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APORTES PARA LA CONSTRUCCIÓN DE UN MARCO DE FUNDAMENTACIÓN DE LA CÁTEDRA DE LA PAZ

Ricardo Delgado Salazar

La presente producción académica surge del trabajo colectivo entre docentes investigadores y estudiantes del programa de Maestría en Educación de la Pontificia Universidad Javeriana. El estudio se inscribe en la agenda del grupo de investigación Educación para el Conocimiento Social y Político de la Facultad de Educación, el cual ha centrado su interés investigativo, en los últimos años, en el campo de la educación para la ciudadanía y la convivencia social, con el propósito de diseñar programas de formación de docentes y de actores sociales, contribuir a la formulación de políticas públicas, asesorar la construcción de marcos normativos para la convivencia escolar y elaborar material educativo. Para cumplir este propósito, ha definido dos líneas de investigación: 1) Educación para la convivencia escolar y social y 2) Educación política y proyección comunitaria.

La primera de ellas está enfocada en los procesos educativos, con el propósito de promover la convivencia, el tratamiento de conflictos y la construcción de comunidades justas e incluyentes en contextos escolares y sociales. Asimismo, está centrada en comprender la educación para el razonamiento y la justificación moral y su estrecha vinculación con lo jurídico-normativo y lo político, como un elemento de formación fundamental en la elaboración, negociación y reconstrucción de acuerdos para la convivencia ciudadana. La segunda línea de investigación, como complemento a la primera, está vinculada a los procesos educativos que se gestan en organizaciones y movimientos sociales. En ella, se ha planteado como tesis que la educación política y la proyección a la comunidad constituyen factores relevantes en la construcción de subjetividades y en el ejercicio de la ciudadanía de los actores sociales como agentes educativos para promover una cultura política que favorezca la convivencia pacífica.

Considerando el momento que atraviesa el país, con motivo del proceso de diálogo de paz que recientemente adelantaron el Gobierno de Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), para establecer un acuerdo para la terminación del conflicto armado, el grupo de investigación reconoce, desde una mirada prospectiva, que la construcción de una ‘cultura para la paz’ se constituye en uno de los mayores desafíos colectivos que debemos asumir con decisión desde los contextos educativos, para sustentar y orientar las acciones previstas en el posacuerdo. De acuerdo con López, la cultura para la paz

consiste en la creación de nuevas formas de cultivar las relaciones entre los seres humanos mismos y entre estos y la naturaleza, para incrementar las posibilidades humanas de vivir en paz; [...] se trata de reconstruir los momentos, actitudes, instituciones, que a lo largo de la historia han servido para organizarnos pacíficamente, como indicadores de las capacidades o competencias humanas para hacer las paces.1

Esta expresa el compromiso con la trasformación de las culturas y las sociedades, con miras al incremento de las formas pacíficas de convivencia y la disminución de expresiones de violencia. De igual manera, se reconoce que la educación es el proceso con el que podemos transformar nuestras formas de sociabilidad, a partir de principios de justicia y respeto a los derechos humanos, a la diversidad cultural y a la participación activa de los sujetos, para tramitar sus conflictos de manera pacífica, asumiendo la corresponsabilidad por una vida digna y colaborativa con los otros.

Por lo anterior, se abre un panorama de preocupaciones y desafíos, en los procesos educativos y la formación de los docentes, para la construcción de una cultura para la paz que propicie la convivencia pacífica en el país. De esta manera, los integrantes del colectivo de investigación buscan propiciar que la academia se vincule de manera más decidida en el fortalecimiento del movimiento “Escuelas como territorios constructores de paz”, que se viene gestando desde diversas organizaciones y sectores sociales.

En consonancia con estas preocupaciones, y reconociendo el potencial que tiene la educación, el Ministerio de Educación Nacional de Colombia (MEN) ha establecido, mediante la Ley 1732 del 2014, la Cátedra de la Paz en todas las instituciones educativas del país.

