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ОглавлениеIMAGEN DE LA MONARQUÍA HISPÁNICA EN SERMONES RIOPLATENSES (SS. XVIII-XIX)
Javier A. Berdini (2)
Universidad del Salvador
Introducción
La homilética sagrada fue un instrumento de defensa del orden político establecido o de crítica al régimen en decadencia que puede caracterizarse como un discurso religioso con fuerte contenido doctrinal e ideológico que alcanzaba a un amplio espectro de oyentes/fieles en el territorio rioplatense y en el marco temporal propuesto. (3) Los sermones se pronunciaban en celebraciones religiosas significativas del católico como lo eran las fiestas marianas, las exequias del monarca o celebraciones cívico-religiosas. Su oralización tenía como fin construir modelos ideales de comportamiento de los sujetos a quienes estaban dirigidos, transmitiendo valores, ideas y representaciones desde la cosmovisión católica; pero también fueron creadores y difusores de opinión, como piezas de teología política en las que se buscaba legitimar a la Corona o al gobierno revolucionario (Martínez de Sánchez, 2008, 2010, 2013, 2014). Se busca analizar aquí qué imagen de la monarquía se trasladó a los súbditos del rey y a los habitantes de las Provincias Unidas en dos momentos: el tardocolonial, a fines del siglo XVIII y los inicios del período revolucionario. Nos abocaremos así a relevar qué imagen de la monarquía se predicaba en general y el conjunto de ideas, nociones y creencias que sobre la figura de los monarcas (rey, reina, príncipe) españoles se construyeron en esos sermones.
Fuentes documentales
Las fuentes documentales para el análisis serán diecisiete piezas sermonarias pronunciadas durante celebraciones religiosas posteriores al resultado de las batallas o aniversarios de hechos políticos destacados como ya se comentó. Indicamos a continuación esas fuentes. Casi la mayoría de las piezas oratorias a analizar son éditas (Martínez de Sánchez, 2010:12):
Sermón de gracias por el nacimiento de los príncipes (San Alberto, 1784);
Oración fúnebre por Carlos III (San Alberto, 1789);
Oración Fúnebre por Carlos III (Funes, 1789); (4)
Sermón en acción de gracias a la Virgen del Rosario (Grela, 1806);
Oración Congratulatoria a Nuestra Señora del Rosario (1807) (Castellanos, 1891: 153-169);
Sermón de acción de gracias por la recuperación de Buenos Aires (Terrazas, 1807);
Oración Fúnebre por los fallecidos en la invasión inglesa (Rodríguez de Olmedo, 1807);
Sermón del 25 de Mayo (1814) (Martínez de Sánchez, 2010:110-122);
Oración patriótica (1814) (Martínez de Sánchez, 2010:123-137);
Sermón del Pilar de 1815 (IEA, Documento N° 11662);
Sermón (1816) (Martínez de Sánchez, 2010: 138-142);
Oración patriótica (1817) (Martínez de Sánchez, 2010:143-158);
Sermón de acción de gracias (1817) (Martínez de Sánchez, 2010:159-173);
Sermón sobre el aniversario del 25 de Mayo (1819) (Martínez de Sánchez, 2010:174-186);
Sermón patriótico (1821) (Martínez de Sánchez, 2010:187-195);
Sermón del 25 de mayo de 1822 (Martínez de Sánchez, 2010:196-205).
Imagen sacralizada de la monarquía, la dinastía y el rey
“El Rey Sabio es el apoyo y firmeza de su pueblo”
(San Alberto, 1784:48-49)
La oratoria sagrada ofrece la posibilidad de acercarnos a esa operación simbólica central en la elaboración de un imaginario sobre el sistema político y sus protagonistas (Clissa, Maggi y Berdini, 2011:1); tanto de la monarquía y el monarca, sobre todo si tenemos en cuenta que el rey español era un rey ausente en tierras americanas. La imagen de la monarquía que se trasladó a los súbditos del rey durante la etapa de dominación hispánica fue una imagen sacralizada. El obispo José Antonio de San Alberto en el “Sermón de acción de gracias” por el nacimiento de los infantes Carlos y Felipe de Borbón de 1784, es un ejemplo de ello. Describe las características generales de un monarca, para luego hacerlo con Carlos III, que comparará continuamente con el modelo de rey del Antiguo Testamento, David (San Alberto, 1784:1-2, 12). El mismo concionador, en el sermón fúnebre de Carlos III, comparará a éste con Moisés (San Alberto, 1789:21); con Salomón afirmando que “Murió Carlos el magnífico, como Salomón: magnifico en sus promesas, en sus gracias y sus liberalidades”, (San Alberto, 1789:8, 15) y con soberanos cristianos, al decir que era “Principe tan bueno, y aun mejor que Teodosio” (San Alberto, 1789:6). El mismo prelado, citando la Biblia, asimismo explicará que la felicidad de la monarquía “depende del cultivo de las Artes; del apoyo de la Justicia; del fomento de la Legislación; del conocimiento de lo útil, necesario, y pernicioso, y sobre todo, de la pureza y estudio de la Religión.” (San Alberto, 1784:45).
