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LA UNIVERSIDAD EN LA PERSPECTIVA COLONIAL Y CONFESIONAL
ОглавлениеLa universidad colombiana se consolida durante el periodo colonial bajo un modelo religioso-católico, derivado de la escolástica como la expresión máxima de las posibilidades de la enseñanza y el aprendizaje. Dentro de este modelo se afianzaron dos tipos de universidades, las oficiales o mayores aprobadas directamente por el papa y el rey, y las menores o particulares que correspondían a aquellas que tenían restricciones y limitado su alcance. La función principal de las universidades en la Colonia consistió en la formación de clérigos y abogados. Este fue un mecanismo para afianzar la concepción euro- centrista sobre la humanidad; en estas universidades se formaban las élites española y criolla; la administración la realizaba el clero utilizando el método escolástico y como estrategia para la organización de los estudios se implementaron el trivium y el quadrivium. En este sentido la universidad colonial se inserta como institución en lo que, desde la perspectiva de Foucault, se denomina “técnicas específicas de gobierno” sobre fragmentos poblacionales, que de una u otra manera deciden la vida de una masa compleja de sujetos y la acción del Estado —en este caso la corona española—, que a través de este
60 Es importante mencionar aquí los trabajos realizados por la doctora Diana Elvira Soto Arango y el grupo de investigación Hisula del doctorado en Ciencias de la Educación de Rudecolombia y la U. P. T. C. De igual forma el diagnóstico realizado por Antonio García Nossa titulado “Crisis de la universidad”, al igual que el trabajo de Martha Cecilia Herrera “Historia de la Educación en Colombia. La república liberal y la modernización de la educación: 1930-1946”.
medio diseñó acciones para incidir en la población letrada. Mientras para el control de los indígenas y sectores populares se promovió la evangelización, la acción de las instituciones españolas, con el fin de delinear un posible proyecto de orden nacional que permitiera la continuidad y el fortalecimiento de la dominación española.
Precisamente, las primeras reformas a la universidad estuvieron influenciadas por las ideas de la Ilustración, las que se generaron durante la administración de Carlos III (1759-1788), rey de España. Este monarca consideraba que para lograr una modernización del Estado era necesaria la reforma de la universidad, teniendo en cuenta que ésta posibilitaba la orientación de prácticas de aprendizaje y enseñanza; al parecer “las reformas de la metrópoli a las colonias, se centraron en impulsar el estudio de las ciencias útiles, dentro del eclecticismo y las polémicas constantes con las comunidades religiosas que vieron en estas reformas la pérdida de sus privilegios”61. Con estas reformas se pretendió cambiar las instituciones, los métodos y los planes de estudios universitarios con el fin de encontrar un equilibrio entre lo racional-utilitario de las humanidades, hacer una apertura sustancial hacia las ciencias de la naturaleza y dar un impulso a los conocimientos aplicados. Pero el punto central de esta reforma tiene que ver con la intervención del Estado, tanto en la financiación como en el control del tipo de educación que ofrecían las instituciones. Podemos inferir que se trataba de proyectar un modelo cientificista de profesionalización, en el que la investigación y el conocimiento jugaban un papel importante. Esto lo podemos apreciar teniendo en cuenta que se crearon academias, jardines botánicos, observatorios, viajes científicos, que daban la apariencia de una universidad hacia la investigación62.
Este impulso reformista se apalancaba en las nuevas condiciones en el orden del saber y de la institucionalidad que generó la Ilustración en la Nueva Granada. Un proceso de ilustración con un tinte particular, una ilustración con los elementos de lo católico, pero a la vez
61 Diana Elvira Soto Arango, “Aproximación histórica a la universidad colombiana”. Revista Historia de la Educación Latinoamericana, vol. 7, U. P. T. C., 2005, 103.
62 Luis Miguel Encizo, La reforma universitaria de Carlos III: http://www.cuentayrazon. org/revista/pdf/029/Num029_004.pdf). (consultado el 21 de marzo de 2014).