La Cátedra de la Paz expresa las siguientes motivaciones: Artículo 1.° Con el fin de garantizar la creación y el fortalecimiento de una cultura de paz en Colombia, establézcase la Cátedra de la Paz en todas las instituciones educativas de preescolar, básica y media como una asignatura independiente. Parágrafo 1.° En observancia del principio de autonomía universitaria, cada institución de educación superior desarrollará la Cátedra de la Paz, en concordancia con sus programas académicos y su modelo educativo. Parágrafo 2.° La Cátedra de la Paz tendrá como objetivo crear y consolidar un espacio para el aprendizaje, la reflexión y el diálogo sobre la cultura de la paz y el desarrollo sostenible que contribuya al bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población. (Ley 1734, 2014)

Si bien las motivaciones que movilizan la creación de la Cátedra de la Paz buscan la creación de una cultura para la convivencia pacífica en la implementación de los acuerdos, nos surgieron en su momento algunas inquietudes que dieron origen a la presente investigación, titulada “Construcción de un marco de fundamentación para la Cátedra de la Paz en tiempo de posconflicto armado”, los cuales se plasman en las siguientes interrogantes: ¿desde qué presupuesto y argumentos jurídicos, políticos, éticos, culturales y pedagógicos fundamentan e implementan los docentes la Cátedra de la Paz?, ¿demandarán las instituciones educativas directamente afectadas por el conflicto en zonas de guerra una implementación diferencial de la Cátedra de la Paz?, ¿cómo vincular la Cátedra de la Paz a programas de reparación para hacer justicia a las víctimas?

Algunas de estas inquietudes orientaron el presente estudio durante los años 2014 y 2015, el cual se planteó como propósito contribuir a la construcción de un marco de fundamentación de la Cátedra de la Paz en tiempo de posconflicto armado en Colombia, para las instituciones educativas que ofrecen educación básica y media. Considerando los ejes temáticos,2 definidos por el Decreto Reglamentario 1038, y reconociendo el camino recorrido en el país en temas relacionados con la educación para la paz, hemos identificado como categorías ordenadoras de nuestra indagación cinco dimensiones: la jurídico-política, la ético-moral, la psicosocial, la sociocultural y la pedagógica. Igualmente, se proponen algunas recomendaciones para que las instituciones educativas reflexionen sobre los referentes de fundamentación de la Cátedra de la Paz desde una perspectiva interdisciplinar. De esta manera, el interés se encuentra en enriquecer la discusión pública acerca de la Cátedra de la Paz y los procesos de formación de los docentes como agentes educativos para la paz y la reparación en esta transición que nos plantea el posconflicto (posacuerdo) en Colombia.

Teniendo en cuenta las preguntas que orientaron la investigación, se estableció una metodología mixta. Por una parte, se realizó una revisión documental, que sirvió para la elaboración del estado del arte sobre las trayectorias legislativas, investigativas y educativas, relacionadas con la educación para la paz, que se han construido en el país, referentes valiosos para la implementación y fundamentación de la Cátedra de la Paz. De igual forma, la investigación documental propició la sustentación teórica de las dimensiones que configuran el marco de fundamentación para la Cátedra de la Paz que se propone. Por otra parte, se hizo una aproximación metodológica a partir del enfoque narrativo, para acceder a testimonios, de algunos expertos en educación de paz, construidos desde la experiencia docente e investigativa, mediante técnicas de recolección de información, como la entrevista semiestructurada, que permitieron el acercamiento a sus relatos y aportes a la construcción de la Cátedra de la Paz en el país.

Aportes a la fundamentación e implementación de la Cátedra de la Paz

Reconociendo que la paz es un derecho, y su construcción una tarea mancomunada, deseamos compartir los resultados que fueron producto de esta investigación, que pretenden enriquecer y complementar las orientaciones y los referentes de fundamentación de la Cátedra de la Paz en las instituciones educativas en el país. El presente libro se ha estructurado en ocho capítulos que se presentan a continuación.

