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Anexo testimonial

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Anexo testimonial: registro de detección temprana de alienación purulenta en tareas de visualización urbana por medio de Dispositivos Ojivales de Vaporización de Espectros

Archivado anexo testimonial DOVE. Todos los derechos reservados Ondred International.

—Nombre. —Albert. Albert Uxain. —Edad. —37 años. Cumplo 38 dentro de dos meses. —Función. —Encargado R3 de esquemas de visualización. —¿Hace cuánto trabaja para Ondred International? —Seis años. Dos años directo. Después me pasaron al área de coordinación con el gobierno de la ciudad. Y luego estuve a cargo de sección y pasé a R3. En los últimos dos años pasé directo a Gestión. —Seis años, entonces. —Sí, podemos decir que sí. —¿Usted entiende por qué estamos aquí? —No. Bueno, sí. O sea. Debe haber habido alguna queja. Pero no sé. Pienso que algo debo haber hecho mal, pero es difícil saberlo. —Nombre. —Sabrina De Marco. —Edad. —26 años. —Función. —R2. Operación lineal de dispositivos de vaporización desde la función de comando. —¿Hace cuánto trabaja para Ondred International? —A mí me contrató Gestión. Sé que el sistema es de la empresa, pero la contratación no es con ellos directamente. Entré hace dos años. —¿Usted entiende por qué estamos aquí? —Sí, claro. Yo misma inicié el procedimiento. —¿Cuál es el motivo? —Quiero denunciar acoso laboral y sexual por parte de mi jefe. —¿Y quién es su jefe? —Albert Uxain. Mi superior inmediato en Comando de DOVE.

—Usted ha recibido una denuncia por acoso, Uxain. —¿Acoso? ¿Acoso? ¿De qué tipo? —Laboral de índole sexual. Pero Ondred quiere que investiguemos. Y para eso necesitamos escuchar su versión de los acontecimientos. —¿Qué acontecimientos? —Los acontecimientos de los que se lo acusa. —¿Qué cosas? ¿Qué acusación? —Déjenos las preguntas a nosotros. ¿Usted conoce a Sabrina De Marco? —¿Sabrina? Sí, claro, Sabrina… Sabrina. ¿Sabrina? ¿En serio? —¿Podría describir el contexto de su relación con la señorita De Marco? —¿El contexto? ¿Qué contexto? Trabajo, o trabajaba, todos los santos días con ella. Estamos en el área de control urbano, manipulando las palomas en la detección temprana de brunos. —Usted quiere denunciar acoso laboral por parte de su superior inmediato, Albert Uxain, ¿verdad? —Así es. —¿Está segura de que quiere hacerlo? —Sí. —¿Tiene en cuenta el hecho de que una vez iniciado el procedimiento no hay retorno? Esto no se puede parar una vez que comencemos. —Ya lo sé. —¿Está segura y cierta de todo lo que está por elevarse a partir de este acto? ¿Es consciente de las consecuencias? Queremos ser muy claros al respecto. En Ondred International no tenemos matices sobre el tema. —¿Por qué me preguntan todo esto? Si no lo tuviera claro, no habría iniciado las comunicaciones internas ni seguido todo el protocolo. —Hizo el envío con la Descripción Detallada, vemos. ¿Le importaría volver a detallar el contexto, solo que ahora de manera oral? —¿Otra vez? ¿Qué contexto? ¿El del trabajo con las palomas?

