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ENCUARENTENADAS

PORQUE NI EL COVID NOS QUITA LO CALIENTES

Introducción, por favor, sin doble sentido.

La cuarentena despertó en mí inquietudes que me fascinan pero que no me atreví a explorar en profundidad; principalmente por tiempo e inseguridades con respecto al resultado. O sea, antes de empezar me restringía pensando en la evaluación que recibiría poniendo el foco en el resultado quedando sujeta a tantas percepciones o evaluaciones como personas leyeran mis textos. Siempre he amado escribir, tuve varios intentos de libros que he abortado por diferentes razones que me llevan de vuelta al punto de la autoexigencia y el resultado. Por otra parte se esboza una extraña y constante sensación de que no estoy suficientemente preparada; esto se junta con la imagen que supuestamente el público tiene de mí, quizás me ven en un contexto que no me permitiría explorar públicamente una fascinación personal que no he expuesto y que además toca un tema íntimo como es el erotismo.

Vayamos por partes y ordenadamente desglosando esta tragedia de creatividad y atrevimiento personal:

El cómo me ve la gente: ¿no sería eso problema de quienes me miran y no mío? ¿Por qué es tan determinante la imagen que tiene el resto de uno mismo? Uno comienza a vivir en parámetros estándar cumpliendo con lo que debemos ser y actuando de acuerdo a cómo el resto nos describe, como cumpliendo una profecía, así pasamos desapercibidos o al menos minimizamos el riesgo del juicio público. ¿Cuántos diplomados hay que tener para atreverse a hacer algo nuevo? ¿No debería ser suficiente el atrevimiento, las ganas y la pasión? Tengo claro que el entusiasmo no es sinónimo de que el material sea bueno, pero vuelvo a la subjetividad del principio: Si soy buena o no, no debería ser determinante, lo importante es que me guste lo que escribo, disfrutar el proceso y animarme generosamente a compartirlo sin expectativas. Bien idealista y romántica, pero se supone que si uno deja fluir sus inquietudes, se alinea con su propósito y da lo mejor de sí, el resultado es bueno. Al medirlo fregamos, porque donde pongamos las expectativas es donde marcaremos la diferencia y diremos que fracasamos o triunfamos. Entonces doy el paso en estas condiciones, dejándome llevar y quitando toda expectativa para poder dejar que estas líneas, palabras y frases los lleven a experimentar sensaciones, que los provoque, que prendan su propia creatividad, que abra cuestionamientos, que se les erice la piel y sientan cada relato. Finalmente mis ganas superan las miles de excusas que aparecen desviando mi atención, para mí eso ya es un éxito, tal vez el verdadero éxito.

Por otra parte, llevo un tiempo largo pololeando a distancia con la televisión y volcando mis intereses en fortalecer comunidades de mujeres. Así es como llegué a un concepto que llamo, el “entretiempo”. Lo explico: si la vida fuera un partido de fútbol, diría que hay un primer tiempo de jugadas más bien espontáneas, con compañeros de equipo, rivales y un entrenador que da instrucciones que nosotros ejecutamos para poder permanecer en el equipo. Desde ese lugar cumplimos con diferentes mandatos, la mayoría proveniente de una cultura patriarcal que ha sido dura, castradora y castigadora con las mujeres. Como sea crecemos ahogando y “encuarentenando” a quienes realmente somos para poder cumplir y pertenecer a un sistema. La aprobación construye y destruye, porque de algún modo hay que acomodarse y pertenecer; ser aceptado. Pero llega el entretiempo, muchas veces acompañado de alguna crisis que nos obliga a revisar nuestras jugadas, evaluar los aciertos y fracasos y explorar a cabalidad la balanza que nos indica qué tan felices nos sentimos. ¿Qué pasa ahora que ya cumplimos con algunos mandatos? Terminamos nuestros estudios, colegio o universidades, algunas trabajamos por períodos alternando la crianza de hijos, sobrinos, cuidado de abuelos o padres; otras que trabajamos todo el tiempo; otras vivimos lejos de nuestras familias; otras nos dedicamos de lleno a la crianza y muchas, casi todas, olvidamos nuestros sueños. Olvidamos a esa niña, a esa joven que saltaba dentro nuestro segura de lo que quería; impetuosa, casi insolente y atrevida. Finalmente terminamos durmiendo, anestesiados y domesticados para poder cumplir con exigencias que NO nos pertenecen. Pero como la vida es sabia, de alguna manera nos lleva con más madurez a ese Re-encuentro, aquí tengo una buena noticia; esa niña todavía está ahí dentro, siempre ha estado latiendo, esperando, otras arrancándose e irrumpiendo, muchas veces se asomó hasta volver a ser callada. De ella brota la creatividad el talento y la fuerza necesaria para recordarnos quienes somos, poder Re-conocernos y desde ahí lograr vernos unas a otras. Entonces, Re-nacemos en manada.

