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CAPÍTULO OCHO

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Thor estaba en el suelo, en medio del campo de batalla, inmovilizado por los soldados de McCloud, indefenso, escuchando el ruido de la batalla, los gritos de los caballos, de hombres muriendo alrededor de él. La puesta de sol y la luna ascendente – una luna llena, como nunca la había visto – repentinamente fueron bloqueados por un soldado enorme, que dio un paso adelante, levantó su tridente y se preparó para bajarlo. Thor sabía que había llegado su momento.

Thor cerró los ojos, preparándose para la muerte. No sentía miedo. Sólo remordimiento. Quería más tiempo para estar vivo; quería descubrir quién era, cuál era su destino y sobre todo, quería más tiempo con Gwen.

Thor sintió que no era justo morir así. No aquí. No de esta manera. No en este día. Todavía no era su tiempo. Podía sentirlo. Todavía no estaba preparado.

Thor de repente sintió que algo se elevaba dentro de él: era una ferocidad, una fuerza como nunca había conocido. Todo su cuerpo se estremeció y se puso caliente cuando tuvo una nueva sensación, desde las plantas de sus pies, a través de sus piernas, por su torso, y a través de sus brazos, hasta que sus dedos ardían con una energía que apenas entendía. Thor se sorprendió al dejar salir un feroz rugido, como un dragón surgiendo de las profundidades de la tierra.

Thor sintió la fuerza de diez hombres a través de él cuando soltó la sujeción del soldado y se puso de pie de un salto. Antes de que el soldado pudiera tirar el tridente, Thor dio un paso adelante, lo agarró de su casco y le dio un cabezazo, rompiéndole la nariz en dos; luego lo pateó tan duro que lo hizo ir hacia atrás, como una bala de cañón, derribando a diez hombres.

Thor hizo un chillido con una rabia recién descubierta, mientras agarraba a un soldado, le levantó la cabeza y lo lanzó a la multitud, derribando una docena de soldados como bolos. Entonces Thor estiró la mano y arrebató un mayal con una cadena de tres metros de las manos de un soldado y la hizo girar por arriba de su cabeza, una y otra vez, hasta que los gritos se elevaron a su alrededor, derribando a todos los soldados dentro de un radio de tres metros; a docenas de ellos.

Thor sentía que su poder continuaba surgiendo, y lo dejó asumir el control. Mientras varios hombres más lo atacaban, él extendió una mano y se sorprendió al sentir un cosquilleo y luego vio una niebla fría emanar de él. Sus atacantes se detuvieron de repente, cubiertos por un manto de hielo. Se quedaron congelados en el lugar, como bloques de hielo.

Thor volteó las palmas de sus manos en cada dirección, y por todas partes los hombres quedaron congelados; parecía como si hubieran bajado bloques de hielo en todo el campo de batalla.

Thor se dirigió a sus hermanos de armas y vio a varios soldados a punto de lanzar golpes fatales sobre Reece, O'Connor, Elden y los gemelos. Levantó una mano en cada dirección y congeló a los atacantes, salvando a sus hermanos de una muerte instantánea. Se volvieron y lo miraron con alivio y gratitud en sus ojos.

El ejército de McCloud comenzó a notarlo y fue cauteloso al acercarse a Thor. Empezaron a crear un perímetro de seguridad alrededor de él, todos estos guerreros temerosos de llegar demasiado cerca ya que vieron docenas de sus camaradas congelados en su lugar en el campo de batalla.

Pero entonces hubo un rugido y un hombre se adelantó, cinco veces del tamaño de los demás. Debe haber medido cuatro metros de altura, y llevaba una espada tan grande como Thor jamás había visto. Thor levantó una mano para congelarlo – pero no funcionó contra este hombre. Él simplemente alejó la energía como si se tratara de un insecto molesto, y continuó yendo hacia Thor. Thor estaba empezando a darse cuenta de que su poder era imperfecto; estaba sorprendido y no entendía por qué no era lo suficientemente fuerte para detener a ese hombre.

El gigante llegó a Thor en tres pasos largos, sorprendiendo a Thor con su velocidad y entonces le dio un revés con la mano, enviándolo a volar.