con la convicción de igualar, de alguna manera, la formación de las élites criollas con los nuevos principios de la Ilustración, como se demuestra en la orden de un virrey63 para que Francisco Moreno y Escandón redactara un plan de estudios para la nueva universidad. Este plan —vigente solamente cinco años, entre 1774 y1779—, planteó la posibilidad de crear una universidad pública, de régimen civil, administrada por el Estado, autónoma, es decir, que no perteneciese a ningún partido ni comunidad religiosa y, además, orientada a cambiar la práctica escolástica por métodos centrados en las ciencias naturales. Este segundo momento de la universidad colonial se caracterizó por la transformación producida en sus estructuras, por el movimiento ilustrado, por la administración del Estado, por los nuevos métodos a partir de la enseñanza de las ciencias naturales y por los discursos sobre libertad e independencia del pensamiento. Al respecto, Soto Arango señala que
[…] la universidad colonial del virreinato de la Nueva Granada no logró institucionalizar la universidad pública ni las reformas ilustradas. Sin embargo, sí alcanzó, a través de los profesores ilustrados, junto con la Expedición Botánica y las Tertulias, una nueva mentalidad con los estudios “útiles y prácticos” que repercutieron en la élite criolla neo- granadina en el proceso de independencia64.
En un tercer momento se puede ubicar una forma de organización de la universidad bajo el proyecto de Estado independiente (1819-1842), por lo que la universidad cumpliría un papel central en la formación de un sujeto social que demanda el nuevo Estado. Durante este periodo se presenta una reorganización estatal caracterizada por un Estado libre democrático, que luego tiende hacia un modelo “liberal” de educación superior desescolarizada en la medida en que se radicaliza la formulación de la democracia política65. Este modelo de universidad se caracterizó por el intento del Estado de organizar, dirigir y
63 Santiago Castro-Gómez, La hybris del punto cero. Ciencia, raza e ilustración en la Nueva
Granada (1750-1816). Bogotá: Universidad Javeriana, Pensar, 2005.
64 Diana Elvira Soto Arango, op. cit., 108.
65 Antonio García, La crisis de la universidad. La universidad en el proceso de la sociedad colombiana. Bogotá: Plaza & Janes editores, 1986, 36.
controlar la enseñanza universitaria. El interés de la universidad se va a centrar en formar las élites profesionales, que el proyecto de la nueva república requiere para la dirección del país. El tercer aspecto central es el tono científico-moderno de los estudios, pues se asumen las orientaciones de las nuevas filosofías racionalistas y políticas y adicionalmente por la laicización y secularización de la universidad; por la creación de una red descentralizada de instituciones de educación superior y por considerar la educación como sistema estatal. En palabras de Soto Arango,
[…] este período histórico no logra cambios significativos en el esquema de la enseñanza colonial. Los estudios de derecho, teología y medicina, continuaban siendo básicos para la nueva generación colombiana. Los niveles se centraron en tres años de colegio, tres de bachillerato, de 5 a 6 para una carrera profesional y dos de doctorado, el cual era obligatorio para ejercer la profesión66.
La universidad —que nace en la Colonia con sus prácticas, saberes y desafíos—, se consolida en la perspectiva de formar sujetos que sostengan los aparatajes de control y dominio político e ideológico —especialmente confesional católico—, heredado de la monarquía española. La preocupación central hace referencia al ejercicio de profesiones socialmente reconocidas, pero su preocupación por el conocimiento y la ciencia sólo se va a presentar en la parte final del período colonial, cuando la universidad comienza su proceso de acomodamiento a los nuevos desarrollos de la filosofía y la ciencia realizados vía cientifismo “religioso”, es decir, la ciencia como forma de consolidación de la monarquía católica. En este sentido, la universidad, enclave de gubernamentalidad, ejerce con fuerza el poder pastoral67 en lo que refiere al
66 Diana Elvira Soto Arango, op. cit., 112.
67 El poder pastoral que es propio de la Edad Media, transfiere ciertas experiencias a las prácticas gubernamentales, en especial el principio de individuación por el cual el gobernante responde; el segundo aspecto es el principio de transferencia absoluta que implica que el gobernante asume la responsabilidad de las acciones y la formación del gobernado; el tercer aspecto es la actitud de fidelidad vitalicia del gobernante a su misión: por último la referencia al principio de correspondencia alternada que se refiere al buen ejemplo del gobernante. Cfr. Michel Foucault, “Seguridad, territorio, población”. Clase del 1.o de febrero de 1978 (Buenos Aires: F. C. E., 2006); Michel Foucault, “La filosofía analítica de la política”, en Michel Foucault, Estética, ética y hermenéutica. Barcelona: Paidós, 1999.
cuidado de los sujetos, su conducción, la obediencia a la autoridad del otro en términos educativos y el sometimiento de la voluntad.
