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II / La construcción del poder político

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En la época posterior a la Revolución de Mayo, las provincias del Noroeste argentino contribuyeron con hombres y apoyo logístico a las guerras por la independencia. Con su aporte combatieron los Ejércitos del Norte y de los Andes; las milicias de las provincias fueron su retaguardia y, en algún caso como en Salta, se transformaron en la verdadera avanzada de las armas de la patria. Esas milicias cumplieron una tarea decisiva en la estrategia de San Martín en el cruce de los Andes.49

Las milicias constituyeron la forma en que las provincias organizaron a la población de las campañas para su política de defensa y para el mantenimiento del orden interno. Cuando las milicias se proyectaron políticamente defendiendo sus propios objetivos fueron llamadas despectivamente montoneras.50 Los cívicos constituían las milicias urbanas que solo en casos excepcionales expresaron objetivos propios como sector social; generalmente, fueron un instrumento militar de los sectores sociales dominantes.

Juan Facundo Quiroga perteneció a las milicias de Los Llanos de La Rioja que en esa época no fueron llamadas montoneras. Desde esas milicias forjó su poder político y militar. La documentación que se encuentra en su Archivo cuyos registros comienzan en 1815 permite reconstruir toda una etapa de nuestra historia más aún si se tiene en cuenta que el Archivo de la Provincia de La Rioja fue destruido por el general Gregorio Aráoz de La Madrid durante su ocupación de La Rioja en 1841.51 Con anterioridad no hay registros que se refieran a la vida pública de Juan Facundo Quiroga. El 25 de febrero de 1816 fue designado capitán de milicias a cargo de la compañía de San Antonio.52 En enero de 1817 quedó a cargo transitoriamente de la jefatura de las milicias de Los Llanos.53 En enero de 1818 fue nombrado comandante interino de las milicias de Los Llanos,54 siendo reconocido en el mismo cargo con el grado de sargento mayor en enero de 1820.55 Las listas sobre la organización de las milicias que se encuentran en el Archivo de Quiroga demuestran que éstas tenían una organización zonal con turnos para entrar en servicio.56 La estructura social de Los Llanos de La Rioja, que puede reconstruirse con la documentación que se conservó, permite afirmar que las milicias estaban integradas por pequeños propietarios, peones y arrieros y en algunos casos con estancieros que tenían cierto poder económico. Esa fue la base del poder político de Quiroga.

Las milicias de Los Llanos cumplieron un papel fundamental en apoyo al Ejército Auxiliar del Perú y al Ejército de los Andes. Colaboraron con tropas,57 ganado58 y en la captura de desertores. Tenían a su cargo sembrados para el abastecimiento de los ejércitos,59 y eran responsables de que los niños asistieran a las escuelas en el ámbito de su jurisdicción.60 Eran el brazo ejecutor de las políticas del gobierno provincial. Coexistían con la legalidad de la época.61

¿De dónde surge la leyenda sobre la deserción de Quiroga del Regimiento de Granaderos a Caballo, o de Arribeños, o de Blandengues con anterioridad a los registros históricos de su Archivo que comienzan en 1815, leyenda que reproducen la mayoría de los historiadores?

Escribió Sarmiento en el Facundo después de relatar anécdotas de la infancia y juventud de Quiroga producto de su imaginación sin ninguna base documental:

Facundo reaparece después en Buenos Aires donde en 1810 es enrolado como recluta en el regimiento de Arribeños que mandaba el Gral. Ocampo, su compatriota, después presidente de Charcas. La carrera gloriosa de las armas se abría para él con los primeros rayos del sol de mayo… Más tarde fue reclutado para el ejército de los Andes, y enrolado en los Granaderos a caballo; un teniente García lo tomó de asistente, y bien pronto la deserción dejó un vacío en aquellas gloriosas filas.62

Esa versión, modificada y con explicaciones, fue tomada por los biógrafos de Quiroga.

David Peña, que dictó sus conferencias sobre Quiroga en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires en 1903, recogidas en un libro en 1906, y que fue la primera reivindicación de Quiroga, sostiene que encontró los primeros datos sobre su vida militar en las obras de dos autores: Zinny y Hudson.63 Dice que Quiroga fue incorporado por el teniente coronel Manuel Corvalán, jefe de la frontera sur de Mendoza, a un contingente que tenía como finalidad integrarse al Regimiento de Granaderos a Caballo en 1812. Que se había incorporado porque su padre lo había enviado con “una tropa de aguardiente” a Buenos Aires, que había jugado en el camino y perdido, y que en esas condiciones no quería presentarse ante su padre. Que llegado a Buenos Aires fue incorporado al Regimiento de Granaderos y destinado a un regimiento de infantería que mandaba el capitán Juan Bautista Morón. Que como consecuencia de una carta enviada por su padre a Corvalán obtuvo su baja.64

David Peña tuvo a su disposición el Archivo de Quiroga facilitado por su familia y como los registros comienzan en 1815 debió recurrir a dos textos de historia. Tomó casi textualmente la versión que incorporó Zinny en su Historia de los Gobernadores de las Provincias Argentinas, que tampoco tenía base documental.

Escribe Zinny:

Hallábase de comandante de la frontera sur de la ciudad de Mendoza el teniente coronel don Manuel Corvalán, en 1812, en el fuerte de San Carlos, cundo éste recibió orden del gobierno para plantar bandera de enganche hasta formar un contingente de 200 hombres. Presentóse entonces un joven como de 16 a 18 años, que se negó a recibir el importe de su enganche. A los pocos días, el ayudante dio parte de que el joven, alistado como recluta, no comía con el resto de la tropa, sino que, sacando del rancho común su parte correspondiente, comía separado con cubierto de plata.

Llamado por el comandante, le pidió este explicaciones sobre tal proceder; Quiroga contestó que, habiéndole enviado su padre, desde La Rioja con una tropa de aguardiente para Buenos Aires, había jugado todo en el camino y viendo bandera de enganche había tomado la resolución de engancharse de soldado antes que presentarse ante su padre, cuya justa indignación temía. Desde aquél momento el comandante Corvalán lo tomó a su servicio inmediato, habiendo emprendido la marcha con destino a Buenos Aires, luego que estuvo lleno el número fijado.

Durante la marcha, le alcanzó en la jurisdicción de Córdoba, un chasque mandado por el padre de Quiroga con una carta para el comandante Corvalán, pidiendo se le devolviese a su hijo, a quién deseaba ver a su lado y en el seno de la familia, sin dar importancia alguna a la pérdida que éste había sufrido.

Luego que este contingente llegara a Buenos Aires, fue destinado a formar el regimiento de Granaderos a Caballo, que, al mando del General San Martín, empezara a instruirse en el Retiro (hoy plaza General San Martín) mientras que el soldado Juan Facundo Quiroga fue alistado a una compañía que mandaba el capitán Juan Bautista Morón, en un regimiento de infantería.

Allí permaneció un mes recibiendo las primeras nociones de la instrucción militar, hasta que el comandante Corvalán, por su influencia con el gobierno, consiguió que se le diera de baja, retirándose Quiroga inmediatamente a su provincia natal –La Rioja– de cuyos destinos fue, pocos años después, único árbitro y terrible azote de la República.65

La versión de Damián Hudson es diferente e incompatible con la de Zinny. Quiroga era un Blandengue en la frontera de Mendoza en la época de formación del Ejército de los Andes, es decir por lo menos dos años después de la fecha en que lo sitúa Zinny y próximo ya a los primeros registros históricos que aparecen en su archivo.

Decía Hudson:

Hemos dicho que el General San Martín en precaución de una tentativa de los españoles por el paso del Portillo, destinó alguna artillería a los fuertes de San Carlos y San Rafael en la frontera de Mendoza. Esto lo hacía completando el mejor estado de defensa de ese punto avanzado de nuestro territorio, limítrofe a Chile y a los salvajes de la Pampa, confiando su mando en jefe al Teniente Coronel don Manuel Corvalán. Una compañía de infantería, otra de artillería y dos de caballería con la denominación de Blandengues, daban guarnición a ambos fuertes.

Entre estos Blandengues formaba como soldado raso (y ateniéndonos a la tradición, enrolado a causas de pendencias y de algunos alardes de bravo) un hombre de regular estatura, delgado pero bien conformado y de muy acentuada musculatura, revelando la fuerza física y la energía de carácter… Su aspecto denunciaba fuerza, voluntariedad indomable, ánimo y atrevido para llegar, saltando toda valla, a donde el impulso de sus fuertes pasiones le arrastraran, sin hacer caso de ley ni rey, tipo en alto relieve del gaucho malo. Había nacido en el distrito de los Llanos, en la Provincia de La Rioja, de una familia oriunda de la ciudad de San Juan, a donde fue enviado en su niñez a aprender primeras letras. Agrégase que a este soldado, tomólo de su ordenanza el Comandante de frontera, Corvalán.

Es este el mismo blandengue de entonces; que treinta años más tarde vino a servir de prototipo al distinguido escritor Sarmiento en su afamado libro: Civilización y barbarie. Es al fin, ya lo habréis adivinado, Juan Facundo Quiroga.

Dejémoslo ahí, por ahora, que a medida que avance nuestra narración, se nos irá presentado de época en época, hasta aquella en que se hizo tan funestamente célebre como caudillo.66

Cuando Quiroga vuelve a aparecer en la obra de Hudson se trata ya del Quiroga histórico, sobre quien existen registros documentales. Hudson no se refiere a ninguna deserción y el único punto de contacto con la versión de Zinny es la mención a Manuel Corvalán.

Elías Ocampo, en sus conferencias pronunciadas en 1937 en la Asociación Mariano Moreno de La Rioja, quien además de otra documentación contaba con la que había publicado David Peña, repite la versión de Zinny-Peña.67 Y citando a Peña, Pedro de Paoli en 1952 da la misma versión.68 La acepta Napoleón Guzmán Loza en 1974.69 Incluso antores que reconstruyen con rigurosidad los hechos históricos la han admitido.70 Sería entonces un dato histórico reconocido por toda la historiografía: Juan Facundo Quiroga habría formado parte del Regimiento de Ganaderos a Caballo. A diferencia de la afirmación de Sarmiento no habría sido un desertor.

En realidad, lo que hizo Zinny fue reelaborar las versiones del Facundo.

Tomó, en primer lugar, la idea sobre el individualismo de Quiroga: comía solo.

En la casa de sus huéspedes, jamás se consiguió sentarlo a la mesa común…71

Continuó con la afición de Quiroga al juego (comprobada por la documentación histórica):

Cuando llega a la pubertad, su carácter toma un tinte más pronunciado. Cada vez más sombrío, más imperioso, más selvático, la pasión del juego, la pasión de las almas rudas que necesitan fuertes sacudimientos para salir del sopor que las adormeciera, domínalo irresistiblemente desde la edad de quince años.72

Finalmente, Zinny aceptó la idea de Sarmiento sobre la incorporación de Quiroga al Regimiento de Granaderos a Caballo reelaborando su narración.

Hudson, por su parte, en otra versión que hace de Quiroga un Blandengue, atribuye a la tradición la explicación sobre las razones de su incorporación a una fuerza en la frontera de Mendoza.

La obra de Antonio Zinny Historia de los gobernadores de las provincias argentinas publicada entre 1879 y 1883 fue precursora de los estudios sobre la historia de las provincias. Zinny fue un erudito que pasó revista a los periódicos que se habían editado en Argentina y con esos datos y otros documentos que encontró escribió su obra.

En el tomo I decía:

Advertencia. Cómo es posible que algunos datos y hechos, que en la presente Historia se consignan, promuevan rectificaciones, nos hacemos un deber en declarar que nosotros las aceptaremos con gusto, prometiendo darlas al público en suplemento.73

Es decir, que era consciente de los errores que podía haber cometido. En realidad, la obra de Zinny es un borrador sobre el cual los historiadores deben trabajar con rigurosidad científica. Y en relación a Quiroga hay una nota complementaria en el capítulo referido a la provincia de Jujuy que puede explicar la elaboración que hizo sobre los primeros años de Quiroga: Zinny conoció a su familia de la que decía que era “muy excelente en verdad…”.74

La influencia de la obra de Sarmiento, en plena vigencia cuando escribió Zinny, lo llevó a aceptar la leyenda que se había creado, atenuándola con alguna versión familiar que tampoco contaba con respaldo documental y que solo estaría basada en alguna errónea tradición familiar.

La aseveración de Hudson, diferente a la de Sarmiento y Zinny, resulta contradictoria con la documentación existente. Quiroga habría sido un blandengue en 1814. Si se tiene en cuenta que en 1815 se encuentran los primeros registros históricos sobre Quiroga y que en 1816 fue designado capitán de milicias, la simple cronología refuta la afirmación. ¿Antes de ser capitán de milicias, no tuvo Quiroga que ser alférez o teniente, siguiendo el escalafón habitual de las milicias? Hudson fue contemporáneo de Sarmiento, conoció a Quiroga en 1833 según relata en su obra y escribió después del año 1861 ya que menciona el terremoto de Mendoza de ese año.75 La interpretación sarmientina referida a Quiroga considerándolo como gaucho malo permite sostener que Hudson tomó la leyenda creada por Sarmiento con ciertas modificaciones producto de algún comentario que le dio cierta originalidad frente a la obra de Sarmiento.

