Читать книгу Amar, proteger y defender la vida - Ricardo Enrique Facci - Страница 4
ОглавлениеPRESENTACIÓN
Toda vida humana es don de Dios, un verdadero regalo que nos fue entregado en custodia. Se debe cuidar la propia vida, y comprometerse en el cuidado de las demás vidas humanas. Todas valen mucho.
La vida comienza en el mismo momento de la concepción, cuando papá y mamá en un gran gesto de amor y entrega se abrieron a ella para que cada uno de nosotros existiera. Allí estuvo presente el Espíritu de Dios. Fuimos creados para la eternidad. Somos Espíritu encarnado, imagen de Dios.
La Vida es Sagrada en todos sus momentos, y las familias cristianas deben protegerla desde la unión íntima del Sacramento del matrimonio, acompañando a los hijos y a cada niño que se encuentra en situación de abandono, físico o espiritual, a cada joven en riesgo, para que viva en plenitud sus virtudes, a cada adulto y muy especialmente a cada enfermo, discapacitado, anciano, que necesite de los cuidados paliativos, centrados en el amor evangélico.
Hogares Nuevos es un Movimiento de Familia que Ama, Protege y Defiende la Vida y como tal, ante los ataques de las leyes anti-vida, proponemos, para el bien de la humanidad, de la sociedad y para la prosperidad de los países, renovar profundamente nuestras familias desde la luz de la fe y del amor conyugal generoso. Permanecer orantes, firmes y palpitantes. Unidos, comprometidos, y buscando en la Sagrada Familia de Nazaret la imagen a imitar.
Se ha instalado en la sociedad la cultura de la muerte. Es interesante analizar el hecho de que para influir en la gente y así acepte la anticoncepción y el aborto, se argumenta desde datos estadísticos erróneos e imprecisos. ¿Tendenciosos? En el caso del aborto se muestra al niño inocente e indefenso en el vientre de la madre casi como un agresor o como el culpable de todo, por eso se lo debe condenar a muerte.
Al aborto lo presentan como la solución para las mujeres pobres, cuando sabemos muy bien que la mayoría ocurre en la clase media y alta, cuanto mayor son los ingresos de la población, más aumentan la demanda de los abortos. Las mujeres pobres recuerdan que es en el mundo de los más pobres donde se recibe la vida en verdaderos pesebres marcados por la pobreza, reviviendo el de aquel de la primera navidad, pero muy ricos de amor hacia el niño que nace.
Los cristianos anunciamos la verdad del valor intangible de la vida humana desde la concepción en el seno materno hasta su muerte natural. Desde el momento de la concepción el bebé vive en el seno de la madre como ser diferente de ella, que depende totalmente de su mamá, para luego convivir con su familia. Las ideologías, insertadas en minorías, levantan banderas antivida confundiendo a la sociedad, a las mismas familias, sobre todo a los jóvenes.
Como Iglesia defendamos la vida, debemos ser la voz de los que no tienen voz.
Cada niño responde a un proyecto de Dios.
El Papa San Juan Pablo II nos decía: “La vida, especialmente la humana, pertenece sólo a Dios, por eso, quien atenta contra la vida del hombre, de alguna manera atenta contra Dios mismo” (Evangelium Vitae, 9). El hombre no debe creerse dueño de la vida y de la muerte. ¡La vida es un don! ¡Se la debe cuidar! ¡Dios demandará si no se la cuida!
El Papa Benedito XVI iluminaba sobre este tema: “El culto agradable a Dios, exige el testimonio público de la propia fe. Obviamente esto vale para todos los bautizados, pero tiene una importancia particular para quienes, por la posición social o política que ocupan, han de tomar decisiones sobre valores fundamentales, como el respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural, la familia fundada en el matrimonio entre el hombre y la mujer, la libertad de educación de los hijos y la promoción del bien común en todas sus formas. Estos valores no son negociables. Así pues, los políticos y los legisladores católicos, conscientes de su grave responsabilidad social, deben sentirse particularmente interpelados por su conciencia, rectamente formada, para presentar leyes inspiradas en los valores fundamentales de la naturaleza humana” (Sacramentum Caritatis, 83).
Muchos gritan “déjennos vivir”. Hoy queremos ser su voz.