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1 Consideraciones introductorias: obligada explicación de estas páginas

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Sebastián Martín-Retortillo Baquer

La publicación que ahora llevo a cabo de estas páginas requiere una serie de aclaraciones. Su origen inmediato está, en parte, en la conferencia inaugural que pronuncié en el Congreso que sobre La configuración jurídico-política del Estado liberal en España se celebró en la ciudad de Huesca a mediados del pasado mes de diciembre, organizado por los Centros universitarios de esa ciudad en Conmemoración del segundo Centenario del nacimiento de Alejandro Olivan (1796-1996). Tuvo para mí un especial y muy entrañable significado personal esbozar en ese foro la figura de Oliván. Hacía la friolera de más de cuarenta años, que había dedicado a Oliván las primeras páginas que escribí en la preparación de mi carrera universitaria, Alejandro Oliván: notas a su vida y a su pensamiento administrativo , publicado en «Argénsola», la Revista del Instituto de Estudios Oscenses, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Huesca, 1956, págs. 127 a 152).

Muchas, y muy distintas, habían sido las razones que me impulsaron en aquel entonces a escribir las páginas que refiero. Acababa de aparecer la edición que mi maestro E. García de Enterría había llevado a cabo en la Colección «Civitas», del entonces Instituto de Estudios Políticos de la obra de Oliván De la Administración pública con relación a España1). Eran páginas que me abrieron un amplio horizonte, muchas y muy ricas perspectivas, sobre lo que podía y debía ser la Administración pública en cuyo estudio me iniciaba. Perspectivas sobre un tema cuya realidad, en la España de mediados de los años cincuenta, contrastaba, un tanto ingenuamente si se quiere, con lo que en esos años aprendía acerca de los temas básicos de nuestra disciplina en el Real Colegio de los Españoles en Bolonia, donde esas páginas recibieron su última redacción.

Las páginas introductorias de García de Enterría suscitaron mi interés por Oliván. Debo confesar también que me estimulaba, y mucho, iniciar mi preparación académica estudiando la figura y la obra de un paisano, altoaragonés como yo. Una figura, cuya atracción aumentaba a medida que se le iba conociendo. Los datos que sobre ella había eran además muy escasos. Algunos de ellos, incluso, equivocados. La obra de Oliván, además, había estado en el olvido casi más absoluto, hasta que Gascón y Marín, primero en la Sorbona y, después, en el Instituto de Estudios de Administración local2), inició su justa revisión. En todo caso, fue la edición de García de Enterría la que la puso de plena actualidad y de obligada referencia, en una nueva contextualización que es obligado situar junto a «la vuelta a Colmeiro» que años antes había postulado Jordana de Pozas.

Las referencias biográficas de Oliván, como digo, eran escasas. La más completa, la que ofrecía Gómez Uriel en su refundición de la obra de Latassa. Con su saber siempre erudito, J. Gascón Hernández aportó también algunos datos de interés en la recensión que hiciera a la edición de García de Enterría3). Además, a medida que iba aproximándome a la obra de quien considerábamos un excelente conocedor de nuestra Administración, constataba también los muchos saberes que en él confluían —literarios, agrícolas, filológicos, etcétera—, y que dieron lugar a las más variadas publicaciones. Escritas las páginas con las que traté de llevar a cabo la semblanza de Oliván, ese mismo año 1956, apareció la que ya había escrito R del Arco, y que se recogía precisamente en la serie tercera de sus Figuras Aragonesas4).

Con la apoyatura de esas fuentes bibliográficas, llevé a cabo también entonces cierta investigación directa sobre algunos extremos concretos de la vida de Oliván. Escribí, así las llamé, las Notas que refiero. Notas, en primer lugar, a la vida de Oliván. Pasados los años, quiero decir que me siento satisfecho de esas páginas de juventud. Me parece aporté datos que hasta entonces eran desconocidos y rectifiqué otros. Hasta el momento, pienso, que han constituido el esbozo más completo de la vida del ilustre altoaragonés.

