Читать книгу Informe de las Visitaciones Episcopal y Apostólica 1949-1953 - P. Eduardo Aguirre C. - Страница 15

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3. Informe privado de Mons. Stein sobre la visitación canónica (25.03.1949) - “Relatio maior” en el archivo del Santo Oficio

I

Panorama del transcurso general de la visitación

El sábado 19 de febrero de 1949 arribé a Schoenstatt alrededor de las 12 hrs. En la capilla de la Casa de ejercicios (Casa de Alianza), en la cual me alojaría, me esperaban los dirigentes de las distintas agrupaciones, y los superiores y superioras de las distintas casas. Naturalmente, en su mayoría eran Hermanas de María. El P. Mühlbeyer, quien representaba en Schoenstatt al P. Kentenich (PK) durante su ausencia, me saludó con una breve alocución en la que me llamó “angelus Domini”, dado que yo venía a Schoenstatt por encargo de la Iglesia. En mi respuesta me referí, por un lado, a la gran seriedad e importancia de la visitación, acentuando que venía como amigo de la Obra de Schoenstatt, a la cual califiqué de “Obra de Dios”, y solicitaba una apertura ilimitada para con el visitador, como condición fundamental del éxito de la visitación. Luego di la bendición episcopal.

Las comidas, que tomé sucesivamente con directores y colaboradores de las distintas agrupaciones, fueron utilizadas para que ellos me informaran con mayor detalle sobre la estructura y originalidad de la Obra de Schoenstatt Estuvieron presentes los siguientes sacerdotes: El P. Fischer (peregrinos, ejercicios espirituales para las Hermanas); el P. Kastner (ejercicios espirituales para sacerdotes); el P. Engel (Instituto de los Sacerdotes Diocesanos); el P. Friedrich (Liga de Mujeres y de las Jóvenes); el P. Branzen [correcto Brantzen] (Juventud Masculina); el P. Bezler (Juventud Femenina); el P. Kolb (Apostolado de los Enfermos); y el P. Rath (Cáritas y editorial Lahn, filial Schoenstatt). El P. Tick (Obra de las Familias) no estuvo presente. El 19 y el 20 de febrero, por la tarde, de 18 a 19 hrs., el P. Menningen, ciertamente el colaborador más estrecho y de mayor confianza del PK, me dio una conferencia (sic) sobre la estructura de toda la Obra de Schoenstatt.

Muy valiosa fue además una larga conversación con el P. Möhler, rector de la Facultad de Teología, y otras dos con el P. Köster, especialista en dogmática. Con los mencionados sacerdotes conversé también sobre tres cuestiones a las que sobre todo quiero dar solución mediante esta visitación: 1) La presunta pretensión de Schoenstatt de exclusividad y totalidad; 2) La “disciplina de arcano” de Schoenstatt; 3) La estrecha vinculación personal de la Obra de Schoenstatt con el PK. Además de la literatura que he estudiado en las últimas semanas y meses (carta del PK a propósito del 20.5.48 y del 18.10.48; sus minuciosos informes sobre Sudáfrica y Norteamérica; la conferencia de la Hna. Mirjam, maestra de novicias, sobre “La imagen del hombre nuevo”, tal como ésta se vuelca a la realidad dentro del instituto de las Hermanas de María, entre otros), durante la visitación tuve oportunidad de tomar detallado conocimiento de otros escritos destinados en realidad al círculo más íntimo de la Familia, sobre todo la carta del PK sobre el 20.1.49, además el último tomo de “Hermanas de María”, el boletín familiar de las Hermanas de Schoenstatt, etc.

El 24 de febrero estuvo dedicado sobre todo a las “Señoras de Schoenstatt”. Dediqué la mañana a estudiar los textos que me dio el P. Mühlbeyer, director general de las “Señoras de Schoenstatt”. Por la tarde, de 15 a 17 hrs., visité junto con él la central del instituto de las “Señoras de Schoenstatt”.

Dado que las Hermanas de María son la rama más fecunda y desarrollada de la Obra de Schoenstatt (según la Hna. Mirjam, “un intento de crear el hombre schoenstattiano de pura cepa”) dediqué a la visitación de este instituto secular la mayor parte del tiempo y de las energías. En ocasión de mi visita a “Sonneck”, el Generalato de las Hermanas de María, en la tarde del primer día, me enteré de que en Schoenstatt mi visita no había sido anunciada a las Hermanas como una “visitación canónica”. Fundamentación: Se pensó que en mi conferencia introductoria yo podía explicárselo mejor a las Hermanas. Empleé además la tarde del primer día (19 de febrero) para examinar la lista de las Hermanas residentes en Sch (véase anexo 1): Alrededor de 370 Hermanas y novicias, repartidas en trece diferentes comunidades. De ellas, cerca de 60 novicias en noviciado cerrado y 50 Hermanas en ambos terciados. Decidí comenzar mis conversaciones personales, en primer lugar, además de la alta dirección, con las Hermanas del apostolado (“Iglesia ambulante”), las educadoras (dos Madres de noviciado y dos Madres de terciado) y el cuerpo docente de la Escuela superior en Casa Wildburg.

El domingo 20 de febrero, preparé en la mañana la conferencia introductoria que pronuncié en la tarde de ese día, de 16.15 a 17 hrs., a las Hermanas reunidas en la capilla de la Casa Wildburg. (Texto de la conferencia, documento adjunto 2). El 21, 22, 23 y 25 de febrero tuvieron lugar, en mi escritorio de la Casa de ejercicios, las conversaciones personales con las Hermanas: el 21 y parte del 22, con las 9 Hermanas del apostolado presentes (vale decir, las que viajan mucho para dar cursos y jornadas) y con las 9 miembros del cuerpo docente de la Escuela superior. El 22, con la Hna. Pallotta y la Hna. Beatrix, quienes me habían pedido conversar conmigo, y con las educadoras (dos maestras de novicias y una maestra de terciado; la segunda maestra de terciado ya había sido recibida el día anterior en su calidad de directora de la escuela); el 23 de febrero, con las Hermanas del Consejo General y con la Hna. Agnes, quien previamente durante 12 años se desempeñó en la Dirección de la Familia. Finalmente, el 25 de febrero con las superioras de la Casa Wildburg y de la Casa de ejercicios; además con la Hna. Uta, que dirige “La fuente de Schoenstatt” y se desempeña como censora; con la Hna. Magdalena en su calidad de Hermana de María de mayor edad (nacida en 1881) y con la Hna. Gottliebe, que atiende a las Hermanas enfermas en la Casa Wildburg. Dediqué el 26 y 27 de febrero al estudio de otros textos de Schoenstatt y a la preparación de la conferencia final, que pronuncié el domingo 27 de febrero, de 16.15 a 17.30 hrs., ante las Hermanas reunidas nuevamente en la capilla de la Casa Wildburg. (Véase anexo 3).

En la mañana del 28 de febrero me despedí en Sonneck y de los sacerdotes de la Dirección en la Casa de Ejercicios. En esa ocasión hice una breve declaración sobre el resultado final de la visitación: “Con esta visitación me he convencido nuevamente de que Schoenstatt puede ser calificado de ´Obra de Dios´. No puede dudarse de la rectitud del acervo teológico y de la actitud eclesial de Schoenstatt. La ´disciplina de arcano´, cuya existencia fue admitida sinceramente, no sólo entre Schoenstatt y el mundo exterior, sino también entre las agrupaciones, grupos, etc. de la misma Obra de Schoenstatt, no tiene la finalidad de ocultar cosas que en sí hayan de rehuir la luz, y no se la observa para con la Iglesia oficial. Durante la visitación he tomado conocimiento de todo. Esperamos que las dificultades derivadas de una terminología exagerada, de una fuerte reserva y de una estrecha vinculación local y personal de la Obra de Schoenstatt, se despejen mediante una labor conjunta, llena de confianza, entre el Ordinarius loci y Schoenstatt”

II

La Obra de Schoenstatt, su estructura y originalidad

Del estudio de la literatura en cuestión y de las conversaciones con dirigentes, me formé la siguiente imagen del Movimiento apostólico de Schoenstatt:

a) Estructura

Toda la Obra se divide en dos columnas: hombres y mujeres, y se articula en “institutos”, “federaciones”, “ligas” y “movimiento popular o de peregrinos”.

1. Institutos

En primer lugar hay que mencionar a los palotinos, quienes, si bien en realidad no pertenecen a ninguna de las agrupaciones mencionadas, constituyen la columna vertebral de toda la Obra en cuanto a sus orígenes y desarrollo. El fundador y director de la Obra es un palotino. Aun cuando durante años fuera considerado un hombre que seguía caminos propios dentro de la Sociedad Palotina, logró, paso a paso, ganar para su Obra primero a las dos provincias alemanas, y luego también las demás.

En la calle del campo de concentración, el 18.10.1944, al cumplirse treinta años de la “Primera acta de fundación”, el P. Provincial Schulte realizó junto con el PK el “desposorio” de la provincia palotina de Alemania del norte con el Movimiento de Schoenstatt. El capítulo general de 1947 reconoció a la Obra de Schoenstatt como una revitalización y desarrollo orgánico del “Apostolado católico” fundado por Pallotti (con inclusión de la vinculación local y de todo el ideario de Schoenstatt), nombrando al PK “delegado general” de la Obra para las provincias de habla alemana, para las cuales desde ese momento Schoenstatt pasaba a ser la única forma del “Apostolado católico”. Las demás provincias fueron invitadas a profundizar en el mundo de Schoenstatt. Hoy Schoenstatt es aceptado plenamente por los palotinos polacos, sudafricanos y brasileños. Los demás no han tomado aún una posición clara. Pero todos quieren enviar oyentes a Schoenstatt

La Facultad de filosofía y teología de Schoenstatt pasará pronto a ser no sólo casa de estudios de la provincia de Alemania del norte, sino de ambas provincias. Aspira a un pronto reconocimiento estatal. Apunta a ser el centro espiritual de la Obra de Schoenstatt En este punto el PK exige como condición: 1. Teología de la alta escolástica, 2. lengua latina (además la Casa de Ejercicios representa el centro organizativo y pedagógico, y el instituto de las Hermanas de la Adoración, el centro contemplativo de toda la Obra.) A ello hay que agregar que la nueva Dirección de los palotinos surgida de la elección realizada en el capítulo general se orienta claramente hacia Schoenstatt: El nuevo general y su vicario son “schoenstattianos”. Para la solución del problema de Schoenstatt, esa estrecha vinculación entre Movimiento y palotinos reviste una importancia que no debe ser subestimada: Quien ataca a Schoenstatt, afecta a la vez a la Sociedad palotina.

Instituto de los sacerdotes de Schoenstatt

Este instituto que, como elite, se desprendió paulatinamente de los sacerdotes de la Federación y de la Liga,*1 y cuyo director general es Mons. Schmitz (Münster), aspira a ser erigido como instituto secular lo más pronto posible. El PK espera que sea en 1950. Más detalles sobre esta cuestión pueden verse en las actas de la vicaría general. También, luego de la erección como instituto secular, los sacerdotes que se desempeñan principalmente en la Dirección no quedan eximidos, sino que permanecen incardinados. Sólo gozan de licencia. Naturalmente, y en beneficio de la vitalidad del instituto, se espera alcanzar del Obispo que estos sacerdotes “internos” no puedan ser retirados de sus puestos en cualquier momento. En la práctica misma se espera poder demostrarle al Obispo correspondiente que un tal instituto es de gran provecho para la pastoral diocesana. Junto con las conocidas dificultades que hablan en contra de la erección de tal instituto (dos centrales), señalé que primero debería solucionarse el problema de Schoenstatt en general, y que un tal instituto secular sólo puede ser erigido si manifiestan su acuerdo los Obispos cuyo clero cuenta con una cantidad especial de sacerdotes del instituto. Mientras que el P. Menningen dio muestra de comprender estas reflexiones, el P. Engel insistió mucho [en la erección canónica]. El P. Engel (sacerdote de la diócesis de Paderborn, jubilado por enfermedad), es acompañante espiritual de los sacerdotes del instituto. Dijo que no veía ninguna dificultad en ello, que el instituto había demostrado su bendecida fecundidad durante suficiente tiempo. Mons. Schmitz estaba ausente de Schoenstatt.