La continuidad de la monarquía y de la dinastía es delineada:
La succesion continuada de los Imperios es la que asegura sus felicidades. El sagrado depósito de la Fe: la pureza é integridad de las costumbres: la inviolable observancia de las santas Leyes; el amor y fidelidad de los Pueblos, todos estos exes, sobre que rueda y gira seguramente el bien de un Estado, se afianzan en la succesion, no interrumpida de los Soberanos, asi como peligran en su mudanza ó alteración. (San Alberto, 1784:19-20).
Luego de la muerte de Carlos III, el obispo concionador se referirá al rey como un eslabón de la cadena de monarcas españoles: “los futuros Annales de España le atribuirán con justicia el titulo de Grande, como á los Sanchos; el de Católico, como a los Fernandos; el de Sabio, y Casto, como á los Alfonsos; y el de Prudente, y Animoso, como a los Filipos.” (San Alberto, 1789:32).
El nacimiento de los Infantes provoca regocijo al verse en ellos el futuro de la monarquía: “Los Principes se regocijaron en haber dado un nieto a Carlos III, á si mismos un hijo, y á España un heredero. Todo el Reyno se tomó la enhorabuena, de poseer una prenda que le aseguraba el dulce y paternal gobierno de los Borbones.” (San Alberto, 1784: 7).
España es un reino privilegiado por Dios porque le otorga un Rey y Príncipes “cuyo carácter es la humanidad, la docilidad, y la obediencia á vuestra santa Ley” (San Alberto, 1784: 43). “Asi la España, esta porción escogida de la Iglesia, se gozará de ver continuarse la generación bendita de unos Principes, cuyo carácter es el Catolicismo, y su mayor gloria es ser los Primogenitos de la Iglesia.” (San Alberto, 1784:73-74).
A lo largo de todo el sermón, se caracterizará al reino y a su rey como católicos (San Alberto, 1784:2, 11, 17), afirmando de Carlos III y sus hijos “pero un Monarca, cuyo carácter es la Religion; unos Principes, cuyo fondo es la Piedad; una Nacion, cuya gloria es el Catolicismo…” (San Alberto, 1784:6). Pero un católico piadoso (San Alberto, 1784:3, 12). Esa catolicidad y virtudes le perfilan como un cristiano que sobresale: “sus grandes virtudes, propias de un Christiano, y de un Christiano que podia servir de modelo en la Iglesia de los primitivos.” (San Alberto, 1789:19). Así, por lo tanto, es sin lugar a dudas, santo (San Alberto, 1789:20, 22, 25, 55) y espera que la Iglesia lo declare así “y lo agregue al glorioso catálogo de los Reyes Santos, Fernandos de Castilla, Luises de Francia, Casimiros de Polonia, Estebanes de Ungria, Wenceslaos de Boemia” (San Alberto, 1789:32-33).
El deán Gregorio Funes en su “Oración fúnebre en las exequias del Rey don Carlos III” de 1789, habla del extinto monarca diciendo “a quien Dios previno desde la cuna, con todas las virtudes del trono para que fuese las delicias de la humanidad?... un Rey piadoso que cumplió todas las obligaciones que impone la religión”. (5) Lo nombra como “Éroe” (sic) y dice que “el primer término de su destino” fue “la defensa de los pueblos”. (6) Otro religioso, el presbítero Mariano Rodríguez de Olmedo por su parte, en 1807, hace un panegírico de Napoleón al ser “socio” (aliado) de “nuestro amabilísimo monarca, nuestro mejor dueño DON CARLOS QUARTO” (Rodríguez De Olmedo, 1807:10).