La conmemoración del segundo Centenario de Oliván reseñada al comienzo, me ha permitido retomar las páginas entonces escritas. En primer lugar, por la lógicamente escasa difusión que entonces tuvieron. También, y de modo principal, en un intento de completar la semblanza que entonces tracé, que queda muy notablemente ampliada. Además, desde entonces han sido muchas las referencias que sobre él han aparecido; otras, ya antiguas, me habían sido desconocidas y sólo después tuve noticia de ellas5). Entre estas últimas, están los juicios que sobre Alejando Oliván habían recogido algunos contemporáneos suyos —y que yo desconocía; así, Nicomedes-Pastor Díaz, cuya reciente edición de su obra política6) me ha facilitado testimonios por demás expresivos—, o que estaban inéditos: es el caso de las Memorias de Ramón de Santillán7), aparecidas en el archivo familiar y con quien Oliván tanta relación tuviera, que recogen igualmente referencias del mayor interés. Junto a ello, y de modo muy principal, hay que notar que desde aquel entonces han sido muchos los autores que han aportado más datos, referidos a la figura y a la obra de Alejandro Oliván y que ayudan muy mucho a su mejor conocimiento. El propio E. García de Enterría8), en solemne sesión académica9), ha vuelto a referirse a él; Lorenzo Martín-Retortillo publicó hace ya años una jugosa y muy expresiva semblanza sobre algunos aspectos personales e ideológicos de Oliván10); Lorente Sanz aludió también a esta figura11); yo mismo he publicado también algunas actuaciones concretas del propio Oliván12); E. Fuentes Quintana y Fabián Estapé13) han hecho públicos igualmente datos de interés en relación con la participación de Oliván en la reforma fiscal de 1845; o T. R Fernández en relación con su Proposición de ley en el Senado sobre las corridas de toros14); A. de Otazu15), por su parte, ha señalado su presencia en el mundo financiero y de los negocios; J. R Fernández Torres16) se ha referido a él con amplitud al estudiar el establecimiento entre nosotros del sistema contendoso-administrativo; y Alejandro Nieto ha aludido en reiteradas ocasiones a su figura, tanto desde la perspectiva de los planteamientos que Oliván hace de la Administración pública como, ptin-dpalmente, de sus intervendones parlamentarias durante los gobiernos moderados17).

En definitiva, todo un conjunto de datos, aportaciones muy a considerar, que pueden ayudar a perfilar de forma más completa la figura de Oliván, y que me han impulsado a considerarlos de modo sistemático procediendo a la reelaboración y, naturalmente, ampliación de lo que sobre Oliván había escrito.

La información en la que me apoyo es, pues, en buena parte, bibliográfica. Arranco, por tanto, de la que otros me facilitan. No obstante, he llevado a cabo también personalmente de modo directo una investigación en distintos archivos y en fuentes originarias18), que me han facilitado una no escasa información, curiosa por demás. Parte de ella, y que era desconocida, se publica también ahora como Apéndice de este trabajo. Es cierto, sin embargo, que todavía queda mucho por hacer e indagar en un estudio directo de las fuentes documentales. Una tarea para la que, personalmente, no dispongo del tiempo que requeriría. Queda, pues, la puerta abierta para que otros la realicen.

El trabajo publicado en 1956, se dijo ya, lo había intitulado Notas a la vida de Oliván —me he referido a ello—, y a su pensamiento administrativo. En esta segunda parte recogí entonces algunas reflexiones sobre los puntos que consideraba más importantes de su obra: su modernidad, así como referencias a algunos extremos en particular: Gobierno y Administración; reforma administrativa; responsabilidad de la Administración y de los funcionarios, principalmente. Eran, páginas de juventud, un tanto emocionales, no contrastadas debidamente. Habida cuenta donde se escribieron, eran además frecuentes las referencias comparativas a autores italianos que, realmente, poco tienen que ver. Insisto: era un texto de una cándida ingenuidad, no exenta de sorpresa, ante planteamientos y saberes que entonces descubría. Al releerlas constato que no tiene ningún sentido recogerlas ahora. Nada aportan. Las sustituyo, sin embargo, por algunas reflexiones que escribo sobre De la Administración pública en relación con España que, acaso, puedan tener mayor interés.

Este es, pues, el origen y la génesis de las páginas que ahora publico y que he creído necesario explicar en estas consideraciones introductorias.

