujeres, a que dieran cuenta de aquello de lo que se trata.
De esta manera, estas jornadas fueron una forma de responder a esta convocatoria desde el psicoanálisis, en una articulación que pusiera en juego y actualizara la doxa a partir de la clínica y de los movimientos sociales. Pero también invitando a participar y a compartir mesa a algunas mujeres de merecido reconocimiento por su amplia trayectoria en el mundo de la cultura. Lo cierto es que ellas respondieron con enorme gusto y amabilidad al ser convocadas a participar en un diálogo abierto con el psicoanálisis. A modo de una particular forma de laboratorio, podemos leer en esta publicación sus resultados, lo que en cada una suscitó la invitación a hablar a partir de una única consigna, un significante: la «dominación». De este intercambio podemos extraer algunas perlas, en las que lejos de todo dualismo S1-S2 los planteamientos distaron mucho de aquello que habitualmente se quiere encasillar como «feminismo».
Como la celebración tuvo lugar entre el primer y el segundo 8M, el tema escogido no fue ajeno a aprovechar la brecha abierta por el feminismo en los últimos tiempos. Un momento particular, en el que se aprecia en lo social un empuje de las mujeres a decir, incluso como fenómeno colectivo, en el que algunos movimientos toman peso mundial. Frente a ello, nuestra apuesta fue poner en juego los discursos en plural, lejos de todo empuje a la unificación. Así lo leemos al asistir a estos nuevos movimientos protagonizados por ellas, en los que sus luchas se dignifican y cobran fuerza hasta convertirse en un asunto ineludible de la política. Pero constatando que no es uno, sino movimientos que en ocasiones no vemos claro hacia dónde se dirigen, pero que tienen como factor común la relevancia de sus palabras, el hacer valer con mayor peso su decir. Una convocatoria a la que no podía faltar el psicoanálisis lacaniano, aportando a cielo abierto, en la ciudad, su orientación sobre lo que para él siempre ha sido una pregunta compleja y de interés.
Al avanzar Lacan sobre esta pregunta que Freud dejó abierta, tal y como lo leemos en su aforismo «La mujer no existe», así como también al reformularla dando toda su relevancia al goce, e incluso a un goce particular, la brecha sigue abierta. Y de ello se trató, de poner en juego esta pregunta, en un intento para responder de qué se trata en este goce que planteamos como más allá del fálico.
Invitadas a responder cada una desde su discurso, ya en la bienvenida a la ciudad Laia Ortiz hizo patente con su presencia y con sus palabras la importancia del movimiento global que comporta la mayor presencia de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad. También de su voluntad de instaurar cambios, entre los que destacó el cuestionamiento del pensamiento binario y la promoción de relecturas claves como elemento de transformación y de avance en todas las disciplinas, incluida la política, y de las que se espera una incidencia en las nuevas formas de construir nuestra civilización.
En esta línea, Oscar Ventura destacó la importancia de la presencia del psicoanálisis en la dialéctica de los temas cruciales y los impasses que nos atraviesan como civilización, advertidos como lo estamos de la inercia del discurso y de su aspiración a pretender clausurar el campo de la subjetividad bajo argumentos banales, científicos, evaluativos, económicos o segregativos. Pero también de la importancia de la presencia de la voz de las mujeres como factor fundamental de la política en la invención de nuevas formas de concebir lo democrático.
Nuestra mesa redonda fue una novedad en el formato. Y podrán leer en este volumen el interesante efecto que produjo que cada una, desde su disciplina, desde su historia, desde su producción, diera cuenta de lo que creyera conveniente a partir del término «dominación», por el que todas se sintieron concernidas.
Se trató de compartir un espacio de conversación de tres mujeres comprometidas con la militancia feminista y con el debate cultural y social de la época, con el discurso analítico.
Ya en la apertura, Rosa M. Calvet ubicó el lugar de la mujer en el inconsciente en tanto vacío, lo que comporta la invención, y, frente a ello, los discursos que pretenden reducirlas a un grupo.
Al tomar la palabra, nuestra primera invitada, Marie-Hélène Brousse, enmarcó la dominación con relación a los discursos, tal y como lo planteó Lacan, en el reverso entre el del amo y el del psicoanalista. Si por el lado del primero su función de dominio rige el funcionamiento del lazo social y de las instituciones humanas, en su reverso Brousse ubicó lo femenino, en el que no se trata del «todo». Al fin, independientemente del género, de lo que se trata, entonces, es de la posición de dominación. Y la pregunta que emerge es cómo hacer valer un discurso que no fuera de dominio, e incluso que fuera de no dominación, tal y como nos lo encontramos en el psicoanálisis, pero también en el arte.
Desde su disciplina, Laura Freixas tomó el testimonio de la poeta y traductora Concha de Marco a partir de sus memorias, en las que se presenta como esclava de su marido. Tras analizar posibles razones de su posición servil (educativas, sociales, culturales, religiosas, ideológicas, económicas, profesionales, sexuales), y al ser De Marco una mujer ambiciosa, al fin se desprendía de sus palabras una esclavitud voluntaria e incluso feliz, que hacía patente la tiranía del propio goce.