El análisis del texto de Zinny, además, es contradictorio con la realidad histórica. Nunca tuvo el Regimiento de Granaderos a Caballo un Regimiento de Infantería que le estuviese subordinado. Ello es contrapuesto con toda la organización militar. No existieron Granaderos de Infantería en el Regimiento organizado por San Martín. ¿Puede alguien imaginarse a un Juan Facundo Quiroga en una tropa de infantería? ¿Se puede imaginar a un llanisto de infantería en el siglo XIX? Tampoco concuerda con los registros históricos la afirmación sobre el traslado de aguardiente a Buenos Aires. El aguardiente no era una producción de Los Llanos de La Rioja. Pero hay un documento que resulta decisivo. Una carta del padre de Quiroga que atribuye a su hijo Juan Tomás una conducta parecida a la que se le atribuyó a Juan Facundo:

Señor don Felipe Santiago Mallea. Llanos y mayo.

Muy Señor mío y mi dueño: a causa de hallarme facultado para el arreglo de las milicias de este partido me veo en la precisión de darle el debido remedio lo que quisiera haber hecho en persona y no puedo porque me precisa viajar a La Rioja para el 25 de mayo, por lo que me tomo la satisfacción de molestar a Ud. me haga el cariño de hacerme la diligencia que expresaré e instruiré a Ud. para que en vista de ella obre sirviéndole de poder ésta por no haber aquí papel sellado para librar poder en forma.

Señor mío, es el caso que habiendo despachado a mi hijo Juan Tomás para que les ayude a los niños a hacer la cosecha, tengo noticias ciertas que ha jugado todas sus prendas y que no les ha ayudado en nada. Antes si, lejos de serles de alivio y aun ofreciéndoles yo darles una mano antes de que llegue a ese estado, he de estimar a Ud. me lo haga poner en el cuartel y presentado al Señor Teniente Gobernador para que tome plaza de soldado por cinco años y cumplido el término se vuelva para que de este modo se sujete, y cuando no vuelva al servicio, pues Ud. no ignora el padecimiento que he padecido hasta el presente, pues mis haciendas están perdidas por no haber quién las recoja, pero para la destrucción hay de sobra y así no omita diligencia sobre el particular, yo celebraré lo para bien y en posesión de mi cariño mande en cuanto mi inutilidad valga.

Dios guarde a Ud. muchos años, Su más afectuoso servidor y amigo Q.B.S.M. José Prudencio Quiroga.

Otrosí: pido se me devuelvan las prendas que ha jugado si fuere de justicia. Vale.76

Sarmiento tomó entonces un hecho parecido protagonizado por el hermano de Juan Facundo y elaboró su versión. También hay una carta, muy afectuosa, que muchos años después escribió Corvalán a Quiroga, recordándole la vieja amistad que los unía, que no menciona para nada esa supuesta subordinación de Quiroga como soldado, cuando la ocasión era propicia para un recuerdo de este tipo. Escribió Corvalan:

Fuerte Argentino, diciembre 24 de 1833.

Señor General Don Juan Facundo Quiroga.

Mi apreciado General y distinguido amigo:

En este punto en comisión del Señor General Rosas, he sabido por comunicación de este señor su arribo a esa capital. Solo yo puedo valorar la satisfacción que he tenido con tan plausible noticia, quiera el cielo haya sido con toda felicidad y goce completa salud. Quisiera el mismo darme vida para tener el placer de saludarlo y darle un federal abrazo. Ud. sabe que soy su antiguo amigo y que vivo persuadido que jamás ha mediado el menor motivo para dudar de nuestra sincera amistad. Al contrario, todo ha sido una serie de sucesos que han eslabonado más y más el afecto que le he profesado. Y como conozco bien su carácter consecuente para con sus amigos, tengo ese motivo más para lisonjearme y creer que será siempre en el número de éstos y esto baste.

Su afectuoso amigo y compatriota. Manuel Corvalan.77

La documentación transcripta destruye la leyenda creada por Sarmiento y repetida por los historiadores.

Juan Facundo Quiroga durante toda la época de las guerras civiles mantuvo su actividad como estanciero que criaba caballos, mulas, ganado vacuno y seguramente cabras. Pero en los primeros registros que existen en su archivo solo se observan intercambios con San Juan.78 Ninguno con Mendoza, mucho menos con Buenos Aires.

La versión sobre alguna participación militar de Quiroga antes de formar parte de las milicias de Los Llanos es una leyenda, no es un dato histórico y la reiterada repetición de un dato erróneo no lo transforman en dato histórico. Juan Facundo Quiroga no formó parte ni de Arribeños, ni de Granaderos a Caballo ni de Blandengues. Se formó militarmente en las milicias riojanas. Las restantes versiones forman parte de una leyenda.

La primera actuación pública de Quiroga fue cuando en febrero de 1819 se sublevaron los prisioneros realistas, derrotados en Chile, que San Martín había confinado en San Luis. Sarmiento, en el Facundo, creó el mito del prisionero “confundido entre los criminales que la cárcel encierra” que, liberado de la prisión por los sublevados, contribuyó a la derrota de la sublevación. De allí derivaría el prestigio de Quiroga. Decía Sarmiento:

Pero su carácter y hábitos desordenados no cambian y las carreras, el juego, las correrías del campo, son el teatro de nuevas violencias, de nuevas puñaladas y agresiones, hasta llegar al fin a hacerse, intolerables para todos e insegura su posición. El desertor de los Arribeños, el soldado de Granaderos a caballo que no ha querido inmortalizarse en Chacabuco y en Maipú, resuelve ir a reunirse a la montonera de Ramírez, vástago de la de Artigas, y cuya celebridad en crímenes y en odio a las ciudades a que hace la guerra, ha llegado hasta los Llanos y tiene llenos de espanto a los gobiernos. Facundo parte a asociarse a aquellos filibusteros de la Pampa, y acaso la conciencia que deja de su carácter e instintos y de la importancia del refuerzo que va a dar aquellos destructores, alarma a sus compatriotas, que instruyen a las autoridades de San Luis por donde debe pasar, del designio infernal que lo guía. Dupuy, gobernador entonces (1818) lo hace aprehender, y por algún tiempo permanece confundido entre los criminales que la cárcel encierra. Ésta cárcel de San Luís, empero, debía ser el primer escalón que había de conducirlo a la altura que más tarde llegó. San Martín había hecho conducir a San Luis un gran número de oficiales españoles de todas graduaciones de los que habían sido tomados prisioneros en Chile. Sea hostigados por las humillaciones y sufrimientos, sea que previesen la posibilidad de reunirse de nuevo a los ejércitos españoles, el depósito de prisioneros se sublevó un día, y abrió las puertas de los calabozos de reos ordinarios, a fin de que les prestasen ayuda para la común evasión. Facundo era uno de estos reos, y no bien se vio desembarazado de las prisiones, cuando enarbolando el macho de los grillos, abre el cráneo al español mismo que se los ha quitado, y yendo por entre al grupo de los amotinados, deja una ancha calle sembrada de cadáveres en el espacio que ha querido correr. Dícese que el arma de que hizo uso fue una bayoneta, y que los muertos no pasaron de tres; Quiroga, empero, hablaba siempre del macho de los grillos y de catorce muertos.79

Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde toman el dato sobre la intención de Quiroga de unirse a las montoneras del Litoral sin ningún análisis crítico, a pesar de que esa afirmación contradice toda la documentación que se encuentra en su Archivo. Esa decisión representaría definiciones políticas que Quiroga no había asumido:

Las montoneras del litoral detuvieron los proyectos monárquicos de los directoriales en Cepeda. A estas montoneras pensaba agregarse el joven Juan Facundo Quiroga, cuando fue encarcelado, en San Luis, lugar en el que se comportará heroicamente contra los sublevados españoles.80

David Peña ya había rechazado la afirmación de Sarmiento indicando que en esos días recibía congratulaciones por apresar desertores y enviarlos a las provincias vecinas.81 En cuanto a la sublevación de los prisioneros españoles Peña remite a la documentación publicada en la obra de Gez, Apoteosis de Pringles.82 Sostiene que Quiroga estuvo poco tiempo preso en la cárcel de San Luis.83 Dice también:

…Quiroga habitaba San Luis como preso político, no como criminal. Tiene franca la ciudad de día; va a dormir al cuartel como única obligación. Por eso este suceso lo encuentra en la vía pública…84

Elías Ocampo decía en 1937:

…No he podido averiguar la verdadera causa de esta prisión. Son tres las versiones más corrientes: una, que fue tomado por montonero en connivencia con Ramírez, José Miguel Carrera y López. Otra, que fue confundido por tal, y la tercera que habiendo enviado el Teniente Gobernador de San Luis, Dupuy, un oficial a Los Llanos en misión que no se especifica, este oficial, en disputa con Facundo, habría sido herido o muerto por él, razón por la cual Dupuy manda a Los Llanos una partida ligera que lo sorprende y apresa. Para el caso no interesa mayormente cual sea la versión exacta.85

Pedro De Paoli, en una extensa nota inserta en seis páginas, trata de demostrar, analizando la documentación difundida en la obra de Gez, que Quiroga no estaba preso, pero que en definitiva, si así hubiese sido se trataría de un preso político, destacando que el preso político está al margen de la delincuencia.86 En definitiva, de Paoli acepta la explicación que dio Gaffarot, que sostenía que no estaba preso sino que trasladaba un contingente con destino a Córdoba cuando se produjo la sublevación.87

Bazán, en 1978 rechazaba la idea de que Quiroga estaba preso en San Luis:

…Creemos que debe descartarse definitivamente la especie de que Juan Facundo estaba preso en dicha cárcel cuando ocurrió la sublevación. Ni prisionero, ni arrestado, ni demorado. Es inconcebible que el comandante partidario de Los Llanos, sujeto a la jurisdicción del gobierno riojano haya sido detenido en ajena provincia como un delincuente común.88

La declaración prestada por Quiroga en el sumario instruido por Monteagudo, quien se encontraba confinado en San Luis, es la siguiente:

Enseguida compareció el capitán de milicias don Facundo Quiroga, a quién previo juramento de estilo, que lo hizo conforme a ordenanza, se le examinó a tenor de las preguntas siguientes:

Preguntado– Si se acuerda o sabe que el capitán prisionero don Francisco María González, el de la misma clase don Antonio Arriola y el sub-teniente don Juan Caballo, se los vio el lunes a la mañana tomar parte en la conjuración de los Godos; si estaban armados y con qué armas, –Dijo: Que no los conoce por sus nombres, ni sabe que hubiesen quedado algunos de los que estaban el en cuartel sin tomar armas. Y responde:

Preguntado: Si poniéndole delante los que han quedado vivos, conocerá si algunos de ellos estaban armados en la refriega,- Dijo: Que sí. Y responde.

En este acto, mandó el señor Juez comparecer a los oficiales prisioneros que se hallan presos, y puestos delante de él, le interrogó, si alguno de ellos estaba armado en la refriega, y con qué arma. –Dijo: Que de todos los que se le han puesto a la vista, solo reconoce al alférez don José María Riesco, a quién vio en el patio con un hacha y un cuchillo ensangrentado en la mano; que está cierto que de todos los que entraron al cuartel, solo uno pasó a la cuadra en que estaba el declarante, con un cuchillo en la mano, quedando todos los demás hacia la puerta, que al que se acercó a la misma puerta de la cuadra salió el declarante a correrle con un asta en la mano, y le hizo huir a las otras cuadras, que no conoce a éste, pero el soldado José Manuel Guzmán, que estaba allí de centinela, podrá acordarse de él. –Y responde:

En este estado, y no teniendo más que añadir, mandó el señor Juez cerrar esta diligencia; y leída que le fue su declaración, se afirmó y ratificó en ella; que es de edad de treinta y un años, firmándola con dicho señor, de lo que doy fe.

Monteagudo. Juan Facundo Quiroga, Ante mí– José Gregorio Ximenez.

Acto continuo mandó el señor Juez comparecer al sub-teniente don José María Riesco, a efectos de carearle con el testigo que antecede; nuevamente descubiertos y reencargada a ambos la verdad, fueron interrogados; el testigo, si el hombre que tiene a la vista es el mismo por quién ha declarado y si se ratifica en ello. –Dijo: Que si, que es el mismo por quién ha declarado, y que lo vio armado en los términos que dijo. –Y reconvenido el reo con esta nueva deposición, que corrobora las anteriores, de que ya se le ha formulado cargos. –Dijo que se ratifica en su confesión, y que no ha tenido él en la refriega con hacha ni arma alguna. –Y de no quedar conformes, testigo y acusado, la firmaron con dicho señor de que dio fe.

Monteagudo. José María Riesco. Juan Facundo Quiroga.