—¿Qué son las palomas? —Las palomas… bueno, ya saben… ustedes… —Claro que nosotros lo sabemos. Pero queremos que nos lo diga usted, así podemos observar el modo en que usted percibe su propia tarea. —Bien. Paloma es la manera que tenemos de llamar a los drones de reconocimiento urbano. Es una traducción de la sigla DOVE. El DOVE es un dispositivo en forma de ojiva que sobrevuela retículas urbanas, por lo general de dieciséis manzanas. La idea es detectar indigentes, indeseables y elementos que rompan con el marco urbano. La paloma sobrevuela para reconocer los ítems urbanos hasta encontrar algo que no encaja. Cuando se localiza un posible objetivo, se da aviso a Territorios y a Prevención de Animalidad. Territorio despeja el área. Animalidad interviene si hay animales en el medio, por regla general perros. Luego de dar aviso a las partes, se procede a la toma de posición. Posteriormente, la paloma emite una frecuencia y finalmente vaporiza el lugar donde se encuentra el objetivo, al que solemos llamar bruno. Los brunos se evaporan a siete mil grados celsius. El procedimiento implica la descomposición de espectros materiales, de ahí la E en DOVE. El lugar queda sin marcas ni huellas ni nada. Después, se supone que en otro lado, por sublimación, se reintegra lo evaporado, pero eso lo maneja Ondred directamente, y nosotros ya no sabemos más nada. —Y, díganos, ¿cuántas de estas vaporizaciones tiene por mes? —Bueno, es muy variable, en realidad. Hay épocas. Pero la última medición dio un número de cuatrocientas al mes. Es lo difícil, porque blancos hay miles. Pero solo cuatrocientos son brunos. —Sí. Eso. —Empecé a trabajar en la SUC, la Sala Urbana de Comando, en visualización y reconocimiento. La idea es observar lo captado por las cámaras de las palomas, hasta dar con algún elemento que resalte del contorno. En ese momento damos aviso y procedemos a la vaporización, si es que es el caso. Lo más difícil de todo es la visualización, porque las palomas no tienen criterio. El criterio se lo ponemos nosotros. El artefacto simplemente detecta patrones, que por regla general siguen dos ejes. Por un lado, reconoce situaciones similares en el pasado. Rostros, posiciones corporales, vestimenta, ítems de conducta. Puede detectar semejanzas y dar la alarma. También reconoce elementos del contexto, cómo se relacionan entre sí. Si la conexión o la contigüidad entre una persona y el lugar no cuadra, algo limpio al lado de algo muy sucio, algo quieto contra algo móvil, algo desordenado pegado a una cosa toda alineada, bueno, esos mecanismos de continuidad también los marca. Y nosotros tenemos que interpretar esas marcas, pensar si son signo o no son signo de algo que tengamos que vaporizar. Y esa es la parte más difícil. Ver si el blanco es un bruno, que es como llamamos a los objetos vaporizables, eso es lo difícil. Tenés que darle un valor y una posición. Y así es como estamos en las consolas de la SUC, todos los visualizadores R2, trabajando, y cuando hay dudas, llamamos a algún R3. —En ese contexto usted se comunica con Uxain. —Exacto. A pedido. Imagínense que estamos dispuestos en serie, somos como cuarenta visualizando, y cuando hay algo, lo llamamos a él, o al que esté, en la Coordinación de Gestión, mediante un aviso que va por sistema.

—Y de esos cuatrocientos brunos, ¿cuál diría usted que es el margen de error? —¿Error? El margen nos da no más del dos por ciento. —¿Dos por ciento? ¿Quiere decir que sobre cuatrocientos casos al mes, usted reconoce ocho errores? —Es una manera de verlo. Mi manera es decir que acertamos trescientas noventa y dos veces por mes. —Claro. ¿Usted diría que su trabajo es agotador o que implica una gran responsabilidad? —Podría decir eso, sí. En realidad tiene momentos muy tensos, aunque en general el entorno y la tarea sean agradables. —¿Se siente usted presionado? —No. Presionado, no. Creo que soy consciente de la responsabilidad que implica la tarea. No puedo decir más que eso. En el fondo soy un agradecido. En esta época, y en este mundo, sé que soy una persona con suerte, y que he sabido aprovechar esa suerte, al mismo tiempo. Archivado anexo testimonial DOVE. Todos los derechos reservados Ondred International. —¿Y ese llamado implica que usted va hacia él o él viene hacia donde usted está? —Cualquiera de las dos. También puede ocurrir que él desde su consola, él o cualquier supervisor en realidad, vean lo mismo que estoy viendo yo y apliquen su propio criterio. —¿Y qué es lo que ocurre con mayor frecuencia? —En el caso de Albert, por regla general viene él. Venía, es decir. Cuando él estaba asignado, tenía como una cosa de moverse todo el tiempo. Iba y venía. Y en el caso mío, cada vez que lo llamaba, o la mayoría de las veces, terminaba él viniendo hacia mi consola. —¿Y eso era de su agrado? —La verdad que no. —¿Por qué? —Albert solía estar transpirado, tenso. A veces olía mal. Y en esas situaciones pasaban cosas.

