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Introducción Capacidad corporal obligatoria y existencia queer/discapacitada

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En los estudios queer es una práctica crítica muy habitual señalar la supuesta invisibilidad de la heterosexualidad1. A medida que la norma heterosexual se consolidaba durante el siglo XX, fue la “amenaza homosexual” la que se especificó y se materializó; la subsiguiente vigilancia y contención de esa amenaza permitió que la nueva normalidad heterosexual permaneciera sin especificar, como algo inmaterial2. Ya en 1915, Sigmund Freud, en su versión revisada de “Tres ensayos de teoría sexual”, escribió que “el interés sexual exclusivo del hombre por la mujer constituye también un problema, y no es algo natural basado en una atracción química”vi (560), pero tales observaciones se mantuvieron —de hecho, así eran los comentarios de Freud literalmente— como meras notas a pie de página en su proyecto de investigación sobre la desviación. La heterosexualidad, sin hablar nunca —como la conocida referencia de Michel Foucault sobre la homosexualidad— “en su propio nombre, para exigir que se reconozca su legitimidad o ‘naturalidad’” (History of Sexuality 101), pasó así como el amor y la intimidad universales, no como algo propio de una forma específica e histórica de erotismo entre personas del sexo opuesto, sino como algo propio de la humanidad misma. Los aliados de la heterosexualidad en esta mascarada han sido claramente identificados; un importante conjunto de obras feministas y antirracistas ha analizado cómo la heterosexualidad obligatoria refuerza o naturaliza las ideologías dominantes sobre el género y la raza3. Sin embargo, a pesar del hecho de que la homosexualidad y la discapacidad comparten claramente un pasado patologizado, y a pesar de una creciente conciencia de la intersección entre los estudios de teoría queer y los estudios sobre la discapacidad, se ha prestado poca atención a la conexión entre la heterosexualidad y la identidad capacitista. La capacidad corporalvii, incluso más que la heterosexualidad, todavía se disfraza en gran medida como una no-identidad, como el orden natural de las cosas4.

Teoría crip: signos culturales de lo queer y de la discapacidad surge de las tradiciones de los estudios culturales que cuestionan el orden de las cosas, analizando cómo y por qué se construye y naturaliza este orden; cómo está inserto en complejas relaciones económicas, sociales y culturales; y cómo podría cambiarse5. En este libro, y en esta introducción en particular, teorizo la construcción de la capacidad corporal y de la heterosexualidad, así como las conexiones entre ambos conceptos. También los sitúo, junto con la discapacidad y la homosexualidad, en una historia y en una economía política contemporáneas de visibilidad. La visibilidad y la invisibilidad no son, después de todo, atributos fijos que de alguna manera se unan permanentemente a toda identidad, y uno de los argumentos centrales de este libro es que, debido a las cambiantes condiciones económicas, políticas y culturales en el cambio de milenio, las relaciones de visibilidad que existen en torno a la heterosexualidad, la capacidad corporal, la homosexualidad y la discapacidad han cambiado significativamente.

Propongo aquí una teoría de lo que llamo “capacidad corporal obligatoria” y sostengo que el sistema de la capacidad corporal obligatoria, que en cierto sentido produce la discapacidad, está profundamente entrelazado con el sistema de heterosexualidad obligatoria que produce lo queer: que, de hecho, la heterosexualidad obligatoria depende de la capacidad corporal obligatoria y viceversa. Sin embargo, el período relativamente extenso durante el cual la heterosexualidad y la capacidad corporal estuvieron unidas pero fueron invisibles (y cuando se necesitaban homosexualidades y discapacidades encarnadas, visibles, patologizadas y vigiladas) finalmente dio paso a nuestro propio período, en el que ambaslas identidades dominantes y las identidades marginales no patológicasson más visibles e incluso a veces espectaculares6. El neoliberalismo y la condición de la posmodernidad, de hecho, necesitan cada vez más sujetos heterosexuales, con capacidad corporal, que sean visibles y tolerantes de forma espectacular con las vidas queer/con discapacidad.

