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La enseñanza del lenguaje desde el enfoque de las competencias

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El diccionario de la RAE define «competencia» como la «pericia, aptitud, idoneidad para hacer algo o intervenir en un asunto determinado» (RAE 2013). Sin embargo, esta capacidad no supone considerar únicamente una cualidad. Las competencias, desde la perspectiva pedagógica, son capacidades que integran y articulan, en concierto, conocimientos, habilidades, valores y actitudes. Dicha integración considera tres niveles claves de cualquier desarrollo personal: el saber conocer, el saber hacer y el saber ser. Como es lógico, esos tres niveles también se integran y le permiten al individuo interactuar socialmente con éxito. Así, el buen desarrollo de estas competencias repercutirá positivamente en los diferentes ámbitos de la vida humana: el personal, el social y el laboral.

Como sabemos, dicha interacción social estará mediada por el discurso. Por ello, la competencia comunicativa es fundamental en todos los planes curriculares, tanto en el básico (escolar) como en el superior. Las razones ya fueron explicadas en los primeros párrafos de esta introducción: el alumno, en su proceso formativo, procesa, demuestra y crea conocimiento. En algunas instancias, solo procesará y demostrará lo aprendido; en otras, también generará saber. No obstante, en todos los casos, el estudiante debe darse cuenta de lo que está aprendiendo; de lo contrario, solo estaríamos ante una secuencia mecánica que no lo tendría como agente fundamental de su propio crecimiento. Ese darse cuenta supone brindarle al alumno, con claridad, las herramientas y los criterios básicos con los que pueda medir su desarrollo. También supondrá que el docente cuente con dichos insumos y los maneje con idoneidad para sacarles el máximo provecho.

En el caso de nuestra institución, la UPC, la competencia de comunicación es transversal: forma parte de las nueve competencias básicas que la universidad fomenta y cuyo desarrollo propicia en todas sus facultades y carreras universitarias1. Asimismo, el Área de Humanidades, dentro de la cual se inscribe la coordinación de Lenguaje, considera que esta competencia forma parte crucial de su quehacer. En ese sentido, señala que el estudiante que ha alcanzado el nivel de logro más alto en ella es aquel que «comprende y produce mensajes que le permiten dialogar eficazmente tanto en situaciones comunicativas académicas como en el marco de un proceso general de interacción social»2. Como ya señalamos, la comprensión y la producción constituyen dos habilidades fundamentales que todo ser humano necesita para interactuar en situaciones diarias3. Ello se puede evidenciar tanto en el plano oral (para poder responder a alguien se requiere haberlo comprendido) como en el escrito (para producir un texto es imprescindible haber comprendido lo que otros autores han escrito sobre el tema para evitar ser reiterativo y sí relevante).

No obstante, tanto la comprensión como la producción solo pueden ser desarrolladas a partir de habilidades más específicas que el cerebro humano realiza. Por ejemplo, en el caso de la comprensión, una persona cualquiera debe incorporar lo que lee o escucha. Para ello, debe identificar ideas nuevas, y diferenciarlas o contrastarlas con las antiguas que forman parte de su conocimiento; debe analizarlas, inferir significados no expresos, interpretar intenciones, etc. En el plano de la producción, no solo hay que tener claras las ideas por desarrollar, sino también cómo organizarlas y jerarquizarlas en un esquema; asimismo, se debe estar en capacidad de distribuirlas en ideas secundarias y terciarias, relacionarlas lógicamente, expresarlas en oraciones gramaticalmente correctas cuyo léxico sea el adecuado para el contexto y que cumplan los requisitos formales de este (en el caso de los textos del ámbito académico, los requisitos de la normativa del español: ortografía, puntuación, etc.).

Cómo leer y escribir en la universidad

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