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CAPÍTULO TERCERO

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Caitlin estaba frente al puente de cuerda que conducía a Skye, Caleb estaba a su lado, y Scarlet y Ruth esperaban detrás. Observó la cuerda gastada balancearse violentamente, podía escuchar el silbido del viento a través de las rocas mientras las olas rompían contra los acantilados cientos de metros abajo. El puente estaba mojado y se veía resbaladizo. Si se patinaban hacia afuera Scarlet y Ruth morirían instantáneamente, además Caitlin aun no había probado sus propias alas. Realmente no quería correr el riesgo de cruzar este puente pero necesitaban llegar a la isla de Skye.

Caleb la miró.

"No tenemos muchas opciones", dijo.

"Entonces no hay por qué esperar", respondió ella. “¿Llevo a Scarlet y tú tomas a Ruth?"

Caleb asintió sombríamente mientras Caitlin tomaba a Scarlet y la ponía sobre su espalda, mientras que Caleb sostenía a Ruth en sus brazos. Ruth se retorció en un primer momento, quería bajarse, pero Caleb la sostuvo firmemente, y finalmente se calmó.

No tuvieron más más remedio que ir en fila por el puente estrecho. Caitlin iba primero.

Caitlin dio su primer paso titubeante sobre el puente e, inmediatamente, sintió que los tablones mojados eran muy resbaladizos. Extendió su mano y agarró la barandilla de cuerda para mantener el equilibrio, pero el puente se balanceó y la barandilla se hizo pedazos en sus manos.

Cerró los ojos, respiró hondo, y se concentró. No podía confiar en su vista o en  su  equilibrio. Necesitaba recurrir a algo más profundo. Pensó de nuevo en las lecciones que la había dado Aiden y recordó sus palabras. Ya no trató de oponerse al puente: en su lugar, trató de sentirse en armonía con él.

Caitlin confió en sus instintos internos y dio varios pasos hacia adelante. Abrió lentamente los ojos y, cuando dio un paso, un tablón cayó hacia el mar. Scarlet gritó, y ella perdió el equilibrio por un momento – rápidamente dio otro paso y lo recobró. El viento mecía el puente nuevamente. Caitlin sentía como si hubiera estado allí por siempre pero, cuando miró hacia arriba, vio que sólo había avanzado unos tres metros. Instintivamente supo que nunca lo lograrían.

Se volvió y miró a Caleb. Vio la expresión en sus ojos y supo que él estaba pensando lo mismo. Más que nada quería simplemente extender sus alas y despegar, pero sintió algo en el aire y supo que Caleb tenía razón: había una especie de energía invisible en torno a esta isla, y no era posible volar sin haber sido invitados primero.

El viento movió nuevamente el puente y Caitlin estaba empezando a desesperarse. Habían llegado demasiado lejos para dar marcha atrás.

Ella tomó instantáneamente una decisión.

"A la de tres, salta, agarra tu lado de la barandilla, y déjate columpiar!" gritó a Caleb. “¡No hay de otra!"

“¿¡Y si se rompe!?" él respondió.

“¡No tenemos otra opción! ¡Si seguimos así, vamos a morir!”

Caleb no discutió.

“¡UNO!" gritó ella, tomando una respiración profunda, “¡DOS! ¡TRES!”

Ella saltó en el aire a su derecha, y vio a Caleb saltar a su izquierda. Escuchó a Scarlet gritar y gemir mientras Ruth caía por el borde. Caitlin extendió la mano y agarró con fuerza la barandilla de cuerda, rogando a Dios que resistiera. Caleb hizo lo mismo.

Unos segundos más tarde, estaban aferrados a la cuerda mientras se movían por el aire a toda velocidad, el agua salada se eleva desde las olas y se estrellaba contra ellos. Por un momento, Caitlin no supo si todavía se estaban balanceando, o estaban cayendo.

Pero después de unos segundos, sintió la tensión de la cuerda en la mano; no estaban cayendo en picada sino que se estaban columpiando hacia el acantilado. Se estaban sosteniendo.

Caitlin se preparó. La cuerda los estaba sosteniendo, era una buena señal. Pero se estaban balanceando demasiado rápidamente, directamente hacia el acantilado. Si se estrellaban, iba a ser muy doloroso.

Giró su hombro y colocó a Scarlet detrás, para que ella pudiera recibir toda la fuerza del golpe. Miró y vio a Caleb hacer lo mismo, sosteniendo a Ruth con un brazo detrás de él mientras inclinaba su hombro. Ambos se prepararon para el impacto.

