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ABREVIATURAS

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1 Las referencias a su vejez son numerosas en los primeros epígrafes (1-4) del prefacio del libro III. Ateniéndonos a la fecha tradicional de su nacimiento en el 4 a. C., Séneca contaría a la sazón con unos sesenta y cinco años.

2 Cf. Tac. ann . XIV 52-56.

3 A principios del 62 d. C.

4 Cf. Tac. XIV 52. Entre dichos consejeros ha de mencionarse, especialmente, al nuevo prefecto del pretorio Ofonio Tigelino, y, quizá también, a su segunda esposa, Popea. Para más detalles, cf. M. T. GRIFFIN , Seneca: a philosopher in politics , Oxford, 1976, págs. 90-91.

5 Cf. Sen. epist . 8,1-2; Tac. ann . XIV 56,3.

6 Sobre estos cometas, cf. nn. 76 y 106 de la traducción del libro VII.

7 Cf. Tac. ann . XV 41,2.

8 Cf. I 15,5; II 14,2; VI 9,3; 21,2; 32,5.

9 Cf. VI 1,13; 12,2; 25,3; 27,1; 32,2. Especialmente interesante resulta, en mi opinión, VI 1,3 «a discutir las causas de estos sucesos (sc . el terremoto y sus consecuencias) nos obliga el plan trazado de la obra y la coincidencia de los hechos», que indica inequívocamente que Séneca estaba a punto de comenzar la redacción del libro VI, cuando le llegaron las noticias del terremoto de Pompeya; cf. n. 7 de la traducción del libro VI.

10 Cf. Sen. nat . VI 1,2.

11 Cf. Tac. ann . XV 22,2.

12 Cf. Sen. nat . VII 28,1-3. Ahora bien, resulta muy dudoso que las indicaciones cronológicas de Séneca hayan de tomarse al pie de la letra.

13 Se ha argumentado que es inusual e innecesario mencionar los nombres de los cónsules del año en curso. En consecuencia, suele suponerse que se ha deslizado en el texto una nota marginal escrita por un comentarista descuidado, confundido posiblemente por la proximidad en el texto de Tácito del nombre de los falsos cónsules. Pero WALLACE -HADRILL , «Seneca and the Pompeian earthquake», en A. De Vivo, E. Lo Cascio (eds.), Seneca uomo polittico e l’ età di Claudio e Nerone , Bari, 2003, pág. 183, ha replicado a este argumento que Séneca escribe pensando en los futuros lectores (cf. epist . 8,1-2; 79,17) y que la mención de los cónsules no sólo confiere precisión a la noticia sino la solemnidad propia de un libro de anales.

14 Cf. WALLACE -HADRILL , «Seneca and the Pompeian earthquake», págs. 177-191.

15 Cf. H. M. HINE , «Rome, the Cosmos, and the Emperor in Seneca’s Natural Questions», Journal of Roman Studies 96 (2006), 72, quien, tras reexaminar minuciosamente los diversos argumentos esgrimidos en uno u otro sentido, acaba inclinándose a favor del testimonio de Tácito por la única razón de que no hay ningún motivo para dudar del testimonio de este autor, mientras sí existen indicios (indicaciones cronológicas relativas e interpolación) para sospechar del texto de Séneca.

16 WALLACE -HADRILL , «Seneca and the Pompeian earthquake», págs. 189-190; HINE , «Rome…», 71-72.

17 Cf. infra cap. IV de esta Introducción.

18 Naturalmente resulta imposible saber el ritmo con que Séneca llevó a cabo la composición de su obra. A. GERCKE , Annaei Senecae Naturalium Quaestionum libri VIII , Leipzig, 1970 [1907], págs. v-vi (cf. también A. GERCKE , Seneca-Studien , Leipzig, 1895, págs. 311 sigs.), considera que Séneca comenzó esta obra a finales del 62 y la terminó aproximadamente en verano del 63. Se trataría de un ritmo casi vertiginoso de un libro cada mes y medio, que Gercke quiere justificar apoyándose en III praef . 1-4, donde Séneca promete apresurarse para compensar el tiempo perdido anteriormente. HINE , «Rome…», 71, recordando que Séneca en el los cuarenta meses que van desde principios del 62 hasta su muerte, en abril del 65, compuso al menos treinta libros (en el sentido antiguo de rollos de papiro o pergamino) y tomando en consideración sólo las NQ y las Epistulae Morales a Lucilio, deduce un ritmo medio de un libro cada 1,3 meses. Pero en dicho cálculo no tiene en cuenta, como él mismo reconoce, que ésas no fueron las únicas obras compuestas por Séneca en dicho período ni que Séneca compaginó la composición de varias obras al mismo tiempo (cf., por ej., epist . 65,1, donde dice que la tarde del día anterior escribió unas líneas sobre una materia difícil, en la que probablemente hayamos de ver las NQ ; del mismo pasaje parece deducirse que el ritmo de composición no fue frenético) con lo que un mínimo de dos meses y medio por libro sería una propuesta más razonable. Este ritmo se acerca mucho a la cifra redonda de tres meses que hemos propuesto. En consecuencia, podríamos conjeturar que el ritmo de composición de la obra fue el siguiente: abril-junio del 62: libro III; julio-setiembre del 62: IVa; octubre-diciembre del 62: IVb; enero-marzo del 63: V; abril-junio del 63: VI; julio-septiembre del 63: VII; octubre-diciembre del 63: I; enero-marzo del 64: II.

19 Cf. supra n. 9. Señalaremos, de pasada, que durante el período de realización de este trabajo han tenido lugar en el mundo cuatro terremotos de consecuencias catastróficas, que arrasaron la zona de L’Aquila en Italia (6 de abril de 2009), Haití (12 de enero de 2010), Chile (27 de febrero de 2010) y Turquía (23 de octubre de 2011). Ninguno de ellos era recordado en la prensa más que excepcionalmente dos o tres meses después de sucedido.

20 Dado que el terremoto es calificado a lo largo del libro como un hecho muy reciente (cf. supra n. 9), ateniéndonos al orden non praeterit (cf. infra cap. IV), Séneca debería haber escrito cuatro libros (III-V) en dos o tres meses. El argumento es todavía más poderoso si defendemos el orden tradicional (Quantum) , puesto que en este caso Séneca tendría que haber escrito seis libros (I-V) en dicho período. Tan sólo, en el caso de defender el orden Grandinem , según el cual Séneca sólo tendría que haber escrito dos libros (IVb y V) antes de redactar el libro sobre los terremotos, la fecha del 62 podría encajar razonablemente con las mencionadas indicaciones.

21 Cf. infra cap. IV, pág. 26 e Introducción del libro III.

22 Cf. WALLACE -HADRILL , «Seneca and the Pompeian earthquake», pág. 188; HINE , «Rome…», 48-50.

23 Caída en desgracia ante el emperador e inminencia de la muerte tanto por edad como por los peligros procedentes del príncipe.

24 Sobre Lucilio puede verse L. DELATTE , «Lucilius, l’ami de Sénèque», Les Études Classiques 4 (1935), 367-385 y 546-590; L. HERRMANN , Le second Lucilius , Bruselas, 1958; H. G. PFLAUM , Les carrières procuratoriennes équestres sou le Haut-Empire romain , 3 vols, París, 1960-1961, I págs. 70-73, III págs. 961-962; PIR 2 V 1 (1970), 103-104, núm. 388; P. GRIMAL , «Lucilius en Sicilie», en M. J. Fontana et alii (eds.), Philias charin. Miscellanea Eugenio Manni , vol. IV, Roma, 1980, págs. 1.173-1.187.

25 Nacido quizás en Pompeya o en Nápoles; cf. epist . 49,1; 53,1; 70,1.

26 Cf. epist . 26,7. P. GRIMAL , Sénèque, ou la conscience de l’Empire , París, 1978, págs. 92-93, n. 150, estima la diferencia de edad en unos diez años.

27 Funcionario imperial, con funciones de administrador del fisco para esta provincia. Los procuradores imperiales se encargaban, especialmente, de administrar justicia en materia fiscal.

28 Cf. epist . 24,19-21; nat . IVa praef . 14. De epist . 40, 2 se desprende que Lucilio durante su estancia como procurador en Sicilia asistió a las clases del filósofo Serapión. Compuso, por lo que parece, al menos, una obra de argumento filosófico, a la que Séneca dedica encendidos elogios: cf. epist . 46,1. Por lo que dice Séneca en IVa praef . 5-17, parece que sus ideas políticas llevaron a Lucilio a entrar en contacto con grupos de la oposición al régimen imperial.

29 Cf. nat . IVa praef . 1 y 14. Lucilio también fue poeta. Séneca nos ha conservado cuatro versos suyos (cf. epist . 8,10; 24,19; nat . III 1,1). Además, a partir de un pasaje de las Epistulae (79,4-7), donde Séneca pide a Lucilio que, aprovechando una gira de trabajo por Sicilia, suba al Etna y lo describa, algunos estudiosos han atribuido al amigo de Séneca la paternidad del pseudo-virgiliano Aetna , aunque no parece que el pasaje senecano contenga pruebas suficientes para demostrar la autoría luciliana. Sobre todas estas cuestiones, cf. MAZZOLI , Seneca e la poesia , Milán, 1970, págs. 258-264. Creemos que carece de fundamento la tesis defendida por L. DURET , «Lucilius Junior, poète scientifique?», Filologia e forme letterarie. Studi offerti a Francesco della Corte 3 , vol. III, Urbino, 1987, págs. 373-385, de que el Aetna pudiera formar parte de un poema filosófico de carácter más amplio, al estilo del De rerum natura de Lucrecio.

30 En todo caso, la presencia personal de Lucilio como individuo se deja sentir pocas veces a lo largo de la obra. La única excepción importante la constituye el prólogo del libro IVa, donde Séneca sí nos proporciona una serie de detalles sobre la situación profesional, posición social, compromiso político, etc., de su destinatario. Al margen de este capítulo, sólo encontramos dos breves referencias personales a Lucilio en dos pasajes del libro III: cuando Séneca cita un verso suyo sobre la leyenda de la fuente Aretusa (III 1,1) y cuando remite al pasaje anterior (III 26,6).

31 Cf., por ejemplo, III 7,1; 10,2; 12,1-3; 14,2; 16,4; 18,1; 19,1; 20,4; etc.

32 Se trata del llamado adversario o interlocutor ficticio; cf. III 10,2; 11,1; 16,1; 18,1; 20,1; 22; 28,7; IVb 13,1; V 4,1; 8,1; etc. Sobre el adversario ficticio puede verse C. CODOÑER , «El adversario ficticio en Séneca», Helmantica 34 (1983), 131-148.