Ante mí- José Gregorio Ximenez.89

En la documentación publicada por Gez se incorporan los testimonios de dos personas que estaban en San Luis al producirse la sublevación, que mencionan a Quiroga, pero ninguno de ellos estaba próximo a él. Manuel Álvarez, en un testimonio escrito que lleva fecha del 1° de septiembre de 1869, cincuenta años después de los hechos, dice que Quiroga se encontraba preso en el cuartel, que permanecía en libertad durante el día y que era jefe de los montoneros presos en la cárcel del cabildo.90 Juan Ruíz Ordoñez, único oficial realista que sobrevivió, seguramente por su corta edad, en carta a Mariano Balcarce se refería a la opinión de Quiroga sobre San Martín:

Quiroga, uno de los hombres más sanguinarios que conocí en aquellos países, siempre lo recordaba con respeto y a pesar de su modo de pensar, contrario a toda política, decía; “al único que dejaría mandar si estuviese en el país sería a él porque todos los demás han sido unos traidores. Nadie ha trabajado por su felicidad como el general San Martín”- y eso que había sido castigado por el General en sus travesuras en La Rioja, y cuando los acontecimientos de San Luis, estaba en el calabozo donde me destinaron después de presenciar la ejecución de mis infelices compañeros; allí le conocí personalmente, y cuando estuvo ese día el señor General, lo puso también en libertad. Más tarde se hizo General como estará Ud. enterado. Sin embargo, que fue nuestra casa muy perseguida, pero como tenía relación con él tuve la suerte de que no me fusilara a pesar de no haber tomado armas en su contra, pues no era menester hacerlo para merecerlo, logrando calmarlo hasta cierto punto, con las visitas y manifestaciones que le hacía, con lo que pude salvar los pocos intereses de casa que aún quedaban.91

La declaración de Ruiz Ordoñez, cuando se refiere a que compartió el calabozo con Quiroga después del fusilamiento de los prisioneros sublevados no es verosímil. Recoge la versión de la familia de Pringles, de quien era cuñado, muerto años después por las tropas de Quiroga. No resulta verosímil que Quiroga, que se destacó en derrotar la sublevación, fuese recluido en un calabozo. No se condice tampoco con la correspondencia que intercambió con el gobernador Dupuy. Ruiz Ordoñez dice que San Martín llegó a San Luis a los seis días y fue llevado a su presencia.92 San Martín se encontraba el 17 de febrero en Curimón, Chile, dirigiéndose a Mendoza93 por lo que recién pudo estar en San Luis a principios de marzo cuando ya Quiroga había abandonado la ciudad. Lejos estaba el general de poder ocuparse de alguna travesura ocurrida en La Rioja. No dispuso la libertad de Quiroga a quien no llegó a conocer.

El estudio del sumario instruido por Monteagudo con motivo de la sublevación, demuestra que Quiroga se encontraba en el cuartel y no en la cárcel. Que había en la cárcel montoneros y desertores presos, remitidos desde Córdoba que seguramente pertenecían a las fuerzas de Estanislao López y que muchos testimonios publicados por Gez dicen erróneamente que su jefe era Quiroga. Esa denominación, montoneros, no era utilizada para designar en esa época a las milicias de Quiroga; se designaba así a las fuerzas del Litoral y a las de José Miguel Carrera. Demuestra también el sumario que uno de los objetivos de los sublevados era ponerlos en libertad para que los apoyen.94 El reconocimiento al grado de Quiroga, capitán de milicias, indicaría que no estaba preso, aunque si en una condición especial ya que no tenía armas en su poder y debió recurrir a un asta para repeler la agresión de los sublevados.

En el Archivo de Quiroga no hay documentos que permitan determinar qué hacía Quiroga en San Luis; si efectivamente cumplía alguna comisión ordenada por el gobierno como sostiene Gaffarot o alguna otra misión. El último registro documental es la firma de un expediente el 28 de septiembre en Los Llanos95 y el siguiente es del 17 de abril de 1819.96 Es decir que durante casi siete meses no hay registros históricos sobre la actividad de Quiroga en La Rioja. En el Archivo Histórico de San Luis hay un documento en el que consta que, a Quiroga, al momento de producirse la sublevación, se le habían retenido bajo inventario las pertenencias y dinero que llevaba. No se explican las razones.97 El día 12 de febrero se le hizo entrega de todas sus pertenencias y seguramente dejó, ese día, la ciudad de San Luis.98 Como no existe constancia de que estuviese acompañado por alguna tropa, todo indicaría que se encontraba atendiendo alguna actividad privada cuando fue retenido en San Luis.99 En el lenguaje y reglamentaciones de la época diríamos que al arribar a San Luis no se le otorgó pasaporte para continuar moviéndose libremente. ¿Qué pudo haber motivado esa actitud del gobierno de San Luis? En el Archivo de Quiroga están agregadas unas actuaciones originadas el 19 de abril de 1818 por las que el gobernador de La Rioja, Diego Barrenechea, prohibía a los estancieros criadores sacar a extraña jurisdicción la mitad de su producción ya que la escasez de ganado dificultaba el abastecimiento de la ciudad. Esa resolución se puso en ejecución a partir de septiembre según consta en las notificaciones efectuadas a los oficiales de las milicias de Los Llanos.100 Esa decisión pudo haber afectado el abastecimiento de San Luis provincia que además de necesitar cubrir su propio abastecimiento, debía alimentar a los prisioneros realistas que se encontraban en su territorio. Debía, también, apoyar al Ejército de los Andes. Ese debió haber sido el conflicto que hizo que se retuviese en San Luis a Quiroga que fue quien dispuso la ejecución de la medida. Como correspondía con un oficial de milicias, se lo alojó en el cuartel.

En junio el gobernador de San Luis informó a Quiroga que le sería otorgada una medalla con motivo de su participación en contra de la sublevación de los prisioneros realistas:

Mi amigo muy querido: Contesto con el mayor placer a su carta del 7 del corriente, la que recibí en circunstancias en que deseaba con impaciencia saber de Ud., pues hasta entonces no había tenido la menor noticia ni contestación alguna de ese Señor Teniente Gobernador. Yo he celebrado mucho más allá de lo que Ud. pueda imaginarse las consideraciones que le ha merecido.

El Supremo Gobierno me ha hecho el honor de consultarme los premios a que se hicieron acreedores los defensores del orden, en la horrorosa conspiración del 8 de febrero y a consecuencia propuse un Escudo para todos los oficiales y una medalla para los miembros del ilustre Cabildo, lo que ha sido aprobado y espero que me serán remitidas en primera oportunidad. Luego que lleguen tendré la satisfacción de remitirle la que ha merecido Ud. tan dignamente.

He recibido la carga de naranjas que Ud. me ha remitido, cuya fineza la he apreciado del modo más vivo, así por ser exquisitas y particulares en este destino, como por ser un obsequio de un amigo a quién aprecio de un modo singular. Con el mismo miliciano que trajo las naranjas, le remito a Ud. seis quesos para que los tome en mi nombre.

Dentro de pocos días pienso mandar a su consignación un individuo para que con él me remita cuatro barriles de vino de los mejores que se encuentren en ese destino, pero con la precisa condición de que me he de hacer cargo de su importe, sin cuya circunstancia no los admitiré.

No deje Ud. de escribirme en cuantas proporciones tenga, que yo jamás dejaré de contestarle con el mayor placer. Ruego a Ud. con todo el sentido de la expresión, recuerde todos los momentos el aprecio que me debe y ocupe con toda confianza y sin ceremonia a quién será eternamente su buen amigo.101

Los términos de la carta, la amistad que manifiesta y los pedidos que hace el gobernador de San Luis distan mucho del tratamiento que hubiese tenido con una persona a la que se tuvo presa por montonero según cuenta la leyenda. El 16 de octubre Dupuy envió a Quiroga, por intermedio del gobernador de La Rioja, la medalla que se le había otorgado.102

En los primeros años de su actuación pública Quiroga aparece subordinado a su gobierno que, a su vez, no tiene conflictos con los gobiernos centrales. Además de su apoyo a los ejércitos de la independencia, colaboró también con la división del Ejercito del Norte que al mando de Bustos combatía contra las montoneras santafecinas. Un oficio del gobernador de La Rioja le dio instrucciones detalladas sobre la forma en que debía conducir una fuerza de ciento veinte hombres en apoyo de esa división. Debía formar una vanguardia armada, una escolta al centro y una retaguardia, para custodiar a la columna que se enviaba. Quiroga y su segundo debía recorrer la columna de un extremo a otro. Se debía dar a los reclutas las mulas más lerdas para dificultar su fuga. Todo movimiento debía hacerse a la vista de los centinelas, debiendo marchar siempre de día.103 Tales medidas, que nunca se aplicaron en los ejércitos de Quiroga, demuestran la impopularidad de la guerra que el poder central mantenía en ese momento contra las montoneras del Litoral. Quiroga hizo entrega en Córdoba, al mayor de la Plaza, ochenta y un reclutas.104

En una actitud coherente con su apoyo al poder central Quiroga juró la Constitución unitaria de 1819.105 Por eso cuando años más tarde Quiroga en carta a Rosas decía ser “unitario por convencimiento”,106 no hizo otra cosa que reflejar la realidad. En su actuación pública inicial fue un verdadero unitario; estaba muy lejos de haber sido el rebelde creado por la leyenda. En su Archivo hay pocos borradores de las cartas que escribió en la primera época de su actuación pública y no surge de esos borradores su opinión sobre el federalismo. Pero se encuentra una carta de su colaborador, después general, José Benito Villafañe, con sus opiniones adversas al sistema de federación ya que sus defensores no ponían en un primer plano “la causa de América”. Decía Villafañe:

A mi ver quieren, mediante la federación, eternizarse en los gobiernos… Los oficios de aquél Gobierno no tratan de lo principal de la causa, y solo se contraen a sostener la integridad de los Gobiernos, por lo que en uno de mis contestos incluyo la causa de América de oficio con el objeto de recordarles políticamente el primer deber de sus obligaciones y la causa primera que debieran recomendar por preliminares fundamentos.107

En enero de 1820 se originó una disputa entre el gobernador Barrenechea y Nicolás Dávila que aspiraba a sucederlo. Dávila envió armas y dio instrucciones sobre la reunión de tropas a Quiroga invocando una posible invasión desde Catamarca.108 Con este motivo el gobernador envió una carta a Quiroga en la que le pedía que no interviniese en el conflicto:

Mi distinguido amigo: está vulgarizado en este pueblo que Ud. trata de reunirse con D. Nicolás Dávila para hostilizar a este pueblo desobedeciendo a este Gobierno. Yo persuadido de sus buenos sentimientos y de nuestra amistad no he dado el menor valor a esta noticia que lastimaría demasiado el corazón de su padre si llega a saberlo. Pero yo espero que Ud. en obsequio a la paz de este vecindario no se aventure a un paso que obscurece su reputación y buen nombre, antes por el contrario creo que Ud. debe en cumplimiento de la orden que le dio el Cabildo Gobernador ponerse en marchas redobladas (si no lo ha verificado) hacia esta ciudad con la gente de su mayor confianza…109

Dos días después Barrenechea informó a Quiroga que había sido designado Gobernador y que lo reconocía como sargento mayor y comandante interino de las milicias de Los Llanos.110

En enero de 1820 el Batallón Cazadores de los Andes, que pertenecía al Ejército de San Martín, se sublevó en San Juan.111 La sublevación estuvo encabezada por el capitán Mendizábal y los tenientes Morillo y del Corro. Los sublevados invocaban su acatamiento al director supremo frente a la desobediencia de San Martín y de los gobiernos de Cuyo que se habían negado a participar en la guerra civil y preparaban la campaña al Perú.112 También se sublevaron, en combinación con este movimiento, los hermanos Francisco y José Aldao en Mendoza. En junio Quiroga recibió orden del gobernador Francisco Ortiz de Ocampo para que preste apoyo logístico al Batallón de San Juan que pasaría por Los Llanos en dirección a Salta, que había sido invadida por las fuerzas realistas. Su objetivo declarado era apoyar a Güemes, pero en realidad lo que hacían, sin depender de gobierno alguno, era crear una situación de inestabilidad en las provincias de Cuyo y del Noroeste.113 A fines de junio el Batallón todavía no había dejado San Juan y una carta de Domingo Ortiz de Ocampo registraba la desconfianza de Quiroga con relación a la presencia del batallón en la provincia de La Rioja, proponiendo distintas medidas de prevención:

Poner en movimiento las Milicias y que giren en observación a la retaguardia de aquellas tropas es dar a entender que se duda de la buena fe del Gobierno de San Juan y de las mismas tropas y esta imputación puede causar peores males que los que Ud. recela. A mí me complacen en sumo grado sus advertencias y su malicia que obran sobre el pie de los conocimientos que le suministran sus relaciones con San Juan, pero siendo necesario el pulso en materia de tanta trascendencia he tomado la providencia que le incluyo para que las Milicias estén prontas sin que las tropas lo sientan hasta que pasen, aunque yo voy con Ud. en que no han de venir por la tardanza hasta ahora.114

Durante julio y agosto siguió sin definirse la situación del batallón sanjuanino. En los últimos días de agosto ingresó en La Rioja y se enfrentó con las fuerzas del gobernador Ortiz de Ocampo quien fue derrotado en la Posta de los Colorados, firmando posteriormente una capitulación que no alcanzó a definir la situación. Quedaron así justificadas las advertencias de Quiroga. No hay constancias documentales sobre la posible participación de Quiroga en el combate de la Posta de los Colorados, aunque así lo sostienen algunos autores que siguen lo que escribió en 1900 Marcelino Reyes citando a Sarmiento. Las diferencias ya manifestadas entre los hermanos Ortiz de Ocampo y Quiroga indicarían que no lo hizo. Decía Reyes:

Corro y Aldao, bajo cuyo comando se encontraron los sublevados en el combate de “Los Colorados”, entraron triunfantes a la ciudad de La Rioja, que fue por varios días saqueada, pues el gobernador y los moradores habían emigrado a diferentes puntos. Solo el comandante Quiroga es el único que está dotado de vida propia, que no espera órdenes de nadie para hostilizar al enemigo, tiroteándolo, matando o haciendo prisioneros a los rezagados.115

Esta versión la repiten David Peña,116 Elías Ocampo117 y Pedro De Paoli.118 En el Archivo de Quiroga no hay ninguna referencia sobre la participación de Quiroga en el combate. La última comunicación que recibió Quiroga de Domingo Ortiz de Ocampo fue el 25 de julio, casi un mes antes del combate, no existiendo con posterioridad ninguna mención al combate de Posta de los Colorados del 20 de agosto de 1820. Francisco Ortiz de Ocampo retomó su contacto con Quiroga el 7 de septiembre.119 Si se tienen en cuenta las diferencias entre Quiroga y los hermanos Ortiz de Ocampo referidas a las medidas de seguridad que había que tomar antes del ingreso del batallón sanjuanino a la provincia de La Rioja y con relación a la recolección de ganado para su apoyo logístico, diferencias que también se manifestaron entre los oficiales de Quiroga y quienes respondían directamente a Domingo Ortiz de Ocampo, resulta muy poco probable su participación.

