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1. Desde el principio hasta el fin
(Todo por fe)

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“Verdaderamente, somos mendigos.”(Martín Lutero, nota encontrada en su bolsillo cuando murió)

¿Qué debo hacer para ser salvo?

Una de las cosas más tristes que he hecho en mi vida fue llevar a un alumno del seminario al hospital psiquiátrico en Chile. Este joven había perdido contacto con la realidad, y estaba amenazando con hacer daño a la secretaria y a los alumnos. Tuvimos que buscar ayuda profesional.

Cuando el jefe de psiquiatría me invitó a una entrevista acerca del alumno, me comentó que muchos de sus pacientes eran evangélicos. Me sorprendió el dato, y le pregunté por qué. Me contestó que era por el sentido de culpa. Dijo que no tenía nada en contra del cristianismo, pero que muchas iglesias hablan demasiado de cosas muy negativas, sin hablar del amor de Dios, del perdón, y de cosas positivas. Mucha gente termina con un tremendo peso de culpa que trastorna su capacidad de relacionarse sanamente con el mundo.

No creo que esto explique totalmente el problema de nuestro alumno, pero me hizo reflexionar seriamente acerca de lo que estamos enseñando en nuestras iglesias. Me dio mucha tristeza porque debería ser precisamente nuestra relación con Cristo que nos libera de la culpa y nos capacita para vivir en armonía con el mundo. Cuento esto para que examinemos nuestra enseñanza, para ver si estamos predicando el evangelio fielmente.

No me entienda mal; el evangelio también incluye una explicación del pecado, de la Caída y sus consecuencias, y una advertencia acerca del juicio. Para comprender lo que Cristo hizo para nosotros, también tenemos que reconocer nuestro problema. Además, hay un sentido de culpa cuando hemos pecado que es legítimo. Sin embargo, no debemos predicar estos aspectos sin destacar el mensaje maravilloso de la salvación: la obra de Cristo, el perdón, una nueva vida en Cristo, y la vida eterna, todo por gracia, y no por mérito propio. He escuchado muchos sermones “evangélicos” que no tienen nada del evangelio. Solamente apuntan al pecado y dejan a los oyentes con el sentido de culpa.

Pienso que muchos evangélicos no han comprendido las implicaciones del hecho de que nuestra salvación es completamente por gracia mediante la fe. Fácilmente caen en un legalismo que impide el gozo que podemos tener en Cristo.

En este capítulo, defenderemos la enseñanza bíblica de que toda la salvación es por fe, tanto la justificación como la santificación. En el siguiente capítulo, examinaremos más detalles acerca de cómo funciona la santificación.

Martín Lutero dormía en el suelo, ayunaba, y se castigaba, tratando de salvarse. Luchaba con un sentimiento de culpa, y buscaba paz con Dios a través del sufrimiento. Finalmente encontró esa paz, cuando leyó Romanos 1:17.

Romanos 1:17

Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Los reformadores destacaron “la justificación por la fe”, y los evangélicos han estado enfatizando esta doctrina desde entonces. No obstante, hay un segundo aspecto de este versículo que también debemos examinar. Creo que era igualmente importante para Lutero, pero no se ha prestado tanta atención a esta doctrina hasta el siglo pasado. El segundo punto es que la santificación también es por fe.

¿Qué significa que la justicia de Dios se revela “por fe y para fe”? En realidad, esta traducción (Reina Valera 1960) es difícil de entender. En el griego, dice literalmente, “ek pisteos eis pistin”, es decir, desde la fe hacia la fe. La palabra “ek” es una preposición usada frecuentemente para indicar movimiento de adentro hacia afuera, por ejemplo, cuando alguien sale de una casa. El segundo término, “eis”, se usa para indicar movimiento desde afuera hacia adentro, por ejemplo, cuando alguien entra la casa. Es decir, la justicia sale de la fe y vuelve a la fe, o comienza en la fe y termina en la fe. Creo que la traducción de la Nueva Versión Internacional comunica la idea: “por fe de principio a fin”. La vida cristiana es como un puente; comenzamos por la fe en un lado, y terminamos por la fe en el otro lado. El terreno que sostiene todo es la gracia de Dios recibida por fe.