El Instituto secular de las Hermanas de María

En este punto confróntese más abajo III. Los sacerdotes de la Dirección no informaron mucho sobre las Hermanas de María. Sólo se señaló que existen “secretos de familia” entre las Hermanas, de los cuales los otros institutos, incluso los sacerdotes de la “mesa redonda de Arturo” (los colaboradores más estrechos del PK) no tienen conocimiento alguno. Se acentuó que cada instituto aspira a tales peculiaridades secretas, y que el intento de penetrar en tales misterios es considerado una falta de delicadeza.

El Instituto de las “Señoras de Schoenstatt”

Su director general es el P. Mühlbeyer. Éste me alcanzó una cantidad de textos que informan detalladamente sobre el instituto. Se encuentran en las actas del vicario general. Pronto se entregará un esbozo de Estatutos. Las “Señoras de Schoenstatt” se distinguen de las Hermanas de María, entre otras cosas, porque 1) sólo tienen tantas “internas” cuantas sean necesarias para la Dirección, mientras que en las Hermanas de María (al menos hasta ahora), sólo hay, por así decirlo, “internas”; 2) porque trabajan en el mundo en profesiones independientes, ejerciendo dicha profesión en el sentido del Movimiento de Schoenstatt, y trabajando en ese espíritu, mientras que las Hermanas de María “profesionalmente” son miembros de una comunidad muy cerrada, cuya Dirección les indica su actividad laboral. Así pues las “Señoras de Schoenstatt” cumplen en realidad mucho más, y mucho más puramente los requisitos para la erección de un instituto secular. Dado que ellas son más independientes y unen en medio del mundo la vida activa con la contemplativa, su vocación es también más difícil que la de las Hermanas de María, especialmente al considerar que ellas eligen deliberadamente la vida en el mundo, si bien muchas de ellas podrían ingresar fácilmente a las Hermanas de María o a cualquier orden religiosa. Del estudio de las actas, y especialmente en ocasión de mi visita a la central de las “Señoras de Schoenstatt”, he tenido la mejor impresión imaginable de este instituto, y por eso creo que la planeada erección como instituto secular puede ser apoyada sin vacilar.

Los Hermanos de María

Su director general es el P. Menningen. El instituto se halla recién en sus comienzos. Tiene 7 miembros que viven en Ehrenbreitstein, y hace poco todos han recibido la missio canonica. El P. Menningen tiene grandes planes. Este instituto debe configurar el paralelo masculino de las Hermanas de María. Hay que fundar residencias de aprendices, etc. Requisitos de admisión: ciclo básico de enseñanza secundaria y examen oficial. Edad: 18.

La Obra de las familias

Este instituto es aún problemático. Se halla en sus inicios. Sin embargo el PK insistió en su pronta erección como instituto secular. Otros dudan con razón de esa posibilidad, dado que en él naturalmente no se puede observar una vida en el espíritu de los consejos evangélicos. Los miembros de la Obra de las familias se reclutan de entre los miembros de la juventud masculina y femenina que se deciden por el matrimonio. En lo posible los novios son captados enseguida por la Obra de las Familias. Aquí existe una especie de “doble membresía”. Los hijos de tales padres no son recibidos como miembros eo ipso, sino que ellos deben decidirse por sí mismos. Los requisitos para la Obra de las familias: vida moral y religiosa, y consagración.

2. Federación y Liga

En Schoenstatt se llama “orden del Papa” a los institutos que aspiran a una erección como institutos seculares de derecho pontificio; “orden del obispo” a las Federaciones, cuyos miembros ocupan puestos de dirigencia en el Movimiento; y “orden del párroco” a la Liga. Los grupos de la Liga deben integrarse completamente al organismo de la parroquia, con la condición de que el párroco, que dirige responsablemente esos grupos, a la hora de admitir nuevos miembros escuche también la opinión de los jefes laicos, y en ocasión de las elecciones de jefes laicos, escuche también la opinión de los miembros. Esto no quiere decir que el párroco sea sólo un “consejero espiritual”: es más bien un padre y, por lo tanto, reviste autoridad. Así pues este organismo está pensado como autoritativo en principio y democrático en el método, similarmente a lo que ocurre en las Congregaciones Marianas.

En el movimiento de hombres y de los jóvenes (17 - 25 años) la separación no se realiza tanto por, y no sólo por edades, sino más bien por estamentos: estudiantes, académicos, obreros, docentes, etc. No se pueden estimar números concretos. Según testimonio de las cartas circulares, los miembros de la Liga son alrededor de mil.

Lo mismo vale para la Liga de mujeres y de las jóvenes. En este punto hay que tener en cuenta que, como en el caso de los hombres y de los jóvenes, no se trata siempre de miembros regulares, sino en gran medida también de interesados y amigos de la Obra de Schoenstatt. En la Liga la verdadera membresía se adquiere generalmente mediante la consagración, al cabo de un cierto tiempo de prueba. El P. Friedrich, el director del movimiento de las mujeres y de las jóvenes, tiene Hermanas de María como colaboradoras en Schoenstatt, mientras que, fuera [de Schoenstatt], las jefas diocesanas, zonales y de grupos son en su mayoría “Señoras de Schoenstatt”. Las jóvenes tienen como ideal ser “tabernáculo vivo”. Donaron el tabernáculo del Santuario. Su meta expresa es por lo tanto la virginidad, sin que se excluya a novias y jóvenes dispuestas a casarse. El P. Friedrich envía a los grupos cartas circulares hectografiadas. Me alcanzó las que han aparecido hasta ahora: están en las actas. Director diocesano de Tréveris es el P. Israel, de Püttlingen, y la jefa diocesana es la docente Bohr, de Hostenbach. (El P. Israel es a la vez el hombre de enlace de toda la Obra de Schoenstatt con las autoridades).

En la Juventud Masculina y Femenina (menos de 17 años) no se puede hablar de una verdadera labor de Liga. Si bien existe una consagración juvenil, el trabajo en este caso reviste un carácter más bien preparatorio. El P. Branzen, que atiende la Juventud Masculina (de las diócesis de Tréveris, Maguncia y Espira), me relató sobre su diligente labor de propaganda en la zona del Mosela y del Rin, en Hunsrück y el Eifel. Me entregó una lista de parroquias de la diócesis de Tréveris cuyas juventudes masculinas están vinculadas con Schoenstatt. Además una cantidad de cartas de formación y un número (véase Actas) del boletín de la Obra, impreso como “manuscrito” (sin imprimátur). Acordó con el P. Johannes Müller, encargado de la pastoral juvenil diocesana, que en el futuro el director diocesano de la Liga de la Juventud Masculina participe de las consultas del consejo de dirigentes diocesanos, pero sin voto. El boletín que edita el P. Bezler para la Juventud Femenina de Schoenstatt aparece regularmente y es presentado en Tréveris para su censura.

Se conversó a fondo con el P. Menningen la cuestión de las revistas, boletines y cartas circulares. Él propuso que las revistas en sentido estricto, vale decir, publicaciones de aparición periódica, se presenten primero en Tréveris para su examen preliminar, mientras que las demás cartas, comunicaciones y motivaciones que aparezcan en libre sucesión, impresas o no, luego de aparecer podrían ser presentadas a las autoridades para su examen. Propuso que esto último estuviese limitado “al próximo tiempo”, porque de lo contrario Schoenstatt tendría una posición especial frente a otros Movimientos y organizaciones. Además hizo propuestas de enlaces entre el Movimiento de Schoenstatt y la diócesis: Que se determine que el P. Israel sea, como hombre de confianza y mediador, quien informe al Obispo sobre toda la labor de Schoenstatt en la diócesis. Él mismo tiene colaboradores y colaboradoras de cada rama, sacerdotes y laicos, que le informan sobre todo. Le pedí al P. Menningen consignar por escrito y enviarme sus propuestas para la integración jurídica y pastoral de Schoenstatt a la vida de la Iglesia. Así lo hizo entre tanto, en carta del 7.3.49. La carta se halla en las Actas de la vicaría general.

3. Movimiento popular, de peregrinos y refugiados;

apostolado de los enfermos

El movimiento de Peregrinos y Refugiados puede ser considerado como un movimiento popular. Está dirigida por el P. Fischer, quien estuvo cuatro años junto al PK en el campo de concentración de Dachau. Los sacerdotes de Schoenstatt y otros schoenstattianos propician y fomentan fuera de Schoenstatt las peregrinaciones al Santuario de Schoenstatt. Se procura no dejar que los peregrinos queden en Schoenstatt sin atención, o que sólo recen allí, sino que mediante conferencias se trata de introducirlos en el espíritu de Schoenstatt y arraigarlos allí. El P. Barton, alemán de la región de los Sudetes, lleva adelante la atención pastoral de los refugiados. El P. Barton no es sacerdote de Schoenstatt pero ha reconocido en Schoenstatt el medio adecuado para canalizar fecundamente el triste destino de los que han sido expulsados de su tierra. Algo similar acontece con el apostolado de los enfermos, que atiende el ex provincial, el P. Kolb. Un informe sobre el apostolado de los enfermos se halla en las Actas.

Director de la Columna de Hombres es el P. Menningen; director de la Columna de las Mujeres es el P. Mühlbeyer. Dirigentes de distintos institutos lo asisten en calidad de colaboradores y colaboradoras.

b) Originalidad de la Obra de Schoenstatt

Se pone injustamente en tela de juicio la rectitud del ideario teológico de Schoenstatt y su eclesialidad. La visitación canónica reforzó esta convicción mía. Remito a mi dictamen sobre el esbozo de un “ultimátum” para Schoenstatt presentado por Su. Exca. Rdma. el Arzobispo de Bamberg. También la designación de Schoenstatt como creación predilecta u “ocupación predilecta” de Dios y de la Sma. Virgen no es en sí misma errónea. Pero como se presta a confusión, propongo solicitar que se la utilice moderadamente y sólo en contextos que excluyan toda posibilidad de confusión.

La originalidad de la Obra de Schoenstatt puede describirse brevemente con tres palabras: pedagogía de ideales, de Alianza y de vinculaciones. Este método que en realidad es bueno, entraña en sí ciertos peligros que hay que ver y afrontar. Se los puede caracterizar con las siguientes palabras claves: vinculación local al Santuario de Schoenstatt, vinculación personal al PK; una indebida aparición en primer plano del PK ; exagerada reserva y aislamiento; “disciplina de arcano”; pretensión de una cierta exclusividad y totalidad; secta. En relación con este último término, nótese desde un principio que ningún “schoenstattiano” pretende conscientemente formar una secta, pero que si no se contrarresta oportuna y enérgicamente los peligros mencionados, al final se tendrá ineludiblemente una secta.

Dado que los peligros aludidos se aprecian de manera alarmante en la carta en ocasión del 20.1.49, se presenta a continuación algunos pasajes y datos de esa carta. Para la comprensión de la totalidad hay que decir que el 20 de enero es una de las “fiestas solemnes” del Movimiento de Schoenstatt, más aún, en realidad la fiesta mayor. El 20.1.42 se puso al PK, por entonces preso en la cárcel de Coblenza, ante la elección de quedar libre o ser internado en Dachau. Podía obtener de un médico un certificado que lo declararía “no apto para el campo de concentración”. Según se desprende inobjetablemente de las cartas escritas en aquellos días, y que hoy se encuentran en el archivo de las Hermanas de María, eligió expresamente Dachau, en el espíritu de la “Inscriptio” y por su Obra de Schoenstatt. La carta en ocasión del 20.1.49 no fue dada a conocer ni siquiera a toda la mesa redonda de Arturo, sino a los colaboradores más íntimos del PK (el “triunvirato”), además al P. Möhler y al P. Köster, y asimismo, curiosamente, a toda la Familia de Schoenstatt. Mientras que ya antes de la visitación el PK había dado la orden de presentarme las cartas en ocasión del 20 de mayo de 1948 (erección del instituto secular de las Hermanas de María) y del 18 de octubre de 1948 (día de la fundación), no fue así en el caso de la carta con motivo del 20.1.49. De una carta al P. Menningen con fecha 15.2.1949, que llegó durante la visitación y que el P. Menningen me alcanzó enseguida (copia en las Actas) parece incluso desprenderse que el PK no contaba con que yo llegase a ver la carta relativa al 20.1.49. A mi pedido, me fue presentada sin vacilación.

