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LAS TR3S FASES DE LA METODOLOGÍA TR3S

Con la metodología TR3S os voy a dar la fórmula para convertir lo ordinario en extraordinario.

Un deseo solo es eso, un deseo. Pero cuando le damos conciencia y lo publicitamos ya lo estamos convirtiendo en un objetivo que, si diseñamos el plan adecuado, se convierte en una consecuencia, y por tanto, en una realidad. Visto así parece sencillo, entonces ¿por qué no lo hacemos? La respuesta es clara, porque nos falta algo y ese algo es TR3S.

1ª FASE: identificación del reto

Los hombres se han preguntado siempre, o al menos desde que existen textos escritos, cómo se creó el mundo, de qué estaba hecho, por qué ocurren fenómenos naturales. A estas preguntas, durante miles de años se daban respuestas ligadas a historias de dioses mitológicos o a historias imaginarias y fantasiosas.

Carlos Rovelli, en su libro La realidad no es lo que parece nos explica una historia de principios del siglo VI a.C. en la ciudad de Mileto, en la que Tales y sus discípulos descubren otro modo de buscar respuestas, una forma que revolucionó el pensamiento y que fue fundamental para la humanidad.

Como explica el autor, no se trata de recurrir a mitos, espíritus ni dioses, sino que hay que buscar respuestas en la naturaleza misma de las cosas. Los milesinos, y en concreto, un grupo de pensadores se replanteó el modo de hacer preguntas sobre el mundo y de buscar sus respuestas. Estos pensadores comprenden que, mediante la observación, la razón, y sobre todo, el pensamiento crítico, y evitando buscar en la fantasía, los mitos antiguos y la religión, las respuestas a lo que no conocemos, podemos corregir una y otra vez nuestro punto de vista sobre el mundo, descubrir aspectos de la realidad que a simple vista pasan inadvertidos y aprender nuevas cosas.

Esta es la herencia de Mileto, es el primer lugar donde los hombres discuten colectivamente, se reúnen y ponen en duda lo que solo los dioses pueden explicar. En definitiva, podemos casi afirmar que la tradición del pensamiento crítico tiene su raíz fundamental en los pensadores de Mileto.

El proceso de TR3S: De lo ordinario a lo extraordinario se apoya en este principio de discusión colectiva, de espíritu crítico, en el que debatiendo se obtienen los mejores resultados. Y todo comienza con la identificación de los objetivos de autodesarrollo de cada uno de nosotros, que son los que realmente marcarán la diferencia entre lo que se puede lograr y lo que finalmente se logrará.

Primero de todo autoevalúate

Definir el reto no solo significa querer solucionar un problema o un objetivo a cumplir, sino que dicho reto, para que sea completo, debe ayudarnos a desarrollar nuestras habilidades como personas. Si el reto a conseguir no nos aporta un mayor crecimiento y desarrollo en nosotros mismos no lo habremos elegido bien.

Es por ello, que definir nuestras prioridades de desarrollo adecuadas será el primer paso importante. Es fácil elegir objetivos para adquirir nuevas habilidades, pero eso, puede no dar la mejor influencia para lograr los resultados que se desean.

Hay que decidir dónde enfocarse y para ello es necesario recopilar información, reflexionar, contrastar y analizar. Esto nos puede llevar un poco más de tiempo, pero a la larga, ahorrará esfuerzo una vez se comience a trabajar el objetivo a conseguir. Pensar en el objetivo a desarrollar y por qué es importante para nosotros nos asegura no malgastar nuestro valioso tiempo y recursos.

Contrariamente a lo que suele decirse no hay que asumir automáticamente que se deben trabajar nuestras debilidades. Dependiendo de las debilidades particulares, una mejora en las mismas puede tener un efecto insignificante en nuestro rendimiento, y además puede provocarnos frustración y desánimo.

En cambio, podemos empezar con las siguientes preguntas: ¿En qué estoy más dispuesto a trabajar ahora? ¿Qué agregará más valor a mi desempeño? Una acertada respuesta a estas preguntas, nos conducirán a objetivos por los que estaremos motivados para trabajarlos realmente, y sobre todo, orientados a resultados que harán que valga la pena el esfuerzo.

Información crítica para el desarrollo

Dónde estásDónde quieres ir
HABILIDADESCómo te ves a ti mismoOBJETIVOS Y VALORESQué es importante para tiTu visión
PERCEPCIONESCómo te ven los demásFACTORES DE ÉXITOQué es importante para los demásLa visión de los demás

Este puede ser un buen método para empezar y autoevaluar nuestro desempeño y reevaluar nuestras metas, pero lo más importante es olvidarnos de las limitaciones y los obstáculos que pueden aparecer.

