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2 Algunos datos biográficos sobre el nacimiento y sobre la juventud de Alejandro Oliván. Oliván militar; sus primeros pasos hasta el comienzo de sus actuaciones políticas

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Sebastián Martín-Retortillo Baquer

Alejandro Oliván y Borruel nace el 28 de febrero de 1776 en Aso de Sobremonte, de la provincia de Huesca. Es éste el pueblo más importante de un rincón realmente acogedor, el Sobremonte, lleno de bosques, también con tierras de cultivos feraces, sobre todo de la patata, recostado en las laderas de la margen derecha del Gállego, poco antes de llegar al Valle de Tena. Zona ésta de muy dramática actualidad; sería de ella de donde partiera la carga de agua que el verano de 1996 dio lugar al trágico accidente del camping de Biescas.

Ninguna duda hay que Oliván nace en Aso de Sobremonte. Gascón y Marín y García de Enterría habían señalado Ansó como lugar de su nacimiento, localización que después reiteraría también A. Nieto. La partida de bautismo que publico, así como todos sus expedientes personales que he podido consultar —también, naturalmente, la existencia de la casa familiar—, permiten concluir con plena certeza que nace en Aso o Asso de Sobremonte. En la partida de nacimiento, figura con los nombres de Antonio Ramón Alejandro. Y por las dudas que acaso pudieran suscitar las referencias que, como veremos, recoge Borrow, es de advertir que en la propia partida el apellido aparece indistintamente Oliván u Oliban. Sería sin embargo la primera grafía, la que se generalizará y él mismo utilizará en su firma.

Sus padres, infanzones, son señores y vecinos de la Pardina1) de Estarruás, de donde procede su línea paterna. La materna, es de conocidas familias de distintos pueblos del Valle de Broto, Fanlo de Bal de Bio y Torla. Los padrinos son, parientes, de Escarrilla y Beranguá. Todos sus nombres, y los de los abuelos, son apellidos habituales en los valles del Gállego y del Ara y, a veces, son también toponímicos de distintos lugares.

La primera formación la realiza Oliván en los Escolapios de Jaca y en Francia. Esto último era algo bastante normal en la montaña altoaragonesa, que carente en aquel entonces de comunicaciones normales con el resto de España, optaba por educar a sus hijos más alla de los Pirineos, donde el tránsito, en ocasiones, no ofrecía tantas dificultades.

El dato que refiero debe ser debidamente matizado. La condición normal de esa tierra no parece permita afirmar que, aunque se trate de señores con grado de infanzonía, la posición económica familiar fuera extraordinaria. No lo sé. En cualquier caso, la de Oliván, y para lo que cabía esperar de la zona, debió ser al menos bastante acomodada. En Francia realiza sus estudios primarios en el internado de Sorèze, un pueblecito del Tarne, próximo a Albi, en las últimas estribaciones meridionales del extremo sudoeste del Macizo Central, que confluyen a la llanura desde la que se remontan las primeras estribaciones de los Pirineos. Sorèze, como en tantos otros casos, se había desarrollado entornando una abadía benedictina con un célebre collège fundado en el siglo XVIII y que bajo el reinado de Luis XVI se constituiría en Escuela Real y Militar. A la vista de su posterior trayectoria profesional, ¿fueron estos últimos estudios los que allí realizó Oliván? No lo sé. En cualquier caso se trataba de un internado de fama acreditada, incluso a nivel internacional, que en 1854 pasa a ser regido por los dominicos, cuyo primer superior sería Lacordaire, y que ha permanecido abierto nada menos que hasta 1970. La lista de quienes fueran sus alumnos, generalmente procedentes de la burguesía parisina e, incluso, de otros países, es realmente notable. Como digo, no sé qué estudios en concreto realizó allí Oliván. Gómez Uriel señala, simplemente, que adquirió allí especiales conocimientos que a la sazón no se daban en Francia. De lo que he podido averiguar se trataba de un Colegio caracterizado por facilitar una amplia y muy completa formación humanística, en latín y griego principalmente. Las lenguas clásicas eran la base de la formación que allí se daba2). Conocimiento profundo de las mismas, de lo que, como veremos, Oliván hará gala posteriormente. Formación clásica, mantenida además en muy notable nivel de selección y que, en todo caso, fue la de sus estudios iniciales. A los quince años Oliván está de nuevo en España.

