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PRÓLOGO

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Es un amanecer como cualquier otro en el desierto. Pero este amanecer parece ser un poco más frío. El viento pareciera querer golpear en la cara. Hay un solo hombre despierto que se ha levantado tan temprano esta mañana de entre los cientos de miles que descansan en sus tiendas. Es un varón más bien joven, pero con cara de haber luchado demasiado en su vida. Está sentado en una roca con la mirada fija en el horizonte. Y lo único que sus ojos le permiten contemplar es arena y más arena a la distancia. No parece estar sentado allí por gusto. Su semblante calculador da a entender que una inquietud no le ha permitido dormir en toda la noche, y que lo ha traído a este sitio para resolver algo crucial para el resto de su vida.

Su mirada fija en el horizonte solo se altera al ver un palito entre las piedras con el que comienza a hacer un dibujo en la arena. Más bien parece ser un plano. Luego se rasca la barba y vuelve a zambullir su mirada en el desierto. Todavía no sabe que se está decidiendo el resto de la historia de la salvación y el destino de todo un pueblo.

De pronto, una voz suave le susurra en su corazón unas cuantas palabras que serán suficientes para robarle un par de lágrimas de sus ojos:

Así es Josué, ha muerto mi servidor Moisés. Y este pueblo necesita salir de una vez por todas de este desierto inhóspito. Tú ya conoces lo que hay del otro lado. Eres el líder indicado. Eres el líder que elijo para esta gran cruzada. Líder, llegó tu hora.

Del desierto a los verdes pastos

Si bien el liderazgo de Josué en la Biblia es uno más de los cientos que allí se encuentran, me pareció oportuno utilizar su figura como un modelo adecuado para comenzar ejemplificando lo que implica ser un líder.

El ministerio de Josué, a pesar de no ser tan famoso como lo fue el de Moisés, o el de David, no deja de ser uno de los más sobresalientes de toda la Biblia. Tuvo que suceder nada más y nada menos que a Moisés, con todo lo que debe haber implicado tener que reemplazar a un líder que con su bastón tocaba el mar y este se abría; o que tocaba la roca y de esta brotaba agua. La hora de su liderazgo consistía no solo en conducir a su pueblo a la tierra prometida, sino también en dejarlo a este asentado en una tierra ocupada por países de guerreros. Era un nuevo tipo de liderazgo. No podía repetir el liderazgo de Moisés. Eran nuevos los retos, y distinta la realidad. Josué debería hacer lo que su antecesor no hizo. Dante Gebel lo explica así:

Aquellos que seguían a Moisés tenían mente de turistas, mientras que los que seguían a Josué tenían mente de soldados.

Los primeros salían a buscar el maná del cielo. Los segundos sembraban y cosechaban.

Los primeros esperaban que Dios ahogara a los egipcios que venían detrás. Los segundos iban a conquistar la tierra que tenían por delante.

Los que seguían a Moisés vivían de los regalos de la gracia. Los que seguían a Josué de las recompensas a causa del esfuerzo y el trabajo duro.(1)

Y yo me atrevo a agregar: los que seguían a Moisés tenían que cruzar el mar Rojo viendo cómo Dios al toque del bastón abría de par en par las aguas. Los que seguían a Josué tenían que atravesar el río Jordán dando pasos de fe, y a medida que pisaban se iban deteniendo las aguas (Cfr. Jos 3, 7-17).

Sin duda es un nuevo pueblo, es un nuevo tipo de liderazgo. Un desafío, una carga muy pesada… pero posible de llevar.

Este libro es una motivación a tomar el lugar de liderazgo que nos corresponde para conducir y guiar a nuestros hermanos a los pastos verdes que el Señor en visión ya nos ha mostrado; a luchar por ellos para asentarlos en su lugar definitivo de modo tal que puedan dejar de andar sobreviviendo en el desértico valle de lágrimas por donde hace tanto tiempo caminan. Les escribo a los líderes de hoy, que tienen que enfrentar los desafíos del presente. Ya no están los Moisés de ayer, nos toca asumir la responsabilidad con nuestro propio estilo de liderazgo.

Te animo a creer que Dios cuenta contigo para llevar a cabo una gran obra. Y si después de leer este libro te encuentras tú también sentado en el desierto con un bastón de mando entre tus manos, tengo para ti la misma respuesta de Dios a Josué: “Líder, llegó tu hora”.

Sebastián Escudero

Mayo de 2011

sebaescudero3@hotmail.com

1. GEBEL, Dante. Destinado al éxito. Ed. Vida. 2009: Miami, Florida. Cap. 11.

Líder, llegó tu hora

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