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PRÓLOGO

Por el Arzobispo Timothy Dolan

Ya desde niño reconocí la existencia de algo especial en los sacerdotes. Sabía que sus responsabilidades eran de vital importancia, pues se encontraban siempre en los momentos más importantes de la vida: bautizos, comuniones, funerales o el lecho de muerte de un enfermo. Finalmente resolví que eran especiales porque eran hombres de Jesús, hombres que irradiaban júbilo al servicio de la Iglesia, hombres al cargo de las cosas de Dios. Sabía que sus vidas no eran nada fáciles, como tampoco lo fue la de Jesús. Y aun así, comprendía que sus sacrificios constituían el elemento que da sentido a la vida, como lo fueron los de Jesús. A partir de ese instante, decidí que quería ser sacerdote.

A diario doy gracias al Señor por la Iglesia, por el Pueblo de Dios, y especialmente por hombres como el Dr. Scott Hahn. En Muchos son los llamados: Sobre la grandeza del sacerdocio, el autor reflexiona en profundidad sobre el sacerdocio. Sus puntos de vista resultan cautivadores. Como antiguo ministro presbiteriano, ahora reconvertido en teólogo católico, y como esposo afectuoso y padre de seis hijos, Scott se fija en los sacerdotes desde una perspectiva incomparable. Afirma que «cuando los hombres comprenden de veras lo que es el sacerdocio, se sienten instintivamente atraídos hacia él. El sacerdocio es instintivamente atrayente». Uno de los puntos fuertes de este libro es su explicación del sacerdocio como una llamada de Cristo hacia los hombres para servir como padres, protectores y abastecedores del Pueblo de Dios.

A través de estas páginas, Scott Hahn acude a algunos argumentos de la historia de la salvación, se zambulle en las profundidades de la Sagrada Escritura, y esboza el plan de Dios para el sacerdocio. Por ejemplo, habla de Adán y de Abraham como prototipos sacerdotales, el primero por ser el padre de la humanidad y el segundo por interceder en favor de Sodoma; del mismo modo nos recuerda cómo sacerdotes y mediadores como Pedro y Pablo ejercieron el papel de padres al servir como colaboradores de Dios. Al igual que se suele identificar a los hombres por su profesión, por lo que hacen en su vida, Scott muestra cómo los sacerdotes se esfuerzan por imitar la Palabra que predican. Cada sacerdote es otro Cristo.

«Como Iglesia y como sacerdotes –afirmó el Papa Benedicto XVI– anunciamos a Jesús de Nazaret, Señor y Cristo, crucificado y resucitado, Soberano del tiempo y de la historia, con la alegre certeza de que esta verdad coincide con las expectativas más profundas del corazón humano». Y así es, pues el corazón humano sólo se satisface con Cristo. Tal como nos recuerda San Agustín en sus Confesiones, nuestros corazones no descansarán jamás hasta que descansen en Dios. Scott Hahn, uno de nuestros más destacados teólogos católicos, nos ayuda a distinguir el papel del sacerdote como mediador de la paz de Dios hacia su pueblo.

+ TIMOTHY M. DOLAN

Arzobispo de Nueva York

Muchos son los llamados

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