El primer capítulo, titulado “Trayectorias para pensar la paz en el contexto educativo”, nos presenta un detallado balance del camino recorrido en el país a propósito de avances relacionados con la convivencia pacífica y la educación para la paz. En este capítulo. Rosa Ludy Arias Campos, Ricardo Delgado Salazar y Luz Marina Lara Salcedo organizan dicha revisión, definiendo tres grandes trayectorias: la primera se refiere a las disposiciones legislativas y a los diseños institucionales previstos en el sector educativo para avanzar hacia la convivencia pacífica y la construcción de la paz. La segunda trayectoria nos ofrece las búsquedas investigativas relacionadas con la educación para la paz. La tercera trayectoria destaca las oportunidades derivadas de programas de educación para la paz y algunas cátedras de la paz a nivel nacional y mundial.

En el segundo capítulo, “La paz integral: referente para la Cátedra de la Paz”, Carolina Montagut Orozco y Mónica Hilarión Madariaga comparten un breve referente conceptual acerca de la educación para la paz integral, fuente inspiradora y orientadora de la Cátedra de la Paz en las instituciones educativas. El capítulo está organizado en tres apartados. El primero aborda los sentidos y los fines de la paz, a partir de reconocer las diversas formas de violencia que hemos padecido. El segundo propone la visión integral que requiere asumir la Cátedra como un compromiso de corresponsabilidad entre la sociedad y el Estado. El tercer apartado aborda la paz integral como condición necesaria para construir una cultura de paz a través de la educación.

El tercer capítulo, denominado “Aportes de la dimensión jurídico-política a la fundamentación de la Cátedra de la Paz”, destaca referentes normativos y políticos como marcos de regulación necesarios para la convivencia pacífica y la construcción de la paz. Carolina Montagut Orozco ha organizado su presentación en tres apartados: el primero trata la estrecha relación entre educación en derechos humanos y la educación para la paz; el segundo destaca los aportes de las justicias en la construcción de paz y en las prácticas restaurativas en la escuela, y el tercero centra su reflexión sobre la democracia y la participación como procesos de deliberación donde se construye y se legitima la construcción de ciudadanías y las acciones de convivencia pacífica.

En el cuarto capítulo, “Aportes de la dimensión ético-moral a la fundamentación de la Cátedra de la Paz”, Edward Amorocho Herrera referencia algunas implicaciones éticomorales que se desprenden de la implementación de la Cátedra de la Paz. El capítulo está estructurado en cinco apartados. En el primero, se plantea que una convivencia pacífica demanda la construcción de una ética de mínimos, para sustentar la deliberación pública y el ejercicio pleno de la ciudadanía. En el segundo, se hace referencia a que la paz es un bien moral y un valor universal de la ética mínima cordial. En el tercero, se alude a la relevancia de la dignidad y del reconocimiento como presupuestos ético-morales en la Cátedra de la Paz. En el cuarto apartado, se destaca la importancia de una ciudadanía activa y diversa en la construcción de la convivencia pacífica. Finalmente, en el quinto, se subraya la necesidad de fortalecer la sensibilidad moral para el perdón y la reconciliación, desde la implementación de la Cátedra de la Paz en el país.

En el quinto capítulo, “Aportes de la dimensión psicosocial a la fundamentación de la Cátedra de la Paz”, María Mercedes Giraldo Álvarez nos ofrece un referente conceptual desde el enfoque psicosocial, haciendo énfasis en los procesos relacionales y vinculares en la construcción individual y social. Asimismo, retoma, de algunos programas y experiencias que se han trabajado en contextos y comunidades afectadas por la violencia, aquellos conocimientos y prácticas de apoyo psicosocial que resultan ser vitales en la reconstrucción de entornos de paz.

