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PRESENTACIÓN
ОглавлениеEste libro contiene un ensayo sobre Francisco de Asís como genio religioso y diversos escritos más breves sobre aspectos particulares de la santidad del Poverello. El primero nació en el contexto de una investigación a nivel internacional sobre los genios religiosos de la humanidad; los segundos han tenido un origen oral, a menudo ocasional. De ahí la diferencia de extensión y estilo de las dos partes.
Durante las últimas cuatro décadas de mi vida, es decir, desde que me he dedicado a tiempo completo a la predicación, he tenido varias ocasiones de escribir o hablar de mi seráfico padre san Francisco. No fui yo quien eligió en el despacho los temas y los títulos de mis intervenciones. Me fueron propuestos –y a veces impuestos– por circunstancias particulares, empezando por el VIII centenario del nacimiento del Santo, en 1982, hasta la subida a la sede pontificia del cardenal Bergoglio, que, por primera vez en la historia, ha elegido llamarse con el nombre del Poverello de Asís.
Mi primera predicación de Adviento a la Casa Pontificia, tenida en su presencia en el año 2013, tuvo como tema la figura y la misión de Francisco de Asís. Pretendía ser un signo de gratitud de la familia seráfica al papa por la elección del nombre y un estímulo en el propósito que él manifestó en el momento de la elección de llevar al corazón de la Iglesia algo del espíritu del Poverello. No sabía entonces lo que en los años siguientes superaría, en esto, nuestras expectativas y las del mundo entero. Dos de las meditaciones pronunciadas en aquella ocasión se han insertado en esta colección.
Un conocido teórico de la comunicación social, Marshall McLuhan, acuñó el eslogan «El medio es el mensaje». Con ello quería decir –o al menos hoy se quiere decir– que el medio de transmisión de una noticia o de una historia –por vía oral, mediante escritura, impresión, Internet, etc.– influye en su contenido, determinando su interpretación y destino. Yo creo que se puede decir con la misma verdad que «el lugar es el mensaje», y también que «el tiempo es el mensaje»; en otras palabras, que la circunstancia en la que se trata un tema y el público ante el que se trata ayudan a captar, del tema mismo, diferentes aspectos y a veces antes desconocidos. Yo he hecho la experiencia de esto en persona a propósito de mi comprensión de Francisco.
Todos estos hechos me han empujado a reunir las diferentes intervenciones en un volumen. He conservado el orden cronológico en el que nacieron, también porque refleja mi personal camino de profundización de la figura y del mensaje de Francisco a lo largo de los años. Deliberadamente, no he querido eliminar alguna repetición, porque esto, creo, sirve para hacer resaltar ciertos rasgos esenciales de la personalidad del Santo que emergen desde cualquier ángulo que se la observe.
Espero que resulte suficientemente claro que el centro focal de todo no es Francisco de Asís, sino quien ha llenado su vida y de quien él fue un icono viviente, Jesucristo. No sabría, en caso contrario, cómo hacerme perdonar por Francisco el haber osado añadir un enésimo título a la inmensa bibliografía sobre él. «El siervo de Dios –solía decir Francisco– es como una tablilla de madera sobre la cual el pintor ha pintado una imagen espléndida. Nadie atribuye a la madera la gloria de la imagen, sino que toda alabanza se dirige al artista que la ha pintado en ella» (Leyenda de Perusa 104).