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1 Entre los defensores más importantes de su origen tarraconense hay que señalar a Trithemio, Baronio, Ceillier, Havercamp (uno de los editores de Orosio, como luego veremos), Delmasses y Roz (Dissertatio historica por la patria de Paulo Orosio , Barcelona, 1702). Th. de Mörner (De Orosii uita eiusque «Historiarum » libris septem adversum paganos , Berlín, 1844), P. de Labriolle (Histoire de la littérature latine chrétienne , París, 1920), etc. Defienden su origen de Braga Ibáñez Segovia (Disertaciones eclesiásticas por el honor de los antiguos tutelares contra las ficciones modernas , Zaragoza, 1681), J. A. Davids (De Orosio et sancto Augustino priscillianistarum adversariis , Rotterdam, 1930), R. J. Deferrari (Paulus Orosius. The seven books of history against the pagans , Washington, 1964, pág. XV) y E. Corsini (Introduzione alle «Storie » di Orosio , Turín, 1968, pág. 15).

2 Hist . VII 22, 8.

3 AVG ., Ep. 166 ad Hieron . I 2 (Corp. Script. Eccl. Lat., 44, página 547).

4 AVG ., Ep. 169 ad Euod . IV 13 (Corp. Script. Eccl. Lat., 44, página 621).

5 Ep. Auiti ad Palchonium (Patr. Lat., 41, pág. 805).

6 Cf. Decretale del Papa Siricio (384-399) al metropolitano de Tarragona, en GONZÁLEZ , Epistolae Decretales ac rescripta romanorum pontificum , Madrid, 1821, pág. 5. De fecha posterior son muchos textos canónicos que aluden a ello (cf. Conc. IV de Toledo [a. 633], canon 29, ed. GONZÁLEZ , Collectio Canonum ecclesiae Hispanae , Madrid, 1808, pág. 374).

7 Lo demuestran sus citas de autores profanos. Y ello, a pesar de que esta cultura no era normal en la época (cf. J. MADOZ , «Citas y reminiscencias clásicas en los padres españoles», Sacris Erudiri. Jaarb. voor Godsdiens . 5 [1953], 105-132, para quien, dejando a un lado algunas brillantes excepciones, como Prudencio y Paulo Orosio, que conocían perfectamente la literatura profana, las citas y reminiscencias clásicas son raras en los padres españoles de la época romana).

8 Patr. Lat ., 42, pág. 666.

9 AVG ., Ep. 228 (Corp. Script. Eccl. Lat ., 57, pág. 484).

10 En el Commonitorium citado habla de una fuerza oculta (occulta quadam ui actus ) que le ha llevado a África y de que su llegada es una misión que le ha sido encargada (mandabar ).

11 El Commonitorium se lo entregó a Agustín después de haber tenido conversaciones con él; precisamente el Commonitorium empieza así: «Ya he apuntado a tu santidad...» (Patr. Lat ., 42, página 665).

12 AVG ., Ep. 166 ad Hieron . I 2 (Corp. Script. Eccl. Lat., 44, página 547).

13 Commonitorium (Patr. Lat., 42, pág. 666).

14 Salvo que se admita el año 410 como fecha de llegada de Orosio a África, aunque ello es poco probable. Defiende, sin embargo, esta fecha G. FINK -ERRERA , «San Agustín y Orosio. Esquema para un estudio de las fuentes del De ciuitate Dei », Ciudad de Dios 167, 2 (1954), 461. CORSLNI (Introduzione alle «Storie »..., página 20 y sigs.) rebate los escasos argumentos de Fink-Errera.

15 Ya hemos apuntado en la nota anterior que, para algunos, llegó a África en el 410, cosa que no parece probable.

16 TH . V. MÖRNER , De Orosii uita.. .

17 G. FINK -ERRERA , «San Agustín y Orosio...».

18 B. LACROIX , Orose et ses idées , Montreal-París, 1965.

19 Cf. supra , n. 14.

20 Ep. Seueri ad omnem ecclesiam de uirtutibus ad Iudaeorum conuersionem in Minoricensi insula factis in praesentia reliquiarum S. Stephani (Patr. Lat ., 41, págs. 821-832).