A su vez el obispo San Alberto también adornará de largas virtudes al extinto rey borbón; amable, sabio, grande, piadoso, bueno, fuerte, valeroso, magnífico, heroico, santo, glorioso, humilde, amoroso, modesto, moderado, leal, fiel, tierno, indulgente, íntegro, protector, casto, católico, prudente, animoso, dulce, amable, caritativo (San Alberto, 1789:6-8, 12-15, 19, 23, 25, 27, 32, 36, 42). Por lo tanto, casi un panegírico del rey extinto, al afirmar que era un varón glorioso, Rey y Padre, siendo su nombre, fama, ejemplo y modelo de las más heroicas virtudes (San Alberto, 1789:23). Transcribiremos una frase de San Alberto que resume no sólo la santidad del rey muerto sino además, justifica el gobierno monárquico por voluntad divina: “La autoridad Real sempre es buena, porque siempre es bueno, lo que proviene de Dios, y de Dios viene toda Potestad; pero no siempre es bueno el uso que se hace de ella, y para que lo sea siempre, es menester, que el Rey sea tan Santo, como lo fue Carlos…” (San Alberto, 1789:55).
Como parágrafo final para este acápite diremos que tanto el rey en particular (Carlos III y Carlos IV), los príncipes/infantes, la dinastía borbónica como la monarquía fueron mostrados con imágenes y representaciones que los definieron como perfectos, impolutos y santos: amable, sabio, grande, bueno, fuerte, valeroso, glorioso, magnífico, heroico, humilde, amoroso, modesto, moderado, leal, fiel, tierno, indulgente, íntegro, protector, casto, prudente, amabilísimo, “mejor dueño”, “dulce y paternal gobierno”, humano, animoso, dulce, amable, caritativo, obediente a la ley divina, dócil, primogénitos de la Iglesia, piadoso, católico, católico piadoso, santo.
“Reyes ambiciosos”: demonización de España y sus monarcas
“Un hombre solo con el título de Rey lo aniquilaba todo,
porque se hacía el centro de todo y parecía decirnos:
vuestros bienes y vuestra sangre, todo es mío: sufrid y morid.”
(Funes, 1814:130).
“Viva la dichosa independencia, que conspira a destrozar
el cetro durísimo de la opresión, de la tiranía,
de la servidumbre y del despotismo” (Pacheco, 1817:160)
No sólo para la sacralización de la figura real, de la dinastía y el sistema monárquico será utilizado el sermón sino también se constituirá como elemento o instrumento para denostar todo ello de la manera más dura y explícita. Así, se construirá una narración histórica o relato de los orígenes de la Nación, con una versión de los acontecimientos históricos y de la construcción política de la Patria que no dejaba de lado la participación de la religión en cada uno de los episodios. Ya en épocas de la emancipación política, la imagen dada por los religiosos a los habitantes de las Provincias Unidas cambia totalmente. Así como vimos en el primer período que la del rey fue una imagen sacralizada ahora es más bien un demonio que no poseía virtudes, sino defectos y maldad. Esto se observa en los aniversarios por la Revolución de Mayo o en los funerales por los caídos en los acontecimientos bélicos, donde se ordena la memoria de los mismos y construye una cronografía sobre los hechos iniciáticos bisagra o puente del nuevo camino histórico emprendido por los americanos, sus protagonistas y necesidades. En retórica, la cronografía (del griego χρονο ‘cronos’, “tiempo”, y γραφειν grafía, “describir”), dentro de las figuras literarias, es una de las figuras de definición; consiste en una descripción de tiempos, entendidos éstos por momentos temporales determinados (Vázquez Rodríguez, 2004:56) (Torradillos, 1867:38). Estos sermones, que han sido caracterizados como cívicos o patrios, tenían, entre otros, un objetivo que era convencer al auditorio de las bondades del nuevo sistema político, surgido el 25 de mayo de 1810 y por ende, de lo errado y malo de la monarquía hispánica e iniciar una nueva etapa histórica con la guía de líderes heroicos y virtuosos. Así se colaboraba con la memoria de un pueblo que avanzaba hacia su independencia, convirtiendo al púlpito en un vehículo propicio para transmitir el origen y el porqué de la libertad (Clissa, Maggi y Berdini, 2011:2). Para ello se apela a una adjetivación recargada, una caracterización entusiasta, propia del fervor patriótico y de su similitud a arengas políticas, destinadas a exhortar y convencer (Ayrolo, 2009). Esa adjetivación marca un hiato entre el pasado (representado por España, sus reyes, su gobierno, su sistema político) y el presente, el nuevo sistema, que al estilo de los gobiernos precolombinos, es muy distinto al español. (7)
