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LIBRO VII *

(1) El mundo con sus tierras, pueblos, mares, *** 1 notables, [1] islas y ciudades, se encuentra de ese modo 2 . Las características de los seres que viven en él requieren una observación no menos particularizada, aunque el espíritu humano ni siquiera en esto pueda abarcarlo todo.

El comienzo se dedicará con toda razón al hombre, por cuya causa parece que la naturaleza ha engendrado todo lo demás con un precio grande y cruel frente a tantos dones suyos, de manera que no se puede juzgar si ha sido para el [2] hombre la mejor madre o la más funesta madrastra. En primer lugar, es el único de todos los seres vivos que se cubre con recursos ajenos. A los demás les concedió diversos modos de cubrirse: caparazones, cortezas, pieles, espinas, pelo, púas, crines, plumas, alas, escamas, lana; incluso a los troncos de los árboles los ha protegido del frío y del calor con una corteza, a veces doble: sólo al hombre en el día de su nacimiento, desnudo y en la tierra desnuda, lo incita al vagido y al llanto, y a ningún otro entre tantos animales lo incita a verter lágrimas, y éstas inmediatamente después del comienzo de su vida 3 . En cambio, ¡por Hércules!, la risa más precoz [3] y rápida no se da a nadie antes de los cuarenta días 4 . A partir de este primer momento de luz se apoderan de él ataduras que ni siquiera tienen las bestias que nacen entre nosotros, y torpeza en todos sus miembros. Así, el que ha nacido felizmente yace atado de pies y manos, llorando el ser que está destinado a gobernar sobre los demás, e inaugura su vida con suplicios por una sola culpa, porque ha nacido 5 . ¡Ay, qué locura la de aquellos que con este inicio creen que han nacido para la soberbia! La primera esperanza de fuerza [4] y el primer don del paso del tiempo lo hace semejante a un cuadrúpedo 6 . ¿Cuándo anda como un hombre? ¿Cuándo comienza a hablar? ¿Cuándo tiene una boca fuerte para los alimentos? ¿Durante cuánto tiempo tiene la cabeza palpitante 7 , como prueba de que es el más débil de todos los animales? Finalmente, las enfermedades y tantos remedios inventados contra los males, ¡y esos remedios también son vencidos enseguida por cosas inesperadas!

Y los demás seres perciben unas características propias, unos se sirven de la velocidad de sus miembros, otros de la rapidez de vuelo, otros pueden nadar: el hombre no sabe nada de nada sin instrucción, no habla, no anda, no come y, para abreviar, ¡espontáneamente por su naturaleza no hace otra cosa que llorar! Por eso, ha habido muchos que pensaban que lo mejor era no nacer o ser suprimido lo más rápidamente posible 8 . Es el único de los seres vivos al que se le ha dado el [5] dolor por la muerte, los excesos del lujo, y de maneras ciertamente innumerables y a través de todos sus miembros, el único al que se le han dado la ambición, la codicia, un inmenso deseo de vivir, la superstición, la preocupación por la sepultura y también acerca de lo que sucederá después de él. Ningún ser tiene una vida más frágil, ninguno un deseo mayor de todo, un pavor más oscuro, una saña más aguda.

Por último, el resto de los seres se comporta con rectitud dentro de su propia especie. Vemos que se congregan y se mantienen firmes frente a los que son diferentes: los fieros leones no luchan entre sí, la mordedura de las serpientes no afecta a las serpientes, incluso las bestias del mar y los peces sólo se muestran crueles contra los de distinta especie. En cambio, ¡por Hércules!, la mayor parte de los males del hombre procede del hombre 9 .

[6] 1 Del conjunto del género humano, en una gran parte, también he hablado en mi exposición de los pueblos. Y, desde luego, no voy a tratar ahora los ritos y costumbres, innumerables y casi tantos cuantos grupos de hombres existen; sin embargo, creo que no se deben omitir algunos y, en especial, los de los que viven más lejos del mar, entre los que no dudo que a muchos algunas cosas les van a parecer prodigiosas e increíbles. Pues, ¿quién iba a creer que existían los etíopes 10 antes de verlos? o ¿hay algo que no cause asombro cuando se tiene conocimiento de ello por primera vez?, ¿cuántas cosas se cree que no se pueden hacer hasta [7] que se han hecho? Realmente, la fuerza y majestad de la naturaleza carecen de credibilidad si alguien se ciñe solamente a algunas partes de ella y no a su totalidad. Por no hablar de los pavos reales 11 , de las manchas de los tigres y de las panteras y de los colores de tantos animales, es un hecho breve de decir pero infinito en su valoración, que hay tantos idiomas, tantas lenguas, tan gran diversidad de formas de hablar que un extranjero para el de otro país apenas hace el papel de hombre. Ya en nuestro aspecto y en nuestro [8] rostro, aunque sólo hay en él diez miembros o poco más, entre tantos miles de hombres no existen dos figuras que no se puedan distinguir, cosa que no puede conseguir ningún arte en un número pequeño de objetos por más que se lo proponga. Y, sin embargo, yo no voy a empeñar mi credibilidad en la mayoría de estas cosas y más bien remitiré a los autores que se nombren en todos los temas dudosos, sin que repugne seguir a los griegos, tanto por su exactitud mucho mayor, como por su dedicación más antigua al estudio.

2 (2) Aspectos sorprendentes de algunos pueblos

Ya he mencionado que hay pueblos [9] escitas, y muchos, que se alimentan de carne humana 12 . Esto mismo sería increíble si no pensáramos que en la región central de la tierra (incluso en Sicilia e Italia), hubo pueblos de semejante monstruosidad, como los cíclopes y los lestrígones 13 ; y, mucho más recientemente, al otro lado de los Alpes, existía la costumbre de hacer sacrificios humanos a la manera de aquellos pueblos, cosa que dista poco de comer carne humana 14 . Y a continuación de aquellos que están situados al norte, no lejos del [10] sitio mismo donde se levanta el aquilón, y de la cueva que toma nombre de éste, en el lugar que llaman Ges Clitron 15 , se cuenta que están los arimaspos, de los que ya he hablado 16 , caracterizados por tener un solo ojo en medio de la frente, y que están continuamente en guerra por las minas con los grifos, una especie de fieras con alas, según la tradición general, que extrae oro de galerías subterráneas, siendo admirable la avidez que ponen las fieras en custodiarlo y los arimaspos en arrebatárselo; lo escriben muchos autores, pero los más famosos son Heródoto y Aristeas de Proconeso 17 . [11] Sin embargo, más allá de los demás escitas antropófagos, en un gran valle del monte Ímavo 18 , hay una región que se llama Abarimo, en la que viven unos hombres salvajes con las plantas de los pies vueltas detrás de las piernas, de extraordinaria velocidad, que vagan de un lado para otro en compañía de las fieras 19 . Betón 20 , el que midió los itinerarios de Alejandro Magno, ha reseñado que estos no pueden respirar bajo otro cielo, y por eso ni son arrastrados ante los [12] reyes vecinos ni lo fueron ante Alejandro Magno. Isígono de Nicea cuenta que los primeros antropófagos, que dije que estaban al norte, a diez días de camino por encima del río Borístenes, beben en calaveras y se ponen ante el pecho la piel con pelos a modo de servilletas 21 . Según el mismo, en Albania nacen unos de pupilas glaucas, canos desde la infancia, que ven más de noche que en pleno día. Cuenta, además, que a trece días de camino por encima del Borístenes los saurómatas siempre toman la comida al tercer día 22 .

Según Crates de Pérgamo, en el Helesponto, en los alrededores [13] de Pario, existió una raza de hombres, a los que llama ofiógenes, que solían curar las mordeduras de serpiente con el simple contacto y extraían el veneno del cuerpo con la imposición de las manos. Según Varrón, todavía hay allí unos pocos cuya saliva es antídoto contra las mordeduras de serpiente 23 . También en África existió un pueblo [14] semejante, como escribe Agatárquides, el de los psilos, llamado así por el rey Psilo, cuyo sepulcro está en un lugar de la Sirte Mayor 24 . El cuerpo de éstos tenía congénito un veneno, mortífero para las serpientes, con cuyo olor las adormecían; y tenían la costumbre de exponer ante las más feroces de ellas a sus hijos recién nacidos y, de ese modo, probar la virtud de las mujeres, pues las serpientes no huían de los hijos adulterinos. Este mismo pueblo fue llevado casi al exterminio por los nasamones, que ahora ocupan esos lugares 25 . Sin embargo, una raza procedente de aquellos que habían huido o estaban ausentes cuando fue la lucha, permanece todavía hoy en unos pocos lugares. También en Italia [15] perdura una raza semejante, la de los marsos, que dicen que proceden de un hijo de Circe, por lo que tienen ese poder innato 26 . Y, por otra parte, en todos los hombres hay veneno contra las serpientes: dicen que, al ser alcanzadas por la saliva, huyen como del contacto del agua hirviendo y, si les entra en la boca, incluso mueren, especialmente con la saliva de un hombre en ayunas 27 .

Calífanes cuenta que, más allá de los nasamones y limítrofes con ellos, están los maclias, andróginos, con características de ambos sexos, que copulan entre sí tomando alternativamente una u otra naturaleza. Aristóteles añade que tienen la [16] mama derecha de hombre y la izquierda de mujer 28 . Asimismo en África, según Isígono y Ninfodoro, hay algunas familias de hechiceros por cuyos elogios perece el ganado, se secan los árboles y mueren los niños 29 . Añade Isígono que hay gente de la misma clase entre los tribalos y los ilirios 30 , que hacen hechizos incluso con la mirada y matan a aquellos a los que contemplan largo tiempo, especialmente con los ojos encolerizados; su maleficio se deja sentir con más facilidad en los adultos, y lo más notable es que tienen dos pupilas en cada [17] ojo. Relata Apolónides 31 que, en Escitia, también hay unas mujeres de esa clase, a las que llaman bicias. Filarco cuenta también que en el Ponto están los «tibios» y otros muchos de las mismas características, cuyas marcas son que en un ojo tienen dos pupilas y en el otro la efigie de un caballo; y que, además, esos mismos no pueden sumergirse ni siquiera sobrecargados de ropa 32 . Según Damón, de manera no muy diferente de ellos, en Etiopía están los fármaces, cuyo sudor provoca la descomposición de los cuerpos que tocan 33 . Incluso [18] entre nosotros, Cicerón afirma que, en cualquier parte, todas las mujeres que tienen dos pupilas hacen daño con la mirada 34 . Hasta ese punto la naturaleza, habiendo puesto en el hombre la inclinación de las fieras de alimentarse con vísceras humanas, quiso poner también veneno en todo el cuerpo e, incluso, en los ojos de algunos, para que no existiera ninguna clase de mal que no estuviera en el hombre.

No lejos de la ciudad de Roma, en el territorio de los faliscos, [19] hay unas pocas familias que se llaman hirpos. Éstas, en el sacrificio anual que se ofrece a Apolo al pie del monte Soracte 35 , al caminar sobre un montón de leña encendida, no se queman y, a causa de ello, por un senadoconsulto perpetuo 36 , están exentas de la milicia y de todas las demás cargas. En el [20] cuerpo de algunos nacen miembros prodigiosos en algún aspecto como, en el caso del rey Pirro, el dedo gordo del pie derecho, con cuyo contacto se ponía remedio a los enfermos del bazo. Cuentan que no pudieron quemarlo con el resto del cuerpo y está en un templo guardado en una urna 37 .

[21] La India y la zona de los etíopes son especialmente abundantes en prodigios. En la India nacen los seres más grandes. Prueba de ello son los perros, más grandes que los demás 38 . Se cuenta que hay árboles de tan gran altura que no se pueden sobrepasar con flechas; incluso la fecundidad del suelo, el clima templado y la abundancia de agua hacen, si es posible creerlo, que bajo una sola higuera se puedan guarecer varios escuadrones de jinetes 39 , las cañas son de tal altura que, algunas veces, en su seno, apto para navegar, cada [22] internodio puede llevar hasta tres hombres 40 . Consta que allí muchos hombres superan los cinco codos de altura, no esputan, no les afecta ningún dolor de cabeza, dientes u ojos, pocas veces de alguna otra parte del cuerpo: los fortalece el calor tan templado del sol. Sus filósofos, a los que llaman gimnosofistas, se mantienen mirando al sol desde la salida hasta el ocaso con los ojos inmóviles y están todo el día sobre la arena ardiente apoyándose unas veces en un pie y otras, en otro 41 . Megástenes asegura que en un monte que se llama Nulo hay unos hombres con las plantas de los pies [23] vueltas, que tienen ocho dedos en cada pie; y que en muchas montañas una raza de hombres con cabeza de perro se cubre con pieles de fieras, emite un ladrido en lugar de voz, está armada de uñas y se alimenta de las fieras y aves que caza; cuando él lo escribía había más de ciento veinte mil de éstos 42 . Ctesias escribe, además, que en cierto pueblo de la India las mujeres sólo paren una vez en la vida y los recién nacidos encanecen al instante. Él mismo también, que existen unos hombres, que se llamarían monocolos, con una sola pierna, y de extraordinaria agilidad para el salto; que también se llaman esciápodas, porque en los mayores calores permanecen tumbados boca arriba en el suelo protegiéndose con la sombra de los pies 43 ; que no lejos de ellos están los trogloditas y, enseguida, a partir de éstos hacia Occidente, hay unos sin cabeza, que tienen los ojos en los hombros 44 . También hay sátiros en las montañas de la parte [24] oriental de la India (se conoce como región de los catarcludos); son una especie de animal agilísimo, que caminan unas veces a cuatro patas y otras erguidos, con aspecto humano; por su velocidad no son capturados sino viejos o enfermos 45 . Taurón llama salvaje al pueblo de los coromandas; sin voz, con un grito horrendo, con cuerpos cubiertos de pelo, ojos glaucos y dientes de perro. Según Eudoxo, en el sur de la India, los hombres tienen pies que miden un codo, y las mujeres los tienen tan pequeños, que se las llama estrutópodas 46 . Según Megástenes, entre los indios nómadas [25] hay un pueblo que, en lugar de nariz, sólo tiene agujeros; con las piernas endebles como los reptiles; se llaman esciratas 47 . Además, que, en lo más remoto del territorio de la India por la parte oriental, en las proximidades de la fuente del Ganges, están los ástomos, sin boca, con todo el cuerpo cubierto de pelo, que se visten con la pelusa de las hojas, y viven sólo del aire que respiran y de los olores que perciben por la nariz; no tienen ninguna clase de comida o bebida, sólo los diversos olores de las raíces, de las flores y de las manzanas silvestres que llevan consigo en las marchas más largas para que no les falte su aroma; se los mata sin dificultad [26] con algún olor más fuerte. Se dice que, más allá de éstos, en la parte más lejana de las montañas, están los trispítamos y los pigmeos, que no sobrepasan los tres palmos de altura, es decir, tres dodrantes, con un clima saludable y siempre primaveral, protegidos del aquilón por las montañas; Homero también contó que los atacan las grullas 48 . Es fama que, en primavera, sentados a lomos de carneros y cabras, armados con flechas, descienden en tropel hasta el mar y destruyen los huevos y polluelos de esas aves; la expedición se lleva a cabo en tres meses; de otro modo no resistirían a las siguientes bandadas; sus chozas se construyen de [27] barro, plumas y cáscaras de huevo. Aristóteles cuenta que los pigmeos viven en cuevas, todo lo demás acerca de ellos, como el resto de los autores 49 . Isígono cree que los indios cirnos viven ciento cuarenta años; lo mismo, los etíopes macrobios, los seres y los que viven en el monte Atos, éstos sin duda porque se alimentan de carne de víbora; por ello, esos animales no son ponzoñosos para sus personas ni para su ropa 50 . Según Onesícrito 51 , en unas regiones de la India [28] en las que no hay sombra, existen unos hombres de cinco codos y dos palmos, que viven ciento treinta años y no envejecen, sino que mueren como si fueran de mediana edad. Crates de Pérgamo llama gimnetes 52 a unos indios que sobrepasan los cien años; bastantes los llaman macrobios. Según Ctesias, un pueblo de éstos, que se llaman «pandas», situado en unos estrechos valles, vive doscientos años; en la juventud tiene el cabello blanco, que ennegrece en la vejez 53 ; por el contrario, otros, próximos a los macrobios, no [29] sobrepasan los cuarenta años; sus mujeres sólo paren una vez. Eso también lo cuenta Agatárquides y, además, que se alimentan de langostas y que son veloces. Clitarco les dio el nombre de «mandos», y Megástenes, incluso, enumera trescientas aldeas de ellos. Las mujeres paren a los siete años, y a los cuarenta les llega la vejez 54 . Según Artemidoro, en la [30] isla de Tapróbane, una vida larguísima transcurre sin ninguna enfermedad del cuerpo 55 . Según Duris, algunos indios se unen con fieras, y sus hijos son medio fieras y medio hombres 56 . Entre los calingas 57 , un pueblo de la misma India, las mujeres conciben a los cinco años y no sobrepasan los ocho de vida. Y en otro lugar, nacen hombres con rabo recubierto de pelo, de extraordinaria velocidad, y otros se cubren completamente con las orejas 58 .