—¿Cómo diría usted que es su trato con los empleados a su cargo? —Correcto. O sea… correcto. —¿Cómo cree que lo ven? —No sé. Supongo que como un compañero. Alguien que se pone a la par e intenta orientar en la tarea que tenemos en común. En definitiva, estamos todos en el mismo barco. —¿Como compañero usted está a la par? —Bueno, a la par a la par, no. Exactamente igual no es la cosa. De hecho, a veces, pienso más en algo así como lo que transmite un padre. Incluso la diferencia de edad provoca esas cosas. Soy como una figura de autoridad, pero supongo que es imposible evitar que de una u otra forma, con el tiempo, aparezca el afecto. —¿Qué clase de cosas? —Era decirle “Albert, fijate esto”. Y ahí él se ponía con la mano a orientar la paloma. Y a veces dejaba caer directamente su mano sobre la mía, que todavía estaba en el control. Y yo sentía que me acariciaba. Y que no era un accidente. Otras veces yo le señalaba en la pantalla un posible bruno, y el bajaba desde donde estaba. Porque se paraba atrás a un costado mío. Y bajaba para mirar. Y se ponía apenas arriba mío, y yo sentía su cuerpo, su transpiración, casi que podía sentir cómo respiraba, porque le gustaba exhalar fuerte y hacerme sentir su aire. No sé cómo decirlo. Me rodeaba a distancia, ahí con la mano caída, acariciándome en el control. Y mirábamos los dos la pantalla, y yo pensaba que tal vez era un accidente, pero a veces me parecía que desde donde estaba, él tenía que estar oliéndome el pelo. Porque no era raro que se notara que me estaba oliendo. Señalaba algo en la pantalla, y en realidad miraba de reojo por sobre la línea de los hombros. Y yo me sentía mirada. Me miraba los pechos. Me miraba el cuerpo, y todo con la excusa de estar señalando un bruno ahí.

—¿Usted cree que eso puede dar lugar a confusiones? —¿Confusiones? ¿De qué tipo? No, bah, no creo. Creo en las buenas intenciones. Acá tiramos todos para el mismo lado. —¿Y la relación con la señorita De Marco cómo era, puntualmente? —Bien, bien, como con cualquier otra. Yo la verdad nunca tuve ningún problema, con ninguna chica. En absoluto. Y por acá han pasado muchas. Es más, yo diría que ella era de las que más demandaban mi atención. Recuerdo permanentemente su “Albert esto, Albert lo otro”. De hecho, si lo piensan, mi mismo nombre invita a la confianza. Ya me llamás Albert, y parece que es la relación con un Alberto, pero en confianza, como que te conocen hace mucho. Y ella era de ser así. Hablar, hablábamos de distintas cosas. Yo podía decirle “cómo estás hoy”, o algo del pelo, o algo de la vida, porque a veces se habilita ese registro en el que te contás cosas más personales, y ella fue así desde el principio. Yo creo que la acompañé bastante en las cosas que le fueron pasando. —¿Y no había un bruno ahí? —A veces sí. A veces no. Pero no importaba. Porque yo sentía que en realidad me estaba oliendo. Que me estaba rodeando. Incluso a veces me miraba y me mandaba a buscar un tóner, para las impresiones de contextos urbanos. Imprimimos cosas todo el tiempo, para adosarlas a los expedientes. Y los tóner se acaban y hay que ir a buscarlos al depósito, pasando los baños. Y me mandaba a buscar, siempre a mí. Y cuando yo volvía, él iba hacia el baño, como preparándose para bajarse la bragueta. Yo no sé si me miraba. A mí me daba vergüenza mirar, desviaba la vista. Y me preguntaba todo el tiempo si estaba con alguien.