Por el contrario, en su presentación testimonial MERCÈ Managuerra dio cuenta de aquello que supuso para ella un choque de dos mundos radicalmente diferentes. Frente a una primera infancia, en la que aprendió a amar en la voz del padre el mundo de las palabras en la fuerza y el misterio de la poesía, la escolarización supuso la confrontación a un mundo oscuro y ajeno. De alguna forma, será este choque, aún, el vector de su trayectoria, en su lucha comprometida frente a la industria cultural regida por las leyes del mercado, que amenazan e incluso aniquilan el trabajo que pone en juego la subjetividad, la voz humana, las palabras.
Haciendo un recorrido por su propia obra, Ester Xargay hizo evidente su forma particular de aspiración a la libertad, a una libertad que permita ver que la realidad no es inamovible. «Utopía, libertad y lenguaje» son tres palabras que se articulan en su práctica poética y artística, a fin de cuestionar y subvertirlo todo; a fin de liberar al sujeto que uno mismo es, y acceder a un espacio utópico en una obra sin yo. De ello da cuenta su poema «Evasión»:
Y el alfabeto desbaratado, huyendo del orden establecido, delata que hemos roído el freno que clava el universo a la letra que nos ha tocado.
En cuanto a las dos conferencias que le siguieron, dictadas por Marie-Hélène Brousse, fue ya una apuesta la separación en dos ejes, madre y feminidad, con el vacío como lugar común y central. Bajo el título «El reverso de la madre», ubicó el deseo de la madre como lugar vacío de sentido en la metáfora paterna, en tanto enigmático, en tanto Otro al que es el niño quien atribuye un sentido. Pero a su vez, en la lógica de la sexuación, localizó las funciones maternas del lado del universal y del Todo, es decir, del llamado lado masculino, constatando que esta función se extiende actualmente más allá del conjunto del género femenino también al masculino, de lo cual da cuenta un «hombres-madre», un «todos madre».
En la segunda conferencia abordó el enigma del goce femenino a partir de una serie de casos, de cuyos decires extrajo una triangulación que da cuenta del lado no-todo de la lógica de la sexuación, es decir, más allá del goce fálico. El secreto, el ausentarse y el anonimato aparecen en tanto formas particulares de una condición de goce vinculada al silencio, al vacío de palabra, a modo de condición de satisfacción por fuera del discurso del amo, del funcionamiento en términos del todo, e incluso quizás en una búsqueda de salir del lenguaje.
En las conclusiones, Montserrat Puig tuvo a bien dar cuenta de que el tema sigue abierto, a partir de plantear algunas reflexiones y paradojas.
Los animados intercambios que hubo en las mesas y con el público dieron cuenta del enorme interés con que las intervenciones fueron escuchadas. Y los ágapes fueron una ocasión para los encuentros y para continuar la celebración.
El tema, por supuesto, sigue abierto.
Agradecimientos
Para concluir, quiero dar las gracias a mis compañeros de organización: Rosa M. Calvet y Jorge Sosa, así como también a todos aquellos que contribuyeron con su colaboración: Olga Dolz, Soledad Bertrán, Karina Piluso, Héctor García, Carla Rojo, Oriana Novau, Regina Menéndez, María Guardarucci, Trinidad Valente, Marta Cequiel, Alejandro Velázquez, Iolanda Ferreres, Lluïsa Andreu, Montserrat Colilles, Laura Jiménez, José Manuel Álvarez, Dolors Arasanz, Marta Berenguer, Carolina Salinas e Igor Muñiz.
También a los compañeros que hicieron posible esta edición: Luis Alba, Neus Carbonell, Julia Gutiérrez y Félix Rueda. Y a aquellos que contribuyeron y facilitaron la buena difusión: Claudio Borgoglio, Rosa Godínez, José Ramón Ubieto y Francesc Vilà. Una activa política de difusión permitió la presencia del psicoanálisis con relación al tema que nos convocaba más allá de la sala. En las redes, el Boletín Alpha con sus entregas, así como Facebook, Instagram y Twitter, permitieron difundir los contenidos que permanecen alojados en nuestra web. Los medios de prensa se hicieron eco de nuestra convocatoria (La Vanguardia, El Punt Avui, Ràdio 4-RNE).
Mis últimas palabras van dirigidas a nuestra querida colega Rosa María Calvet i Romaní, compañera en el consejo y en el patronato, que formó parte del equipo de organización junto con Jorge Sosa y conmigo. Acorde a su estilo decidido y resolutivo, fue una interlocutora permanente en el que fuera el último proyecto en el que participó, aportando de forma generosa su criterio, siempre orientado en su larga experiencia y, sobre todo, en la política del psicoanálisis. Se comprometió en la tarea con la entrega que la caracterizaba cuando se trataba de la causa analítica.
La presente edición, que debería haber contado con su participación, está marcada por la pérdida que supuso su fallecimiento al cabo de unos días, el pasado 26 de mayo, así como las conferencias lo estuvieron por su labor, su orientación y su participación atenta hasta el último detalle.