Читать книгу La energía sexual o el dragón alado - Omraam Mikhaël Aïvanhov - Страница 4
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EL DRAGÓN ALADO
En todas las tradiciones populares, en los cuentos, en las mitologías, encontramos la imagen de la serpiente o del dragón, cuyo simbolismo es más o menos idéntico en una u otra cultura. Innumerables cuentos hablan de un dragón que tiene prisionera en un castillo a una bella princesa inocente y pura. La pobre princesa llora, languidece y suplica al Cielo que le envíe un salvador. Pero uno tras otro, los caballeros que se presentan para liberarla son devorados por el dragón, que se apodera de sus riquezas y las guarda en los subterráneos del castillo. Por fin, un día llega un caballero, un príncipe más noble, más hermoso y más puro que los demás, al que un mago le ha revelado el secreto para vencer al dragón: su debilidad; el momento y la manera en que puede atarlo o herirlo... Y he aquí que este príncipe privilegiado, bien armado e instruido, obtiene la victoria: consigue liberar a la princesa y entonces, ¡qué dulces besos se dan!
Todos los tesoros acumulados durante siglos en el castillo pertenecen a este caballero, a ese hermoso príncipe que ha salido victorioso del combate gracias a sus conocimientos y a su pureza. Después, ambos se suben en el dragón que conduce el príncipe y recorren el mundo volando por el espacio.
Este tipo de cuentos que, en general, creemos reservados a los niños, son, en realidad, cuentos iniciáticos, pero para poder interpretarlos es necesario conocer la ciencia de los símbolos. El dragón no es otra cosa que la energía sexual. El castillo es el cuerpo del hombre. En ese castillo suspira la princesa, es decir, el alma, que la energía sexual incontrolada retiene prisionera. El caballero es el ego, el espíritu del hombre. Las armas de las que se sirve para vencer al dragón representan los medios de que dispone el espíritu: la voluntad y la ciencia para dominar y utilizar esta fuerza. Por lo tanto, una vez dominado, el dragón se convierte en el servidor del hombre, que lo usa de montura para viajar por el espacio. Es el dragón alado. Aunque se le representa con una cola de serpiente – símbolo de lis fuerzas subterráneas – también posee alas. Pues sí, está claro, es muy sencillo, es el eterno lenguaje de los símbolos.
Encontramos una variante de esta aventura en la historia de Teseo, quien, gracias al hilo que le había dado Ariadna, pudo orientarse a través del laberinto, matar al Minotauro y encontrar la salida. El Minotauro es otra representación de la energía sexual, es el toro poderoso y prolífico, y por lo tanto, es la naturaleza inferior, a la que debemos sujetar al yugo para trabajar la tierra como lo hace el buey.1 El laberinto tiene el mismo significado que el castillo; es el cuerpo físico, y Ariadna representa el alma superior que conduce al hombre hacia la victoria.
En las tradiciones judías y cristianas, el Dragón es representado por el Diablo, y el Diablo, como todos sabemos, huele a azufre.2
Todos esos productos inflamables como la gasolina, el petróleo, la pólvora, esas mezclas de gases que producen llamaradas y detonaciones, son precisamente, en la naturaleza, el Dragón que escupe fuego. Ese Dragón, que existe también en el hombre, es comparable a un combustible. Si el hombre sabe servirse de él, ascenderá a las alturas pero, si no sabe utilizarlo porque es ignorante, negligente o débil, será quemado, reducido a cenizas o precipitado al abismo.
1 El amor y la sexualidad, Obras completas, t. 14, cap. II: “Tomar el toro por los cueros. El caduceo de Hermes”.
2 La Ciudad celeste (Comentarios del Apocalipsis), Col. Izvor n° 230, cap. X: “La mujer y el dragón”, cap. XI: “El Arcángel Mikhaël derrota al dragón”, cap. XII: “El dragón proyecta agua sobre la mujer”, y cap. XV: “El dragón atado durante mil años”.