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~ [3] LAS BARRERAS DE CONTACTO~
ОглавлениеLA primera justificación de esta hipótesis radica en la consideración de que la conducción pasa en este punto por un protoplasma indiferenciado, en lugar de transcurrir por protoplasma diferenciado, como lo hace en el restante recorrido por el interior de la neurona, siendo probable que este último sea un protoplasma más apto para la conducción. Esta circunstancia sugiere que la capacidad de conducción estaría ligada a la diferenciación, siendo de suponer pues, que el propio proceso de conducción crea una diferenciación en el protoplasma y, con ello, una mejor capacidad para la conducción ulterior.
Además, la teoría de las barreras de contacto tiene las siguientes ventajas. Una de las características principales del tejido nervioso es la memoria, es decir, en términos muy generales, la capacidad de ser permanentemente modificado por procesos únicos, característica que contrasta tan notablemente con la conducta de una materia que deja pasar un movimiento ondulatorio, para retornar luego a su estado previo. Toda teoría psicológica digna de alguna consideración habrá de ofrecer una explicación de la «memoria». Ahora bien: cualquier explicación de esta clase tropieza con la dificultad de admitir, por un lado, que una vez transcurrida la excitación, las neuronas queden permanentemente modificadas con respecto a su estado anterior, mientras que, por otra parte, no es posible negar que las nuevas excitaciones inciden, en términos generales, sobre las mismas condiciones de recepción que hallaron las excitaciones anteriores. Así, las neuronas habrían de estar al mismo tiempo modificadas e inalteradas o, dicho de otro modo, «indiferentes». No es dable imaginar de primera intención un aparato capaz de tan complejo funcionamiento. La salida radica, pues, en adjudicar a una clase de neuronas la capacidad de ser permanentemente influidas por la excitación, mientras que la inmutabilidad, o sea, la característica de estar vírgenes ante toda nueva excitación, correspondería a otra clase de neuronas. Así surgió la distinción corriente entre «células perceptivas» y «células mnemónicas», una distinción que no concuerda, empero, con ningún contexto y que nada puede invocar en su favor.
La teoría de las barreras de contacto adopta esta salida formulándola en los siguientes términos. Existen dos clases de neuronas: primero, aquellas que dejan pasar cantidad (Qh) como si no poseyeran barreras de contacto, o sea, que después de cada pasaje de una excitación quedan en el mismo estado que antes; segundo, aquellas en las cuales se hacen sentir las barreras de contacto; de modo que sólo difícil o parcialmente dejan pasar cantidad (Qh) a través de ellas. Las neuronas de esta segunda clase pueden quedar, después de cada excitación, en un estado distinto al anterior, o sea, que ofrecen una posibilidad de representar la memoria .
Así, pues, existen neuronas permeables (que no ofrecen resistencia y que nada retienen), destinadas a la percepción, y neuronas impermeables (dotadas de resistencia y tentativas de cantidad [Qh]), que son portadoras de la memoria, y con ello, probablemente, también de los procesos psíquicos en general. Por consiguiente, desde ahora llamaré al primer sistema de neuronas «j», y al segundo, «y» .
A esta altura conviene aclarar qué presunciones acerca de las neuronas y son imprescindibles si pretendemos abarcar con ellas las características más generales de la memoria. La argumentación es la siguiente: Dichas neuronas son permanentemente modificadas por el pasaje de una excitación (o bien, aplicando la teoría de las barreras de contacto: sus barreras de contacto quedan en un estado permanentemente alterado). Ahora bien: como la experiencia psicológica nos enseña que existe algo así como un «sobreaprendizaje», basado en la memoria, esa alteración debe consistir en que las barreras de contacto se tornen más aptas para la conducción -menos impermeables -, o sea, más semejantes a las del sistema j. Designaremos este estado de las barreras de contacto como «grado de facilitación» [Bahnung]. En tal caso, podremos afirmar que la memoria está representada por las facilitaciones existentes entre las neuronas y.