Este versículo es una introducción al resto de la carta a los romanos, que primero trata el tema de la justificación (capítulos 1-5) y después trata el tema de la santificación (capítulos 6-8). Lo que quiere decir Pablo es que nuestra justicia no viene de nosotros, sino de Dios, y esa justicia incluye tanto nuestra justificación como nuestra santificación. Algunos piensan que tienen que seguir su vida cristiana por esfuerzo propio, pero es de vital importancia entender que la santificación también es por fe.

Para repasar: ¿Cuál es la traducción de Romanos 1:17 que se recomienda? Para reflexión: ¿Cree que muchos cristianos no han comprendido la importancia de la gracia? ¿Cómo les afecta?

A. La justificación por fe

La justificación tiene que ver con nuestra relación legal con Dios. Tiene dos aspectos: el perdón de nuestros pecados y la recepción de la justicia positiva de Cristo. Por la muerte de Cristo en la cruz, somos perdonados y somos considerados justos. Somos liberados de la culpa y recibimos la justicia de Cristo en nuestra cuenta, a nuestro favor. El resultado es que somos liberados del castigo que merecemos.

Es como si tuviéramos un libro de vida, lleno de anotaciones negativas. El Señor no solamente borra los pecados, sino también nos da un libro completamente nuevo, que contiene la justicia y las buenas obras de Jesucristo. La justificación es un veredicto divino en el que Dios nos declara justos.

Romanos 3:20-28

ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado. Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús. ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley.

Recibimos la justificación por la fe, y no por las obras. Si tratáramos de justificarnos por obras, ya no sería por gracia. Además, tendríamos que ser absolutamente perfectos, porque Dios es totalmente santo, y debe castigar el pecado. Sería como tratar de saltar a la luna. No podemos llegar a la luna sin un cohete, y Cristo es nuestro “cohete”.

Cuando el carcelero de Filipos preguntó a Pablo y Silas, “¿Qué debo hacer para ser salvo?”, contestaron simplemente, “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” (Hechos 16:30-31). Cuando preguntaron a Jesús, “¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?”, Él contestó, “Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado” (Juan 6:28-29).

Antes de su conversión, el famoso predicador Charles Spurgeon asistía desesperadamente a una y otra iglesia. Esperaba escuchar el secreto de lo que él debía hacer para obtener paz con Dios. Un día cuando caía mucha nieve, no pudo llegar a la iglesia que quería asistir, y tuvo que ir a una pequeña capilla cercana. Entró silenciosamente y se sentó muy atrás. El pastor no había llegado debido al mal tiempo, y estaba predicando un humilde laico con poca preparación. El hombre sencillo no sabía desarrollar un sermón; simplemente describía a Jesús en la cruz: los clavos, Su dolor, y la sangre. Se fijó en el asistente desconocido, y le apuntó el dedo diciendo, “Joven, ¡mira a Cristo!” Desde ese momento los pensamientos de Spurgeon quedaron fijos en Cristo, imaginándolo en la cruz muriendo por él, y sintió la paz que tanto anhelaba. Se dio cuenta de que no tenía que hacer nada más; Cristo ya había hecho todo por él. Tal como dijo mi suegra cuando leímos Romanos 8, “¿Si Cristo murió por mí, cuál es mi problema?” Esto es la justificación por fe. Sucede en un solo momento cuando una persona recibe a Jesús como Su Señor y Salvador personal, y no se pierde nunca.

Para repasar: 1. Defina la justificación. 2. ¿La justificación tiene que ver con qué aspecto de nuestra relación con Dios? 3. Anote los dos aspectos de la justificación. 4. ¿Cómo recibimos la justificación?