Su estancia juvenil, y la formación que recibiera en Francia, donde volverá exilado varias veces, las recordará Oliván con frecuencia. Así, lo veremos más adelante, al tratar de las más distintas cuestiones administrativas, expresa siempre, de modo habitual, su preferencia por las soluciones que allí existen, y que pone como modelo a alcanzar. Un planteamiento —insiste—, que no es incompatible con su hondo españolismo y que en todo caso Oliván asume —digámoslo ya desde ahora—, con un inequívoco afán patriótico de mejorar la situación que entre nosotros se da. Por ello, que con un deje de amargura, se lamente con frecuencia que esa postura sea tomada como símbolo de antiespañolismo. Es este extremo sobre el que habremos de volver más adelante.

Oliván sigue la carrera profesional de las armas. El 3 de noviembre de 1811, esto es, a los 15 años, figura como Cadete de Infantería. Participa personalmente en la Guerra de la Independencia. Gascón y Marín y García de Enterría, en relación con lo que acaba de señalarse, advirtieron que con su juvenil intervención activa en la Guerra, Oliván legitimó para siempre la inspiración patriótica de su posterior francofilia.

Su intervención militar en la guerra debió ser valerosa. Su hoja de servicios señala haber participado en puestos avanzados de escucha —sin duda alguna por su conocimiento del francés—, y haber intervenido también en varias guerrillas. El 10 de agosto del año siguiente pasa al Arma de Artillería, donde realiza brillante carrera. Es curiosa la valoración militar que le hacen sus Jefes, que resaltan, junto a su aplicación teórica extraordinaria, poca capacidad práctica, así como su regular «inteligencia con la tropa».

La carrera militar de Oliván cabe decir que es brillante. En el Arma de Artillería adquiere la formación técnica y científica que en ella era tradicional. Buena parte de sus servicios los desempeñará además en el Estado Mayor. En 1816 es elegido por la Dirección General para realizar unos Cursos superiores en el Real Estudio Físico-Químico establecido en Palacio bajo la protección del Infante don Carlos y que por entonces dirigía don Juan Mieg. Son estudios de alto nivel, y de más bien larga duración. Oliván los realiza desde el 3 de septiembre de 1816 hasta el 12 de junio de 1818, y «tanto en el curso de las lecciones como de los exámenes hechos a presencia de la persona Real, se ha distinguido en la clase de sobresaliente»3). Obtiene el primer puesto, llamémosla así, de su promoción. Escribirá poco después: «he logrado la censura de primero entre los sobresalientes en coincidencia con Oficiales de todos los Cuerpos facultativos del Ejército y Armada, además de varios profesores de Medicina, Cirugía y Farmacia y de otros sujetos particulares». Es de estos estudios, así lo manifestará años más tarde, de los que procede su inclinación a las Ciencias naturales. Ya entonces comienza con notable asiduidad a escribir en la prensa.

A los veinte años es destinado a la Dirección General de Artillería y, después, a la Secretaría del Ministerio, de la que el 7 de julio de 1820, a los veinticuatro años de edad se le nombra Archivero. En 1819 alcanza Oliván el grado de Capitán. Un nombramiento que, sin embargo, no llegaría a recibir. Nada hacía prever un cambio en su orientación militar.

