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De los gobiernos de izquierda al regreso de la derecha en América Latina
ОглавлениеDespués de la década perdida de los años ochenta y las sucesivas políticas de ajuste –aperturas comerciales, privatizaciones, desregulación, entre otras– hubo un giro hacia la izquierda a finales del siglo XX e inicios del siglo XXI. Rápidamente, fueron elegidos gobiernos de izquierda en buena parte de los países latinoamericanos. Aunque en cada país hubo factores específicos que llevaron a la elección de presidentes y presidentas de izquierda, generalmente se apunta a las crisis económicas de finales de los noventa e inicios del siglo XX (Levitsky y Roberts, 2011) y el asociado desgaste del “modelo neoliberal” como la causa de este fenómeno. Las promesas de una prosperidad generalizada como resultado de las reformas de los noventa evidentemente no se cumplieron para una parte importante de la población y generaron una gran frustración en ésta (Weyland, 2010).
Frente a la denominada “ola roja” es importante realizar dos apuntes importantes que también nos ayudan a entender el creciente éxito electoral reciente de la derecha. Por un lado, existía una gran diversidad en los gobiernos de izquierda en la región, tanto en el tipo de políticas públicas (económicas, sociales) que buscaban implementar, como en las estrategias políticas para lograrlas. Definir que es “ser de izquierda” es un debate extenso al cual no puede dedicar mucho espacio, pero siguiendo a Roberts y Levitsky (2011: 5) se puede plantear una definición operacional donde nos referimos a actores de izquierda como “actores políticos que buscan, como un objetivo programático central, reducir la desigualdad económica y social”. Esto abre el espacio para entender como gobiernos “moderados” –por ejemplo, Michelle Bachelet en Chile o Lula da Silva en Brasil y sus programas de inclusión social manteniendo los pilares de la política macroeconómica de sus predecesores– son de izquierda, aunque contrasten notoriamente con las políticas económicas y sociales de “radicales” como Hugo Chávez en Venezuela (Weyland, 2010). Muchos de los moderados mantuvieron además un fuerte compromiso con la democracia liberal representativa y buscaron realizar reformas en alianza con otras fuerzas políticas de centro y derecha, como fue el caso en Brasil. En otros casos, gobiernos de izquierda fomentaron procesos de erosión de las instituciones democráticas liberales –Venezuela y Nicaragua, por ejemplo– que llevaron a transiciones hacia regímenes autoritarios (Gamboa 2017).
Por otro lado, aunque pareciera que el surgimiento de gobiernos de izquierda estuviera asociado a cambios de posiciones ideológicas en la opinión pública en países latinoamericanos, el giro a la izquierda no estuvo asociado a esto. Es decir: la entrada de la izquierda al gobierno no estuvo relacionada a un creciente rechazo a las políticas “del ajuste” económico causado por cambios en la opinión pública sobre sus convicciones ideológicas acerca del rol del Estado en la economía. El apoyo mayoritario hacia gobiernos de izquierda resultó del desgaste de gobiernos de centro y derecha con pobres resultados económicos. Los votantes, en este sentido, se comportaron más como actores guiados por una racionalidad instrumental y sancionaron a aquellos gobernantes que “produjeron” políticas que redujeron su bienestar y apoyaron a sus contendores (Ross Arnold y Samuels, 2011). La capacidad que tuvieron los gobiernos de izquierda de sostenerse en el poder posteriormente tampoco estuvo asociada a cambios “ideológicos” en el electorado. De hecho, no hay evidencia –en general– que los gobiernos de izquierda hayan generado un incremento en la relevancia de los rótulos de “izquierda” o “derecha” para predecir la opinión y comportamiento político de las personas (Zechmeister, 2015). La re-elección de gobiernos de izquierda en la región respondió a electorados que recompensaron a gobiernos de izquierda que gobernaron en momentos de crecimiento económico –en buena medida por el boom de los commodities– permitiéndoles implementar variadas políticas sociales (Levistky y Roberts 2011).
