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Prólogo
“Me interesa el futuro porque pienso pasar allí el resto de mi vida”.
Charles Kettering (1876-1958)
Desde 1989 venimos estudiando la esperanza. En un primer momento procedimos a leer a los filósofos, teólogos y literatos que a lo largo de la historia expusieron sus ideas sobre el tema (ver cap. 2). Descubrimos el carácter anfibológico de la semántica elpídica (del griego, elpís = esperanza), que elaboraron las dos fuentes principales del pensamiento occidental, la tradición greco-latina y el pensamiento judeo-cristiano (ver cap. 1). Encontramos que esta última fuente proporciona los mejores contenidos para elaborar una psicología de la esperanza de base científica. A esos fines, recurrimos a la exégesis, a la hermenéutica y a estudiar la cosmovisión bíblica de la psicología para precisar los diferentes contenidos de la concepción bíblica de la esperanza (ver cap. 3)
A partir de allí, desarrollamos un constructo multidimensional, plurifacético y dialéctico que define la esperanza-desesperanza (E-D) y ocho dimensiones bipolares (ver cap. 4). En 1991, cuando inició sus clases la Universidad Adventista del Plata, organizamos las Jornadas de Integración Psicológica bajo el tema Psicología de la Esperanza. La Universidad se convirtió en pionera en el ámbito universitario en la Argentina en abordar la esperanza en la psicología. En esa ocasión, publicamos el libro Psicología de la esperanza. Un enfoque cristiano de la salud y la historia (Pereyra, 1991), nuestra primera publicación sobre el tema.
El siguiente paso fue operacionalizar el constructo para elaborar un instrumento de evaluación. Entonces construimos el Test de Esperanza-Desesperanza, (TED). Luego se procedió a validar el instrumento y a determinar su confiabilidad; este demostró tener muy buenas virtudes psicométricas. Realizamos cinco investigaciones con ese instrumento que expusimos en la tesis doctoral que presentamos en la Universidad Católica de Córdoba, la cual se tituló La esperanza-desesperanza como variable diagnóstica y predictiva del proceso salud-enfermedad (Pereyra, 1995).
Un área predilecta de aplicación de la esperanza fue la clínica. Trabajar como psicólogo en el Servicio de Bienestar Mental del Sanatorio Adventista del Plata, con un equipo interdisciplinario, posibilitó desarrollar, evaluar y discutir técnicas de intervención. Los resultados de esa tarea realizada durante varios años posibilitó publicar el libro Psicología de la Esperanza, con aplicaciones a la práctica clínica (Pereyra, 1997). Posteriormente, en ocasión de dictar un seminario en la Universidad Peruana Unión, en Lima, sobre la psicología positiva, publicamos otro libro: Terapia de la esperanza. Cómo abrir los horizontes del futuro (Pereyra, 2006; 2011). En ambas obras, propusimos un modelo clínico, metateórico e integrativo de psicoterapia (1997; 2006), con un marco teórico coherente, una estrategia básica y diversas técnicas de intervención clínica, efectivas y prácticas (ver cap. 6). Además, la esperanza debería ser una actitud distintiva de la personalidad de todo buen terapeuta, para poder promover la resiliencia y el bienestar de sus clientes o pacientes. Las investigaciones sobre la eficacia de la psicoterapia han encontrado que el terapeuta tiene mayor gravitación en los resultados, que la teoría y las técnicas con las cuales opera.
Después de casi dos décadas de investigaciones con el TED, procedimos a realizar una revisión, a partir de 33 investigaciones recogidas hasta ese momento (2011). Entonces elaboramos una nueva versión reducida, el TED-R (Pererya, 2012), con un fuerte respaldo estadístico. Ese último instrumento es el único, dentro de la frondosa literatura elpidométrica, en evaluar la esperanza trascendente. Revisando la bibliografía, encontramos que ambas pruebas, el TED y el TED-R, han producido 50 investigaciones hasta el momento, basadas en más de 8000 casos, que detallamos y analizamos (ver caps. 5 y 7), para descubrir el amplio espectro de beneficios y virtudes de la esperanza. Esa revisión presenta importantes evidencias empíricas para sostener que la esperanza es una variable asociada y predictiva de la salud física y mental, como asimismo la desesperanza se asocia y predice la enfermedad física y mental. Un informe previo e incompleto al que estamos realizando en este libro fue publicado en España por la Editorial Académica Española, bajo el título Teoría, evaluación, terapia e investigaciones de la esperanza. Psicología de la esperanza (Pereyra, 2017).
La presente obra, producto de una extensa trayectoria intelectual, académica y clínica, de 30 años de duración, recoge y registra lo más importante de las publicaciones mencionadas, en una forma integral, completa y sistemática. La originalidad de esta presentación radica en el ordenamiento de un proceso de tres décadas, que tuvo marchas y contramarchas, y en el que la mirada retrospectiva permite descubrir continuidad y dirección. Creemos que, en ocasión cuando la Universidad Adventista del Plata celebra sus 120 años de existencia (1898-2018), puede ser útil reproducir esta faceta del quehacer universitario de investigación en una temática que le es propia, ya que apunta a la esencia misma de su identidad ideológica.
Es de hacer notar que la experiencia de investigar la esperanza ha sido algo altamente gratificante, ya que esta noble virtud abre los horizontes promisorios del futuro, permite esperar lo mejor, da fuerzas y motivación para enfrentar la adversidad, proporciona fortaleza para no bajar los brazos, estimula la resiliencia, da confianza, ayuda a sentirse mejor, incrementa los lazos de solidaridad y sociabilidad, brinda orientación en cuestiones particulares y da sentido a la vida en general, y es una fuente inagotable de bienestar y felicidad.
Aún más, la esperanza trascendente amplía las virtudes de la esperanza ordinaria y terrestre, para superar los límites de la vida y de la muerte, y abre los espacios infinitos de la eternidad, que descansan bajo las promesas divinas de glorias sin fin. Las virtudes de la esperanza son generosas e ilimitadas; esta es fuente inagotable de felicidad, bienestar y salud.
Mario Pereyra
Desde la Colina de la Esperanza,
Libertador San Martín, Entre Ríos, Argentina,
31 de diciembre de 2017