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Patricio Vidaleiva. Humana Trinidad
Una situación inesperada
Los chiquititos de Mami
El “papi”
El pasado se pasea en el gym
Pelea con loco homofóbico
Santiago, ese gatito perdido en el parque
Paseo por Isla Negra
Recuerdos de una ilusión
Una visita inesperada,
Viaje a Brasil, ¿Quién me hace una crianza?
Embetunados de placer
Rememorando
Un fantasma en el supermercado
Braulio y su noticia inesperada
El secreto de Miguel
La búsqueda de Miguel
El reencuentro
La Carta
La Despedida
El Bastián Varas
Epilogo
Índice
Отрывок из книги
Soy Marco, con Enrique, mi pareja, últimamente hemos tenido que ajustarnos a varios cambios un poco difíciles en nuestras vidas, el primero, tiene que ver con la ruptura de nuestra relación poliamorosa con Miguel, sumado a eso, hace un tiempo sufrí la fractura de mi codo izquierdo de la cual he venido recuperándome lentamente y que me ha tenido por varios meses desconectado del trabajo y de mi quehacer normal debido a tres intervenciones quirúrgicas y las consiguientes licencias médicas derivadas de esa situación. Con Enrique trabajamos en la misma institución y en este empleo, hace tan solo un par de meses nos tocó además trasladarnos a las nuevas oficinas ubicadas en el barrio cívico, en pleno centro de Santiago.
La relación partió en onda amistad, en ese tiempo cada uno buscaba solo conocer gente y divertirse, Enrique tenía 24 años y yo 28 pero yo era el amigo traumado de la relación, era demasiado perseguido con el tema, no había salido del closet y me preocupaba que alguien supiera sobre mi condición, aunque para mi sorpresa antes que terminara ese año, ya estaba completamente resuelto y fuera del armario. Enrique por su parte siempre ha sido más relajado y ya en esa época no le importaba mucho lo que el mundo pensara de él. Hoy los papeles se han nivelado e incluso me atrevería a decir que se han invertido y ahora soy yo el más liberal de la relación.
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Hay sucesos que nos ocurren en la vida que son tan extraños y tan alejados de nuestros propósitos que no nos dan tiempo de pensar ni reflexionar por qué llegan y se suscitan de imprevisto, solo se presentan y nos cambian de un momento para otro la vida y nuestro orden de prioridades. Cada día me convenzo que nada es casualidad y los hechos o situaciones siempre tienen una razón que las justifica por más que al principio no las entendamos.
Habían pasado un par de semanas y tuvimos que ir a nuestro antiguo departamento a buscar algunas cosas, entre ellas unas de Miguel, nuestro “ex”. Cuando veníamos de vuelta nos pusimos un poco melancólicos, ese lugar, había sido nuestro primer hogar, y estaba cargado de nuestros recuerdos como pareja y también de nuestra vida con él. Para darnos ánimo y cambiar el switch, se nos ocurrió ir al cine, estábamos por subirnos al Metro, cuando a la distancia divisé a Miguel, probablemente, andaba de paso por nuestro antiguo barrio en algunas diligencias de las que quizás sea mejor no reflexionar para evitar llenarse la cabeza de dañinas ideas especulativas. Lo incuestionable es que su amor ya no nos pertenecía, hoy somos apenas un guiño olvidado de sus pensamientos, unos advenedizos exiliados que residen a kilómetros de su corazón. Yo guardaba la ilusión que quizás iba a nuestro antiguo departamento a vernos y al saber que ya no vivíamos allá quizás nos contactaría de alguna manera, sin embargo, se sucedieron los días y él no volvió a contactarnos ni a dar señales de su existencia, fue como si el destino lo tuviera secuestrado y que valiéndose de rebuscadas artimañas lo escondiera de nuestra presencia limitándolo con algún maléfico propósito que nunca hemos podido comprender y menos aceptar. En apariencia Miguel se veía muy bien, como siempre, él se preocupaba de verse guapo y sacarle partido a su figura y ese día no era la excepción. Aunque es de estatura media, los jeans azules que usaba ese día y su peinado muy bien encopetado y arreglado le daban realce a su metro setenta y dos de estatura, una chaqueta de cuero blanco invierno, le otorgaban un brillo especial a su piel color mate, pero lo más bello y que siempre me ha gustado de Miguel es su sonrisa, ella ilumina los ambientes, su perfecta y blanca dentadura, sus coquetas margaritas al sonreír y el achinado de sus ojos hacían imposible no enamorarse y caer rendido, sin dudas, esa era su seductora arma letal.
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