El río Árabis separa a los oritas de los indios. Aquéllos no conocen otro alimento que los peces, que secan al sol después de hacerlos pedazos con las uñas y, así, de ellos hacen [31] pan, según refiere Clitarco 59 . Más allá de Etiopía, según Crates de Pérgamo, están los trogloditas, más veloces que los caballos; además, unos etíopes sobrepasan los ocho codos de altura; ese pueblo se llama sírbota. Un pueblo de los etíopes nómadas, llamados menisminos, que está orientado al septentrión siguiendo el río Ástrago, dista del Océano veinte días de camino; viven de la leche de los animales que llamamos cinocéfalos, cuyos rebaños apacientan, matando a los machos, excepto los necesarios para la reproducción 60 . [32] En los desiertos de África, se presentan a la vista figuras de hombre y, al momento, se desvanecen.

La naturaleza hizo del género humano estas y otras cosas semejantes como objeto de burla para ella, para nosotros, como curiosidades prodigiosas. ¿Y quién podría enumerar una por una las que hace cada día y casi cada hora? Baste para dejar al descubierto su poder, el haber puesto pueblos entre las cosas prodigiosas.

A continuación, unas cuantas cosas muy conocidas en el hombre.

3 (3) Partos prodigiosos

El nacimiento de trillizos está confirmado [33] por el ejemplo de los Horacios y los Curiacios 61 . Por encima de ese número, se tiene entre los hechos extraordinarios, excepto en Egipto, donde el beber agua del río Nilo produce fertilidad 62 . Más cerca, en los últimos días del Divino Augusto, una tal Fausta, plebeya de Ostia, al dar a luz a dos niños y otras tantas niñas, presagió sin duda el hambre que vino a continuación 63 . Se informa también que, en el Peloponeso, una mujer dio a luz cuatro veces quintillizos, y que la mayoría de todos sus partos vivió. Afirma Trogo que, en Egipto, incluso de un solo vientre, nacen siete al mismo tiempo 64 .

Nacen incluso algunos de uno y otro sexo al mismo [34] tiempo, los que llamamos hermafroditas, antiguamente llamados andróginos, y considerados como seres prodigiosos, ahora, en cambio, como objetos de placer 65 . Pompeyo Magno, entre los adornos del teatro, puso maravillosos retratos de personas famosas, trabajados con el mayor cuidado por grandes artistas; entre ellos se lee que, en Tralles, Eutíquide fue depositada en la pira funeraria por veinte hijos, después de haber tenido treinta partos 66 , y que Alcipe parió un elefante. Aunque eso se cuenta entre las cosas portentosas. Pero el hecho es que, en los comienzos de la guerra mársica, una esclava parió una culebra 67 y, entre los seres monstruosos, se dan también partos multiformes de maneras diferentes. El emperador Claudio escribe que en Tesalia un hipocentauro [35] murió el mismo día de su nacimiento, y nosotros mismos, durante su principado, vimos conservado en miel uno que le habían traído de Egipto 68 . Entre otros ejemplos está el de un recién nacido de Sagunto que, el año en que la ciudad fue destruida por Aníbal, volvió al vientre de su madre nada más nacer 69 .

4 La transformación de mujer en hombre no es cosa de [36] mitos. Encontramos en los Anales que, en Casino, durante el consulado de Publio Licinio Craso y Gayo Casio Longino 70 , uno, de muchacha bajo la potestad paterna, se convirtió en niño, y por orden de los arúspices fue deportado a una isla desierta. Licinio Muciano expone que él vio en Argos a Aresconte, que se había llamado Arescusa e, incluso, se había casado; luego, le vinieron la barba y la virilidad, y tomó esposa. Él vio también, en Esmirna, un niño de las mismas características 71 . Yo mismo vi en África a Lucio Consicio, ciudadano trisditano, que se había transformado en hombre el día de la boda, 〈y vivía cuando yo escribía esto〉 72 .

*** en los partos de gemelos pocas veces sobreviven [37] tanto la madre como los hijos, a no ser que viva uno solo; y si son de distinto sexo, es todavía menos frecuente que sobrevivan los dos. Las niñas nacen más rápidamente que los niños, del mismo modo que envejecen más rápidamente. En el vientre de la madre, los niños se mueven más y se llevan casi siempre en la parte derecha, las niñas en la izquierda 73 .

5 (4) La reproducción del hombre. Plazos de gestación de 7 a 13 meses con ejemplos célebres

Los demás seres vivos tienen un [38] tiempo determinado para la gestación y para el parto; el hombre nace durante todo el año y con un plazo de gestación incierto; uno, en el séptimo mes; otro, en el octavo; incluso, hasta en los comienzos del undécimo. Antes del séptimo mes nunca es viable. En el séptimo mes tampoco nacen, a no ser que hayan sido concebidos la víspera o al día siguiente del plenilunio, o en el interlunio. Según la tradición, en Egipto [39] se nace en el octavo mes y, ciertamente, tales partos son viables ya incluso en Italia, contra la opinión de los antiguos 74 . Esto varía de muchos modos. Vistilia, esposa de Glicio y, después, de Pomponio y Órfito, ciudadanos muy ilustres, tuvo de ellos cuatro hijos, siempre en el séptimo mes; dio a luz a Suilio Rufo en el undécimo, a Corbulón, en el séptimo, ambos cónsules, y después a Cesonia, esposa del [40] príncipe Gayo, en el octavo 75 . Para los que nacen dentro de estos meses, el mayor peligro es hasta los cuarenta días; en cambio, para las embarazadas, el peligro está en los meses cuarto y octavo y, en ellos, los abortos son mortales 76 . Cuenta Masurio que el pretor Lucio Papirio, al presentar uno demanda legal como heredero en segundo grado, dio la posesión de los bienes en contra de él, porque la madre decía que había tenido el parto a los trece meses, ya que no parecía que estuviera determinado con seguridad un plazo de tiempo para los partos 77 .

6 (5) Señales en las embarazadas indicadoras del sexo antes del parto

[41] A partir de los diez días de la concepción los síntomas de que ha comenzado un hombre son: dolores de cabeza; en los ojos, vértigos y mareos; repugnancia en las comidas, y náuseas. La gestación de un niño da mejor color y un parto más fácil; el movimiento en el vientre se produce a los cuarenta días. Todo es contrario en el otro sexo: un peso insoportable y una ligera hinchazón de las piernas y la ingle; en cambio, el primer movimiento es a los noventa días 78 . Pero la mayor debilidad, cualquiera que sea el [42] sexo, se produce al brotar el pelo en el feto y en el plenilunio; ese tiempo perjudica mucho a los recién nacidos y, sobre todo, a los niños pequeños. Y hasta tal punto repercute en las embarazadas la manera de andar y todo lo que se pueda decir, que, las que toman comidas demasiado saladas, dan a luz a niños que no tienen uñas y, si respiran, paren con más dificultad. Un bostezo durante el parto es mortal, así como es abortivo haber estornudado después del coito 79 .

7 Da pena y también vergüenza considerar qué insignificante [43] es el origen del más soberbio de los animales, cuando para la mayoría llega a ser causa de aborto el olor que produce una lámpara al apagarse 80 . ¡De estos comienzos nacen los tiranos, de éstos los espíritus sanguinarios! ¡Tú que estás confiado en las fuerzas de tu cuerpo, tú que abrazas los dones de la fortuna y ni siquiera te consideras discípulo de ella, sino hijo, tú cuya mente es la de un emperador, [44] tú que te crees un dios, rebosante de orgullo por alguna razón, pudiste morir por tan poca cosa! Y todavía hoy puedes morir por una causa mínima, como un minúscula mordedura de serpiente o también, como el poeta Anacreonte, por una uva pasa, o como el pretor Fabio Senátor, atragantado por un solo pelo en un sorbo de leche 81 . Para terminar, realmente hará una justa valoración de la vida aquel que recuerde siempre la fragilidad humana.

8 (6) Partos monstruosos

[45] Es contrario a la naturaleza, que los niños nazcan sacando primero los pies, por esta razón los llamaron Agripas, como partos difíciles 82 . Así dicen que nació Marco Agripa, casi el único ejemplo de felicidad en todos los nacidos de ese modo; aunque se cree que éste también expió el augurio de haber nacido invertido con su enfermedad de los pies, una juventud desdichada, pasarse la vida entre armas y muertes y, por la culpa de su llegada 83 , con toda su descendencia en la tierra, desgraciada; y, sobre todo, por las dos Agripinas, que engendraron a los príncipes Gayo y Domicio Nerón, azotes del [46] género humano; y, además, con la brevedad de su vida, muerto a los cincuenta y un años, entre los tormentos de los adulterios de su esposa y el penoso servicio a su suegro 84 . También Nerón, príncipe hace poco tiempo y enemigo del género humano durante todo su principado, nació de pie, según escribe Agripina, su madre 85 . El orden natural es que el hombre nazca de cabeza, la costumbre, que sea levantado por los pies.

9 (7) Nacidos por cesárea

Tienen los mejores auspicios los [47] que, al morir la madre en el parto, nacen, como dicen que nacieron Escipión Africano el Mayor y el primero de los Césares, después de cortar el vientre de su madre, por lo que también se los llamó cesones 86 . De igual modo nació también Manilio, el que entró con su ejército en Cartago 87 .

10 (8) Qué son los vopiscos

Entre los gemelos llamaban vopiscos a los que quedaban retenidos en el vientre y nacían después de que el otro hubiera muerto por aborto 88 . Y de hecho, en torno a esto, surgen, aunque excepcionales, los mayores prodigios.

11 (9) La concepción del hombre. La reproducción del hombre

A excepción de la mujer, pocas [48] hembras conocen el coito estando preñadas; de hecho, sólo llega a tener uno o dos fetos más. Figura en escritos de médicos y también en los que se ocupan de investigar esas cosas, que en un solo aborto salieron doce fetos. Pero, cuando ha pasado muy poco tiempo entre dos concepciones, se gestan los dos, como se vio [49] en el caso de Hércules y su hermano Ificles 89 , y en aquella que en un parto doble tuvo uno parecido al marido y otro, al amante; asimismo, en una esclava de Proconeso 90 , que, de coitos del mismo día, engendró uno parecido al amo y otro, a su administrador; y en otra que, después de un parto normal, tuvo otro de cinco meses; y de nuevo, en otra, que habiendo tenido un niño sietemesino, en los meses siguientes dio a luz gemelos 91 .

(10) Ejemplos de parecidos entre hombres

[50] (10) Ya son conocidas por todo el mundo diversas cosas como que de hombres sin defecto, nacen mutilados; de mutilados, hombres sin defecto y hombres con el mismo miembro mutilado; y que algunas señales, lunares y cicatrices, incluso, se reproducen. (Entre los dacios, reaparece en el brazo la marca de su origen en la cuarta generación.

[51] 12 Hemos oído decir que en la familia de los Lépidos nacieron tres en sucesión discontinua con un ojo cubierto por una membrana) 92 ; y otros se parecían a un abuelo e, incluso, entre gemelos, uno se parecía al padre y otro, a la madre y, un año después, nació otro parecido al mayor como si fuera gemelo; algunas mujeres siempre paren hijos parecidos a ellas; otras, al marido; otras, a ninguno de los dos; y algunas, las hijas, al padre y los hijos, a ellas. Está fuera de duda el ejemplo de Niceo, famoso púgil que nació en Bizancio; éste, a pesar de que su madre, fruto del adulterio de un etíope, en nada difería del color de los demás, reprodujo en él a su abuelo etíope 93 .

Realmente el cómputo de parecidos es inmenso y se [52] piensa que en ellos influyen muchas cosas de forma fortuita: la vista, el oído, la memoria y las imágenes grabadas en el momento mismo de la concepción. Incluso se cree que un pensamiento que, de repente, pasa velozmente por la cabeza de uno de los dos da o mezcla un parecido: y por eso hay más diferencias en el hombre que en todos los demás animales, porque la velocidad de los pensamientos, la rapidez mental y la diversidad de carácter imprimen marcas multiformes, mientras que los demás seres vivos tienen una mente inmóvil y parecida a todos los demás, cada uno dentro de su especie. Con el rey Antíoco de Siria tuvo un gran parecido [53] uno de la plebe, de nombre Artemón, hasta el punto de que Laódice, la esposa del rey, después de haber sido ya asesinado Antíoco, representó, por medio de él, el mimo de su elogio y de la sucesión del reino 94 . Eran parecidos a Pompeyo Magno, Vibio, un individuo de la plebe, y Publicio, uno liberado incluso de la esclavitud, con un aspecto casi igual, reproduciendo aquella boca llena de integridad y el mismo honor de su eximia frente; la misma causa, también, [54] impuso a su padre el sobrenombre de Menógenes, su cocinero, que tenía ya el de Estrabón, debido al aspecto de sus ojos, por reproducir igualmente el esclavo su defecto 95 ; a un Escipión, un simple esclavo de un negociante de puercos había dado el de Serapión; después de él, a otro Escipión de la misma familia, le dio nombre el mimo Salvitón 96 ; así como Espínter, un mimo de segunda categoría, y Pánfilo, uno de tercera, a Léntulo y Metelo, elegidos cónsules el mismo año, por lo que fue especialmente violento el hecho fortuito de que al mismo tiempo se vieran en el teatro las imágenes de [55] los dos cónsules 97 . Por el contrario, el orador Lucio Planco dio nombre al histrión Rubrio; a su vez, los también histriones Burbuleyo y Menógenes dieron nombre a Curión, el padre, y a Masala, el que fue censor, respectivamente 98 . En Sicilia, un pescador reprodujo ciertamente no sólo la imagen del procónsul Sura, sino hasta su gesto al hablar, su forma de arrastrar la lengua y su mala pronunciación 99 . A Casio Severo, el célebre orador se le echó en cara el parecido con el mirmilón Armentario 100 . [Recientemente, en la familia Junia, no se distinguía a Galión del liberto Castelano, ni al senador Agripino del mimo Sannio, al que llamaban Paris] 101 . Toranio, el mercader de esclavos, vendió a Antonio, ya triúnviro, unos jóvenes de [56] extraordinaria belleza, nacidos uno en Asia, otro al otro lado de los Alpes, como si fueran gemelos: tan idénticos eran. Después, cuando al descubrirse el engaño por la forma de hablar de los jóvenes, fue increpado por Antonio, enfurecido, que se quejaba entre otras cosas de la magnitud del precio (pues los había comprado por doscientos sestercios), el mercader, con ágil ingenio, respondió que los había vendido en tanto porque el parecido entre los que han nacido del mismo vientre no era extraordinario; en cambio, encontrar personas procedentes de pueblos diversos con una apariencia tan acorde, estaba por encima de toda tasación; y tan favorable admiración le produjo, que aquel espíritu de la proscripción, en ese momento enfurecido además por el ultraje, entre toda su fortuna, no tenía otra cosa en más aprecio 102 .