LA UNIVERSIDAD LIBERAL O DEL CONOCIMIENTO (EL SUJETO PARA EL ESTADO - LIBERAL)
A mediados del siglo XIX se presenta un cambio radical en la concepción de universidad debido a tres vertientes de “liberalización” en el país: por un lado, en el interior mismo de las universidades, la lucha por la libertad de enseñanza, la posibilidad de otorgar los títulos universitarios, la organización de los estudios y de la educación en general; la segunda en relación con los movimientos políticos de profesionales y la tercera, la demanda de mano de obra para trabajar las tierras. En este sentido, en el año 1842 se establece la reforma Ospina Rodríguez que centra su atención en el aprendizaje de cosas útiles, aspectos de orden práctico relacionados especialmente con el mundo del trabajo; de allí se deriva la riqueza de la nación y se ordena crear —en cada uno de los centro educativos universitarios—, la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas. En este período la universidad sigue bajo la tutela del Estado pero nuevamente el clero ingresa a tomar decisiones y a tener injerencia en la educación superior, especial- mente en lo que tiene que ver con la formación moral, la disciplina, la formación cristiana y algunos elementos de las humanidades; sin embargo, prevalece la concepción de universidad del conocimiento y tanto las instituciones del Estado como las administradas por comunidades religiosas se rigen bajo principios estatales que pretenden formar un actor social en la perspectiva de la utilidad.
Por su parte, los gobiernos de Tomás Cipriano de Mosquera y José Hilario López (1849-1853) desarrollaron un modelo liberal de universidad, en el que se afianzan la democratización y las libertades. López “plantea la concepción política-económica del libre comercio y los principios de la moral laica contra la Iglesia y las libertades individuales como base de la enseñanza”68. Tal vez fue una estrategia para confrontar el poder económico de la Iglesia y el dominio ideológico sobre la población. Una de las reformas más fuertes fue la de José
68 Diana Elvira Soto Arango, op. cit., 117.
Hilario López (ley del 8 de mayo de 1848), que decretó la libertad de enseñanza, la libertad para obtener títulos en instituciones públicas o privadas; sin embargo, se eliminó el requisito del título para ejercer una profesión liberal y, por otra parte, los colegios podrían someterse al régimen universitario. Durante este periodo —aunque hay una re- forma en la concepción de universidad y de la formación, basada en el fortalecimiento de las libertades—, la universidad se desarrolla bajo la concepción de la formación hacia lo útil; lo que se pone en crisis es el tipo de conocimiento y su regulación.
Durante el liberalismo radical se desarrolla un tipo de universidad con el fin de democratizar el conocimiento, afianzar las libertades y convertir a la universidad en un proyecto de formación de ciudadanos en relación con el Estado. En este orden de ideas se expidió la reforma educativa de 1867 con la que se creó la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, con una fuerte influencia del modelo francés e inglés privilegiando la dependencia del gobierno en reglamentos, currículos y nombramiento de maestros. En este sentido, la universidad recogió las líneas del profesionalismo liberal y junto a las clásicas facultades de Jurisprudencia, Medicina y Filosofía y Letras, se consolidaron las escuelas de Ingeniería, Ciencias Naturales, Artes y oficios; así, las formaciones técnicas hicieron parte del proceso económico que demandaba el país, en las que el concepto de utilitarismo en la educación era una constante. Durante este periodo se introdujo el modelo positivista que influyó tanto en la formación y en la búsqueda del conocimiento a través de la experimentación; por ende ésta sería la base del progreso del Estado liberal.
En la época de la regeneración, aunque hay un cambio sustancial en el régimen político y en la concepción de Estado, la universidad se convierte en confesional, autoritaria, antidemocrática, pues nuevamente interviene la Iglesia en la administración de la educación y le da un tinte distinto al papel del sujeto, a su formación y a su relación con el Estado. Sin embargo, la línea de formación sigue siendo la de las profesiones liberales clásicas sin esbozos de universidad investigativa, pero con un discurso muy cercano a los ideales de progreso, de aprendizaje hacia lo útil, es decir, buscando cómo aprovechar los conocimientos para incidir en la vida práctica (trabajo), experimental, científica, moderna, actual, como lo cita Soto Arango refiriéndose a una intervención del general Rafael Uribe Uribe, quien en 1911 reafirma la autonomía de la universidad. En este sentido se puede afirmar que las tendencias políticas tienen ciertos sesgos que le otorgan una particular forma a la institución universitaria, toman como fundamento central el desarrollo, y orientan las prácticas y discursos a través de los cuales se puede apreciar la preocupación por lo práctico y útil, ya sea en los programas técnicos o tecnológicos o por las profesiones liberales, privilegiando el saber de las ciencias naturales y sus aplicaciones como formas de intervención económica.