—Esto es así, siempre es así. Das confianza y a veces la confianza te vuelve. La verdad me sorprende y no me sorprende nada esto de Sabrina. Si me buscaba. Yo me daba cuenta de que me buscaba, de una manera o de otra. “Ay, Albert”, “Mirá, Albert”. Con esto yo no digo que haya pasado algo. Pero recuerdo ahora que cuando se separó, una vez ella estaba ahí, volviendo del depósito, y se paró en la máquina de café, y me miró todo el recorrido mientras yo iba al baño. Todo el recorrido, ¿se dan cuenta? Yo debo tener algo en la próstata o en la vejiga. Tal vez el sedentarismo, no sé. O el exceso de café. Voy mucho al baño. Mucho. Pero en una de esas voy y nada. Y otras siento que se me sale de tanto que hay. No sé. Es raro. Y ella estaba ahí, mirándome, me acuerdo clarito. Y yo pensaba, claro, que yo aparezco como una cosa enorme para ella, un R3, un tipo más grande. Yo estoy donde muchos quisieran estar. Pero no es fácil. Porque hay que decidir muchas cosas, mucha responsabilidad. No todos están hechos con la madera que requiere esta posición. Y eso yo lo sé. Y creo que no todos lo saben. —¿La señorita De Marco lo sabría? —No lo sé. Tal vez, ahora que lo pienso, creo que no. —¿Es de buena madera la señorita De Marco? —Y… así preguntado. Yo no digo, ojo, yo no digo para nada que sea mala persona. Pero creo que de alguna manera quizás ella piensa que merece más. —¿Y eso la incomodaba? —Claro. Me sentía invadida. Todo el tiempo. Desplazada. Me sentía rodeada por sus preguntas, su mano cayendo. Le daba por mirarme los labios mientras hablábamos. No podía tomar café, no podía ir sin que él viniera detrás. Sin que me comentara la ropa. El peinado. A veces decía que se había distraído, que no había escuchado.

—Recuerdo puntualmente una situación. Había un objetivo, y ella me estaba preguntando por sistema si era bruno o no era. Desde el punto del SUC en el que yo estoy, no siempre se ve con quién hablás, la cara, digo. Y a veces es mejor mirarse a la cara, captar los gestos, para ver si el otro duda. Queremos evitar el error. Todo el tiempo nos insisten con eso. No podemos vaporizar nada que no sea vaporizable. ¿Mirá si te equivocás? Había una señora con dos perros al lado. Estaba recostada contra la pared de un edificio en una esquina. Había una saliente del edificio que la protegía de la lluvia. Por la saliente desde la paloma no se veía bien. No se distinguía. Sabrina me avisó. Dimos alerta a Territorio y a Animalidad. Llegaron rápido. Ahí, ahí, me decía, y me señalaba un bulto que tenía esa mujer. Una bolsa. Pero tal vez era un perro. O no. Un tercer perro. O un cachorro. O un gatito. O algo que si estaba ahí, no nos dejaba proceder. Y ella hablaba y hablaba de las posibilidades. Y la verdad ahí no la escuché. Pensé que estaba en otra. Que era una situación que ella había provocado. Se acababa de separar, me había dicho. Estaba sola, llamando mi atención. Y la verdad, no escuché lo que decía. Al final me di cuenta de que mi mano estaba sobre la de ella en la consola. Llovía y, si tengo que reconocer algo, tengo que decir que se veía hermosa ahí, en el día lluvioso. Desde la torre del comando se veía toda la ciudad. Y ahí mismo se apretó el botón y se vaporizó todo. Después nos enteramos de que ese fue uno de los ocho errores del mes. Archivado anexo testimonial DOVE. Todos los derechos reservados Ondred International. No te escuché. De lo linda que estás. Y si era un halago. ¿Cómo me voy a enojar?, me decía. Y yo sabía que me estaba oliendo el pelo. Y que esa mano en la consola me estaba acariciando.