13 (11) Ejemplos de descendencia muy numerosa

Existe un cierto rechazo peculiar de algunos cuerpos; y personas estériles [57] entre ellas engendran cuando se unen con otras, como Augusto y Livia 103 . Asimismo, hay hombres y mujeres que tienen sólo hijos varones y otros, sólo hijas; por lo general, alternan, como la madre de los Gracos con sus doce hijos, y Agripina, la mujer de Germánico, con sus nueve 104 . Para unas, es estéril la juventud; a otras, les es posible concebir [58] una sola vez en la vida. Algunas no llevan a término los embarazos y, si por medicinas o por cuidados los superan, casi siempre alumbran una hija 105 . El divino Augusto, entre otras muestras de ejemplos excepcionales, conoció a un nieto de su nieta, nacido el año en el que él murió, Marco Silano, que después de obtener Asia tras su consulado, a la llegada de Nerón al principado fue asesinado por el veneno [59] de éste 106 . Quinto Metelo Macedónico, además de dejar seis hijos, dejó once nietos y, entre nueras, yernos y todos los [60] que lo saludaban llamándole padre, veintisiete 107 . En las Actas del tiempo del divino Augusto, se encuentra que, en su duodécimo consulado y siendo colega suyo Lucio Sila, el día tercero antes de las idus de abril, Gayo Crispinio Hílaro, plebeyo de una familia libre de Fiésole, ofreció un sacrificio en el Capitolio junto con sus ocho vástagos, entre los que dos eran hijas, sus veintisiete nietos, sus dieciocho bisnietos y sus ocho nietas, formando una procesión que superó a todas las habidas hasta entonces 108 .

14 (12) Hasta qué edad se puede engendrar

La mujer no concibe después de [61] los cincuenta años, y la mayor parte pierde la menstruación a los cuarenta. Pues, entre los hombres, es conocido que Masinisa, después de los ochenta y seis años, engendró un hijo, al que llamó Metimanno 109 , y que Catón el Censor, cumplidos los ochenta años, engendró de una hija de su cliente Salón; por este motivo una línea de [62] sus hijos recibió el nombre de Licinianos, y otra, el de Salonianos, entre los que estaba el de Útica 110 . También recientemente, en el caso de Lucio Volusio Saturnino, muerto mientras desempeñaba la prefectura de la ciudad, es conocido que de Cornelia, de la familia de los Escipiones, engendró a Volusio Saturnino, que luego fue cónsul, después de los sesenta y dos años 111 . Y entre la clase baja, se encuentra normal engendrar hasta los setenta y cinco años.

15 (13) Prodigios de la menstruación en las mujeres

[63] La mujer es el único ser vivo que tiene menstruaciones y, por ello, el único cuyo vientre tiene las que han llamado molas. Se trata de carne informe, sin vida, que rehúsa la herida y el corte del hierro; se mueve y detiene, incluso, las menstruaciones como un embarazo; unas veces, es mortal; otras, envejece con ella; algunas veces, sale cuando está el vientre muy suelto 112 . También, a algunos hombres les sale en el vientre algo semejante, que llaman escirro, como sucedió a [64] Opio Capitón, el que fue pretor 113 . Pero no se podría encontrar fácilmente nada más maléfico que el flujo de las mujeres: el mosto se avinagra si se acercan; si los tocan, los cereales no granan; lo sembrado muere; las semillas de los huertos se secan; los frutos de los árboles en los que se han apoyado, caen; el lustre de los espejos se empaña sólo con la mirada: el filo del hierro se vuelve romo; el brillo del marfil y las colmenas mueren; incluso la herrumbre se apodera del bronce y el hierro, y el bronce toma un desagradable olor; los perros cogen la rabia al probarlo, y su mordedura [65] se infecta de un veneno incurable. Es más, el betún, pegajoso, además de su carácter viscoso, que, en determinada época del año, flota en un lago de Judea, que se llama Asfaltites, y se queda adherido a todo lo que toca, no se puede quitar más que con un hilo ***, que esté infectado con tal veneno 114 . Dicen también que en las hormigas, un ser diminuto, hay una cierta sensibilidad hacia ello, y que, al probar granos infectados con él, los sueltan y no vuelven a buscarlos después. Y esta calamidad, de tal naturaleza y tan [66] grande, se manifiesta en la mujer cada treinta días, también con una frecuencia de más de un trimestre, pero, en algunas, con menos de un mes; así como en otras, nunca.

(14) Pero ésas no conciben, puesto que ésta es la materia con la que se origina el hombre, al unirse con ella la semilla del varón formando una especie de coágulo que, después, al mismo tiempo, cobra vida y cuerpo. Por eso, cuando en las mujeres embarazadas hay flujo, se producen partos que no tienen fuerza o no pueden vivir o están cubiertos de sanies, según afirma Nigidio 115 .

16 (Igualmente cree que a una mujer no se le corta la leche [67] cuando está criando, si concibe de nuevo del mismo hombre) 116 en cambio, según la tradición, se concibe con mucha más facilidad al comenzar o terminar esta situación. Hemos oído decir que es indicio de fecundidad en las mujeres el que, al aplicar a los ojos un ungüento, se impregne su saliva con él 117 .

(15) Anécdotas acerca de los dientes. Anécdotas acerca de los niños.

[68] Por lo demás, no hay duda de que a los niños les salen los primeros dientes a los siete meses y casi siempre en la parte de arriba, que esos dientes caen a los siete años y salen otros después, y que, incluso, algunos nacen con dientes, como Manio Curio, que por eso recibió el sobrenombre de Dentato, y Gneo Papirio Carbón, hombres ilustres los dos 118 . Entre las mujeres esto era prueba de mal augurio en el tiempo de los [69] reyes. Habiendo nacido así Valeria, al vaticinar los arúspices que iba a causar la perdición de la ciudad a la que la hubieran llevado, fue deportada a Suesa Pomecia, muy floreciente en aquella época, y así se verificó el resultado 119 . (Cornelia, la madre de los Gracos, sirve de prueba de que es de mal presagio el hecho de que algunas mujeres nazcan con los genitales cerrados) 120 . Algunos, en lugar de dientes, nacen con un hueso seguido en la parte superior de la boca, como [70] el hijo de Prusias, el rey de los bitinios 121 . Por otra parte, los dientes son hasta tal punto resistentes al fuego, que no se queman con el resto del cuerpo y, a pesar de que no son dominados por las llamas, son socavados por una descomposición de la pituita 122 . Adquieren blancura con cierto remedio, se desgastan con el uso y en algunos casos se caen mucho antes. Y no son sólo necesarios para la comida y los alimentos, puesto que los de delante tienen el gobierno de la voz y del habla, recibiendo el golpe de la lengua con una armonía determinada y cortando, atenuando o debilitando las palabras por su disposición y su tamaño y, cuando faltan, quitando toda claridad. Más aún, se cree que en esta [71] parte del cuerpo hay también augurios. A los hombres se les atribuyen treinta y dos dientes, a excepción del pueblo de los túrdulos 123 : se piensa que a quien tiene más se le promete una vida más larga 124 . Las mujeres tienen un número menor: a las que tienen en la parte superior derecha dos de los que reciben el nombre de caninos, se les conceden delicadezas de la fortuna, como en el caso de Agripina, la madre de Domicio Nerón; al contrario en la izquierda. (No [72] es costumbre de los pueblos la cremación de un hombre antes de que le salgan los dientes) pero después se dirá más de esto, cuando desarrolle la descripción miembro a miembro 125 .

Sabemos que Zoroastro ha sido el único hombre que rió el mismo día de su nacimiento; a él mismo, en presagio de su futura sabiduría, el cerebro le palpitaba de tal manera que levantaba la mano que se le ponía encima 126 .

(16) Ejemplos de hombres de gran tamaño

[73] Es cosa segura que a la edad de tres años cada uno tiene la mitad de lo que será su estatura. Sin embargo, en toda la raza humana en conjunto se observa que casi cada día es un poco menor y que pocos son más altos que sus padres, porque el calor abrasador al que ahora tiende el tiempo debilita la fertilidad del semen 127 . En Creta, al abrirse una montaña por un terremoto, se encontró un cuerpo de cuarenta y seis codos de estatura, que unos dicen que era de Orión, otros de Oto 128 . [74] Hay testimonios por los que se cree que el cuerpo de Orestes, que fue desenterrado por mandato de un oráculo, era de siete codos 129 . Sin embargo ya hace casi mil años que aquel famoso poeta Homero no dejaba de quejarse de que los cuerpos de los hombres eran más pequeños que los de los antiguos 130 . Los anales no dicen el tamaño de Nevio Polión pero, por el hecho de que casi acabó sofocado por el agolpamiento de gente, sí que está considerado como un portento 131 . Nuestro tiempo, bajo el imperio del divino Claudio, ha conocido como hombre más alto, a uno llamado Gabara, de nueve pies y otras tantas pulgadas, que habían traído de Arabia 132 . En tiempos [75] del divino Augusto hubo unos con medio pie más, cuyos cuerpos se guardaban como cosa extraordinaria en un sepulcro de los jardines de Salustio; sus nombres eran Pusión y Secundila 133 . Bajo el imperio de este mismo, entre los caprichos de su nieta Julia, estuvieron el hombre más bajo, de dos pies y un palmo, llamado Conopas, y su mujer Andrómeda, liberta de Julia Augusta 134 . Escribe Varrón que los caballeros romanos Manio Máximo y Marco Tulio medían dos codos; incluso yo mismo los he visto conservados en unas urnas 135 . No es cosa desconocida que nacen algunos de un pie y medio, y algunos más largos, que cumplen el curso de su vida en los tres primeros años.

(17) Niños precoces

Encontramos en testimonios de Salamina [76] que un hijo de Eutímenes creció tres codos en tres años; que, torpe al andar, lento de entendimiento, llegó incluso a ser púber, con una voz fuerte, y que, pasados los tres años, murió de una súbita contracción de sus miembros. Yo mismo no hace mucho vi casi todas esas mismas cosas, excepto la pubertad, en un hijo de Cornelio Tácito, caballero romano que era procurador de la Galia Belga. Los griegos llaman a esos casos ectrápelos; en latín no tienen nombre 136 .

[77] 17 Se ha observado que el hombre de los pies a la cabeza tiene la misma longitud que entre la mayor extensión de los dedos con las manos extendidas 137 ; asimismo, que tiene más fuerza en la parte derecha; algunos, igual en las dos partes, y algunos, más en la izquierda, y que esto nunca sucede en las mujeres.

(18) Particularidades notables de los cuerpos

Los varones pesan más, y los cuerpos todos los seres, muertos más que vivos, y dormidos más que despiertos. Los cadáveres de los hombres flotan boca arriba, los de las mujeres boca abajo, como si la naturaleza preservara el pudor de las difuntas.

[78] 18 Hemos oído decir que viven algunos con los huesos compactos y sin médula. La señal de eso es que ni sienten sed ni emiten sudor, aunque sabemos que la sed puede ser dominada por la voluntad y que el caballero romano Julio Viator, del pueblo federado de los voconcios 138 , al que, en sus años mozos, a causa de la enfermedad del agua infiltrada bajo la piel, los médicos le habían prohibido los líquidos, hizo de la costumbre algo natural, y en la vejez se mantuvo sin beber 139 . Y también otros tuvieron mucho dominio sobre sí mismos.

19 Dicen que Craso, el abuelo del Craso que fue muerto [79] entre los partos, nunca rió, y por eso lo llamaron Agelasto; y que, del mismo modo, muchos tampoco han llorado 140 . Que a Sócrates, famoso por su sabiduría, siempre lo vieron con el mismo rostro, ni más sonriente ni más alterado. Esta imperturbabilidad de espíritu llega algunas veces a una cierta rigidez y a un carácter duro e inflexible y suprime los afectos humanos, a ésos los griegos los llaman ápates 141 , habiendo encontrado muchos de esa clase especialmente, —lo que es curioso—, entre los fundadores de escuelas filosóficas, [80] como Diógenes el Cínico, Pirrón, Heráclito y Timón, que lo llevó incluso a la aversión hacia la totalidad del género humano. Pero estas pequeñas particularidades de la naturaleza se conocen de formas diversas en muchos, como en Antonia, la esposa de Druso, no haber escupido nunca y en Pomponio, consular y poeta, no haber eructado 142 . (Los que tienen los huesos compactos por naturaleza, que son muy pocos, se llaman «córneos»).

20 (19) Fuerzas extraordinarias

[81] Cuenta Varrón, en su relato de portentos de fuerza, que Tritano, de cuerpo delgado pero de fuerzas extraordinarias, era famoso entre los gladiadores de armadura samnita y que su hijo, soldado de Pompeyo Magno, tenía nervios no sólo rectos sino también cruzados en forma de red por todo el cuerpo, incluso en los brazos y en las manos, con una asombrosa distribución de fuerzas y, además, que luchando por un desafío derrotó sin armas a un enemigo, y después lo llevó al campamento sujetándolo [82] con un solo dedo 143 . Por su parte Vinnio Valente 144 , que prestaba servicio como centurión en la guardia pretoriana del divino Augusto, solía sostener los transportes cargados de odres de vino hasta que los vaciaban, y sujetaba los carros teniéndolos cogidos con una sola mano, haciendo fuerza contra las bestias de carga que empujaban en sentido opuesto, y hacía otras cosas prodigiosas que se ven inscritas en su monumento. [83] El mismo Marco Varrón dice: «Rusticelio, apodado Hércules, levantaba en el aire a su mulo; Fufio Salvio subía escaleras llevando dos pesas de cien libras en los pies, otras tantas en las manos y dos de doscientas en los hombros». Yo también he visto algo de una ostentación portentosa, a uno llamado Atánato, caminar por el escenario vestido con una coraza de plomo de quinientas libras y calzado con unos coturnos también de quinientas. Al atleta Milón 〈de Crotona〉, estando de pie, nadie podía moverlo del sitio, ni enderezarle un solo dedo si tenía cogida una manzana 145 .

(20) Velocidad excepcional

Que Filípides hubiera recorrido [84] mil ciento cuarenta estadios desde Atenas hasta Lacedemón 146 en dos días era una cosa grande, hasta que Anistis, corredor lacedemonio, y Filónides, de Alejandro Magno, en un solo día recorrieron mil trescientos cinco desde Sición hasta Élide 147 . Y ahora mismo sabemos perfectamente que algunos en el circo resisten ciento sesenta mil pasos y que hace poco, durante el consulado de Fonteyo y Vipstano 148 , un niño de ocho años recorrió setenta y cinco mil pasos desde el mediodía hasta el atardecer. El asombro por esto llegaría a ser completo si se pensara en el larguísimo trayecto que Tiberio Nerón realizó en varios vehículos, en un día y una noche, cuando iba apresuradamente a Germania junto a su hermano Druso que estaba enfermo. Esos fueron doscientos mil pasos 149 .