Thor cayó con fuerza en el suelo y antes de que pudiera voltear, el gigante estaba sobre él, levantándolo por encima de su cabeza con las dos manos. Lo tiró, y el ejército McCloud gritó en señal de triunfo, mientras Thor se elevaba seis metros por el aire, antes de aterrizar en el suelo y caer con fuerza, rodando hasta detenerse. Thor sentía como si todas sus costillas se hubieran roto.

Thor miró hacia arriba y vio al gigante presionando hacia él, y esta vez, no quedaba nada que pudiera hacer. Todo el poder que hubiera tenido, se había agotado.

Cerró los ojos.

Por favor, Dios, ayúdame.

Mientras el gigante se acercaba de manera amenazante, Thor comenzó a oír un zumbido silenciado en su mente; creció y creció, y pronto se convirtió en un zumbido fuera de su mente, en el universo. Tuvo una extraña sensación que nunca había sentido antes; empezó a sentir al unísono con el mismo material y estructura del aire, el oscilar de los árboles, el movimiento de la brizna del césped. Sintió un gran zumbido en medio de todos ellos, y cuando subió una mano, sintió como si estuviera reuniendo ese zumbido, desde todos los rincones del universo, convocándolo a su voluntad.

Thor abrió los ojos para escuchar un zumbido tremendo encima de la cabeza y observó con sorpresa un gran enjambre de abejas que se materializó desde el cielo. Vinieron de todos los rincones, y cuando subió sus manos, sintió que las dirigía. No sabía cómo, pero sabía que lo hacía.

Thor movió sus manos en la dirección del gigante, y al hacerlo, vio cómo un enjambre de abejas oscureció el cielo, bajó en picada y cubrió completamente al gigante. El gigante levantó sus manos y las agitó, y después gritó, mientras iban hacia él, picándolo mil veces hasta que cayó de rodillas, luego boca abajo y murió. El suelo se estremeció con el impacto de su cuerpo.

Después Thor dirigió su mano hacia el ejército McCloud, que estaba sentado en sus caballos, mirándolo, contemplando la escena, escandalizados. Comenzaron a dar la vuelta para huir, pero no había tiempo para reaccionar. Thor giró la palma de su mano en dirección a ellos, y el enjambre de abejas dejó al gigante y empezó a atacar a los soldados.

El ejército de McCloud soltó un grito de miedo y al unísono, se volvieron y cabalgaron, siendo picados en innumerables ocasiones por el enjambre. Pronto el campo de batalla se vació y desaparecieron tan rápido como pudieron. Algunos de ellos no lograron alejarse a tiempo y un soldado tras otro cayó, llenando el campo con los cadáveres.

Mientras los supervivientes seguían galopando, el enjambre los persiguió al otro lado del campo, hacia el horizonte, el gran sonido del zumbido se mezclaba con el estruendo de los cascos de los caballos y de los gritos de miedo de los hombres.

Thor estaba asombrado: en pocos minutos, el campo de batalla estaba vacío y tranquilo. Todo lo que quedaba era el gemido de los McCloud heridos, tendidos por montones. Thor miró a su alrededor y vio a sus amigos, agotado y respirando con dificultad; parecían estar gravemente heridos y cubiertos de heridas ligeras, pero en buen estado. Por supuesto, además de los tres miembros de La Legión que no conocía, que yacían ahí, muertos.

Hubo un gran estruendo en el horizonte, y Thor volteó hacia la otra dirección y vio al ejército del rey cabalgando sobre la colina, corriendo hacia ellos, con Kendrick a la cabeza. Iban galopando hacia ellos, y en pocos momentos se detuvieron ante Thor y sus amigos, los únicos sobrevivientes en ese campo sangriento.

Thor estaba parado allí, en estado de shock, mirándolos, mientras Kendrick, Kolk, Brom, y los demás desmontaban y caminaban lentamente hacia Thor. Iban acompañados por docenas de los Plateados, todos los grandes guerreros del ejército del rey. Vieron que Thor y los demás estaban ahí solos, victoriosos, en el campo de batalla sangriento, plagado de cadáveres de cientos de los McCloud. Podía ver sus miradas de asombro, de respeto, de admiración. Lo veía en sus ojos. Era lo que él había querido toda la vida.

Era un héroe.

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