Читать книгу La Unión Europea - Ricard Pérez Casado - Страница 9

Оглавление

Un balance provisional

Este libro parte de la convicción de su autor de la necesidad de una Europa unida, fuerte, basada en los valores republicanos de libertad, de aspiración a la igualdad de todos los ciudadanos, y la solidaridad entre todos los seres humanos. Pueden parecer, a los ojos de la realidad, como aspiraciones utópicas, pero la utopía ha resultado necesaria, al menos hasta el presente, para la evolución de la especie y para alcanzar cada vez metas que mejoren su condición y supervivencia.

La construcción de la Unión Europea, como se comprobará en la lectura del texto que sucede a esta introducción, no ha sido tarea fácil, sino testimonio de la creatividad y la tenacidad de los propios europeos, en gran parte debida a experiencias funestas en su historia más reciente. Los testimonios de Zweig, de Klemperer6 y de tantos otros constituyen pruebas inequívocas, testimonios, literarios si se quiere, de los sacrificios y crueldades que desembocaron en una profunda reflexión por parte de las élites políticas y económicas, sociales, de Europa. Este, y no otros, es el fundamento del edificio institucional que hoy conocemos como Unión Europea.

Por supuesto que el horror no es el único elemento constitutivo, más en la medida en que su banalización al decir de Todorov y otros ha permitido el olvido, con frecuencia interesado, de los experimentos crueles de los totalitarismos. En razón de ello se justifica la proclamación de Hobsbawm cuando señala que «los historiadores hablan, y escriben, de lo que otros quieren olvidar».7

En parte, el olvido constituye una de las características de mayor calado entre la ciudadanía respecto a los orígenes y fundamentos de la arquitectura institucional, política, de la UE, y de sus principios, valores y logros más evidentes. Entre estos últimos, la formulación de los principios básicos del Estado del bienestar, siempre en el marco de la libertad como garantía individual y colectiva para el ejercicio de los derechos humanos. La disponibilidad de los instrumentos económicos, políticos y sociales, territoriales y de sostenibilidad, se ha traducido en el periodo más largo de la historia europea sin graves conflictos continentales, esto es, en el periodo de paz más largo de nuestra historia común.

Paz por supuesto no exenta de conflictos, de amenazas y de sobresaltos. Algunos enquistados durante décadas, como los de las identidades nacionales en su aspiración permanente a constituirse en estados, o al menos en el reconocimiento de su carácter nacional.

Ulster ha sido el ejemplo más evidente y cruel cuando la separación de Irlanda del Reino Unido no fue completa en razón de la existencia de una minoría religiosa protestante, unionista y nacionalista británica. Conviene a este respecto recordarlo: una disputa de fundamentalismos religiosos, vetusta como la historia misma, con componentes nacionalistas de carácter extremo y no solo por parte del IRA y su brazo político, el Sinn Fein. Un conflicto que resurge en el presente, con el secuestro del estatuto norirlandés por parte del Gobierno británico a raíz de un conflicto interno, como es la dimisión del vicepresidente, pero que augura nuevas dimensiones con la previsible implantación del Brexit, rechazado por la mayoría irlandesa y, por supuesto, por la República de Irlanda. Como se vio no es caso único en el propio Reino Unido. Escocia, por vías pacíficas, ha llegado a plantear su separación, y en menor grado Gales.

El contencioso belga, sin alcanzar los niveles de crueldad del conflicto irlandés, ha exigido una reforma constitucional de envergadura, sustituyendo las estructuras unitaristas del Reino de Bélgica por una federación con competencias ampliamente reconocidas, que alcanzan incluso a la misma estructura institucional de la UE, como fue el rechazo de la comunidad federada valona al Tratado UE-Canadá, el conocido como CETA, o lo que es lo mismo, ejerciendo un derecho de veto equivalente a cualquiera de los estados miembros.

La pacífica secesión de Chequia y Eslovaquia, siendo el estado miembro inicial la República de Checoslovaquia, no deja de ser un ejemplo insólito atendiendo a la proclividad de los conflictos nacionalistas en el seno de la propia UE.