Pasemos a su contenido: “Parece que según los planes eternos de la sabiduría de Dios, el 20.1.42 y su entorno viven a modo de eje en torno del cual gira la historia de nuestra Familia (la pasada y la futura), la vida y el destino de nuestra Familia.” (pág. 1). Referencia a que ya en la carta con motivo del 18 de octubre de 1948 había comparado el 20.1.42 “con la gran semana en la vida del Salvador”, “naturalmente en un plano infinitamente inferior”. “El breve informe sobre Sudamérica atribuye su no consideración y valoración a una influencia demoníaca” (pág. 1). Sobre su preocupación en relación con el abordaje del significado del 20.1.42: “Las preocupaciones están ligadas al texto, al intérprete de las Escrituras y al lector de las Escrituras.” (pág. 3) “La historia de nuestra Familia… ha pasado a ser para nosotros… como una ´Sagrada Escritura´, como un ´libro de Dios´…” (pág. 3).

En la pág. 4 el PK se refiere a la exigencia que planteará el historiador y el filósofo de la historia, exigencia aún no satisfecha de: “Recolección completa y examen crítico de las fuentes existentes” y: “tener suficiente distancia temporal de los hechos”. “Si a pesar de ello abordo el tema, creo poder hacerlo porque llevo el material en mi mente y (guiado por un poder superior) a lo largo de todos estos años he sostenido conscientemente las riendas en mis manos y guiado la historia de la Familia (naturalmente luego de tomar conocimiento de los planes de la Divina Providencia)” (pág. 5).

Sigue una comparación con la palabra de Dios proclamada por los profetas; palabra que, como “simiente” “recién puede evaluarse cabalmente cuando ha brotado y echado abundantes flores y frutos”, de modo que los mismos profetas antiguos “no podían comprender” muchas cosas de lo que escribieron. “Así pues nosotros comenzamos recién ahora a comprender cabalmente nuestra Primera Acta de Fundación” (pág. 5). “Hoy apenas vislumbramos la gran riqueza ligada a la Tercera Acta de Fundación y las circunstancias que la rodearon. Los próximos años y décadas descubrirán en ella una mina que no se agotará fácilmente” (pág. 8). “Por eso no me asombraría que a las generaciones futuras mis actuales intentos de interpretación les parezcan estrechos, tímidos, superficiales…” (pág. 8) “Tanto más en cuenta hay que tener esto al considerar que aquí se trata de un organismo que con toda su estructura cala profundamente en el mundo sobrenatural” (pág. 8). “Las realidades sobrenaturales presuponen un órgano sobrenatural. Sólo pueden ser aprehendidas y comprendidas por el ojo de la fe, y por lo tanto no son accesibles a cualquiera” (pág. 10). Luego de una exhortación a observar una sabia reserva y una prudente cautela: “Esto vale especialmente cuando el intérprete de las Escrituras… está continuamente en el centro de los procesos de vida. Por eso no tomo a mal que se dude de su credibilidad, confiabilidad e imparcialidad. Ciertamente se me permitirá señalar que de 1912 a 1942 hice que mi persona pasase a un segundo plano, que se mantuviese oculta detrás de la idea, la Obra y el Santuario… Por lo tanto tuvo que haber sido muy sólida la razón que me llevó a cambiar de actitud desde 1942, especialmente desde mi regreso del cautiverio. La razón es conocida: Desde entonces yo contemplo mi persona no en su valor específico sino en su contenido simbólico. Incontables hechos me dan la razón y me obligan a ello. Pero me señalan también lo que exige el bienestar de la Familia y su avance hacia un futuro signado por la masificación. Es muy atolondrado quien hoy coloque o haga colocar su persona en el primer plano sin estar llamado por Dios a ello. ¿Cuánto tiempo soportará la recia granizada que le espera hoy a todo dirigente religioso? Las pocas rosas que pueda cosechar no le serán suficiente compensación. En virtud de mi nueva actitud fundamental, no me resulta difícil hablar de mí mismo de manera impersonal. Los años pasados fueron una buena escuela en este sentido. Las percepciones y vivencias de los años de cautiverio sirvieron para aumentar la independencia de favores y juicios humanos, e incrementar la dependencia de Dios y del juicio de Dios” (págs. 11 s.).

Dirigiéndose al “lector de las Escrituras”: “Ellos no se dan por satisfechos con una mera asociación al 20 de enero… sino que luchan por una perfecta incorporación a él” (pág. 14). “Las dudas que subsistan se disipan al pensar que el ensayo ha sido escrito por expreso pedido para un círculo íntimo, en cuyos corazones y manos las cosas delicadas están a salvo de todo tratamiento irrespetuoso y de interpretaciones erróneas” (pág. 15).

Pasando ahora a cada uno de los institutos de elite, el PK deja afuera a los palotinos, y ello solamente “por razones estratégicas”. “Primero tienen que serenarse un poco las corrientes que fermentan en su seno… Primero ella [la Sociedad palotina] tiene que insertarse en el misterio de Schoenstatt, tanto en el plano de los principios como de la práctica… reconocerlo como su lugar de peregrinación, como su lugar de gracias” (pág. 20).

Sobre el sentido de la asociación e incorporación dice luego: “Mediante un acto solemne, ustedes quieren vincularse duraderamente conmigo, vincularse ustedes mismos y vincular al Movimiento. No… su concepción de las cosas y su intención va efectivamente mucho más lejos. Mediante una consagración solemne y comunitaria quieren que nuestra vinculación salga de la esfera privada y cobre, por decirlo así, un carácter oficial… Quieren darle una nota suprapersonal a la vinculación personal, y asegurarle un significado y duración supratemporales, para ustedes y para todas las generaciones futuras, a una actitud espiritual fundamental que se ha gestado espontáneamente. Y todo eso no recién luego de mi muerte, sino ya ahora, en vida mía. Ustedes advierten lo extraordinario de su manera de proceder. Son conscientes de que transcienden el marco de la práctica hasta ahora habitual en nuestro círculo, de que rozan procesos de vida misteriosamente delicados que las personas maduras apartan pudorosamente de la reflexión personal y de la mirada de la gente; de que se mueven sobre un terreno inusitado, aún inseguro…” (pág. 26)

Como razones posibles y probables de esa inusitada manera de proceder se menciona: “En época de rápida desintegración de todos los organismos de vida, no podremos mantener unida a toda la Familia, ya ramificada y en continuo proceso de ramificación, si no está inconmoviblemente unida en una raíz última” (pág. 25 s.). “La futura cultura uniforme con un hombre uniforme es una amenaza cierta y a la vez una tarea que compromete, que exige una estrecha unión de todas las agrupaciones, la creación de un original espacio de unidad que genere un eficaz contrapeso para la tendencia masificadora de la opinión pública”… “Quitarle de las manos al demonio, mal imitador de Dios, las armas de un moderno liderazgo desmesurado, y devolverle a ese liderazgo una medida sana y grata a Dios…” “Dejar que nuestra Familia en su universalidad, a modo de imagen y reflejo fidelísimo de la Iglesia… y echando una mirada de reojo sobre la estructura y organización de la Iglesia, nos dé la norma determinante para ese nuevo organismo.” (pág. 26).

En cuanto a las expresiones “que ustedes utilizan con gusto, ´fidelidad en el seguimiento´ y ´acto de incorporación´”. “Ustedes señalan expresamente la comunión espiritual entre Cabeza y miembros, y entre los mismos miembros, pero sin delimitar el grado y tipo de ese misterioso estado” (pág. 27). Para explicar la situación, se alude a la “tierra vecina de las Hermanas de María”. “Allí se utilizan otros términos que expresan con un estilo femenino, lo que nosotros… queremos decir…: Acto del Padre o acto filial, o acto fraterno o… inscripción en el corazón del padre… Plantarse en ´mi Jardín de María´… Nuestras hijas de Nazaret o hijas del Padre (Uruguay) están entusiasmadas por su regalo de Navidad de este año: El milagro de la Nochebuena por el padre, para el padre, con el padre, en el padre, a quien ellas le desean un similar milagro, pero por sus hijas, para sus hijas, con sus hijas, en sus hijas. Todas estas formulaciones son ensayos, intentan aproximarse a un proceso de vida que es difícil de explicar con palabras y tiende a sustraerse del análisis psicológico. Consiste fundamentalmente en una entrega sencilla, libre, sincera, y a la vez fuerte, creativa y mutua, de causas segundas humanas. Una entrega que se ajusta a las leyes de la transferencia y traspaso orgánicos y se corresponde, en todos sus detalles, con los planes de gobierno de Dios. Una entrega que resulta extraña a los tiempos que corren, tiempos sin raíces ni estabilidad, con un organismo de vinculaciones destruido o bien enfermo, y una lascivia emponzoñada y ponzoñosa que todo lo ensucia. La provincia de Nazaret fue la que más se acercó al histórico acontecimiento del 20.1.42. Ésta es la primera comprobación…” (pág. 28).

Una segunda comprobación: El seguimiento y la incorporación expresada mediante la consagración “trasciende el marco de la vida habitual de una familia natural y religiosa”: Cabeza y Fundador de la Familia son idénticos. Pero eso no es todo: “Aquí las líneas parecen perderse en lo inconcebible, lo nebuloso. Faltan o fallan los puntos de comparación usuales. Corremos el peligro de abandonar el sano terreno de una fe sobria, terreno que ha demostrado su bondad, y emprender caminos incontrolables de falsa mística, y de ese modo cavarnos la fosa. Pero sólo parece ser así; la realidad es muy distinta. Se trata de una brillante y recta continuación de ideas clásicas y una exhaustiva interpretación y aplicación de nuestra antigua idea directriz: Ordo essendi est ordo agendi” (pág. 29) “Otra faceta del mismo problema: asociación e incorporación” (pág. 30) “Una mera asociación o asemejamiento no exige ni genera vinculación interior… dos formas individuales de un mismo tipo... una mera yuxtaposición y no una dependencia más profunda e interior… solamente… a modo de una causa exemplaris. Pero la incorporación va más allá… no se da por satisfecha con formas exteriores, con un orientarse el uno por el otro, con la comparación y la copia. Más bien impulsa hacia una dependencia y adhesión más profunda…” (pág. 30).

Referencia a la asociación y a la incorporación en el campo político. Esta última significa hegemonía y relación de vasallo; la primera, no. Simple Inscriptio es asociación, pero no necesariamente incorporación. Porque ésta significa además: “Para ambas partes, que han hecho la Inscriptio hace mucho tiempo, la acción es acción de Inscriptio, acción externa de alto grado, acrisolada y sobria, una prueba de integridad y confiabilidad que ha sido preparada por pruebas similares, igualmente duras. Llamamos a esa acción una acción de alto grado” (pág. 31). Comparación con la entrega del Salvador, que alcanzó en la cruz su punto culminante exterior: “El 20 de enero puede ser considerado de manera similar” (pág. 32). Su preparación: la Cabeza padeció calabozo oscuro y cárcel; los miembros de entonces, incertidumbre. Testimonio: “Cartas del Carmelo”. “Siempre y en todo lugar se percibe la misma preocupación: Estamos en peligro de ser héroes de frases hechas. Nos embriagamos de grandes palabras y jugamos con fantasías. Pero a través de la vida de hoy, Dios exige en la cotidianidad hechos realistas, contundentes, como prueba de la integridad y sobriedad del Poder en Blanco y de la Inscriptio”: Aquí, en la prisión y campo de concentración, “allí, en la vida diaria, en las diferentes áreas de trabajo” (pág. 35). Ejemplos: poemas, cartas y el “Espejo del Pastor” … “Él exige que la persona viva el poder en Blanco y la Inscriptio en las cosas más humildes” (pág. 35) … “Ahora sabemos cómo es la perfecta asociación al 20.1.42… Pero nosotros no nos contentamos con ello. Seguimos avanzando. Queremos también incorporarnos perfectamente (pág. 39).