Un Manifiesto del gobernador Nicolás Dávila, que sucedió a Ortiz de Ocampo relata así los hechos:

…Una división respetable al mando del Comandante Don Francisco Solano del Corro, se dirige desde San Juan, a engrosar el Ejército de observación. Su tránsito es indispensable por el territorio riojano. Ocampo entra en el imprudente empeño de atajarle el paso, pone en movimiento su milicia y le arrostra una fuerza de ochocientos hombres. Es visto que este grupo era ineficaz para el intento; en vano Corro protesta al mismo Gobierno sus buenas intenciones. Este no le cree o afecta no creerle y determina encontrarle en la Posta de Colorados. La fuga de toda la milicia sucedió inmediatamente a la primera descarga que hizo una partida de la caballería de Corro. A la prudencia de este Comandante se debe que el campo no haya quedado sembrado de cadáveres, sin embargo que algunas víctimas se sacrificaron.

La división del citado Comandante sigue sus marchas, sin más oposición, y ocupa el pueblo. Por una orden anticipada del gobierno los vecinos habían desalojado sus casas y retirado a los campos y travesías. Corro hace alto por espacio de veinte días en los cuales son indetallables los robos, los saqueos, los desórdenes que se experimentaron así en el pueblo como en la campaña. Los oficiales milicianos se apoderaron de los bienes del vecindario para hacerlos servir a la obcecación del jefe, que había hecho punto de unión en Patquía. Las familias refugiadas en los montes estaban entregadas a la voracidad del hambre y a todos los rigores de la estación, al paso que sus casas eran saqueadas y sus granos servían de alimento a la caballería del vencedor. Se puede asegurar que la vida del pueblo tocaba ya a su triste ocaso. El Gobierno viene por fin a concluir una capitulación por la cual concede al Comandante Corro los auxilios que anteriormente le negaba con resignación.120

Durante el mes de septiembre el coronel Domingo Ortiz de Ocampo continuó dando instrucciones a Quiroga y a oficiales de la milicia exigiéndoles la reunión de ganado para apoyar los movimientos de las fuerzas de otras provincias que se encontraban en La Rioja, en particular la que se encontraba a órdenes de Aldao, con quien se acordó que volvería a Mendoza a poner a disposición del gobierno la fuerza que comandaba.121 El 21 de septiembre Quiroga informó desde San Antonio que la división de Aldao había llegado en perfecto orden.122 Quiroga, con la colaboración del capitán Araya, separó del mando a sus jefes destruyendo así lo que era considerado una fuerza armada independiente. Ordenó también la detención del coronel Ortiz de Ocampo y depuso al Gobierno de la Provincia.123

Años después Baltasar Agüero, quien había sido gobernador de la Provincia, resumía así esta etapa histórica:

Era fresca la sangre de estas víctimas, cuando se sufrió el tercero, al pasar el Regimiento N° 1 de los Andes por La Rioja al Perú comandado por el Coronel Corro. El Sr. Ocampo le negó el tránsito, saliéndole al encuentro con 800 hombres en los Colorados 25 leguas distante de la ciudad el 20 de agosto del mismo año 820. El Sr. Corro lo cargó, dispersó, y entró triunfante en el pueblo, que, estando yermo por orden del gobierno, y sus moradores emigrados a diversos puntos, fue saqueado, a salvo por 20 días, más o menos, de lo que resultó una extorsión tan grave a los intereses que no fue fácil calcular. A este tiempo a virtud que el Sr. Corro y su Comandante D. Francisco Aldao, se habían ocupado de opiniones contrarias, el primero siguió su ruta al Perú, y el segundo contramarchó a hostilizar a las Provincias de Cuyo y de paso se estacionó dos meses en Los Llanos, Departamento del Comandante Quiroga, quién, con 50 hombres de éstos y algunos milicianos se presentó en la ciudad, depuso al Gob. Ocampo, y fue colocado en su lugar el Coronel D. Nicolás Dávila. En seguida el expresado Comandante Quiroga llegó a Los Llanos, desarmó al Comandante Aldao, dio baja a la mayor parte de su tropa, y la restante quedó acampada en la Ciénaga por orden del Gobierno. No tardaron estas fuerzas en sublevarse contra su comandante Araya y fueron sofocadas por el comandante D. Tomás Brizuela. Entonces el general la rebajó toda como perjudicial a la provincia, y en su poder quedaron estas armas, las mismas que sirvieron en la campaña contra el caudillo Carreras.124

Estos hechos tuvieron vasta repercusión en las provincias de Cuyo y del Noroeste. Los gobernadores reconocieron la importancia de las acciones de Quiroga125 y Güemes escribió a Quiroga la siguiente carta:

Estimado paisano y amigo:

Con noticia de que la división Aldao ha sido desarmada y desecha por los bravos riojanos, escribo con esta fecha a ese Señor Gobernador, suplicándole me facilite las armas que se han tomado y alguna tropa, para engrosar mi ejército y abrir la campaña del Perú que tanto exigen las circunstancias. Con este motivo ruego a Ud. con todo encarecimiento influya eficazmente para que se verifique ello. Este recomendable servicio pondrá el sello de los muchos que Ud. ha prestado al país y le será reconocido por su afmo. paisano y amigo Q.B.S.M.

Martín Güemes. Salta, noviembre de 1820.

Señor don F. Quiroga.126

La presencia de las fuerzas sublevadas de Cuyo en La Rioja tuvo importantes consecuencias políticas. Ante las vacilaciones del gobernador y del jefe de Milicias de la Provincia, las fuerzas de Quiroga detuvieron a Domingo Ortiz de Ocampo y destituyeron al gobernador. Es éste el momento histórico en el que Quiroga aparece como el caudillo indiscutido de la Provincia. Al frente de las milicias riojanas, expresión de los sectores populares de La Rioja y protagonistas de más de cincuenta años de historia argentina, Quiroga se constituyó, en ese momento, en el árbitro en la disputa de los sectores dominantes de la oligarquía del oeste. No ejercía el poder político, pero lo condicionaba. Sustituyó en el gobierno a un sector, el que encabezaba Francisco Ortiz de Ocampo, por el de Nicolás Dávila.

El relato sobre estos hechos que dio Sarmiento en el Facundo es el siguiente:

Un arreglo definitivo entre Aldao y el gobierno dejó acordado que aquél se dirigiría a San Luis, por no querer seguir a Corro, proveyéndole el gobierno medios hasta salir del territorio por un itinerario que pasaba por los Llanos. Facundo fue encargado de la ejecución de esta parte de lo estipulado, y regresó a los Llanos con Aldao. Quiroga lleva ya la conciencia de su fuerza y cuando vuelve la espalda a La Rioja, ha podido decirle en despedida: “¡Ay de ti ciudad! En verdad os digo que dentro de poco no quedará piedra sobre piedra!”. Aldao, llegado a los Llanos y conociendo el descontento de Quiroga, le ofrece cien hombres de línea para apoderarse de La Rioja, a trueque de aliarse para futuras empresas. Quiroga acepta con ardor, encaminase a la ciudad, la toma, prende a los individuos del gobierno, les manda confesarse y orden de prepararse para morir. ¿Qué objeto tiene para él esta revolución? Ninguno; se ha sentido con fuerzas, ha estirado los brazos y ha derrocado a la ciudad.127

El 12 diciembre las fuerzas que habían pertenecido al Batallón Cazadores de los Andes que aún permanecían en La Rioja a órdenes del Gobierno al mando del capitán Araya se sublevaron, siendo desbaratada esta sublevación por el propio Araya, las milicias de Juan Ángel Moreno y el teniente Tomás Brizuela.128 Su disciplina resultaba incompatible con la disciplina, organización y hábitos de trabajo de las milicias riojanas profundamente ligadas a la población. Por decisión de Quiroga esa fuerza fue disuelta y sus integrantes mandados a salir a extraña jurisdicción.129

En marzo de 1821 el gobernador delegado de La Rioja José Benito Villafañe fue informado por el gobernador de San Juan sobre la presencia de José Miguel Carrera con trescientos hombres en la provincia de Mendoza. En esa nota pedía el gobernador:

…tome las medidas que estime oportunas a la seguridad del territorio de su mando, por si el pérfido Carrera, destruida la fuerza del pueblo de San Luis (que no es creíble) intentase dirigir sus marchas a esa ciudad o su jurisdicción, a cuyo efecto, convendrá que V.S. lo comunique al Comandante Don Facundo Quiroga, para que de acuerdo con ese Gobierno disponga de la fuerza que está a su cargo, del modo que más conduzca a la defensa del país.130

Poco después se informaba sobre la derrota de Bustos por las fuerzas de Carrera, hecho este que puso en alarma a todas las provincias de Cuyo, que solicitaron la colaboración de las fuerzas riojanas.131 Ante la situación planteada, Quiroga decidió apoyar a las provincias de Cuyo en su enfrentamiento con Carrera,132 disponiendo la concentración de las fuerzas riojanas133 y solicitando a los gobernadores de las provincias información sobre el plan de operaciones que tenían previsto.134 No se advierten en el Archivo de Quiroga documentos que indiquen una decisión del gobierno riojano en ese sentido, sí en lo que respecta a tomar medidas defensivas en la provincia, por lo que la participación activa de las fuerzas riojanas en la lucha contra Carrera, que eran llamadas despectivamente montoneras, parece haber sido iniciativa de Quiroga. Una carta del gobernador delegado lo confirma:

…su comportamiento inimitable tanto en los ofrecimientos que ha hecho a la Provincia de Cuyo, cuanto a todo el resto de la nación, dignamente merecen los elogios debidos a unos hechos, que a más de ser honrosos, son también respetados por ser todos en servicio del común de la América.135

Tomás Brizuela envió una carta a Quiroga, el 23 de marzo, que se la dirigió a San Juan y lo llama Señor Coronel Mayor Comandante General del Ejército, Don Juan Facundo Quiroga en la que le dice que había dado cumplimiento a sus órdenes. Esta carta demuestra los movimientos de Quiroga, tendientes a coordinar un plan de acción con los gobiernos de Cuyo y la importancia de las fuerzas que se encontraban a sus órdenes.136 También, en una rendición de cuentas de Quiroga, se menciona a la División de doscientos hombres que marchó para San Luis.137 En julio, ante la posibilidad de que Carrera ingresara a Los Llanos el gobernador Nicolás Dávila recomendaba a Quiroga no emprender acción alguna hasta unir sus fuerzas a las de las restantes provincias. Solo debía hacer guerra de recursos, y trataba de controlar sus fuerzas con oficiales de su confianza:

…sin embargo de que tu gente sea buena te faltan oficiales que hagan la guerra con provecho. Ya tengo visto este inconveniente, por lo que me avisarás por una posta si te he de mandar oficiales de aquí y cuantos puedes necesitar.138

A pesar de esas instrucciones, un oficio de Bustos dio cuenta de la presencia de Quiroga en la provincia de Córdoba, posiblemente en Chancaní, al frente de una división, pero a los pocos días se encontraba en Malanzán, esperando reunirse con el gobernador Dávila.139 Al tener conocimiento de la derrota de las fuerzas de Cuyo en Río Cuarto Quiroga concentró sus fuerzas en Chepes, con un plan distinto al de las instrucciones recibidas. Decía Quiroga:

Yo soy de sentir cargar prontamente sobre Carrera y no darle tiempo a que engrose su División, porque en ese caso nos costará esfuerzos extraordinarios.140

La importancia de la intervención de Quiroga en la lucha contra las fuerzas de José Miguel Carrera surge de la carta que éste le envió:

Cuartel General, Julio 28 de 1821.