En otros espacios más cercanos, el desarrollo de los nacionalismos en España ha tenido una incidencia cierta tanto en el interior del Estado como en relación con la práctica política institucional de la UE. La violencia del conflicto vasco, y su evolución hacia formas pacíficas de ejercicio de la política, constituye un elemento que considerar aunque esté lejos de ser resuelto en ausencia de voluntad de conclusión. De una manera pacífica el proceso político desencadenado en Cataluña cuestiona los propios fundamentos de los comportamientos políticos por parte del Estado. En ambos casos el desprecio por el compromiso no presagia una solución dialogada, política, porque de alguna manera, y aunque lo nieguen algunos, se trata del choque de dos nacionalismos, y ello sirve tanto para Euskadi como para Cataluña: los nacionalismos catalán y vasco, y el nacionalismo español.

Por supuesto que el conflicto más grave, por sus consecuencias humanas y de devastación, ha sido la sucesión de las nuevas guerras balcánicas en los años noventa del pasado siglo. En ellas, además de las consecuencias irreparables en términos humanos, de convivencia, se destaparon los viejos intereses de los nacionalismos de los estados, y su influencia en el desarrollo mismo de los conflictos armados así como en la paz inestable que les sucedió. La doble influencia de la Iglesia católica y los herederos alemanes del Imperio austro-húngaro se precipitó en el reconocimiento de Croacia. Rusia, como en el siglo XIX, procuró el auxilio y protección de los eslavos del sur, de modo singular de los serbios. De la misma manera que Turquía, apenas ausente del continente desde 1918, se precipitó con la colaboración insidiosa de la religión islámica de Arabia Saudita en la protección de los bosnios musulmanes. Francia y el Reino Unido renovaron su permanente interés histórico por los Balcanes, desde la Dalmacia napoleónica hasta las guerras de 1912. Lo veremos más adelante.

En este contexto de conflictos, más o menos ahormados y finalmente estabilizados, la UE siguió un desarrollo con el objetivo final de la unión política, consolidando su unión económica y la extensión del Estado del bienestar a la totalidad de sus miembros, los fundadores, por supuesto, y con empuje hacia cada una de las nuevas incorporaciones.

La encrucijada se produce, precisamente, a partir del fracaso constituyente de 2004, en el que hay que anotar el principio de una secuencia renacionalizadora por parte de los estados miembros. Bajo el paraguas de los intereses nacionales, supuestos o reales, y el empuje de las fuerzas políticas contrarias al objetivo final de la unión política además. Con el agravante inmediato de la crisis sistémica de la que todavía no se puede vislumbrar una solución. Es más, con la amenaza creciente de ruptura de los equilibrios mundiales que suponen los populismos de los gobernantes estatales, de EE. UU. a Rusia, y por supuesto de muchos de los estados miembros de la propia UE.

Ante estas amenazas inquietantes conviene presentar el balance de sesenta años de construcción no siempre bien entendida y, por supuesto, lo que constituye un déficit gravísimo para la gestión de las instituciones de la UE, con la escasa difusión de los objetivos políticos y sociales de la misma construcción. Una vez más, se reitera, la ausencia de la complicidad de la ciudadanía, ayuna de información comprensible y directa, y siempre ajena a la participación efectiva y democrática en la formulación de los objetivos. Sin la complicidad de la ciudadanía el camino se ha hecho más áspero, y a la vez más frágil, ante los ataques populistas de la extrema derecha en sus versiones más brutales, elementales y contrarias a los valores democráticos que constituyen el fundamento mismo de la existencia de la UE.

Un balance que tiene sus dimensiones más notables en el cimiento de los valores universales, en los derechos humanos, sucesivamente ampliados a medida que el respeto a las minorías, a los refugiados y al mismo medio ambiente se abría paso en las conciencias de la ciudadanía europea. De la misma manera que la democracia es la forma de gobierno más cercana a la manifestación de la voluntad de los ciudadanos y ciudadanas, y en consecuencia requisito imprescindible para el desarrollo de la propia UE.

Sobre ambos, valores y democracia, se despliega a lo largo de sesenta años el Estado del bienestar, la necesidad y a la vez la oportunidad de reducir las desigualdades, y hacer partícipes de la riqueza común a todos los ciudadanos de la UE. Este es un signo de identidad inequívoco de la misma Unión, ahora amenazado por la regresión neoconservadora, reaccionaria, que ha logrado infiltrarse a modo de pensamiento dominante en los más recónditos espacios de la misma UE.

