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Malos recuerdos: dejando atrás tu pasado
Оглавлениеgobiada por recuerdos oscuros, Lina a duras penas lograba sobrevivir un día a la vez. Sus pecados sexuales del pasado y su intento de suicidio la perturbaban a diario. Desde el momento en que su esposo Sergio se enteró de estas cosas, poco después de que se casaran, él había tratado de apoyarla. Pero el haber ocultado sus pecados a Sergio solo aumentaba el sentimiento de culpa de Lina. Día y noche una nube de depresión se posaba sobre ella mientras recordaba su pasado. El hecho de haber cometido esos pecados cuando ya era cristiana duplicaba su miseria. Ella sabía que no debía hacer esas cosas, y ahora odiaba su vida.
Mario también se sentía perturbado por su pasado. Cuando su negocio de tecnología fracasó, él quedó lleno de deudas, y sus planes para hacerse rico no produjeron más que miseria financiera para él y su esposa. Los ataques de rabia se volvieron eventos de cada noche. Su creciente consumo de alcohol y el aumento de su ira solo lo distanciaron de Gloria y los niños, lo cual resultó finalmente en un divorcio amargo. “¿Por qué dije esas cosas acerca de ella en frente de los niños? Yo sabía que no eran verdad”, admitió más adelante a su pastor. “Soy yo quien arruinó nuestro matrimonio, no ella. Y no hay nada que pueda hacer al respecto ahora”.
¿Hay ayuda y esperanza en Cristo para Lina y Mario, y para otros que sufren a causa de su propio pasado? ¿Los recuerdos de tu pasado te atormentan? Tal vez fue un pecado grave, o tal vez un patrón crónico de malos comportamientos. Los recuerdos pueden agobiarte y paralizarte.
Si luchas con tu pasado, no estás solo. Escucha este análisis del sabio pastor D. Martyn Lloyd-Jones:
El problema en este caso es el que afrontan los cristianos que, por causa de algún pecado específico en su vida anterior, o por la forma tan particular en que el pecado se introdujo en su caso, se sienten desdichados o sufren de depresión espiritual. Por mi experiencia en el ministerio, que abarca ya muchos años, yo diría que no hay problema más común. Es un problema recurrente, y me parece que he atendido a más gente en relación con este en particular que en relación con cualquier otro problema1.
Dios en Su Palabra proporciona una solución para este problema abrumador, una solución poderosa y transformadora que está más allá de lo que podríamos imaginar. ¿Cuál es la respuesta de Dios?