21 GENN ., De uiris ill . 40, pág. 76, 16 RICHARDSON .

22 Hist . VII 37, 17.

23 Cf. Hist . II 19, 3; VII 39, 17.

24 Introduzione alle «Storie»..., pág. 38.

25 La fin du paganisme , 7.a ed., París, 1927, pág. 402.

26 Ciu. Dei V 12.

27 Cf. Hist . V 1, 4.

28 A nosotros nos parece que Orosio, más que el ala «izquierda», es un conservador contumaz. Se olvida, sin duda, LACROIX de cómo Orosio arremete cruelmente contra los esclavos, hasta el punto de llegar a decir en un momento (V 9, 8), tras una batalla en que murieron gran cantidad de esclavos, que los que perdieron fueron los señores vencedores porque se quedaron sin esclavos; o reconocer que todos los hombres son iguales, pero con tal de ser cristianos y romanos (V 2); o acusar a los esclavos de que su única pretensión es echar a perder el Estado (V 6, 6). Se olvida, también, Lacroix de sus duros ataques a los Gracos y a todos los que se levantan contra el poder constituido: Sertorio, por ejemplo. Se olvida también de su antifeminismo evidente: pueden verse sus comentarios sobre las Amazonas (I 16, 1) y, en general, sobre todas las mujeres de que habla.

La idea de Orosio (V 1, 4) de que el Imperio de Roma se hizo a costa del sufrimiento de otros pueblos la expresa en un momento en que, como siempre, lo que intenta demostrar es que las desgracias anteriores a Cristo fueron superiores a las de su época: basta comprobar que cuando ha terminado de desarrollar esa idea, empieza inmediatamente a hacer una comparación entre aquella época de la República y la suya (V 1, 10).

29 Hist . VI 1, 5.

30 Hist . VI 1, 12.

31 Hist . I 1, 5-6.

32 Cf. Hist . VI 1.

33 Todo lo que acabamos de decir le plantea a Orosio un problema de difícil solución: para él, la historia anterior a Cristo es una historia de calamidades y desastres (es su tesis contra los paganos), pero, por otra parte, es la historia de un pueblo en progresivo encumbramiento, querido por Dios, para preparar la venida de Cristo. Son dos tesis difíciles de congeniar.

34 3, 10.

35 En De legibus I 5, un interlocutor se dirige a Cicerón diciéndole que ya hace tiempo que se le pide y exige que haga historia para, de esta forma, poder igualar también en este género a los griegos.

36 II 62-64.

37 Introduzione alle «Storie »..., pág. 74.

38 Cf. C. ZANGEMEISTER , Pauli Orosii «Historiarum adversum paganos libri VII», (Corp. Script. Eccl. Lat., 5, pág. 9); A. KLOTZ , «Beiträge zur Analyse des geographischen Kapitels in Geschichtswerk des Orosius», en Charisteria A. Rzach , Reichenberg, 1930, páginas 120-130.

39 Hist . I 2, 106.

40 Hist . IV 17, 5-7.

41 Hist . VII 15, 8-10.

42 Hist . V 15, 15. Es curioso comprobar cómo esta lluvia ayuda con frecuencia a los romanos en su lucha con los africanos, hasta el punto de que Orosio habla de la conocida lluvia que favorecía a «los romanos en su lucha con los africanos» (V 15, 15). ¿Se debe ello quizá a que, a los que más daño podía hacer la lluvia era a los africanos, acostumbrados a un clima seco?

43 Hist . VI 4, 4.

44 Hist . V 2, 7; Salmos 23, 1.

45 Introduzione alle «Storie»..., pág. 79.

46 Cf. CORSINI , ibid ., pág. 81, n. 17. Tal concepción está presente en Agustín desde la controversia con Pelagio (cf. Contra Fort. Man . 15 [Patr. Lat., 42, pág. 117 y sigs.]). Aparece, además, en otros textos de Agustín.