Porque el éxito económico, desde 1957, ha sido uno de los resultados más espectaculares del proceso de creación de la UE. En efecto, escaldadas de las experiencias autárquicas, nacionalistas, proteccionistas y demás, desde sus propios orígenes, las instituciones europeas trataron por todos los medios de evitar las funestas consecuencias de aquellas experiencias. El resultado no ha sido otro que el de la creación de un espacio comercial y económico común, con capacidad de innovación y crecimiento, hasta constituir uno de los bastiones más espectaculares del planeta.

Las políticas de reequilibrio territorial, y más adelante de preservación y estímulo del medio ambiente, constituyen asimismo logros más que notables del funcionamiento de la UE. Los beneficios de tales políticas alcanzan todos los rincones geográficos de los estados miembros, y han contribuido en la medida de lo posible a la era de la globalidad, a la recomposición de las poblaciones y a hacer llegar a estas los beneficios del crecimiento y el bienestar.

Como ha sucedido, y se sigue en este objetivo fundamental, con la conectividad de todo el espacio europeo mediante redes de transporte que cada vez más simultanean sus diseños y trazados con los objetivos sociales colectivos, los económicos y con la preservación y puesta en valor de objetivos medioambientales, como puede ser la disminución de los efectos de las emisiones de gases de efecto invernadero, gracias a la preferencia por el ferrocarril como medio de transporte de personas y mercancías.

En el ámbito de la educación y la cultura, desde el programa Erasmus, que ya afecta a decenas de miles de estudiantes de todos los estados miembros, en el mayor de los intercambios universitarios de la historia, hasta la homologación de las titulaciones académicas superiores con el Plan Bolonia.

Con todas las debilidades que se quiera, la implantación del euro constituye un paso más en la construcción europea, como signo de una voluntad política de avanzar precisamente hacia la unión política. Su mantenimiento constituye, con las reformas económicas, fiscales y financieras que se requieran, un objetivo fundamental de la propia UE.

Además, todo ello se ha producido en una activa política de paz, con un periodo pacífico sin precedentes en Europa. Generaciones de europeos conocen los conflictos en los libros y manuales de historia y referencias compartidas con los más ancianos de sus comunidades, como algo lejano y que no debe repetirse, lo que, todo unido, ha contribuido a una cultura de paz asimismo sin precedentes en la historia de muchos o todos los estados miembros de la UE.

Sobre los contenidos y la organización del texto

Además de la introducción, a la manera de balance de la situación actual de la UE, de los retos y amenazas, las alternativas y el análisis de todo ello, junto al resumen de algunos de los logros más destacables de la UE desde sus inicios en 1957, el libro contiene los resultados de un detallado análisis que sustenta las afirmaciones anteriores y abre el camino a la discusión y debate sobre todo en lo que concierne a las alternativas ante las amenazas de regresión, internas y externas, que se plantean en el inicio del siglo XXI.

El texto se articula en torno a tres partes delimitadas y entrelazadas, como comprobará el lector.

La primera se refiere a la presencia de la historia en el origen y construcción de la UE. En ciertos espacios del continente, por no decir en todos ellos, la presencia de la historia, en especial del siglo XX, no es algo remoto y reservado a los profesionales de la disciplina académica e investigadora. Es algo que se aduce ante cualquier conflicto en resurrección inmediata de agravios o rencores derivados de conflictos presentes en la memoria colectiva. Desde el sacrosanto temor a los horrores de la hiperinflación alemana de la primera posguerra hasta los enfrentamientos nacionalistas o las consecuencias de una Guerra Civil como la española.

El siglo breve, entre 1914 y 1989, con sus horrores, forma parte de la memoria colectiva cotidiana de millones de seres humanos habitantes del Viejo Continente.

La segunda parte, explicativa, se detiene en el balance y situación actual de la UE en el umbral, ya traspasado por cierto, de nuevos horizontes geoestratégicos, económicos y sociales en los que precisamente ha sido partícipe y no menor la edificación de la propia UE. Los riesgos, las amenazas y las oportunidades de esta nueva etapa a escala global y planetaria no son pocos. Conciernen, nos conciernen, a todos con independencia de nuestras creencias o convicciones. La irrupción de nuevos actores, o la nueva perspectiva y objetivos de actores más viejos, obliga a una reconsideración del papel y funciones de las propias instituciones de la UE.