1

Cfr. A. Oliván, De la Administración Pública con relación a España, Prólogo de E. GARCÍA DE ENTERRÍA, Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1954, 316 pp. Las menciones que posteriormente hago de esta obra de OLIVÁN se refieren a esta edición. GÓMEZ URIEL, en su refundición a la obra de LATASSA, Biblioteca antigua y nueva de escritores aragoneses, Zaragoza, 1885, II, p. 426, señala como título de la obra de OLIVÁN el de La Administración política con relación a España. El libro de A. OLIVÁN, más bien un breve opúsculo, se escribió inicialmente como voz «Administración» que apareció en 1842 en el tomo IV de la inconclusa Enciclopedia Española del siglo xix. J. Gascón Hernández, en la recensión bibliográfica a la citada edición de García de Enterría, refiere las distintas ediciones independientes que con muy escasas variantes en relación con el texto inicial, aparecieron posteriormente: ya en el año 1843 salieron dos, circunstancia que sin duda revela «un interés justificable de los contemporáneos de OLIVÁN por su maravilloso epítome, que inicia con precisión y elegancia en el conocimiento de la temática administrativa».

2

J. GASCÓN y Marín, Oliván y la Ciencia de la Administración, en «Centenario de los iniciadores de la Ciencia jurídico-administrativa española», Instituto de Estudios de Administración Local, Madrid, 1944, pp. 11 y s.

3

En RAP (1954), núm. 14, pp. 329 y ss.

4

Ya en prensa mi trabajo en su versión inicial, la Institución Fernando el Católico de Zaragoza, publicó como homenaje a R. Del Arco la serie tercera de sus Figuras aragonesas, Zaragoza, 1956 —de la que son las citas que recojo—, entre las que se incluye la semblanza que de OLIVÁN había publicado anteriormente, seguida de algunos textos de sus obras, especialmente de carácter filólogico-gramatical. No falta tampoco la referencia a algunos pasajes de la obra política de Alejandro OLIVÁN. Lástima que ni unos ni otros estén acompañados de la más elemental indicación bibliográfica de procedencia, que, a pesar del carácter de divulgación de la obra, parecen obligados.

5

Refiero seguidamente las fuentes bibliográficas que incorporo y que he tenido en cuenta en la versión que ahora publico. En el texto recojo tan sólo el nombre de los distintos autores.

6

Nicomedes PASTOR-DÍAZ, Obras políticas, ed. J. L. PRIETO Benavente, Prólogo de G. GORTAZAR, Madrid, 1996. Además de los datos que ofrece el Estudio Preliminar del primero de estos dos últimos autores, quiero destacar que recojo algunos datos de las Biografías que Nicomedes PASTOR DÍAZ escribiera de don Francisco Javier DE BURGOS y don ANGEL DE Saavedra, Duque de Rivas, pp. 125 y ss., y 170 y ss., respectivamente, con referencias expresas a Oliván. Explícitamente sobre OLIVÁN, vid. del propio Nicomedes PASTOR DÍAZ su obra en colaboración, Galería de Españoles célebres y contemporáneos, Madrid, 1845, que no me ha sido posible consultar.

7

Me refiero a las Memorias de Ramón DE SANTILLÁN, ed. y notas de Ana M. DE BERASELUCE, Pamplona, 1960, en cuyo tomo II hay referencias abundantes sobre la personalidad de OLIVÁN. Estas Memorias de SANTILLÁN, con un inequívoco carácter personal, no hay que confundirlas con la Memoria histórica sobre los Bancos Nacionales de San Carlos, Español de San Femando, Isabel II, Nuevo de San Femando y de España, 2 vols., Madrid, 1865, que escribió también SANTILLÁN, Gobernador que fuera de los dos últimos Bancos, y que constituyen una detallada historia de los pasos seguidos para la constitución de los mismos.

8

Las citas que de este autor recojo, cuando nada se advierte, son de su Estudio Preliminar a la ed. de OLIVÁN que he referido en la nota 1, estudio realmente luminoso, y que ha sido recogido también en el volumen del mismo autor, La Administración española, Madrid, 1972, pp. 23 y ss.