33 El yo y el tú son sustituidos a veces por un «nosotros» y (menos frecuentemente) un «vosotros», tanto en las intervenciones del emisor como en las intervenciones del interlocutor ficticio. La variación sirve para reproducir los múltiples matices que el juego de personas permite al hablante. Así, el uso de nos sirve para incluir al yo no sólo en el grupo formado por el yo y el tú, sino también en un grupo mayor representado, alternativamente, por toda la humanidad, por el pueblo romano, los filósofos estoicos, etc. Igualmente, el uso de uos , dicho por el autor, sirve para incluir al en un grupo más amplio formado por la humanidad, los estoicos (tú + otros) contrarios a la opinión defendida por Séneca, etc. Dicho por el adversario ficticio, incluye a Séneca en el grupo de filósofos que opinan lo mismo que él (fundamentalmente los estoicos). En general son múltiples e inabarcables los matices que refleja Séneca por este procedimiento.

34 Cf. VII 14,1; 15,1.

35 Cf. I 3,6; 4,3.

36 Cf. IVa praef . 7; I 3,6; 5,1-9.

37 Cf. esp. I 5,4; 5,6.

38 Se han señalado numerosos casos de coincidencia de las objeciones expresadas por el interlocutor con cuestiones planteadas por Séneca en primera persona en otros pasajes. Así, por ejemplo, las objeciones planteadas por el interlocutor ficticio sobre la utilidad de la física (o de cualquier discusión sutil) para el perfeccionamiento moral en II 59,1 o IVb 13,1 (cf. también epist . 65,15) son formuladas por el propio Séneca a sí mismo (valiéndose también del artificio del adversario ficticio) en epist . 109,17. El propio Séneca plantea la misma pregunta en forma personal directa sin recurrir al adversario ficticio en nat . VI 32,1; epist . 89,18; 113,26.

39 Cf. GERCKE , Naturalium Quaestionum libri VIII , pág. xii.

40 Cf. infra n. 296. Sobre el posible valor de VI 17,3 para confirmar este título cf. infra cap. IX de esta introducción, pág. 72.

41 A excepción de alguna muy concreta, como podían ser los Symposiaká problémata de Plutarco; cf. H. M. HINE , An Edition with Commentary of Seneca Natural Questions Book Two , Nueva York, 1981, pág. 28.

42 A pesar de las dificultades señaladas, se ha querido ver el modelo de las NQ en algunas obras de este tipo, todas ellas perdidas, por lo que el juicio definitivo ha de quedar necesariamente en suspenso. Así, por ejemplo, para K. REINHARDT , Poseidonios , Múnich, 1921, pág. 137, las Aitíai physikaí de Asclepiódoto, serían no sólo la principal fuente de información de Séneca, sino también el modelo literario de su obra. Reinhardt supone que la fusión de las estructuras zetemática y sistemática que caracterizaría, en su opinión, las NQ , se remontaría a Asclepiódoto, que habría dado forma de zétema (quaestio) a la obra sistemática de Posidonio. Recientemente, J. MANSFELD , «Reseña de Gauly, B. M. Senecas Naturales Quaestiones», Mnemosyne 59 (2006), 279, ha propuesto como modelo de Séneca las Physikaì théseis de Crisipo, expresando su extrañeza de que no se haya observado la correspondencia entre el título de Séneca y el de Crisipo. Creemos, sin embargo, que en el estado actual de nuestros conocimientos estas afirmaciones son totalmente gratuitas y carecen de base sólida.

43 Y griega, naturalmente. Cf. CODOÑER , Cuestiones Naturales , 2 vols, Madrid, 1979-1980, I págs. xxi-xxx; C. CODOÑER , «La physique de Sénèque: Ordonnance et structure des Naturales Quaestiones», ANRW , vol. II 36,3, 1989, págs. 1.779-1.884.

44 Cf. Quint. III 5,5; Sulp. Vict. III pág. 314, 25.

45 Cf. Cic. part . 63.

46 Cic. part . 64.

47 Cic. inu . I 6,8.

48 Cf. Vitr. I 1,7; Quint. inst . I 4,4.

49 Cf. Cic. inu . I 8,9 «por “cuestión” entiende (sc . Aristóteles) la confrontación dialéctica en que no se mencionan personas concretas». Quintiliano, por su parte, define quaestio en sentido amplio como cualquier tema de discusión que permite argumentar en dos sentidos o en varios; cf. inst . III 11,1 «se entiende por “cuestión” en sentido amplio aquella de la que se puede hablar en dos sentidos o en varios con verosimilitud».

50 Cf. Arist. top . 104b1-8.

51 Como veremos luego (cf. infra cap. IX, págs. 66 sig.), la influencia, directa o indirecta, tanto de Aristóteles como de Teofrasto en las NQ es considerable.

52 Sobre la cuestión cf. infra cap. VIII.

53 GIGON , «Senecas Naturales Quaestiones », págs. 318-319, señala otras dos características compartidas, en su opinión, por Séneca y los peripatéticos: (i) la idea de la limitación del conocimiento humano (cf. infra cap. VII); y (ii) el escaso énfasis puesto por Séneca, contra lo esperable, en los diversos aspectos de la teleología estoica.

54 Aun considerando el prefacio del libro III como la introducción de toda la obra.

55 HINE , An Edition …, pág. 32, señala que no hay nada en el libro II que nos indique que es el final de la obra, como realmente debería ser (aceptando el orden Non praeterit) .

56 Cf. infra pág. 31 y n. 85.

57 Cf. cap. V de esta Introducción.

58 Una relación prácticamente exhaustiva de las distintas propuestas de ordenación realizadas puede verse en GERCKE , Seneca-Studien , pág. 110; SCHANZ , HOSIUS , Geschichte der römischen Literatur …, II págs. 701-702; N. GROSS , Senecas Naturales Quaestiones. Komposition, Naturphilosophische Aussagen und ihre Quellen , Stuttgart, 1989, págs. 310-311 y D. VOTTERO , Questioni naturali , Torino, 1989, págs. 109-110. Cf. también infra n. 83.

59 Es decir, definió las dos clases Ψ y Δ según el orden que presentaban los libros en los manuscritos, cf. infra pág. 107. En consecuencia, el stemma resultante no podía tener valor probatorio para demostrar el orden de los libros.

60 Gercke, en efecto, supuso que un manuscrito del orden tradicional se habría roto por su centro, perdiendo unas cuantas hojas. Contra la opinión de algunos autores que, como Gundermann, defendían la prioridad del orden Grandinem , argumenta simplemente que, en caso de suponer un arquetipo con dicha ordenación (con lo que se habrían perdido las hojas iniciales y finales del manuscrito, como suele pasar con frecuencia), no habría ninguna razón que explicara el corte entre los libros VII y I y el cambio de orden subsiguiente. Cf. GERCKE , Seneca-Studien , pág. 82; GERCKE , Naturalium Quaestionum libri VIII , pág. 21.

61 Cf. infra pág . 107.

62 Cf. CODOÑER , Cuestiones Naturales , I págs. xii-xxi; CODOÑER , «La physique de Sénèque…», págs. 1.784-1.795.

63 HINE , An Edition …, págs. 4-19; H. M. HINE , L. Annaei Senecae Naturalium quaestionum libri , Stuttgart/Leipzig, 1996, págs. xxii-xv.

64 Ésta es la opinión de Gross; cf. infra pág. 42 y n. 116.

65 Cf. B. M. GAULY , Senecas Naturales Quaestiones. Naturphilosophie für die Römische Kaiserzeit , Múnich, 2004, pág. 66.

66 Carentes de justificación son los intentos interesados bien de enmendar la referencia (modificando dictum est en dicendum est ; cf. STHAL , Aufbau, Darstellungstrom und philosophischer Gehalt der Naturales Quaestiones des L. Annaeus Seneca , Tesis, Kiel, 1960, págs. 5-6), bien de suprimirla como interpolada (F. P. WAIBLINGER , Senecas Naturales Quaestiones. Griechische Wissenschaft und römische Form , Múnich, 1977, págs. 97-98). A favor de la prioridad del libro VII sobre el I habla también el hecho de que el prefacio del libro I parece escrito para desarrollar un punto dejado en el aire en el epílogo del libro VII (la posibilidad del conocimiento de Dios); cf. CODOÑER , «La physique de Sénèque…», pág. 1.814.

67 Algunos autores, como HINE , An Edition …, págs. 10 y 339, y P. PARRONI , Seneca. Ricerche sulla natura , Milán, 2002, com. ad loc ., poco convincentemente, quieren ver, en cambio, una referencia al cap. 26,1 del propio libro II.

68 Creemos, en cambio, que carecen de valor para la cuestión del orden de los libros los tiempos empleados en II 1,3; cf. n. 6 de la traducción del libro II.

69 Cf. GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, pág. 315.

70 Cf. REHM , «Anlage und Buchfolge von Senecas Naturales Quaestiones», Philologus 66 (1907). 374-395.

71 Cf. V 1,1.

72 La opinión de Gross es sostenida en términos prácticamente similares por REHM , «Anlage und Buchfolge…», 386; OLTRAMARE , Sénèque. Questions naturelles, 2 vols., París, 1929, II pág. 261, n. 2 y VOTTERO , Questioni naturali , pág. 112.

73 Cf., por ejemplo, GERCKE , Seneca-Studien , pág. 122; GERCKE , Naturalium Quaestionum libri VIII , pág. ix; VOTTERO , «Problemi di critica del testo nelle “Naturales Quaestiones”. Nota I. L’ordinamento dei libri», Atti della Accademia delle Scienze di Torino , 107 (1973), 258-259; VOTTERO , Questioni naturali , pág. 112.

74 CODOÑER , Cuestiones Naturales , I pág. xxxi, II pág. 93 n. 2.

75 HINE , An Edition …, págs. 15-16; HINE , L. Annaei Senecae Naturalium quaestionum libri , pág. xxv.

76 Es decir, seis de los ocho libros, pues, ateniéndonos al orden Grandinem , el libro III sería el séptimo y penúltimo de las NQ . Para salvar estas dificultades, algunos autores partidarios del orden Grandinem , sostienen que en este preámbulo Séneca justifica su intención de cambiar el plan de la obra y extender el estudio a todo el universo, es decir, convertir en una cosmología lo que en principio no iba a ser más que una meteorología: cf. REHM , «Anlage und Buchfolge…», 390; OLTRAMARE , Sénèque …, I pág. 109; GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 317-318.

77 Cf. III praef . 1 y 4.

78 Cf. H. DIELS , «Seneca und Lucan». Abhandlungen der Deutschen Akademie der Wissenschaften zu Berlin , 1885, pág. 28, n. 1.

79 Que en su edición califica este libro como praefatio totius operis : cf. GERCKE , Seneca-Studien , págs. 110-126; GERCKE , Naturalium Quaestionum libri VIII , págs. xii-xvi.