En Teoría crip considero que el capitalismo neoliberal es el sistema económico y cultural dominante en el que, y también contra el cual, se han imaginado y generado identidades corporales y sexuales durante el último cuarto de siglo. Surgido tanto de los nuevos movimientos sociales (incluyendo el feminismo, la liberación LGTBI y el movimiento por los derechos de las personas con discapacidad) como de la crisis económica de la década de 1970, el neoliberalismo no estigmatiza de manera simplista la diferencia, y de hecho puede valorarla. Sobre todo, mediante la apropiación y la contención del flujo incontrolado de ideas, libertades y energías desatadas por los nuevos movimientos sociales, el neoliberalismo favorece y promueve el flujo incontrolado del capital empresarial. Las instituciones financieras internacionales (IFI) y los Estados neoliberales fomentan la privatización de los servicios públicos, la desregulación de las barreras comerciales y otras restricciones a la inversión y al desarrollo, y la reducción o eliminación (o, lo que es peor, la transformación en nichos de mercados) de culturas públicas y democráticas activas que podrían restringir o limitar los intereses del capital global. Estos cambios culturales han inaugurado una era que, paradójicamente, se caracteriza por una mayor desigualdad global y una intensa explotación, y por una menor rigidez en lo que respecta a cómo se reproduce (y se extiende) la opresión.

Teniendo en cuenta cómo estos cambios han influido directamente en la construcción social contemporánea y la subordinación de la homosexualidad y la discapacidad, mi introducción examina el surgimiento de un sujeto heterosexual y con capacidad corporal más “flexible” que el que habían identificado la teoría queer o los estudios sobre la discapacidad. Tras hacer una descripción básica de las formas en que la heterosexualidad obligatoria y la capacidad corporal obligatoria se articulan, analizo cómo se representa este tema en la película As Good As It Gets (Mejor… imposible) de James L. Brooks, de 1997, que, en muchos sentidos, resume las ideas actuales y los usos de la discapacidad y lo queer. Preparando el terreno para los capítulos siguientes, la introducción concluye volviendo a las perspectivas y prácticas críticas de la discapacidad y de lo queer que se han desarrollado para cuestionar el espectáculo contemporáneo de la heteronormatividad capacitista7.

En el capítulo 1, muestro cómo la cultura crip está saliendo del armario por todas partes, y nombro estas perspectivas y prácticas como “teoría crip”. Analizando una serie de ejemplos o instantáneas globales y locales de salidas del armario crip, expongo en el capítulo 1 una serie de posibles principios para poner el proyecto de la teoría crip en relación con la política identitaria de la discapacidad y de lesbianas, gais, bisexuales y transexuales (LGBT), con historias queer de salidas del armario y con una noción de acceso destacada y ampliada. Esta noción de acceso debería utilizarse en los movimientos de anti-globalización que han inspirado en parte este proyecto, pero planteo que a menudo esto no es así, dado que la discapacidad es muy útil -para muchas de las personas que se oponen al capitalismo corporativo y a la globalización empresarial-, ya que se define como el objeto contra el que se configura un mundo futuro imaginario. Aplicando enfoque crip a ese mundo futuro, en el capítulo 1 cuestiono —e intento ir más allá— las propuestas literales y teóricas, para situar la discapacidad (y lo queer) en otro lugar.

En el resto del libro, a través de una serie de estudios de casos, analizo los espacios institucionales principales donde se producen y se mantienen la capacidad corporal y la heterosexualidad obligatorias, y donde quedan controlados lo queer y la discapacidad (parcial e inadecuadamente). Aquí utilizo “institución” tanto en un sentido muy específico, ya que instituciones como el Banco Mundial y mi propia universidad serán cuestionadas en las páginas siguientes, y en un sentido más abstracto, en el que “institución” define la visión dominante de un concepto cultural significativo y estructurante: domesticidad, por ejemplo, o rehabilitación (y, por supuesto, los significados específicos y más abstractos del término son mutuamente constituyentes). En el capítulo 2 las instituciones en cuestión son las nacionales y las legales; en el capítulo 3 son las religiosas y las de rehabilitación. El capítulo 4 se centra en las instituciones educativas y el capítulo 5 en los medios de comunicación y las instituciones financieras.