Dos hechos pudieron tener influencia decisiva en su trayectoria posterior. Uno, es la petición de ser promovido de Subteniente a Teniente, con el consiguiente aumento de sueldo, que formula en agosto de 1818 y que era habitual fuera concedida a los que con el oportuno aprovechamiento hubiesen cursado en el Real Estudio Físico-Químico de Palacio. El otro, se deduce de una solicitud que en junio de 1823 cursa el propio Oliván: el 20 de octubre de 1819 —dice— había obtenido el grado de Capitán. Casi cuatro años después, reclama todavía el nombramiento no recibido, sin duda alguna por «la marcha de rey a Sevilla, a cuya circunstancia y desorden consiguiente» atribuye Oliván la demora. Mal debería funcionar en aquel entonces nuestra Administración, en la que incluso, no era infrecuente no realizar en su momento el pago a los empleados públicos. Que la explicación que se da de la espera de cuatro años para recibir un nombramiento no sea sino un pretexto burocrático, parece claro. La protesta de Oliván «contra todo lo prevenido en la Ordenanza del Cuerpo y contra toda justicia», es enérgica. Qué pudo ocurrir en efecto, no lo sé4). Una sanción, acaso, por motivos políticos no parece explicable. Ese mismo año 1823 triunfa el poder absoluto de Femando VII y Oliván debe huir a Francia. Es su primer exilio. No parecería lógica una postergación promovida por aquellos cuya derrota le obliga a exilarse cuando aún no tiene treinta años.

Aquí se termina la vida militar de Oliván. Nada tendrá que ver después profesionalmente con el Ejército. Cuando posteriormente se refiera a él, imbuido siempre por ese su afán característico de reforma y de mejorar la situación del país, se lamentará de que no lleve a cabo la debida labor educadora en los hombres que acuden a sus filas: que «si al menos se ilustrasen debidamente, serían un vehículo de nociones útiles, que llevasen los soldados cumplidos a sus pueblos y que distribuidos por toda la nación, elevarían de verdad el nivel social de España». Que así se argumente en 1842 sobre la función del Ejército me parece, sencillamente, sorprendente.

Es junio de 1823, se ha dicho ya, cuando formula Oliván la solicitud reclamando el reconocimiento del grado de capitán. Pocos días después, en los últimos de ese mismo mes, con la entrada de los franceses en Madrid, se promulga el «Edicto de proscripción general». En septiembre, a la vista de la ayuda de los «Cien mil hijos de San Luis», concluye el trienio liberal. Oliván marcha exilado a París donde continúa su labor de escritor y de periodista. Es la implantación del gobierno absolutista la que motiva su marcha. Vuelto a España, va a parar a la cárcel de Zaragoza de la que sale en 1925. Ninguna documentación he encontrado al respecto5). La permanencia de Oliván en prisión sería cuestionada años después. No obstante, los argumentos negativos que se darán, quizá en un procedimiento para el otorgamiento de un título nobiliario, no parece permitan alcanzar certeza alguna sobre el particular.

Son éstos, y los siguientes, los años de los que menos noticias disponemos de su vida. Gómez Uriel es el único que nos ofrece algunas. Oliván, al parecer, se dedica en aquel entonces al estudio de las Humanidades que tan bien conoce. Marcha más tarde a La Habana —recorriendo también varios países europeos y americanos— para informarse y perfeccionar sus conocimientos acerca de los métodos relativos al aprovechamiento de la caña de azúcar. ¿Cuál es el motivo de ello? Ignoro qué título —¿comisión oficial?— es el de su estancia en Cuba. Hay publicaciones suyas también de esta época. Durante ella es cuando, al parecer, se interesa en concreto por el estudio de las cuestiones agrarias. Desconozco también la fecha exacta de su vuelta de Cuba ¿Coincide con la muerte de Fernando VII en 1833?

