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Los chiquititos de Mami

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Estábamos esforzándonos de lleno en la tarea de avanzar y olvidar a Miguel, habían pasado unos cuantos meses de esa conmoción y ya nos encontrábamos algo más tranquilos y resignados, una tarde revisando mi email, me encontré con un correo inesperado, era de un chico que nos había contactado hacía mucho tiempo. Yo en un principio no sabía de quien se trataba, habían pasado tantas cosas en nuestras vidas que las nociones de tiempo y espacio estaban absolutamente trastocadas y a decir verdad me costó recordar, además, mi cabeza seguía aún muy metida en la relación y ruptura con Miguel, que la neurona sexual la tenía tan anulada que le costó reaccionar rápidamente debido al letargo en que se consumía.

Luego de despabilar un poco y empezar a conversar con este tipo fui entendiendo y recordando con más claridad de quien se trataba.

Resulta que meses antes de conocer a Miguel, con Enrique nos metíamos a un video chat gay de Internet, en ese chat uno se contactaba con distintas personas, establecía conversaciones virtuales y se podía realizar video llamadas. Una noche estábamos en esa plataforma virtual, cuando de repente nos llegó la solicitud de alguien que quería vernos a través de la webcam, cuando aceptamos, emergió la imagen de una pareja que andaba en los mismos pasos que nosotros, eran dos guapos y jóvenes chicos entre 25 a 28 años aproximadamente, al conversar con ellos, nos comentaron que llevaban algo más de 2 años de relación y que precisamente buscaban encuentros sexuales con otras personas además de amistad si es que se llegaba a dar, no descartaban nada a priori.

Antes de seguir contándoles sobre estos chicos, me detendré a hablar sobre un tema que se me vino a la cabeza, aquí probablemente me aventuraré en una opinión muy personal y algo temeraria, pero de igual modo quiero comentarles sobre una especie de teoría que ronda mi mente hace algún tiempo y radica en que siento la convicción que en la mayoría de las relaciones amorosas, la pasión sexual del amor, esa atracción potente y propia de ese estado, dura solo dos años y luego se transforma. Es decir, “la magnética sexual dura solo dos años”, suena a título de novela, pero la verdad es que esta aseveración se ha ido consolidando en mi pensamiento, estoy cada día más convencido de ello porque lo compruebo una y otra vez, tanto en conversaciones con amigos o conocidos como con cada nueva experiencia vivida.

No quiero decir que el amor dure dos años y luego ya se acabe, que no se me malinterprete, acá lo que quiero decir, es que el amor idealizado, ese de mariposas en la guata, de fidelidad inquebrantable y ceguera hacia el resto del mundo, incluida la oferta sexual. Luego de este plazo comienza a morir. En algunos casos, con suerte puede llegar a durar hasta los tres años de relación, luego inevitablemente uno empieza a mirar para el lado y a desear sexualmente a otras personas o sentirse deseado por otros también. No se trata de que se deje de amar a la pareja, eso por nuestra parte nunca estuvo en duda, se trata solo de un deseo más libidinoso. Con los años el sexo con la pareja no muere, pero si va cambiando, se desgasta, se decanta, se calma y por alguna razón el instinto carnal despierta y empieza a ocupar nuevamente nuestra mente, es como una especie de rebelión inconsciente y hormonal frente a la monogamia sexual.

Cuando esto ocurre, uno no saca nada con asustarse, pero sí debe hacerse cargo de lo que se está sintiendo, sin temor y sin vergüenza de los sentimientos es necesario tomar una determinación y sincerarse primero con uno mismo, lo importante es avanzar con madures para no caer en la típica actitud de la mayoría, que radica en tratar de hacerse el loco y esconder la realidad. Es aquí cuando uno tiene que ser valiente y honesto con su compañero, hablar con claridad y respeto sobre lo que se está sintiendo y cuidar la forma en que se dirá. Es, en este momento crucial donde generalmente comienzan los primeros quiebres en muchas relaciones. ¿Por qué ocurre esto?, no tengo respuesta para aquello, solo sé que en este punto hay que ser más práctico que romántico.

Cuando nos ocurrió esto, con Enrique, afortunadamente tuvimos la libertad y madurez para sincerarnos y contarnos lo que estábamos sintiendo y tuvimos que tomar una decisión. Pudimos tomar varios caminos, por ejemplo;

—Terminar definitivamente la relación o darnos un tiempo para que cada uno viera por su lado lo que deseaba o necesitaba realmente hacer.

—Hacernos los lesos y seguir juntos como que nada pasaba, pero, siéndonos infieles de pensamiento y/o acto, pero sin que el otro llegara a enterarse.