80 PARRONI , Seneca. Ricerche sulla natura , págs. xlviii-xlix. LIMBURG , Aliquid and mores: the prefaces and epilogues of Seneca’s Naturales Quaestiones , Tesis, Leiden, 2007, págs. 125-126, ha subrayado también que el tema de la diligencia que le lleva a trabajar de noche y de día es típico de los prefacios (cf. Lucr. 1,142 noctes uigilare serenas ; Plin. I praef . 18; Quint. inst . 6,2).

81 Cf. Varro, rust . I 1,1.

82 Cf. DELATTE , «Lucilius…», 568-569.

83 Una detallada discusión de las distintas teorías que sucesivamente fueron emitiéndose puede verse en GERCKE , Seneca-Studien , págs, 110-126; VOTTERO , «Problemi di critica del testo nelle “Naturales Quaestiones”. Nota I. L’ordinamento dei libri», 249-269; WAIBLINGER , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 90-104; CODOÑER , Cuestiones Naturales , I págs. xii-xxi: GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 306-320; CODOÑER , «La physique de Sénèque…», págs. 1.784-1.795; GAULY , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 53-67.

84 Cf. supra pág. 22.

85 G. D. KOELER , «Disquisitio de Senecae Naturalibus Quaestionibus», L. Annaei Senecae Naturalium Quaestionum Libri VII , Gotinga, 1919, págs. 250-257.

86 Cf. KOELER , «Disquisitio…», pág. 252.

87 Cf. supra n. 79.

88 Gercke incluye en la astronomía el libro I, considerando que Séneca concibió el libro como «astronómico» y que sólo en el momento de su composición se dio cuenta de que los fenómenos estudiados pertenecían al ámbito meteorológico: GERCKE , Seneca-Studien , pág. 121; GERCKE , Naturalium Quaestionum libri VIII , pág. xvi.

89 Cf. G. STAHL , «Die Naturales Quaestiones Senecas. Ein Beitrag zum Spiritualisierungsprozeß der römischen Stoa», Hermes 92 (1964), 426.

90 Cf. GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 315-317.

91 Cf. infra pág. 42.

92 Cf. HINE , An Edition …, pág. 14.

93 Cf. VOTTERO , «Problemi di critica del testo nelle “Naturales Quaestiones”. Nota I. L’ordinamento dei libri», 268; cf. también VOTTERO , Questioni naturali , pág. 113.

94 Cf. WAIBLINGER , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 38-89.

95 Cf. las reseñas de Hine, Classical Review 29 (1979), 64-65; Stahl, Gnomon 52 (1980), 620-626; Strohm, Anzeiger für die Altertumswissenschaf , 33 (1980), 178-182. Cf. también las críticas de P. L. DONINI , «L’eclettismo impossibile. Seneca e il platonismo medio», en P. L. Donini, G. F. Gianotti (eds.), Modelli filosofici e letterari, Lucrezio, Orazio, Seneca , Bolonia, 1979, págs. 239-242; de GROSS , Senecas Naturales Quaestiones…, passim , y de GAULY , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 67-68.

96 Cf. HINE , An Edition …, pág. 31. Una estructura similar, sobre la base del orden Grandinem , propone ZEHNACKER , «La météorologie dans les Questions Naturelles de Sénèque», en C. Cusset (ed.), La météorologie dans l’Antiquité: entre science et croyance , Saint-Étienne, 2003, pág. 384: IVb, V, VI (aire); VII, I, II (fuego); III, IVa (agua).

97 Cf. CODOÑER , «La physique de Sénèque…», pág. 1.800.

98 Cf. III 1,1 Quaeramus ergo de aquis terrestribus …, «ocupémonos, pues, de las aguas terrestres…».

99 El término no es utilizado en el libro IVb, pero sí en III 23, donde se contraponen las «aguas celestes» a las «terrestres».

100 La sucesión viento-terremoto es habitual en la meteorología antigua.

101 Aristóteles, por ejemplo, estudia los fenómenos en un orden inverso: comienza con los fenómenos que tienen lugar en las capas altas de la atmósfera y va descendiendo progresivamente hasta los más próximos a la tierra.

102 Cf. Sen. dial . XII 20,2.

103 Cf. supra pág. 41.

104 Cf. cap. VIII de esta Introducción.

105 Ejemplos típicos de la organización señalada podrían constituirlo los libros VI y VII y, en menor medida, el libro III. A este mismo esquema creemos que puede adaptarse la estructura, aparentemente más elaborada de los libros I y II, calificada por algunos autores como composición en anillo; cf. Introducción de dichos libros. Dado el carácter fragmentario de los libros IVa y IVb, resulta difícil hacer juicios seguros.

106 Cf., por ejemplo, III 14,2-3 (teoría de Tales sobre el origen de las aguas); 16,4-19 (demostración de la existencia de grandes masas de agua subterránea por la aparición de peces, que le lleva a una condena del lujo en la mesa); IVb 6-7 (predicción y conjuración del granizo); I 1,4-5 (valor significativo de algunos ígneos), etc.

107 Cf., por ejemplo, V 14,1 (origen de los vientos subterráneos, tema ya tratado en V 4,1); VI 15 (teoría de la penetración en el interior de la tierra del aire exterior, ya expuesta en VI 12); VII 19 (nueva clasificación de las teorías de los cometas, distinta de la realizada en VII 4,1); VII 20-21 (teoría meteorológica de los estoicos, similar a la expuesta anteriormente en nombre de Epígenes: V 4,2-10,3); I 14-15 (origen de los meteoros ígneos, ya estudiados en I 1); II 54-58 (teorías sobre el origen del rayo y trueno, ya tratadas en II 12,2-30).

108 Lo mismo pasa en VII 11, donde la exposición doxográfica es interrumpida por un capítulo sobre las características generales de los cometas, que hubiera tenido un acomodo más oportuno al inicio de la sección científica. Y, finalmente, en el libro VI, donde las teorías doxográficas son agrupadas según el elemento desencadenante del terremoto, las teorías basadas en el fuego están divididas en dos bloques (caps. 9 y 11) por la introducción en medio de las teorías basadas en la tierra (cap. 10), sin que, al parecer, haya ninguna razón que lo justifique.

109 La variación afecta no sólo a la forma de la organización de las teorías, por tipos (I, III, VI, VII) o por autores (IVa), sino a la extensión mayor o menor (V) de la doxografía. Caótica y difícilmente reducible a un esquema general es la doxografía del libro II.

110 Cf. supra pág. 30.

111 Cf., por ejemplo, GERCKE , Seneca-Studien , pág. 124; GERCKE , Naturalium Quaestionum libri VIII , págs. viii-xvi; A. ROSTAGNI , Storia della Letteratura Latina , 3 vols, Turín, 1964, II pág. 506. Gercke incluye también el libro I en este apartado, pero admitiendo que se trata de un descuido de Séneca, pues el libro pertenece claramente a la meteorología: cf. supra n. 88.

112 REHM , «Anlage und Buchfolge…», 388-391.

113 III praef . 1.

114 Cf. GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 118-121.

115 Cf. GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 315-317.

116 Uno de ellos contendría un estudio general sobre el cielo y las estrellas; el otro, que Gross identifica con el perdido De forma mundi , citado por Casiodoro inst . I 7,1, estudiaría la forma de la tierra y su posición en el universo. Gross supone también que el prefacio del libro I habría sido concebido originariamente como introducción a esta sección astronómica y, posteriormente, fue colocado, por error, al comienzo del libro de los meteoros. Cf. GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 318-319.

117 A favor de la hipótesis de la obra inacabada se expresa también A. FONTÁN , «De Prouidentia y las cronología de las últimas obras de Séneca», Emerita 367-376 (1950), 368. Esta posibilidad no es descartada completamente por HINE , An Edition …, pág. 34.

118 Cf. I. G. KIDD , Posidonius II The comentary , 2 vols, Cambridge, 1988, pág. 490, com. a F131.

119 A su nombre se nos ha transmitido en traducción latina del siglo XII un breve tratado sobre la crecida del Nilo (De inundatione Nili) . Pero se discute si es obra suya, de Teofrasto o, incluso, de otro autor.

120 Cf. Lucr. VI 712-737; Aet. placit . IV 1.

121 Cf. Sen. dial . I 1,2.

122 Sen. nat . I praef . 14-15. Séneca repite la misma idea en dial . 1 1,4.

123 Cf. WAIBLINGER , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 23-24; WEBER , «Ethik und Naturwissenschaft. Die Praefatio zu Senecas Naturales Quaestiones », en H. Shawabl (ed.), Zur Philosophie der Antike , Viena, 1995, pág. 90. Dando un paso más allá, B. INWOOD , «God and human knowledge in Seneca’s Natural questions», en Reading Seneca: Stoic Philosophy at Rome , Oxford, 2005, págs. 155-200, considera que el verdadero centro de interés de la obra no son las cuestiones meteorológicas sino las importantes reflexiones teológicas (relaciones entre Dios y el hombre) y epistemológicas (limitaciones del conocimiento humano) que realiza a lo largo de la obra. Séneca habría preferido desarrollar estos temas en un tratado meteorológico, en vez de dedicarles una obra independiente, como simple reto, para demostrar sus cualidades literarias.

124 Cf. VI 4,2.

125 Cf. Sen. nat . III praef . 18, dial . XII 20,1.

126 Cf. Introducción del libro VII.

127 Cf. VI 8,3-4, donde Séneca nos da noticia de la expedición enviada por Nerón a descubrir las fuentes del Nilo. Cf. también n. 57 de la traducción del libro VI.

128 Como prueba el gran prestigio de que gozaban en Roma en tiempos de Séneca los adivinos etruscos y su ciencia fulgural: cf. HINE , An Edition …, págs. 340-342.

129 No creo, en cambio, que, como afirma OLTRAMARE , Sénèque …, I pág. xi, Séneca haya seleccionado estos fenómenos con criterios de moralista. Si Séneca estudia el tema de los terremotos, no es para liberar al pueblo de su miedo, sino que, tras decidir el estudio de los terremotos, considera no ha de limitarse a su estudio sino que ha de sacar consecuencias morales del mismo: liberar al hombre de su miedo. Lo mismo puede decirse de los demás libros.

130 Cf. las interesantísimas reflexiones, a este respecto, de S. SAMBURSKY , El mundo físico de los griegos [trad. de M.a J. Pascual Pueyo], Madrid, 1990, págs. 252-275, sobre los límites de la ciencia griega.

131 Como mucho, podría atribuírsele a Séneca el mérito de haber anticipado algunos de los descubrimientos de la ciencia moderna, especialmente en su teoría de los cometas, a los que, contra la opinión de Aristóteles y de sus correligionarios los estoicos, va a considerar verdaderos astros.

