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MOLINETE DE HALO Y VUELTA
Por Fabhio di Camozzi, junio de 2019
COSMOGONÍA
“‛Los artistas son nihilistas’, ‛solo piensan en ellos mismos’, ‛egoístas ’.
Supongo que para algunos artistas esto será cierto, pero esto no es un dato que desvalorice
el valor social del arte para el mundo. El arte trabaja en eso que pareciera la nada;
lo que no tiene trazabilidad certera. Es difícil medirlo, identificarlo, tocarlo, hasta incluso acuñarle valor.
El arte trabaja en la interioridad de las cosas, en aquello que permanece oculto.
Las palabras no alcanzan para definirlo, porque la interioridad son esos secretos que cada persona habita;
son los algoritmos con los cuales construye su vida y la vida posible para los demás.
[...]
Somos un objeto vacío dispuesto a llenarse de sinsentidos. El objeto borra todo el contenido.
Nuestra mirada pierde rastros de interioridad. Aquello que llaman “nihilismo”,
es el intento desesperado por encontrar lo que hace que cada persona sea fundamento para la vida.
Aquello que llaman egoísmo es trabajo consciente en las acciones personales para no ser hackeados
por dogmatismos. Y si hay algo que tiene el arte para este mundo, es trabajo profundo de liberación.2
Cuando un libro que leemos se transforma en un modo de estar, en la vida, de la memoria de alguien, lo que sucede es que lo que tenemos entre manos no es ya un clásico del formato “papel en letras”, sino una especie de disco duro lleno de información que se ha guardado, que se ha respaldado en ese soporte y desde donde un USB no puede sacar, verdaderamente, nada... No logramos, por el momento, conectar de manera remota nuestro cerebro, nuestra base de almacenamiento por excelencia, ni nuestra mente... a ningún artefacto que pueda descargar desde ahí todas las informaciones y datos que hemos archivando en el cuerpo durante nuestra vida, creación de experiencias en imágenes a ser recuerdos que solo el mismo cuerpo puede recrear. Recrear, por fuera de esto, hoy es casi un “carente de posibilidad”, porque toda la imagen del mundo es un estanco de diseño y regulación corporativa post neoliberal extrema que de a poco se ha ido transformando en la no realidad en la que vivimos, en la que somos, esa imagen en la que estamos siendo, al más alto precio de una remembranza; de la humanidad aun en tiempos de post–humanidad. Estas imágenes nos crean como cuerpos; estamos por “las imágenes del mundo” siendo espejados, identificándonos, reconociéndonos a partir de ellas; nos hacemos así, hoy, individuos. Casi nada de lo que individuamos en esa dirección viene, entonces, “desde adentro”... Nuestro adentro, nuestro “interior cerebral–mental”, por ejemplo, es solo una recreación más, una recreación del mundo que compramos siendo prosumidores de nuestra realidad en existencia. Escribir un libro como el que Patricia Pinto ha escrito, estos tres volúmenes potentísimos de revisión autobiográfica, es resistir a este mecanismo, negociando lo que es posible de tal firmeza ante lo evidentemente utópico al sistema...; crear imágenes desde un interior en una realidad exteriorcrática... Resilir; se trata de eso..., y de crear un recuerdo conjuntivo cada vez que se pierde, y que este sea objeto de una manera ampliada, nuevamente, para dejar constancia de una incomodidad; la pregunta, el proyecto, un desarrollo, llevarlo a cabo y la imposibilidad de controlar lo que con ello, en una coyuntura como la actual, este libro sucede por fuera de su propia imagen. Este es un comprimido de lo guardado durante toda una larga vida, un guardado que se ha achicado, encogido, disminuido en páginas magníficamente escritas para que ocupen la menor capacidad posible disponible en su soporte... teniendo no obstante la misión de, al leerse, abrirse, de expandirse para volver a ser, desde su inmensidad de origen, a una inmensidad de destino. En tal procedimiento, la recreación de la información que en el proceso de zipeado se ha perdido, esos datos que se sacaron para hacer más compacto este archivo y porque no parecieron importantes al contenido esencial de lo respaldado, esos detalles que quedaron atrapados en algún colador dimensional porque contar todo siempre es demasiado..., se volverán a estimar para lograr comprender lo que realmente acá se ha reservado, que es un poco de Patricia Pinto y un poco del descifrador que lea...; quien entre sobre las historias que estos libros cuentan, abrirá a lo narrativo una experiencia propia y conjunta, perspicaz, cómplice, una nueva sintaxis en lo aprehendido a un contenido que, como sinapsis, será literatura, incluso. Disciplinalmente, una intención programática de volver a mostrar sintéticamente hechos ocurridos a lo largo de los años, a través de relatos que se crean imaginando en otro soporte, otro soporte cuerpo a partir de lo que se lee; “lo que significa”, eso que necesitamos exista cuando alguien nos cuenta algo, que exista como una imagen del mundo que nos constituye y nos identifica.
2 Carlota Reyna “#6.7Ctrl + Hackeos internos”, del grupo de textos publicados en su página de Facebook “productora”, junio de 2019