—Fue un momento complicado. Tuvimos que dar muchas explicaciones, se abrió un expediente. Era una mujer mayor a la que le había bajado la presión. Hablamos bastante con Sabrina en esa época. Tuvimos un intercambio fuerte, cierto, pero fue a la par la cosa, de ida y vuelta. Ella también dijo cosas. Y mezcló todo. Y yo ahí me di cuenta de que en realidad era muy chica. Muy chica para casi todo. Era una nena jugando con una botonera prestada. —¿En ese momento ocurrió lo del expediente? —Más o menos por ahí, sí. Vino hecho una furia, y me agarró cuando yo salía del ascensor y me llevó al depósito. El día anterior había pasado todo lo de la señora. Y él quería que yo me inculpara. Que dijera que había sido yo la que había apretado el botón. Si me estaba tocando, y yo estaba paralizada, ¿qué iba a hacer? Y ahí me dijo nomás que yo no sabía lo que estaba haciendo, que no me iba a salir con la mía. Que él sabía muy bien que yo quería ser R3, que sabía que había una vacante que se iba a abrir pronto, y que si yo seguía haciendo esas cosas, me iba a costar llegar, por más caritas que pusiera. Y yo ahí le pregunté por las caritas, ¿qué caritas, pelotudo? Y fue ahí que me dijo que yo le ponía carita de puta, de puta de mierda, de puta ambiciosa, y ahí me di cuenta de que él estaba prácticamente encima de mí en el depósito, y que me había llevado a ese lugar sin que nadie lo viera. Entré en pánico, porque me di cuenta de que no dejaba de mirarme la camisa, de que no dejaba de mirarme las tetas. Ahí lo empujé y le pegué con el tóner que tenía más a mano. Y salí corriendo. Le costó aparecer, pero vino al rato. Tenía toda la cara marcada. Ni me miró. Nos ignoramos todo el día.