Esta cuarentena trajo más silencio externo y eso generó espacio, aparecieron los vacíos y las voces se oyeron más fuertes y claras. Mujeres y hombres despertamos, a ratos desesperados por arrancar de nosotros mismos, generando conflictos, desavenencias, problemáticas y dolores que nos alejaran de ese terror extremo que tenemos a escuchar nuestro interior. Otros nos llenamos de cursos y actividades para las que nunca antes tuvimos tiempo. Nos impusimos orden, limpieza, organización, ser profesores de los hijos e implementamos el teletrabajo con los críos en la cabeza, alternando esa ocupación con la incertidumbre de ser contagiados y el fantasma de perder nuestros trabajos.

Algunos ex han sobresalido y volvieron a las casas a ayudar. De verdad conozco casos, pocos, pero los hay. Otros viven juntos, peleando por quedarse con el oxígeno del otro robándolo a manos llenas y sin vergüenza. Algunas parejas que no se soportaban se volvieron a enamorar, otras que reclamaban tiempo, solo quieren separarse. Pololeos recientes apresuraron convivencias, amantes comenzaron a extrañarse dándose cuenta del amor que se tienen, otros solteros desesperados buscan aventuras por aplicaciones mientras un grupo importante mantuvo relaciones o pololeos desgastados para tener compañía y con quien tirar (no es de menor importancia) mientras terminaba todo esto. El factor común es que nos enfrentamos a nosotros mismos, algo que puede ser abrumante. Quizás por eso aumentó la venta de alcohol, el consumo de drogas y el sexo. Desde mi punto de vista este último es el mejor exceso, porque es reconfortante, sanador y un gran camino de autoconocimiento. Por otro lado no le hace mal a nadie, es liberador y eleva la sensación de bienestar cuando es placentero. Ya saben, la próxima vez que tengan una arrancadita pueden decir: “tranqui, estaba trabajando en mi autoconocimiento”.

Al referirnos al autoconocimiento a través del sexo, es imposible no hablar de orgasmos, lo que a muchas nos resulta extraño y abrumador. El miedo a sentir, sexualmente, nos acompaña desde niñas. Tal vez se debe a los altos porcentajes de abusos, manoseos de primos, tíos y diferentes personajes durante la infancia, lo que es inaceptable, pero real. Sumemos las infaltables trancas instauradas por tener que ser señorita, por la idea de tener sexo con un mismo hombre toda la vida (como lo dictan la mayoría de las religiones), con pensar que debemos tener orgasmos con el primer tipo con que una hace el amor, tira o culea… o como quieran llamarlo.

Acostumbradas a reclamar, a quejarnos y repetir que no somos amadas, que no nos quieren, que los demás son superficiales, que no somos suficiente, que nos dejan y así la lista que cada una carga justificando la falta de amor hacia nosotras mismas.

Hoy nos dimos cuenta más o menos de que queremos realmente amarnos, ser felices y desarrollarnos. Pero en esta búsqueda nos topamos con una desconocida que habita nuestro cuerpo a la que debemos amar.

Sexualmente tenemos un campo infinito. El sexo es un espacio de placer, dispersión, incluso más entretenido que una fiesta. No solo por sentir un orgasmo, sino por estar fundido disfrutando las sensaciones y regalos que da el cuerpo, las cosas graciosas que ocurren cuando uno está en intimidad con otro y la profundidad de sentimientos.

Cada relación sexual relatada es un viaje al interior de uno mismo y de un nuevo yo compenetrado con el otro. Las invito a leer y vivir los orgasmos relatados como destellos de claridad, expansión, momentos vibracionales intensos en que la mente pasa a ser un detalle casi imperceptible y la verdadera esencia de nuestro ser se manifiesta en toda su magnitud. ¿Nunca te pasó? No dudes ni busques, porque “siempre nos pasó” en distintas circunstancias… es probable que no lo hayas visto, pero pon atención y escucha; siempre ha estado y estará ahí, jamás te ha abandonará porque tu eres eterna y vives en ti.

Pregunté por historias y romances de cuarentena por redes sociales. Me llegaron muchas y tan entretenidas que me atreví a armar esta serie. Son mezcla de muchas vivencias con algo de ficción. Aquí no juzguemos las escapadas porque están todas fuera de toda legalidad. ¡Estos calientes deberían haberse ido presos! Traspasaron las normas y no cumplieron la cuarentena. Pidieron falsos “salgocongusto”, traspasaron “condones sanitarios” y todo por un polvo. No lo avalo pero entiendo que ni el covid quita lo caliente, además de la superpoblación que existe de “calientes sin culpas”.

En esta cuarentena aparecieron muchas “Miss Covid”. Aquí les comparto algunas de sus historias; porque todas somos misses, somos reinas del espectáculo, nuestro espectáculo que ocurre en nuestro escenario al ritmo de nuestra propia música.


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