9

Me refiero a su Discurso de ingreso en la Real Academia Española, La lengua de los Derechos. La formación del Derecho público europeo tras la Revolución francesa, contestación de A. Martín MUNICIO, Madrid, 1994, en la que, en la referencia que se hace en el Epílogo a una «nueva casta de hombres, que hablaba una lengua igualmente nueva, la lengua de los derechos y de la libertad» y que habían formado parte de tan ilustre Corporación, junto a Jovellanos, Javier de Burgos, Alcalá Galiano, entre otros, se señala también a OLIVÁN, destacando «su modernidad, su frescura, lo excelente de sus conceptos y de su prosa». [Hay también ed. venal de esta obra de E. EDUARDO GARCÍA DE ENTERRÍA, Alianza Universidad, Madrid, 1994].

10

L. MARTÍN-RETORTILLO, Un retrato y un Discurso de Alejandro Oliván, en «RAP» (1968), núm. 57, p. 379: se trata, básicamente, de un trabajo documental que descubrió facetas de OLIVÁN, muy coherentes en sí, que prácticamente habían pasado desapercibidas; del mismo autor, una semblanza de Olivan en Gran Enciclopedia Aragonesa, VIII, Zaragoza, 1981, v. Oliván Borruel, Alejandro.

11

Cfr. J. LORENTE Sanz , en su colaboración Juristas aragoneses en el Libro de Aragón, Ibercaja, 1976, pp. 251 y ss., refiere una semblanza de OLIVÁN como «hombre de Administración».

12

Cfr. S. Martín-Retortillo, La ley de Aguas de 1866, Madrid, 1963, pp. 797 y ss., al estudiar el proceso de elaboración parlamentaria

de la misma, he recogido tanto el Dictamen de la Comisión del Senado que presidiera Alejandro OLIVAN, como sus intervenciones orales contestando al señor Luxan: he vuelto sobre ello, recientemente, en Derecho de aguas, Madrid, 1997, p. 582.

13

Vid. F. Estape Rodríguez, La reforma tributaria de 1845, con Prólogo de E. FUENTES Quintana, Madrid, 1971: tanto autor como prologuista aluden en distintas ocasiones a la participación de OLIVÁN en la llamada reforma Mon. Referencias a distintas actuaciones del mismo en el ámbito fiscal aparecen recogidas también en J. L. COMELLAS, Los moderados en el poder, 1844-1854, Madrid, 1970, p. 205 y passim.

14

Vid. su libro Reglamentación de las corridas de toros, Madrid, 1987, pp. 67 y ss., de donde tomo los datos que refiero al respecto.

15

Cfr. A. DE OTAZÚ, Los Rothschild y sus socios en España (1820-1850), Madrid, 1978, pp. 396 y s.

16

Cfr. J. R. Fernández Torres, Origen y ocaso del carácter revisor de la jurisdicción contencioso-administrativa, Madrid, 1997, ed. lit. de esta tesis doctoral, inédita todavía, de próxima publicación.

17

Vid. desde la primera perspectiva, A. Nieto, Influencias extranjeras en la evolución de la Ciencia española del Derecho administrativo, en «Anales Un. de La Laguna», 1966, y en Estudios históricos sobre Administración y Derecho administrativo, Madrid, 1986, p. 172 y passim; desde la segunda, son muy reiteradas las referencias a OLIVÁN en su notable investigación histórica, Los primeros pasos del Estado constitucional, Barcelona, 1996, pp. 5 y ss., y passim.

18

Citaré así, entre otros, el Archivo Parroquial de Aso de Sobremonte, el Archivo histórico-militar de Segovia y los del Congreso de Diputados y del Senado. He dispuesto también de la documentación que figura en los Archivos de las tres Reales Academias de las que Alejandro OLIVÁN formó parte: la Española, en la que nada de interés hay; la de Bellas Artes de San Femando, y la de Ciencias Morales y Políticas. También, y como es lógico, de las distintas series de los Boletines que recogen sus numerosas intervenciones parlamentarias. En este punto, es obligada la lista de agradecimientos a quienes en distintos momentos me han ayudado a conocer la documentación que manejo: José Beltrán de Heredia y Castaño, E. Fuentes Quintana, E. Eduardo García de Entema, Nicolás Pérez Serrano, Esperanza Navarrete Martínez, entre otros.

Alejandro Oliván: Reflexiones sobre su vida y su obra

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