El capítulo está organizado en cuatro ejes temáticos: el primero considera las relaciones de cuidado y sus implicaciones en la construcción de relaciones de convivencia pacífica; el segundo destaca los procesos socioafectivos y la promoción de comportamientos prosociales; el tercero se dedica al tema de la resiliencia y su vinculación con la tramitación del dolor y el sufrimiento de las víctimas, y, por último, el cuarto apartado se refiere a la formación de las habilidades sociales y las competencias ciudadanas para la convivencia pacífica.

El capítulo sexto, “Aportes de la dimensión sociocultural a la fundamentación de la Cátedra de la paz”, aborda las implicaciones que tiene que asumir la Cátedra de la Paz en clave intercultural, donde el reconocimiento de la diversidad epistémica, política, jurídica y cultural de comunidades y colectivos sociales se convierte en una herramienta para contrarrestar y resistir las violencias y las prácticas de exclusión derivadas del patriarcalismo, el capitalismo y el colonialismo. Mónica Hilarión Madariaga, en uno de sus apartados, llama la atención frente a la necesidad de cambiar la cultura patriarcal que ha reproducido, en la historia, la violencia de género. Igualmente, propone un respeto y reconocimiento a las expresiones de los mundos juveniles como sujetos sociales. En este capítulo, también, se estudia la Cátedra de la Paz desde las autonomías de las educaciones que proponen los diversos grupos étnicos. Al final, la autora comparte algunos elementos para pensar la Cátedra de la Paz desde una perspectiva territorial.

En el séptimo capítulo, “Aportes de la dimensión pedagógica a la fundamentación de la Cátedra de la Paz”, los autores —Edward Amorocho Herrera, María Mercedes Giraldo Álvarez y John Granados Rico— proponen un conjunto de postulados y principios pedagógicos derivados de las tradiciones críticas. De la educación popular, se retoman los aportes de P. Freire, de X. Jares y de A. Torres, para destacar la dimensión política de una educación para la paz. De las corrientes decoloniales, se destacan los planteamientos de Catherine Walsh, Cristian Díaz y W. Mignolo, para plantear que una educación para la paz tiene que promover la interculturalidad y el diálogo de saberes y tradiciones. De los estudios de la memoria histórica, se referencian los trabajos de E. Jelin y J. Melich, para reconocer el potencial reparador y trasformador que tiene la narración. De los movimientos de creación artística, se abordan los planteamientos de I. Comins y F. Sandoval sobre la necesidad de explorar otros lenguajes para abrir caminos y trayectorias pedagógicas para la implementación de la Cátedra de la Paz.

En el octavo y último capítulo, “Aprendizajes y recomendaciones”, Arias Campos y Delgado Salazar comparten un conjunto de recomendaciones dirigidas a la implementación de la educación para la paz, en general, y, otras más específicas, para la Cátedra de la Paz. De igual manera, presentan los aportes y las sugerencias ofrecidas por expertos en el tema de la educación para la paz, quienes identifican unos propósitos y unos ejes temáticos para ser considerados en la fundamentación e implementación de la Cátedra de la Paz en el país.

1 López, M. (2004). Enciclopedia de paz y conflictos. Granada: Instituto de la paz y los conflictos; Universidad de Granada.

2 Este decreto indica, respecto a la estructura y contenido de la Cátedra de la Paz, que deben estar orientados al logro del objetivo del decreto mismo y desarrollar al menos dos de las siguientes temáticas: 1) Justicia y derechos humanos; 2) Uso sostenible de los recursos naturales; 3) Protección de las riquezas culturales y naturales de la nación; 4) Resolución pacífica de conflictos; 5) Prevención del acoso escolar; 6) Diversidad y pluralidad; 7) Participación política; 8) Memoria histórica; 9) Dilemas morales; 10) Proyectos de impacto social; 11) Historia de los acuerdos de paz nacional e internacional; 12) Proyectos de vida y prevención de riesgos.

Educar para la paz

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