Sr. Don Facundo Quiroga.

Muy Señor mío y de todo mi respeto.

Un deseo ardiente por la felicidad común me autoriza para tomarme la libertad de escribir a Ud. por esta vez. Hace dos años que combato contra un complot de desnaturalizados que se han combinado para establecer la tiranía, y no bastan nuestros triunfos repetidos para hacerlos desistir de su empresa temeraria: los buenos americanos deben acordarse para cortar cuanto antes unos males que afligen y sepultan ya la libertad Patria. Yo no trato de sorprender a Ud. ni de llamarlo en mi auxilio, solo quiero suplicarle que por el bien de La Rioja, por el de la nación y por el de Ud. mismo quiera no comprometerse ni decidirse a paso alguno sin escucharme antes. Si Ud. accede a mi propuesta solo espero se sirva contestarme para que un oficial de toda mi confianza pase al lugar que Ud. guste designarle para una entrevista en que mi opinión debe asegurar la tranquilidad e independencia de estas provincias y reportar otras muchas ventajas.

Tengo el honor de ofrecerme a V. con sinceridad y de titularme su atento y obediente servidor. José Miguel Carrera.141

En agosto la División Riojana, cuya vanguardia estaba al mando del capitán Araya, comenzó su desplazamiento hacia San Luis,142 aunque el gobernador Dávila seguía recomendándole que si debía enfrentar a Carrera antes de la unión con las fuerzas de San Juan y Mendoza, lo hiciera mediante guerra de guerrillas.143 Finalmente las fuerzas de Cuyo derrotaron a Carrera, quien en la retirada fue capturado por sus propias tropas y entregado al gobierno de Mendoza. Sometido a un Consejo de Guerra fue fusilado. El jefe más importante de la primera independencia chilena, en la etapa que la historia chilena llama la patria vieja había levantado en su alianza con López y Ramírez las banderas de la Federación, aunque su objetivo principal era retornar a Chile. Después de varios triunfos, sus fuerzas desgastadas, casi sin caballos, fueron derrotadas por los ejércitos de Cuyo, apoyados por los movimientos de tropas de Córdoba y La Rioja. Quiroga con el desplazamiento de la división riojana hacia San Luis, ciudad que Carrera ocupó en dos oportunidades, cerró para Carrera una posible salida hacia el Norte, en dirección a La Rioja. Esos movimientos de Quiroga merecieron el reconocimiento de los gobiernos de Cuyo.144 Decía, en ese sentido, el gobernador de San Juan:

…desea el heroico vecindario de San Juan manifestar a Ud. su reconocimiento por la parte tan activa que ha tomado contra las incursiones de la anarquía. A la unión de los pueblos y la colaboración de Ud. es debida la destrucción de Carrera y de esa tropa de vándalos que acaudillaba. Reciba Ud. como la mejor compensación por sus heroicos sacrificios los sentimientos que animan a estos habitantes.145

A fines de 1821 comenzó a manifestarse un conflicto entre las milicias de Los Llanos y el gobernador Dávila. Encontrándose Quiroga en San Juan, según surge del envío de correspondencia por medio del gobernador de esa provincia, Dávila manifestó a Quiroga su preocupación por hallarse conmovido el partido de Los Llanos por una revolución.146 Esas diferencias llevaron a que Quiroga, el 7 de enero de 1822, renunciara a su cargo de comandante general y al grado de coronel, renuncia que fue rechazada por la Junta de Representantes,147 estableciéndose posteriormente un acuerdo transitorio producto de una entrevista entre el gobernador, Quiroga y los oficiales de las milicias de Los Llanos.148 Esas divergencias se manifestaron en momentos en que el enviado de San Martín intentaba dar forma a un ejército que operara en el Alto Perú contra las fuerzas realistas, que apoyase las acciones que se desarrollaban desde Lima. Ya negada la participación de la provincia de Buenos Aires para ese proyecto, Antonio Gutiérrez de la Fuente, el enviado de San Martín, escribió a Quiroga pidiéndole su apoyo y llamándolo amigo del héroe San Martín.149

Es difícil determinar las causas que desencadenaron el conflicto entre Quiroga y Dávila. La disputa anterior entre Ortiz de Ocampo y Dávila fue una disputa interna entre los sectores tradicionales de la oligarquía gobernante del oeste de la provincia que disputaron el ejercicio del gobierno y establecieron diferentes alianzas con los sectores gobernantes de las provincias limítrofes. Quiroga, representante de otros sectores sociales expresados en las milicias de Los Llanos, definió el conflicto en favor de Dávila con quien mantenía una estrecha amistad según se advierte en su correspondencia. Pero en 1822 hubo una abierta disputa por el control de los armamentos, expresión visible de un conflicto social más profundo, que era en definitiva una disputa por el poder político.

En noviembre de 1822 el gobernador Dávila otorgó a Quiroga el pasaporte que solicita para Mendoza indicándole que dejase sus fuerzas al mando del oficial de más confianza para tan grave encargo.150 Las milicias de Los Llanos, como consecuencia del viaje de Quiroga, quedaron al mando de Isidoro Moreno. Durante la ausencia de Quiroga el capitán Araya organizó una conspiración en su contra denunciando ante el gobernador la existencia de quejas de la población contra las milicias, pidiendo se tomen medidas para resolver esa situación. Consideraba que Quiroga no vuelve más a Los Llanos y que el oficio que le enviaba, luego que el gobernador se impusiese de su contenido, debía ser quemado, anticipando así la misma actitud de Juan Cruz Varela cuando años después instigó el fusilamiento de Dorrego.151 Este oficio fue seguramente interceptado por Moreno, ya que el documento de encuentra en el Archivo de Quiroga. Moreno informó de inmediato a Quiroga:

Son las ocho de la noche en que acabo de tener noticia cierta que con la ausencia de Ud. nos van a hacer una revolución y caer sobre las armas y son de parte de los señores Dávila y Araya lo que comunico a Ud. para que sin pérdida de un solo momento se ponga en camino…152

A partir de ese momento se tomaron medidas de prevención por parte de Miguel Dávila, hermano del gobernador, quien aparecía al frente de las fuerzas que debían enfrentar a las milicias de Los Llanos.153 Nicolás Dávila, por su parte, envió un delegado para tratar con Quiroga y presentó se renuncia ante la Sala de Representantes. La respuesta de Quiroga fue esta:

Apreciado amigo: Hoy he estado con el Sr. D. Ángel Pacheco de Melo y éste nada saca de mí. Es Ud. quién debe venir a este campo, solo de éste modo cesarán las excitaciones de la Provincia. Crea Ud. que nadie conspira contra su gobierno.

Ud. me habla de un error que he cometido en no haber tenido una entrevista con Ud. A esto digo que error craso es el que Ud. ha cometido en mandar a este loco y no dirigirse al Comandante. Además de esto Ud. me habla de una revolución en este partido y no me dice hecha por quién, ni menos me avisa quién le ha dado el parte; éstos sí que son errores. Y finalmente no debió darme el pasaporte siendo que se necesitaba mi persona.154

Una carta dirigida a Quiroga desde Mendoza confirmaba su presencia en esa ciudad y su precipitada marcha.155 Moreno, al frente de las milicias, ordenó el fusilamiento del capitán Manuel Araya quien había tomado la iniciativa en contra de Quiroga.156 Con el regreso de Quiroga y después de un intercambio de correspondencia con Dávila y de una reunión entre el gobernador, Quiroga y los oficiales de las milicias, se llegó a un acuerdo explicado por el Gobierno en un bando que dio a conocer:

Ciudadanos: ansioso de procurar a toda costa la paz y tranquilidad que por más de dos años había disfrutado la Provincia desde que me encargué de su gobierno y que dolorosamente había comenzado a alterarse por los movimientos marciales del Regimiento del benemérito Coronel Don Juan Facundo Quiroga, ausente en Mendoza, sin que pudiera traslucirse el fin y objeto que les dirigía, si solo ciertos indicios de tendencia contra la primera autoridad, superior a todos los peligros que las circunstancias presentaban a consecuencia de repetidas y encarecidas peticiones del dicho comandante Quiroga, ya presente y de toda su oficialidad, me personé en el partido de Los Llanos donde he sido tratado con toda la consideración y respeto que corresponden, y de la entrevista que he tenido con el referido jefe y su oficialidad, ha resultado que aquel Regimiento en quién el Gobierno había depositado la confianza y seguridad de la Provincia estuvo siempre distante de la posibilidad de insurrección de que por equivocados conceptos se le atribuía, y la cual es diametralmente opuesta al irreprensible comportamiento de dicho jefe, y que antes por el contrario tuvo por objeto prevenir y precaver los males consiguientes a una revolución ominosa que en aquellos momentos se había sofocado y de la que fue víctima el capitán Don Manuel Araya.157

Sarmiento, en el Facundo, hace el siguiente relato del enfrentamiento entre Quiroga y Dávila:

…El gobernador Dávila había reunido bajo las órdenes de don Miguel Dávila muchos soldados de los de Aldao; poseía un buen armamento, muchos adictos que querían salvar la provincia del dominio del caudillo que se estaba levantando en los Llanos, y varios oficiales de línea para poner a la cabeza de las fuerzas. Los preparativos de guerra empezaron, pues, con igual ardor en Chilecito y en los Llanos; y el rumor de los aciagos sucesos que se preparaban llegó hasta San Juan y Mendoza, cuyos gobiernos mandaron un comisionado para procurar un arreglo entre beligerantes que ya estaban a punto de venir a las manos.

Corvalán, ese mismo que hoy sirve de ordenanza a Rosas, se presentó en el campo de Quiroga a interponer la mediación de que venía encargado, y que fue aceptada por el caudillo; pasó enseguida al campo enemigo, donde obtuvo la misma cordial acogida. Regresa al campo de Quiroga para arreglar el convenio definitivo; pero éste, dejándolo allí, se puso en movimiento sobre su enemigo, cuyas fuerzas desapercibidas por las seguridades dadas por el enviado, fueron fácilmente derrotadas y dispersas. Don Miguel Dávila reuniendo alguno de los suyos, acometió denodadamente a Quiroga, a quién alcanzó a herir en un muslo antes que una bala le llevase a él mismo la muñeca; enseguida fue rodeado y muerto por los soldados…

Aquí termina la historia de los Ocampo y de los Dávila, y la de La Rioja también. Lo que sigue es la historia de Quiroga…158

Indica también Sarmiento que Quiroga nombró o hizo nombrar por gobernador a un español vulgar, un Blanco.159 Sarmiento, en su historia sin fechas no dice cuando tuvo lugar la batalla del Puesto. Pero a partir de la Historia… de Zinny surge un error que repiten los historiadores.160 Dice Zinny:

El 28 (marzo de 1823) se dio la batalla en el Puesto…

Entonces se apoderó del mando de la provincia el comandante Juan Facundo Quiroga.

1823. Comandante Juan Facundo Quiroga, desde el 28 de marzo hasta el 22 de julio.

En junio se presentó Quiroga ante la Sala aparentando renunciara su empleo, pero los representantes no hicieron lugar a su solicitud, continuando, en consecuencia, en el gobierno hasta la fecha arriba indicada.161

Marcelino Reyes dio la misma versión:

El 28 de marzo de 1823 se libró en el paraje “El Puesto” a inmediaciones de la capital, favoreciendo a Quiroga la suerte de las armas, que no siempre ayuda al que tiene razón…

El mismo día (28 de marzo) en que desaparecían por muchos años las tentativas para implantar un gobierno culto y decente la “legislatura nombraba” gobernador y capitán general de la provincia de La Rioja al “Comandante General de Campaña” don Juan Facundo Quiroga.

