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Prólogos

Laura Borràs i Castanyer

“U (please imagine)”

Prologar un libro siempre es una gran responsabilidad. Las palabras con las que un lector se encuentra en un principio han de tener la misión de acoger, acompañar, estimular a la lectura de lo que viene a continuación, y sobre todo, tratar de atraparlo en beneficio de aquello que obtendrá si entra en el juego y se deja llevar por la fuerza del texto. Siendo así, puede que lo más honesto fuese declinar el ofrecimiento que me hace la autora de este libro que tienen en sus manos porque, además de tener las palabras de las dos autoras contemporáneas que ella analiza (Deena Larsen y Stephanie Strickland) y que sirven de pórtico a su investigación, ella sola lo consigue desde el minuto cero. Incluso para una persona com yo, que desde el año 1999 investigo la temática de esta obra en el marco del grupo de investigación HERMENEIA (www.hermeneia.cat) y que he sido profesora, primero, y colega, después, de Oreto Doménech he de reconocer que esta obra me ha atrapado desde la primera a la última página y que la he leído como si leyese una novela, extrañamente seducida por la capacidad de entretejer el discurso sobre una área de conocimiento que en numerosas universidades europeas y americanas tiene un espacio que se consolida, pero que, por el contrario, aquí topa con la reticencia digital propia de un mundo que ha vivido acunado en la somnolencia de la imprenta desde hace 500 años.

Contextualizar un fenómeno relativamente nuevo, muy desconocido todavía en nuestra cultura, rehacer los vínculos con la teoría y la crítica al uso (aquí Riba, Vicent Salvador o Joan Margarit dialogan con Landow, Hayles o Aarseth) para reivindicar una lectura crítica genuinament digital y adecuada a las obras que forman parte del corpus de la literatura digital que son estudiadas en estas páginas, es un reto mayúsculo. Lo es por la complejidad de la temática analizada y la escasa tradición académica de estudio de estas nuevas textualidades, por la multiplicidad de saltos conceptuales que es necesario llevar a cabo y de referentes interdisciplinares que hay que dominar e incluso en una dimensión metodológica y procedimental, por la dificultad intrínseca de tener que dotar de una urdimbre de palabras aquello que digitalmente percibiríamos de manera dinámica y temporalizada. Usar las palabras para describir lo que va más allá de las palabras y lo que requiere de algo más que las palabras para poder ser considerado literatura digital.

Estamos delante de un libro redondo, en el que la vida se mezcla con el estudio y la autora nos da cuenta de ello, tal vez de manera inconsciente, en diversos momentos de la obra. Como en las dos citas que me gustaría recuperar aquí. La cita de apertura, de Antoni Clapés, que se pregunta por la mirada: “No t’adones de com ha anat canviant, el paisatge. No sols per l’acció dels elements sinó, i sobretot, perqué la teva mirada és ja una altra. (De qui és la mirada?)” y la cita de Nabokov que encontramos al final del libro y que, más o menos, vendría a decir que “La poesia incorpora els misteris d’allò que és irracional i que és percebut mitjançant paraules racionals”. En este sentido, la operación llevada a cabo por Oreto Domènech es enormemente osada porque se atreve a mirar con una mirada “otra” (la alteridad hecha mirada crítica) y extraordinariamente poética en ella misma. La primera de las dedicatorias del libro también nos prepara para adentrarnos en esta dimensión poética: “A Francesc perquè sense ell la poesia no tindria cap sentit”. Dar sentido a la poesía, esta es la titánica obra que Oreto Domènech lleva a cabo en este libro. Leer (leernos, también) para buscar sentido. Respecto de la poesía digital, entendida ahora en un sentido amplio de “poiesis”, como literatura en general y, claro está, en la obra de dos autoras que representan dos cúlmenes del cánon de la literatura digital en lengua inglesa, lo que equivale a decir que forman parte del cánon de la literatura digital, a secas. Estamos ante un ejercicio de lectura atenta, que va de lo general a lo particular y que, como si la autora fuese provista al mismo tiempo de un bisturí y de un pincel, nos va ofreciendo una disección de las diversas obras analizadas para, conjuntamente, ir pintando un cuadro más general donde seamos capaces de ver una imagen final bella, atractiva y seductora que se explique por ella misma.

