Читать книгу Conócete a ti mismo - Omraam Mikhaël Aïvanhov - Страница 4
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“Conócete a ti mismo”
“Conócete a ti mismo…” Muy pocos han sabido interpretar esta fórmula que estaba inscrita en el frontispicio del templo de Delfos. ¿Quién es este sí mismo al que hay que conocer? “Ah, diréis, es nuestro carácter, nuestras debilidades, nuestros defectos, nuestras cualidades”. No, este conocimiento es necesario, desde luego, pero es insuficiente. Conocerse, es conocer los diferentes cuerpos con los que estamos formados (los cuerpos físico, etérico, astral, mental, causal, búdico y átmico)1 y las necesidades de estos diferentes cuerpos. Pero los hombres no saben nada de todo eso. Cada uno conoce de sí mismo algunas cualidades, algunos vicios, y dice: “¡Sí, me conozco!” Y no, todavía no conoce nada, no sabe lo que existe en lo más profundo de sí mismo, lo que desea, lo que pide, lo que le falta. No sabe lo que es este “sí mismo”, lo confunde siempre con el cuerpo físico, y trata de procurarle alimentos, vestidos, joyas, confort, placeres, sin darse cuenta de que no era eso lo que le pedía su verdadero Yo. Las satisfacciones puramente materiales y físicas nunca han hecho que el ser humano se sintiese más feliz ni más satisfecho. Solamente cuando empieza a conocerse a sí mismo, arriba, le resulta finalmente posible, vivir en el esplendor.
Si los Iniciados de la Antigüedad insistieron tanto en la necesidad del conocimiento de sí, es porque este conocimiento abre las mayores posibilidades de avance, de progreso, de éxito. Mientras no conozcamos las necesidades de nuestro Yo superior, damos siempre todo al cuerpo físico que está atiborrado, mientras que el alma y el espíritu están hambrientos, sedientos, se ahogan y mueren.
Pero los humanos ni siquiera creen en la existencia de los otros cuerpos, así que ¿cómo queréis que se ocupen de alimentarlos, de darles fuerzas? Es inverosímil la situación en la que se encuentra mucha gente, incluso los más cultivados: están orgullosos de su cultura, de sus diplomas, de sus conocimientos, y sin embargo están constantemente agobiados, atormentados. Esto prueba que algo no está a punto en su vida. Es mejor no hincharse tanto de orgullo cuando se es tan ignorante.
“Conócete a ti mismo…” Toda la ciencia, toda la sabiduría está ahí: conocerse, reencontrarse, la fusión del yo inferior y del Yo superior. El símbolo del Iniciado que ha logrado reencontrarse a sí mismo es la serpiente que se muerde la cola. La serpiente que repta sobre el suelo es una línea recta o sinuosa, y la línea es limitada. Pero la serpiente que se muerde la cola se convierte en un círculo, y el círculo, es lo infinito, lo ilimitado, es la eternidad.2 El hombre que ha conseguido realizar el símbolo del círculo entra en un mundo en el que ya no hay límites, en el que ya no hay separación entre arriba y abajo, porque todos los poderes, las riquezas y las virtudes que el verdadero Yo posee se infunden en el pequeño yo. El pequeño y el grande se funden en uno, y el hombre se convierte en una divinidad.
Sevres, 6 de febrero de 1972
1 La alquimia espiritual, Obras completas, t. 2, cap. I: “Dulzura y humildad”.
2 Lenguaje simbólico, lenguaje de la naturaleza, Obras completas, t. 8, cap. IV: “El tiempo y la eternidad”.