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INTRODUCCIÓN

El carácter, la voluntad de aceptar la responsabilidad de la propia vida, es la fuente de donde surge el respeto propio.

JOAN DIDION[1]

ALDOUS HUXLEY ESCRIBIÓ su famoso libro Un mundo feliz en 1932. Se trata de una distopía clásica en la que el autor describe una sociedad dominada por la tecnología, el racionalismo y el hedonismo. En esa sociedad no hay guerra ni pobreza y todos parecen llevar una vida sana y feliz. Todos los valores tradicionales como la fidelidad, el amor, la vida familiar, el arte y la religión han desaparecido, y la libertad de llevar una existencia individual no tiene sentido en esta sociedad. El mundo entero vive de esta manera. Solo quedan unas pocas regiones, las llamadas reservas primitivas, donde las personas aún viven de acuerdo con valores tradicionales: existen familias, tienen religiones, se enferman y sufren dolor.

Debido a ciertas circunstancias, un joven de esas regiones acaba viviendo en el ‘mundo feliz’. Pronto se convierte en una especie de atracción para la sociedad, como un animal exótico en un zoo. Poco a poco el joven comienza a detestar y a odiar este mundo. Y es que no puede creer que tal sociedad exista, ni sabe cómo integrarse en ella. Si el lector quiere saber cómo termina la historia, tendrá que leer el libro. No quiero contar el final.

He querido mencionar este libro porque me reconozco un poco en este joven. Mejor dicho, entiendo cómo se siente. Después de todo, soy un católico practicante que vive en un país occidental del siglo XXI. Y eso a veces me hace sentir como una criatura exótica: alguien que todavía vive con una visión del mundo retrógrada, en la que una institución jerárquica tradicionalmente gobernada por cruzados, inquisidores y abusadores de niños que afirma tener el monopolio de la verdad, le dice cómo debe vivir. Y en algunos casos, la moral que se le proclama incluso choca frontalmente con la moral de la cultura occidental actual.

No se si te reconoces en esto que menciono, pero no es agradable vivir con esta identidad. Puedes adoptar actitudes distintas: puedes encerrarte en tu parroquia, formar ahí tu vida social e ignorar el mundo que te rodea. También puedes adoptar una actitud cínica y complacerte en la idea de que el decadente mundo occidental está de capa caída. O puedes llegar a la conclusión de que no tiene sentido seguir viviendo de acuerdo con las ideas de una institución pasada de moda y que es mejor salirse del barco de la Iglesia y buscar la paz y la seguridad en la tierra ‘firme y segura’ de las ideas occidentales dominantes.

Pero también hay otra alternativa y es que como cristiano vivas lleno de optimismo en medio del mundo para ser un testimonio vivo del mensaje eterno de Cristo. Que demuestres con tu vida que la Iglesia en la tierra existe para unir el cielo y la tierra, con el objetivo de lograr la felicidad máxima del hombre. Que, con Cristo en tu corazón, decidas amar apasionadamente el mundo.

Este libro está escrito para ayudarte con esto. Porque requiere mucho ir por ese camino. ¡Requiere nada más y nada menos que toda tu vida! Y vale la pena. Y también es muy necesario, tanto para la Iglesia como para el mundo entero. La evangelización actual se da mucho menos dentro de la parroquia y mucho más en la calle, entre la gente. Y la evangelización más bonita y efectiva es la de una persona normal que está llena de la divinidad de Cristo y también de su humanidad.

[1] Joan Didion, Slouching Towards Bethlehem, (Nueva York, 1968): ‘Essay On Self-Respect’ [traducción del autor].

Cristianos en busca de humanidad

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