Aquí es donde entraría en juego la segunda dedicatoria, la que va indefectiblemente destinada a sus padres, a su hermano, a la familia, aquellos que - literalmente- “sempre m’han animat a aprendre i m’han donat llibertat per a fer-ho”. Aprenendizaje y libertad. El aprendizaje como forma de ganar la libertad. El conocimiento como una manera de ser libres. Aquí, la voluntad de comprensión de Oreto Domènech es la piedra angular de todo el libro. La autora fue mi alumna en la primera generación del Máster en Estudis literaris en l’era digital en el curso 2006/2007. Una de las alumnas más brillantes que nunca he tenido, en grado o posgrado, licenciatura o doctorado en 22 años de profesora universitaria. Ver su progresión en la materia, no solo durante el período de formación sino, posteriormente, como miembro del grupo de investigación, en congresos, seminarios, o incluso como directora adjunta del mismo màster, ha sido un privilegio, un auténtico regalo de los que en ocasiones recibimos los docentes. La voracidad hermenéutica que demuestra entre estas páginas, mientras despliega -nunca mejor dicho- todos y cada uno de los pliegos de significado que las obras digitales de su corpus tienen ocultos se corresponde con una inequívoca voluntad didáctica. El alquímico y (solo) aparentmente paradójico trayecto entre el aprender para enseñar, y el enseñar para poder aprender.

Dominar la bibliografía, hacer una selección cuidadosa y pertinente de ella, destilar teorías de los principales referents en este ámbito y hacerlas asequibles con sencillez y pertinencia, no es una tarea que esté al alcance de cualquier persona. Pero -y ahora la afectada por la generosidad de la autora soy yo misma- en la dedicatoria final se halla contenida la esencia misma del libro, de todos los libros, seguramente, de la literatura, incluso en todos sus géneros, formas y registros. Cuando se dirige a la que ella considera su maestra para decirle que “m’ha ajudat a experimentar intensament” la máxima de Borges: “la lectura és una forma de la felicitat”; solo entonces se puede entender que la obra nace de un profundo compromiso con la lectura como forma de vida, de crecimiento personal e intelectual, vital en la dimensión más amplia posible. Un compromiso irreductible con la lectura como forma de la felicidad, siempre. A pesar del esfuerzo que sea necesario hacer para descifrarla, que tanto en el caso de Borges como en el de la literatura digital que aquí se analiza es más que considerable. La lectura como compromiso, como pacto y la implicación intelectual en la lectura. ¿Se puede intentar aspirar a nada más ambicioso, más necesario, más transcendental? A mí me parece que no.

Ahora les corresponderá juzgarlo a quienes se adentren en este bosque de palabras que transcurre por disquisiciones teóricas que son la cartografía básica imprescindible para guiarnos mediante los territorios de árboles, constelaciones, paisajes, versos móviles o vidrieras (entre muchos otros) que este libro contiene. Les recomiendo que se dejen llevar por un discurso claro, ordenado, preciso y fluidísimo que deviene la mejor y más segura de las protecciones en el mar lleno de escollos y sirenas de los nuevos campos disciplinares que generan una terminología autojustificatoria que es lo que representa la navegación por estos territorios de la acuosidad de la palabra dentro de la pantalla. He titulado este prólogo con un verso de Strickland del poema “WaveSon.net I” que hace referencia a Simone Weil: “U (please imagine)”. Eso es lo que les exhorto a hacer: por favor, imaginen. Prepárense para un viaje fascinante de descubrimiento, de sugerencias, de aprendizaje. Y, una vez leído el libro, hagan el salto a la pantalla, a las pantallas, para continuar la navegación siendo ya cada uno de ustedes mismos los patrones de su nave de lectura. Volverán de allí, entre muchas otras cosas, más libres, más sabios y más felices. Y verán como tenía razón Auden cuando decía que un poema difícil se tornaba claro cuando se lo oía leer a alguien que lo había entendido. No podría resultar más oportuna, esta cita, para un libro como el que tienen en las manos y para unas obras que requieren de tanta mediación.

Gracias a su autora, gracias a la editorial por recoger el reto de una publicación tan necesaria como insólita en el panorama contemporáneo. Gracias a las autoras de las obras aquí analizadas que tantos momentos de complicidad me han permitido con Oreto y que tantas cosas me ha enseñado, ¡ella a mí!

Poesía digital

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