—Tengo que decir que debo haber cometido muchos errores para llegar a esta situación. Creo que tal vez, en algún momento, llevado por el entusiasmo de lo que yo creía ver en ella, a una compañera, a una mina laburadora, debo haberle comentado de ciertas posibilidades de ascenso, de cierta oportunidad de pasar a R3. Lo que pasa es que después de lo del expediente, todo empezó a cambiar. Yo creo que ella no quiso hacerse cargo de su parte. Empezó a buscar pleitos. Yo, la verdad, no voy a contar todo lo que pasó. Fue muy feo. Yo creo que una mujer, una señorita en su caso, no puede andar haciendo o diciendo esas cosas. Yo quise su bien, todo el tiempo su bien, porque, como dije, yo no me pongo en jefe. Trato de ser comprensivo, de ser como un padre. Y ahí hay que reconocer que ella no quiso aprender. Le fui descubriendo fallas. Consigné algunas cosas en los reportes. De cómo recorría las retículas urbanas, de cómo llevaba la paloma, de cómo descuidaba ciertos márgenes de composición de semejanzas y contigüidades. Todo eso que vas notando cuando te volvés consciente de lo mal que está la cosa. Y entonces aparecieron los mensajes, y entonces tuve que intentar hablar con ella, antes de que la dinámica del enfrentamiento nos llevara a los dos. Y me pareció que había entendido. Me pareció que habíamos llegado a un acuerdo. Pero con esta gente nunca se sabe. —¿Usted cree que el intercambio de pareceres fue fructífero? —Yo creo que sí. Yo siempre apuesto al diálogo. Pero evidentemente eso no siempre funciona. —¿Le fue posible reinsertarse en la tarea? ¿Siguió cruzándose con ella? —La reasignaron a otra área en un determinado momento, hará cosa de un par de semanas. No supe más nada. Se la notaba muy alterada. Alguna vez nos tocó cruzarnos en un pasillo, o en un ascensor, no recuerdo. No sé qué esperaba. Yo, la verdad, empecé a dejar de creer en el cuidado de las formas cuando vi que para ser caballero primero tiene que haber una dama. No sé, yo soy de esos que siempre dejan pasar, que abren puertas, que primero usted y esas cosas. No es que tengo que pensarlo. Crecí en un mundo así. Pero esta gente, no sé, coincidís en una reunión con personas así y te atacan por nada. La vez del ascensor más o menos yo tendría que haberme tirado al vacío para hacerle lugar, según ella. Me miró muy mal, todo el recorrido. La verdad, pienso que no está en sus cabales, y que no es seguro que una persona así trabaje en Gestión, o en Ondred. Pero si yo me pongo a decir esas cosas, después el que es mala persona soy yo. Para ser más moderado, creo que es una persona que no puede estar en el SUC a cargo de palomas para la detección y prevención de brunos. Los dispositivos ojivales son máquinas muy precisas, exquisitas, y son recursos muy costosos. No podemos hacer que estén en manos de imprudentes, de sujetos que no tengan un criterio de cuál es la realidad y cuál la fabulación. Porque guiados por lo que se imaginan, van a terminar vaporizando a gente de bien, y ahí nos vamos a quedar todos sin trabajo. —¿Usted está planteando realizar una contrademanda? —No sé si tanto como eso. Pero al menos llamar la atención. Fíjense ustedes, no sé. Tal vez ya es tarde para que yo pueda considerar estas cosas respecto de esta persona. Ya no depende de mí. —Habré llorado mucho en el baño, porque una compañera me preguntó qué me pasaba. Le conté. A los pocos días ella le habrá dicho algo a alguien, porque no la vi más. Bah, al que vi fue a él, que me citó a la sala de reuniones. Bajó las persianas y me hizo esperarlo media hora. Cuando vino, dio vueltas, hizo que leía algo. Después se paró y se me puso atrás, como en la consola. Y ahí nomás me lamió la oreja y me empezó a masajear y a toquetear el pecho. Conmigo no, puta de mierda. Conmigo no, no te va a salir, me dijo varias veces, y ahí hundió su otra mano en mi entrepierna. En ese momento di un grito, me paré y salí. Creo que eso es todo lo que pasó. De ahí me fui directamente a averiguar cómo iniciar el procedimiento de denuncia. Creo que alguna vez me buscó. Coincidimos en un ascensor, y empezó a exhalar fuerte, como si intentara mover mis pelos con su respiración, para mostrarme que todavía podía afectarme. Y así hasta el día de hoy.
Es hermoso volar doves. Es como tener la ciudad en la mano. Ir flotando por el aire sobre un mundo que no presta atención. Si no pudiera hacerlo… extrañaría eso, la suavidad del mando, el viento imaginado, la lentitud del giro, el desplazarse por un tobogán fresco, que es tanto más conmovedor porque es la cosa que responde a la intención inmediata. Es hermoso descubrir los salientes en el relieve, discriminar las partes, reconocer los elementos, seguir los rastros que crecen en las sombras. Es tan precioso en su durar a lo largo del día, sin cansancio, sin otra insinuación del paso del tiempo que el sol huyendo, obligando a prender los reflectores, inspeccionando las zonas nocturnas que van creciendo entre manchones diurnos. Es tan hermoso encontrar lo que se busca. Resolver un enigma. Flotar en lo alto. Hay tanta poesía en contemplar esta vida inimaginable pero que tenemos la fortuna de estrechar de a ratos en la punta de los dedos, con el suave impulso que da el comando mientras navega incansable su retícula de dieciséis manzanas. Lo extrañaría todo de esta vida por los aires, en la que sabés que no hay otro lugar que se pueda alcanzar ni otro destino que se pueda imaginar. Es como cuando te despertás transpirado en la medianoche y te das cuenta de que estuviste soñando lo que viviste apenas un rato antes.

—No lo reconozco en absoluto. ¿Dónde lo encontraron? —En el baño del tercer piso. —¿Y saben quién lo escribió? —No. Por eso se lo mostramos. —Mío no es. —¿Pero se siente identificado? Archivado anexo testimonial DOVE. Todos los derechos reservados Ondred International. —Cualquiera de nosotros pudo haber escrito algo así. Cualquiera. Creo que es un sueño recurrente. Sueño que vuelo por sobre la ciudad. Como si fuera un ángel. Y los protejo a todos. Y los salvo. Y ya no tengo cansancio.