B. La santificación por fe

La santificación es el proceso de nuestro crecimiento gradual, y tiene que ver con nuestra relación personal con el Señor. Tal como en un matrimonio, hay un aspecto legal y un aspecto personal, también en nuestra relación con Dios. En el matrimonio, dos personas hacen promesas públicas, y firman un libro en el registro civil, haciendo un pacto legal. Esto se hace en un momento, y son declarados casados. Este primer aspecto corresponde a la justificación. Pero también viven juntos, experimentando un proceso de crecimiento en su relación. Aprenden cómo piensa y cómo se siente la otra persona. Procuran agradar y hacer el bien el uno al otro. Este segundo aspecto es parecido a la santificación.

Algunos no se percatan de que la santificación también es un aspecto de la salvación y que también es por gracia mediante la fe. No es algo que logremos por esfuerzo propio, sin la obra del Espíritu Santo. Cristo nos salva de la culpa del pecado en la justificación, y nos salva del poder del pecado en la santificación.

Romanos 6:14

Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia.

Romanos 6:1-2

¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?

2 Corintios 5:17

De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

Es muy frecuente que alguien comienza su vida cristiana confiando plenamente en Cristo para su perdón, pero pronto cae en el error de tratar de santificarse por esfuerzo propio. Aunque no debemos abusar de la gracia de Dios, esto es un engaño muy peligroso, porque pone todo el énfasis en lo que la persona puede lograr, y quita la vista del Señor.

Esto es justamente lo que le pasó a los Gálatas. Comenzaron bien, pero pronto llegaron los legalistas, diciendo que deberían ser circuncidados y seguir las costumbres judías. Pablo advierte que eso sería legalismo. Creo que estamos haciendo algo parecido cuando pretendemos ganar puntos con Dios o lograr nuestra propia santificación, sin la ayuda del Espíritu Santo.

Gálatas 3:3 ¿Tan necios sois? ¿Habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?

Piense en una rama suelta, tratando de producir fruto. ¡Simplemente no puede! Tiene que ser injertada a la vid primero. Es así de imposible que una persona se santifique por esfuerzo propio.

Juan 15:4-5

Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer.

Volviendo a la ilustración del viaje a la luna, este error sería como subir a una nave espacial (la justificación; ya es salvo) para llegar a la luna (la culminación de la salvación: la vida eterna y la glorificación), y ¡tirarse al espacio en medio del viaje (el proceso de la santificación), pensando que se puede seguir solo!

Recuerdo a un joven que no quería ir a su trabajo, porque el bus iba muy rápido. Le pregunté si era peligroso, y me dijo que eso no era el problema, sino que era un pecado ir a exceso de velocidad. Le pregunté si había hablado con el chofer, y me dijo que sí, pero que no le importaba. Le expliqué que, si él había hablado con él y no había un cambio, no era su culpa. Pero no le pude convencer que volviera a tomar el bus, y decidió tomar un taxi. Días después, me llamó de nuevo, diciendo que no podía ir al trabajo porque sus colegas escuchaban música en la radio que “no era edificante”. Le pregunté si había hablado con las personas que ponían esa música. Me dijo que sí, pero que seguían escuchándola. De nuevo, traté de convencerlo de que no era su culpa.

Finalmente, dejó su trabajo y se quedó encerrado en casa. Su madre tenía que cuidarlo totalmente, aunque él tenía más de treinta años. Cuando fui a conversar con él, me dijo que ya no salía, porque había “muchas tentaciones allá afuera”. Es obvio que tenía algunos problemas psicológicos, pero también veo una confusión profunda acerca de la santificación. Estaba tratando de evitar la tentación y controlar su medio ambiente de tal manera que no cometiera un pecado. ¿Cuál es el resultado? Termina pecando de todas maneras. Posiblemente no escuche música mala, pero tampoco es responsable, porque hace que su madre trabaje para cuidarlo. No está cumpliendo con los mandamientos positivos acerca de lo que debe hacer, y no disfruta de las cosas buenas que Dios le ha dado. ¡Este no es el estilo de vida que el Señor desea para nosotros!

