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LOS ARREPENTIMIENTOS

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En el verano de 1927 Aleixandre da por concluido Ámbito y lo envía a Málaga, donde al cuidado de sus amigos Emilio Prados y Manuel Altolaguirre, directores de Litoral, saldrá publicado el 10 de febrero de 1928, según reza el colofón, como VI suplemento de la citada revista malagueña.

El libro sufriría, en ediciones sucesivas, ciertos cambios y acomodos que no alteran en lo esencial ni la frescura ni la visión del mundo de la que había nacido. Estos cambios no son infrecuentes entre autores –especialmente poetas– con una exigencia de perfección grande, y obedecen tanto a la «ética de la forma», certera expresión creada por Paul Valéry, el permanente insatisfecho, como a complicados resortes de la psicología de cada creador. Aleixandre no dudó en introducir cambios en su primer libro cuando llegó el momento de su reedición, en 1950; pero nada comparable con la revisión profunda a que sometió Pasión de la Tierra, el libro suyo que más «historia interna» y larga génesis ha tenido, y en la que aquí no podemos entrar.22

De la primera a la segunda edición, Ámbito sufrió –recordado sea brevemente– cuatro importantes retoques: 1) se subsanaron las numerosas erratas de la edición princeps; 2) se sustituyó el poema «Las cinco»,23 de la serie «Reloj», por otro más acorde con el progresivo ciclo diurno titulado «Las ocho»;24 3) se eliminó «Tapia»,25 que daba, según palabras del poeta, «una imagen empequeñecedora de la naturaleza»,26 por el admirable retrato, aunque muy gongorino, «Cabeza, en el recuerdo»,27 inspirado en el rostro de Carmen de Granada y su larga cabellera negra sobre la almohada; y 4) se suprimen las cuatro primeras estrofas de «Posesión», para aligerar el poema del contagio guilleniano, y, además, se reescriben ciertas expresiones del resto para eliminar así la huella muy evidente de Góngora.28

Se mejoraba el libro con estas intervenciones, menos con la última. «Posesión», lejos de ganar, pierde. Sin los dieciséis versos introductorios, resulta un poema de menor fuerza expresiva que se resiente del contexto omitido. Y, siendo como es todo él un poema asimilado al culteranismo o gongorismo, no tenía demasiado sentido tachar ciertas fórmulas del maestro cordobés –como, por ejemplo, «nieve hilada»: metáfora de mantel– y tratar de reemplazarlas por otras menos barrocas. Aleixandre se da cuenta enseguida del error cometido con «Posesión». Y cuando aparece el libro, en la bella edición de Raíz, al regalárselo a sus amigos lo suele acompañar de una dedicatoria que es toda una rectificación –rectificación tardía, pero firme–, en la que se lee: «Para X, este libro, aunque la versión del último poema no vale».29 La tercera edición (Aguilar, 1960) recuperaría el poema en su forma primitiva, ciertamente barroca, pero de un barroquismo aprendido y exquisito, muy 1927.

Cuando la conciencia creadora permanece alerta y no admite desfallecimientos ni rendiciones en ese «camino de perfección» que debiera ser la obra propia, el publicar se convierte tan sólo en una fase más hacia la consecución del Libro (así, con mayúscula, al estilo de la Obra juanramoniana); un Libro, meta de los esfuerzos creativos y cristalización última de todo un proceso largo de sacrificio y superación. La recompensa es la obra acabada, insustituible. La que ya no necesita que se «la toque más», plena y exacta. Aleixandre supo de esta tortura de superación hacia la obra perfecta desde su primer libro, sobre el que volvió una y otra vez, con cambios de diverso grado e intención. Y una lucha aún más indesmayable es la que sostuvo luego, prácticamente durante toda su vida, con el segundo de sus libros, Pasión de la Tierra, modélico en cuanto a silenciosa contienda entre un autor y su obra, entre el siempre insatisfecho espíritu autocrítico y la obra resuelta y perfecta. En este sentido, puede decirse que Pasión de la Tierra duró, en su nunca abandonada génesis, casi tantos años como los de la vida de su autor, pues hasta la edición italiana de 1984, poco antes de su muerte, siguió introduciendo cambios esenciales en la ordenación de sus poemas y en la estructura del libro.30 En menor medida, algo similar ocurrió también con Ámbito.

Olvidar es morir

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