Читать книгу Textos bizarros - Pedro Montalbán-Kroebel - Страница 8

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En el despacho del Instituto...

PROFESORA: Lo siento, tu hijo ha suspendido.

HOMBRE: ¿No hay nada que pueda hacer?

PROFESORA: Estudiar más.

HOMBRE: Quiero decir, algo especial. ¿No podemos llegar a un arreglo?

PROFESORA: ¿Qué insinúas?

HOMBRE: Preparar algún trabajo o algo así.

PROFESORA: Los exámenes se realizan para comprobar la suficiencia de los conocimientos adquiridos. Tu hijo no tiene ni las nociones más básicas, así que debe repetir. Lo siento mucho, está suspendido.

HOMBRE: Solo le han faltado unas décimas.

PROFESORA: La ley es la ley.

HOMBRE: Podrías hacer una excepción.

PROFESORA: ¡Imposible! Mira qué examen. Y eso que era bien fácil. Además estaban avisados. Lo dije muy claro. Preguntaré la ley de inducción electromagnética de Faraday. El que no se la sepa no aprobará, lo dije muy claro. Era tipo test, solo tenía que marcar las casillas. Ha suspendido por desidia.

HOMBRE: No podrá acceder a la Facultad.

PROFESORA: Que repita. No se puede aprobar sin conocer la Ley de Faraday.

HOMBRE: El voltaje inducido en un circuito cerrado es directamente proporcional a la rapidez con que cambia en el tiempo el flujo magnético que atraviesa una superficie cualquiera con el circuito como borde.

PROFESORA: ¡Ah! Me has impresionado. No sabía que fueras físico.

HOMBRE: No lo soy.

PROFESORA: ¿Ingeniero?

HOMBRE: Profesor de literatura.

PROFESORA: Literatura.

HOMBRE: Literatura china.

PROFESORA: ¡Literatura china! ¡Qué interesante! ¿Has vivido en China?

HOMBRE: No, no siquiera he estado allí.

PROFESORA: Me estás tomando el pelo.

HOMBRE: En serio.

PROFESORA: ¿Y esa especialización?

HOMBRE: Me gustó el tema, busqué una buena bibliografía y me puse a estudiar...

PROFESORA: De eso a ser profesor hay un trecho.

HOMBRE: Decidí hacer la tesis, y lo demás llegó poco a poco... Solo soy un teórico. Un teórico sin experiencia real sobre el terreno.

PROFESORA: De alguna parte habrá nacido el interés por la cultura china.

HOMBRE: De pequeño mi abuela me inflaba a Flan Chino el Mandarín... supongo que por eso me fascinó. Eso y Fu Manchú.

PROFESORA: ¿Y el conocimiento de la Ley de Faraday?

HOMBRE: Curiosidad por la ciencia.

PROFESORA: Me sorprende en un hombre de letras.

HOMBRE: Casualmente me enteré de que Faraday era devoto seguidor de un libro que yo también admiro Improvement of the mind, de Isaac Watts y a raíz de eso decidí leer sobre él.

PROFESORA: ¡Qué casualidad! Yo soy una entusiasta de la figura de Faraday.

HOMBRE: Sí que es casualidad.

PROFESORA: Su vida, y su obra claro, me parecen impresionantes. Por eso siempre aviso a los alumnos de que voy a preguntar la Ley de Faraday. No se puede aprobar sin saberla.

HOMBRE: ¿Has leído el libro de Watts? Te lo recomiendo.

PROFESORA: Dediqué mis mejores años a estudiar a Faraday. Tenía la tesis doctoral a punto, pero pasé un mal embarazo y ya no me quedaron fuerzas para volver a tomarla.

[Una larga pausa]

HOMBRE: Lo siento.

PROFESORA: La historia de la física ha pasado por alto una importante consecuencia de la concepción ondulatoria de Faraday. Si los electrones pueden saltar en el espacio, también nosotros podemos aparecer en cualquier otro espacio. ¿Te das cuenta de lo que eso significa?

[Una larga pausa]

HOMBRE: Sí, supongo que sí.

PROFESORA: Lo tenía a punto. Fue un fogonazo. Había conseguido intuir el desarrollo a partir de las ecuaciones de Maxwell, pero con el embarazo de mi hija algo se partió en mi interior y no conseguí recuperarme.

HOMBRE: Ya veo.

PROFESORA: Aquí me tienes, profesora de instituto.

HOMBRE: Sí.

PROFESORA: ¿Dónde conseguiste el libro de Watts?

HOMBRE: Lo encontré por casualidad en un librero de viejo, en Londres.

PROFESORA: El azar no existe.

HOMBRE: Me llamó la atención el título y lo compré.

PROFESORA: Qué gracia, ¿verdad?

HOMBRE: ¿El qué?

PROFESORA: Nuestro vínculo con Faraday.

HOMBRE: ¿Crees que podrías hacer algo con el examen de mi hijo?

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