Читать книгу Liberando el Alma - Noelia Lebrini - Страница 6
ОглавлениеUn sueño
Dale, animate, ¿qué esperás?, me dice un amigo cuando le hablo de mi sueño de escribir un libro. Todo lo que quisiste hacer, lo hiciste. Cuando quieras esto, lo vas a poder hacer, remata, poniéndome todas las fichas que yo no me pongo.
¡Fulanito, no existís al lado de la prima!, me alienta ella, nombrando al primer escritor que se le viene a la cabeza, en un intento de darme la confianza que me falta.
Bueno, al menos sé que hay dos personas que comprarían mis libros. Sin embargo, para mí el valor estaría puesto en otro lado, la ganancia no sería material, sino que iría más allá de eso: apuntaría a la satisfacción de haber cumplido un gran sueño, a la sensación de libertad que me abrazaría al haber roto las cadenas. Seguramente mi analista estaría feliz al corroborar que su intervención tuvo efecto: la vas a terminar de liberar el día que publiques, me dijo, en respuesta al anillado que guardo celosamente con mis escritos y que titulé Liberando el alma. A mi alma se refería, específicamente. Intervención precisa, sacudidora. Me la dejó picando y no para de dar vueltas en mi cabeza.
Sería increíble poder compartir con otros algo de todo lo que escribí a lo largo de mi vida, que alguien más pueda verse en alguno de mis poemas, identificarse con alguna frase. Tomen, acá está mi libro, mi alma libre y desnuda.
Pero no es tan simple, cuesta. El fantasma que me persigue no es tan fácil de atravesar. Tengo el sueño guardado desde hace mucho tiempo, en un cofre bajo miles de candados. Sí, tengo miedo al rechazo. Cargo con esa cruz desde otros tiempos. Y es que, en mi casa, si no eras hombre y futbolista, la mirada te pasaba de largo... ¿Será por eso que soy tan buena con el dominio de la pelota?, algo tenía que hacer para ser mirada. Hoy soy adulta, los reproches perdieron consistencia. Hoy entiendo que soy responsable de las elecciones de mi vida, yo solita, nadie más. Y sigo escribiendo. Y el deseo está intacto, al igual que el miedo. Pero ese miedo se va haciendo cada vez más chiquito y el deseo cada vez más grande.
Dale, Noelia, me digo. Y se me llenan los ojos de esperanza.