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INTRODUCCIÓN
ОглавлениеSeguramente hemos escuchado más de una vez alguno de estos comentarios:
“Después de la menopausia, se nos van las ganas de tener sexo”, “La osteoporosis es lo peor que nos puede pasar”, “Nos jubilamos y se termina nuestra productividad”, “La vagina se nos seca”, “Todo se cae” o “Todo el mundo nos ve viejas”.
No sería raro que provinieran de mujeres que nos precedieron, madre, abuela o nuestro linaje femenino completo. Los medios de comunicación y algunos profesionales de la salud también vaticinan una etapa de deterioro y sufrimiento después de los 50 años.
¡Pues a no desesperar! Acá estoy para contarles, a lo largo de este libro, que todas las cosas feas que se dicen de esta etapa son… ¡¡falsas!! O al menos bastante diferentes de lo que escuchamos por ahí.
Recuerdo de una entrevista a una joven y bella periodista que me preguntó al aire cuánto duraba el climaterio. Ante mi respuesta de “Y más o menos diez años, como la adolescencia” su cara se transformó como si hubiese visto al mismísimo Freddy Krueger.
Pensemos que las mujeres somos cíclicas durante un período de nuestras vidas, pero antes y después, durante la premenarca y la postmenopausia, se vive de otra manera, sin la ciclicidad, y si lo pensamos un momento, nos daremos cuenta de que: ¡¡es más de la mitad de nuestra vida!!
Después de la menopausia se abre un capítulo nuevo. Es hora de que nos atrevamos a enfrentarlo con bienestar y sabiduría. Tomar conciencia de los cambios fisiológicos y de cómo prevenir enfermedades hará nuestra vida más plena y saludable.
No hace muchos años que la medicina se ocupa de la salud de la mujer después de los 50. Este fue un tabú más de los que venimos acarreando durante siglos.
En las últimas décadas, la apertura que acompañó al movimiento feminista permitió visibilizar a las mujeres después de su última menstruación, mujeres a las que antes se tildaba, sencillamente, de menopáusicas, viejas, deterioradas. “Menopáusica” era un término que, más allá de definir una etapa, se usaba, claramente, de una manera peyorativa, negativa. No se hablaba del tema y las mujeres lo vivíamos con resignación.
La realidad es, sin embargo, que la única noticia que trae esta etapa en la mujer es que ya no podremos concebir y engendrar hijos e hijas de manera biológica, por la sencilla razón de que no tenemos óvulos disponibles. Si lo vemos en términos semánticos, menopausia es un par de días en la vida, el momento en que dejamos de menstruar para siempre.
Además, esta etapa de la vida es una etapa natural y que inexorablemente nos va a llegar a todas. Desde el sistema médico, hubo una “patologización” de la menopausia, cuando en realidad lo único que requiere es una toma de conciencia y una mirada preventiva y no de intervenciones médicas. La medicina moderna ofrece una amplia gama de tratamientos y fórmulas magistrales para vivir en una especie de juventud eterna: mantener el peso ideal; que no se nos apolillen los huesos; que el deseo sexual se mantenga activo y los rollitos del abdomen puedan ser controlados. Todo esto implica un trabajo excesivo, agotador e innecesario, sobre todo cuando vemos que somos nosotras mismas las principales actrices del cambio.
Entonces, ¿cómo atravesar esta crisis, que es vital e inevitable, y no morir en el intento? Después de casi 38 años de ejercicio de la profesión de médica ginecóloga y sexóloga, y de haber acompañado a cientos de mujeres desde la adolescencia hasta la menopausia, mi mirada y mi abordaje dentro del sistema médico se fue transformando.
Desde esta nueva perspectiva que me abrieron estas vivencias (y de la mía en particular), escucho con otros oídos a las mujeres que me consultan y dispongo de nuevas herramientas para dialogar con ellas. Y es un crecimiento mutuo, porque acompañarlas me enseña todos los días a escucharlas mejor, a atender las narrativas de cada una y así poder decodificar, en función de mis saberes, cuál es la modalidad más apropiada y saludable para cada consultante en particular. No hay recetas únicas. O debería decir: no hay recetas. Solo acompañamiento para poder descubrirnos. El secreto está dentro de cada una.
Vivir en armonía y equilibrio es el camino a seguir. Aunque suene trillado, la salud perfecta y la felicidad son momentos a lo largo de nuestra existencia. La búsqueda obsesiva de salud a través de estrictas reglas de alimentación, actividad física o fórmulas mágicas que algunos sistemas plantean no tendría que convertirse en un nuevo padecimiento. Como dice un amigo, Hugo: “La vida tiene riesgos y la muerte es el destino final”. Es decir, vivamos a pleno cada día.
Siento que en este recorrido también aprendí a respetar tiempos, culturas, creencias, incluso inseguridades, sin perder de vista que buscamos un camino más enriquecedor, seguro, confiable y saludable que nos permita a las mujeres (re)conocernos y aventurarnos a cambios profundos. Pero esto no hubiese ocurrido sin mi propio camino interior, sin haberme encontrado primero a mí, a mi verdadero Ser, y lo escribo así, con mayúscula inicial, porque es lo que realmente nos representa en nuestra esencia más pura. Todo lo que hice conmigo en cuerpo, mente y espíritu es lo que hoy hago en mis consultas y es lo que ahora quiero compartir con ustedes en este libro, Regreso a mí.