47 Hist . I 1, 12.

48 Hist . I 1, 10.

49 Hist . I 3, 5.

50 Hist . I 3, 2.

51 Hist . II 1, 1.

52 Hist . I, Pról., 10.

53 No olvidemos que el epitomador de Trogo, Justino, es una de las fuentes que con más frecuencia sigue Orosio. De todas formas el concepto de universalidad se había alcanzado hacía ya tiempo en historiografía: Polibio y Posidonio habían sido conscientes de que la historia, como un cuerpo único, extendía sus miembros hacia allí donde se extendían los hombres bajo todos los cielos. (Cf. L. FERRERO , Rerum scriptor. Saggi sulla storiografia romana , Trieste, 1962, págs. 46 y sigs.) Pero si para Polibio y Posidonio el centro de la historia seguía estando en las poleis y en los pueblos hegemónicos, respecto a los cuales las historias de otros pueblos tenían una función subordinada y complementaria, y se estructuraban en un sistema de contraposiciones entre logos y barbarie, la revolución cronológica de Cástor de Rodas contra la cronología troyana de Apolodoro de Atenas había marcado la irrupción en la historiografía de los inmensos tiempos y espacios de las monarquías orientales, preparando de esta forma el concepto de sucesión de las hegemonías en sentido espacial y temporal. Pompeyo Trogo, por fin, reduciendo la historia romana nada más que a un momento de la historia universal, inauguraba en la historiografía un universalismo abierto a hechos más dispares y a consideraciones autónomas de los distintos núcleos históricos.

54 Cf. VV . 11-12: Possis nihil urbe Roma uisere maius .

55 Era una teoría largamente aceptada en las escuelas de retórica y comportaba la idea de que con el fin de la República, Roma había entrado en la vejez; lógicamente estaba cercana la muerte. Sabido es que entre los autores romanos de comienzos del Imperio se salvará la cuestión de distinta forma: unos, como Veleyo, reducirán la cuestión al campo de la cultura; otros, como Floro, defenderán que Roma renace de nuevo. Pero este esquema, utilizado en función antirromana, exigirá necesariamente la conclusión de que Roma morirá pronto; así Lactancio para quien, si las cosas siguen el esquema apuntado, ¿qué queda sino que a la vejez siga la muerte?

56 De acuerdo con ella los imperios que gobiernan el mundo se seguirán, por ley fatal, unos a otros.

57 Los autores anteriores a él consideraban que los «Cuatro Imperios» eran: el asirio, el medo-persa, el macedónico y el romano. (Cf. C. TRIEBER , «Die Idee der vier Weltreiche», Hermes 27 [1892], 321-344.) Para Orosio, sin embargo, se trata del babilonio-medo, el macedónico, el cartaginés, y el romano; une, pues, el Imperio Medo al primer imperio universal e inserta el cartaginés en tercer lugar. Estas dos innovaciones deben ser consideradas (cf. CORSINI , Introduzione alle «Storie»..., pág. 166) como aportaciones de Orosio: la primera, para poder asignar al Imperio babilónico la duración de 1400 años, y la segunda, para dar a su esquema una justificación también desde el punto de vista geográfico, por cuanto los cuatro imperios se corresponden con los cuatro puntos cardinales.

58 Cf. CORSINI , Introduzione alle «Storie»..., pág. 173.

59 Hist . VII 1, 1 s.

60 Cf. CORSINI , Introduzione alle «Storie »..., págs. 178 y sigs.

61 Cf. Hist . II 1, 6, donde Orosio habla de Babilonia como un padre y de Roma como un hijo. También Hist . II 2, 10.

62 Esta identificación afectará, incluso, a los bárbaros: la famosa descripción del saqueo de Roma por Alarico se reduce, en Orosio, al relato de una amistosa procesión de bárbaros y cristianos acompañando a unos vasos sagrados (Hist . VII 39).