21 (21) Vista extraordinaria

[85] La agudeza de la vista presenta ejemplos que sobrepasan todo lo creíble. Cuenta Cicerón que había sido metida dentro de una nuez una Ilíada de Homero escrita en pergamino. Él mismo cuenta que había uno que podía ver perfectamente a ciento treinta y cinco mil pasos. A éste, Marco Varrón incluso le da nombre: lo llamaban Estrabón; añade que, por otra parte, durante la guerra Púnica, desde el cabo Lilibeo de Sicilia, solía decir incluso el número de barcos, cuando la flota salía del puerto de Cartago 150 . Calícrates hizo hormigas de marfil y otros animales tan pequeños que los demás no podían distinguir sus miembros. En este aspecto realmente se distinguió Mirmécides con una cuadriga hecha del mismo material, que podría cubrir una mosca con las alas, y un barco, que una abejita podría esconder con las suyas 151 .

22 (22) Oído prodigioso

[86] El oído cuenta con un sólo ejemplo digno de admiración: la batalla en la que fue destruida Síbaris, que se oyó en Olimpia el mismo día en que se había llevado a cabo 152 . Pues la fama de la victoria sobre los cimbros 153 , y los Cástores que llevaron a Roma el anuncio de la victoria sobre Perseo el mismo día en que aconteció, fueron visiones y presagios de los dioses 154 .

23 (23) La resistencia del cuerpo

La resistencia del cuerpo, como el [87] reparto de desgracias es abundante, ha proporcionado pruebas innumerables. La más brillante entre las mujeres es la de la meretriz Leena, que, sometida a tortura, no delató a los tiranicidas Harmodio y Aristogitón 155 ; entre los hombres, la de Anaxarco, que siendo torturado por una razón semejante, escupió contra la cara del tirano su lengua cortada a mordiscos con los dientes y, con ella, la única esperanza de delación 156 .

24 (24) La memoria

La memoria, un bien absolutamente [88] indispensable para la vida, es difícil de decir quién la tuvo más sobresaliente, al ser tantos los que alcanzaron gloria por ella. El rey Ciro llamaba por su nombre a todos los soldados de su ejército, Lucio Escipión a todo el pueblo romano, Cíneas, embajador del rey Pirro, al senado y al orden ecuestre de Roma al día siguiente de llegar. Mitridates, rey de veintidós pueblos, impartía leyes en otras tantas lenguas, y en cada una de ellas se [89] dirigía sin intérprete al pueblo reunido en asamblea 157 . Y en Grecia, Cármadas repetía como si leyera en una biblioteca los libros que alguien le había pedido. Finalmente se llegó a hacer una técnica de la memoria que fue inventada por el poeta lírico Simónides y perfeccionada por Metrodoro de Escepsis, de manera que todo lo que se había oído se repetía [90] con las mismas palabras 158 . Y no hay otra cosa tan frágil en el hombre: acusa los daños de las enfermedades, de un accidente e incluso del miedo, unas veces de forma parcial, otras total. Uno que fue golpeado con una piedra olvidó sólo las letras; otro que resbaló desde un tejado muy alto se olvidó de su madre, parientes y vecinos; otro, estando enfermo, de sus esclavos; y el orador Mesala Corvino, hasta de su propio nombre 159 . Por eso con frecuencia intenta y trata de alejarse incluso de un cuerpo tranquilo y fuerte. También se interrumpe al deslizarse el sueño, hasta el punto de que la mente vacía pregunta en qué lugar está.

25 (25) La energía del espíritu

Yo creo que el dictador César es [91] el más sobresaliente en energía de espíritu; y no hago ahora memoria de su valor y constancia ni de su grandeza, capaz de todas las cosas que se contienen bajo la bóveda del cielo, sino de su particular energía y rapidez, ágil como una chispa. Hemos oído decir que solía escribir o leer al mismo tiempo que dictaba y escuchaba, y que dictaba cuatro cartas a la vez de temas de la misma importancia [o, si no hacía otra cosa, siete a la vez, a sus secretarios] 160 . Él mismo combatió en cincuenta y dos batallas, [92] siendo el único que sobrepasó a Marco Marcelo, que combatió treinta y nueve veces 161 . Pues yo no pondría de ningún modo entre su títulos de gloria, además de sus victorias sobre ciudadanos, haber matado un millón ciento noventa y dos mil hombres en los combates, un daño tan grande producido al género humano, cosa que él mismo declaró que era así al no publicar las muertes de las guerras civiles.

(26) Clemencia, magnanimidad

Con más justicia se debe conceder [93] a Pompeyo Magno el haber arrebatado a los piratas ochocientos cuarenta y seis barcos 162 : que César tenga como algo característico y peculiar, además de lo que se ha dicho, la nota distintiva de su clemencia, en la que superó a todos hasta tener que arrepentirse 163 .

Él mismo ofreció un ejemplo de magnanimidad con el que [94] no se podría comparar ningún otro. Por eso, enumerar en esta parte los espectáculos ofrecidos, las riquezas prodigadas o la magnificencia de sus obras sería propio de alguien a quien le gusta la ostentación: la verdadera e incomparable grandeza de su espíritu invicto fue que, después de haberse apoderado de los archivos de cartas de Pompeyo Magno en Farsalia y también de los de Escipión en Tapso, con la mejor fe los quemó sin haberlos leído 164 .

26 (27) Las hazañas más célebres

[95] Verdaderamente corresponde al honor del Imperio Romano, no sólo al de un hombre, que se mencionen en este lugar todos los títulos de las victorias y los triunfos 165 de Pompeyo Magno, ya que el brillo de sus hazañas se iguala no sólo con las de Alejandro Magno sino incluso casi con las de Hércules y las del [96] padre Líber 166 . Pues, una vez recuperada Sicilia, momento desde el que comenzó mostrándose primero partidario de Sila en la causa de la República, después de dominar África entera y someterla a su autoridad, por lo que recibió como trofeo de guerra el nombre de Magno, entró en carro triunfal, cosa que nadie había obtenido antes, siendo caballero romano, y pasando inmediatamente a Occidente, además de conseguir trofeos en los Pirineos, añadió a la victoria ochocientas setenta y seis poblaciones, desde los Alpes hasta los confines de la Hispania Ulterior, sometidas a su autoridad, y con gran magnanimidad guardó silencio sobre Sertorio y, después de poner fin a una guerra civil que concitaba a todos los enemigos extranjeros, de nuevo condujo los carros triunfales siendo caballero romano, tan frecuentemente general antes que soldado 167 . Después, enviado a todos los mares y luego a Oriente, [97] volvió trayendo a su patria estos títulos según la costumbre de los vencedores en las competiciones sagradas —en realidad no se coronan ellos mismos, sino que coronan a sus patrias—; por eso, en el santuario de Minerva, que dedicó con el dinero del botín, ofrecía estos honores a Roma:

El GENERAL GNEO POMPEYO MAGNO, CONCLUIDA UNA GUERRA DE TREINTA AÑOS, DISPERSADOS, PUESTOS EN FUGA, MUERTOS Y RENDIDOS DOCE MILLONES CIENTO OCHENTA Y TRES MIL HOMBRES, HUNDIDOS O CAPTURADOS OCHOCIENTOS CUARENTA Y SEIS BARCOS, TOMADAS BAJO PROTECCIÓN MIL QUINIENTAS TREINTA Y OCHO POBLACIONES Y FORTALEZAS, Y SOMETIDOS LOS TERRITORIOS DESDE LOS MEOTAS HASTA EL MAR ROJO, CUMPLE SU VOTO, COMO DEBÍA, A MINERVA 168 .

[98] Esto es el compendio de su actuación en Oriente. Pero el preámbulo del triunfo que celebró el día tercero antes de las kalendas de octubre, siendo cónsules Marco Pisón y Marco Mesala 169 , era el siguiente:

HABIENDO LIBERADO DE PIRATAS LA COSTA MARÍTIMA Y HABIENDO DEVUELTO EL IMPERIO DEL MAR AL PUEBLO ROMANO, CONSIGUIÓ HONORES DE TRIUNFO POR SUS VICTORIAS EN ASIA, EL PONTO, ARMENIA, PAFLAGONIA, CAPADOCIA, CILICIA, SIRIA, LOS ESCITAS, JUDÍOS, ALBANOS, HIBERIA, LA ISLA DE CRETA, LOS BASTERNAS Y, ADEMÁS DE ESTO, SOBRE EL REY MITRIDATES Y SOBRE TIGRANES 170 .

[99] Lo más grande dentro de la grandeza de aquella gloria fue (según él mismo dijo públicamente en la asamblea, hablando de sus propias hazañas) que recibió Asia como la provincia más lejana y la devolvió a la patria como provincia interior 171 . Si alguien por el contrario quisiera examinar de igual modo las hazañas de César, que se mostró más grande que aquel, debería enumerar el orbe de la tierra absolutamente entero, cosa que convendrá que es infinita.

27 (28) Las tres mayores cualidades en el mismo hombre; la inocencia más veces reconocida

En otras cualidades también han [100] sido sobresalientes muchos hombres y de diversas formas. Se considera que el primer Catón de la familia Porcia ostentó las tres facetas más destacadas en un hombre, a saber: ser muy buen orador, muy buen general y muy buen senador, cosas que, todas ellas, a mí me parece que brillaron si no antes, sí más claramente en Escipión Emiliano; además, sin el odio de la mayoría por el que Catón sufrió. Por eso, quede como característico de Catón: haber pleiteado cuarenta y cuatro veces, haber sido demandado más veces que nadie y haber salido siempre absuelto 172 .

28 (29) El mayor valor

En quién residió el mayor grado [101] de valentía es una disputa sin fin, sobre todo si lo que se recoge es una fabulación poética. Quinto Ennio, que admiraba de una manera especial a Tito Cecilio Teucro y a su hermano, añadió por ellos el decimosexto anal 173 . Lucio Sicio Dentado, que fue tribuno de la plebe siendo cónsules Espurio Tarpeyo y Aulo Aternio, no mucho después de la expulsión de los reyes, ostenta sin duda el mayor número de votos por haber combatido en ciento veinte ocasiones, salir ocho veces vencedor de un desafío y ser famoso por tener cuarenta y cinco cicatrices, todas [102] delante, ninguna en la espalda. Él mismo consiguió botín en treinta y cuatro ocasiones, siendo galardonado con dieciocho lanzas sin hierro, veinticinco placas de metal, ochenta y tres collares, ciento sesenta brazaletes, veintiséis coronas, entre ellas catorce cívicas, ocho de oro, tres murales y una obsidional, un cesto de dinero, diez prisioneros y, al mismo tiempo, veinte bueyes 174 ; habiendo acompañado a nueve generales que obtuvieron el triunfo principalmente por obra suya y, además, (lo que considero más grande en sus obras) con la acusación ante el pueblo de uno de los generales, Tito Romilio, al cesar en su consulado, por mal ejercicio del mando militar 175 .

[103] No serían menores los honores de Capitolino, si no los hubiera perdido al final de su vida. Había conseguido botín dos veces antes de los diecisiete años. Fue el primer caballero que había recibido una corona mural, seis cívicas, treinta y siete ofrendas, tenía veintitrés cicatrices, todas delante, y había salvado a Publio Servilio, maestre de caballería, estando él mismo herido en un hombro y en un muslo. Por encima de todo, él solo había salvado de los galos el Capitolio y de paso, el Estado, si es que no los había salvado por su propia ambición de reinar 176 .

En cambio, en los siguientes casos hay sin duda grandes [104] actos de valor, pero mayores de fortuna. Ciertamente, en mi opinión, nadie pondría con razón a ningún hombre por delante de Marco Sergio, aunque su descendiente Catilina quite gloria a su nombre. En su segunda campaña militar perdió la mano derecha; fue herido veintitrés veces en dos campañas, por eso no era muy útil con ninguna mano, ni con ningún pie [sólo ileso en uno] 177 , participó después en muchas campañas, siendo un soldado débil. Capturado dos veces por Aníbal —pues la hazaña no fue con un enemigo cualquiera—, dos veces escapó de sus ataduras, habiendo estado custodiado todo el tiempo durante veinte meses con cadenas o grillos en los pies. Luchó cuatro veces sólo con la [105] mano izquierda, después de haber sido heridos en el vientre, 〈en un solo día〉, dos caballos sobre los que montaba. Se fabricó una mano derecha de hierro y combatiendo con ella atada liberó Cremona de su asedio, defendió Piacenza y tomó doce campamentos enemigos en la Galia 178 ; todas estas cosas se ponen de manifiesto en el discurso que pronunció durante su pretura al ser apartado por sus colegas de las ceremonias religiosas por inválido. ¡Cuántos montones de coronas [106] habría levantado éste si hubiera cambiado el enemigo! pues es muy importante en qué momento ha acontecido el acto de valor de cada uno. ¿Qué coronas cívicas dieron Trebia, Ticino o Trasimeno? ¿Qué corona se mereció en Cannas, donde el mayor acto de valor fue haber escapado de allí 179 ? Los demás realmente fueron vencedores de hombres, Sergio venció incluso a la fortuna.

28 (30) Las inteligencias privilegiadas

[107] ¿Quién podría hacer una selección de la gloria de los ingenios entre tantas clases de disciplinas y tan gran diversidad de temas y obras, si por casualidad no confiesa que no ha existido ninguno más fecundo que el del poeta griego Homero, ya sea apreciado tanto por la forma como por el tema de su [108] obra? 180 . Por eso, Alejandro Magno —pues tan magnífica crítica se enunciará mejor y sin envidia en juicios insignes—, habiendo capturado entre los trofeos de guerra un cofre de perfumes de Darío, el rey de los persas, que era valioso por su oro, perlas y piedras preciosas, dijo al mostrarle los amigos sus diversos usos, puesto que como a hombre guerrero y desaliñado por la milicia le desagradaba el perfume: «De ninguna manera, ¡por Hércules!, que sea entregado para guardar los libros de Homero», para que la obra más valiosa del espíritu humano se conservara en el sitio más rico posible 181 . Asimismo, al saquear Tebas, ordenó que respetaran a [109] la familia y a los penates del poeta Píndaro 182 ; la patria del filósofo Aristóteles la creyó la suya propia y añadió una prueba tan generosa al brillo tan grande de sus hazañas 183 . A los asesinos del poeta Arquíloco los descubrió Apolo en Delfos 184 . A Sófocles, el príncipe del teatro trágico, cuando murió, el padre Líber ordenó enterrarlo a pesar de que los lacedemonios cercaban la muralla, advirtiendo bastantes veces en sueños a Lisandro, su rey, que permitiera inhumar al que era su predilecto. Averiguó el rey quiénes habían muerto en Atenas y entre ellos supo sin dificultad a quién había señalado el dios y concedió una tregua para sus funerales 185 .

30 (31) Quiénes fueron los más sabios

[110] A Platón, el maestro de la sabiduría, le envió el tirano Dionisio, que por lo demás había nacido para la crueldad y la soberbia, un barco empavesado y, al desembarcar, lo recibió en el puerto él en persona con una cuadriga blanca 186 . Isócrates vendió un solo discurso por veinte talentos 187 . Esquines, el más grande orador ateniense, después de leer a los rodios el discurso de acusación que había utilizado, leyó también la defensa de Demóstenes, por la que había sido empujado a aquel exilio, y ante sus muestras de admiración, les dijo que más se habrían admirado si se la hubieran oído pronunciar a él, llegando a ser en su desgracia el testigo más importante [111] de su enemigo 188 . A Tucídides, como general, los atenienses lo llevaron al exilio y, como historiador, lo hicieron volver admirando la elocuencia de aquel cuyo valor habían castigado 189 . Grande fue también la prueba de reconocimiento de los reyes de Egipto y de Macedonia que le cupo a Menandro, dentro del género cómico, cuando fueron a buscarlo con una flota y por medio de embajadores; más grande por parte de él mismo, al preferir los conocimientos literarios a la fortuna de los reyes 190 .