La UE no es solo un gigante económico, científico, cultural, social y referente de valores que se estiman universales. Sin embargo, sus instituciones, ancladas en la dependencia de los estados, no siempre están en condiciones de articular respuestas a los retos y amenazas. La defensa, la seguridad, las relaciones exteriores no tienen el grado de integración que puede convertir a la UE en un actor global. No constituyen el único caso. La renacionalización de las políticas sociales, de modo singular ante el flujo migratorio y de refugiados, constituye un retroceso actual de los avances conseguidos en años precedentes al socaire de la prosperidad económica entre otras razones. Los nacionalismos de la extrema derecha nos retrotraen a épocas que precisamente el proyecto europeo quiso superar de manera total.

De la misma manera que la consagración del mercado desregulado se ha convertido en verdad bíblica, con las consecuencias conocidas de aumento de la desigualdad y una desenfrenada carrera por la destrucción de las bases del bienestar colectivo, en una devastadora, con frecuencia irrecuperable, acción sobre el medio ambiente, el natural y el cultural.

La tercera parte aborda una descripción de las actuales instituciones europeas, desde la fallida Constitución de 2004 a los tratados de la Unión y de funcionamiento de la Unión Europea, en vigor en su totalidad cuando se redactan estas líneas. Es decir, el largo camino desde los Tratados de Roma de 1957 hasta las últimas modificaciones e incorporaciones a los textos básicos.

Igualmente se ha procurado seguir el itinerario y a veces las causas más o menos explícitas de las sucesivas ampliaciones de socios, incluso con el resultado del referendo británico, el llamado Brexit, sobre su permanencia en la UE, es decir, su salida de acuerdo con los resultados del 23 de junio de 2016.

Las instituciones operativas merecen en la actualidad un tratamiento que, aunque sencillo, puede resultar con frecuencia ajeno para el no conocedor. El Parlamento, el Consejo Europeo, el Consejo, la Comisión y los tribunales. Así como el carácter vinculante en muchos casos de las decisiones y acuerdos de cada uno de ellos, desde las directivas, recomendaciones, cooperaciones, etc., que en todo caso afectan a nuestra cotidianeidad, esto es, para entendernos, los actos jurídicos de la UE que producen efectos sobre las instituciones locales y sobre la ciudadanía.

Asimismo se procura explicar de manera cercana algunos acuerdos que no afectan a la totalidad de los estados miembros pero que contienen elementos fundamentales para el futuro inmediato, como el llamado espacio Schengen u otros, no menos trascendentes en lo que se refiere a la cesión de soberanía por parte de los estados, como la moneda única, el Eurogrupo y las funciones del Banco Central Europeo.

Finalmente, en esta parte del trabajo también se exponen algunos ejemplos de políticas de la UE de comprensión fácil por sus efectos conocidos, como la PAC (la Política Agraria Común) o los Fondos Estructurales.

En definitiva, se trata de poner al alcance del lector los efectos y decisiones de la UE que se refieren incluso a aspectos de su vida cotidiana, desde la trazabilidad de los alimentos y su calidad hasta los enchufes de los aparatos electrónicos. Esto es, las repercusiones de los actos jurídicos de la UE en todos los ámbitos, desde el doméstico hasta las empresas, desde las instituciones locales hasta las estatales… La transposición de las normativas y regulaciones comunitarias se precisa, por algunos analistas, que ocupa hasta el 80 % de la actividad legislativa de los estados miembros.

En este sentido, y a través de los análisis de los tratados de la Unión Europea (TUE) y de funcionamiento de la Unión Europea (TFUE), se introducen las necesarias referencias a las normas fundamentales, diríamos constitucionales impropiamente, como lo son las condiciones básicas para la pertenencia desde los requisitos democráticos al respeto, estímulo y protección de las minorías, de las lenguas, entre muchas otras que se refieren al funcionamiento mismo de todas y cada una de las instituciones de la UE. El universo comunitario ha sido presentado con frecuencia como extraño y ajeno, y este texto trata de disipar la oscuridad y la opacidad que con frecuencia se asocia al funcionamiento institucional de la UE.