… Así es que a los dos meses de ejercer el mando gubernativo, se presentó ante el Poder que lo nombró, a declinar su puesto; pero, la Legislatura no hizo lugar a su solicitud, continuando en el gobierno hasta el 22 de julio del mismo año, en que renunció indeclinablemente.162

David Peña en su obra sobre Quiroga dio una descripción de la batalla de El Puesto similar a la de Sarmiento, sin indicar fechas, pero dice que la comisión mediadora enviada por el Gobierno de Mendoza llegó tarde, por lo que estaría aceptando que la batalla fue en marzo. Cita como fuentes las obras de Zinny, Reyes, Sarmiento y Saldías.163 No se refiere a la gobernación de Quiroga pero dice:

Hemos dejado a Quiroga al frente de los destinos de La Rioja, después de la victoria de El Puesto, su primer combate personal.164

Elías Ocampo mantiene la fecha y la versión sobre la designación de Quiroga como gobernador:

Dávila es depuesto, y la Legislatura nombra para reemplazarlo, el mismo día en que tuvo lugar aquel combate, 28 de marzo de 1823, a Juan Facundo Quiroga. Dos meses después presenta su renuncia, pero la Legislatura no se la acepta, entonces insiste en julio del mismo año, ya con carácter indeclinable.165

Las mismas fuentes de Peña son citadas por De Paoli. No da una fecha exacta sobre la batalla de El Puesto, cita el informe del coronel Corvalán sobre su comisión mediadora en el que dice que el encuentro fue el 28 pasado, pero comparte, con todos los autores citados, que esa comisión mediadora llegó después de la batalla y no pudo cumplir con su cometido. Ese informe, según cita de De Paoli, se encuentra en el Archivo Histórico de Mendoza, el cual lo habría consultado personalmente, indicando que lleva fecha del 12 de junio de 1823, por lo que la referencia al 28 pasado corresponde a mayo.166

Rivera da como fecha de la batalla el 28 de marzo, agregando que Quiroga ocupó, hasta el 22 de julio la gobernación de la provincia.167 En el volumen Facundo Quiroga, perteneciente a la colección Grandes protagonistas de la historia argentina dirigida por Félix Luna, se afirma que la comisión de Corvalán llegó después de la batalla, por lo que se acepta también la fecha del 28 de marzo.168 Bazán, en su Historia de La Rioja también da como fecha de la batalla de El Puesto el 28 de marzo de 1823. Noemí Goldman, quien analizó la documentación del Archivo de Quiroga, incluyendo la Serie Microfilms, mantiene la misma fecha:

… Todo concluye en la batalla del Puesto –el 28 de marzo de 1823– en donde muere Miguel Dávila, dándose a la fuga el depuesto gobernador.169

La investigación documental permite constatar que, a diferencia de la cronología expuesta, la batalla de El Puesto tuvo lugar el 28 de mayo de 1823, es decir dos meses después de lo que afirman la generalidad de los historiadores; que la misión mediadora de Corvalán llegó a La Rioja antes de la batalla intentando cumplir con su cometido y que Quiroga, después de la batalla, no ejerció la gobernación de la provincia. En la equivocación sobre la fecha de la batalla de El Puesto pudo haber contribuido un error inicial de transcripción de algún documento manuscrito en el que se leyó marzo en vez de mayo, equívoco que se mantuvo a lo largo del tiempo, al que contribuyó el hecho de que durante varias décadas estuvo perdido en el Instituto de Investigaciones Históricas Dr. Emilio Ravignani el legajo correspondiente al año 1823 del Archivo de Quiroga, hasta que fue incorporado nuevamente por entrega de sus descendientes que siempre conservaron la documentación original. La fecha correcta ya había sido difundida en el apéndice de la obra de Gaffarot, quien publicó la Exposición Sumaria… que Quiroga dio a conocer en 1831. Allí se dice, en el testimonio del ex gobernador Baltasar Agüero que la batalla de El Puesto fue el 28 de mayo.170 También, en el Archivo de Quiroga está agregada la edición impresa del periódico El verdadero amigo del país que se editaba en Mendoza que publicó la documentación sobre la misión mediadora de Corvalán, que incluye su Informe al Gobierno de Mendoza, que es el que citó De Paoli, confirmando la fecha de la batalla.171

El Archivo de Quiroga permite reconstruir los hechos ocurridos en 1823, año decisivo en la construcción del poder político de Juan Facundo Quiroga.

Después del inestable acuerdo del que se informó mediante Bando, se observa, en la correspondencia que intercambian Dávila y Quiroga, de las que solo tenemos las enviadas por Dávila, que el gobernador trataba de evitar un enfrentamiento armado, ofreciendo abandonar el cargo y deslizando las responsabilidades del conflicto hacia su hermano Miguel y a los oficiales de las milicias de Quiroga. En carta dirigida a Quiroga decía Dávila:

Por lo demás debes saber que me agravias: he sido y seré tu amigo. Esta circunstancia unida a la de haberme colocado tú en el Gobierno y a los grandes compromisos que contrajiste con todos mis enemigos cuando depusiste a Ocampo, jamás, jamás, me permitirían obrar en tu contra, mi opinión y mi honor así lo exigen, y primero sería destruido que suscribir a una felonía. Este es el concepto de un amigo que abochornan en las sospechas que tienen de él. Yo bien sé que hay circunstancias que no me favorecen y que ha llegado el tiempo de dejar de ser hombre público y por eso mismo trataba de separarme con tiempo y sin perder mis amigos. Burlando la vigilancia de mis enemigos, que de todos modos trabajan en desconceptuarme hasta completar mi ruina, así es que combiné en que se recojan todas las armas.

Para esto era preciso algún tiempo por las razones que diré. Todos saben la opinión que se ha formado del Comandante mi hermano don Miguel. Su prevención en que todos le suponen contra él a cuyo cargo está el armamento; era preciso que yo me viera con él y lo separaría del mando, pero con honor y dignidad...172

En otra carta decía: dura cosa para mí tener que perseguir a un hermano y a un primo.173

El mismo día y también desde La Rioja, Castro Barros escribió a Quiroga apoyando al gobernador Dávila:

Amigo y dueño de mis afectos: me asiste el placer de nuestras vistas, que fue muy grande especialmente por la plausible circunstancia de haber Ud. cooperado tanto a la pacificación de nuestra Provincia, pero este de día en día se me disipa al ver sus cartas a nuestro Gobernador Dávila, en que manifiesta tanta desconfianza y estampa varias amenazas. Créame que esto llena mi alma de la mayor amargura, tanto más cuanto veo en éste jefe la mayor fe para con Ud. y su total resolución de cumplir todo lo prometido, pero tomándose el tiempo bastante para hacerlo con dignidad y pausa, de modo que no padezca su opinión, ni la de Ud. Ya sabe Ud. cuan sagrado es el juramento, pues yo se lo juro que es así, y que nada, nada se medita contra Ud. ni contra otra persona alguna, y todo el empeño es salvar el honor, y tranquilidad de nuestra Provincia, igualmente que el decoro del Gobierno, y la respetable opinión de Ud. Así pues es necesario que ponga un poco de paciencia y no haga caso de cuentos o hablillas, que le lleven los enemigos del orden pues yo salgo garante del cumplimiento de todo lo pactado, y no regresaré a Córdoba sin que todo se realice. El Comandante Dávila me escribe y significa su deferencia a todo lo dispuesto, y otro tanto hará en comandante Gordillo, pero siempre es conveniente verlos personalmente y hacerles entender todo el interés de la medida. La providencia relativa a Patquía se dio en el concepto que ese era el que venía de Ud., y convenía esa nueva Comandancia sin hacer designación alguna, ya que no es del resorte del Gobierno sino de la Junta Representativa de la Provincia.

Mucho tengo que decirle pero ahora no me es posible porque además de los ejercicios públicos que estoy dando me ocupan otras atenciones. Lo haré después largamente, pero no puedo dejar de suplicarle que en sus comunicaciones al Gobierno se produzcan con más consideración, consultando a su máxima opinión y buen nombre, según la razón y la Religión lo demandan. Yo no querría que un subalterno mío lo tratase así, y la luz natural nos enseña que no debemos tratar a nuestros prójimos, sino del modo queremos nos traten ellos.174

En marzo, ante las preparaciones que se hacen en ambas secciones de esa Provincia, el gobernador de San Juan, Salvador María del Carril, intentó una mediación.175 A fines de ese mes, continuando con su apoyo al gobernador, Castro Barros envió una extensa y dura carta a Quiroga, que significó el rompimiento entre ambos. Es la última carta de Castro Barros de esos años que se registra en el Archivo de Quiroga. Entre otras cosas, decía:

…En esa noche llegó a mis manos su carta del 11 del mismo mes demorada en el camino por causas que ignoro: y en esta ver, contra todas mis esperanzas, su insistencia en la guerra civil, la cual destroza nuestra provincia y que se desentiende de apuntarme medio alguno de paz, no siendo el de la entrega de las armas que ya no es adaptable en las presentes circunstancias. Desde aquella noche ha sido extremada mi tristeza al ver el lastimoso estado de nuestra Provincia y sin arbitrio de remedio. Así pesaroso he aguardado el regreso del Sr. Gobernador, quién llegó ayer noche y me asegura que el Comandante de la Costa con su oficialidad se halla en la misma disposición que el de éste partido y exponen las mismas causas y razones, agregando que solo en el caso de desarmarse todos, y depositar en manos del Gobierno todo armamento, consentirán en semejante medida, a cuya solicitud se ha negado el gobernante. En consecuencia, sin desesperar todavía del remedio y confiado en Dios nuestro Señor y en María Santísima, me he encaminado a reiterarle mis comunicaciones y mis súplicas y me dirijo nuevamente a Ud. hablándole sobre la materia con todo el idioma de la sinceridad, de la amistad y del mejor deseo de la paz de nuestra desgraciada Provincia.

…La Guerra civil que Ud. intenta es diametralmente opuesta al bien general de la Provincia, a los respetos del Gobierno, al interés particular de Ud. y al de cada uno de todos los ciudadanos… Al presente ya con solo su amago se ha esparcido una general inquietud en todos los pueblos de su comprehensión, y si se realiza se transformará toda ella en una confusa Babilonia, como sucede al presente con la desgraciada Provincia del Tucumán… Sobre todo el motivo sobre el cual Ud. apoya su guerra, cual es que el Gobierno no le entrega las armas que tiene quedándose indefenso y vendido a la voluntad de Ud. es un escándalo muy abultado y que en propios términos anula toda la majestad del Gobierno, abate su decoro y lo deja reducido a una imagen de cartón. Todo esto se conoce al primer golpe de una vista sensata y por lo mismo le contradije semejante solicitud apenas me la indicó.

…Este fue el plan premeditado por el gobernante en aquella época y cuando para su realización con la mejor fe y sinceridad principiaba a dictar sus providencias, sus cartas intempestivas y llenas de amenazas y desconfianzas todo lo desconcertaron, y fijaron el principio de todas las desgracias que al presente llevamos. Por esta razón se me presenta su empeño tan extravagante y desencaminado que no atino a comprender como su penetración y la viveza de su ingenio no tropieza en semejante despropósito... Y que aun cuando Ud. prevaleciera en su empresa y destruyera la administración presente que Ud. mismo formó no encontrará un sujeto sensato de probidad y de honor que se encargue del gobierno de nuestra Provincia conservándola en paz entre tanta borrasca y dándole crédito como lo ha hecho al presente, en más de dos años que ha presidido. Si en tal caso Ud. mismo no se encarga del Gobierno, lo cual sería contrario a su honor, y a sus intereses, ningún otro ciudadano puede esperar mejor resultado que el actual gobernante, y por lo mismo mirará con horror semejante puesto, y aun cuando lo ocupe por temor o ambición, será un frío espectador de los intereses de la Provincia y solo se conducirá por la vía de complacer a Ud. sin cuidar de otra cosa.176

En abril, la Junta Representativa de la Provincia intervino en el conflicto citando al gobernador Dávila y a Quiroga para que comparecieran ante ella, en forma personal o designando apoderados.177 Dos días después Dávila pidió la mediación del Gobierno de Mendoza. De ese pedido deriva la misión Corvalán y la intervención de San Martín. No fue iniciativa del Gobierno de Mendoza, o, en todo caso, el pedido de apoyo que solicitó Dávila a las provincias de Cuyo, el Gobierno de Mendoza lo transformó en mediación. En la explicación del conflicto decía Dávila al gobernador de Mendoza:

…Como el Coronel Comandante de Los Llanos Don Juan Facundo Quiroga fue el principal agente de la libertad de la Provincia y de la presente administración ha merecido justamente mis especiales consideraciones, puedo asegurar a Ud. que su cooperación ha influido poderosamente al objeto de mis expresados votos hasta el próximo pasado diciembre, en que por su ausencia a la Provincia de Cuyo se introdujo en aquél partido el genio de la discordia y suscitó en él una revolución cuya tendencia en su principio apareció en contra de otro jefe y enseguida se declaró contra la autoridad de este Gobierno. Al efecto de sofocarlo, me valí de cuantos arbitrios me dictó la prudencia y mi ardiente anhelo por la paz, sin dispensarme el costoso sacrificio de presentarme en aquél partido, y entregarme a merced de su oficialidad, solo porque esto se me pedía como un precio de la pública quietud.

Aunque esta medida colmó por aquel entonces la desconfianza que sin fundamento alguno se sentían contra el Gobierno y atrajo desde luego a la Provincia alguna tranquilidad, al presente se halla ésta amenazada por una tempestad mucho peor, resultado de que el mismo Coronel Comandante Quiroga instigado por su oficialidad, y conminando con la fuerza exige al Gobierno General le entregue todos los armamentos que tiene en su poder, y las que se hallan en el de todos los comandantes de los otros partidos que se declararon por la autoridad en la anterior convulsión; de modo que, en conclusión, todos quedamos sujetos a otro coronel y sus oficiales, que en la actualidad hacen una causa común, y nos amenazan con males muy abultados.178

La carta transcripta se encuentra en el Archivo de Quiroga, por lo que puede interpretarse que fue interceptada y no llegó a destino. Pero Dávila envió también a Pacheco de Melo para que personalmente gestionara el apoyo a su gobierno. Una nota de Corvalán al gobernador Dávila, informaba haber llegado a San Antonio de Los Llanos en cumplimiento de la misión dispuesta por el gobierno de Mendoza a virtud de la iniciativa de V.S por medio del Diputado D. Pacheco, confirmando así el origen de la misión.179 Con anterioridad, en una carta sin firma, pero cuya letra es de Salvador María del Carril, gobernador de San Juan, quien tomó una posición de abierto apoyo a Quiroga, le informaba sobre la presencia de Pacheco de Melo en San Juan, pero no con intención de promover una mediación, sino reclamando el apoyo de las provincias de Cuyo al gobernador Dávila. Decía del Carril:

Mi querido amigo: ha llegado hoy de La Rioja el Dr. Pacheco enviado por aquél gobierno, para que consiga con los Gobiernos de San Juan, Mendoza y San Luis, que cooperen con él para desarmarlo a Ud. para que así goce la provincia de La Rioja de tranquilidad y se evite la guerra civil.180

En definitiva, la posición del Gobierno de Mendoza fue la de intentar una mediación. El 2 de mayo mediante una carta el gobernador de la Provincia informaba a Quiroga sobre el envío del coronel Manuel Corvalán en carácter de mediador.181 Proponía una reunión entre el gobernador Dávila, Quiroga, el gobernador de San Juan y el mediador designado, quien también llevaba la conocida carta de San Martín:

Señor D. Facundo Quiroga. Mendoza, mayo 3 de 1823.