En Madrid lo vemos a su vuelta, ya durante la Regencia de María Cristina, incorporado a la Administración, como Secretario de la Comisión encargada para la mejora de la Instrucción y, poco después, Secretario también de la Sección de Indias en el Consejo Real. Son puestos, como puede verse, típicamente administrativos. Pronto, muy pronto, debió alcanzar un papel importante en los medios políticos. En 1836 es elegido para el Estamento de Procuradores por la Provincia de Huesca junto a Mariano Torres Solanot y José Queraltó. Mantiene entonces relaciones con Mendizábal que, sin embargo, no cristalizan en ningún tipo de colaboración. Ese mismo año, es dato a destacar, con el Gobierno de Istúriz es Subsecretario del Ministerio de la Gobernación. Carrera política que, también ese año, sería truncada: el Motín de La Granja en agosto de 1836 y el restablecimiento de la Constitución de 1812 le obligarán a emigrar nuevamente a Francia.

1

La «pardina», con independencia de la acepción que recoge el Diccionario de la Real Academia, es explotación característica de la zona prepirenaica del Altoaragón, especialmente de la Jacetania, el Serrablo y Sobrarbe: se trata de una construcción de piedra de una cierta dignidad, muchas de ellas poseen los correspondientes escudos familiares, dentro de la extrema sobriedad de la zona, con edificaciones para amos, servicio y ganado, que dispone generalmente de tierras de cultivo, escasas, prados para el ganado y monte bajo. En todo caso, se trata de explotaciones agrícolas pobres. Gran parte de ellas están actualmente abandonadas.

2

El dato lo tomé inicialmente de GÓMEZ URIEL, p. 424. Debo agradecer a F. MODERNE la información sobre el Internado de Sorèze, que obtuvo del Párroco de esta localidad.

3

Así consta en la Certificación del Director del Real Estudio Físico-Químico de 15 de agosto de 1818, que se conserva unida al expediente personal de OLIVÁN en el Archivo General Militar de Segovia.

4

Siempre en el terreno de la hipótesis, aunque pueda resultar increíble, quizá la razón última de la situación que refiero no sea, en definitiva, sino la más elemental: sencillamente, que no se disponía de fondos para satisfacer incremento alguno a las remuneraciones de personal. La explicación, aun en el terreno de la conjetura, entra dentro de lo posible a la vista de las que eran prácticas no infrecuentes. Y, muy señaladamente, de la situación del Tesoro en 1823-1824, al menos si respondía a los términos concretos en los que la refiere Nicomedes PASTOR-DÍAZ en su Biografía, de Javier DE BURGOS. Es una situación de auténtica bancarrota, que se arrastra desde la Guerra de la Independencia y se agrava por aquellos años: «Hallábase a la sazón la Hacienda de España en el mayor desorden, en la mayor penuria en que se había hallado hasta entonces nación alguna. No había fondos en el Tesoro; no había surtidos en los almacenes. No había sistema de rentas, ni manos capaces de llevar adelante ninguno que se adoptase. No había ejército, ni en dependencia alguna del servicio, orden ni concierto. Todos los recursos del Gobierno del Rey, en los angustiosos apuros de aquella situación estaban reducidos a un empréstito, que en el mes de septiembre había contratado con el banquero Guebhard la Regencia presidida por el Duque del Infantado, y que después el Rey había reconocido y ratificado. Pero de este empréstito apenas había entrado un real en las arcas del Tesoro. Aquella operación había luchado desde sus principios con toda clase de obstáculos y de contratiempos, entre los cuales no había sido el menor el carácter de la Regencia, que le había hecho, mientras que el Monarca se halla en Cádiz a la cabeza de otro Gobierno». Recordemos que sería por distintas actuaciones que el Gobierno requirió que llevara a cabo Javier DE BURGOS con el banquero Guebhard que, posteriormente, sería enjuiciado su comportamiento en términos por demás polémicos.

5

Cfr. GÓMEZ Uriel, pp. 424 y s. Ninguna referencia he encontrado en los archivos celulares de Zaragoza, donde, por otra parte, no existe documentación sobre esa época.

Alejandro Oliván: Reflexiones sobre su vida y su obra

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