Читать книгу Triatlón. - Miguel Ángel Torres Navarro - Страница 7
ОглавлениеAnálisis estructural del triatlón
Cuando debemos realizar un análisis del triatlón, nos encontramos con una serie de aspectos muy especiales en cuanto a su estructura. El triatlón, formado por tres disciplinas tan diferentes como la natación, el ciclismo y la carrera a pie, supone una práctica realmente completa.
La complejidad del mismo radica en la necesidad de poder adquirir un dominio técnico y físico correcto en tres disciplinas diferentes, así como en sus grandes exigencias fisiológicas. Ellas son la base para poder llevar a cabo un posterior trabajo a nivel táctico que interrelacione las tres.
Para realizar un análisis del mismo debemos tener presente que engloba tres disciplinas diferentes que, a nivel estructural, se funden para formar un solo deporte. No se pueden analizar los tres parciales de forma aislada sin tener en cuenta la importancia e influencia de los otros.
El triatlón se nutre mayoritariamente de deportistas que habían realizado alguna de las tres disciplinas de forma federada, y que por diversos motivos abandonan. Gracias a esas ganas de continuar con la práctica deportiva, encuentran en el triatlón una nueva forma motivante de seguir ligados a su deporte desde una perspectiva nueva y, a su vez, conocer otros dos deportes que también les atraen. Esto es lo normal, aunque gracias al progresivo auge del triatlón, cada vez son más los participantes que proceden de las escuelas de triatlón.
El triatlón ofrece una estructura compuesta por tres disciplinas que se suceden una tras otra. El orden de las mismas es siempre: natación, ciclismo y carrera a pie.
Las distancias pueden variar enormemente, yendo desde el triatlón esprint (natación 750 m – ciclismo 20 km – carrera a pie 5 km) hasta el más largo, el IRONMAN (natación 3.800 m – ciclismo 180 km – carrera a pie 42 km). Entre ellos existen diferentes distancias intermedias, siendo la más utilizada la OLÍMPICA (natación 1.500 m – ciclismo 40 km – carrera a pie 10 km).
Los tres deportes forman en competición una simbiosis realmente espectacular.
La natación es, por regla general, la disciplina más difícil para el triatleta, en la cual las carencias técnicas quedan muy a la vista. Es por ello que los mejores triatletas tienen en la natación su deporte de origen.
Dentro de la natación, cualquier estilo es correcto y lícito, aunque el más utilizado, por no decir el único es el crol. En algunos de los que se inician, la braza es una buena opción como medio de descanso en determinados momentos del parcial acuático. Este último caso se dará en aquellos que tienen miedo al agua y su confianza en el medio acuático no es muy elevada.
Todo triatleta con una buena técnica utilizará siempre el crol, puesto que es el que más ventajas le reportará. Con el crol obtenemos una técnica respiratoria mucho más favorable, mayor velocidad de desplazamiento, así como un menor gasto energético en el trabajo de piernas.
Este último aspecto es vital, ya que debemos tener en cuenta que aún nos restan dos pruebas que se basarán fundamentalmente en el trabajo del tren inferior.
Si nuestro objetivo tan sólo es probar a realizar un triatlón como experiencia, deberemos realizar el estilo que más seguridad nos reporte y en el que más cómodos nos encontremos. Pero, si por el contrario, nuestro objetivo es estar en posiciones delanteras y con un afán competitivo, la respuesta tan sólo puede ser el crol.
El crol puede resultar en un principio más extenuante, lo cual se puede acrecentar debido a errores en la técnica y en la coordinación. Una vez subsanados, el crol será el estilo más rápido y eficaz, tanto en distancias cortas como en largas.
El estilo de la braza, no obstante, también se debe controlar, ya que en ocasiones (pocos metros), debemos realizarlo para poder controlar la situación en el agua, volver a orientarnos, pero sólo con este fin, nunca como estilo base.
Así pues, debe quedar claro que el estilo a utilizar será el crol, en el cual un 75-80% de la fuerza de propulsión proviene de los brazos, con el fin de que las piernas lleguen a los otros dos parciales en las mejores condiciones posibles.
Los recorridos de natación a dos vueltas, teniendo que salir del agua, han aumentado la espectacularidad de las pruebas.