Supongamos que todas las barreras de contacto y estén igualmente facilitadas [gebahnt] -o lo que es lo mismo, que ofrezcan la misma resistencia -: en tal caso, evidentemente, no se podrá deducir de ellas las características de la memoria. Esta es, en efecto, una de las fuerzas determinantes y orientadoras en relación con la vía que adoptan las excitaciones, y si la facilitación fuese igual por doquier, no se explicaría por qué una vía habría de ser preferida a otra. De ahí que sea más correcto afirmar que la memoria está representada por las diferencias de facilitación entre las neuronas y.
Ahora bien: ¿de qué depende la facilitación en las neuronas y? De acuerdo con la experiencia psicológica, la memoria (es decir, la fuerza persistente de una vivencia) depende de un factor que es dable describir como «magnitud» de la impresión, así como de la frecuencia con que una misma impresión se repite. O bien, en los términos de nuestra teoría: la facilitación depende de la cantidad (Qh) que pasa a través de una neurona en el proceso excitativo y del número de veces que este proceso se repite. Adviértese así que la cantidad (Qh) es el factor efectivo, que cantidad y facilitación son el resultado de la cantidad (Qh) y, al mismo tiempo, lo que puede sustituir la cantidad .
Estas consideraciones nos llevan a recordar, casi involuntariamente, que la tendencia primaria de los sistemas neuronales, una tendencia sostenida a través de todas las modificaciones, es la de evitar ser cargados con cantidad (Qh) o la de disminuir en lo posible esta carga. Bajo la presión del apremio de la vida, empero, el sistema neuronal se ha visto obligado a conservar una reserva de cantidad (Qh). Con este fin ha tenido que aumentar el número de sus neuronas, y los elementos agregados han debido ser impermeables. Pero ahora evita, por lo menos en parte, la repleción con cantidad (Qh) -es decir, evita la catexis -, por medio del establecimiento de facilitaciones. Adviértase, pues, que las facilitaciones sirven a la función primaria.
La necesidad de localizar la memoria en la teoría de las barreras de contacto exige aún algo más: es preciso que a cada neurona y le correspondan, en general, varias vías de conexión con otras neuronas; es decir, varias barreras de contacto. De ello depende, en efecto, la posibilidad de la selección [de vías por la excitación. I.], que a su vez es determinada por la facilitación. Siendo esto así, es evidente que el estado de facilitación de cada barrera de contacto debe ser independiente del de todas las demás barreras de una misma neurona y, pues de otro modo no subsistiría, una vez más, ninguna preferencia [entre las vías]; es decir, ninguna motivación. De esto puede derivarse una inferencia negativa acerca de la índole del estado facilitado. Si se imagina una neurona llena de cantidad (Qh) -es decir, catectizada -, sólo cabe concebir que esta cantidad (Qh) esté uniformemente distribuida por todas las regiones de la neurona, o sea, también por todas sus barreras de contacto. En cambio, nada obsta para que nos imaginemos que en el caso de una cantidad (Qh) fluente ésta siga sólo una vía particular a través de la neurona, de modo que sólo una de sus barreras de contacto quede sometida a la acción de la cantidad (Qh) fluente y conserve luego la facilitación que ésta le proporciona. Por tanto, la facilitación no puede fundarse en una catexis retenida, pues ello no daría lugar a diferencias de facilitación en las barreras de contacto de una misma neurona.
Queda por ver en qué consiste, aparte de esto, la facilitación. De primera intención podría pensarse que consiste en la absorción de cantidad (Qh) por las barreras de contacto. Este punto quizá sea aclarado más adelante. La cantidad (Qh), que ha dejado tras sí una Facilitación, es descargada, sin duda alguna, precisamente merced a dicha facilitación, pues ésta aumenta la permeabilidad. A propósito de esto, sea dicho que no es necesario que la facilitación persistente después de un pasaje de cantidad (Qh) sea tan grande como fue durante el pasaje mismo de aquélla. Es posible que sólo subsista una fracción de ella, en forma de facilitación permanente. De la misma manera, aún no es posible establecer si un solo pasaje de una cantidad 3 Qh es equivalente a tres pasajes de una cantidad Qh . Todos estos puntos habrán de ser considerados una vez que la teoría haya experimentado nuevas adaptaciones a los hechos psíquicos.