63 Hist . I 12, 3.

64 Hist . V 4, 15.

65 Hist . II 12, 1.

66 Hist . II 18, 4.

67 Hist . III 7.

68 Hist . III, Pról., 1.

69 Hist . IV, 5, 10-13.

70 Hist . IV 1, 12-13.

71 Hist . VII 10, 4.

72 Hist . III, Pról., 3.

73 Hist . VII 10, 4.

74 Hist . II 5, 6.

75 Hist . II 3, 9.

76 Hist . II 8, 5.

77 Hist . III 15, 7.

78 Hist . III 20, 5.

79 Hist . III 23, 2.

80 Hist . III 23, 58.

81 Hist . II 14, 2-3.

82 Hist . II 9, 3.

83 Hist . II 11, 8.

84 Hist . II 16, 1.

85 Hist . II 16, 15.

86 Hist . III 1, 9; el texto anterior es de II 19, 11.

87 CIC ., De or . II 62-64.

88 CIC ., De or . II 326.

89 Cf. G. SABBAH , La méthode d’Ammien Marcellin , París, 1978, páginas 57-59.

90 Breuiarium , Pról.

91 Chron . 1, 1 (Corp. Script. Eccl. Lat., 1 HALM ). Sobre la moda de estas obras en el s. IV , cf. E. MALCOVATI , «I breviari del IV secolo», Ann. della Fac. de lett. dell’ Un. di Cagliari 21 (1972), 5-11.

92 Hist . I 12, 1.

93 Hist . III, Pról., 1.

94 Hist . III 1, 4.

95 Hist . V 17, 2.

96 Hist . VI 5, 11.

97 Hist . VI 5, 13.

98 Hist . III, Pról., 1.

99 Hist . III, Pról., 3.

100 Hist . I 19, 2-3.

101 Hist . II 18, 4.

102 Se sabe que esta intención estaba ya presente en Sexto Julio Africano (cf. H. GELZER , Sextus Julius Africanus und die byzant. Chronographie , Leipzig, 1880-1898), y que es una preocupación fundamental en Eusebio (cf. J. SIRINELLI , Les vues historiques d’Eusèbe de Césarèe durant la période prémicéenne , París, 1961, sobre todo págs. 52 y sigs.; A. MOMIGLIANO , «Pagan and Christian Historiography in the 4th century after D.», en The Conflict between Paganism and Christianity , Oxford, 1963, págs. 83-85).

103 Cf. G. SABBAH , La méthode d’Amm. Marc ., pág. 59.

104 Hist . I, Pról., 10.

105 Hist . III 2, 9.

106 Hist . III 15, 1.

107 Hist . IV, Pról., 11.

108 Hist . III 11, 2.

109 Hist . VII 12, 3-4.

110 CIC ., De leg . I 5.

111 A. D. LEEMANN , Orationis ratio , Amsterdam, 1963.

112 Hist . VII 42, 7.

113 Hist . VII 27, 11.

114 Hist . VII 27, 14. Cf. también VII 22, 6: exsecutores, delatores, accusatores, spectatores .

115 Rhet. Her . 4, 5 s.

116 Hist . V 12, 3-4.

117 J. M. BATELEY -D. J. Ros, «A check list of manuscripts of Orosius Historiarum adversus paganos libri septem», Scriptorium 15 (1961), 329-334.

118 HAVERCAMP lo reconoce en el prefacio de su edición: agradece al bibliotecario de la biblioteca Laurentiana de Florencia, Antonio María Biscionio, que le proporcionara el manuscrito.

119 J. P. MIGNE , Patrologiae cursus completus (Series Latina, 31) París, 1846.

120 C. ZANGEMEISTER , Pauli Orosii «Historiarum adversum Paganos libri VII». Accedit eiusdem «Liber Apologeticus» , Viena, 1882 (Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum, 5). Y Pauli Orosii «Historiarum adversum paganos libri VII» (Biblioteca Teubneriana), Leipzig, 1889.

121 J. W. RAYMOND , Seven books of history against the pagans. The Apology , Nueva York, 1936.

122 Cf. J. LINDERSKI , «Alfred the Great and the tradition of ancient geography», Speculum 39 (1964), 434-439.

123 J. M. BATELEY , «The relationship between geographical information in the Old English Orosius and latin texts other than Orosius», Anglo-Saxon England 1 (1972), 45-62.

124 J. M. BATELEY , «King Alfred and the latin mss. of Orosius’ History », Classica et Medievalia 22 (1961), 69-105.

125 Cf. G. LEVI DELLA VIDA , «La traduzione araba delle Storie di Orosio», en Miscellanea G. Galbiati , Milán, 1951, págs. 185-203.

126 Op. cit ., en n. 121.

127 The seven books of history against the pagans , Washington, 1964.

Historias. Libros I-IV

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