Sin embargo, la ausencia de una “estructuración ideológica” de las opiniones y el comportamiento político del electorado no quiere decir que no hubo un impacto en algunos votantes de los gobiernos de izquierda y sus políticas. En algunos casos –por ejemplo, en Venezuela– se puede observar cómo se crearon identidades partidarias o partisanship (Handlin y Collier, 2011). Estas identidades no necesariamente se fundamentan en posiciones ideológicas–aunque puedan serlo. En el fondo, son un apego psicológico a un grupo social (en este caso, un partido) más que una identidad ideológica (Green et al. 2002).
De la misma manera que un partido puede fomentar estas identidades partidarias en el tiempo –por ejemplo, el caso del Partido de los Trabalhadores (PT) en Brasil– es posible también generar identidades sociales en contraposición a una opción partidaria. En este mismo caso, el surgimiento del PT también fue creando una fuerte identidad social (anti-partisanship) contraria al PT que no se cristalizaba necesariamente en una opción partidaria contrapuesta (Samuels y Zucco, 2018) pero si podía manifestarse como una identificación social en contra de “la izquierda”.
Analíticamente, los mismos retos que teníamos al analizar la “ola” de gobiernos de izquierda, los tenemos al analizar los nuevos gobiernos de derecha que han llegado al poder recientemente. Aunque en general se puede pensar en actores “de derecha” como aquellos que defienden los intereses de unas elites en contra de presiones redistributivas, esto se puede manifestar por medio de múltiples estrategias y posiciones (Roberts, 2014). Algunas fuerzas de derecha pueden hacer uso de posiciones conservadores frente a temas morales y culturales para movilizar a las clases populares. Otras pueden enfatizar políticas de seguridad (la denominada “mano dura”) para buscar apoyo entre los votantes. Inclusive, dentro de la derecha no siempre se tienen posiciones comunes frente a políticas económicas. Mientras algunos grupos de derecha favorecen políticas ortodoxas fiscalmente y de apertura comercial, otros sectores (por ejemplo, sectores industriales enfocados en el mercado local) pueden favorecer políticas proteccionistas y de nacionalismo económico (Roberts, 2014). En electorado, tampoco se encuentra un patrón consistente entre opiniones sobre temas económicos, sociales o políticos para personas de derecha (Doyle y Wiesohomeier, 2014).
En el periodo durante el cual los gobiernos de izquierda contaron con un ambiente económico favorable en la mayoría de países en la región, las fuerzas políticas de derecha tuvieron poco éxito electoral y, por consiguiente, tuvieron que buscar otros temas –más allá de conflictos distributivos– para buscar nichos en el electorado. Dependiendo del país, el tema específico que enfatizaban los políticos de derecha podía variar por país (Doyle y Wiesohomeier, 2014). Sin embargo, con el alto nivel de violencia criminal observado en muchos países de la región, el tema de la seguridad pública ha adquirido mayor relevancia en la opinión pública y ha sido adoptado por muchos partidos y políticos de derecha para atraer sectores del electorado con sus propuestas de “mano dura” (Doyle y Wiesohomeier, 2014; Zechmeister, 2015).
Ante las fuertes crisis económicas que vivieron muchos países latinoamericanos recientemente –asociados en gran medida a las caídas de los precios de los commodities y las limitaciones para sostener gastos por parte de los gobiernos de la región– la mayoría de los gobiernos latinoamericanos de izquierda fueron reemplazados por gobiernos de derecha. Es previsible que el ascenso de la derecha, tal como sucedió a inicios de siglo con la izquierda, no esté ocurriendo por cambios ideológicos en el electorado y si como un intento de sancionar a gobiernos (de izquierda) que están presidiendo en situaciones económicas precarias y crisis políticas (por ejemplo, escándalos de corrupción).
En este sentido, es importante en una primera instancia y como objetivo central de este capítulo, explorar si el auto-posicionamiento del público general está asociada a sus opiniones frente importantes temas económicos, políticos y sociales. A continuación, analizaremos –ahora en el contexto de gobiernos de derecha– a dos países: Colombia y Brasil.