132 Cf. infra cap. IX.

133 Cf. CODOÑER , «La physique de Sénèque…», pág. 1.782; LIMBURG , Aliquid ad mores …, págs. 77-80.

134 Cf. I. G. KIDD , «Philosophy and science in Posidonius», Antike und Abendland 24 (1978), 7-15; KIDD , Posidonius II …, págs. 359-365, com. a F90; LIMBURG , Aliquid ad mores …, págs. 77-80.

135 Cf. Sen. epist . 88, 26-27.

136 Séneca expresa una y otra vez sus reservas sobre la fiabilidad de la visión; cf., por ejemplo, nat . I 2,3; 3,9-10; dial . II 1,2; epist . 118,7.

137 Cf. nat . I praef . 1.

138 Cf. nat . VI 5,2.

139 Cf. nat . VII 30,3-4.

140 Cf. nat . VII 30,2.

141 Lo dicho anteriormente no implica, sin embargo, que la observación y la experimentación estén totalmente ausentes de su obra. Pero no se trata de una observación sistemática, sobre la que basar unas conclusiones, que después deberían ser comprobadas, sino de una observación espontánea que generalmente sirve de base a un razonamiento analógico pero también puede servir de testimonio a favor o en contra de una hipótesis previamente formulada. En todo caso, lo cierto es que en las NQ se mencionan numerosas observaciones y experimentos, la mayoría ajenos, pero también se puede encontrar un cierto número de observaciones personales; cf., por ejemplo, III 7,1, donde, para rechazar la teoría pluvial sobre el origen de las aguas subterráneas, apela a su experiencia de viticultor y niega (equivocadamente) que el agua de la lluvia penetre a más de 10 pies de profundidad en el terreno. Otras observaciones personales de Séneca pueden hallarse en I 1,3; 2,1; II 26,6; III 25,8; IVb 3,3; VI 1,3; 8,3-5; en el libro VII menciona repetidas veces los cometas del 54 y del 60 d. C. (VII 6,1; 17,2) y describe con cierto detalle sus trayectorias (VII 21,3-4).

142 Cf. nat . III 12,2-3.

143 Cf. nat . VI 7,5.

144 Cf. nat . III 16,1-3.

145 Cf. nat . II 13,3-4.

146 Cf. por ejemplo I 4,1.

147 Sobre la analogía en el pensamiento antiguo son fundamentales H. DILLER , «Opsis adelon ta phainomena», Hermes 67 (1932), 14-40; G. E. R. LLOYD , Polarity and Analogy: Two Types of Argumentation in Early Greek Thought , Cambridge, 1966. Sobre la analogía en el pensamiento de Séneca, cf. M. ARMISEN -MARCHETTI , Sapientiae facies: etude sur les images de Sénèque , París, 1989, págs. 283-311.

148 Cf. II 22,1-2, donde Séneca describe y aplica este tipo de razonamiento.

149 Un catálogo exhaustivo de las analogías empleadas por Séneca en las NQ puede verse en ARMISEN -MARCHETTI , Sapientiae facies …, págs. 287-295.

150 «Cree que sucede abajo todo lo que ves arriba», afirma Séneca rotundamente en III 16,4.

151 Cf., por ejemplo, III 15; 16,4; 19,4; V 14,2; 14,6; etc.

152 Así, por ejemplo, la analogía entre el microcosmos y el macrocosmos sirve para explicar, por ejemplo, el régimen de las aguas, la evolución del mundo, el origen de los terremotos, etc. Cf. J. ALTHOFF , «Vom Schicksal einer Metapher. Die Erde als Organismus in Senecas Naturales Quaestiones , en K. Döring et alii (eds.), Antike Naturwissenschaft und ihre Rezeption , vol. 7, Trier, 1997, págs. 95-110.

153 DK 59 B 21a

154 Cf. nat . I 4,1.

155 Cf. nat . I 3,14.

156 Cf. nat . VII 29,3.

157 Cf. nat . IVb 5,1.

158 Cf. C. GARCÍA GUAL , Epicuro , Madrid, 1981, págs. 126-127.

159 Cf. nat . VI 5,2.

160 Cf. nat . VI 30,6.

161 Cf. nat . VI 5,3.

162 Cf. nat . VII 25,5.

163 Cf. nat . VII 30,5-6; epist . 33,11; 64,7; Med . 374-379.

164 Cf. PARRONI , «Scienza e produzione letteraria», en G. Cavallo et alii (eds.), Lo spazio letterario di Roma antica I , Roma, 1989, págs. 475-477; P. PARRONI , «Les Questions Naturelles de Sénèque et les sources grecques: la méthode de la démonstration», Pallas 69 (2005), xx-xxi.

165 Así, por poner un ejemplo, I. LANA , Lucio Anneo Seneca , Turín, 2010 (= 1955), pág. 2, afirma: «E’ chiaro che Seneca non cerca la scienza per la scienza…, ma soltanto la scienza como mezzo per la liberazione dell’uomo dalla supersstizione: ed in particolare dal timore della morte».

166 A favor de la unidad de la obra y de la subordinación de las discusiones científicas a las consideraciones morales se expresan, entre otros, G. STAHL , Aufbau …, y F. R. BERNO , Lo specchio. Il vizio e la virtù. Studio sulle «Naturales Quaestiones» di Seneca , Bolonia, 2003. También a favor de la unidad, pero rechazando la idea de la subordinación de la ciencia a la moral, se posicionan CODOÑER , «La physique de Sénèque…», y G. D. WILLIAMS , The cosmic viewpoint. A Study of Seneca’s Natural Questions , Oxford, 2012. Otros autores, sin embargo, se muestran escépticos sobre el grado de integración de ambos elementos: entre ellos, HINE , An Edition …, págs. 31-32, y GROSS , Senecas Naturales Quaestiones … para quienes la mayoría de los prefacios y epílogos estarían sólo superficialmente conectados con el núcleo científico del libro. Y, a conclusiones parecidas llega LIMBURG , Aliquid ad mores …. esp. págs. 56-83, quien, aun admitiendo que desde el punto de vista de la intención del autor puede hablarse de integración de las partes éticas y morales, señala que en la realización concreta de esa intención, la unidad es menos perceptible, pues los prólogos y epílogos siguen un desarrollo autónomo. La independencia y falta de unidad de las partes físicas y morales ha sido defendida recientemente por GAULY , Senecas Naturales Quaestiones …, esp. págs. 73-85, quien, sin embargo, valora positivamente esta situación, entendiendo que en la obra se daría un interesante «diálogo» entre las discusiones griegas de los fenómenos naturales y los pasajes moralizadores romanos.

167 LIMBURG , Aliquid ad mores …, págs. 47-55.

168 Ov. met . XV 75-479.

169 Así, por ejemplo, mientras Séneca en el prefacio del libro VI, tratando de amplificar retóricamente los peligros del terremoto (cf. VI 1,10-15; 2,1), asegura que éstos pueden suceder en cualquier lugar y momento, en los capítulos científicos afirma que sólo pequeñas partes de la tierra están expuestas a los terremotos y deja entender que unas regiones son más seguras que otras (cf. VI 25,3-4; 26,3-4); cf. GAULY , Senecas Naturales Quaestiones …, pág. 232; LIMBURG , Aliquid ad mores …, pág. 309 y n. 28.

170 Cf. supra pág. 37.

171 Esto puede apreciarse perfectamente, por ejemplo, confrontando los epílogos de II y VI y el prefacio de este último libro con el contenido científico del libro correspondiente. Las investigaciones físicas aportan muy poco a la liberación del miedo y los argumentos consolatorios contra éste en el prólogo y epílogos tienen muy poco que ver con las investigaciones físicas, llegando en ocasiones a ser contradictorios.

172 Así, por ejemplo, en VI 3,1-4 (en que, al estilo lucreciano, se habla de la importancia de la ciencia para liberar al hombre del miedo a los dioses y a la superstición); VI 32,1 (donde se presenta la contemplación de la naturaleza como base de nuestro vigor moral); IVb 13,1 (donde se explica un provecho puntual que la ciencia de la naturaleza puede aportar al comportamiento ético). Pero creemos que se trata de pasajes secundarios, si se quiere oportunistas, condicionados por el contexto, que no responden al valor principal que Séneca da a los estudios de física ni en sus reflexiones teóricas y ni en la práctica.

173 Esto no significa, sin embargo, que para Séneca la física no tenga o pueda tener consecuencias éticas, que las tiene: (i) en primer lugar, alejamiento del mundo y alejamiento de uno mismo, lo que significa alejarse de las pasiones y de los malos deseos, situarse por encima de los golpes de la fortuna, etc. (cf. esp. III praef . 18, IVa praef . 20-21), (ii) en segundo lugar, una elevación moral que permite valorar en su justa medida la vileza de la cosas terrestres (I praef . 8) y, (iii) en tercer lugar, un entrenamiento para la inteligencia, que, tras enfrentarse a los difíciles problemas de la física, sabrá enfrentarse con facilidad a los problemas éticos (III praef . 18). Para Séneca, sin embargo, la ética en sentido estricto es más bien el punto de partida y no de llegada de la física: cf. I praef . 6-7.

174 Sobre el valor supremo de la contemplación de la naturaleza es fundamental el prefacio del libro I: cf. Introducción del libro.

175 Es lo que dan a entender algunas transiciones como II 59,1 «Prefiero, me dirás, no temer a los rayos que conocerlos»; IVb 13,1; VI 32,1. Cf. epist . 65,15 (donde se cuestionan las disquisiciones lógicas); 109,17. Cf. también 89,18; 113,26; 117,18.

176 Cf. «Pues todas nuestras acciones y todas nuestras conversaciones deben ir acompañadas de alguna enseñanza saludable», dice Séneca casi programáticamente en el epílogo del libro II, al comenzar su consolación sobre el miedo a la muerte provocada por el rayo (II 59,2). Cf. también epist . 58,2: «Esto es, Lucilio, lo que acostumbro a hacer: de toda conversación, aunque carezca de relación con la filosofía, me esfuerzo en extraer alguna enseñanza moral»; 89,18: «No te impido, Lucilio…, que leas estas cosas (sc . la dialéctica), con tal que de todo lo que leas saques consecuencias morales». En la práctica, el tema del espejo sugiere una reflexión sobre el mal uso de los espejos, el tema del rayo y terremoto sobre el miedo a la muerte, el tema de la nieve, sobre la moda de comprarla, etc. Séneca está poniendo bajo una perspectiva ética los temas científicos, no sacando consecuencias morales de los mismos.