Muy Señor mío y apreciable paisano: Sé que es Ud. un buen patriota y un hombre de coraje: estas dos circunstancias me han decidido a escribirle lleno de toda confianza sin más objeto que el del bien general.

Se está Ud. próximo a batirse con el Gobernador de La Rioja, yo ignoro los motivos que han dado causa a éste próximo rompimiento, lo mismo me sucede cuál de los dos partidos es el que tiene la Justicia, pero sean cuales fueren las causas yo solo me ciño a lo principal esto es a la sangre preciosa de nuestros paisanos que se va a verter, al crédito de nuestra revolución santa, y a las consecuencias fatales que la libertad de nuestra patria va a experimentar tanto más en las circunstancias críticas en que nos hallamos por los contrastes de nuestros Ejércitos los que exigen imperiosamente, ahora más que nunca, una gran concentración de unión interna, si es que queremos ser verdaderamente libres.

Esta verídica exposición hará en Ud. la impresión más justa, ella le moverá a una transacción con el Gobernador de La Rioja cuyas bases serán el honor y la amistad; si mi paisano, yo lo exijo de Ud. y no me negará una gracia que el reconocimiento acompañará hasta el sepulcro a éste su más afectuoso paisano y seguro servidor Q.B.S.M. José de San Martín.182

Quiroga contestó esa carta sometiéndose al pedido de San Martín:

El señor coronel diputado D. Manuel Corvalán instruirá a V.E. del ardiente deseo y desprendimiento con que me presté a sus insinuaciones.183

La Junta Representativa de la Provincia en su intervención en la disputa y ante la negativa de Quiroga a enviar un representante para tratar de acordar una solución, volvió a citarlo para el día 21 de abril, informándole que el gobernador había enviado el suyo.184 Quiroga, modificando su posición anterior, lo designó, sin que, aparentemente, esa designación haya tenido efectos prácticos,185 ya que el 3 de mayo la Junta Representativa se dirigió a Quiroga y al gobernador Dávila indicándoles que suspendan todo movimiento de tropas y que esperaban al representante de Quiroga para el día 10.186 Al día siguiente Quiroga escribió a Tomás Brizuela, quien se encontraba en Córdoba, diciéndole que suspenda la compra de armamentos que había ordenado, compra que Brizuela ya había hecho cuando recibió la carta.187 El 9 de mayo la Junta Representativa dispuso el cese en su cargo del gobernador Nicolás Dávila y asumió como Junta Gubernativa.188 En tal carácter, el 13 se dirigió nuevamente a Quiroga, en conocimiento de la llegada de la misión mediadora señalándole las dificultades que tendría para el cumplimiento de sus objetivos ya que las fuerzas del comandante Gordillo cargan sobre el pueblo.189 El 19 Nicolás Dávila informaba desde Mallingasta, en las proximidades de Chilecito, al coronel José Nicolás Gordillo, quien actuaba como una avanzada de sus fuerzas, sobre la salida de doscientos cincuenta hombres y siete piezas de artillería al mando del comandante Miguel Dávila, para la cuesta, con el propósito de desplegar esa fuerza para contener a las milicias de Los Llanos.190 El 20 de mayo, la Junta Gubernativa reunida en Patquía ordenó a Quiroga que haga la guerra al ex gobernador:

…ordenan al Comandante de éste Departamento Don Juan Facundo Quiroga, adopte todos los medios positivos para hacer la guerra al ex Gobernador Don Nicolás Dávila, sus comandantes y demás partidarios insurrectos…191

El acta estaba firmada por José Patricio del Moral, Manuel Antonio Blanco, José Benito Villafañe y Baltazar Agüero.

El 20 de mayo el coronel Corvalán, quien ya se retiraba hacia Mendoza, informó a Quiroga que retrocedía porque había recibido un oficio de Nicolás Dávila quien manifestaba sus intenciones de mantener la paz y no permanecer en el gobierno.192 Tal intento no logró evitar un enfrentamiento armado. Fue en la batalla de El Puesto, el 28 de mayo de 1823 en la que Juan Facundo Quiroga derrotó a Miguel Dávila. Decía la Junta Gubernativa al responder al parte de Quiroga:

La Junta Provincial Gubernativa ha visto la nota de Ud. fecha de hoy, en la que le comunica el triunfo de sus armas contra los anarquistas que se habían insurreccionado contra la representación de esta Provincia para hacer desaparecer el orden y envolverla en la maledicencia que debía ser consiguiente.193

En una Proclama de la Junta Provincial de La Rioja a las Provincias se hizo el siguiente relato sobre la batalla de El Puesto, seguramente sobre la base del parte que remitió Quiroga, que contiene elogios al comportamiento en la batalla de Miguel Dávila, actitud ésta propia de Quiroga:

El 28 a las 4 de la mañana les enfrenta sus líneas y le oponen un fuego activo y vigoroso, pero ellas resisten con empeño y constancia. Quiroga impaciente los carga con su escolta y pasando la línea enemiga es herido en un muslo; le pierden de vista los suyos por las declividad del terreno y suponiéndolo víctima retroceden. No bien se alejan cuando lo ven salir flanqueando la derecha enemiga y cobran nuevo aliento con su presencia. Se empeña el fuego por ambas partes y huye despavorida la caballería enemiga y al momento siguen el ejemplo los oficiales, fuera del General don Miguel Dávila, que con semblante sereno, seguía animando su infantería: entra en sus filas y el mismo opera con la artillería y sostiene un fuego vigoroso; pero a su pesar lo cargan con denuedo, y sus hombres se perturban: sube al instante a caballo y con su espada quiere reemplazar la defección de los suyos. Acomete al enemigo y ya lo tocaba con las manos con toda la fuerza de Marte; se le presenta al General Quiroga a quién le dispara una pistola, y este le controla con otra. Se obstina la contienda, se le agolpan más enemigos y les dispara dos balas alternativamente, pero al fin rinde la vida al golpe de un sable. Quedan heridos el Jefe de Estado Mayor don Francisco Penrrus, el Sargento Mayor don Juan Ramón Roldán, el Comandante de Escuadrón don Aquilino Pacheco, y el Teniente don Bautista Flores, que le habían sido constantes en el conflicto: (los dos últimos fallecieron). Al momento se pone en fuga el último resto de la infantería y se decide la victoria por el General Quiroga, quedando dueño del campo y siete piezas de artillería con considerable cantidad de armas de todas clases. Quedan muchos prisioneros, algunos cadáveres y varios heridos. Sin perder momentos manda tocar a reunión, para que sus tropas, embriagadas con la victoria, no sacrificasen víctimas en la corrida. Los derrotados se aprovechan de esta generosidad y en cuantiosos grupos se dispersan con armas. En la hora hace un exprofeso a la Junta Representativa y ésta, el 30 se restituye a la ciudad, felicita a si General con la dignidad correspondiente y el 1° de junio publica un Bando citando a Cabildo Abierto para el 12 del mismo a efecto de nombrar Gobernador Intendente de la Provincia.194

Después de la batalla, según el testimonio de Baltazar Agüero, las disposiciones de Quiroga fueron las siguientes:

El general vencedor circuló órdenes, para que ninguno fuese insultado por opiniones políticas: no se procedió a la prisión de persona alguna en toda la provincia; invitó a cuantos se hubiesen ausentado fuera de ella, para que vuelvan libremente a sus hogares; los intereses de todos fueron garantidos, y se corrió un velo general a todos los resentimientos pasados.195

Como consecuencia de la batalla de El Puesto la Junta Provincial Gubernativa ascendió un grado a los oficiales que participaron en la acción, reconociendo como coronel mayor y comandante general de la Provincia a Juan Facundo Quiroga.196 El despacho de Quiroga, por el que se le reconocía con el grado equivalente a general, fue otorgado en nombre de la Nación de Sud América.197

Manuel Corvalán en el informe sobre su comisión mediadora enviado al gobierno de Mendoza decía sobre la actitud de Quiroga:

Yo faltaría a la justicia y a mi deber si no recomendase a V. S. la generosidad con que se manifestó el coronel Quiroga luego que se impuso de las comunicaciones de V. S. y carta del Sr. General San Martín, que me dijo que miraba a ambas mediaciones con el más alto respeto, y que de consiguiente, y en su obsequio, todo el asunto lo dejaba a mi arbitrio, en la inteligencia que fuese cual fuere la transacción que hiciese, con la sola excepción de que en el caso de hallarse por conveniente la permanencia del Gobernador Dávila, y tener poderosos motivos para desconfiar de su conducta, se le concediese un término prudente para recoger sus haciendas, y pasarlas a esa, donde pensaba comprar un casco de estancia, para fijar su subsistencia y estabilidad en quietud; así es que, cuando lleno de satisfacción me acercaba a La Rioja, ya la Junta había decretado el cese de Dávila, y tuve que retrogradar de sus inmediaciones, por las causales que verá V. S. en los indicados números quedando por este evento inutilizada mi pretensión lisonjera.198

El 20 de junio, según surge del acta de la Junta de Representantes, Quiroga presentó su renuncia a su grado de coronel mayor y comandante general de las Milicias de la Provincia –no al cargo de gobernador, que no lo era, como sostienen la mayor parte de la historiografía– renuncia que no fue aceptada. Según el acta Quiroga habría expresado en su renuncia:

…se digne la Junta determinar de las armas que están en su poder correspondientes al Estado y que por las compradas con su dinero le permitan conservarlas en clase de negociación y que juntamente le permitan salir de la Provincia para avecindarse en otro destino y recuperar con su trabajo sus intereses perdidos y las considerables sumas gastadas de su peculio en la pacificación del país con la acción del 28 de mayo anterior.199

Por lo que puede reconstruirse a partir de la documentación existente en el Archivo de Quiroga, el Gobierno de La Rioja, sin considerar a los gobernadores delegados, se ejerció de la siguiente forma:

-Nicolás Dávila, desde septiembre de 1820 hasta el 9 de mayo de 1823.

-Junta Provincial Gubernativa, desde el 9 de mayo hasta el 12 de junio de 1823.

-Manuel Antonio Blanco, desde el 12 de junio de 1823 hasta el 24 de marzo de 1824.200

-Junta Gubernativa, desde 24 de marzo hasta el 3 de abril de 1824.201

-Baltazar Agüero, desde el 3 de abril de 1824 hasta el 22 de julio de 1825.202

Todo hace suponer que se cumplió con la fecha fijada para la convocatoria al Cabildo Abierto para designar gobernador, según se menciona en la Proclama de la Junta Provincial del 9 de junio.203 En los documentos posteriores la Junta retoma el nombre de Junta Representativa y Blanco es quien mantuvo la correspondencia con Quiroga en su carácter de gobernador de la Provincia.204 Esta vez tuvo razón Sarmiento frente al error cometido por el conjunto de la historiografía cuando dijo que Quiroga nombró o hizo nombrar gobernador a un Blanco. No hay ningún hecho significativo durante el mes de julio que permita explicar el error que establece el 22 de ese mes como el día en que cesó en el gobierno Juan Facundo Quiroga, quien seguramente, en esa fecha, se encontraba en Los Llanos.205

El propio Quiroga es quien en la Exposición Sumaria… expresa que después de la batalla de El Puesto no asumió la gobernación de la Provincia:

…encargado por la H. Sala de la Provincia para obligar al señor Dávila a dejar el mando que había usurpado en contravención de las leyes contra la voluntad de los representantes, llené aquella delicada misión conformándome a las instrucciones que me fueron dadas, y después de derrotado en Puesto el gobernador intruso, me presenté a la Sala entregándole las tropas, las armas y hasta mis despachos. No se quiso admitir mi renuncia, y continué sirviendo en un empleo subalterno, cuando nada se oponía a que ocupase lo principal.206

La documentación existente en el Archivo de Quiroga permite establecer que después de la batalla de El Puesto Quiroga fue informado sobre la Convención Preliminar de Paz firmada por el Gobierno de Buenos Aires y los representantes del Gobierno Liberal español,207 y, contradictoriamente con esa política exterior, de las tentativas de organizar una fuerza armada que interviniese en el Alto Perú, contra las fuerzas realistas que aún controlaban el territorio.208 San Martín pidió a Quiroga su colaboración en apoyo de uno de los oficiales pertenecientes a esa fuerza:

Sr. Don Facundo Quiroga.