El PK plantea la pregunta sobre la esencia y funciones de esa incorporación, pero no la responde. La respuesta debía ofrecerse en una continuación de esta carta sobre el 20 de enero. Pero es muy dudoso que tal continuación venga alguna vez. El P. Kastner opina que no vendrá nunca. Se tiene casi la impresión de que es como si el PK no tuviese claridad sobre en qué consiste realmente la diferencia fundamental entre asociación e incorporación. Quizás jamás habría opinado de esa manera en dicha cuestión si el P. Menningen no lo hubiese urgido a ello. De todos los miembros de la “mesa redonda”, el P. Menningen es probablemente quien sea más capaz de sentir como suyas las reflexiones del PK. Es posible entonces que en este caso el P. Menningen efectivamente proyectara en el PK una pregunta que él mismo se planteaba.

Las conferencias y también las cartas del PK , tal como se lo acentuara de diferentes maneras en Schoenstatt, no son reflexiones meditadas y redactadas en el escritorio, sino desarrolladas a modo de “diálogo” con sus interlocutores. El PK sabe “detectar” magistralmente las reacciones de sus interlocutores a sus palabras cuando él las pronuncia, pero también cuando las escribe estando muy lejos.

Al preguntársele su opinión sobre la diferencia entre asociación e incorporación, el P. Menningen dijo que, a su entender, la “incorporación” supone, más allá de una “asociación”, una vinculación interior de la Familia con su Padre. El P. Köster, con el cual conversé sobre esta cuestión, dijo más o menos lo siguiente: Evidentemente la incorporación no puede agregar nada fundamentalmente nuevo a la asociación. Más bien ella ve encarnado en la persona del PK, en virtud de su heroica actitud del 20.1.42, el espíritu de Inscriptio al cual deben aspirar todos (y ello a modo de resonancia, ciertamente no consciente y deliberada, de la concepción platónica de la encarnación de las ideas).

En lo atinente a la serie de peligros ligados al sistema schoenstattiano (véase más arriba, pág. 7), en este punto no existe acuerdo entre los colaboradores más estrechos del PK. Mientras que el P. Menningen, en su calidad de “otro yo” (por así decirlo) del PK, se esfuerza meticulosamente en defender como absolutamente correcta e irreprochable la totalidad, no sólo en la teoría sino también en sus consecuencias prácticas, hasta en sus mínimos detalles, los dos representantes de la Facultad de Teología, el P. Köster, especialista en dogmática, y más aun el P. Möhler, rector, se hallan en una cierta oposición al PK, mientras que el P. Kastner asume una posición intermedia.

La postura del P. Menningen queda caracterizada con mayor detalle en una carta que me enviara luego de la conclusión de la visitación canónica, con fecha 7.3.49. Después de disculparse de que “durante el transcurso de la visitación hubiese asumido tan frecuentemente una actitud defensiva en las cuestiones tratadas”, continúa: “Quizás se tenga la impresión de que nos cerramos a las objeciones e instrucciones que se nos presentaron y dieron, aun cuando proviniesen del representante de la Iglesia oficial. La razón de por qué me siento urgido a defender las ideas, expresiones y procedimiento pedagógico del PK, sin menoscabo de la competencia de la autoridad eclesiástica, competencia de validez definitiva, no radica sólo en la convicción personal de la rectitud de la materia puesta en tela de juicio. Radica aun más en la visión providencialista de su persona y de la misión de su vida. Seguramente también yo percibo a menudo la osadía de sus concepciones, lo inusitado de ciertas expresiones suyas y la audacia en la aplicación de principios pedagógicos. Sin embargo a lo largo de casi cuarenta años de colaborar con él, he descubierto en él un hombre de Dios cuya visión profética se anticipa al curso de los tiempos. Así pues para mí está siempre la presunción de que es la acción de Dios la que me interpela cuando él enseña y decide como Cabeza de la Familia de Schoenstatt. Si alguna vez pareciera acontecer lo contrario, entonces haría falta (al menos para mí) una demostración fehaciente. Por eso me resulta difícil, en esta obediencia iluminada por la fe, dejar aparte opiniones y sentimientos personales, o incluso hacer un sacrificium gustus…No quiero negar que la estrecha vinculación a su persona, que se extiende desde los días de mi juventud, ha facilitado no poco la disposición a la obediencia, disposición sostenida en la fe. También comprendo bien que algunos de mis hermanos palotinos lleguen a pensar que a veces el corazón arrastra a la razón. Tampoco le tomo a mal a nadie que crea no poder ahondar tanto su actitud de obediencia voluntaria y ascética como lo hago yo en mi caso…”

Al expresarle al P. Menningen mis dudas sobre el uso de una terminología fijada claramente como terminología sagrada (Schoenstatt = Iglesia en pequeño; Cabeza y miembros; “per ipsum et cum ipso et in ipso”; Sagradas Escrituras y su interpretación; Gólgota y sacrificio de la cruz; “fe en Schoenstatt”; carácter sobrenatural de la Obra de Schoenstatt, etc.), señaló que aquí se trata de simples analogías, y que su uso se realiza en beneficio de la vitalidad del todo; pero admitió que la terminología en gran parte sólo puede usarse en un círculo pequeño y estrecho, y opina que por esa razón, por ejemplo, la carta con motivo del 20.1.49, la cual no fuera dada a conocer a toda la comunidad de sacerdotes de la Casa de ejercicios, no tuvo que haber sido entregada a toda la Familia de las Hermanas.

En relación con el fuerte primer plano que ocupa el PK, el P. Menningen dijo que eso tampoco le era simpático a él en el pasado, pero que entre tanto se había convencido de que sólo el PK, particularmente en el contexto del 20 de enero, podía hacer eso, y no otra persona, porque sólo él, que había experimentado personalmente la totalidad, podía interpretarla de manera objetiva y convincente. El P. Menningen admitió que él mismo, desde los 11 años de edad, estuvo muy estrechamente unido al PK y adhiere a él no en primer lugar por sus excelencias naturales y sobrenaturales, sino solamente porque [el PK] es un instrumento escogido en las manos de Dios; de manera similar, considera que el significado del 20 de enero no estriba en que en ese día el PK haya hecho un acto heroico, sino en que en ese día Dios intervino de modo contundente en la historia del Movimiento.

El P. Menningen solicitó y propuso que las expresiones criticadas de la terminología schoenstattiana, por ejemplo, “creación predilecta”, no sean rechazadas incondicionalmente, sino que se permitan con la condición de que, en el contexto en el que se las emplee, quede excluida toda confusión.

Sobre la exclusividad y vinculación local de Schoenstatt, el P. Menningen declaró (con la aprobación del P. Mühlbeyer): El ideario de Schoenstatt, en cuanto a lo que va más allá de lo comúnmente católico, es sólo un libre ofrecimiento. Por lo tanto hay que distinguir cuidadosamente entre lo que es originalidad schoenstattiana y lo comúnmente católico. Por ejemplo, cuando un sacerdote de Schoenstatt está frente a su parroquia, no debe poner en pie de igualdad lo primero con lo segundo. Si trabaja como asesor espiritual en el espíritu de Schoenstatt, ello no debe realizarse de manera tan unilateral y exclusiva como para que no quede más lugar para una labor orientada de otro modo. Si el Obispo le prohibiese, por ejemplo, mencionar a Schoenstatt, tendría que acatar esa orden, etc. Lo mismo en el caso de las misiones populares. Éstas no deben desembocar en una consagración a la MTA como necesario resultado de la labor realizada. Ciertamente se considera aceptable que al final de la misión el misionero invite, a los que así lo deseen, a realizar una consagración a la MTA delante de una ermita de la Virgen que esté afuera… Otro ejemplo: En la definición del “hombre nuevo”, Schoenstatt no debe ser nombrado como elemento fundamental cuando en la pastoral general y ordinaria se hable del hombre nuevo. Distinto es el caso en jornadas y en el trabajo de grupo en el espíritu de Schoenstatt. Pero eso significará entonces solamente: Nosotros, los schoenstattianos, aspiramos a esa realización en estrecha vinculación local e intelectual a Schoenstatt.

En toda esta discusión, el P. Kastner reaccionó de manera mucho más conciliadora que el P. Menningen. Desea una apertura incondicional ante el representante oficial de la Iglesia. Tal como me lo comunicara confidencialmente, no está de acuerdo con poner de relieve que Schoenstatt es [instrumento] “escogido” al cabo de una historia tan breve, ni con la aparición tan fuerte del PK en el centro. Opina que hay que dejar para una época posterior el juicio definitivo sobre la Obra de Schoenstatt. Similarmente, sostiene que hay que mantener una actitud reservada respecto de “creación predilecta” y las reflexiones anexas. Persigue conscientemente la meta de generar con sus publicaciones una bibliografía “canónica”, orientadora para las demás publicaciones del Movimiento de Schoenstatt.

El P. Möhler y el P. Köster adhieren completamente a Schoenstatt, pero en cuanto a la “infalibilidad” del PK, piensan de manera mucho más sobria que, por ejemplo, el P. Menningen; y rechazan todas las unilateralidades y exageraciones. Discuten desde hace mucho tiempo estas cuestiones con el P. Menningen, pero hasta ahora aparentemente sin éxito notorio. Sí, ciertamente creen que con sus argumentaciones han llevado al PK hacia una mayor sobriedad, motivándolo a hacer algunas correcciones. Me aconsejaron plantearle exigencias claras al PK. Designación de un director general de las Hermanas de María, a fin de que el PK pueda dedicarse plenamente a la dirección de todo el Movimiento, dado que la representación que de él hace el P. Menningen no tiene buenos efectos. Evitar establecer un paralelismo entre Schoenstatt y la Iglesia, y particularmente la comparación con “Cabeza y miembros”, así como declaraciones que por lo común sólo se hacen de Cristo, por ejemplo, “per ipsum et cum ipso et in ipso”, además del paralelismo Schoenstatt – Sagradas Escrituras.

Ambos, particularmente el P. Möhler, tienen la impresión de que entre las Hermanas de María difícilmente se encuentren personas intelectualmente independientes; que más bien se forma un tipo de hombre masificado, pero en un plano superior; que existen similitudes con el nacionalsocialismo, teniendo en cuenta, naturalmente, que por su parte el nacionalsocialismo copió en gran medida esas formas de la Iglesia. Se quejan además de que el PK quiere preservar a toda costa el carácter religioso del Movimiento, y por eso rechaza estrictamente todo matiz cultural y artístico tachándolo de “esteticismo”. Están de acuerdo conmigo en cuanto a rechazar el término “creación predilecta”. El P. Köster propone, en cambio, “creación de amor”. Tampoco les agrada que en los últimos años el PK se haya puesto tanto en el centro. Según el P. Köster, el PK basa esa actitud suya, muy consciente y calculadamente, en una observación de la historia: los movimientos importantes se gestaron siempre por la adhesión a grandes personalidades; adhesión hecha sobre la base de una muy íntima convicción. Ahora bien, esa actitud, ¿no pierde su fuerza motriz justamente cuando es calculada? ¿No se hace artificiosa, antipática, odiosa? Cuando se señala que sin embargo el PK logra hacer abstracción de su persona y aprovecharla sólo como “símbolo”, uno se pregunta: ¿Quién lo sabe? ¿Hubo en el pasado personalidades religiosas que hicieran algo similar? El P. Köster está investigando si existen casos paralelos.