Los próceres romanos también ofrecieron pruebas de reconocimiento [112] incluso a extranjeros. Gneo Pompeyo, una vez concluida la guerra de Mitridates, cuando iba a entrar en la casa de Posidonio, famoso por su dedicación a la filosofía, prohibió que el lictor golpeara la puerta según la costumbre, y ante la puerta de la sabiduría, hizo inclinar las fasces aquel ante quien se habían inclinado Oriente y Occidente 191 . Catón el Censor en aquella famosa embajada procedente de Atenas, de tres eminentes sabios, después de oír a Carnéades, juzgó que aquellos embajadores debían ser despedidos, porque con los razonamientos de aquel hombre difícilmente se podía discernir de qué parte estaba la verdad 192 . ¡Qué gran cambio de costumbres! Aquel siempre pensó que en [113] cualquier caso todos los griegos debían ser expulsados de Italia, en cambio su descendiente Catón de Útica trajo consigo a un filósofo después de su tribunado militar, y a otro después de su embajada en Chipre; y es memorable que, respecto a la misma lengua, uno de los dos Catones la haya rechazado y el otro la haya introducido 193 .

[114] Pero revisemos también la gloria de los nuestros. El primer Africano ordenó que pusieran sobre su sepulcro una estatua de Quinto Ennio, y que aquel nombre ilustre, que sin ninguna duda había arrancado la tercera parte del mundo como botín, se leyera en su epitafio al mismo tiempo que la inscripción del poeta 194 . El Divino Augusto prohibió que quemaran los poemas de Virgilio en contra de la modestia del testamento de éste; así le cupo al poeta una prueba de reconocimiento mayor que si él mismo hubiera aprobado su [115] propia obra 195 . Una estatua de Marco Varrón, el único que la tuvo en vida, fue colocada en la biblioteca que Asinio Polión abrió al público en Roma, la primera en el mundo, con su parte del botín de guerra 196 ; la gloria de Varrón porque el primer orador y ciudadano, entre aquella multitud de ingenios que hubo entonces, le diera a él solo esta corona fue, a mi entender, no menor que cuando a él mismo, tras la guerra contra los piratas, Pompeyo Magno le dio la corona naval 197 . Son innumerables después los ejemplos romanos, [116] si se quisiera seguir, pues es la única nación que ha dado en cualquier campo más hombres extraordinarios que el resto de la tierra. Pero ¿con qué sacrilegio puedo dejar de hablar de ti, Marco Tulio, o con qué distinción te puedo proclamar el más sobresaliente? ¿Con qué prueba de reconocimiento mayor que la que te dio en su conjunto el pueblo que es el más ilustre entre las naciones, y eso tomando sólo de toda tu vida las obras de tu consulado? Por tu palabra renunciaron [117] las tribus a la ley agraria, es decir, a su propio alimento; por tu persuasión perdonaron a Roscio, el autor de la ley del teatro, y soportaron con buen ánimo que las gradas fueran reservadas con discriminación de ellos; por tu palabra los hijos de proscritos sintieron vergüenza de pretender cargos públicos; ante tu talento huyó Catilina; tú proscribiste a Marco Antonio. ¡Salve, el primero de todos en ser llamado «padre de la patria», el primero en haber merecido con la toga el triunfo y la corona de laurel de la lengua y, padre igualmente de la elocuencia y las letras latinas 198 , (como el dictador César, en otro tiempo tu enemigo, escribió de ti) una corona tanto más grande que el laurel de todos los triunfos, cuanto más grande es haber llevado los límites del genio romano tan lejos como los del imperio 199 .

[118] 31 En los demás bienes del espíritu, fueron superiores al resto de los hombres por su sabiduría: entre los romanos, los que por ello recibieron el nombre de Catos y Córculos 200 ; entre los griegos, Sócrates, preferido a todos los demás por el oráculo de Apolo Pitio 201 .

32 (32) Las normas más útiles para la vida

[119] Los hombres, a su vez, situaron cerca de los oráculos al espartano Quilón al consagrar en letras de oro en Delfos sus tres preceptos, que son: conocerse a sí mismo; no desear nada en exceso, y también, que la consecuencia de las deudas y los pleitos es la miseria. Es más, cuando murió de la alegría por la victoria de su hijo en Olimpia, Grecia entera acompañó su cortejo fúnebre 202 .

33 (33) La adivinación

El don de la adivinación y una cierta unión con los dioses fue muy notable en la Sibila, entre las mujeres 203 ; entre los hombres, de los griegos, en Melampo, y, de los romanos, en Marcio 204 .

34 (34) El mejor hombre

Desde los primeros tiempos sólo [120] una vez el senado bajo juramento ha declarado a uno el mejor, a Escipión Nasica; él mismo fue señalado dos veces por el pueblo con un fracaso en su candidatura. En suma, no se le permitió morir en su patria; lo mismo ¡por Hércules!, que morir fuera de la cárcel a Sócrates, al que Apolo había declarado el más sabio 205 .

35 (35) Las mujeres más castas

La mujer más casta según la opinión de las mujeres, fue estimada, la primera vez, Sulpicia, hija de Patérculo, esposa de Fulvio Flaco, elegida entre cien escogidas antes, para dedicar una imagen de Venus según los libros sibilinos; la segunda vez, Claudia, elegida en prueba de su religiosidad cuando trajo a Roma a la Madre de los dioses 206 .

36 (36) Ejemplos de la mayor abnegación

[121] Ejemplos de amor filial ciertamente ha habido infinitos en todo el mundo, pero sólo en Roma uno con el que no podrían compararse todos los demás. A una mujer humilde de la plebe y, por eso, desconocida, que acababa de parir, estando su madre encerrada en la cárcel para sufrir suplicio, como, después de haber conseguido la entrada, el portero siempre la echaba antes de que le diera algo de comida, la cogieron alimentándola a sus pechos. Por este hecho digno de admiración su piedad fue recompensada con la salvación de su madre, y ambas recompensadas con alimentación perpetua y, además, aquel lugar fue consagrado a la diosa Piedad, siendo cónsules Gayo Quincio y Manio Acilio, con un templo de la misma diosa construido en el lugar de aquella cárcel, [122] donde ahora está el teatro de Marcelo 207 . El padre de los Gracos, tras haber sido capturadas unas culebras en su casa, al responderle que viviría el de sexo distinto al de aquella a la que se quitara la vida, dijo: «Muy bien, matad a la del mío, pues Cornelia es joven y puede parir todavía». Esto era perdonar a su esposa y mirar por el estado; y eso sucedió al poco tiempo 208 . Marco Lépido murió por amor a su esposa Apuleya después de repudiarla 209 . Publio Rutilio, que estaba afectado por una enfermedad leve, murió de repente al anunciarle la derrota de su hermano en la candidatura al consulado. Publio Cacieno Filótimo quería tanto a su patrono que, nombrado heredero de todos sus bienes, se arrojó a su pira 210 .

37 (37) Algunos hombres sobresalientes en las artes: Astrología, (gramática), medicina

Son innumerables los hombres que [123] han brillado en el conocimiento de las diversas artes, sin embargo lo adecuado sería tratar de ellos escogiendo lo más selecto: en astrología, Beroso, a quien los atenienses por sus predicciones proféticas erigieron en el gimnasio a expensas públicas una estatua con la lengua dorada 211 ; en gramática, Apolodoro, a quien los anfictiones de Grecia rindieron honor 212 ; en medicina, Hipócrates, que predijo la peste procedente de los ilirios y envió a sus discípulos a las ciudades vecinas para ayudar; por este servicio Grecia decretó para él los mismos honores que para Hércules 213 . El rey Ptolomeo, durante los ritos Megalenses, recompensó con cien talentos esa misma ciencia en Cleómbroto de Ceos por haber salvado al [124] rey Antíoco 214 . También tiene gran fama Critóbulo por haber sacado una flecha de un ojo del rey Filipo y haber curado la pérdida del ojo sin deformarle la cara 215 . Sin embargo, la fama más grande la tiene Asclepíades de Prusa por la fundación de una nueva escuela, después de rechazar a los embajadores y las ofertas del rey Mitridates, por haber descubierto un método con el que el vino cura a los enfermos, por haber devuelto a un hombre de la muerte y haberlo mantenido vivo, pero especialmente, por haber apostado con la fortuna que no se le creyera médico si él mismo alguna vez hubiera estado enfermo de alguna manera. Y ganó, perdiendo la vida muy avanzada su vejez, al caerse por unas escaleras 216 .

(38) Geometría, arquitectura

También a Arquímedes le cupo [125] una prueba eminente de reconocimiento de su ciencia de geometría y mecánica con la orden de Marco Marcelo, al tomar Siracusa, de que fuera el único contra el que no se atentara, pero lástima que la insensatez de un soldado quebrantara el mandato 217 . También han sido elogiados: Quersifronte de Cnoso, por la construcción del maravilloso templo de Diana en Éfeso 218 ; Filón, en Atenas, por la de un arsenal para cuatrocientos barcos 219 ; Ctesibio, por el descubrimiento de la teoría de la neumática y del órgano hidráulico 220 , y Dinócares, por el trazado de Alejandría, en Egipto, cuando la fundó Alejandro 221 . Este mismo general ordenó con un edicto que no lo retratara ningún otro que Apeles, ni lo esculpiera otro que Pirgóteles, ni lo reprodujera en bronce otro que Lisipo 222 . Estas artes han brillado con muchos ejemplos.

38 (39) Pintura, escultura en bronce, mármol y marfil; cincelado

[126] El rey Átalo pagó en una almoneda cien talentos por una sola tabla del pintor Aristides de Tebas 223 . El dictador César compró, por ochenta, dos tablas de Timómaco, Medea y Áyax, para consagrarlas en el templo de Venus Generadora 224 . El rey Candaules por un cuadro de Bularco sobre la destrucción de los magnesios, de dimensiones no pequeñas, pagó su peso en oro 225 . El rey Demetrio, apodado el Conquistador, no incendió Rodas para no quemar una tabla de Protógenes, que estaba colocada en esa parte de la muralla 226 . [127] Praxíteles se hizo famoso por la escultura en mármol y especialmente por la Venus de Cnido, notable por el insensato amor que inspiró en un joven y por la valoración del rey Nicomedes, que intentó permutarla por la enorme deuda de los de Cnido 227 . A Fidias el Júpiter Olímpico le ofrece cada día una prueba de reconocimiento 228 ; a Mentor, el Júpiter Capitolino y la Diana de Éfeso, a los que fueron dedicados los vasos que él había cincelado 229 .

39 (40) Precios excepcionales de algunos hombres

El precio máximo de un hombre [128] nacido en esclavitud hasta este momento, al menos en lo que yo haya podido averiguar, fue el de un gramático, Dafnis, cuando Atio de Pisauro lo vendió y Marco Escauro, primer magistrado de la ciudad, ofreció en la subasta sseecientos mil sestercios 230 . En nuestra época han sobrepasado esto, y no por poco, unos cómicos, pero éstos compraban su propia libertad, y más cuando [129] se cuenta que ya en tiempos de nuestros antepasados el cómico Roscio ganaba quinientos mil sestercios al año 231 , si es que alguien no echa de menos en este lugar al pagador de la guerra llevada a cabo hace poco en Armenia a causa de Tiridates, al que Nerón manumitió por trece millones de sestercios 232 . Pero esto era el precio de una guerra, no el de un hombre, del mismo modo que, ¡por Hércules!, fue el precio del capricho, no el de la belleza, cuando Clutorio Prisco compró a Pezonte, uno de los eunucos de Sejano 233 , por cincuenta millones de sestercios. Esta ganancia realmente injusta la produjo aquella feria en medio del luto de la ciudad, porque nadie se preocupaba de presentar denuncias.

40 (41) La suprema felicidad

[130] De todas la naciones en el mundo entero sin duda la más sobresaliente en virtudes 234 ha sido la romana. No cabe en el juicio humano saber qué hombre tuvo la felicidad suprema, puesto que la misma buena suerte unos la determinan de una manera, otros de otra, y cada uno según su temperamento. Si queremos hacer un juicio verdadero y decidir dejando a un lado todas las alternativas de la fortuna, ningún mortal es feliz. La fortuna trata con abundancia y se comporta indulgentemente con aquel que razonablemente se puede decir que no es infeliz. Pues aunque no haya otras cosas, seguramente existe el temor de que la fortuna se canse y, en cuanto [131] se percibe esto, la felicidad no es completa. ¿Y qué decir de que ningún mortal es sabio siempre? ¡Y ojalá que la mayoría juzgue esto falso y no como algo dicho por un profeta! El género humano, vano e ingenioso para engañarse a sí mismo, cuenta a la manera del pueblo tracio que, según haya sido la experiencia de cada día, mete piedras de distinto color en una urna, y en el último día las cuenta por separado y así habla públicamente de cada uno. ¿Y qué decir de que [132] ese día alabado por la blancura de la piedra tuvo el origen de su mal? ¡A cuántos afligieron la órdenes recibidas! ¡A cuántos arruinó su dicha y los precipitó en el sufrimiento extremo ésa, que sin duda fue su dicha, en el instante en que aquella hora fue gozosa! Así es ciertamente: un día es juez de otro, y sólo el último, de todos, y por eso no hay que confiar en ninguno. ¿Y qué decir de que los bienes no son iguales a los males, aun de igual número, y que ninguna alegría puede compensar la más mínima tristeza? ¡Ay! ¡Qué vano y necio esfuerzo! ¡Se mide el número de los días, cuando lo que se busca es su peso! 235

41 (42) Rara sucesión entre las familias

En todo el tiempo sólo se encuentra [133] una mujer, la lacedemonia Lámpido, que haya sido hija de rey, esposa de rey y madre de rey 236 , una sola, Berenice, que haya sido hija, hermana y madre de vencedores en los Juegos Olímpicos 237 ; una sola familia, la de los Curiones, en la que hayan existido en sucesión seguida tres oradores 238 , y una sola, la de los Fabios, en la que haya habido tres príncipes del senado seguidos: Marco Fabio Ambusto, su hijo Fabio Ruliano y su nieto Quinto Fabio Gúrgite 239 .

42 (43) Ejemplos sorprendentes de diversidad. Un hombre dos veces proscrito

[134] Por lo demás, los ejemplos de la inconstancia de la fortuna son innumerables. Pues ¿de qué cosas hace grandes gozos si no es a partir de males, o de qué, enormes males, si no es de inmensos gozos?

43 La fortuna salvó al senador Marco Fidustio, que había sido proscrito por Sila treinta y seis años, pero para proscribirlo de nuevo. Sobrevivió a Sila, pero hasta Antonio, y consta que fue proscrito por éste sin ninguna otra razón que porque ya había sido proscrito 240 .

(44) Ejemplos sorprendentes de honores

[135] Ciertamente la fortuna quiso que sólo Publio Ventidio obtuviera un triunfo de los partos, pero a este mismo, cuando era niño, la fortuna lo llevó en el triunfo obtenido por Gneo Pompeyo en Ásculo; aunque, según Masurio, fue llevado dos veces en un triunfo; según Cicerón, había sido mozo de cuadra de la panadería del ejército y, según la mayoría, había llevado una juventud pobre como soldado raso 241 . También Cornelio [136] Balbo el Mayor fue cónsul, pero después de haber sido denunciado y sometido a deliberación de un jurado sobre la aplicación de la pena de azotes contra él, siendo el primer extranjero y, además, nacido en la costa del Océano, que alcanzó aquel grado que nuestros antepasados habían negado incluso en el Lacio 242 . También está entre los ejemplos notables Lucio Fulvio, cónsul de los tusculanos que se habían sublevado, y que, al pasarse a su lado, el pueblo romano lo honró al instante con el mismo grado, siendo el único que, el mismo año en el que había sido enemigo, consiguió en Roma el triunfo sobre aquellos de los que había sido cónsul 243 . Hasta este momento Lucio Sila ha sido el único [137] hombre que se ha atribuido el sobrenombre de Feliz, elegido sin duda por la sangre de los ciudadanos y el asedio a su patria. Pero 244 ¿por qué pruebas de felicidad se guió? ¿Acaso porque había podido proscribir y asesinar a tantos miles de ciudadanos? ¡Qué interpretación tan mala e infeliz en el tiempo futuro! ¿No tuvieron mejor suerte muriendo entonces esos de los que ahora nos compadecemos, mientras que [138] no hay nadie que no odie a Sila? 245 Y bien, ¿el final de su vida no fue más cruel que la desgracia de todos los proscritos por él ya que su propio cuerpo se comía a sí mismo causándole sufrimiento? Porque aunque fingiera y aunque por su último sueño, en el que de alguna manera murió, creamos que el odio procedente sólo de él había sido superado por su gloria, sin embargo, declaró que sin duda a su felicidad le faltó dedicar el Capitolio 246 .

