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Agradecimientos
ОглавлениеA mi hijo Ulises, siempre pienso en ti,
al amigo caído en batalla, Ramón Castellanos Coll,
y con la deuda de un libro próximo, a don David Gustavo Gutiérrez Ruíz
Este libro no hubiera sido posible sin el acompañamiento de múltiples cómplices académicos. En primer lugar, fue decisivo el cotidiano diálogo con Alejandro Espinoza Tenorio y Dora Elia Ramos Muñoz, quienes compartieron conmigo su vasto conocimiento sobre la costa del golfo de México en seminarios y reuniones, sobre todo en el marco del proyecto “Pesca y petróleo” que tuvo financiamiento del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) entre 2017 y 2018; escucharlos fue alimento para mi curiosidad y me involucré en rascar en los antecedentes de las comunidades por ellos visitadas, y después con un ánimo más amplio, en comprender la geografía humana, los tejidos bajo los cuales se había edificado el poblamiento costero.
Estas actividades coincidieron con la tesis doctoral de Federico Reyes Grande, joven estudiante a quien tuve el placer de asesorar; el “Fede Nieblas” —así conocido por su afición a la lucha libre— se enfocó con trabajo fino y cuidadoso con un diario de campo bajo el brazo, en Barra de Tupilco, en el municipio de Paraíso, hermoso pueblo que colinda con el golfo de México y atestigua imponentes plataformas petroleras en el mar. Y casi por accidente, un día llegó a mi oficina una señorita entusiasta interesada en aplicar a la maestría de ECOSUR, Candy Cristina de los Santos González, quien al poco tiempo quedó como becaria en un programa de preparación para posgrados en ECOSUR. Candy en un primer momento apoyó con transcripciones las entrevistas de Federico, pero después empezó búsquedas de información de localidades aledañas y, en el transcurrir del año 2018, elaboró una propuesta de ingreso a la maestría que comprometía un análisis de vulnerabilidad social en dos localidades costeras: Barra de Tupilco y Sánchez Magallanes. Por estas razones, la complicidad creció y ya para entonces, año de 2019, no estaba comprometido solo con mis colegas, sino también con estudiantes del posgrado.
A la par, tuve otro cómplice en los complejos laberintos de la historia siempre a un costado, literal —tenemos oficinas vecinas— y metafóricamente, el Lic. Pedro Narváez Solís, quien es coordinador del Centro Documental de Estudios sobre el Agua (cdea), instancia producto de un convenio de colaboración entre la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco (ujat), la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y ECOSUR, y donde se alberga un importante acervo de información histórica en materia de agua, la mayoría proveniente de la extinta Comisión del Río Grijalva de la Secretaría de Recursos Hidráulicos. En el cdea, Pedro y yo intercambiamos en diversos momentos pareceres sobre documentos históricos y en más de una ocasión él, al hacer labor de limpieza y catalogación, me sorprendió con aerofotos que evidenciaban hermosos detalles de las actividades costeras. En otros momentos, tuve el placer de compartir el calor de un buen café con mis estimadísimas amigas, la Dra. Lily Gama Campillo y la Dra. Dora Frías Márquez, rodeados con esa información proveída por Pedro y con agudas observaciones de ambas, sin duda me ayudaron a incentivar mis ánimos y marcaron muchas de las líneas que se observan en este libro.
El resultado fue obvio. En una charla de pasillo, Alejandro Espinoza me invitó a escribir un capítulo para un libro que traía entre manos. Por aquellos días, empezó el proyecto “Water and Vulnerability in Fragile Societies” a partir de convenio de colaboración entre la Academia de Finlandia, la Universidad de Helsinki y ECOSUR, entonces la líder y colega finlandesa Anja Nygren visitó Tabasco y compartió conmigo el interés en el tema sobre las desigualdades espaciales. Para entonces hicimos un taller participativo en la ciudad de Tenosique y recorrimos varias localidades aledañas a Villahermosa; después pude ir a Helsinki y conocer más de cerca la forma de trabajo y los postulados críticos de Anja con respecto al crecimiento de las ciudades y la vulnerabilidad inherente que se configura en difíciles escenarios como los de Tabasco. Con esta mezcla de encuentros fue que me encontré, víctima gustosa de preguntas y confusiones, ante la computadora y la primera página en blanco.
Empecé, y entre tumbos tardé más de un año en acabarlo. Después de leído por Dora Ramos, creímos que salía de los parámetros en origen planteados y con la marca inevitable de preguntas heredadas por Anja. Fue entonces que tomé conciencia de proponerlo como libro en el marco del proyecto “Water and Vulnerability in Fragile Societies” y emprendí nuevas pesquisas de información, sobre todo en el Archivo General Agrario de la Ciudad de México y amplié la cartografía, información y documentos de archivo. Siempre tuve atención amable en los archivistas, héroes anónimos dedicados a la difícil tarea de resguardar el patrimonio histórico nacional; siempre estaré agradecido por sus finas atenciones y sugerencias para nuevas búsquedas a seguir.
Como siempre, el Área de Fomento Editorial de ECOSUR fue también decisivo para tener un buen término. La coordinadora, Lic. Laura López Argoytia y su amable cómplice en estas modestas pero importantes actividades, la Lic. Carla Quiroga Carapia, con esmero, dedicación y vocación con no pocas circunstancias en contra, lograron cuidar los procesos de revisión. Sin duda, este esfuerzo se complementó con la cuidadosa revisión de estilo a cargo de Julio Roldán Estrada y un excelente diseño a cargo de Sofía Carballo Espinosa. Naturalmente, estos esfuerzos fueron notables en un contexto de confinamiento, cuando una pandemia de alcances mortales tocó a amigos y familiares y cuando aires de crisis económica cruzaron los cielos. Es notable mantener el optimismo y el compromiso en estos tiempos difíciles.
En el plano personal, proseguiré una promesa: dedicar un libro a cada uno de mis hijos. Dos anteriores llevaron el afecto para Miguel Ángel y Diego, este con todo mi corazón va para Ulises. También a mis amigos que marcan mis pasos: Jorge Luis Capdepont, Pablo Marín, Raymundo Vázquez, Jesús Arturo Filigrana, Elías Balcázar, Carlos Enrique Ruiz, Rogelio Everth Ruiz, Carlos Armando Preciado, Anja Nygren, Dora Ramos, Alejandro Espinosa, María Azahara, Mercedes Castillo, Yolanda Renaud, Armando Hernández, Fernando Limón, Cecilia Limón, Pedro Narváez, Graciela Velázquez, a mis estudiantes, José, Rosario, Geovanni y Federico. Muchos de ellos, amigos del Submarino. En especial agradezco a Alejandra Ramírez por su apoyo en los procesos administrativos. Como toda publicación mía, también va dedicada In memoriam a mi padre Miguel Ángel Díaz Contreras.
Y siempre, por siempre, a mi domadora mientras siga aguantándome…
Miguel Ángel Díaz Perera
Tenosique, Tabasco, diciembre de 2020