Común en todos los sacerdotes del círculo íntimo de colaboradores del PK es el extraordinario respeto por el “maestro”, que les impide exponerle abiertamente cualquier duda personal. Probablemente exista también el temor de caer en desgracia ante él. El P. Kastner rechazó cortés pero decididamente mi propuesta de informar al PK sobre el contenido de nuestra conversación: En el caso del PK es muy importante que se elija el momento oportuno para ello, y ese momento para él no ha llegado aún. También el P. Menningen tiene reparos en informar al PK sobre el contenido completo de nuestras conversaciones, por ejemplo, sobre mi propuesta de que el PK entregue a otro la dirección de las Hermanas. Teme que el PK lo considere como un gesto de desconfianza. Les llamé la atención a los PP. Möhler y Köster sobre su gran responsabilidad en relación con el ulterior desarrollo de la Obra de Schoenstatt, exhortándolos a expresar su veto si en su calidad de teólogos se considerasen obligados a ello.

III

Las Hermanas de María

El estudio de la bibliografía de la Familia (véase más arriba pág. 1) y las declaraciones de la ex Hermana de María Mira (Elisabeth Herdes), que se encuentran en las actas de la Vicaría general, me ofrecieron el punto de partida para las preguntas que yo quería plantearles individualmente a las Hermanas. Me anoté las siguientes preguntas:

1) En casos de graves cuestiones de conciencia, ¿pueden las Hermanas pedir consejo a un sacerdote, por ejemplo, en la confesión, aun cuando éste no pertenezca a la Familia, sin temer por eso infringir la reserva de la Familia?

2) ¿En qué medida está fundada en los Estatutos la estrecha vinculación personal, tal como se la exige especialmente en el último tiempo? ¿La incluye automáticamente el principio parental consignado en los Estatutos? ¿Alcanzan el objetivo exigido también aquellas [Hermanas] que cumplen fielmente los Estatutos sin aceptar o aspirar a una vinculación personal más profunda?

3) ¿Se puede ligar a sí a tantos cientos de personas de esa forma exclusiva, sin tener la posibilidad de brindarles aunque sea un mínimo de atención personal?

4) ¿Qué se entiende por perfecta obediencia? ¿Es perfecta la obediencia cuando se ciega por completo el entendimiento, y contra la convicción y sentimiento propios y, dado el caso, contra la conciencia propia, se realiza la cantidad de actos heroicos que se desean (acto de consagración, “actos filiales”, “actos de implantación”; actos provinciales, actos de curso, actos de Familia, etc. etc.), aun cuando uno ya íntimamente no pueda elaborar ni soportar más esas cosas? Sin embargo la finalidad de esos actos es que las Hermanas se desarrollen como personalidades libres decidiendo siempre por sí mismas… ¿Pero no se logra justamente lo contrario cuando bajo cierta presión exterior se repite continuamente palabras muy serias sin comprender cabalmente su contenido? ¿No se educan así personas masificadas y superficiales?

5) ¿Qué significa el 20.1.42? ¿Hay que tomarlo y evaluarlo aisladamente? Aun cuando se explique correctamente la totalidad en el plano teórico, ¿no existe el peligro de que la aplicación práctica induzca a errores? ¿Qué significa incorporación o implantación en la persona del PK y en su actitud? ¿Quién ha ganado las corrientes de gracia que brotan del 20.1.42? ¿Cómo ocurrió eso?

6) ¿Cuál es el centro de la comunidad? Evidentemente la MTA y el Santuario. Pero en los últimos años, ¿no se ha desplazado hacia América, dado que prácticamente todo se concentra en torno del PK? ¿No existe un gran peligro de culto personal no sano?

7) ¿Cómo desarrollan hoy las novicias la requerida vinculación profunda con el PK? Ellas no lo conocen personalmente, en absoluto.

8) ¿Cómo se generan las corrientes de vida? ¿Cómo se las encauza? Todos los hijos han de estar integrados a ellas…

9) ¿Quién es “Schoenstatt-tonto”?

10) ¿No se descuida indebidamente la proclamación de la palabra de Dios por boca del sacerdote?

11) La gran cantidad de días conmemorativos de la Familia, ¿no desplazan a un segundo plano las fiestas de la Iglesia y sus misterios?

Ya en ocasión de mi visita a Sonneck, hablé el primer día con la Hermana Superiora general, y con la Hermana Asistente general, la Hna. Virginia, sobre la estrecha vinculación al PK y la acumulación de “actos” y su múltiple simbolismo. Ambas destacaron que el PK, a través de toda su conducta, garantiza absolutamente un “traspaso”. Los actos simbólicos serían un excelente medio para revitalizar las ideas fundamentales de Schoenstatt, iluminándolas desde diferentes ángulos. Se concedió que esos símbolos son, en sí mismos, no esenciales y quizás no adecuados para algunos temperamentos, especialmente para las Hermanas mayores, por lo cual esas Hermanas no deberían ser presionadas. (En un breve momento de ausencia de la Hna. Virginia, la Hna. Anna me confesó que a ella no le importan mucho tales símbolos). Se concedió asimismo que existe un peligro en esa acumulación de actos y que ya debería pasar el tiempo de los actos. En relación con la inexorable exigencia de espíritu de Inscriptio, se señaló que no se puede desistir de ello, ya que se trata lisa y llanamente de la aspiración al grado más elevado de perfección. Se reconoció que hay que dejar seguir tranquilamente su camino a las Hermanas que procuran vivir ese espíritu sin la mediación del PK. Cuando le pedí documentación sobre “actos” del último tiempo, se me presentaron dos tomos de actos de consagración de los años 1926-1941, que evidentemente habían sido preparados para ese fin. Se añadieron algunas oraciones de consagración del último tiempo, que igualmente eran bastante correctas. Advertí enseguida que no se quería presentar los “actos” que me importaban.

El resultado de las conversaciones individuales con las Hermanas del apostolado no fue satisfactorio, salvo el caso de la Hna. Pallotta, de la cual se hablará más tarde detalladamente. Se trata de Hermanas jóvenes que dan la impresión de haber sido instruidas para responder a las preguntas. De las Hermanas del cuerpo docente de la Escuela superior, dos de ellas, las HH. Hiltrud y Claritas, hablaron con bastante sinceridad. Rechazan la acumulación de actos, pero consideran al PK como absolutamente correcto. La Hna. Claritas opina que él condesciende por pura bondad a las fantasías de las Hermanas, y no encuentra en ese contexto los límites correctos. Ella ve claramente el peligro de la masificación, dado que justamente ese tipo de Hermanas totalmente afectas al PK, ocupan los puestos de mayor influencia.

El tipo más desagradable me parece ser, junto con la muy diplomática e incluso astuta Hna. Blandina (directora de escuela y maestra de terciado), la segunda académica, la Hna. Ida. Véase la increíble carta que me escribió en el transcurso de la visitación, y que abordé detalladamente en la conferencia final (véase anexo 3). De la mayoría de las Hermanas no se podrá decir que sean conscientemente insinceras. Ciertamente parecen siempre estar instruidas de tal manera que sencillamente “repiten la lección” cuando se les plantean preguntas y hacen objeciones. Las que, a pesar de todo, han conservado un pensamiento y juicio independiente, corren peligro de ser marginadas. Recién hacia el final de visitación, una de las Hermanas docentes, la Hna. Gregoria, tomó conciencia de que no había sido sincera para conmigo. Y escribe: “El lenguaje de su conferencia introductoria fue para nosotras, las Hermanas, totalmente nuevo y distinto del lenguaje al que estábamos acostumbradas hasta ese momento. Por eso le ruego tenga la bondad de comprender y disculpar si en la audiencia di algunas respuestas que no se correspondían con mi convicción personal; pero creí que debía hacerlo así para proteger el honor de la Familia en el foro externo. Desde que estoy en la Familia (casi veinte años completos), el esfuerzo de la Familia ha estado puesto siempre en guardar la reserva de la Familia ante los demás, y dar respuestas encubiertas y generales para proteger la vida propia de las Hermanas”.

Un resultado importante de las conversaciones individuales del 21 de febrero fue descubrir que en el último tiempo la Hna. Virginia recogió los “cuadernos de grupo”, y que las Hermanas de cada casa fueron “instruidas” para la visitación, e inmediatamente antes de la visitación se recogieron todos las “actas”. Además, al menos en una de las casas se arrancaron varias páginas de la crónica. Se me relató que una joven Hermana fue exhortada por otra Hermana a que, en el caso de que el visitador le preguntase sobre el tema, no le expusiese el acto verdadero, sino otro que había pasado la “censura”. Además, en ese mismo primer día comprobé que las Hermanas que se entrevistaron conmigo fueron después interrogadas por otras, y que se observó con exactitud cuánto tiempo estuvo cada Hermana conmigo. Asimismo noté que todas las Hermanas que estuvieron conmigo fueron citadas por la Dirección general en Sonneck, a fin de informar, o al menos se las esperó allí. En esa tarde prohibí a las Hermanas que hablasen entre ellas sobre el contenido de las entrevistas con el visitador.

En la mañana del 22 de febrero, la Hna. Anna me pidió secretamente una breve entrevista y relató que la Hna. Virginia se hallaba muy inquieta y no había dormido. Si yo podía convocarla lo más pronto posible a una entrevista. Ella misma admitió que se habían cometido “tonterías”, y solicitó una conversación a solas. Le dije que yo quería recibir a las Hermanas de la Dirección general al final.

La que habló con mayor detalle de entre todas las Hermanas fue la Hna. Pallotta. Quiere liberarse finalmente de la carga que ha sobrellevado durante muchos años. Está convencida de la misión de Schoenstatt, pero cree que la conducta del PK para con las Hermanas no es correcta, y que especialmente después de Dachau ha adquirido formas intolerables. Habla de una “violación psicológica” de parte del PK. A diferencia de la mayoría de las Hermanas restantes, jamás se confesó con él, pero, como es costumbre, se presentó ante él en el terciado para que él le plantease preguntas. En esa ocasión le pidió su diario, que ella le dio conjuntamente con la llave, si bien titubeando. Largo tiempo después lo encontró, al limpiar su cuarto, cubierto de polvo, sobre el armario, abierto y accesible a todos. En otra oportunidad le pidió que se sentara muy junto a él, cosa que ella no hizo. Más bien se sentó frente a él. Entonces él trató de quebrar su “orgullo” ordenándole que se arrodillara, cosa que ella logró hacer, si bien con mucho esfuerzo. Luego él le tomó la mano y trató de inculcarle que él era su padre y ella su hija amada, pero no logró que ella le dijera “padre mío”, ni tampoco que ella le diera, por pedido suyo, la otra mano. En otra oportunidad le pidió, a modo de acto de humillación, que se tendiese sobre el suelo, cosa que ella hizo llorando al cabo de repetida y severa exhortación. A pesar de todo, él la elogiaba delante de las demás, confiándole puestos de responsabilidad: primero como mano derecha de Mons. Schmitz en la secretaría de pastoral de Münster; de allí repentinamente, por varios meses y sin fundamentación alguna, a pelar papas en Casa Wildburg; de allí, con una alabanza por la prueba superada en su “campo de concentración”, a directora del movimiento de Madres, donde trabaja desde entonces de manera muy independiente y se halla viajando casi continuamente. Y todo eso a pesar de ser generalmente conocido que está considerada como schoenstattiana no “ortodoxa”, porque mantiene el interés por otras cosas y siente como una gran falencia que en Schoenstatt se conozca precisamente sólo Schoenstatt y al PK. Ella personalmente no cree que la preparación espiritual que se recibe en Schoenstatt baste para una “Hermana de apostolado”. La Hna. Pallotta se pronunció tajantemente contra la acumulación de “actos”, que en gran parte son “cursi”. Cuando se viene de afuera y se ve algo así, uno se agarra la cabeza ante semejantes niñerías.