(45) Las diez cosas más afortunadas en un solo hombre

[139] Quinto Metelo, en el discurso que pronunció en las honras fúnebres 247 de su padre Lucio Metelo, pontífice, dos veces cónsul, dictador, maestre de caballería, quindecénviro para el reparto de tierras, y el que después de la primera guerra Púnica condujo en un triunfo muchos elefantes 248 , dejó escrito que su padre había reunido las diez cosas más grandes y mejores, en cuya busca empleaban su vida los sabios: en efecto, [140] había querido ser un guerrero de primera fila, el mejor orador, el más valiente general, que bajo sus auspicios se llevaran a cabo las empresas más grandes, ocupar el más alto cargo, tener la mayor sabiduría, ser considerado el senador más grande, conseguir mucho dinero de forma honrada, dejar muchos hijos y ser el más ilustre en la ciudad; estas cosas le habían acontecido sólo a él y a ningún otro desde la fundación de Roma. Es largo y completamente inútil refutarle, [141] pues lo rebate un solo suceso, ya que ese Metelo pasó la vejez privado de la vista, que había perdido en un incendio al rescatar el Paladio del templo de Vesta, una causa memorable, pero con un desenlace triste 249 . Con esto sucede que ciertamente no se le debe llamar infeliz, pero tampoco se le puede llamar feliz. El pueblo romano le concedió lo que a ningún otro desde la fundación, que, cada vez que fuera a una reunión del senado, lo llevaran en carro a la curia: algo grande y sublime para él, pero concedido al precio de sus ojos.

44 También el hijo de ese Quinto Metelo que dijo esto [142] acerca de su padre, se cuenta entre los raros ejemplos de felicidad humana: pues, además de los cargos más importantes y del sobrenombre de Macerión, fue colocado en la pira funeraria por sus cuatro hijos, de los que uno había sido pretor, los otros tres cónsules, dos de éstos habían obtenido el triunfo y uno había sido censor; estas cosas, cada una por [143] sí sola, han sucedido a pocos 250 . Sin embargo, en la plenitud de su vida pública, al volver del Campo de Marte a mediodía, momento en que están vacíos el foro y el Capitolio, Gayo Atinio Labeón, que tenía el sobrenombre de Macedón, tribuno de la plebe, a quien aquel como censor había excluido del senado, lo arrastró hacia la roca Tarpeya para que fuera arrojado desde ella 251 . Acudió volando, por así decir, aquella cohorte tan numerosa que lo llamaba padre; pero, como era inevitable en un imprevisto, llegaban tarde y como a un funeral, porque no tenían derecho a resistirse ni atacar a alguien inviolable; a punto de morir por su propio valor y por su servicio al cargo de censor, a duras penas fue [144] encontrado un tribuno para interponer el veto 252 ; vuelto a traer desde el umbral mismo de la muerte, vivió después de la beneficencia de los demás, al declarar también intocables sus bienes desde entonces quien había sido condenado por él, como si hubiera sido poco el castigo de rodearle el cuello con una cuerda y hacer que le saliera sangre por los oídos 253 .Y sin duda también incluiría yo entre sus desgracias haber sido enemigo del segundo Africano, como atestiguó el propio Macedónico, puesto que dijo: «Id, hijos, acudid a sus funerales, nunca veréis las honras fúnebres de un ciudadano más grande». Y decía esto él, el propio Macedónico, a los que ya eran Baleáricos y Diademados 254 . Pero aunque sólo [145] se tenga en cuenta aquella afrenta, ¿quién podría decir en razón que fue feliz éste, que corrió el riesgo de morir a capricho de un enemigo que ni siquiera era el Africano? ¿Por vencer a qué enemigos tuvo que pagar un precio tan grande? o ¿qué cargos y qué carros triunfales no anuló la fortuna con aquella violencia, al ser arrastrado siendo censor por el medio de la ciudad —pues ésta había sido la única forma de demorarse—, arrastrado hasta el propio Capitolio, al que él mismo en su triunfo, con los adornos de los dioses, ni siquiera había arrastrado así a los prisioneros? 255 Este crimen [146] llegó a ser más grande por la felicidad que vino después, al correr el Macedónico el riesgo de perder incluso unas honras fúnebres tan grandes, en las que iba a ser llevado a la pira por sus hijos que habían conseguido el triunfo, como si celebrara el triunfo incluso en sus funerales. No es en absoluto completa la felicidad que ha quebrado algún ultraje, menos aún uno tan grande. Por lo demás, no sé si acrecienta la nobleza de las costumbres o el dolor de la indignación el que, entre tantos Metelos, tan criminal atrevimiento de Gayo Atinio haya quedado para siempre sin venganza.

45 (46) Adversidades del Divino Augusto

[147] También en el caso del divino Augusto, a quien la humanidad entera citaría en esta relación, si se valoran cuidadosamente todos los aspectos, se pueden encontrar grandes reveses en su destino humano 256 : el fracaso en su aspiración a maestre de caballería con su tío y, frente a su solicitud, la preferencia de Lépido ante él 257 ; el odio por las proscripciones a causa de su asociación en el triunvirato con los peores ciudadanos, y ni siquiera a partes iguales, sino siendo Antonio [148] el de más peso 258 ; en la batalla de Filipos: sus enfermedades, su huida y ocultación durante tres días en una laguna enfermo y, según declaran Agripa y Mecenas, en su refugio, hinchado por el agua infiltrada bajo la piel 259 ; su naufragio en Sicilia, y también allí otra ocultación en una cueva, y cuando ya huía por mar ante la presión de las tropas de los enemigos, sus ruegos a Proculeyo para que le diera muerte 260 ; 149 su preocupación por el conflicto de Perusia; su inquietud por la batalla de Accio; su caída desde una torre en la guerra de Panonia; tantas sublevaciones militares 261 , y tantas enfermedades graves de su cuerpo; los sospechosos votos de Marcelo, la vergonzosa relegación de Agripa 262 , tantas conspiraciones contra su vida 263 , las acusaciones a la muerte de sus hijos y el luto, triste no sólo por la pérdida 264 ; el adulterio de su hija y sus planes de parricidio puestos al descubierto 265 ; el afrentoso alejamiento de su hijastro Nerón 266 ; otro adulterio por parte de su nieta 267 ; después, tantos males juntos: la falta de recursos militares, la rebelión del Ilírico, la leva de esclavos y la escasez de jóvenes, la peste de Roma, el hambre de Italia, su determinación a morir y, tras cuatro días de ayuno, haber estado a un paso de la [150] muerte 268 ; además de esto, el desastre de Varo y el humillante ultraje a su majestad 269 ; la exclusión de Póstumo Agripa después de su adopción, y la añoranza después de su destierro; a continuación, sus sospechas hacia Fabio y a que revelara sus secretos; más tarde, las maquinaciones de su esposa y de Tiberio, su última preocupación 270 . En suma, aquél, un dios y que, no sé si más que merecerlo, había obtenido un puesto entre los dioses, murió dejando como heredero al hijo de su propio enemigo 271 .

46 (47) A quiénes tuvieron los dioses por más felices

Vienen al pensamiento en esta enumeración [151] unos oráculos de Delfos pronunciados por el dios como para castigar la vanidad de los hombres. Son estos dos: que Pedio, que había muerto por la patria hacía muy poco, era muy feliz 272 ; y en otra ocasión, a la pregunta de Giges, el rey entonces más importante de la tierra: que Áglao de Psófide era más feliz. Éste, muy anciano, cultivaba en un reducidísimo rincón de Arcadia una propiedad pequeña pero suficiente para los alimentos del año holgadamente. No salió nunca de allí y, como es evidente por su género de vida, no sufrió más que lo mínimo en su vida a causa de su mínima ambición 273 .

47 (48) A quién ordenaron honrar en vida como a un dios. Extraño resplandor

Por mandato del mismo oráculo y [152] con el asentimiento de Júpiter, el más grande de los dioses, recibió culto en vida y en plenas facultades el púgil Eutimo, siempre vencedor en Olimpia y vencido una sola vez. Su patria era Locros, en Italia. Veo que Calímaco admiraba como ninguna otra cosa que una estatua suya allí y otra en Olimpia fueran alcanzadas el mismo día por un rayo y que el dios ordenara ofrecer sacrificios, lo que se instituyó no sólo en vida suya, sino también después de muerto, y respecto a él no hay ninguna otra cosa digna de admiración más que esto, que había agradado a los dioses 274 .

48 (49) Las mayores longevidades

[153] En cuanto al espacio y duración de la vida de los hombres, no sólo el lugar sino también el momento del nacimiento y el propio destino de cada uno lo dejan en la incertidumbre 275 . Hesíodo, que es el primero que ha transmitido algo respecto a esto, relacionando con la edad de los hombres muchas cosas, siguiendo mitos, en mi opinión, asignó nueve edades nuestras a la corneja, el cuádruple de esto a los ciervos, el triple de esto a los cuervos, y otras cosas más propias de [154] mitos en el caso del fénix y en las ninfas 276 . El poeta Anacreonte asigna ciento cincuenta años a Argantonio, rey de los tartesios; diez años más a Cíniras de Chipre, y a Egimio, doscientos 277 . Teopompo a Epiménides de Cnoso, ciento cincuenta y siete 278 . Según Helánico, algunos del pueblo de los epeos, en Etolia, llegan a cumplir doscientos años; con él coincide Damastes, al afirmar que incluso uno de ellos, Pictóreo, sobresaliente por su tamaño y su fuerza, vivió trescientos años 279 . Según Éforo, unos reyes de los arcadios vivieron trescientos años cada uno 280 . Según Alejandro Cornelio, [155] en el Ilírico un tal Dandón vivió quinientos años 281 . Según Jenofonte en su Periplo, un rey de la isla de los lutmios vivió seiscientos años y, por si fuera poca exageración, su hijo, ochocientos 282 . Todo esto sucedió por desconocimiento de las divisiones del tiempo. En efecto, unos delimitaban un año con el verano y otro con el invierno, otros con las cuatro estaciones como los arcadios, cuyos años eran de tres meses, otros con el curso de la luna, como los egipcios. Por eso entre ellos se cuenta que vivían mil [156] años cada uno. Pero, para pasar a hechos admitidos, es casi seguro que el gaditano Argantonio reinó ochenta años; se cree que comenzó a reinar a los cuarenta. Está fuera de dudas que Masinisa reinó sesenta años y que Gorgias de Sicilia vivió ciento ocho 283 . Quinto Fabio Máximo fue augur durante sesenta y tres años. Marco Perpenna y, recientemente, Lucio Volusio Saturnino fueron los que sobrevivieron a todos aquellos a los que habían pedido opinión en su consulado. Perpenna dejó sólo siete de los que había nombrado senadores siendo censor; vivió noventa y ocho [157] años 284 . En este asunto también se me ocurre hacer notar que en total sólo ha habido un quinquenio en el que no muriera ningún senador, cuando los censores Flaco y Albino hicieron el sacrificio lustral, desde el año quinientos setenta y nueve de la fundación de Roma hasta los siguientes censores 285 . Marco Valerio Corvino cumplió los cien años; entre su primer consulado y el sexto transcurrieron cuarenta y seis años. Él mismo se sentó en la silla curul en veintiuna ocasiones, tantas como ningún otro. Igualó su longevidad el pontífice Metelo 286 .

Y entre las mujeres, Livia, la mujer de Rutilio, sobrepasó [158] los noventa y siete años; durante el principado de Claudio, Estatilia, de familia noble, los noventa y nueve; Terencia, la mujer de Cicerón, los ciento tres y Clodia, la de Ofilio, los ciento quince; ésta, además, dio a luz quince veces 287 . La comedianta Luceya declamó en la escena a los cien años. Durante el consulado de Gayo Popeo y Quinto Sulpicio, en los juegos votivos por la salud del divino Augusto, la actriz de intermedios Galeria Copiola fue llevada de nuevo a la escena cuando tenía ciento cuatro años; había sido presentada como principiante por el edil de la plebe Marco Pomponio noventa y un años antes, durante el consulado de Gayo Mario y Gneo Carbón; fue llevada de nuevo por Pompeyo Magno en la dedicación del gran teatro, siendo ya anciana, como una cosa extraordinaria 288 . Según Asconio [159] Pediano, Sámula también vivió ciento diez años 289 . Me parece menos extraño que Estefanión, que fue el primero que danzó con toga, danzara en dos juegos seculares, los del divino Augusto y los que el emperador Claudio celebró durante su cuarto consulado, puesto que entre ellos no hubo más de sesenta y tres años, aunque también vivió después más tiempo 290 . Según Muciano, en la cima del monte Tmolo, que llaman Tempsi 291 , viven ciento cincuenta años, y esos mismos años se le asignaron a Tito Fulonio de Bolonia en la censura del emperador Claudio 292 , y por la comparación de los censos que había presentado antes y las pruebas de su vida —pues el emperador se ocupaba de esto—, se puso de manifiesto que era verdad.

49 (50) Diversas maneras de nacer

[160] Precisamente este tema parece demandar la opinión de los que se dedican a la ciencia de las estrellas. Epígenes negó que se puedan cumplir ciento doce años; Beroso, que se puedan sobrepasar los ciento dieciséis. Perdura también la teoría que Petosíride y Nequepso transmitieron (la llaman «tetartemorio» por ser una parte de tres signos), por la que se pone de manifiesto que en la zona de Italia se pueden alcanzar los ciento veinticuatro años. Dijeron aquellos que nadie sobrepasa la medida de noventa grados a partir del nacimiento del astro (lo que llaman «anáforas»), y que éstas mismas se interrumpen por la presencia de estrellas maléficas o también por los rayos de éstas y los del sol 293 . Por otra parte, no es seguro cuánto es lo máximo que asigna la escuela de Esculapio, que dice que la duración de la vida se recibe determinada por los astros 294 . Sin embargo, dicen que es rara una [161] duración demasiado larga, puesto que en el transcurso de determinadas horas de los días lunares, como la séptima y la decimoquinta, pues se cuentan de día y de noche, nace una gran cantidad de gente que muere en una sucesión gradual de años, que llaman climatéricos, no sobrepasando casi los cincuenta y cuatro años los que han nacido así 295 .

Así pues, en primer lugar, lo cambiante del propio arte [162] de la astrología manifiesta qué cosa tan poco segura es. Se añaden las pruebas del censo más reciente, el que hace cuatro años realizaron como censores los emperadores Césares Vespasianos, padre e hijo 296 . Y no hay que examinar todos los archivos. Sólo expondremos ejemplos de la parte central, entre el Apenino y el Po. Declararon tener ciento veinte [163] años, tres en Parma y uno en Brixilo; ciento veinticinco, dos en Parma; ciento treinta, uno en Piacenza y una mujer en Favencia; ciento treinta y cinco, Lucio Terencio, hijo de Marco, en Bolonia y, a su vez, en Rímini, Marco Aponio, ciento cuarenta y Tertula, ciento treinta y siete. En las colinas de la parte de acá de Piacenza está la población de Veleya, en la que seis personas declararon tener ciento diez años; cuatro, ciento veinte, y uno, Marco Mucio Félix, hijo [164] de Marco, de la tribu Galeria ciento cuarenta 297 . Y para no detenernos más en un hecho admitido, en la octava región de Italia fueron censados cincuenta y cuatro hombres de cien años, catorce hombres de ciento diez, dos de ciento veinticinco, cuatro de ciento treinta, otros tantos de ciento treinta y cinco o treinta y siete, y tres hombres de ciento cuarenta.