A través de lecturas de “Capitalismo e identidad gay” de John D’Emilio, del incidente de Sharon Kowalski (en el que se otorgó la custodia, durante más de una década, de una mujer de Minnesota -que sufrió un accidente que le produjo una discapacidad- a los padres y no a la amante), y de dos historias sobre el sida relativas a hombres afroamericanos y latinos, los capítulos 2 y 3 se centran en los esfuerzos para queerizar o volver cripviii la domesticidad, y plantean que las subjetividades LGBT actualmente se configuran en un espacio contradictorio entre un culto a la capacidad (centrado en la disciplina y la domesticidad) y las culturas de la discapacidad (centradas en redes de interdependencia). En el capítulo 2, comienzo analizando las críticas queer al matrimonio y a la domesticidad con el fin de plantear preguntas sobre las formas familiares obligatorias y capacitistas. A través de un análisis de las memorias de Karen Thompson y Julie Andrzejewski Why Can’t Sharon Kowalski Come Home?, sostengo que Thompson (la pareja de Kowalski) cuestionó con éxito las ideologías capacitistas de domesticidad gracias a su compromiso con las identidades feministas queer/con discapacidad de espacios alternativos (y públicos). En el capítulo 3, analizo las críticas de la discapacidad a la rehabilitación para resaltar los procesos mediante los cuales ciertas ubicaciones o identificaciones se vuelven seguras mientras que otras se consideran peligrosas e intolerables, más allá de la rehabilitación. El capítulo yuxtapone el deseo de degradación racial y sexual que hay en los diarios de Gary Fisher, un escritor queer afroamericano que murió en 1993, y la agenda de rehabilitación representada en The Transformation, un documental sobre Sara/Ricardo, quien —antes su muerte en 1996— se traslada de una comunidad transgénero latina callejera de Nueva York a una parroquia cristiana en Dallas y a una vida matrimonial heterosexual. El capítulo 3, sin lugar a dudas, se ha elaborado al margen de los estudios sobre la discapacidad, pero es el núcleo de Teoría crip en más de un sentido: la teoría de la desobediencia, particularmente presente en los escritos de Fisher (y en su colaboración con Eve Kosofsky Sedgwick, que editó sus diarios) podría detectarse en cualquiera de los otros casos que analiza este libro.

El capítulo 4, que describe algunas de las formas en que se ha generado la teoría crip dentro y cerca de las universidad privadas, se centra en una variedad de cuestiones, incluida la política del trabajo académico precario, las pedagogías que han surgido como estudios queer y estudios sobre la discapacidad y que han entrado en la academia, y respuestas críticas queer/de la discapacitad a la Marcha del Milenio sobre Washington de la Campaña de Derechos Humanos. Para volver crip la teoría de la composición, identifico cómo la demanda cultural de producir estudiantes que tengan habilidades medibles y que escriban una prosa ordenada y eficiente (una demanda que se evidencia en la retórica de la crisis que circula constantemente en las aulas y en los programas de escritura) está relacionada con las demandas de heterosexualidad/capacidad corporal obligatoria, que vivimos con identidades ordenadas y coherentes (o dirigidas). La “des-composición” surge en el capítulo 4 no como el fracaso en lograr esa coherencia o diferencia dirigida, sino como una práctica crítica a través de la cual activistas culturales se resisten a estas demandas corporativas y presentan lo queer y la discapacidad como deseables.

Las instituciones financieras y de los medios de comunicación (incluido el Banco Mundial) que difunden a nivel mundial imágenes comerciales de lo queer y la discapacidad son el tema central del capítulo 5. El capítulo trata sobre Rosemarie Garland-Thomson “Mirar a la persona con discapacidad: retóricas visuales de la discapacidad en la fotografía popular” con el fin de criticar las retóricas (tele)visuales contemporáneas de lo queer, especialmente tal y como se muestran en la serie Queer Eye for the Straight Guy de Bravo Television. Planteo que el momento histórico normalizador LGBT que hace posible Queer Eye for the Straight Guy se basa en identificar y disciplinar la discapacidad; luego analizo algunos de los peligros que también acompañan a la normalización de la discapacidad. La normalización de la discapacidad funciona a través de la retórica visual y (facilitada por esa retórica) por la incorporación en las disciplinas económicas globales del neoliberalismo. Debido a que él planteó alternativas a estos procesos, analizo en el capítulo 5 las prácticas artísticas crip de Bob Flanagan, Supermasoquista. Flanagan, que tenía fibrosis quística y murió en 1996, hizo uso de los aparatos de la discapacidad y del sadomasoquismo en sus performances artísticas y en sus instalaciones. El capítulo analiza las formas en que las nociones crip del futuro que propone Flanagan rompen con una serie de mitologías de la discapacidad, incluidas las mitologías espectaculares que se dirigen a todos/as nosotros/as para promover un desarrollo moderado y predecible. Planteo que el trabajo de Flanagan ha activado símbolos de lo queer y de la discapacidad que otras personas han adoptado y ampliado con el fin de resistir a la normalización.

Finalmente, en un epílogo que evoca lo que yo llamo, recordando a Jacques Derrida, “espectros de la discapacidad” y “la discapacidad por venir”ix, amplío un poco las reflexiones sobre el futuro del capítulo 5 para volver, una vez más, a la crítica de la globalización neoliberal que propone este libro.

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