Relató además sobre sus reiteradas visitas a Therese Neumann, en ocasión de sus viajes a Waldsassen, donde tenía compromisos de apostolado. En cuanto la vio, Therese le pidió enseguida que conversaran privadamente, para preguntarle sobre cartas que había recibido de ex Hermanas de María. En lo esencial, la Hna. Pallotta le pudo confirmar todo. También a través del P. Naber le hizo preguntar a Theresa, en éxtasis, si ella por todo este problema debía viajar a Tréveris e informar. La respuesta habría sido: “Aún no”. Pero que más tarde Therese le habría dicho que aprovechase la próxima oportunidad para dar parte del asunto. Algo similar le habría aconsejado un jesuita a quien ella consultó sobre estas cosas, y que éste ya había escuchado de parte de otros. Le aconsejó que aprovechara la próxima oportunidad para informar a las autoridades eclesiásticas sobre el asunto. El PK debía alejarse de las Hermanas.

Una vez le habría preguntado al PK si ella podía conversar sobre sus problemas con un sacerdote de afuera. Él la habría mirado sorprendido, ciertamente no se lo prohibió, pero dejó entrever claramente que estaba muy decepcionado. Relató también lo siguiente: Habiendo regresado una vez de Münster a Schoenstatt, contó que ella había dado conferencias sobre Fátima por pedido del Obispo Galen. Su maestra de terciado le habría dicho entonces en tono de severo reproche: “Tú introduces espíritu mundano. Tenemos a Schoenstatt. No necesitamos Fátima.” Se le habría informado al PK sobre el episodio, y poco tiempo después apareció un escrito de él sobre la comparación entre Fátima y Schoenstatt. No hace mucho tiempo, en una reunión de trabajo de las Hermanas del apostolado, luego de que se hablara entusiastamente durante dos horas sólo sobre el PK, ella preguntó: “¿Vamos finalmente a abordar el asunto que nos ocupa?” Eso le fue tomado muy a mal. Se levantó la sesión. Después la Hna. Edelgart, superiora de las Hermanas del apostolado (la “pupila de los ojos” del PK), le hizo duros reproches: Que por culpa de ella habría disminuido el entusiasmo de las Hermanas por el PK. Algunas semanas más tarde, la Hna. Edelgart, en su presencia, delante de todas las Hermanas del apostolado, leyó una respuesta del PK a una carta de las Hermanas del apostolado, de la cual se desprendía que las demás Hermanas del apostolado habían transmitido hacia “allá” todo lo sucedido; lo habían hecho a sus espaldas y de manera inmediata. En esa respuesta se la habría denigrado mucho. En ella se hablaba de Hermanas a las cuales presuntamente no les interesaba una vinculación filial con él, pero que tenían una predisposición a la sensualidad y se relacionaban muy íntimamente con ciertos “señores”. En relación con todo esto, la Hna. Pallotta está convencida de que el PK no pensaba nada malo, pero que era capaz de caminar sobre las almas de sus “hijas” con zapatos de suelas de clavos. A menudo no utilizaba el confesionario para escuchar las confesiones de las Hermanas, y a modo de justificación decía que con ello aspiraba a algo superior. Al preguntarle si yo podía hacer uso de lo escuchado, en un primer momento la Hna. Pallotta no se mostró muy contenta, pero después estuvo de acuerdo, en el caso de que yo lo considerara necesario.

La Hna. Beatrix, la artista, que había solicitado espontáneamente hablar conmigo, me informó muy tranquila y sencillamente sobre todas sus vivencias, las que hasta ahora no ha relatado a nadie. Partiendo de una carta dirigida al PK en ocasión de varios actos (esta carta y la respuesta del PK se halla en las actas), relató que en los primeros años no había logrado establecer una relación con el P profunda, afectiva, signada por la confianza, ya que ella por naturaleza es una persona austera. Él le decía siempre: “Su afectividad tiene una falla. Hay que hacer algo; de lo contrario quedará como una persona interiormente desdichada, pobre y estéril”. Entonces tomó su mano y la sostuvo largamente en la suya, sin decir nada; luego ambas manos. En otra oportunidad tuvo que tenderse sobre el piso. Al cabo de largo rato la invitó a incorporarse, tomó su mano y dijo: “Así pues yo soy su querido padre y usted es mi querida hija”. Ella tuvo que decirle: “Mi querido padre”; a lo cual él respondió: “Mi querida hija”. Una vez, luego de sostener largo tiempo su mano, le dijo: “¿No siente cómo ahora mi vida fluye hacia la suya? Usted no da ninguna señal de ello”. En otra oportunidad le regaló un rosario diciéndole: “Bueno, éste es mi rosario. Se lo regalo”. Ella estuvo cuatro años bajo su influencia. Pero luego todo se derrumbó. Entre otras cosas, notó que también otra Hermana tenía su rosario, mientras que ella había pensado ser depositaria de su especial favor. Retomando la temática de esa conversación, me comunicó por carta otras razones de ese derrumbe (la carta se halla en las Actas).

La Hna. Beatrix está convencida de que el PK hace todo eso sin pensar nada innoble, que reúne en su persona una desbordante bondad y a la vez una total inaccesibilidad y terrible severidad, y que además posee una buena dosis de magnetismo, del cual hace uso muy raras veces, al menos conscientemente.

Se refirió a los muchos actos de una manera muy amarga y crítica, tachándolos de niñerías, acciones delirantes, fantasías. Similarmente a como lo hiciera la Hna. Pallotta, relató sobre los diferentes “actos del corazón”, especialmente sobre uno en el cual cada Hermana debía echar un pequeño corazón de cera en un cuenco donde había un corazón de cera mayor. Luego todos debían fundirse encendiendo un quemador eléctrico sobre el cual descansaba el cuenco. De ese modo se simbolizaba la fusión de los corazones de las hijas con el corazón de su padre (PK). Se llevó a cabo el ofrecimiento de los pequeños corazones pero no la fusión (al menos no públicamente), porque esa vez habían surgido dudas en las filas de las Hermanas. Pero antes se había reflexionado durante horas sobre cómo hacer para que la fusión se realizara efectivamente.

Al igual que la Hna. Pallotta, también la Hna. Beatrix informó sobre un cuadro pintado últimamente por una Hermana que se halla en América, en el que se representa a la Sma. Trinidad. En ella, el rostro de Dios Padre tiene los rasgos del PK. Y eso con el expreso permiso del PK. Lo cual se correspondería con una frase favorita del PK : “Quisiera ser el buen Dios para usted” (Nota: Luego de la visitación, el PK me escribió pronto, desde ultramar, consignando que el cuadro había sido pintado por una miembro de la Liga, sin que él tuviera nada que ver con el asunto). La Hna. Beatrix, que da una impresión tranquila y objetiva, me permitió con gusto que yo haga uso de lo que ella había relatado. Puso a mi disposición una copia de la carta al PK mencionada más arriba y la respuesta correspondiente (véase Actas).

Frente a esto resulta interesante el juicio que el PK formula en una carta a la Hna. Anna con fecha 8.2.49, y que él mismo me transmitiera el 5.3.49: “Por lo demás, permítame solicitarle prestar particular atención a Beatrix. Se encuentra en vías de caer en anomalías. Tiene por naturaleza una predisposición muy enfermiza, y actualmente se sumerge en un estado de negación de todo lo humano, dando así pie a los peores temores en un tiempo previsible.” Sobre la Hna. Pallotta el PK me escribió el 7.3.49 lo siguiente: “A ello se agrega que en un caso dudo de la autenticidad y honestidad de esa rudimentaria interpretación. Más bien cuento con un fuerte espíritu de intriga, dado que se trata de una Hermana que tuvo que ser reprendida por mí a causa de una relación inmoral con una persona del mismo sexo, y corre continuo riesgo de ser depuesta de su cargo. La Hna. Annette conoce bien ese caso (tengo entendido que es el único en la Familia).”

Efectivamente, ya durante la visitación y sin que yo hubiera hablado con ella sobre la Hna. Pallotta, la Hna. Annette Nailis (maestra de novicias) me escribió lo siguiente: “… Su Excelencia dejó entrever que se le habría relatado también cosas negativas sobre la relación de las Hermanas con el Padre. Desde entonces pienso sobre el tema, y curiosamente me viene a la mente, una y otra vez, una de nuestras Hermanas del apostolado, que seguramente se entrevistó con Su Excelencia, como también todo ese grupo. Sobre esa Hermana sé algo muy agravante que, además de una joven Hermana que me informó de ello en el noviciado, sólo conoce el Padre. Sé también que el Padre amonestó seriamente y reprendió severamente a esa Hermana. ¿No sería posible que esa Hermana no sólo esté avergonzada sino que también, quizás inconscientemente, arrastre consigo un rechazo hacia el Padre, y por eso podría hablar negativamente sobre él, especialmente sobre su relación con nosotras, las Hermanas?... Si Su Excelencia considera bueno o necesario que yo exponga el caso con mayor detalle, estoy dispuesta a ello.”

Las formadoras (vale decir, ambas maestras de novicias, las HH. Annette y Mirjam, y la maestra de terciado, la Hna. Bonifatia, a quienes recibí el 22.2 por la tarde, y ambas Hermanas consejeras, las HH. Toni Maria (superiora de las Hermanas de la Adoración) y la Hna. Rosa (superiora de la Casa del Terciado), a quienes recibí el 23.2. por la mañana, admitieron abiertamente que en los “actos” habían sucedido ciertas extralimitaciones y exageraciones. Se tenía la impresión de que desde arriba se había dado una “consigna” al respecto. La mayoría de ellas abordó también, con buena disposición, mis otras objeciones, pero consideraron infundados mis temores. No permitieron que recayera ninguna duda sobre el PK. Con excepción de la Hna. Bonifatia, que daba una impresión algo insegura, todas me parecieron absolutamente convencidas de la corrección de sus métodos. Las tres formadoras (de la cuarta, la Hna. Blandina, se habló ya más arriba en relación con las Hermanas docentes), me dieron la impresión de ser mujeres muy cultas y maduras, si bien se podía observar que ellas, por así decirlo, ya no piensan más sus propios pensamientos, sino sólo los pensamientos del PK. Así pues se podía escuchar, en respuesta a dudas que se formulaban, cosas más o menos como la siguiente: “A esto el Padre respondería que…”

En la tarde del 23.2 hablé con la Hna. Asistenta general, la Hna. Virginia, y con la Superiora general, la Hna. Anna. A la Hna. Virginia, quien es probablemente, de entre todas las Hermanas, la que más lejos va en cuanto a la absoluta vinculación al PK, y es también, en gran parte, responsable de las extralimitaciones y exageraciones del último tiempo, le preocupaba sobre todo restablecer mi confianza. Ella no habría recogido los cuadernos de grupo, ni habría revisado y en parte modificado las diversas actas, ni habría dado instrucciones sobre el 20 de enero en las diversas casas con el fin de engañarme, sino para quedar bien delante del visitador y del PK. Ella sería una persona ordenada. Se habría conducido como antaño, cuando era docente y se anunciaba una inspección. Admitió haber obrado equivocadamente. Pero no habría ocurrido para ocultar nada. Presentó las actas en su versión original y en su versión corregida.