177 Cf. por ejemplo, IVb 13,1; II 59, 1, pasajes citados en n. 175.

178 Una cosa es el estudio de las causas, y otra, el fortalecimiento de las almas, como el propio Séneca precisa en nat . VI 32,1: «Esto, Lucilio…, por lo que respecta a las causas en sí; ahora las reflexiones dirigidas al fortalecimiento de las almas». Esto no significa, naturalmente, que ambas partes no estén relacionadas. Como señalamos en la nota anterior, Séneca saca una conclusión moral relacionada con la materia científica objeto de estudio. El concepto de espejo deformante, manejado, en la parte científica del libro I para explicar el origen del areoíris, lleva a Séneca en la conclusión de dicho libro a combatir el mal uso de los espejos, y especialmente de aquellos que incrementan las proporciones del cuerpo humano; en el libro II, tras haber estudiado detenidamente el origen de los rayos, explica por qué los rayos no deben temerse; en el epílogo del libro III, que trata de las aguas terrestres, Séneca describe y estudia la inundación que pondrá fin al presente mundo. No cabe duda de que si en este epílogo renuncia a la teoría de la conflagración de los estoicos es para dotar al libro III de una conclusión adecuada. Lo mismo puede decirse del resto de los libros.

179 En el sentido de que la discusión científica sea la base o fundamento de los preceptos morales.

180 Me refiero a las obras de STAHL , Aufbau …; BERNO , Lo specchio …, y WILLIAMS , The cosmic viewpoint

181 Cf. G. CAMBIANO , «Seneca scienziato», en I. Dionigi (ed.), Seneca e la coscienza dell’Europa , 1999, pág. 429

182 PARRONI , «Le “Naturales Quaestiones” fra scienza e morale», en P. Parroni (ed.), Seneca e il suo tempo , Roma, 2000, pág. 444.

183 Cf. TAUB , Ancient Meteorology , Londres-Nueva York, 2003, págs. 93-96.

184 Sobre el uso de la doxografía por Posidonio cf. KIDD , Posidonius II …, pág. 87 com. a F101, F102, y pág. 798 com. a F222.

185 Cf. KIDD , Posidonius II …, págs. 86-87, que señala una actitud similar en Posidonio.

186 GERCKE , Seneca-Studien , págs. 311 sigs. (cf. también GERCKE , Naturalium Quaestionum libri VIII , págs. v-vi), por ejemplo, considera que la escribió a un ritmo vertiginoso entre el otoño del 62 y el verano del 63.

187 Cf. nat . VI 4,2.

188 Sobre estas obras cf. M. LAUSBERG , «Senecae operum fragmenta : Überblick und Forschungsbericht», ANRW , vol. II 36,3, 1989, págs. 1.926-1.937.

189 Cf. dial . XII 20,2.

190 Cf. epist . 2; 45,1-2; dial . IX 9,4-5.

191 Cf. epist . 84,3-5. En el epígrafe 6 de esta misma carta, Séneca compara el trabajo intelectual con la labor del estómago, que transforma los alimentos en sustancia propia.

192 Cf. A. SETAIOLI , Seneca e i Greci. Citazioni di prosatori greci nelle opere filosofiche , Bolonia, 1988, págs. 375-452. Según Setaioli, además de servirse de una fuente estoica (se inclina a pensar en Asclepiódoto), Séneca habría utilizado también una obra de carácter doxográfico, perteneciente a la tradición representada por los Placita de Aecio y los Philosophoúmena de Hipólito.

193 GROSS , Senecas Naturales Quaestiones…, passim , esp. págs. 322-325.

194 Cf. J. J. HALL , «Seneca as a Source for earlier thought», Classical Quarterly 27 (1977), 410-413 sobre II 12,4-6 y I 3,7-8.

195 Cf. HALL , «Seneca as a Source…», 410-413; HINE , An Edition …, págs. 232-253; GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 44-46, 99, etc.

196 Cf. OLTRAMARE , Sénèque …, I pág. xvii; CODOÑER , Cuestiones Naturales , I pág. xxxi; SETAIOLI , Seneca e i Greci …, págs. 388, 397, 407-408, etc.; GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, pág. 323, etc.

197 Cf. HALL , «Seneca as a Source…», 413 n. 1, 415-416.

198 Cf. III 11,2; 11,4; 11,5; 16,5; 25,4; 25,7; 26,1. Cf. también IVa 2,16, VI 13,1 y VII 28,3.

199 Cf. STEINMETZ , Die phusik …, págs. 16-17,32,39,48-49,100, 139-140, 147, 194-195, 197,217-219.

200 Cf. STEINMETZ , Die Physik …, págs. 72-73.

201 SETAIOLI , Seneca e i Greci …, págs. 432-440, esp. 434; GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, pág. 323; KIDD , «Theophrastus’ Meteorology , Aristotle and Posidonius», en W. W. Fortenbaugh, D. Gutas (eds.), Theophrastus. His psychological, doxographical and scientific writings , New Brunswick-Londres, 1992, pág. 298, n. 2.

202 Cf. KIDD , Posidonius II …, com. a T41a, T41b, F52, F132, F134, F135, F136,F230,F228,F232.

203 Cf. II 54,1 y n. 130 de la traducción.

204 Cf. I 5,13 (origen del arcoíris); II 54,1-55,3 (origen de los truenos y rayos: cf. KIDD , Posidonius II …, págs. 503-509, com. a F135); IVb 3,2 (teoría del granizo).

205 Cf. I 5,10 (admite la teoría especular de la formación del arcoíris de Posidonio, pero rechaza sus argumentos contra la teoría de la coloración); IVb 3,1 (parece cuestionar burlonamente la fiabilidad de teorías que no se basan en la observación directa de los fenómenos).

206 Así, por ejemplo, como explicamos en la introducción y notas de los libros respectivos, Séneca se distancia de Posidonio en la explicación del origen de las aguas subterráneas (III), de la crecida del Nilo (IVa) y de los cometas (VII).

207 Cf. DIELS , «Seneca und Lucan», pág. 384.

208 V 15,1; VI 17,3; VI 22,2; II 26,6; 30,1-2.

209 II 26,6 y VI 22,2.

210 Cf. II 26,4-6 sobre la erupción que originó la isla de Hiera, y VI 21,1-22,1 sobre los tipos de terremotos y sus respectivas causas.

211 Que en griego rezaría algo así como physikôn zetemáton (o problemáton) aitíai (o aítia): cf., por ejemplo, S. SUDHAUS , Aetna , Leipzig, 1898, pág. 61.

212 Cf. HINE , An Edition …, págs. 24-25.

213 Cf., por ejemplo, WAIBLINOER , Senecas Naturales Quaestiones …, pág. 23: HINE , An Edition …, pág. 24; VOTTERO , Questioni naturali , pág. 30.

214 Véase un resumen de las diferentes interpretaciones propuestas en HINE , An Edition …, págs. 25-26.

215 Cf. Sen. epist . 108,34 esse enim apud Ciceronem in his ipsis De re publica hoc epigramma Enni «pues en Cicerón, en estos mismos libros Sobre la República , encontramos este epigrama de Ennio».

216 Cf. epist . 108,30.

217 Podría tratarse de una pequeña deficiencia producto de la doble redacción del libro.

218 BRENNECKE , Animadversiones ad fontes naturalium quaestionum Senecae , Tesis,Greitswald, 1913, págs. 5-17.

219 Cf. KIDD , Posidonius II …, pág. 31. La única excepción relativa sería VI 22,1, donde se cita a Asclepiódoto como valedor de la explicación del movimiento vertical de la tierra.

220 Doxógrafo del siglo I o principios del II d. C., cuyos Placita fueron reconstruidos por DIELS , «Doxographi Graeci», a partir, fundamentalmente, de los Placita de Plutarco y las Eclogae de Estobeo.

221 Supuesta recopilación doxográfica de principios o mediados del siglo I d. C. conjeturada por Diels y abreviada por Aecio en sus Placita .

222 Cf. D. VOTTERO , «Fonti e dossografia nelle Naturales quaestiones di Seneca», Rendiconti dell’Accademia di Archeologia. Lettere e Belle Arti di Napoli 61 (1987-88), 5-42; VOTTERO , Questioni naturali , págs. 32-39, que atribuye esta obra al filósofo alejandrino Ario Dídimo.

223 Así, por ejemplo, la selección y organización de la reseña doxográfica sobre el origen del trueno y el relámpago de II 17-20 no tiene paralelos en nuestra tradición doxográfica: cf. HINE , An Edition …, pág. 267.

224 Cf. III 25,4.

225 Defendida calurosamente por GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 138, 146, quien sugiere los nombres de Varrón, Soción y Licinio Muciano, aun admitiendo que se trata de una hipótesis difícil de demostrar.

226 Aparte de que es sostenida por Z, cuya lectura es bono uos .

227 Cf. detalles en las nn. 16 (Epígenes), 17 (Apolonio de Mindos) de la traducción del libro VII, y 76 (Artemidoro) de la del libro I.

228 Los escasos fragmentos conservados sirven de poca ayuda para apoyar esta suposición; cf. HINE , An Edition …, pág. 29. GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, pág. 325, en cambio, piensa que Papirio Fabiano, en su calidad de maestro de Séneca, hubo de ser una de las principales fuentes de su obra.

229 Cf. V 16,3-4.

230 Así, por ejemplo, GROSS , Senecas Naturales Quaestiones …, pág. 234, piensa que la noticia sobre el Yápige de V 17,5 puede derivar de su De ora maritima .

231 Sobre Cécina, cf. n. 101 de la traducción del libro II.

232 Sobre Átalo, cf. n. 116 de la traducción del libro II.

233 K. HOLL , Die Naturales Quaestiones des Philosophen Seneca , Jena, 1935, págs. 49-50.

234 Cf. HINE , An Edition …, pág. 62.

235 Paradigmático el caso de los cometas, en que Séneca se opone a la teoría meteorológica, la más extendida en su época, defendida por Aristóteles y sus correligionarios los estoicos. Pero los ejemplos son muy numerosos. H. M. HINE , «Tradition and Originality in Seneca, Natural Questions Book 2», en M. Beretta et alii (eds.), Seneca e le scienze naturali , Florencia, 2012, págs. 31-47, señala que, desde el punto de vista de Séneca, la independencia de criterio es mucho más importante que la originalidad.

236 Es el caso, por ejemplo, de las citas directas de los presocráticos, que no dejaron escritos; cf., por ejemplo, III 13,1; IVa 2,22; VI 6,1; etc. Pero, incluso, de las citas textuales de Aristóteles (cf., por ej. SETAIOLI , Seneca e i Greci …, pág. 390) y otros escritores cabe pensar lo mismo.

237 Cf., por ejemplo, I 5, 1-9, donde Séneca expone en estilo directo las objeciones a la teoría especular hechas por un partidario de la teoría de la coloración.