—Identificado… ¿en qué sentido? —¿En qué sentido entiende usted la palabra? —Bueno, no sé, yo me identifico con las cosas, me identifico con la empresa y con mi trabajo. Incluso, diría, parte de esto que me pasa es porque me identifico con la gente, con lo que le pasa, y trato de ser algo más que un jefe, algo más que alguien que te dice lo que tenés que hacer. No es la identificación un problema para mí. Al contrario. —Entonces, ¿se identifica con esto sí o no? —Pero… de vuelta, no sé lo que quieren decir con eso… —Lo que usted crea al respecto… —Yo, más que identificarme… Volar palomas… hermoso, hermoso, lo que se dice hermoso, no es. Pero la única manera de hacerlo es comprometiéndose. Con la cosa. Con la tarea. Con la empresa. —O sea que no. No se identifica. La toma de testimonios en el marco del procedimiento de revisión del desempeño del recurso humano supone el desarrollo de una serie de entrevistas pautadas y orientadas por personal competente. La serie de encuentros se dispone de manera regular. Los testimonios se asientan y posteriormente se editan de manera apropiada para facilitar su tratamiento. Ondred International asigna la máxima importancia a la elucidación de los sucesos acaecidos en el marco del empleo y utilización de Dispositivos propiedad de la empresa. Entre los procedimientos utilizados se encuentran el despliegue de cuestionarios multifocales seriados, la repetición en diversas instancias de los mismos interrogantes, y el aplazamiento deliberado de los encuentros pactados. Estos recursos son empleados para ponderar la vocación testimoniante y estimar la consistencia de lo testimoniado, así como también para asignar probabilidades y rangos de verosimilitud a los contenidos desplegados en los anexos. La recolección de pruebas internas de consistencia es el último paso antes de proceder a la estandarización de la expresión oral para su debida inscripción como registro escrito. Los testimonios se exponen siguiendo un orden que replica aproximadamente la secuenciación temporal de las entrevistas, aunque en ocasiones el resultado final puede diferir sustancialmente respecto de la secuencia oral. Para más detalles, consúltese el soporte en audio. La ciudad desde lo alto se ve distinta. Las cosas que llaman la atención son otras. Lo más impresionante de todo son las sombras. Nadie presta atención a las sombras, allá abajo. Desde arriba ves antes la sombra que a las personas. Incluso te acostumbrás a reconocer los detalles de la gente, apenas por lo que se ve de sus siluetas en el piso.

—Estoy cansado de esto. No sé si podría ponerme en ese lugar. Decir eso. No lo sé. Me están llevando a decir cosas. Me están obligando a decir lo que no quiero decir. Esto es una trampa. Un engaño. Ella lo hizo. Sabrina lo hizo. Seguramente lo dejó ahí para que parezca que cualquiera puede pensarlo. —¿Y cuál sería el problema? —¿Y por qué me lo muestran? La piba lo hizo. La pibita. Las minitas son así. La minita es así. Muy putita, muy putita así. Y yo no supe ver. No lo supe ver. Entré como por un tubo. La piba fue. —¿Usted sabe que no? —¿Que no qué? —Que no es así. Es un texto de prueba. Un test de Ondred. Nos interesa la percepción subjetiva de la tarea objetiva. —¿Y eso qué significa? —Que usted tal vez ya no se reconoce en la tarea. —¿Y entonces? —Albert. No es para eso que estamos acá. Pero déjenos decirle que para nosotros es muy importante que usted pueda identificarse con la tarea. La implicación. La implicación es lo único que nos diferencia de la maquinaria DOVE. Y la implicación es lo que nos diferencia por completo de cualquier otro trabajo. Porque no es solo trabajo. Esto no es otra cosa más entre todas las cosas que hay para hacer. Esto es todo lo que hay, de todo lo que se puede imaginar. —Ah. —Pero mis días ya no son más así. En realidad, ya no tengo más ganas de hablar de nada. Ya no quiero hablar más. Ya no.