Una vez finalizada la prueba de natación comienza la transición (que explicaremos posteriormente), que nos conducirá al parcial ciclista.
Aquí comienza el parcial ciclista, en el cual también dependeremos del funcionamiento de la bicicleta. Esta disciplina ocupa más de la mitad del tiempo total, considerándose como una auténtica contrarreloj. En esta prueba, el ciclista debe conocer perfectamente sus limitaciones, ver sus posibilidades, calcular sus fuerzas, conocer el circuito, ahorrar energías y tener un conocimiento total de su bicicleta.
Uno de los puntos más problemáticos del triatlón es la imposibilidad de ir pegado a rueda de otro ciclista. Para los que no conocen mucho el ciclismo, pueden pensar que no existe mucha diferencia entre rodar en grupo a hacerlo en solitario. Esto no es así, ya que el ir a rueda supone un ahorro de energía altísimo, teniendo que realizar el que va tirando un gasto energético y psicológico mucho mayor.
Este tipo de situaciones son muy castigadas por los jueces, aunque no siempre pueden ser apreciadas, por lo que la trampa se da con demasiada frecuencia.
Esto ha sido la causa de que el futuro del triatlón vaya dirigido cada vez más hacia el drafting, permitiéndose “chupar” rueda.
Con el reglamento tradicional, es clave la importancia del parcial ciclista, donde la experiencia y el saber dosificar las fuerzas juega un papel determinante.
Debemos considerar este parcial como una auténtica contrarreloj individual, pero siempre teniendo en cuenta que no debemos quemar todas nuestras energías, ya que aún nos queda la carrera a pie.
Con el nuevo reglamento, dicho sector deja de ser tan decisivo, basándose todo en una buena natación con el fin de poder coger un buen paquete ciclista. El desgaste será ahora mucho menor, llegando mucho más fresco a la carrera a pie.
Con la formación de grupos, los especialistas en el sector ciclista, pierden gran parte de su potencial.
Una vez finalizada la actuación en la bici, debemos realizar nuevamente la transición e iniciar el último parcial: la carrera a pie.
La carrera a pie resulta para los triatletas la experiencia más traumática de las tres disciplinas. Por dos motivos:
–Es la actividad que más castiga al triatleta como consecuencia de los golpes que sufren las articulaciones y los músculos de las piernas en cada apoyo en el suelo. Si además no utilizamos una técnica de carrera correcta, el riesgo de lesiones se verá potencialmente aumentado, sin mencionar la obtención de peores resultados.
–La segunda es que la carrera a pie se da en último lugar, llegando los triatletas a este parcial muy castigados por el esfuerzo anterior. Los músculos están muy próximos al agotamiento y los movimientos ya no son tan explosivos como al principio, provocando calambres, con lo cual la técnica es cada vez peor.
A estos factores hay que añadirle uno muy importante: el psicológico, que resulta fundamental para poder conseguir los resultados esperados.
En el triatlón se incrementa la importancia de un control del gasto energético, intentándose llegar siempre a nuestros límites pero sin sobrepasarlos, algo que puede suceder y acarrearnos consecuencias muy graves. El elevado requerimiento energético durante las tres pruebas es muy elevado, debiéndolo tener muy en cuenta.
La primera disciplina, la natación, tiene unos efectos energéticos mínimos sobre las dos siguientes. En este parcial, el triatleta tiene todas sus capacidades intactas, recayendo todo el trabajo sobre los brazos. Éste se caracteriza por un consumo energético relativamente bajo, además de por una alta implicación del trabajo de brazos.
Las salidas separadas de hombres y mujeres suponen un gran paso adelante para el triatlón.
Durante el parcial ciclista, se produce un trabajo casi exclusivo de la musculatura de las piernas. El que se produzca el cambio de un deporte de brazos a un deporte de piernas, tiene unos efectos muy beneficiosos, alcanzándose unos parciales ciclistas regularmente buenos. Así pues, este parcial se caracterizará gracias al trabajo del tren inferior por una alternancia de la exigencia de la resistencia y de la fuerza, con un consumo energético medio.
La carrera a pie, que se realiza en último lugar, somete al deportista al mayor esfuerzo, siendo la parte más dura del triatlón. El trabajo estará casi siempre por encima de las 175-180 pulsaciones por minuto, con una intensidad muy alta, y con unas reservas energéticas muy justas.