Un segundo más tarde, se estrellaron contra el muro, el dolor fue tremendo. La fuerza del impacto dejó sin aliento a Caitlin quien se quedó aturdida por un momento. Pero se aferró a la cuerda, y vio que Caleb hacía lo mismo. Se quedó colgando allí, aturdida durante unos segundos, mientras verificaba que Scarlet estuviera bien, y Caleb estuviera ileso. Ambos estaban bien.

Lentamente, Caitlin se recuperó del golpe y empezó a jalar de la cuerda empujándose hacia arriba del acantilado. Levantó la vista y vio que tenía treinta yardas adelante para llegar a la cima. Entonces, cometió el error de darse vuelta y mirar hacia abajo: se trataba de una caída peligrosa y, si la cuerda cedía, caerían cientos de metros en picada sobre las afiladas rocas que estaban  debajo.

Caleb siguió subiendo por su cuerda. Los dos estaban ascendiendo a una buena velocidad, aun con los acantilados cubiertos de musgo que los hacían resbalar.

De repente, Caitlin oyó un ruido horrible. Era el sonido de la cuerda  rompiéndose.

Caitlin se preparó para caer en picada hacia su muerte, pero se dio cuenta que su cuerda no estaba rompiéndose. Miró por encima de su hombro y vio que era la cuerda de Caleb.

Su cuerda se se estaba quebrando.

Caitlin entró en acción. Se alejó de la roca y echó la cuerda cerca de él, y extendió su mano libre. Se las arregló para agarrar la mano de Caleb justo cuando estaba cayendo en picada. Lo tenía agarrado con la mano libre y lo mantuvo así, colgando en el aire. Luego, con un esfuerzo supremo, lo levantó varios metros hacia una grieta profunda en la pared del acantilado. Caleb, todavía con Ruth, pudo mantenerse firme en un escalón y agarrarse de una roca.

Estaba a salvo, ella pudo ver el alivio en su rostro.

Pero no había tiempo para pensar. Inmediatamente, Caitlin se dio vuelta y se apuró a subir por la cuerda. Su cuerda podía romperse también en cualquier momento, y cargaba a Scarlet en su espalda.

Finalmente, llegó a la cima. Rápidamente, ella saltó a la meseta cubierta de hierba y depositó a Scarlet sobre la tierra. Se sentía tan agradecida de estar sobre la tierra -pero no perdió el tiempo. Se dio vuelta, tomó la cuerda y la arrojó con fuerza varios metros para que colgara cerca de donde Caleb se estaba sosteniendo.

Miró hacia abajo y él la estaba esperando y, cuando la cuerda llegó hasta él, Caleb extendió su mano y la agarró mientras sostenía a Ruth con la otra mano. Se las arregló para empujarse rápidamente hacia arriba. Caitlin miró detenidamente cada paso que daba, rezando para que la cuerda no se rompiera.

Finalmente, llegaron a la cima y rodaron sobre la hierba. Se apresuraron a alejarse de la cornisa, y Scarlet y Ruth se abrazaron mientras Caitlin y Caleb hacían lo propio.

Al igual que Caleb, Caitlin se sintió completamente aliviada.

"Me salvaste la vida", él dijo. "Una vez más.”

Ella respondió con una sonrisa.

“Tú has salvado la mía muchas veces", ella le dijo. "Te debo al menos unas cuantas."

Él le devolvió la sonrisa.

Todos se volvieron y observaron sus nuevos alrededores. La Isla de Skye. Era preciosa, impresionante, mística, desolada y dramática al mismo tiempo. La isla se ondulaba en una serie de montañas y valles y colinas y mesetas, algunas de ellas rocosas y áridas, otras estaban cubiertas de un musgo verde. Todo estaba envuelto por una neblina celestial que se abría camino en los rincones y grietas, y se iluminaba de color naranja y rojo y amarillo bajo el sol de la mañana. Esta isla parecía un lugar de ensueño. Y también parecía un lugar donde los seres humanos posiblemente nunca podrían vivir.

Mientras miraban el horizonte, de pronto, como si fuera una aparición, una docena de vampiros salieron lentamente de la niebla sobre la colina, se  dirigían directamente hacia ellos. Caitlin no lo podía creer. Se preparó para la batalla, pero, mientras todos permanecían en sus posiciones, Caleb se acercó y puso una mano sobre la suya para tranquilizarla.

"No te preocupes", dijo Caleb. "Puedo sentirlo. Son amigables.”

Al acercarse, Caitlin pudo ver sus características y sintió que tenía razón. De hecho, se sorprendió de lo que vio.

Allí, de pie, frente a ella, estaban varios de sus viejos amigos.

Jurada

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