—Llegar al acuerdo de seguir juntos, pero con el consentimiento mutuo de poder tener cosas sexuales por fuera, obviamente cuidándose de no contraer alguna enfermedad de trasmisión sexual, además de no repetir estos encuentros con la misma persona, ni mantener contacto de ningún tipo con ellos.

—Llegar al acuerdo de tener encuentros sexuales juntos y tratar de no involucrar sentimientos románticos hacia la persona con la que se incursionará sexualmente.

Con Enrique optamos por la última, no queríamos separarnos por ningún motivo y decidimos enfrentar esta nueva etapa juntos, no fue para nada fácil ni una decisión tomada a la ligera, en común acuerdo optamos por incluir ocasionalmente terceros sexuales y disfrutar como pareja de estas experiencias. No todas las personas o parejas quizás puedan tomar este acuerdo, acá las personalidades y formas de enfrentar y mirar la vida, entre otros factores son lo que juegan un papel determinante.

Luego de esa decisión comenzamos incipientemente a ponerla en práctica, las reglas del juego estaban declaradas y la baraja repartida, aquí de mutuo acuerdo decidimos dar este paso y las consecuencias de aquello deberíamos enfrentarlas y aceptarlas con madurez, independientemente del rumbo que llegaran a tomar los acontecimientos, aquí la cosa era sin llorar después.

La primera vez que incursionamos en esto fue algo muy difícil por lo menos para mí, diría que para Enrique fue más natural y menos traumático. Sin embargo, con su apoyo y tino para enfrentar este momento, me fui relajando y avanzando. No les mentiré. “Cuando uno tiene alma de puta, las cosas finalmente solo decantan y se hacen más fáciles de incorporar”.

Volviendo a los chicos que conocimos a través del chat, ellos reaparecieron en nuestras vidas después de ese tiempo y empezamos a conocernos y a salir. Todo partió en la buena onda y en proyecto de amistad, aunque lo sexual no estaba descartado, sin embargo, comenzamos primero siendo amigos y haciendo cosas juntos “nos hicimos las decentes”, lo que fue propiciando una naciente amistad.

Empezamos a salir, a comer, a bailar, a pasear e incluso a frecuentarnos en nuestros hogares. Creamos un grupo de WhatsApp al que bautizamos como “los chiquititos de mami” en alusión a una frase que uno de los chicos tenía muy pegada y que usaba regularmente cuando se enternecía o algo le gustaba mucho.

Un sábado nos invitaron a un asado en su parcela de Curacaví, cuando llegamos estaba todo súper producido y preparado, la terraza iluminada y la carne en el fuego. Al recordarlo, siento la sensación que fue como una especie de cita, la primera después de meses luego de la salida de Miguel de nuestras vidas. Esa noche cenamos, conversamos sobre nuestras vidas, obviamente salió a colación nuestra reciente relación. Ellos estaban muy sorprendidos por nuestra experiencia y nos colmaron a preguntas, en un momento les pedimos no hablar más de ese tema porque era muy sensible y nos estaba incomodando y haciendo mal recordar. Por lo que cambiamos de conversación y ellos comenzaron a hablarnos sobre sus vidas y sobre su relación. De cómo también, luego de dos años habían decidido incluir ocasionalmente terceros sexuales y de qué manera lo estaban manejando. Terminada la cena, los chicos nos propusieron que viéramos una película y nos tomáramos unos tragos para amenizar y seguir con la buena onda, recuerdo que vimos una peli bastante buena, se llamaba Lucy (aprovecho de recomendarla), una vez terminada la película, y ya más relajados, la atmosfera se fue calentando, de pronto uno de ellos empezó a hablar sobre el tamaño del pene de su pareja, y a mostrarnos esa erección a través del pantalón de su pololo, la verdad que se puso todo muy hot, lo que se proyectaba desde ese pantalón se apreciaba bastante firme y de una abultada dotación. Con Enrique nos bastó solo mirarnos para saber que estaba pensando el otro, así que sin que ellos se dieran cuenta, a la rápida cruzamos una mirada de aprobación y sin mediar palabras entendimos que nos dejaríamos llevar. Nos acercamos a ellos y comenzamos a tocarnos, besarnos y todo el preámbulo de lo que vendría. Estábamos en el living y nos sentíamos un poco incómodos, por lo que los chicos, como buenos anfitriones, nos señalaron el camino hacia su habitación, no les contaré mayores detalles de lo que ocurrió en ese dormitorio, ya que no es nada diferente a lo que todos ya hemos experimentado cuando tenemos este tipo de juegos e incursiones sexuales, pero sí me detendré en contarles algo que nos ocurrió. Mientras estábamos con ellos comencé a sentirme agobiado, como obligado a ejecutar algo que no sentía muchos deseos de hacer, por otro lado, Enrique me miraba y me hacía gestos como de querer que esto terminara pronto. Así que nos apuramos en hacer que los chicos saciaran rápidamente sus necesidades sexuales y nosotros las nuestras para poder volver a casa.