238 Así, por ejemplo, la referencia a los cometas del 54 y del 60 d. C. en la exposición de las teorías de Epígenes (VII 6,1) y Apolonio de Mindos (VII 17,2), que ha hecho pensar a algunos estudiosos que se trata de contemporáneos de Séneca, se explica más fácilmente, suponiendo que son datos añadidos por Séneca en la exposición de teorías ajenas. Obsérvese, también, cómo en VI 13,5 Séneca inserta una cita de Virgilio en la exposición de la teoría de Estratón. HALL , «Seneca as a Source…», 413-416, 426-432, defiende esta peculiaridad para un gran número de citas de Aristóteles y presocráticos.

239 La mayoría de las citas son presentadas a título anónimo y atribuidas a unos indefinidos quidam, nonnulli, sunt qui , etc., que nos ocultan a los defensores de la teoría expuesta.

240 Cf. supra n. 238.

241 Sobre el estilo de Séneca, cf. W. C. SUMMERS , Selected Letters of Seneca , Londres, 1910, págs. xv-cxiv; A. BOURGERY , Sénèque Prosateur. Etudes littéraires et grammaticales sur la prose de Sénèque le philosophe , París, 1922; A. M. GUILLEMIN , «Sénèque, second fondateur de la prose latine», Revue des Études Latines 35 (1957); OROZ RETA , «Séneca y el estilo nuevo», 295-325; A. TRAINA , Lo Stile ‘drammatico’ del filosofo Seneca , Bolonia, 1974; A. SETAIOLI , «Seneca e lo stile», ANRW , vol. II 32,2, Berlín y Nueva York, 1985, págs. 776-858; etc.

242 Son las minutissimae sententiae criticadas por Quintiliano (inst . X 1,130).

243 Cf. Suet. Cal . 53,2.

244 Cf. A. ALBERTE GONZÁLEZ , «Séneca, un conceptista ante litteram», Cuadernos de Filología Clásica. Estudios Latinos 24 (2004), 5-27.

245 El único estudio específico sobre la lengua y el estilo de las NQ , prescindiendo de las breves notas de la introducción de algunas ediciones (cf., por ej., SCHÖNBERGER , Lucius Annaeus Seneca. Naturwissenschaftliche Untersuchungen in acht Büchern , Würzburg, 1990, págs. 538-539; PARRONI , Seneca. Ricerche sulla natura , págs. xxvi-xxxv), es el de D. VOTTERO , «Nota sulla lingua e lo stile delle Naturales quaestiones di Seneca», Atti della Accademia delle Scienze di Torino, classe di seienie morali … 119 (1985), 61-86, resumido en VOTTERO , Questioni naturali , págs. 42-54. Este estudio, sin embargo, adolece del importante defecto de considerar unitario el estilo de esta obra, sin distinguir entre el estilo de los prólogos y epílogos y el de las partes científicas, que, como veremos, es fundamental para entenderla.

246 Séneca dedica al primero la carta 95 y al segundo la 94.

247 Cf. epist . 95,61.

248 Cf. TRAINA , Lo Stile «drammatico» del filosofo Seneca , págs. 39-40.

249 Cf. epist . 94,45 «La virtud comprende dos aspectos: la contemplación de la verdad y la acción; la primera se alcanza con la enseñanza (institutio) ; la segunda, con la predicación (admonitio) .

250 Cf. TRAINA , Lo Stile «drammatico» del filosofo Seneca , pág. 39.

251 C. CODOÑER , «Séneca y el discurso filosófico», en M. Rodríguez Pantoja (ed.), Séneca, dos mil años después. Actas del Congreso Internacional del Bimilenario de su Nacimiento, Córdoba, 1996 , Córdoba, 1997, pág. 302.

252 Cf., por ejemplo, IVb 13,1: «¿Por qué, me dirás, gastas tanto esfuerzo en investigar estas tonterías, que hacen a uno más culto, no más virtuoso? Nos dices cómo se forma la nieve, cuando sería más importante que nos dijeras por qué no debe comprarse nieve».

253 TRAINA , Lo Stile «drammatico» del filosofo Seneca , págs. 25-41. Cf. también TRILLITZSCH , Senecas Beweisführung , Berlín, 1962; H. CANCIK , Untersuchungen zu Senecas Epistulae Morales , Hildesheim, 1967, esp. págs. 22-27; LIMBURG , Aliquid ad mores …, págs. 84-110.

254 Cf. CODOÑER , «Séneca y el discurso filosófico», pág. 303.

255 Sobre las metáforas de Séneca en general y de las NQ en particular, cf. M. ARMISEN -MARCHETTI , Sapientiae facies …, París, 1989.

256 Cf. CANCIK , Untersuehungen …, pág. 23.

257 Es el caso, por ejemplo, de Hostio Cuadra, descrito con todo lujo de detalles por Séneca en I 16.

258 Otro de los rasgos estilísticos más notables y característicos es aquel por el que el filósofo o científico se convierte en protagonista del fenómeno natural descrito o explicado. «Algunos —dice Séneca refiriéndose a los epicúreos— trocean el aire y lo dividen en partículas, mezclándolo con el vacío» (II 7,1). Se trata de una construcción inesperada pero corriente, que sirve, sin duda, para subrayar la implicación del científico en los fenómenos naturales y lo presenta no como simple observador o estudioso, sino como verdadero protagonista de los mismos. Cf. también I 1,6; 3,1; II 6,2; 12,3; 13,1; VI 26,2; VII 14,1; 14,2, etc. Destacan también en las NQ las vivas descripciones del poder omnímodo de la naturaleza, que tanto llamaron la atención de Goethe: cf., por ejemplo, la descripción de la furia desencadenada de las aguas que pondrá fin al mundo presente (III 27-28). Sobre la importancia de las cláusulas métricas en las NQ , cf. B. AXELSON , Seneca-Studien. Kritische Bemerkungen zu Senecas Naturales Quaestiones , Lund, 1923, págs. 7-16; ALEXANDER , Seneca’s Naturales Quaestiones. The Text Emended and Explained , Berkeley-Los Angeles, 1948, págs. 241-244; J. SOUBIRAN , «Sénèque prosateur et poète: convergences métriques», en P. Grimal (ed.), Sénèque et la prose latine. Neuf exposés suivis de discussions (Entretiens sur l’antiquité classique: 36) , Ginebra, 1991, págs. 347-384.

259 Cf., sobre la cuestión, A. DE VIVO , Le parole della scienza. Sul trattato De terrae motu di Seneca , Salerno, 1992; P. PARRONI , «Il linguaggio ‘drammatico’ di Seneca scienziato», en M. Beretta et alii (eds.), Seneca e le scienze naturali , Florencia, 2012, págs. 26-27.

260 Entre los romanos son citados Nerón (I 5,6), Lucilio (III 1,1) y un desconocido Vagelio (VI 2,9 y, quizás, III praef . 3; cf. n. 5 de la traducción). Sobre la atribución equivocada a Ovidio de un verso de Tibulo, cf. IVa 2,2 y n. 42 de la traducción. Entre los griegos son citados Homero (VI 23,4; 26,1), Arato (I 13,3), Calímaco (IVa 2,16), los tres grandes trágicos griegos (IVa 2,17), Píndaro (VI 26,2) y Menandro (IVa praef . 19). Sobre la cuestión, cf. MAZZOLI , Seneca e la poesia , págs. 157-181: SETAIOLI , «Seneca e i poeti greci: allusioni e traduzioni», Giornale Italiano di Filologia 37 (1985), 161-200; SETAIOLI , Seneca e i Greci …, págs. 47-90.

261 Una útil estadística de las citas virgilianas en Séneca puede verse en MAZZOLI , Seneca e la poesia , págs. 300-303.

262 Catorce citas, veinticuatro versos, tomadas especialmente de los libros I y VI.

263 Ocho citas, once versos, tomadas todas del libro I.

264 Tres citas, cuatro versos: cf. III 26,6 (ecl . 10,4); V 1,1 y I 17,5 (ecl . 2,25-26).

265 Con excepción de IVa praef . 19 y VI 2, 2.

266 Cf. I 1,5; 14,2; VII 20,1.

267 Cf. IVb 4,2.

268 Cf. VI 13,5; 17,1; 18,2; 18,4, etc.

269 En las NQ encontramos un total de diecinueve citas y treinta y ocho versos frente a las catorce citas y treinta y tres versos del resto de su obra.

270 Con la única excepción de IVb,3,4 en que se cita un famoso dístico del Ars amandi (I 475-476). Una útil estadística de las citas ovidianas en Séneca puede verse en MAZZOLI , Seneca e la poesia , pág. 240.

271 XV 75-479.

272 IVa praef . 19, en que Ovidio es citado junto a Virgilio y Menadro como fustigadores del vicio humano.

273 Cf. nat . I 3,4 y met . VI 65-7.

274 Cf. nat . V 14,1 y met . I 388.

275 Cf. nat . VII 10,1 y met . II 71.

276 Cf. III 20,5-6; 26,6; 27,13-14; 28,2.

277 Séneca se limita a introducir la cita indicando «como dice otro poeta».

278 Cf. Lucr. II 114-129.

279 Cf. II 56,2 y n. 138 de la traducción del libro II.

280 Aparte de los dos ejemplos citados anteriormente (V 1,2 y VI 22,1), Parroni quiere ver ecos lucrecianos en la descripción de voz que pasa a través de las paredes (II 9,4 y Lucr. I 354-355; 489-490; VI 951-952), de la inflamación del aire con su propio movimiento (II 15 y Lucr. VI 279-280), de la fusión de diversos objetos por el rayo (II 31,1 y Lucr. VI 231 sigs.). También señala un importante eco de Lucrecio en nat . I praef. 5 (portenta uincimus) , que dependería de Lucr. V 37-38; cf. n. 7 de la traducción del libro I.

281 Cf., sobre la cuestión. C. CODOÑER , «Traducción de la terminología científica en Séneca». Actas del III congreso español de estudios clásicos , 28 de marzo - I abril de 1966 , vol. 2, Madrid, 1968, págs. 55-60; CODOÑER , Cuestiones Naturales , I pág. xxix; J. R. BRAVO DÍAZ , Estudios sobre vocabulario técnico (Naturales Quaestiones de Séneca) , Tesis, Salamanca, 1984; J. R. BRAVO DÍAZ , «Spiritus . Estudio de un término cientifico (Naturales Quaestiones de Séneca)». Mnemosynum C. Codoñer a discipulis oblatum (1991), 15-28; J. R. BRAVO DÍAZ , «Aer, aether, caelum, sublimis : estudios del vocabulario técnico utilizado para designar el “cielo” en las Naturales Quaestiones de Séneca y otros escritores científicos», Voces 6 (1995), 9-39.