[165] Otro aspecto cambiante de la Humanidad: Homero contó que Héctor y Polidamante, hombres de condición tan opuesta, nacieron la misma noche 298 . En el tercer consulado de Gayo Mario y Gneo Carbón, el mismo día, el quinto antes de las calendas de junio, nacieron Marco Celio Rufo y Gayo Licinio Calvo, ambos ciertamente oradores, pero con qué resultado tan diferente 299 . Esto sucede también con los que nacen cada día a las mismas horas en todo el mundo, y al mismo tiempo son engendrados amos y esclavos, reyes y pobres.

50 (51) Diversos ejemplos de enfermedades

Publio Cornelio Rufo, que fue cónsul [166] con Manio Curio, perdió la vista estando dormido, mientras soñaba que le sucedía esto 300 . Por el contrario, Jasón de Feras, que había sido desahuciado por los médicos por una vómica, cuando buscaba la muerte en el combate, encontró el remedio de manos de un enemigo al ser herido en el pecho 301 . El cónsul Quinto Fabio Máximo en la batalla entablada junto al río Ísara contra los alóbroges y los arvernos, en la que murieron ciento treinta mil enemigos, el día sexto antes de las idus de agosto, se vio libre de una fiebre cuartana en medio del combate 302 . Es poco seguro y demasiado frágil este regalo de la [167] naturaleza, cualquiera que sea el tiempo que se nos concede, realmente mezquino y breve incluso para aquellos a los que les tocó con mayor generosidad, por más que contemos absolutamente todo el tiempo de la vida. ¿Qué decir respecto a que, si se tiene en cuenta el descanso nocturno, cada uno vive la mitad de su vida y otra parte igual transcurre parecida a la muerte o es un sufrimiento, si ese descanso no se produce? Y no se piensa en los años de la infancia, en los que no se tiene uso de razón, ni en los de la vejez, en la que se vive para sufrir, ni en tantas clases de peligros, tantas enfermedades, tantos temores, tantas preocupaciones que no hay un deseo más frecuente que la muerte, tantas veces [168] llamada. Realmente la naturaleza no ha ofrecido a los hombres nada mejor que la brevedad de la vida. Se embotan los sentidos, se entorpecen los miembros, se amortigua la vista, el oído, el andar, incluso los dientes y el aparato digestivo, y sin embargo esto se cuenta como tiempo de vida. Por eso se encuentra como un prodigio, y de forma única, el ejemplo del músico Jenófilo, que vivió ciento cinco años sin ningún [169] deterioro de su cuerpo 303 . En cambio, ¡por Hércules!, a todos los demás, en cada parte de sus miembros, como a ningún otro ser, les vuelve un dañino calor o frío a determinadas horas, y no sólo horas, sino cada tres o cuatro días y noches, incluso durante todo un año. E incluso hay una enfermedad que consiste en que se pierde la razón durante algún [170] tiempo 304 . Pues la naturaleza también ha puesto algunas leyes a las enfermedades: que la fiebre cuartana nunca comience en el solsticio de invierno ni durante los meses de invierno; que algunas enfermedades no sobrevengan después de los sesenta años y algunas se quiten en la pubertad, especialmente en las mujeres; que los ancianos sean muy poco sensibles a las epidemias. Y desde luego, las enfermedades atacan a todos los pueblos y, sin discriminación, tanto a los esclavos como a los próceres y pasando por las demás clases. En esto se ha observado que las epidemias se propagan desde las zonas del sur hasta el occidente y casi nunca de otra manera, ni en invierno, ni que duren más de tres meses 305 .

51 (52) La muerte

Se ha observado que ya son signos [171] de muerte: en la locura, la risa y, a su vez en el delirio, la preocupación por los bordes del vestido y arrugar la ropa que le cubre, el desinterés hacia los que intentan reanimarlo, la emanación del cuerpo del líquido del que es indecoroso hablar; sobre todo, se observan indicios ciertamente indudables en el aspecto de los ojos y de la nariz y, también, en el hecho de estar tumbado continuamente boca arriba, en el pulso arrítmico u hormigueante de las venas, y otros indicios que fueron observados por Hipócrates, el príncipe de la medicina 306 . Y con ser innumerables [172] los signos de muerte, no hay ninguno de una salud segura, por lo que Catón el censor transmitió a su hijo, como si se tratara de un oráculo, la siguiente observación acerca de los hombres fuertes: una juventud senil es indicio de una muerte prematura. Pero la cantidad de enfermedades es tan ilimitada que Ferecides de Siros expiró al brotarle del cuerpo una plaga de gusanos 307 . Algunos tienen fiebre crónica, como Gayo Mecenas; éste mismo, en sus últimos tres años, no concilió el sueño un solo instante. El poeta Antípatro de Sidón todos los años era atacado por la fiebre sólo en su día natal, y en él murió después de una vejez bastante larga 308 .

52 (52) Quiénes volvieron a vivir después de muertos

[173] El consular Avíola revivió en la pira y, como al cobrar fuerza las llamas no se le pudo ayudar, fue quemado vivo. Una caso parecido se cuenta del pretor Lucio Lamia 309 . Pues de Gayo Elio Tuberón, que había desempeñado el cargo de pretor, Mesala Rufo y muchos otros cuentan que fue retirado de la pira 310 . Esta es la condición de los mortales. Somos engendrados para estos y otros azares semejantes de la fortuna, hasta el punto de que, respecto a un hombre, ni siquiera se [174] debe estar seguro de su muerte. Entre los ejemplos encontramos que el alma de Hermotimo de Clazómenas, abandonando su cuerpo, solía ir de un lado para otro y, en su vagabundeo, anunciaba desde lejos muchas cosas que no podían ser conocidas sino por alguien presente; entre tanto su cuerpo estaba medio muerto, hasta que quemándolo unos enemigos suyos, que se llamaban Cantáridas, quitaron al alma, por así decir, la funda para su regreso 311 . También en Proconeso se vio el alma de Aristeas salir de su boca volando en forma de cuervo 312 ; son muchas las fábulas que acompañan a ésta 313 . De igual modo recojo también el caso de Epiménides [175] de Cnoso que, siendo un muchacho, cansado por el calor y el camino, se quedó dormido en una cueva cincuenta y siete años y, al despertarse como si fuera al día siguiente, se extrañaba del cambio de aspecto de las cosas, cayendo después sobre él la vejez en igual número de días; a pesar de ello, sin embargo, vivió hasta los ciento cincuenta y siete años 314 . El sexo femenino parece especialmente propenso a este mal por la retroversión de la matriz, que si se corrige, hace recobrar la respiración; de eso trata aquel libro de Heraclides, famoso entre los griegos, con el caso de una mujer que fue devuelta a la vida después de estar siete días exánime 315 . Varrón mantiene también que, siendo él vigintíviro [176] para el reparto de tierras, en Capua, uno que llevaban al funeral volvió desde el foro a casa por su pie; lo mismo sucedió en Aquino 316 . Y también en Roma, Corfidio, marido de su tía materna, volvió a vivir después de que le hubieran preparado las honras fúnebres, y el que se las había preparado [177] las recibió de él. Añade unos prodigios que convendría revelarlos en su totalidad: sucedió que parecía que había muerto el mayor de los dos hermanos Corfidios, del orden ecuestre, y, una vez abierto el testamento, el menor, nombrado heredero, se había ocupado del funeral; entretanto, el que parecía muerto, dando palmadas reunió a la servidumbre y contó que él venía de parte de su hermano, que éste le había encomendado su hija, le había mostrado, además, en qué lugar había enterrado oro sin que nadie lo supiera, y había pedido que le hicieran las honras fúnebres que él había dispuesto. Mientras él contaba esto, los criados del hermano corrían a anunciar que aquél había muerto, y el oro se encontró [178] donde había dicho 317 . La vida, por lo demás, está llena de estos vaticinios, pero no deben ser mencionados, ya que muchas veces son falsos, como demostraremos con un gran ejemplo. En la guerra de Sicilia, Gabieno, uno muy valiente de la flota de César, capturado por Sexto Pompeyo, estuvo por orden de éste tirado un día entero en la playa, con el cuello cortado y apenas unido al tronco. Luego, al atardecer, congregada la multitud por sus ruegos y gemidos, pidió que Pompeyo fuera junto a él o enviara a alguien de su confianza, pues él, enviado de nuevo por los dioses infernales, [179] tenía algo que anunciar. Envió Pompeyo a varios de sus amigos, a los que Gabieno dijo que la causa de Pompeyo era grata a los dioses infernales, y su partido, justo; y por eso, el resultado sería el que deseaba; que se le había ordenado anunciar esto y que la prueba de veracidad sería que, en cuanto hubiera cumplido el encargo, él expiraría 318 . Y así sucedió. También hay ejemplos de apariciones después de la sepultura, sólo que estamos tratando de las obras de la naturaleza, no de los portentos.

53 (54) Ejemplos de muerte repentina

Por lo demás, las muertes repentinas [180] son las que producen mayor admiración y son muy frecuentes —esta es la mayor felicidad de la vida—; demostraremos que éstas son naturales. Verrio ha transmitido muchos casos, nosotros pondremos un límite con una selección 319 . Murieron de gozo, además de Quilón, de quien hemos hablado, Sófocles y Dionisio, tirano de Sicilia, ambos al recibir la noticia del éxito de una tragedia, y aquella madre de Cannas al ver a su hijo a salvo en contra de una falsa noticia 320 ; de vergüenza, Diodoro, profesor de lógica, al no resolver inmediatamente una [181] adivinanza propuesta por Estilpón 321 . Sin ninguna causa evidente murieron, mientras se calzaban por la mañana, dos Césares, el pretor y el padre del dictador César, que había sido pretor —éste en Pisa, aquél en Roma— 322 ; Quinto Fabio Máximo murió la víspera de las calendas de enero durante su consulado; en sustitución suya, Gayo Rebilo obtuvo un consulado de poquísimas horas; y lo mismo, el senador Gayo Volcacio Gúrgite; todos en plenitud de facultades y tan sanos, que estaban pensando salir 323 ; Quinto Emilio Lépido, en el momento de salir, con el pulgar tocando el umbral del dormitorio 324 ; Gayo Aufustio, después de salir, [182] cuando iba al senado, al tropezar en el comicio 325 . También un legado, que había defendido en el senado la causa de los rodios suscitando admiración, murió de repente en el umbral de la curia, al intentar andar; Cneo Bebio Tánfilo, que también había desempeñado el cargo de pretor, después de haber preguntado la hora a un esclavo; Aulo Pompeyo en el Capitolio, después de cumplir con los dioses; el cónsul Manio Juvencio Talna, mientras celebraba un sacrificio; Gayo Servilio Pansa, mientras estaba en el foro delante de una tienda a la hora segunda apoyándose en su hermano Publio; el juez Bebio, mientras mandaba que se pospusiera una orden de comparecencia; Marco Terencio Córax, mientras escribía en unas tablillas en el foro 326 . Todavía más, el año [183] pasado un caballero romano murió mientras hablaba al oído a un consular delante del Apolo de marfil que está en el foro de Augusto; sobre todos, el médico Gayo Julio, mientras aplicaba un líquido a un ojo pasando una sonda; el consular Aulo Manlio Torcuato, mientras pedía un pastel en una cena; el médico Lucio Tucio Vala, mientras bebía vino con miel; Apio Saufeyo, al volver del baño después de haber bebido vino con miel y cuando estaba tomando un huevo; Publio Quincio Escápula, mientras cenaba en casa de Aquilio Galo; el escriba Décimo Saufeyo, mientras almorzaba en su casa 327 . Murieron durante el acto sexual: Cornelio Galo, el que fue [184] pretor, y el caballero romano Tito Hetereyo, y dos del orden ecuestre, que fueron señalados en nuestra época por el amor del mismo pantomimo, Místico, que entonces era de una belleza extraordinaria. Sin embargo, el ejemplo más perfecto de serenidad ante la muerte lo cuentan los antiguos en el caso de Marco Ofilio Hílaro; éste, actor cómico, después de haber tenido [185] un gran éxito entre el pueblo el día de su cumpleaños y mientras celebraba el banquete, avanzada la cena, pidió una taza de caldo y al mismo tiempo, al ver la máscara que había llevado ese día, le pasó la corona de su cabeza, quedándose rígido en esa posición sin que nadie se diera cuenta, hasta que el más próximo de los comensales le fue a advertir que el caldo se estaba enfriando 328 .

[186] Estos son ejemplos de felicidad, pero frente a ellos son innumerables los de desgracias: Lucio Domicio, de una familia muy ilustre, que fue vencido por César ante Marsella y capturado también por él en Corfinio, bebió veneno, cansado de vivir y, después de haberlo bebido, puso todo su empeño en vivir 329 . Se encuentra en las actas que cuando se le estaban haciendo las honras fúnebres a Félix, un auriga de la facción roja, uno de sus simpatizantes se arrojó a la pira, algo que no merecería la pena decir, pero, para que esto no redundara en gloria de su autor, sus adversarios le acusaron de que se había caído mareado por la abundancia de perfumes 330 . No mucho antes Marco Lépido, de una familia muy noble, que hemos dicho que murió de la angustia producida por el divorcio, fue arrojado de la pira por la violencia de las llamas y, al no poder colocarlo de nuevo en ella a causa del calor, fue incinerado desnudo cerca con otra leña 331 .

54 (55) La sepultura

El hecho mismo de la incineración [187] no es institución antigua entre los romanos: eran cubiertos con tierra; pero fue establecida en el momento en que se enteraron de que, en las guerras en lugares remotos, desenterraban a los que habían sido enterrados 332 . Y, sin embargo, muchas familias conservaron los ritos antiguos, como la Cornelia, en la que se dice que nadie fue incinerado antes del dictador Sila, y que lo había querido temiendo el talión, cuando desenterraron el cadáver de Mario 333 . [Realmente, por sepultado debería entenderse el cadáver ocultado, sea cual sea la manera; y por enterrado, el que ha sido cubierto con tierra] 334 .

55 (56) Los manes El alma 335

Después de la sepultura son vanas [188] las divagaciones acerca de los manes 336 . A partir del último día todos tienen lo mismo que antes del primero, y a partir de la muerte ni el alma ni el cuerpo tienen algún sentido más que antes del nacimiento. Pues la misma vanidad se extiende también hasta el futuro e incluso para el momento de la muerte se promete falsamente una vida, unas veces dando inmortalidad al alma, otras la transmigración, otras dando sentido a los infiernos y honrando a los manes y haciendo dios a quien incluso ha dejado de ser hombre, como si realmente la manera de respirar fuera diferente del resto de los seres o no se encontraran en la vida muchas cosas más duraderas, [189] para las que nadie prevé esa inmortalidad. Por otra parte, ¿qué clase de cuerpo tiene el alma por sí misma? ¿Qué materia? ¿Dónde el pensamiento? ¿De qué modo tiene vista y oído o con qué toca? ¿Qué utilidad obtiene de estos sentidos o qué beneficio sin ellos? Finalmente, ¿cuál es su sede o cuánta la cantidad de almas a modo de sombras en tantos siglos? Esas son imaginaciones propias de consuelos infantiles y de una naturaleza mortal ávida de no dejar nunca de existir. Tal es también, respecto a la conservación de los cuerpos y la promesa de revivir, la vanidad de Demócrito, [190] que no revivió tampoco 337 . ¡Ay! ¿Qué es esa locura de que la vida comienza de nuevo con la muerte? o ¿qué descanso tienen jamás los que han nacido si el alma conserva sus facultades en los lugares superiores y su sombra en los inferiores? Sin duda esa seducción y credulidad echa a perder el principal bien de la naturaleza, la muerte, y duplica el dolor del que va a morir, con el pensamiento de que también va a existir después. Pues si es dulce vivir, ¿para qué puede servir haber vivido? En cambio ¡cuánto más fácil y seguro es que cada uno confie en sí mismo y saque de la experiencia anterior al nacimiento el ideal de serenidad!