Alguien preguntará, “Entonces, ¿cuál es mi parte en el proceso de la santificación? ¿Soy totalmente pasivo? ¿Hago 50% y Dios hace 50%?” La respuesta es que no somos pasivos, y tampoco hacemos 50% y Dios el otro 50%. El Señor siempre hará Su 100% y Él me pide que haga Su voluntad 100%. Él siempre llevará a cabo Su plan soberano, pero nos pide que seamos fieles y obedezcamos. En lugar de preguntar: “¿Cuánto debería hacer yo?”, Simplemente deberíamos preguntar: “¿Qué es lo que Dios me pide que haga?”, Entonces, debemos hacerlo, y dejar los resultados en Sus manos. Eso es lo que significa “vivir por fe”.

Hay una relación misteriosa entre la soberanía de Dios y la responsabilidad humana. Es como un jardín; no puedo sentarme en mi sillón y simplemente esperar que Dios haga un lindo jardín, sin sembrar semillas, sin regar las plantas, y sin podarlas. Pero los resultados no están bajo mi control. No decido el color de las flores, la altura de las plantas, y la cantidad de hojas que tienen.

Debemos cumplir nuestro deber, usando los medios de gracia, pero siempre confiando en el Señor para los resultados. Él cumplirá Su plan soberano, pero también nos usará como Sus instrumentos.

Para repasar:

1. Defina la santificación. 2. ¿La santificación tiene que ver con qué aspecto de nuestra relación con Dios?

3. ¿Qué importancia tiene el hecho de que la santificación es un aspecto de la salvación?

4. ¿Qué importancia tiene el hecho de que la santificación es por fe?

5. ¿En qué sentido participamos en nuestra santificación? Explique.

LO ESENCIAL DEL CAPÍTULO

Somos justificados y santificados por fe, desde el principio hasta el fin.

Para aplicación personal

a) Estudio bíblico

Recomiendo comprar un cuaderno para usarlo en su tiempo a solas con Dios. Es una gran bendición anotar lo que el Señor le está enseñando en Su Palabra, y también escribir las peticiones y motivos de acción de gracias para su tiempo de oración.

En su tiempo devocional esta semana, lea Gálatas 3 y 4. Anote sus ideas acerca de la justificación y la santificación por gracia.

Tres pasos sencillos para un análisis de un pasaje bíblico son:

(1) Observación: ¿Qué dice el pasaje? Anote la información importante.

(2) Interpretación: ¿Qué significa el pasaje? Anote sus preguntas sobre el pasaje y busque las respuestas.

(3) Aplicación: ¿Qué importancia tiene para mí? ¿Qué me enseña acerca de Dios, acerca de mí mismo, acerca de Cristo y la salvación? ¿Cómo debería cambiar mi vida como respuesta a este pasaje? Anote alguna nueva verdad, un ejemplo, o un principio ético.

b) Oración

Ocupe el Salmo 127:1-2 y el Salmo 23 como guía para su tiempo de oración.

c) Memorización de la Escritura

Romanos 1:17

Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.

Para conversar

1. ¿Ha olvidado Ud. a veces que la santificación también es por gracia por medio de la fe? ¿Cómo se ha manifestado esta tendencia? ¿Cuál ha sido el fruto?

2. ¿Ha podido salir de esta trampa? ¿Cómo?

3. ¿Qué consejo le daría al joven de la India (Al joven que se quedó en su casa para evitar las tentaciones)?

4. ¿Cuál es la tendencia más común entre los cristianos que usted conoce? ¿Tienden a ser pasivos o indiferentes acerca de la santificación? ¿O tienden a ser legalistas, tratando de santificarse por su propio esfuerzo?

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