La Hna. Anna habló muy francamente, pero solicitó enfáticamente que el PK no se enterase en absoluto de sus declaraciones. Los métodos del PK serían únicos y no imitables. Fuera de él nadie debería atreverse a hacer esas cosas. Exigiría a todo el hombre para Dios, y como camino hacia ello, la estrecha vinculación con él (al PK). Ella habría sufrido terriblemente por esa situación, precisamente en su condición de Superiora general. Una vez habría hablado con disgusto delante de las Hermanas sobre ese eterno “padrerío” y habría sido reprendida severamente por el PK. Sería terriblemente duro soportar que toda Hermana pueda escribirle al PK sobre todos los temas. Habría que lograr poner de alguna manera límites en ese sentido. Además sería mejor que el PK se dedicara totalmente a la dirección del Movimiento y entregase la dirección de las Hermanas de María a un Director general, tal como los demás institutos tienen su propio director. Pero, como se puede entender, ella, en su condición de Superiora general, no se atrevería a sugerírselo. Sus derechos de Madre no valdrían mucho. Además expresó con gran preocupación su temor de que el PK, desde su regreso de Dachau, condesciende demasiado a los actos filiales de las Hermanas, fomentando así exageraciones y extralimitaciones. A ella no le agrada ese estilo porque es una mujer muy sobria. Pero en lo que concierne a la inviolabilidad, el PK es una persona absolutamente intacta. Lo mismo acentuaron también las HH. Virginia y Toni Maria, con las cuales hablé igualmente sobre las declaraciones agravantes, y para mí tan inquietantes, de las HH. Pallotta y Beatrix (naturalmente sin mencionar sus nombres). Todas expresaron unánimemente que hay que tomar esas declaraciones con grandísima cautela. Que primero habría que escuchar al PK. La Hna. Anna me advirtió espontáneamente sobre la Hna. Pallotta. Ella tendría una predisposición perversa.

Sobre la misma cuestión escuché esa tarde a la Hna. Agnes. También ella destacó que los “métodos de confesionario” del PK son en sí mismos inobjetables. Ella no sabría nada de presiones, ni jamás habría encontrado nada [objetable] en esas cosas. Este claro testimonio aventó mis últimas dudas sobre la persona del PK, y ciertamente porque la Hna. Agnes es, de entre todas las Hermanas, la que más ha conservado una mirada lúcida sobre la realidad, y con su total sinceridad contribuyó fundamentalmente a que yo pudiera tomar conocimiento de la “clausura espiritual”. Si se agrega que también la Hna. Beatrix acentuó expresamente que ella rechaza esos métodos no por razones de pureza sino de dignidad de la mujer, y que incluso la Hna. Pallotta está convencida de que el PK no piensa en nada malo al hacer esas cosas, entonces no queda nada que sea directamente agravante. De todas maneras tales métodos son muy audaces y sin duda no pueden generalizarse.

El 25.2 recibí a las superioras de las dos comunidades más grandes, la de la Casa de Ejercicios y la de la Casa Wildburg, a la Hermana de María más anciana, la Hna. Magdalena, a la Hna. Uta, la escritora de “La fuente de Schoenstatt”, a la Hna. Gottliebe, enfermera, y a la Hna. Ancilla, Hermana de la Adoración. El resultado más notable de estas conversaciones es el siguiente: La Hna. Borromäa, superiora de la Casa de Ejercicios, hubo de admitir que la recolección de los cuadernos de grupo fue hecha también por la inminencia de la visitación, así como también la modificación de la crónica de la Casa de Ejercicios. Con la Hna. Magdalena hablé sobre la carta objetiva que ella me había enviado y que yo cité varias veces en la conferencia final. En dicha carta ella trató sobre todo el problema de la confesión, la apertura para con la Iglesia oficial y la cuestión del mandato vitalicio del Director general de las Hermanas de María. La carta se halla en las actas.

Además de con las Hermanas mencionadas, hablé con los PP. Fischer, Kastner y Menningen sobre los problemas relacionados con la Familia de las Hermanas.

Por encargo del PK, el P. Fischer, que estuvo cuatro años con el PK en Dachau, predica desde el año pasado ejercicios espirituales a las Hermanas. Fuera de él, hasta ahora sólo el PK ha predicado esas tandas de ejercicios. En la época de la persecución, las Hermanas quedaron libradas a sí mismas y entonces la Hna. Anna dio “cursos de formación”. El P. Fischer adhiere incondicionalmente al PK y en los ejercicios espirituales no osaría enseñar nada que no dijese o escribiese expresamente el PK. Objetivo de ese “monopolio” que muchas Hermanas sienten como muy duro, es mantener la homogeneidad de la formación religioso–ascética; ésta es, según el PK, indispensable para superar la tormenta que se cierne. Preguntado sobre el problema del “acompañamiento espiritual”, el P. Fischer respondió: Al PK no le gusta el acompañamiento espiritual individual, particularmente no en el caso de mujeres. Debería bastar el ideario transmitido mediante una formación de ocho años, hecha con consecuencia (desde el comienzo del noviciado hasta el final del segundo terciado son ocho años), la pastoral ordinaria y la confesión cada dos semanas. El P. Fischer tiene la impresión de que las Hermanas pueden desahogarse libremente en la confesión. Pero en realidad las Hermanas se sienten fuertemente inhibidas en este sentido y padecen mucho por ello. ¿Se les rinde cuentas de conciencia a las superioras? El P. Fischer respondió negativamente. Más bien se les inculca a las superioras que no tienen derecho de plantearles a las Hermanas preguntas de ese género. Tampoco el PK desea que se le escriba a él personalmente muchas y largas cartas sobre asuntos del alma.

Hablé con los PP. Kastner y Menningen sobre la designación de un Director general para las Hermanas de María. El P. Kastner se opone porque, mientras viva el PK, las diferencias inevitables entre la Familia de las Hermanas y el Director general pondrían en peligro la cohesión de la Familia. El P. Menningen se declaró radicalmente en contra, porque debería haber un instituto que se desarrolle plenamente en estrecha vinculación con el PK, a fin de ser modelo para todos los demás institutos. Ese pleno desarrollo orgánico sólo sería posible si el PK tuviese personalmente en manos la dirección de la Familia de las Hermanas.

Fundamenté mi propuesta alegando que la estrecha y exclusiva vinculación al PK ha redundado en una exagerada reserva, que durante la visitación se puso de manifiesto, entre otras cosas, en que fueron necesarios los más grandes esfuerzos y las más fuertes conmociones para motivar a las Hermanas a una plena sinceridad. El P. Menningen señaló que ese “parto difícil” se debía en gran medida a que, en mi conferencia introductoria, yo habría puesto la autoridad eclesiástica muy fuertemente en el primer plano, lo cual probablemente habría generado una cierta inhibición entre las Hermanas, acostumbradas a obedecer por generosidad, y que el anuncio de una “visitación canónica” habría llegado de manera completamente inesperada y muy repentina. En las conversaciones preliminares se habría contado con una inspección de forma menos rigurosa; y él estaría convencido de que con una cuota significativamente menor de agitación se habría alcanzado lo mismo. ¡Pero en este punto el P. Menningen se equivoca! Otras razones para la designación de un Director general serían: La absoluta e ilimitada autoridad que ejerce el PK genera, como lo dice la experiencia, falta de independencia en el pensamiento y la voluntad; vale decir, el peligro del hombre masificado, si bien en un plano superior. Se juzga así y no de otra manera, porque el PK así lo quiere, así lo desea y así le gusta verlo (su mínimo deseo es severísima orden). Agréguese que toda Hermana puede escribirle al PK en cualquier momento. No hay nada que objetar contra ello. Pero dado que seguramente no todas las Hermanas son personas tan maduras como para que todo lo que le escriban al PK sea irrefutable, existe el peligro de que sus declaraciones sobre otras acarreen, en ciertos casos, grandes sufrimientos a éstas, en la medida en que el PK, considerando las grandes distancias físicas y los cientos de Hermanas, depende de tales informes para poder tener, de alguna manera, los hilos en sus manos.

Concluyendo ya este capítulo, quiero señalar que luego de la finalización de la visitación, numerosas Hermanas agradecieron en forma oral y escrita por lo dicho en la segunda parte de la conferencia conclusiva (véase anexo 3). Se sienten liberadas y aliviadas por mis declaraciones sobre la práctica de la confesión, el acompañamiento espiritual, los actos del padre, el espíritu de obediencia, etc. Algunas acentuaron que muchas otras Hermanas piensan exactamente así.

IV

Resumen de los conocimientos adquiridos en la visitación

Se admitió expresamente una disciplina de arcano. Existe en todo el Movimiento entre las diferentes agrupaciones; en las agrupaciones, por ejemplo, en la Familia de las Hermanas; y también entre las provincias, las comunidades de casa, grupos, cursos, etc. Sólo una persona sabe y debe saber todo, y esa persona es “el Padre”, quien, de ese modo, tiene todos los hilos en sus manos, está en directo contacto con todos, todos están en contacto directo con él, ante él cada individuo, hombre o mujer, se siente obligado a una apertura completa.

Además la disciplina de arcano se extiende hacia el exterior. Se le reconoce a la Iglesia, al menos teóricamente, el derecho de tomar conocimiento de todo. Pero el transcurso de la visitación mostró cuán difícil es en la práctica esa toma de conocimiento. Ciertamente el P. Menningen opinó que la meta propuesta habría podido alcanzarse mucho más fácilmente si se la hubiera perseguido por vía de un examen y estudio menos oficial y severo en lugar de una “visitación canónica” conforme a las reglas. Él piensa que, a la luz de las conversaciones preliminares conmigo, no se habría creído que se planease una “visitación canónica”. De ahí que el inesperado anuncio de una tal visitación y mi exigencia de apertura incondicional como condición necesaria para el éxito de ella, generase una inhibición en las Hermanas que ellas tuvieron que vencer.

No comparto esta opinión, más bien, luego de la visitación, estoy firmemente convencido de que ningún otro camino, sino el recorrido habría conducido al objetivo. Y me confirma en mi opinión una carta que el PK le escribió al P. Menningen, y cuya copia recibí tanto de parte del PK como de parte del P. Menningen. Se volverá a hablar de esta carta al final.

Si se pregunta por las razones de la “disciplina de arcano”, me parece que son sobre todo las siguientes: 1) El PK quiere dejar que las corrientes que surgen se desarrollen y desplieguen en la vida práctica en lo posible sin ser perturbadas. Y según su concepción, sólo de ese modo (similarmente a lo que ocurre afuera en la naturaleza) puede gestarse algo vital y duradero. 2) Uno de los fundamentos esenciales de la eficacia de todo el Movimiento es esa “disciplina de arcano”. La condición para aprobar la “disciplina de arcano” y poder calificarla de inobjetable es, naturalmente, que el hombre que tiene todos los hilos en sus manos sea capaz de intervenir en el momento oportuno para detener, corregir, reglamentar, y sea consciente de su grandísima responsabilidad. El P. Menningen está firmemente persuadido de que ese hombre es el PK. E igualmente persuadidos están, en lo esencial, ciertamente también sus demás colaboradores, si bien en algunos, como los PP. Möhler y Köster, han surgido dudas. En el caso del P. Menningen y probablemente también (aunque en menor grado) en los PP. Mühlbeyer y Kastner, la confianza inconmovible para con el PK descansa no tanto en razonamientos cuanto en una muy estrecha vinculación vivida desde la juventud. El PK y sus colaboradores deberán aceptar que la Iglesia prosiga tomando conocimiento de los “más íntimos procesos de vida” del Movimiento también más allá de esta visitación.

Actualmente esto vale sobre todo para el “principio paterno”, que se halla en pleno debate, y cuyo significado real y aplicación práctica se quiere “elaborar”. El debate se abrió en virtud de la respuesta del PK a la consagración de la “Ronda” que se iba a realizar el 20 de enero (esta consagración se halla en las actas) en la primera parte de su carta con motivo del 20.1.49 (véase más arriba). Cuando se preguntó si el PK tiene ya clara la solución de toda esta cuestión, el P. Menningen respondió: Sí, pero su método sería “elaborar” tales soluciones junto con sus colaboradores más estrechos. Pero en este punto parece que el P. Menningen se equivoca. Hay que tener en cuenta que el PK es enemigo consciente no sólo de un intelectualismo exagerado, sino que, en relación con el desarrollo y maduración de ciertas ideas, parece adjudicarle un papel exagerado, cercano a lo irracional, respecto a la vida que fluye, al sentimiento y a la afectividad; y que indudablemente el P. Menningen es capaz, como nadie, de entender la manera de pensar, los sentimientos y la afectividad del PK. De ahí que sea muy probable que el PK, cuando aborda las cuestiones que le expone el P. Menningen, no tenga aún, en absoluto, claridad sobre la solución de dichas cuestiones. Éste parece ser el caso de la carta con motivo del 20.1.49, en cuya primera parte, la única aparecida hasta ahora, no ofrece aún una solución a la cuestión planteada, y cuya segunda parte, según opinión del P. Kastner, no aparecerá jamás.