Hace mucho que vengo pensando y les digo a mis consultantes: “Tengo que escribir sus historias”. Porque es cierto que son personales, pero a la vez, son comunes a muchas otras mujeres; podemos empatizar todas, más en este tiempo de sororidad (de solidaridad entre mujeres) que estamos viviendo. La invitación está hecha: compartir en un gran círculo de amor.
Creo que me llegó el momento. Será que atravesar mi menopausia me dio esa seguridad que necesitaba para compartir los cambios que surgen en esta etapa y cómo atravesarlos; quizás la pandemia también hizo lo suyo: estar conmigo escuchándome más tiempo fue una conexión necesaria para esta aventura compartida. Tal vez, sea la necesidad de contarles que atravesar la menopausia no es la muerte de nadie y que es simplemente un proceso fisiológico y vital que nos abre una puerta para iniciar otro camino. Así que, dejen de lado todos los mensajes negativos que fueron repitiendo o escuchando o leyendo a lo largo de los años como mujeres fértiles, aceptemos el cambio, porque así funciona nuestro organismo, no se muere nada y ¡¡mucho menos la sexualidad!!
Haber transitado la niñez, la adolescencia, la maternidad y, ahora, la postmenopausia me da sustento para compartirlo, para hacerme preguntas y buscar algunas respuestas. ¿Qué es la menopausia? ¿Cuándo ocurre? ¿Qué cosas debo esperar? ¿Hay tratamiento? ¿Y los calores? ¿Es bueno tomar hormonas? ¿Se me va a ir el deseo sexual? ¿Existe la pastilla mágica que me quite todos estos síntomas? ¿Cuál es la dieta recomendable? ¿Qué hago con estos rollitos? ¿De qué cambios me tengo que ocupar? ¿Les suenan estas preguntas? Las iremos respondiendo a lo largo de este libro.
Elegí dividirlo en cuatro pilares centrales para abordar esta etapa:
— alimentación
— espiritualidad
— actividad física
— sexualidad
Juntas recorreremos esta etapa de cambios fisiológicos y emocionales y las iré guiando con ejemplos de la vida real, con relatos de consultantes –algunos consensuados reales y otros ficcionalizados, pero que semejan historias comunes–, con información acerca de cómo prevenir malestares y cómo estar atentas a esos cambios o factores que ponen en riesgo la salud, y todo esto sin temores, sin ansiedades.
Conocer es saber y eso da tranquilidad.
La importancia del autocuidado es tan grande como la de nuestros controles médicos habituales. Aprenderemos a reconocer: el significado de algunas patologías o dolencias frecuentes en esta etapa y cómo hacer un abordaje holístico; cuándo hacer tratamientos hormonales, y cuándo no; cómo cuidar nuestro aparato genital para llevar una sexualidad placentera y cuándo es necesario hacer intervenciones médicas desde la medicina integrativa.
En varios pasajes hablo de medicina integrativa. Con ella me refiero a un abordaje médico que integra otros sistemas además del conocido sistema médico tradicional de occidente, como la medicina china, la medicina ayurvédica, la medicina homeopática y, por qué no, saberes ancestrales de pueblos originarios que suman y aportan su sabiduría para una mejor curación. De esto se trata un abordaje integral de la salud.
Considero que estos son los aspectos en los que hay que enfocarnos para hacer una verdadera prevención. Desde ya, la toma de conciencia es el primer paso para ponernos en marcha: me refiero a estar conectadas con lo que realmente nos está pasando ahora, en este preciso instante. Podrían ejercitarlo en este momento en que están leyendo este texto, enfocadas en la página y las letras, percibiendo lo que los sentidos les devuelven en este instante.
Tomar conciencia las llevará a revisar el estilo de vida hoy, a informarse y a investigar sobre esta etapa de la vida. Tomar conciencia es desarmar el tabú de nombrarla: “menopausia”. Y así empezar a romper con esos viejos prejuicios que venimos arrastrando desde hace años.
El paso por esta etapa es inevitable. Cuanto mejor preparadas estemos, mejor afrontaremos los cambios, con plenitud y con calma.
Tomar conciencia es observar los cambios del cuerpo, de la mente y del alma. Aprender a reconocer cuáles son esperables y cuáles pueden ser un problema que requiere una consulta.
Si aún no lo hicimos, este es un momento para incorporar herramientas que nos ayuden a manejar el estrés físico y emocional. Es tiempo de expresar y experimentar nuestras propias necesidades y avanzar para satisfacerlas, alimentar nuestras pasiones y hacer lo que realmente deseamos y amamos. Y también, para conectar la energía vital con la creatividad; conectarnos con el potencial erótico y aprender a dosificar esos momentos de puro placer.
Es un momento en el que se abren puertas de libertad que nos invitan a explorar nuevas sensaciones. ¡¡Es como entrar en un parque de diversiones!!
¿Pensaron cuánto tiempo están con ustedes mismas? Esa es otra de las asignaturas pendientes. El primer paso es la autorreflexión, el autoconocimiento, animarnos a estar con nosotras mismas más tiempo, dedicar al menos una hora por día para estar con nosotras escuchando nuestro pulso, nuestros ritmos. Meditar, conectar, confiar, divertirnos, reír, bailar y abrirnos a lo nuevo con seguridad, con valentía para recibir los cambios que ocurran y dejar aflorar la verdadera esencia libre de tensiones, de estrés y, sobre todo, de culpas.
Las invito a sumarse a esta nueva aventura de planear nuevas estrategias que van a decidir cómo vamos a vivir los próximos treinta años de la vida, sí… ¡tenemos casi una vida por delante!