Mendoza, septiembre 17 de 1823.

Muy Señor mío y apreciable paisano: El Sargento Mayor Toro de la División del Coronel Urdininea, pasa a incorporarse a ella conduciendo pliegos muy importantes del Gobierno de Chile para su Jefe; ruego a Ud. se sirva dispensarle su protección para su importante viaje, a lo que le quedará reconocido su afectuosísimo paisano y seguro servidor Q.B.S.M. José de San Martín.209

Alguna correspondencia o documentos difundidos por Francisco Ortiz de Ocampo intentaron obstaculizar la relación que existía entre San Martín, Corvalán y Quiroga difundiendo lo que definieron como calumnias. Una carta de Corvalán, permite comprobar la opinión de San Martín sobre Quiroga, a quien siempre distinguió:

…He tenido siempre oír a estos magistrados y al General San Martín haciendo así la justicia debida a su mérito y patriotismo, no menos al mejor orden. Desearíamos todos que Ud. se apersonase en ésta y tocaría más de cerca el aprecio que le profesa este vecindario y el General San Martín…210

Como un paso decisivo en la consolidación del poder político de las milicias de Los Llanos fueron reorganizadas las milicias del oeste de la provincia cuyos oficiales habían sido designados por el gobernador Dávila. Se pretendía contrarrestar, de esa forma, una posible acción por parte de los derrotados en El Puesto, quienes se habían refugiado en Catamarca y contaban con el apoyo de Castro Barros, convertido en un ferviente enemigo de Quiroga.211 Sin embargo, pese a las advertencias, no existió acción alguna de los derrotados contra el gobierno ni contra Quiroga. En enero de 1824 Quiroga volvió a presentar la renuncia a sus cargos, la que fue nuevamente rechazada por la Junta de Representantes.212 Ese mismo mes la Junta de Representantes designó a Quiroga como gobernador de la Provincia, cargo que no aceptó, presentando la renuncia a éste. El acta de la Junta de Representantes en la que consta la designación y renuncia es la siguiente:

Sala de Sesiones, Rioja, Febrero 3 de 1824.

La Junta de Representantes ha visto la nota oficial de V.S. del 31 último en que hace renuncia del empleo de Gobernador Intendente, exponiendo para su admisión razones de pura conveniencia hacia la Provincia. A más que ellas merecen toda consideración en su abono no pueden entrar en resolución antes que Ud. la de, cuando no de hecho al menos de un peligro próximo a la fatalidad indicada en caso de su permanencia, quedando entre el entretanto en suspenso la deliberación de la presente materia.213

Ante la renuncia de Quiroga, Manuel Antonio Blanco continuó ejerciendo el cargo de gobernador.


Carta de José de San Martin a Quiroga 1823

49 Mitre, Bartolomé: Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana, Buenos Aires, Editorial Juventud Argentina, 1944, T° I; Lanús, Roque: La Provincia de La Rioja en la campaña de los Andes, La Rioja, Junta de Historia y Letras, 1946.

50 Torres Molina, Ramón: El federalismo del interior, La Plata, Ediciones Al Margen, 2010, segunda edición.

51 El Archivo del Brigadier General Juan Facundo Quiroga que reúne la documentación recogida por Quiroga durante su vida pública fue conservado por sus descendientes quienes a fines de la década de 1930 entregaron copias fotografiadas a la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Se publicaron cuatro tomos en 1957, 1960, 1986 y 1988. Se encuentra ordenado cronológicamente con documentos numerados. Intercalados con los documentos se encuentran los que capturó en la toma de Río Cuarto y al jefe del Regimiento de milicias de La Rioja Domingo Ortiz de Ocampo. Actualmente está microfilmado y digitalizado. (En adelante A.Q.). Sobre la destrucción del Archivo de la Provincia de La Rioja escribe Marcelino Reyes: “Con este motivo (¡parece increíble todavía!) dispuso inutilizar los papeles del archivo general de la provincia para hacer cartuchos, destruyendo de esta manera documentos preciosos, de verdadero valor histórico, que se conservaban desde la fundación de la ciudad por el general Ramírez de Velazco.” Reyes Marcelino, Bosquejo Histórico de la Provincia de La Rioja, Buenos Aires, Talleres Gráficos de H. Cattáneo, 1913.

52 Archivo del Brigadier General Juan Facundo Quiroga, Universidad de Buenos Aires, Departamento Editorial, 1957, T° I, p. 54.

53 A.Q. T° I, p. 71.

54 A.Q. T° I, p. 82.

55 A.Q. T° I, p. 118.

56 A.Q. T° I, p. 181.

57 A.Q. T°1, páginas 54, 61, 64, 65, 70, 94, 112.

58 A.Q. T° I, páginas. 53, 60, 63, 67, 78, 79, 86, 92, 93, 103.

59 A.Q. T° I, p. 101.

60 A.Q. T° I, páginas. 47, 48, 49, 51, 72.

61 Goldman, Noemí: “Legalidad y legitimidad en el caudillismo. Juan Facundo Quiroga y La Rioja en el interior rioplatense (1810-1835)”, en Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Tercera Serie, N° 7, 1er semestre de 1993.

62 Sarmiento, Domingo Faustino, ob. cit., p. 101.

63 Peña, David: Juan Facundo Quiroga. Conferencias en la Facultad de Filosofía y Letras. (Con ampliaciones y notas). Buenos Aires, Imprenta y Casa Editora de Coni Hermanos, 1906, Segunda Edición, p. 32.

64 Peña, David, ob. cit., p. 32.

65 Zinny, Antonio: Historia de los Gobernadores de las Provincias Argentinas, Buenos Aires, Hyspamérica, 1987, T° IV, parte I, p. 21.

66 Hudson, Damián: Recuerdos históricos sobre la provincia de Cuyo, Buenos Aires, Imprenta de Juan A. Alsina, 1898, T° I, p. 94.

67 Ocampo, Elías Octavio: Juan Facundo Quiroga, Esbozo de la personalidad histórica del General Juan Facundo Quiroga, La Rioja, Editorial Canguro. Biblioteca Popular Mariano Moreno, 1999 , p. 15.

68 De Paoli, Pedro: Facundo, Vida del Brigadier General Juan Facundo Quiroga víctima suprema de la impostura, Buenos Aires, Ediciones La Posta, 1952, p. 32.

69 Guzmán Loza, Napoleón: Nuestro Facundo, La Rioja, Talleres Gráficos Briz-Par, 1974, p. 26.

70 Caillet-Bois, Ricardo R.: Introducción al Archivo del Brigadier General Juan Facundo Quiroga, ob. cit., T° I, p. 37; Bazán, Armando R.: Historia de La Rioja, Buenos Aires, Plus Ultra, p. 279.

71 Sarmiento, Domingo Faustino, ob. cit., p. 97.

72 Sarmiento, Domingo Faustino, ob. cit., p. 98.

73 Zinny, Antonio: Historia de los gobernadores de las provincias argentinas, Buenos Aires, Hyspamérica, 1987, T° I, p. 11.

74 Zinny, Antonio, ob. cit., T° IV, Parte II, p. 325.

75 Hudson, Damián, ob. cit., T° I, páginas 2 y 43.

76 Carta de José Prudencio Quiroga a Felipe Santiago Mallea, Llanos, mayo, sin indicación de día ni año. La carta se encuentra en A.Q., Carpeta N° 19, varios años, datada circa 1800. Es muy posible que la carta sea de años posteriores y la referencia al 25 de mayo indicaría que Prudencio Quiroga concurriría a La Rioja a una celebración de la Revolución de Mayo. La referencia al teniente gobernador indicaría que Juan Tomás Quiroga se encontraba en San Juan o San Luis.

77 Carta de Manuel Corvalán a Quiroga, Fuerte Argentino, 24 de diciembre de 1833, A.Q., Repositorio Digital Institucional de la Universidad de Buenos Aires, http://repositoriouba.sisbi.uba.ar, consultado el 14/6/2019.

78 A.Q. T° I, páginas 79, 115, 130 y 138.

79 Sarmiento, Domingo Faustino, ob. cit., p. 103.

80 Ortega Peña, Rodolfo y Duhalde, Eduardo Luis: Facundo y la montonera, Buenos Aires, Ediciones del pensamiento nacional, 1999, segunda edición, p. 30 y nota en p. 32.

81 Peña, David, ob. cit., p. 61.

82 Gez, Juan W.: Apoteosis de Pringles, Buenos Aires, Imprenta Europa, 1896.

83 Peña, David, ob. cit., p. 63.

84 Peña, David, ob. cit., p. 66.

85 Ocampo, Elías Octavio, ob. cit., p. 19.

86 De Paoli, Pedro, ob. cit., p. 55.

87 De Paoli, Pedro, ob. cit., p. 62. Ver Gaffarot, Eduardo, ob. cit., “Apéndice”, p.168.

88 Bazán, Armando R.: Historia de La Rioja, Buenos Aires, Plus Ultra, 1979.

89 El sumario se encuentra en el A.G.N. Fue publicado por Gez, Juan W., ob. cit., p. 139 y siguientes. La declaración de Quiroga la transcribieron Peña, David, ob. cit., p. 72 y De Paoli, Pedro, ob. cit., p. 62. La versión digital de la obra de Gez puede consultarse en biblioteca.sanluis.gov.ar.

90 Gez, Juan W., ob. cit., p. 266.

91 Gez, Juan W., ob. cit., versión digital, p. 298. La carta es del 25 de noviembre de 1987 y está escrita desde Barcelona.

92 Gez, Juan W., ob. cit., versión digital, p. 297.

93 Carta de San Martín a Bernardo O’Higgins, Curimón, 17 de febrero de 1819, en Gez, Juan W, ob. cit. versión digital, p. 202.

94 Torres Molina, Ramón, ob. cit., p. 29.

95 A.Q. T° I, p. 97.

96 A.Q. T° I, p. 100.

97 Núñez, Urbano J.: Historia de San Luis, Buenos Aires, Plus Ultra, 1980, p. 229.

98 Nuñez, Urbano J., ob. cit., p. 230.

99 Rectifico así lo que escribí anteriormente cuando sostuve que “seguramente cumplía una de sus habituales comisiones que correspondían a su función como oficial de milicias.” Ver Torres Molina, Ramón, ob. cit., p. 30.

100 A.Q. T° I, páginas. 87, 88, y 89.

101 Carta de Vicente Dupuy a Juan Facundo Quiroga, San Luis, 20 de junio de 1819, en A.Q., T° I, p. 109.

102 A.Q. T° I, p. 110. Se otorgaron treinta y cuatro medallas. Ver Gez, Juan W.: versión digital, p. 157.

103 A.Q. T° I, p. 108.

104 A.Q. T° I, p. 112.

105 El acta del juramento de los funcionarios riojanos y jefes de milicias del 25 de mayo de 1819 se encuentra en el A.G.N., legajos Gobierno de La Rioja, 1817-1825.

106 Carta de Quiroga a Juan Manuel de Rosas, Tucumán, enero 12 de 1832, original en A.G.N., 5-28-2-1, publicada por Barba, Enrique M.: Correspondencia entre Rosas, Quiroga y López, Buenos Aires, Hachette, 1958.

107 Carta de José Benito Villafañe a Juan Facundo Quiroga, La Rioja, 11 de noviembre de 1821, en A.Q., T° II, p. 129.

108 A.Q., T° I páginas 114, 116 y 117.

109 A.Q., T° I, p. 118.

110 A.Q., T° I, p. 118.

111 Ver Mitre, Bartolomé: Historia de San Martín y de la emancipación americana, Buenos Aires, Editorial de la Juventud Argentina, 1944, T° I, p. 584; Lopez, Vicente Fidel: Historia de la República Argentina. Su origen y su desarrollo político hasta 1852, Buenos Aires, La Facultad, 1926, T° VIII, p. 57; Hudson, Damián, ob. cit., p. 325.

112 Acta del Cabildo de San Juan original en A.G.N. publicada por Hudson, Damian, ob. cit., p. 291.

113 A.Q., T° I, p. 175.

114 Carta de Domingo Ortíz de Ocampo a Quiroga, Abra, 29 de junio de 1820, A.Q., T° I, p. 190.

115 Reyes, Marcelino, ob. cit., p. 48. Según se indica en el Prólogo varios capítulos fueron publicados con anterioridad en la Revista de Filosofía y Letras y la Revista Nacional.

116 Peña, David, ob. cit., p. 87

117 Ocampo, Elías Octavio, ob. cit., p. 27

118 De Paoli, Pedro, ob. cit., p. 71.

119 A.Q. T° I, p. 209.

120 Manifiesto del Gobierno de La Rioja a los pueblos hermanos. 20 de noviembre de 1820. A.G.N., reproducido en A.Q., T° I, p. 345. En A.Q., T° II, p.208 se menciona la capitulación.

121 A.Q., T° I, páginas, 206, 209, 210, 212, 213, 217, 218, 219, 223 y 227.

Facundo Quiroga

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