En esta área se incluye el hecho de que los colaboradores del PK pongan unilateralmente la persona de éste en el primer plano, cosa que el mismo PK hace también desde Dachau. En la carta con motivo del 20.1.49, el PK procura fundamentar esa actitud (véase más arriba). Muy ligado a este fenómeno se halla también el cambio de su comportamiento para con las Hermanas: Antes una actitud de gran reserva, y después, desde Dachau, más paternal de lo que puede serlo en absoluto un padre carnal. Ciertamente ya antaño había aplicado en casos particulares métodos desacostumbrados para transmitirles a las Hermanas la “vivencia filial”. Muchas Hermanas quedan estancadas en un primer momento, y algunas quizás de manera permanente, en una filialidad “primitiva” que parece más bien un enamoramiento fantasioso que un amor filial. El PK se hace cargo de ello, con tal de ofrecerle al hombre de hoy, que sufre de desarraigo, un sentimiento de amparo. Esta filialidad primitiva se expresa en los diferentes “actos filiales” y en ciertas oraciones.

A menudo se tiene la impresión de que la palabra “padre” es mantenida a propósito en la ambigüedad. Algunos ejemplos: “Padre, yo quiero hacer lo que te agrade, aun cuando tu deseo signifique la sentencia de muerte.” “Protege, Madre, a tu ´primavera´, utilízala en todo momento… Y, por favor, Madre, regálale al Padre, como una garantía, la ´primavera sagrada´; que ese regalo sea para él una gran alegría en este día de fiesta.” “Deberíamos… santificar el lugar al cual nos ha destinado el amor del Padre”. Véase asimismo la imagen de Dios Padre con rasgos del PK y la frase que él cita a menudo: “Quisiera ser para usted el buen Dios”. A ello se agrega el simbolismo no sano de muchos actos y su acumulación, que muchas Hermanas, sobre todo las mayores, sienten como intolerable, pero contra los cuales no se puede hablar abiertamente, porque se sabe, a despecho de la “libertad” teórica que se subraya una y otra vez, que se disgustaría a las superioras.

En este contexto hay que señalar un resultado fundamentalmente positivo de la visitación: la clara percepción de que el pensamiento teológico del PK y de su entorno es absolutamente ortodoxo, que por lo tanto el PK no aplica ese método desacostumbrado para ocultarle a la Iglesia algo que se desvíe de la doctrina de la Iglesia. Sin embargo no hay que pasar por alto aspectos peligrosos ligados necesariamente a este método y que, como lo ha mostrado la visitación, efectivamente han ocasionado algunas anomalías y extralimitaciones. Se los puede esbozar más o menos de la siguiente manera: La ilimitada autoridad que tiene el PK en sus manos, y la total reserva de toda la Obra hacia el exterior, reserva que está en estrecha relación con dicha autoridad, así como la reserva de cada agrupación, grupo, etc. del Movimiento, reserva para consigo mismos y para con las otras agrupaciones, acarrea los siguientes peligros:

1) El peligro de la falta de independencia en el pensamiento y la voluntad; especialmente la incapacidad de resolver muy personal y autónomamente casos y conflictos de conciencia muy personales.

2) El peligro de un cierto bloqueo. Por cierto, se acentúa teóricamente que en cuestiones de conciencia se puede hablar abiertamente en el confesionario. Pero en la práctica las Hermanas padecen fuertes inhibiciones a la hora de hacer eso, porque, en virtud de la excesiva acentuación de la reserva y de la fidelidad (cf., por ejemplo, § 233 de los Estatutos) no se pueden liberar de la sensación de que, de alguna manera, están faltando a esa reserva y fidelidad. Véase la carta de la Hna. Magdalena citada varias veces en la conferencia final.

3) Por un lado, la reserva de las personas en el plano individual y en su trato con los demás y, por otro lado, la apertura total de cada individuo al PK, constituye un terreno fértil para generar y fomentar un cierto miedo a la vigilancia y la denuncia.

4) Ciertamente, desde el punto de vista teórico se enfatiza continuamente la autoridad de la Iglesia, el estar en ella, el respeto por los superiores eclesiásticos, el amor a la Iglesia, etc. Pero en la práctica la reserva de la Familia de las Hermanas, cultivada tan fuertemente, acarrea el peligro de que, más allá de la Familia (la cual representa una “Iglesia en pequeño”), no se valore suficientemente en el comportamiento práctico la importancia de la Iglesia; de que cuando ella se presenta como autoridad no se la reconozca como tal, porque el PK (no en la teoría pero sí en la práctica) es la máxima autoridad. Señalo la carta de la Hna. M. Ida, sobre la cual se trató en detalle en la segunda parte de la conferencia final; además el ocultamiento de material en vísperas de la visitación, y la cerrazón inicial para con el visitador. Recién cuando se advirtió que él sabía más de lo que se suponía, hubo una mayor apertura, y este cambio se operó no sin duras conmociones de ambas partes.

Como se aprecia, estos aspectos peligrosos conciernen sobre todo y casi exclusivamente a la Familia de las Hermanas. En relación con ellas hay que extraer las siguientes conclusiones:

1) En lo atinente a confesión, acompañamiento espiritual, instrucción religiosa y formación ascética mediante homilías, conferencias, ejercicios espirituales, etc. hay que exigir que se les reconozca, además de al PK, también a otros sacerdotes la influencia exigida por el derecho natural, divino y eclesiástico. En la práctica ocurre que, salvo el PK, sólo el P. Fischer puede predicar ejercicios; que en el retiro mensual no se da espacio en absoluto a la palabra de un sacerdote; que, por ejemplo, en la numerosa comunidad de Casa Wildburg, los domingos jamás hay homilía. El problema de la confesión y de la dirección espiritual fue descrito con mayor detalle más arriba. ¡El PK es prácticamente el único “acompañante espiritual” de las 1.600 Hermanas! En este campo hay que citar también la costumbre insostenible de utilizar como lectura de mesa exclusivamente cartas, conferencias, informes, etc., del PK. Muchas Hermanas están cansadas de ello y desearían, por ejemplo, una biografía interesante. Tampoco se les da mucha importancia a las cartas pastorales de los Obispos.

2) Habría que considerar seriamente si no debería dársele a la Familia de las Hermanas un Director general propio, como a los demás institutos, y ello lo más pronto posible. En primer lugar habría que insistir en una muy pronta redacción y presentación de Estatutos en su versión definitiva (especialmente en lo que concierne a la Dirección de las Hermanas) y, en relación con esto, solucionar la unión personal entre Director de todo el Movimiento y el Padre de la Familia de las Hermanas. Esto no tiene nada que ver con desconfianza para con el PK, ni de parte de las Hermanas (de las cuales muchas, y no las peores, desean esa separación), ni de parte de la Iglesia. Más bien son decisivas las razones expuestas ya anteriormente.

3) La significación de la Iglesia no sólo debe ser reconocida teórica y cultivada afectivamente, sino que toda la educación debe dar mucha importancia a que las Hermanas reconozcan también en la práctica la autoridad de la Iglesia sobre la Obra de Schoenstatt y su Dirección, y sean capaces de reconocer y darle lugar a esa autoridad cuando tomen contacto con ella.

Para el Movimiento en general se desprende la siguiente consecuencia: Evitar formulaciones irritantes como “Iglesia en pequeño” (suena inocua pero genera confusión cuando está en relación con las siguientes), “Cabeza y miembros”, “per ipsum…”, paralelismo entre Schoenstatt y las Sagradas Escrituras, entre Gólgota y el 20.1.42, como también declaraciones como las de la carta con motivo del 20.1.49. La razón no estriba en que tales formulaciones serían interpretadas y empleadas erróneamente por quienes recurren a ellas. No es ése el caso del PK y sus colaboradores. Las razones para el rechazo de tales formulaciones son más bien las siguientes: 1) Su carácter sagrado. 2) Su uso tradicional está determinado inequívocamente. De ahí 3) el peligro de generar confusiones y, por ende, errores tanto entre extraños como también dentro del Movimiento, por ejemplo, entre muchas Hermanas “simples”. Si se arguye con el P. Menningen: la carta con motivo del 20 de enero está dirigida sólo a un pequeño grupo, ni siquiera para todo el equipo de colaboradores del PK, hay que replicar lo siguiente: La carta ha sido dada a conocer a toda la Familia de las Hermanas, acción que fue totalmente equivocada. (Así lo admite también el P. Menningen, y el PK me escribió el 15.2.49 que la carta no estaba pensada para las Hermanas). Suponiendo que el conocimiento de esas cosas delicadas no hubiera trascendido más allá de ese pequeño grupo: ¿Qué sentido tenía todo eso? ¿Para qué esa maniobra secreta?

Quiero concluir mi informe mencionando una grave decepción que he sufrido luego de la conclusión de la visitación. El 16.10.48 el PK me escribió: “Estoy muy interesado en poner todas las cartas sobre la mesa… Su Excelencia puede hacer todo lo que quiera y tiene derecho a disponer sobre todo”. Y en una carta del P. Menningen del 4.1.49 se dice: “Si nosotros, por un lado, en una cierta medida no damos a conocer al foro público, por razones comprensibles, secretos de Familia, por otro lado estamos dispuestos, naturalmente, a informar plenamente a la autoridad eclesiástica sobre los procesos de vida más íntimos de la Familia de Schoenstatt.” En este punto confróntese lo que el PK escribiera el 15.2.49 al P. Menningen (el PK me envió copia de esta carta el 9.3.49): “Los documentos que le hice llegar (se refiere al Obispo auxiliar Stein), estaban seleccionados como para que dispusiese de un punto de partida para todas las corrientes fundamentales. En qué medida él luego siguió en particular las reflexiones, debió depender, por un lado, de la Divina Providencia y, por otro, de la prudencia tanto de las Hermanas como también de los Padres. No fue mi intención darle a conocer las corrientes más nuevas, pero contaba con que él de alguna manera toparía con ellas. En este último caso consideré natural que se responda a sus preguntas. En este sentido se trata del núcleo de la comunidad nueva, de su alma…” Se aprecia enseguida que el PK curiosamente ya no quería (o ya no quería más) que se interpretase literalmente su declaración del 16.10.48 citada más arriba. Pero mucho peor es el hecho de que el P. Menningen, durante la visitación, el 24.2.49, me alcanzó una copia de esa carta del PK con fecha 15.2.49, pero omitiendo los pasajes subrayados, pasajes muy importantes de dicha carta. Por lo tanto el P. Menningen fue desleal para conmigo.

Desde la visitación hasta hoy el PK me ha enviado cartas en parte muy extensas. En ellas toma posición en relación con el transcurso de la visitación, basándose en numerosos informes que le fueran enviados por Padres y Hermanas, y en mis dos conferencias, que asimismo tuvo pronto en sus manos. Esa postura es fundamentalmente de rechazo. Habrá que aprestarse a una encarnizada lucha con él. En su última carta del 16.3.49 me comunica, entre otras cosas, que se ha dirigido a Roma con el fin de aclarar auténticamente el aspecto jurídico de la visitación de institutos seculares.

Tréveris, 25 de marzo de 1949.

(Firmado) + Bernhard Stein

Informe de las Visitaciones Episcopal y Apostólica 1949-1953

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