Una vez que la función acabó, miré la hora y ya eran las 05:30 de la mañana, incluso estaba por amanecer por lo que nos apuramos en duchar, vestirnos y emprender la vuelta a Santiago. Cuando veníamos en la carretera, ninguno decía nada, estábamos sumergidos en nuestros pensamientos. De pronto Enrique quiebra el silencio diciendo, sabes, me encantan los chicos, son muy amenos e intelectualmente muy cultos se puede entablar cualquier tipo de conversación con ellos, incluso son demasiado simpáticos, además físicamente bastante atractivos, pero me pasó algo cuando estábamos teniendo sexo con ellos, ¿qué sentiste?, le pregunté. Tuve una sensación extraña, como de estar siendo infiel, a decir verdad, siento que nadie llenará esta sensación de nostalgia y frustración en la que nos hemos quedado pegados desde que partió tú sabes quien. No evites decir su nombre, le dije, mientras más lo nombremos más trivial se hará y menos dolerá y con el tiempo, un día cualquiera dejará de tener la connotación que tiene hoy y el sonido de se nombre tan potente para nosotros hoy, pasará a ser solo una palabra más, además no se merece tratarlo como una cosa, fue una persona importante en nuestras vidas. Continúo diciéndole, ¿Sabes?, creo que a mí me pasó algo muy parecido. Cuando estábamos con los chicos, solo deseaba que termináramos luego para salir de ahí, me sentía muy incómodo y perturbado también tenía esa sensación de infidelidad y hastío. Por respeto a ellos, creo que no será bueno repetirlo. Enrique asintiendo con su cabeza, replicó diciendo, tienen toda la razón, no debemos involucrar a estos chicos a nuestros rollos ni menos utilizarlos, no se lo merecen, se ven buenos cabros, el jueguito sexual dejémoslo hasta aquí.

Luego de esa cita, nunca volvimos a tener un encuentro sexual con estos chicos, sin embargo, la amistad con Ariel y Armando, así se llaman, siguió profundizándose cada día. Con el pasar de los meses se fue fortaleciendo y consolidando al extremo, empezamos a vivir muchas cosas juntos y pasar mucho tiempo acompañándonos. Nos veíamos más de dos veces por semana, pero solo en son de amistad. Ellos, por su parte seguían jugando a los tríos y cuartetos, pero lamentablemente para su relación, la cosa terminó por escapárseles de las manos. Producto de estas licencias sexuales que decidieron experimentar, nuestros nuevos amigos fracasaron en su jueguito y finalmente se vieron forzados a ponerle fin a su relación. Lamentablemente uno de ellos, Ariel, se enamoró de un chico con el que habían hecho un trio y decidió abandonar a Armando. Para nosotros el nuevo escenario fue un terremoto, sabíamos que con este cambio las cosas ahora serían inevitablemente diferentes. Además, por más que alguna vez los hayamos aconsejado, a estas alturas no había mucho que hacer ni decir, cuando uno se enamora no hay palabra en ningún idioma que haga cambiar de parecer a quien está concibiendo ese sentimiento. Acá optamos por no tomar partido, solo nos dedicamos a escuchar y apoyar. Seguramente eran muy jóvenes para manejar esta situación y su inexperiencia terminó dándoles una mala pasada. Uno de ellos cometió el error de involucrar sentimientos, lo que trajo como consecuencia el inevitable quiebre de la relación.

Luego de su separación y tal como nosotros intuíamos la amistad cambió y ya dejamos de frecuentarnos, a veces nos vemos y hablamos por teléfono, pero por separado con cada uno de ellos, hoy la cosa ya es muy distinta y mucho más distante.

A estos amigos les debemos mucho, fueron quienes nos brindaron su apoyo y amistad en uno de nuestros momentos más difíciles, aparecieron en el instante preciso en nuestras vidas, nos acompañaron en nuestra recuperación y gracias a ellos fue que pudimos sobrellevar de mejor manera la pena que estábamos viviendo, eso se los agradeceremos eternamente. Sin saberlo, se transformaron en nuestra vía de escape, en un calmante que vino a aliviar nuestras vidas, en eso fueron fundamentales, cuando nos veían abatidos sabían que preguntar, pero también entendían cuando era preciso callar. En su compañía, fuimos retomando nuevamente nuestro rumbo y nos acercamos a la tranquilidad y resignación que tanto ansiábamos encontrar.

Humana Trinidad

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