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Marta. Ávila, 2020

Yo soy de las que creen que las casualidades no existen y que las cosas tienen que ocurrir cuando estamos preparados para ellas, y no tengo la menor duda de que este es nuestro momento.

Me siento muy feliz de conocerte por fin. Ya sé que para nuestro primer encuentro te hubiese gustado más que nos viésemos las caras. Pero la forma de conocernos no es tan importante como el motivo por el que lo estamos haciendo.

Mi nombre es Marta y estoy segura de que vamos a ser muy buenas amigas.

Si ahora te hablo en femenino1 es porque existe una razón de peso, y es que le estoy hablando a tu esencia, a tu fuerza interior y a tu alma. Hombres y mujeres compartimos por igual esas cualidades que nos hacen seres únicos e irrepetibles sin distinción de sexo.

Si tuviese que elegir tres palabras que me definen serían: sensible, intuitiva y soñadora. Además, cuento con una gran facilidad para ver lo bonito aún en las tormentas más fuertes.

Abrí mis ojos la primera vez el 29 de mayo de 1971. Digo la primera vez, porque he ido abriendo los ojos como si fuese el primer día muchas veces en mi vida. Cada vez que lo he hecho me ha causado mayor sorpresa y alegría. A pesar de los años, sigo teniendo una gran capacidad de asombro por los logros conseguidos cuando miro hacia atrás, cualidad que no quiero que desaparezca nunca.

Toda mi vida ha sido un aprendizaje; cada experiencia, cada persona positiva o negativa, me han convertido en quien soy y como soy ahora. No tengo más que palabras de agradecimiento a quienes han formado y forman parte de mi vida. Me siento muy afortunada por haber tenido tantos maestros y espero que sigan llegando nuevos; estaré esperándolos con los brazos abiertos.

A lo largo de mi vida he pasado por varias etapas, unas mejores y otras peores. He sufrido, he reído, me he caído, me he levantado y mientras... el sendero ha ido floreciendo. Cada nueva flor me ha ido mostrando que estaba en la dirección correcta y, siguiéndola, ha sido cuando me he encontrado. Mi interior se convirtió en luz, la luz en arcoíris y, como buen arcoíris, me sentí "camino".

Desde entonces vivo desde él.

Y en este camino, en una de esas casualidades que no existen, que a mí me gusta más llamar sincronicidades, conocí a Luis, mi compañero de viaje en esta aventura.

Le conocí como a ti, sin vernos las caras. Curioso, ¿verdad? Los dos formábamos parte de un curso sobre abundancia y cuando terminó fue cuando quedamos para conocernos y compartir opiniones.

Luis no deja indiferente a nadie. Es entusiasta, entregado y convincente. Mente clara y pensamiento profundo. Un soplo de aire fresco que consigue lo que quiere con la magia de su palabra. Su camino también ha tenido puertos dulces y otros más amargos. Tuvo que atracar el barco durante un tiempo para echar el ancla y zarpó de nuevo con una nueva sonrisa, una sonrisa mágica que contagia y que se dibuja en su cara continuamente.

En nuestro primer encuentro, apenas una hora después de conocernos, me hizo una propuesta: "Quiero escribir un libro contigo, ¿aceptas?". Mi sí fue rotundo, pero le contesté con otra pregunta. "¿Aceptas que sea un bestseller?". Y aceptó, por supuesto con una gran sonrisa.

Todavía se ríe cada vez que le digo que va a ser un bestseller, sinónimo de éxito. Ese éxito para nosotros significa que tú hayas tomado la decisión de sumarte a este viaje y que tu intención sea descubrir tu fuerza interna con ilusión y esperanza.

Los dos estamos hoy formando equipo para ti y ahora tú tienes este libro entre tus manos. ¿Casualidad encontrarnos? No lo creo.

Luis se pone al mando de la razón y yo del

corazón.

La tripulación ya está preparada.

1 A lo largo del libro, a veces, hablaré en femenino. Recuerda: “le estoy hablando a tu ESENCIA, tu fuerza interior y a tu alma. Hombres y mujeres compartimos por igual esas cualidades que nos hacen seres únicos e irrepetibles”.