Con una preocupación adicional, la de la presencia de la historia, con las consecuencias de los desencuentros violentos en Europa, sobre todo durante el último siglo. Se tiene presente la admonición del maestro Josep Fontana, en el sentido de no incurrir en el diseño del futuro, ese país extraño,8 ni tampoco utilizar el conocimiento del pasado como arma arrojadiza. Se trata tan solo, y es mucho, de entender los orígenes y causas que han conducido, después de catástrofes desmesuradas, a la creación de un espacio de libertad y convivencia, por más amenazas que se ciernan sobre el futuro y que ya hemos sintetizado en las páginas precedentes.

Algunas consecuencias de la Primera o de la Segunda Guerra Mundial siguen en pie lamentablemente en la memoria y la acción de los estados y de los ciudadanos, ya se trate de las económicas, puestas de relieve por un joven J. M. Keynes,9 o de la inutilidad bélica de los grandes bombardeos que registró aterrado Klemperer y que subraya cáusticamente J. K. Galbraith.10

El empleo del relato del pasado como arma arrojadiza me fue dado a conocer en dos oportunidades, en la experiencia directa de las consecuencias sociales y humanas de la Guerra Civil española, y durante la misión encomendada por la UE en Mostar, y como he explicado11 las unas me sirvieron para entender mejor las otras, aun tratándose de conflictos diferentes.

Acercar a la vida cotidiana, a los intereses y anhelos de la ciudadanía, e incitar a esta a la complicidad con la UE, son dos más de los numerosos objetivos del presente trabajo. Para el que, como se vio, conviene asimismo echar mano de la literatura, como en los casos de Zweig, Klemperer, Todorov, y agregamos Semprún y Lévi. Y en otros ámbitos, referentes a los escenarios, sobre todo centroeuropeos, las desventuras del soldado Svejk y las obras de Marái, Andric, así como para la comprensión de los efectos perversos de la burbuja inmobiliaria y las crisis como su correlato puede resultar más que útil, imprescindible, la obra de Chirbes;12 todos los citados aclaran cuestiones que los tratados académicos no consiguen.

Ignoro si se habrán conseguido los objetivos, cuestión que en todo caso corresponde juzgarla y decidirla a quienes tengan la bondad de leer estos textos, ya se trate de curiosos, interesados o estudiantes.

Finalmente, se incluyen las notas, una cronología de la institucionalización y ampliaciones sucesivas de la UE, algunos mapas que ilustran algunas afirmaciones deslizadas en el cuerpo del texto, en especial con referencia a la presencia de la historia, y un listado de siglas y acrónimos, indispensable para aligerar el texto y a la vez orientar al lector. De la misma manera y en cada momento se indican fuentes documentales accesibles a través de la red, con indicación de sus direcciones.

1 Th. Piketty: El Capital en el siglo XXI, Barcelona, RBA, 2015, esp. pp. 759 y 759-763. J. E. Stiglitz: The Euro. How a common currency threatens the future of Europe, Nueva York-Londres, W. W. Norton, 2016, pp. 124 y ss.; pp. 145 y ss., y sobre todo «Part. IV. A Way Forward?», pp. 239 y ss.

2 La «novedad» del presidente Donald J. Trump consiste en sus maneras y el modo de comunicar sus decisiones, así como el sesgo nepotista de sus nombramientos. El pensamiento reaccionario en el que se fundamenta tiene un itinerario conocido.

Milton Friedman y la Escuela de Chicago (véase nota 51) constituyen su reserva de pensamiento económico. El despliegue de los telepredicadores fundamentalistas en los años ochenta y noventa del pasado siglo en EE. UU. proporcionó la extensión y profundización de dos temas presentes, actuales, el negacionismo de Darwin también traspasado al cambio climático hoy, y el supremacismo blanco, con amplia tradición en la América profunda y no tan profunda. Las presidencias de Reagan y los Bush avanzaron en algunos de estos temas, de la misma manera que la de Clinton permitió el desmontaje de los resortes de control financiero que venían del New Deal rooseveltiano. Para no retroceder en el tiempo se añadió el Tea Party y el liderazgo de Sarah Palin, que inclinó más a la derecha a un viejo partido republicano. El conjunto arranca, pues, con anterioridad, y se consolida en los años noventa y emerge políticamente en los años 2000-2009, como alternativa política dentro del Partido Republicano de EE. UU. Para el personaje, J. T. Mathews: «What Trump is Throwing Out the Window», New York Review of Books (NYRB), 9/2/2017, con «perlas» como «There’s Nothing Wrong with America’s Foreign Defense Policy That a Little Backbone Can’t Cure», y esto en 1987. O. M. Danner: «The Real Trump», NYRB, 22/12/2016.