En la dialéctica del sermón del período independiente, se utilizará un contrapunto entre los reyes españoles y los destronados monarcas aborígenes, para subrayar de manera precisa y grave la perversión de los primeros y el virtuosismo de los segundos. El franciscano fray Pantaleón García asegura que los soberanos de México y Perú eran “personages morales; monarcas dignos de serlo” (Martínez de Sánchez, 2010:112); que “Motesuma, Atabaliba, esos Príncipes dignos de su trono, que obscurecía con los brillos de su política y riquezas los de Europa” (Martínez de Sánchez, 2010:196). Un sermón anónimo dirá que; “Los Virreyes fastuosos… enervados por la codicia y los placeres, han dormido insolentemente sobre las cenizas de los virtuosos Incas” (Martínez de Sánchez, 2010:190). También Gregorio Funes dirá que son “virtuosos Ingas” (Martínez de Sánchez, 2010:130). E inmediatamente los sacerdotes pasan a describir, y denostar, el período español, sus reyes y características: fueron “tres siglos de sufrimiento” (Martínez de Sánchez, 2010:118); trescientos años de “una vergonzosa esclavitud” (Martínez de Sánchez, 2010:123); trescientos años de opresión (Martínez de Sánchez, 2010:); tres siglos de cautiverio, un “calis de amargura” (Martínez de Sánchez, 2010:139)
Pantaleón García asegurará que los Borbones eran “incapaces” (Martínez de Sánchez, 2010:115), mostrando el rey apatía y disipación (Martínez de Sánchez, 2010:116). El deán Funes, por su parte, a los monarcas los hará ambiciosos; criminales en su accionar hacia “las potestades de América”; Fernando VII es un príncipe débil, engañado; la corte “viciosa”; debiendo ser el alma de los reyes austera y pura, por el contrario no lo era (Martínez de Sánchez, 2010:125, 128).
El franciscano anónimo llevará al paroxismo la descripción de lo hispánico: [los españoles] “enemigos de nuestra felicidad”; [trajeron a América las] “miserias más afrentosas”; “desgracias mas sensibles”; “infelicidades mas insoportables”; “nube de dolor y de tristeza”; contar la conducta de los españoles sería “querer encerrar en una copa las aguas del occéano” (Martínez de Sánchez, 2010:139-140).
Otro sacerdote, Pedro Miguel Iriarte, profundizará la demonización de lo español y del gobierno monárquico: invasores ambiciosos; esclavitud; opresión; excesos, tiranía; “letargo funesto”; tirano; violento; despótico; “esclavitud horrorosa”; “cuadro lúgubre del continente bajo la dominación usurpadora”; América, cargados sus brazos de “hierros y cadenas”; “imbecilidad humillante”; “yugo insoportable”; “cruel dominación”; etc. (Martínez de Sánchez, 2010:143-156). El concionador habla al Paraguay, preguntándole “¿hasta cuándo es ese letargo? Aislada sin comunicación, sin comercio, sin relaciones sociales, ¿no debéis esperar que el rey vecino os haga una visita repentina, os inquiete y os arrebate vuestras mejores producciones dejándoos sólo lo que no necesita? Es mucho dormir. Despertad.” (Martínez de Sánchez, 2010:156).
La crítica al rey Fernando VII es profundizada al describirse sus errores, acciones, temperamento e ideología por Miguel Calixto del Corro en su sermón del 25 de Mayo;
El joven Rey Fernando, que debiera volver a su patria lleno de lecciones de sabiduría, este rey que debiera mirar a su nación, no como una tribu de esclavos que debía a su generosidad su existencia, sino como un pueblo de ciudadanos virtuosos, a cuya fidelidad debía más bien él su libertad y su trono: este rey que ocu- [p. 260] pado todo de los grandes sacrificios de su nación debiera volver con el olvido de la paz en una mano, y los signos de la gratitud en la otra: este rey, digo, se deja ver al contrario con toda la majestad de un déspota, y el aparato de un tirano, anulando de un golpe las Cortes generales de la Nación, prohibiendo con las mayores penas su nueva Constitución, y lo que es peor, en vez de entrar repartiendo bendiciones y premios, fulmina anatemas y proscripciones, cárceles y destierros, muerte y suplicios contra sus mejores defensores. ¡Qué ingratitud, y qué perfidia! Pero ¿cuán ventajosa para nosotros? […] ¡Oh ciega y desgraciada España! ¡Oh necio y cruel Fernando! ¿Hasta cuándo queréis permanecer en el obstinado empeño de subyugar la América? (Martínez de Sánchez, 2010:183).
No nos extenderemos más en la citación de fragmentos, pero para compilar los adjetivos y caracterizaciones, incorporamos a continuación una tabla donde hemos volcado las palabras y frases empleadas en los tres momentos reseñados por los sermones, precolombino, español y americano.