ONDRED INTERNATIONAL a city dream we can live by En Ondred International nos importa la amenidad en los procesos de trabajo. Creemos que lo más importante que tenemos es el recurso humano. Por eso lo protegemos. Por eso lo mimamos. Por eso nos interesan el cuidado, la confianza y el espíritu de equipo. Desde hace décadas hemos sido pioneros no solo en la tecnología de visualización urbana sino también en la construcción de hábitats laborales que redunden en un mejor ecosistema humano. La ambientación on demand, la flexibilidad de horarios y la adaptabilidad recíproca de las tareas son nuestras premisas a la hora de pensar la dinámica productiva. Y en ese contexto emerge el sentido de pertenencia, la idea de un colectivo de propósitos orientado al bien común. La interacción de recursos humanos confiados y dispositivos de reconocimiento urbano de última tecnología nos permite ofrecer un servicio eficiente y maleable a los rasgos de los diversos entornos, en cumplimiento de una tarea que es prioritaria y no admite mayores dilaciones. Si la SEGURIDAD es uno de los pilares de las políticas públicas, no es menos cierto que el recurso humano aplicado a su ejecución debe estar calificado y comprometido de manera integral. Para eso proponemos un entorno de comando en línea, de interconexión inmediata y aplicación polivalente. En el módulo SUC, que estructura el área operacional, se dispone de 48 terminales de visualización, dos consolas de integración y coordinación, depósito, área de refrigerio, esparcimiento, terminal paralela de auditoría y control, módulo de backup y secciones de Contrapartes. El área de recursos humanos cuenta con autonomía organizacional, de manera de poder atender prontamente a los requisitos del área operacional. El personal especializado está preparado para intervenir en las patologías más comunes asociadas al empleo y utilización de tecnologías de visualización urbana, incluyendo los trastornos de personalidad y la proyección pulsional violenta asociada a estratificación por jerarquía ocupacional, género, clase, etnia y filiaciones ideológicas. El módulo de recursos humanos se compone de dos salas en paralelo aisladas por cámara Gesell, hábitats de interrogación y respuesta a estímulos programados, y un personal altamente calificado, que ha diseñado el internacionalmente conocido Test de Ondred para la detección temprana de alienación y desimplicación laboral. Según la literatura especializada más reciente, el test ha ayudado a prevenir el 83% de los casos de alienación purulenta asociada a tareas de visualización urbana. Este desarrollo en tecnología de control de recurso humano nos enorgullece, aunque tenemos claro que no es suficiente. Nunca alcanza para nosotros. Nuestra meta es la excelencia aplicada al rendimiento de los procesos. En todo caso, la perfectibilidad del sistema da cuenta de nuestra preocupación por la mejora de las condiciones de los ecosistemas humanos. Ondred International es una empresa global que articula los intereses y funciones del sector público y estatal con la capacidad de emprendimiento e innovación propia de la iniciativa privada. En su tarea de articulación coimplica el sentido de responsabilidad social empresarial y el sentido de responsabilidad de las políticas públicas. Ondred International es una división de Ondred Capital Partners. Todos los derechos reservados. DOVE, PA y Spectral Vaporization son tecnologías patentadas por Ondred International. DOVE es marca registrada. Spectral Vaporization es marca registrada. Todo uso no autorizado de marcas, logos, isotipos, dispositivos de vaporización espectral, modelos de consulta en red, patrones de reconocimiento y tecnologías de reconocimiento urbano propiedad de Ondred International será penado por ley. —Creo que nos cruzamos en una esquina. Había cambiado. Se parecía y no se parecía a la persona que había trabajado conmigo. Justo en ese momento le habrá bajado la presión o algo así. Se había recostado contra la pared y tenía unos perros encima. El techito impedía que se mojara. No sé. No miré demasiado. Yo creo que era nomás, pero me daba vergüenza mirar. Seguí de largo, tratando de que no me reconociera. Después, no sé qué pasó. Archivado anexo testimonial DOVE. Todos los derechos reservados Ondred International.
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