Después de esta autoevaluación, implicar a todas las personas que te conocen nos ayudará a determinar los aspectos más importantes. Preguntemos a aquellos que nos conocen mejor cuáles son nuestros puntos fuertes y nuestros puntos débiles, y a partir de aquí podemos empezar a definir nuestro reto.

¿Cuándo y por qué aparece la necesidad del reto?

Llegados a este punto, el siguiente paso es plantearnos: ¿Dónde empieza todo? ¿Cuándo y por qué aparece la necesidad del reto?

Sin duda la respuesta es clara, todo empieza en nuestro cerebro, allí donde arrancan y elaboramos nuestros pensamientos, nuestros deseos, allí donde incluso es fácil hacer que cualquier situación intrascendente se convierta en algo extraordinario.

Una de las cosas más fascinantes de este órgano de forma tan especial, es que, a pesar de su similitud en cuanto a su anatomía, es único para cada uno de nosotros, ya que en él almacenamos nuestra historia y lo modelamos en función de ésta. Es sin lugar a duda el órgano que nos convierte en únicos.

Durante nuestras vidas, a lo largo de nuestras experiencias, vamos dejando huellas que se inscriben en nuestro cerebro, que se asocian, que aparecen y desaparecen, y son las que realmente determinan la relación de cada uno de nosotros con el resto de las personas y con el mundo exterior. Y todo ello gracias a las neuronas, esas «varitas mágicas» que van recogiendo información, procesándola y actuando.

Hoy ya se habla de conceptos como el de plasticidad cerebral y regeneración que, si bien están en pleno debate, nos permite afirmar que la experiencia de cada uno de nosotros se inscribe en nuestra propia red neuronal y deja una huella que va transformando la anterior, y esto es la explicación de que cada persona, cada individuo, se convierte en único.

Es pues, la plasticidad de nuestro cerebro el mecanismo por el cual cada uno de nosotros somos singulares, somos únicos. Si esto es así, si las conexiones neuronales no son definitivas y por tanto se van modificando a través de «explosiones» en nuestro cerebro, lo primero que nos planteamos es la gran importancia de todos y cada uno de los sucesos que vivimos cada día, ya que estas son las conexiones que se van inscribiendo en nuestra red creando nuestra propia historia.

La llamada sinapsis, estos más de diez mil contactos de cada neurona, son los que nos va transformando en nuestro interior. Es fascinante ver cómo los propios mecanismos del cerebro nos permiten almacenar y recordar ciertas percepciones de una u otra forma en función de lo que sea necesario.

Es así como, por ejemplo, el jugador de golf profesional durante un campeonato es capaz de realizar un swing portentoso y elegante marcando todos los tiempos en pocos segundos y a su vez, también es capaz de describir con precisión absoluta cada movimiento al dirigirse a un alumno durante una clase de golf.

Este órgano maravilloso que es nuestro cerebro depende de la información que recibe, información que proviene de fuentes internas y de fuentes externas.

La realidad externa activa, entre otros, los sistemas sensoriales como el tacto, el oído y la vista, pero es también la realidad interna, a través de los mecanismos de la plasticidad de cada persona la que nos va modelando nuestras acciones.

Las percepciones internas y externas se asocian creando nuestra propia realidad. La creatividad neuronal de cada uno de nosotros depende sólo de nuestra experiencia, de nuestra vida y de nuestras relaciones.

Este concepto que nos hace únicos es fundamental para entender los comportamientos y reacciones de cada uno de nosotros en iguales situaciones, y es la realidad interior de cada uno de nosotros, la que introduce grados de variabilidad en nuestras respuestas.

Nuestros comportamientos son consecuencia de la excitación de una neurona al pasar a otra venciendo cierta resistencia, y con ello es fácil suponer que cada excitación siempre tomará aquella vía que ya esté abierta u ofrezca una menor resistencia.

Este es el concepto de memoria al que me refiero, el que me fascina y debe empujarnos a abrir nuevas vías y mantener las ya abiertas. Vías como el ejercicio físico, las relaciones afectivas y las actividades intelectuales a través de acciones como las de crear, las de aprender, o las de imaginar; que si bien pueden ofrecer cierta resistencia inicial, con la práctica, nos irán creando nuestra buena historia.

Nuestro cerebro es una obra, es nuestra obra, y de nosotros dependerá de que sea una obra de arte.

Pero como siempre sucede, todo esto tiene un peligro, el cerebro, por su propio funcionamiento quizás de autoprotección, va muchas veces a engañarnos y eso es así, porque el cerebro tiende a buscar respuestas lógicas a todo aquello que nos rodea.