América, habitantes precolombinos, soberanos aborígenes | España, reyes españoles, conquistadores peninsulares | Americanos, nuevo sistema político |
Imperio paternal;morales soberanos de México y Perú;monarcas dignos; independientes; soberanos;República de Platón;utopía del venerable Tomás Moro;paraíso americano | país desgraciado; tiranía; reyes ambiciosos; invasores; invasión ambiciosa; tirano; insaciables conquistadores; profanadores; criminales; fiera arrogancia; degradación; esclavitud; opresión; despotismo; pupilaje vergonzoso; vil codicia; servidumbre; libertad agonizante; letargo funesto; yugo de bronce; teatro de sangre; pasiones vergonzosas; crueles leyes; inauditas crueldades; profundo letargo; caos casi igual a la nada | Causa legítima y justa;noble causa;sagrada causa;feliz momento;libertad; vida;sistema de la libertad;pueblo afortunado;Estado floreciente;genios esclarecidos; dignos jefes;impulso luminoso |
Palabras finales
Los textos homiléticos eran instrumentos de defensa del orden establecido o de crítica del orden en decadencia transmitiendo un conjunto de valores, ideas y representaciones sobre la figura del rey, entre otras cosas. Eran piezas de teología política, discursos religiosos con contenido político-ideológico, siendo su finalidad construir modelos ideales de comportamiento de los sujetos. En los sermones finicoloniales la figura paternal del rey, cabeza del reino y representante de la dinastía gobernante es siempre presentada como una figura llena de virtudes tanto políticas, militares como piadosas, siendo ejemplos de mansedumbre, valentía, coraje, piedad y religiosidad: o lo que es lo mismo, se buscaba la legitimación del Estado/Corona. A posteriori de la Revolución, sobrevendrá la Guerra de la Independencia, donde los enfrentamientos con los realistas será la tónica constante de esos años y de allí su presencia en la oratoria sagrada. Los sermones ofrecen una narrativa de esa historia reciente, de batallas sucedidas en un pasado cercano, con detalles, valoraciones y lo que es más importante, justificaciones sobre el valor y necesidad del estado de beligerancia. Así, el pasado español corresponde a las figuras de “tiranía/servidumbre/esclavitud/opresión”, mientras que lo nuevo es “libertad/ independencia/soberanía”; lo americano revolucionario es “causa legítima y justa/noble causa/sagrada causa”. Características ya prefiguradas en la época aborigen, “Imperio paternal” que se amplifica al llamarla “república de Platón/utopía del venerable Tomás Moro/paraíso americano”. Los concionadores no ahorran el uso de epítetos positivos e hipérboles para caracterizar a América, sus monarcas autóctonos y sus súbditos, que resaltan por sus figuras similares a las de los más famosos gobernantes de la Antigüedad Clásica grecorromana (Berdini, 2014:33-52). Por lo expuesto vemos importantes cambios en la representación del monarca y la monarquía en los discursos sermonarios de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, que puede explicarse por el proceso de emancipación política rioplatense.
Referencias bibliográficas
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2- Profesor en Historia, Universidad del Salvador. jberdini@gmail.com
3- Este artículo se basa en la ponencia del mismo nombre que fue presentada en las XIII Jornadas Interdisciplinarias 2015, organizadas por la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Católica de Córdoba y es un avance de investigación de un tema mayor que se inscribe en el proyecto “El ‘deber ser’ en la oratoria sagrada rioplatense (Siglos XVIII y XIX)”, dirigido por el Dr. Silvano Benito Moya. Agradezco los aportes del Dr. Carlos Asselborn.
4- Colección Documental Monseñor Pablo Cabrera (ex Instituto de Estudios Americanistas), Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad Nacional de Córdoba (de aquí en más IEA), Documento N° 6418.
5- IEA, Documento N° ٦٤١٨, s/f.
6- IEA, Documento N° 6418, s/f.
7- En el caso del sermón anónimo a Nuestra Señora del Pilar de 1815, se enlista a varios reyes hispánicos que son descritos a la manera tradicional, anterior a la Revolución, pero entendemos que esto se da así ya que la referencia se hace a monarcas que fueron instrumentos de la voluntad de la Virgen María y que redundaron en beneficios para España. Como por ejemplo: piadosos, celosos, justos, instrumentos de misericordia, gloriosos, animoso, invencibles, generosos, magníficos, feliz, casto, etc. IEA, Documento N° 11662, folios 6 r./v.