A pesar de los cambios políticos en la administración del Estado, la concepción de esos gobiernos sobre el modelo de universidad es pro- mover el progreso, es decir, el discurso predominante es la educación en función de la economía, en detrimento de la educación humanista, o en otros términos, de la matriz eclesiástico-religiosa con la cual aparece el concepto de universidad colonial.
El siglo XX representa para la universidad colombiana el fortalecimiento de este modelo de universidad ubicada en lo práctico, lo útil para responder a las dinámicas propias de la expansión capitalista de comienzos de siglo. Aunque durante la regeneración, la universidad muta en algunas de su prácticas al modelo llamado tradicional (confesional, estatal), su énfasis sigue estando en los aspectos experimentales, científicos y tecnológicos, es decir, la aspiración de esta institución sigue siendo la formación de élites intelectuales y burguesas, que respondan a las nuevas demandas que el país exige en los destinos de orden laboral y económico.
Estas transformaciones en el modelo universitario responden al desplazamiento de los ejes del sistema-mundo capitalista hacia los Estados Unidos como nuevo centro del mercado mundial. Colombia se vinculó al mercado mundial durante el siglo XIX como una especie de
[…] despensa para la industrialización de los países denominados centrales pero sin que la gramática de esta industrialización hubiese tenido incidencia en un cambio apreciable en las relaciones sociales. Este cambio empezó a darse apenas durante las primeras tres décadas del siglo XX, cuando gracias al impulso de la economía cafetera y la inyección monetaria proveniente del exterior, surgen nuevas fuerzas productivas que cambiarían para siempre la estructura de la sociedad colombiana.69
En este sentido aparece la fábrica como imaginario social y reemplaza a la hacienda y con esta nueva perspectiva se transforma la producción de subjetividades, que han de estar en conexión directa con la nueva forma de producción y de interacción social. Hay un viraje también en términos epistémicos que, según Castro-Gómez, se observa en el desplazamiento de los gramáticos y la llegada de discursos académicos provenientes de la biología, la higiene y la medicina social expresados en técnicas y disciplinas como la bacteriología, los procesos higienistas, las ciencias de la educación y la pedagogía. Esta visión de la modernidad y del cientificismo, y no necesariamente de Estados Unidos, refleja formas de colonialidad y a la vez representa modelos de sociedad.
La industrialización y la apertura capitalista son algo más que flujos de capitales, exportaciones, aranceles y demás elementos técnicos; también industrializarse significa
[…] la emergencia de unas subjetividades cinéticas capaces de hacer realidad el orden social imaginado —pero no realizado—, por las élites liberales del siglo XIX. Para que Colombia pudiera ingresar con éxito a la dinámica industrial del capitalismo mundial los cuerpos debían adquirir una nueva velocidad. Habría que producir un nuevo tipo de sujeto desligado de su tradicional fijación a códigos y hábitos mentales y esto conlleva la necesidad de implementar una serie de dispositivos que permitieran la rápida circulación de personas y mercancías.70
Dentro de estos dispositivos se encuentran efectivamente los educativos y se puede apreciar, para la época, la fundación del Gimnasio Moderno y la introducción de los nuevos vientos pedagógicos centrados en el sujeto y su actividad, que plantean la posibilidad de formar los nuevos sujetos para responder a los sueños de industrialización que demandaba el modelo capitalista.
69 Santiago Castro-Gómez, Tejidos Oníricos. Movilidad, capitalismo y biopolítica en Bogotá
(1910-1930). Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2009.
70 Ibídem.
En el caso concreto de la universidad con su modelo tradicional, parece no responder a las nuevas exigencias de las transformaciones de comienzo de siglo. Y el espíritu de lucha por una reforma que permitiera nuevos rumbos en los estudios superiores se generó en la década de los años veinte, con la influencia especial del movimiento de Córdoba en que se plantea un modelo más democrático de universidad, donde van a tener injerencia los estudiantes y los docentes.
La universidad inicialmente no era tenida en cuenta como protagonista de primer orden en la dinámica modernizadora del Estado pero ya en la década del treinta del siglo XX comienza a tener la importancia para el aparato productivo, en especial en el manejo técnico de empresas y negocios propios. Las continuas demandas de cono- cimiento técnico aplicado y de formación de mano de obra calificada para asumir los retos de la revolución en marcha71 hacen que en la década del treinta se reforme la educación superior y se adopte el proyecto moderno de universidad en Colombia con la Universidad Nacional.