Читать книгу Seducción: El diario de Dayana - Rafael Duque Ramírez - Страница 10
CAPÍTULO III EL DIARIO
ОглавлениеEsto me parece una estupidez. Por orden de mi petulante psiquiatra, empiezo este diario. ¡Si supiera lo mal que me cae, y cuánto lo desprecio! Se cree mucho con su traje fino y su colonia costosa. Me dice que me va a ayudar a entender mi vida, sin entrometerse en ella.
Cómo puedo creerle a un matasanos que no cura las enfermedades, sino que le pagan por decidir quién está loco y quién no.
Lo primero que debo escribir es quién soy. ¿Y quién puedo ser, por Dios? Soy Dayana, una mujer común y corriente, no soy fea ni tampoco bonita. Debo estar pesando unos 55 Kilos y mido
1.65 m. Odio los deportes, no creo en nada ni nadie. No tengo amigas, la única que tuve en el colegio fue Liliana Camacho que me robó mi novio del curso. Desde entonces no tengo a nadie, y creo que no he amado. Me considero inocente… Aunque en mis primeros recuerdos, me veo de visita en la finca de mis abuelitos. Allí los hijos de los mayordomos que vivían en esa casa, eran cuatro niños; el menor de ellos me llevaba dos años y entre ellos, se llevaban un año. Me llevaron a jugar. Recuerdo que había un carro abandonado como decoración en todo el centro de la entrada de la finca, que le decían el crucero del amor. Y allí me llevaron a jugar. Cuando me di cuenta, todos me empezaron a tocar y a subirse encima de mí. Primero uno, después el otro y así… Todos se divirtieron. Yo tenía un vestidito azul y mediaspantalón que me las bajaron hasta las rodillas con los cucos, mientras frotaban sus pequeños penes en medio de mis piernas. Yo no entendía lo que sucedía, aunque me gustó y quería que todos siguiéramos jugando. De pronto, escuché la voz de mi mamá, preguntando dónde estaba. Los niños me dijeron que no le contara lo que había sucedido a nadie. Ahí, entendí que era algo prohibido pero rico…
Dos años después, mi primo que es un año mayor que yo, me invitó a jugar a desfilar desnudos y cuando él me veía, se le paraba. No sabía por qué era eso, pero me gustaba verlo así.
Él leía revistas con vulgaridades que un tío suyo escondía debajo de la cama y una vez, me las mostró. Tan solo vi una pareja que estaba muy junta, pero nunca reparé en la unión de sus sexos. Entonces, empezamos a jugar al papá y a la mamá… Tan solo había roces, no recuerdo haber sentido placer, pero sí recuerdo haber visto su pene infantil parado cuando jugábamos juntos, y me encantó.