56 (57) Qué inventaron algunos durante su vida

Parece lógico, antes de dejar la [191] naturaleza humana, dar a conocer qué cosas inventaron algunos: comprar y vender lo instituyó 〈Mercurio; vendimiar,〉 el padre Líber 338 ; él mismo inventó la corona como insignia real y el triunfo; Ceres, el trigo, ya que antes se alimentaban de bellotas, y también el molerlo y trabajarlo, en el Ática y, según otros, en Sicilia, por eso fue considerada diosa. Ella misma fue la primera que dio leyes; según creyeron otros, fue Radamanto 339 .

Yo pienso que los asirios siempre han tenido letras 340 , [192] pero otros, como Gelio 341 , pretenden que fueron descubiertas por Mercurio entre los egipcios 342 , otros que entre los sirios; unos y otros, que Cadmo las llevó a Grecia desde Fenicia en número de dieciséis 343 , a las que en la guerra de Troya Palamedes añadió cuatro con las siguientes formas: Z Y Φ X 344 ; después de él, el poeta lírico Simónides, otras tantas: Ψ Ξ Ω Θ; en las nuestras se reconoce el carácter esencial de todas ellas. Aristóteles piensa más bien que las primitivas fueron dieciocho y que dos, X y Z, fueron añadidas [193] por Epicarmo 345 mejor que por Palamedes. Anticlides cuenta que las inventó en Egipto alguien llamado Menón, quince mil años antes de Foroneo, el rey más antiguo de Grecia, e intenta probarlo con documentos 346 . En sentido opuesto, Epígenes enseña que en Babilonia hay inscripciones en ladrillos cocidos con observaciones de estrellas de setecientos veinte mil años; y es un autor de los más rigurosos; los que menos ponen, Beroso y Critodemo, dicen cuatrocientos noventa mil; por lo que está claro que el uso de las letras es eterno. Al Lacio las trajeron los pelasgos 347 .

Los primeros que construyeron obras de ladrillo y casas [194] fueron los hermanos Euríalo e Hiperbio en Atenas 348 ; antes había cuevas en lugar de casas. Gelio admite que el inventor de la construcción con barro es Toxio, el hijo de Celo, que había tomado modelo de los nidos de las golondrinas 349 . Cécrope a partir de su nombre llamó Cecropia a la población que ahora es la ciudadela en Atenas 350 . Algunos pretenden que Argos fue fundada antes por el rey Foroneo; según otros, también Sición; a su vez, los egipcios, que allí se fundó mucho antes Dióspolis 351 . Cíniras, hijo de Agríope 352 , [195] inventó las tejas y también las minas de cobre, las dos cosas en la isla de Chipre; asimismo las tenazas, el martillo, la palanca y el yunque; Dánao, los pozos, después de llegar desde Egipto a Grecia, por la parte que se llamaba Argos Dipsio 353 ; Cadmo, las canteras en Tebas o, según Teofrasto, en Fenicia; Trasón, las murallas; las torres, según Aristóteles, los cíclopes, los tirintios, según Teofrasto. Los egipcios, [196] los tejidos; teñir la lana, los lidios en Sardes; Clóster, el hijo de Aracne, los husos en el arte de trabajar la lana; el lino y las redes, Aracne; el arte de batanar, Nicias de Mégara, y el arte de la zapatería, Tiquio de Beocia. En cuanto a la medicina, los egipcios pretenden que fue descubierta por ellos; otros, que por Árabo, hijo de Babilonia y de Apolo; la botánica y la farmacia fueron descubiertas por Quirón, el hijo [197] de Saturno y Fílira. Aristóteles cree que Lido de Escitia enseñó a fundir y templar el bronce, Teofrasto, que fue Delas de Frigia 354 ; el arte de trabajar el bronce, unos creen que lo enseñaron los cálibes 355 , otros, los cíclopes; Hesíodo, que el hierro lo enseñaron en Creta aquellos que fueron llamados Dáctilos del Ida 356 . La plata la descubrió Erictonio de Atenas, según otros, Éaco 357 ; las minas de oro y su fundición, el fenicio Cadmo junto al monte Pangeo, según otros, Toante o Éaco en Pancaya, o el Sol, hijo del Océano, a quien Gelio atribuye también la invención de la medicina basada en los minerales 358 . El primero que trajo plomo desde la isla Casitéride [198] fue Midácrito 359 . El arte de trabajar el hierro lo descubrieron los cíclopes; la alfarería, Corebo de Atenas y, dentro de ella, el torno, Anacarsis de Escitia, según otros, Hiperbio de Corinto 360 . El arte de trabajar la madera, Dédalo 361 , y también, dentro de ella, la sierra, el hacha, la plomada, el taladro, la cola y la cola de pescado; en cambio la escuadra, el nivel, el torno y la llave, Teodoro de Samos 362 ; los pesos y medidas, Fidón de Argos o Palamedes, como prefirió Gelio 363 ; el fuego a partir del sílex, Pírodes, el hijo de Cílix 364 ; a conservarlo en una férula, Prometeo 365 ; [199] el vehículo con cuatro ruedas, los frigios; el tráfico comercial, los cartagineses; la viticultura y la arboricultura, Eumolpo de Atenas 366 ; a mezclar el vino con agua, Estáfilo, el hijo de Sileno 367 ; el aceite y las almazaras, Aristeo de Atenas 368 ; él mismo, la miel; el buey y el arado, Búciges de Atenas, según [200] otros, Triptólemo 369 ; el estado monárquico, los egipcios; el democrático, los áticos después de Teseo 370 . El primer tirano fue Fálaris de Agrigento 371 . La esclavitud la inventaron los lacedemonios 372 . El primer juicio con pena capital se llevó a cabo en el Areópago 373 .

Los africanos fueron los primeros que lucharon contra los egipcios con los garrotes que llaman falangas 374 . Las rodelas las inventaron Preto y Acrisio, luchando entre ellos, o Calco, el hijo de Atamante 375 ; la loriga, Midias de Mesenia; el casco, la espada y el asta 376 , los lacedemonios; las grebas y los penachos, los carios. Dicen que Escites, el hijo de Júpiter 377 , [201] inventó el arco y la flecha; otros, que las flechas las inventó Perses, el hijo de Perseo 378 ; las lanzas, los etolios; el dardo con abrazadera, Etolo, el hijo de Marte 379 ; las astas de los vélites, Tirreno 380 ; la jabalina, la amazona Pentesilea; la segur, Piseo; los venablos y, entre las máquinas de guerra, el escorpión, los cretenses; la catapulta, los sirios; los fenicios, la balista y la honda; la trompeta de bronce, Piseo, el hijo de Tirreno 381 ; la testudo, Artemón de Clazómenas 382 ; entre las [202] máquinas para derribar murallas: el caballo (que ahora se llama ariete), Epio, ante Troya 383 ; a montar a caballo, Belerofonte 384 ; los frenos y las sillas de los caballos, Peletronio 385 ; a luchar a caballo, los tesalios, que recibieron el nombre de «centauros» y habitaban a lo largo del monte Pelio. Los primeros que uncieron las bigas, fueron los frigios; las cuadrigas, Erictonio 386 . En la guerra de Troya Palamedes inventó la formación en el ejército, dar la consigna, las téseras y las guardias nocturnas 387 ; en la misma guerra, la indicación de los puestos de guardia, Sinón; las treguas, Licaón 388 , y los pactos, Teseo.

[203] La ciencia augural procedente de las aves la inventó Car, de quien recibe el nombre Caria; la del resto de los animales la añadió Orfeo; la aruspicina, Delfo; la adivinación por el fuego, Anfiarao; por la observación de las vísceras de las aves, Tiresias de Tebas 389 ; la interpretación de apariciones y sueños, Anfictión 390 . La astrología, Atlante, el hijo de Libia, según otros, los egipcios y según otros, los asirios; dentro de ella, la esfera, Anaximandro de Mileto 391 ; la teoría de los vientos, Eolo, el hijo de Helén 392 . La música, Anfión 393 ; [204] la siringa y la flauta simple, Pan, el hijo de Mercurio; la flauta travesera, Midas en Frigia; la flauta doble, Marsias en la misma nación 394 ; los modos lidios, Anfión; los dorios, Támiras de Tracia; los frigios, Marsias de Frigia 395 ; la cítara, Anfión; según otros, Orfeo, y según otros, Lino 396 . Con siete cuerdas la tocó por primera vez Terpandro, añadiendo tres a las cuatro primeras; Simónides añadió la octava y Timoteo la novena 397 . Támiris 398 fue el primero que, sin acompañamiento de voz, tocó la cítara; acompañado de canto, Anfión; según otros, Lino. Terpandro compuso poemas para cítara. Árdalo de Trecén instituyó el canto con acompañamiento de flautas 399 . Los Curetes enseñaron la [205] danza guerrera y Pirro la pírrica, ambas en Creta 400 . Debemos el verso heroico al oráculo Pitio 401 . Sobre el origen de los poemas hay una gran polémica; está demostrado que existieron antes de la guerra de Troya. Ferecides de Siros instituyó la escritura en prosa en tiempos del rey Ciro; Cadmo de Mileto, la historia 402 ; Licaón, en Arcadia, los juegos gímnicos 403 ; los fúnebres, Acasto en Yolco y después de él, Teseo, en el istmo, y Hércules, en Olimpia 404 ; la competición atlética, Piteo 405 ; el juego de pelota, Giges de Lidia; la pintura, los egipcios y, en Grecia, Euquir, pariente de Dédalo, según el parecer de Aristóteles 406 , según el de Teofrasto, Polignoto de Atenas 407 .

Dánao fue el primero que llegó en barco a Grecia desde [206] Egipto 408 ; antes se navegaba entre las islas en balsas inventadas en el mar Rojo por el rey Éritras 409 . Se encuentran algunos que piensan que las idearon antes los misios y los troyanos en el Helesponto, cuando lo cruzaban contra los tracios. Todavía ahora se hacen en el Océano Británico con mimbre trenzado y guarnecidas de cuero 410 , y en el Nilo, [207] con papiro, juncos y cañas 411 . Según Filostéfano, el primero que navegó en una nave larga fue Jasón; según Hegesias, Páralo; según Ctesias, Samirámide y, según Arquémaco, Egeón 412 ; la birreme, según Damaste, la hicieron los eritreos 413 ; la trirreme, según Tucídides, Amínocles de Corinto [208] 414 ; la cuadrirreme, según Aristóteles, los cartagineses 415 ; la quinquerreme, según Mnesigitón, los de Salamina; la de seis filas, según Jenágoras, los siracusanos; desde ella hasta la de diez filas, según Mnesigitón, Alejandro Magno 416 ; hasta la de doce filas, según Filostéfano, Ptolomeo Sóter; hasta la de quince, Demetrio, el hijo de Antígono; hasta la de treinta, Ptolomeo Filadelfo y hasta la de cuarenta, Ptolomeo Filopátor, que recibió el sobrenombre de Trifón 417 . La nave de carga la inventó Hipo de Tiro 418 ; el lembo, los de Cirene 419 ; la cumba, los fenicios 420 ; el celete, los radios 421 y el cerciro, los de Chipre 422 . La observación de las estrellas [209] en la navegación, los fenicios; el remo, en la ciudad de Copas; su pala, en Plateas 423 ; las velas, Ícaro; el mástil y la antena, Dédalo 424 ; el barco para el transporte de caballos, los samios, o Pericles de Atenas; las naves longas cubiertas, los de Tasos, antes sólo se luchaba desde la proa y desde la popa; Piseo, el hijo de Tirreno, añadió los espolones; Eupálamo, el ancla; Anacarsis, el ancla bidente; Pericles de Atenas, los arpones y los garfios, y el timón, Tifis 425 . El primero que combatió con una flota fue Minos 426 . —El primero que mató un animal fue Hiperbio, el hijo de Marte, y un buey, Prometeo— 427 .

57 (58) En qué cosas hubo los primeros acuerdos de los pueblos. El alfabeto antiguo

[210] El primer acuerdo tácito de todos los pueblos consistió en que se usase el alfabeto jónico.

58 Para Prueba de que el alfabeto griego antiguo era casi el mismo que es ahora el latino servirá un antigua mesa délfica de bronce dedicada a Minerva, que está hoy como ofrenda de los emperadores en el Palatino [en la biblioteca], con la siguiente inscripción: NAYΣIKPATHΣ ANEΘETO TAI ΔIOΣ KOPAI TAN ΔEKATAN *** 428

59 (59) Cuándo hubo barberos por primera vez

[211] El segundo acuerdo de los pueblos fue respecto a los barberos, si bien los romanos lo tomaron más tarde. Llegaron a Italia desde Sicilia el año cuatrocientos cincuenta y cuatro de la fundación de Roma y los trajo Publio Titinio Mena, según atestigua Varrón; antes nose afeitaban 429 . El primero que estableció la costumbre de afeitarse todos los días fue el segundo Africano 430 ; el divino Augusto siempre usaba navaja 431 .

60 (60) Cuándo hubo relojes por primera vez

El tercer acuerdo fue en la observación [212] de las horas, entrando ya en el cómputo, que en el libro segundo dije cuándo y por quién fue descubierto en Grecia 432 . También llegó más tarde aquí, a Roma. En las Doce Tablas sólo se nombran el orto y el ocaso, unos años después se añadió también el mediodía, que proclamaba un heraldo de los cónsules, cuando desde la Curia veía el sol entre los Rostros y la Grecóstasis; al declinar el astro desde la columna Menia hasta la cárcel, proclamaba la última hora, pero esto sólo en los días serenos, hasta la Primera Guerra Púnica 433 . Cuenta Fabio Vestal que [213] el primer reloj de sol lo puso Lucio Papirio Cursor, doce años antes de la guerra contra Pirro, delante del templo de Quirino que había sido ofrecido por su padre, al hacer la dedicación. Pero no da a conocer los fundamentos de la fabricación del reloj ni su artífice, ni de dónde se trajo ni en [214] quién lo encontró escrito 434 . Marco Varrón dice que el primer reloj público fue colocado en la Columna Rostral a la manera de los espolones de los barcos en la primera guerra Púnica por el cónsul Manio Valerio Mesala después de la toma de Catania, en Sicilia, y que fue transportado desde allí treinta años después de lo que se dice del reloj de Papirio, el año 490 de la fundación de Roma. A pesar de que las líneas de éste no coincidían con las horas, sin embargo se atuvieron a él durante noventa y nueve años, hasta que Quinto Marcio Filipo, que fue censor con Lucio Paulo, las dispuso más cuidadosamente y esto se tomó como uno de los dones [215] mejor recibidos de sus trabajos de censor. Sin embargo, también entonces en los días nublados las horas fueron poco seguras hasta el lustro siguiente. Entonces Escipión Nasica, colega de Lenate, fue el primero que dividió con agua lo mismo las horas del día que las de la noche e inauguró ese reloj bajo techo el año 595 de la ciudad 435 . ¡Durante tanto tiempo la luz fue indivisible para el pueblo romano!

Ahora pasaremos a ocuparnos del resto de los animales y en primer lugar, de los terrestres.

Historia natural. Libros VII-XI

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