282 El propio Séneca lo reconoce expresamente en II 2,4 a propósito del adjetivo unita (referido a la propiedad de los cuerpos «continuos» que gozan de «unidad») que sustituye sistemáticamente por una según sus propias declaraciones, en consideración con los oídos del lector.

283 Así, por ejemplo, caelum y caelestis son especializados en algunos contextos para referirse al mundo supralunar (por oposición a la atmósfera o mundo sublunar), lo que no impide que en otros muchos conserven el primitivo valor de la lengua que los hace neutros a esa distinción y que permite emplearlos, en contra de la especialización anterior, para designar la zona sublunar. Algo similar sucede con spiritus que es especializado por Séneca, por oposición a aer (y a uentus) , para designar el aire en su aspecto activo y violento, en equivalencia del pneuma estoico, pero que al mismo tiempo es utilizado como mero sinónimo de aer o de uentus . Pero, además, Séneca no sólo mantiene su valor corriente de lengua (con sentidos próximos al de «respiración» y «exhalación») sino que, a partir de él, incluso llega a redefinir este término como «viento de menor intensidad» (V 13,4).

284 GERCKE , Seneca-Studien , págs. 90-110; W. TRILLITZSCH , Seneca im literarischen Urteil der Antike. Darstellung und Sammlung der Zeugnisse , 2 vols, Amsterdam, 1971; VOTTERO , Questioni naturali , págs. 54-68; H. M. HINE, «Seneca’s Natural Questions . Changing Readerships», en L. Ayres (ed.), The passionate intellect: essays Professor I. G. Kidd , New Brunswick, New Jersey, 1995, págs. 203-211; F. STOK , «La discreta fortuna della Naturales Quaestiones», Giornale Italiano di Filologia 52 (2000), 349-373; PARRONI , Seneca. Ricerche sulla natura , págs. xxxv-xl; HINE , «Seneca’s Naturales quaestiones 1960-2005 (part 2) with Addenda covering 2006», Lustrum 52 (2010), 124-157; F. R. BERNO , «Seneca d. J., Naturales Quaestiones », en C. Walde (ed.), Die Rezeption der antiken Literatur. Der Neue Pauly Supplements vol. 7, Stuttgart-Weimar 2010, cols. 876-891; F. NANNI , D. PELLACANI , «Per una rassegna sulla fortuna delle Naturales Quaestiones », en M. Beretta et alii (eds.), Seneca e le scienze naturali , Florencia, 2012, págs. 161-252.

285 Aunque la existencia de estrechas relaciones entre el Aetna y las NQ es incuestionable, la naturaleza de estas relaciones es objeto de importante controversia; cf. F. R. D. GOODYEAR , «The Aetna : Thought, Antecedents, and Style», ANRW , vol. II 32,1, 1984, págs. 344-363. Últimamente, A. DE VIVO , «Considerazioni sull’Aetna. Rapporti con Seneca, epoca della composizione», Vichiana 18 (1989), 297-305, ha subrayado los fuertes paralelismos existentes entre esta poema y las NQ , concluyendo que el Aetna habría sido escrito tras la muerte de Séneca y antes de la erupción del Vesubio del 79 d. C.

286 Cf. GERCKE , Seneca-Studien , págs. 108, 131-132.

287 P. GRIMAL , «Lucain et Sénèque a propos d’une tempête», Cahiers des études anciennes 14 (1982), 173-178.

288 Cf. DIELS , «Seneca und Lucan», págs. 379-408; C. HOSIUS , «Lucanus und Seneca», Jahrbücher für classische Philologie 96 (1892), 337-356. A. EICHBERGER , Untersuchungen zu Lucan: Der Nilabschnitt im zehnten Buch des Bellum Civile , Tubinga, 1935, defiende que en este pasaje Lucano sólo puede haber utilizado el perdido escrito juvenil de Séneca, De situ et sacris Aegyptiorum , pero cf. G. PFLIGERSDORFFER , «Lucan als Dichter des geistigen Widerstandes», Hermes 87 (1959), 375.

289 Cf. Amm. XXII 15,9 y nat . IVa 2,5 (pueblo obligado a cambiar de residencia por el estruendo de las cataratas); Amm. XXII 15,20 y nat . IVa 2,15 (naturaleza del cocodrilo); Amm. XXIII 5,13 y nat . II 39,1 (fulmina consiliaria) ; Amm. XXIII 5,14 y nat . II 51 (definición de rayo y dirección de su movimiento).

290 Cf. Introducción del libro IVa.

291 No puede excluirse, en todo caso, que las haya consultado, especialmente, para la composición del libro II, que trata los mismos temas que las NQ . GERCKE , Seneca-Studien , pág. 106, por ejemplo, quiere ver en Plin. nat . II 220 (la leyenda de los bueyes del Sol) un eco de Sen. nat . III 26,7, y PARRONI , Seneca. Ricerche sulla natura , págs. xxxv-xxxvi y com. ad loc . subraya la fidelidad con que Plinio sigue el texto de Séneca, hasta el punto de utilizarlo para solucionar las dificultades textuales del pasaje. Para otros posibles ecos, cf. H. ZEHNACKER , «Pline l’Ancien, lecteur d’Ovide et de Sènéque», en H. Zehnacker, G. Hentz (eds.), Hommages à Robert Schilling , París, 1983, págs. 437-446.

292 Cf. Quint. inst . X 128-129.

293 GERCKE , Seneca-Studien , págs. 103-104 (GERCKE , Naturalium Quaestionum libri VIII , págs. xviii-xix), señala el parecido entre uita. Hor . pág. 47,13-15 Reifferscheid, donde se narran las excentricidades eróticas del poeta que le llevaban a hacer el amor en una habitación recubierta de espejos para poder contemplar el acto sexual, con nat . I 16 en que Séneca relata en términos parecidos lo mismo de Hostio Cuadra. Se ha pensado, incluso, que la noticia de Suetonio podría ser el fruto de una confusión entre los nombres de Horatius y Hostius .

294 Cf. C. CODOÑER , «Un pasaje de Alethia, 2,456-481 (comparaison avec NQ III, 27)», Helmantica 28 (1977), 87-96, señala la posible influencia del epílogo del libro III en la descripción del diluvio bíblico.

295 Cf. A. ARWEILER , Die Imitation antiken und spätantiken Literatur in der Dictung «De spiritualis historiae gestis» des Alcinus Avitus , Berlín-Nueva York, 1999, págs. 239-245.

296 Cf. P. LEHMANN , Mittelalterliche Bibiothekskataloge Deutschlands und der Schweiz , vol. I, Múnich. 1918, pág. 266.

297 Múnich, Bayerische Staatsbibliothek Clm 18961-II; cf. B. M. OLSEN , L’étude des auteurs classiques latins aux XIe e XIIe siècles , 3 vols, París, 1982-1989. III 1, pág. 422.

298 Cf. HINE , «Seneca’s Natural Questions . Changing Readerships», pág. 206.

299 Cf. HINE , «Seneca’s Natural Questions . Changing Readerships», págs. 206, n. 11 y 12.

300 Cf. H. M. HINE , «Seneca and Anaxagoras in Pseudo-Bede’s De mundi celestis terrcstrisque constitutione», Viator 19 (1988), 111-127.

301 Cf. HINE , «Seneca’s Natural Questions . Changing Readerships», pág. 207, n. 13.

302 Se ha señalado especialmente el enorme parecido de la definición de Dios en Proslogion 1,2 aliquid quo nihil maius cogitari potest con nat . I praef . 14 magnitudo… qua nihil mains cogitari postest . Sin embargo, se discute el grado de influencia del pasaje de Séneca en Anselmo.

303 E. MERENDA , «La presenza delle Naturales Quaestiones di Seneca nel Chronicon di Hélinand di Froidmont», Miscellanea Bibliothecae Aposlolicae Vaticanae XIII , Ciudad del Vaticano, 2006, págs. 435-492.

304 Pequeños ecos de las NQ se han detectado también en obras del erudito Alejandro Neckam, del clérigo Geraldo de Gales, y de los dominicos Tomás de Cantimpré y Esteban de Borbón: cf. BERNO , «Seneca d. J., Naturales Quaestiones », col. 882.

305 Cf. K. A. BLÜHER , Séneca en España. Investigaciones sobre la recepción de Séneca en España desde el siglo XIII hasta el siglo XVIII [trad. de Juan Conde], Madrid, 1983, págs. 85-86.

306 Cf. D. VOTTERO , «Angelo Poliziano lettore delle Naturales Quaestiones di Seneca», De tuo tibi. Ommagio degli allievi a Italo Lana , Bolonia, 1996, págs. 501-523.

307 Sobre la influencia de las NQ en otros representantes del neoestoicismo cf. HINE , «Seneca’s Natural Questions . Changing Readerships», págs. 150-153; BERNO , «Seneca d. J., Naturales Quaestiones », cols. 884-886.

308 Cf. H. HIRAI , «The World-Soul, Providence and Eschatology: Seneca’s Naturales Quaestiones in Justus Lipsius’s Physiologia Stoicorum», en Marco Beretta et alii (eds.), Seneca e le scienze naturali , Florencia, 2012, págs. 117-140.

309 Así, por ejemplo, en la acogida e interpretación de los conceptos estoicos del hado y la fortuna por Alonso de Cartagena y Pedro Díaz de Toledo: cf. BLÜHER , Seneca en España , págs. 217, 221.

310 Cf. J. I. BLANCO PÉREZ , «Séneca en los textos de los autores médicos castellanos del siglo XVI », en M. Rodríguez-Pantoja (ed.), Séneca, dos mil años después. Actas del Congreso Internacional Conmemorativo del Bimilenario de su Nacimiento, Córdoba 1996 , Córdoba, 1997, pág. 659.

311 Cf. infra n. 345.

312 Cf. n. 14 de la traducción del libro I. Otros pasajes que influyeron en Colón fueron Arist. cael . II 14,298a; mu . III 392b y Sen. Medea 375-376, pasaje en que Séneca, por boca del coro, profetiza el descubrimiento de un nuevo mundo. Pero no es seguro que Colón conociese este último pasaje antes del descubrimiento y parece más bien que lo utilizó a posteriori en su Libro de las profecías para demostrar el carácter providencial de su periplo.

313 El error se remonta a Roger Bacon, quien en la parte cuarta de su Opus maius escribe: «Séneca, en el libro quinto (orden Grandinem , sin duda) de su obra Sobre la naturaleza , dice que este mar (sc . el océano Atlántico) se recorre en pocos días, si el viento es favorable». Es muy probable que Colón conociera a Bacon a través de Pedro d’Ailly, quien en su Imago mundi (1410), obra muy difundida en toda la Europa del siglo XV gracias a la imprenta, de la que Colón poseía una copia, reproduce literalmente el pasaje de Bacon.

