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CAPÍTULO OCHO

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Lleno de odio, Kyle caminaba por los pantanos del sur de Escocia. Con cada paso que daba, más le enfurecía que Caitlin estuviera libre, eludiéndolo una y otra vez, en un lugar tras otro. Pensaba en cómo podría capturarla y matarla, en la justa venganza.

Ya había agotado casi todos los métodos que se le habían ocurrido, y ella siempre parecía deslizarse de sus manos. Sí había logrado realizar una pequeña, venganza envenenando a su familia. Sonrió para sus adentros al pensar en ello.

Pero no era suficiente. Esto ya había tomado demasiado tiempo, y la última vez que se encontraron, tenía que admitirlo, ella lo había subyugado. Le había  sorprendido su fuerza, sus habilidades para el combate. En realidad, lo había vencido. Ella había excedido sus expectativas.

Una parte de él lo había temido y por eso había llegado al extremo de querer envenenarla, para evitar una confrontación frente a frente. Pero eso también había fracasado. Él había envenenado a Caleb por accidente y, aunque había estado seguro de que su veneno había matado a Caleb, no había podido confirmarlo porque había tenido que huir en la noche.

Este sería el último tiempo y lugar, Kyle se prometió a sí mismo, en que esto pasaría, en que la perseguiría. O la mataba, o moría en el intento. Esta vez no habría retirada, ni rendición. No más épocas ni lugares a donde regresar. Esta sería la última y definitiva batalla. Aquí, en Escocia.

Y para esta última batalla, tenía una gran estrategia, la más grande de todas. El veneno de vampiro le había parecido una buena idea en ese momento pero, en retrospectiva, había sido demasiado arriesgado, había dejado demasiado margen para el azar. Su nueva idea, sin embargo, no podría fallar.

Mientras elaboraba el nuevo plan, Kyle había pensado en todas las veces y lugares en que había acorralado a Caitlin, y trató de recordar la vez que había estado más cerca de matarla. Llegó a la conclusión de que había sido en Nueva York cuando había capturado a su hermano, Sam, lo había tenido bajo su control, y lo había utilizado para cambiar de forma y engañar a Caitlin. Casi había funcionado.

El cambio de forma, Kyle se dio cuenta, era la clave. Con este tipo de trampas, podría engañar a Caitlin, ganar su confianza, y luego matarla para siempre.

Pero el problema era que Kyle no poseía esa habilidad. Sin embargo, conocía una persona, en esta época y lugar, que la poseía.

Su antiguo protegido.

Rynd.

Siglos antes, Kyle había entrenado a la banda de vampiros más crueles y  sádicos que habían errado sobre la faz de la tierra. Rynd había sido uno de sus mejores estudiantes. Se había vuelto demasiado vicioso incluso para Kyle, y finalmente tuvo que expulsarlo.

Lo último que había sabido era que Rynd estaba viviendo en esta época y lugar, escondido en el remoto sur de Escocia. Kyle iría a encontrarlo. Después de todo, Kyle le había enseñado todo lo que sabía y Rynd le debía una. Era lo menos que podía hacer por su antiguo mentor. Todo lo que Kyle necesitaba era que él usara su viejo truco de cambiar de forma, sólo una vez.

Con el barro hasta los tobillos, Kyle sonrió al pensar en ello. Sí, Rynd era exactamente lo que necesitaba para engañar a Caitlin y acabar con ella para siempre. Era un plan que no podía fallar.

Kyle observó el paisaje. Hacía frío y viento, y la humedad en el aire se filtraba en sus huesos. Era el crepúsculo, su momento favorito del día, y una densa niebla estaba cubriendo el antiguo bosque. Era el tipo de día que le gustaba. Si había algo que a Kyle le gustaba más que el crepúsculo era la niebla. Kyle se sintió como si estuviera en casa.

De repente, sus sentidos se pusieron en alerta máxima. Una sensación espeluznante le levantó el vello de la piel, y algo le decía que Rynd estaba cerca.

Jurada

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