Es bien conocido el sencillo experimento del bibliotecario y el agricultor que publicaron en el año 1974 los psicólogos Amos Tversky y Daniel Kahneman en la revista Science y que Pilar Jericó nos explica en su artículo «Las consecuencias de pensar demasiado rápido» publicado en El País el 10 junio de 2019.

Supongamos que Steve es una persona seleccionada al azar de una muestra representativa. Un vecino le describe como alguien «muy tímido y siempre servicial, pero poco interesado por la gente o por el mundo real. De carácter disciplinado y metódico, necesita ordenarlo y organizarlo todo. Además, tiene una obsesión por el detalle». ¿Qué es más probable que Steve sea un bibliotecario o un agricultor? Si lo pensamos rápidamente y contestamos sin demasiada reflexión, quizá la primera respuesta que se nos venga a la cabeza es que Steve es bibliotecario. Sin embargo, la respuesta correcta es agricultor. En los países occidentales como Estados Unidos, existe un bibliotecario por cada 20 agricultores. Si Steve ha sido elegido aleatoriamente, lo más probable es que se dedique a cultivar la tierra. Nuestra mente nos engaña, o como muy bien apunta Pilar Jericó nos engaña pensar rápido.

Es por ello, que a la hora de diseñar nuestro objetivo, de seleccionar nuestro deseo, deberemos tener una premisa fundamental: no cometer el error de pensar que se puede controlar más de lo que en realidad somos capaces, es decir deberemos orientar nuestra acción a aquello que está en nuestro poder y evitar que nuestro cerebro nos engañe.

Esta premisa es la que los estoicos llaman la «dicotomía del control» y es un principio básico y esencial de la metodología TR3S.

El estoicismo es una rama del pensamiento fundada por Zenon de Citio en el año 300 a.C. (no confundir con Zenon de Elea de las conocidas paradojas de Aquiles y la Tortuga), si bien fue Crisipo de Solos quien dirigió la Stoa, la escuela estoica ubicada en el pórtico pintado de Atenas y le dio relevancia gracias a sus más de 700 obras escritas, superando la Academia de Platón y el Liceo de Aristóteles.

A pesar de ello tuvimos que esperar al Imperio Romano, para que nuevos filósofos como Séneca, Epicteto y el emperador Marco Aurelio siguieran esta escuela. Recomiendo la lectura pausada de la obra de Epicteto Manual de Vida y especialmente el diario del emperador Marco Aurelio Meditaciones.

Tras esta breve presentación del «estoicismo», el concepto de dicotomía del control, la explica bien Massimo Pigliucci en su libro Como ser un estoico a través de la conocida metáfora planteada por Cicerón y el arquero.

Consideremos un arquero que intenta dar en el blanco. Ante esta situación, el arquero tiene una serie de factores bajo su control: la intensidad y periodicidad de sus entrenos, ha elegido el arco y la flecha en función de la distancia y el tipo de blanco, ha apuntado lo mejor que ha sido capaz y ha escogido el momento preciso en el que debía de soltar la flecha. Ahora la cuestión es: ¿la flecha dará en el blanco? Está claro que eso no depende de él.

Una simple y repentina racha de viento puede alterar el vuelo o la dirección de la flecha y errar el tiro. O algo inesperado puede interponerse entre el arquero y el blanco, o incluso el propio blanco, si es móvil, puede apartarse de la trayectoria. Por eso Cicerón concluye en su metáfora: «Acertar en el blanco se puede escoger, pero no se puede desear».

El arquero ha decidido conscientemente intentar acertar en el blanco y ha hecho todo lo que está en su poder para lograr su objetivo, pero también está dispuesto a aceptar la posibilidad de un resultado negativo porque el resultado no estuvo nunca enteramente bajo su control. Otras variables han entrado en juego, como ocurre en casi todo lo que decidimos emprender. Podremos haber perdido un torneo o un partido, visto así, como una derrota, el aprendizaje que podemos tener de ello es mínimo, pero si desmenuzamos ese partido, analizamos los golpes y los puntos ganados y perdidos, la estrategia llevada a cabo en cada juego, podemos aprender y mejorar día a día.

En definitiva, si entendemos la diferencia entre lo que depende de nosotros y lo que no, si conseguimos que nuestros objetivos sean interiores centrándonos sólo en lo que podemos controlar y nos preparamos mentalmente para aceptar cualquier resultado con serenidad, entonces estaremos preparados para pasar de lo ordinario a lo extraordinario.

TR3S: De lo ordinario a lo extraordinario

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