314 NORMAND , «Sénèque et la découverte du Nouveau Monde», en R. Chevalier, A. Piganiol (eds.). Présence de Sénèque , París, 1991, págs. 194-195. Para más información y bibliografía, cf. GAULY , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 176-181; HINE , «Seneca’s ‘Naturales quaestiones’ 1960-2005 (part 2)», 147-150.

315 Cf. HINE , «Seneca’s Natural Questions . Changing Readerships», págs.

316 Sobre la posible influencia de Séneca en la formulación de la teoría de la gravedad de Newton, cf. L. Russo, La rivoluzione dimenticata: il pensiero scientifico greco e la scienza moderna , 2.a ed., Milán, 2001, págs. 337-341.

317 Datos detallados pueden verse en NANNI , PELLACANI , «Per una rassegna…», 212-219, 223-226 y 231.

318 Cf. NANNI , PELLACANI , «Per una rassegna…», 208-210, 220-223, 226-229.

319 Cf. M. v. ALBRECHT , «Momenti della presenza di Seneca nella letteratura tedesca», Seneca nella coscienza dell’ Europa , 1999, págs. 271-272.

320 Cf. WAIBLINGER , Senecas Naturales Quaestiones …, pág. 4.

321 Citas y ecos de las NQ se encuentran, también, en el Libro de la erudición poética (1611) de Luis Carrillo y Sotomayor. Se han señalado, además, pequeñas huellas en Gracián (cf. BLÜHER , Séneca en España , pág. 559, n. 251) y en Calderón de la Barca (cf. FOTHERGILL -PAYNE , Seneca and Celestina , Cambridge, 1988, pág. 37).

322 WAIBLINGER , «Goethe und Seneca. Zur Rezeption der “Naturales Questiones”», en A. Patzer (ed.), Apophoreta. Für Uvo Hölscher zum 60. Geburtstag , Bonn, 1975, págs. 188-205; WAIBLINGER , Senecas Naturales Quaestiones …, págs. 188-205; ALBRECHT , Momenti …, págs. 278-285.

323 Sobre la influencia de Séneca en estos autores, cf. VOTTERO , Questioni naturali , págs. 65-67. Señalaremos también que M. BIZOS , «A propos d’une source probable dans Sénèque d’un vers de La mort du loup». L’information littéraire 16 (1964), 116-118, quiere ver en el verso 85 del poema La mort du Loup (1838) de Alfred de Vigny (Gémir, pleurer, prier est également lâche) un eco de nat . III praef. 12 flere, queri et gemere desciscere est .

324 Con todo, se han señalado algunos ecos esporádicos de las NQ en el siglo XX fuera del contexto filológico. Cf. NANNI , PELLACANI , «Per una rassegna…», 232-235. Limitándonos a ejemplos españoles, recordaremos que María Zambrano en la antología que acompaña su ensayo El pensamiento vivo de Séneca (1944) incluye varios pasajes de las NQ (sobre el concepto de Dios y el miedo a la muerte: I praef . 13-14; II 59, 2-13; VI 2,1-3 y 6-9 y VI 32,4-12), y que I. DEL ÁRBOL FERNÁNDEZ , «Séneca en la obra de Camilo José Cela», en Miguel Rodríguez-Pantoja (ed.), Séneca, dos mil años después , Córdoba, 1997, pág. 730, sugiere que las ideas de Cela sobre el destino podrían derivar, entre otros, de nat . II 36.

325 AXELSON , Seneca-Studien …, pág. 1.

326 Una relación exhaustiva de los mismos puede verse en VOTTERO , Questioni naturali , págs. 91-106, que enumera más de cien manuscritos. Una relación selectiva puede verse en HINE , L. Annaei Senecae Naturalium quaestionum libri , págs. vii-xxi.

327 Cf. supra pág. 22.

328 En la mayoría de estos códices la laguna que afecta al centro de la obra es más amplia, comenzando en III praef . 25,6.

329 Como indicamos previamente (cf. supra pág. 22), en algunos manuscritos de este tipo el libro IVa está situado al final de la obra, resultando, por tanto, un orden I-III, IVb-7, IVa.

330 Cf. GERCKE , Naturalium Quaestionum libri VIII . Su edición había sido precedida por dos importantes estudios sobre el texto y la tradición manuscrita de las NQ ; cf. GERCKE , Seneca-Studien y A. GERCKE , Studia Annaeana , Greifswald, 1900.

331 HINE , L. Annaei Senecae Naturalium quaestionum libri . También la edición de Hine fue precedida por numerosos trabajos sobre el texto y tradición manuscrita de las NQ , que citamos en la Bibliografía.

332 Cf. OLTRAMARE , Sénèque …, I págs. xxix-xxxi; CORCORAN , Seneca. Natural Quaestions , 2 vols., Cambridge (Mass.), 1971-1972, I págs. xxvi-xxvii; CODOÑER , Cuestiones Naturales , I págs. xxxv-xli y MARINO , Seneca: Naturales Quaestiones. Libro 20 , Pisa, 1996, págs. 11-38.

333 Cf. VOTTERO , «Problemi di critica del testo nelle “Naturales Quaestiones”. Nota I. L’ordinamento dei libri», 264-267. Al mismo criterio se atiene en su edición de 1989, pág. 111.

334 Cf. OLTRAMARE , «Le Codex Genevensis des Questions Naturelles de Sénèque», Revue de Philologie 45 (1921)». 5-44. La importancia de Z fue destacada a continuación por AXELSON , Seneca-Studien …, págs. 3-4; B. AXELSON , Neuc Seneca-Studien. Kritische Bemerkungen zu Senecas Naturales Quaestiones , Lund, 1939, págs. 234-235.

335 El papel fundamental de Z y el nuevo stemma bipartito de las NQ han sido confirmados, posteriormente, por los trabajos de PARRONI , «Sul contributo del Genevensis lat. 77 al testo delle Naturales Quaestiones di Seneca», Revista di Filologia e di Instruzione Clasica 120 (1992), 165-173, y «Problemi testuali nelle Naturales quaestiones di Seneca» en S. Sconocchia y L. Toneatto (ed.), Lingue tecniche del greco e del latino , Trieste, 1993, págs. 43-47. Cf., sin embargo, las reservas del propio Hine quien, en su reseña de la edición de Parroni (Classical Review 55 [2005], 545-546) recuerda la observación de M. REEVE , «Cuius in Usum ? Recent and Future Editing», Journal of Roman Studies (2000), 201-202 de que ζ es conjeturado sobre la base de un número muy reducido de manuscritos.

336 Aparte de la extraordinaria importancia concedida a Z en la constitución del texto, otra característica de la edición de Hine es la reducción del número de manuscritos considerados útiles para la reconstrucción del arquetipo: diez manuscritos principales (Z, R, A, B, V, F, H, P, U, W), además de tres fragmentarios (Y, L2 , γ).

337 Cf. H. M. HINE , «The Manuscript Tradition of Seneca’s Natural Questions», Classical Quarterly 30 (1980). 196; HINE , L. Annaei Senecae Naturalium quaestionum libri , pág. xiii.

338 Una relación completa de las ediciones de las NQ puede verse en VOTTERO , Questioni naturali , págs. 71-75. Cf. también HINE , L. Annaei Senecae Naturalium quaestionum libri , pág. xxxv.

339 Sobre esta edición y la reimpresión de 1492, cf. I. OPELT , «Seneca bei den Humanisten», Res Publica Litterarum 10 (1967), 253-256.

340 Cf. W. TRILLITZSCH , «Erasmus und Seneca», Philologus 109 (1965), 274-280.

341 En ella se incluye la famosa Disquisitio de Senecae Naturalibus Quaestionibus , en que se plantea por primera vez el problema del número y orden de los libros.

342 Gercke observó personalmente los manuscritos más importantes y otros los hizo colacionar por colaboradores, de acuerdo con la costumbre de su tiempo. Para la emendatio del texto se sirvió de la estimable colaboración de grandes latinistas de la época como Leo, Skutsch, Kroll, Rossbach.

343 VOTTERO , Questioni naturali , págs. 120-204. Este estudio estaba precedido por VOTTERO , «Problemi di critica del testo nelle “Naturales Quaestiones”. Nota I. L’ordinamento dei libri». 249-269: D. VOTTERO , «Emendamenti al testo delle Naturales Quaestiones di Seneca». Atti della Accademia delle Scienze di Torino, classe di scienze morali 114 (1980). 323-367.

344 Cf. Bibliografía.

345 Se trata de una pequeña selección de pasajes (II 32,3-8; 35; 38,2-4; III praef . 7-9; IVb 13,5-6; VII 25,1-3) intercalados en un florilegio de la obra entera, publicada con el título Compilación de algunos dichos de Séneca , que, en realidad, no era producto de una selección original, sino una traducción selectiva de la Tabulatio et Expositio Seneca , compilación temática de la obra de Séneca, publicada a mediados del siglo XIV por el dominico italiano Luca Mannelli. Sobre Alonso de Cartagena y sus traducciones de Séneca, cf. BLÜHER , Seneca en España , págs. 133-148, quien señala (pág. 133) que las traducciones de Alonso de Cartagena fueron las únicas traducciones del siglo XV hechas directamente del original latino de obras auténticas de Séneca; FOTHERGILL -PAYNE , Seneca and Celestina , págs. 5-6, 11-16. CODOÑER , Cuestiones Naturales , I, pág. xliv. destaca la elegancia de esta traducción así como la habilidad de su autor para soslayar las dificultades planteadas por algún locus corruptus .

346 FOTHERGILL -PAYNE , Seneca and Celestina , págs. 13-14, explica que mientras el concepto estoico de logos era perfectamente compatible con las enseñanzas critianas, la doctrina de Séneca sobre la participación del hombre en el origen divino de la creación y la equiparación del hombre sabio y virtuoso con Dios podrían haber parecido heréticas. En consecuencia, era más seguro limitarse a la traducción de los pasajes de las NQ que habían sido seleccionados por Luca Mannelli para uso general.

347 Como curiosidad señalaremos que, siguiendo la costumbre de las ediciones decimonónicas de la obra, engloba en el mismo libro (IV) los libros IVa y IVb. Esta obra ha sido reeditada recientemente, junto con otras obras de Séneca, sin indicación de autor, y con modificaciones que empeoran, más que benefician la traducción en Séneca, colección «Los libros que cambiaron el mundo», Madrid, Prisa Innova, 2009. También está disponible, en su versión original, en la biblioteca Virtual Miguel de Cervantes y en InterClassica.

348 Recordaremos que hoy es aceptado unánimemennte que el orden del arquetipo es el orden Grandinem .

Cuestiones naturales

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