3 S. P. Huntington: El choque de civilizaciones y la reconfiguración del orden mundial, Barcelona, Paidós, 1997; y La tercera ola. La democratización a finales del siglo XX, Barcelona, Paidós, 1994. F. Fukuyama: El fin de la Historia y el último hombre, Barcelona, Planeta, 1992. El lector puede compensar con N. Chomsky: El nuevo orden mundial (y el viejo), Barcelona, Crítica, 1996.

4 USA, Department of Defense, Sustaining U.S. Global Leadership: Prorities for 21st Century Defense, rubricado por Obama, en enero de 2012 (<archive.defense.gov/ news/Defense_Strategic_Guidance.pdf>), y para la seguridad: USA Seal of the President of the United States, National Security Strategy, febrero de 2015 (<nssarchive.us/ national-security-strategy-2015>).

5 Véase nota 1 y G. Soros: «Wake up, Europe», NYRB, 23/10/2014. Y «The Crisis & the Euro», NYRB, 8/7/2010.

6 S. Zweig: El mundo de ayer, Barcelona, Acantilado, 2001, pp. 169 y ss., sobre Europa y la Primera Guerra, Europa y los Balcanes; pp. 248 y ss., 366-369 y 372 sobre las monedas y la inflación, así como Momentos estelares de la humanidad. Catorce miniaturas históricas, Barcelona, Acantilado, 2002, pp. 273-305. Klemperer, véase nota 10.

7 T. Todorov: Memoria del mal, tentación del bien. Indagación sobre el siglo XX, Barcelona, Península, 2002. Con referencia a E. Hobsbawm: Entrevista sobre el siglo XXI, al cuidado de Antonio Polito, Barcelona, Crítica, 2000.

8 J. Fontana: El futuro es un país extraño. Una reflexión sobre la crisis social de comienzos del siglo XXI, Barcelona, Pasado & Presente, 2013; Por el bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945, Barcelona, Pasado & Presente, 2011; y Europa ante el espejo, Crítica, Barcelona, 1998.

9 J. M. Keynes: Las consecuencias económicas de la Paz, Barcelona, Crítica, 1987.

10 J. K. Galbraith: Memorias. Una vida de nuestro tiempo, Barcelona, Grijalbo, 1982. Sobre los bombardeos aliados sobre Alemania, pp. 224, 235 y ss. Sobre la alimentación de los obreros y mineros del Ruhr, pp. 282 y ss. V. Klemperer: Quiero dar testimonio hasta el final. Diarios 1931-1941 (I) y Diarios 1942-1945 (II), Barcelona, Galaxia Gutemberg, 2003 y 2004.

11 R. Pérez Casado: Viaje de ida. Memorias políticas 1977-2007, Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2013, pp. 38-40, que pueden ayudar al lector a comprender mejor las motivaciones del autor sobre la escritura de un libro sobre la Unión Europea. R. Pérez Casado: Conflicte, tolerància i mediació. Onze conferències de l’administrador europeu a Mostar, presentació de J. Solana, Catarroja, Afers, 1998.

12 J. Hasek: Las aventuras del buen soldado Svejk, Barcelona, Galaxia Gutemberg, 2008. S. Marái: ¡Tierra, tierra!, Barcelona, Salamandra, 2006. I. Andric: Un puente sobre el Drina, Barcelona, Debate, 1996; y Crónica de Travnik, Barcelona, Debate, 2001. R. Chirbés: En la orilla, Barcelona, Anagrama, 2013; y Crematorio, Barcelona, Anagrama, 2007.

La Unión Europea

Подняться наверх